sábado, 22 de abril de 2023

MARÍA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR MENDOZA (Romeo y Julieta en la España del Renacimiento) PARTE PRIMERA: Los Fonseca

ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general de leyendas:   http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/01/indice-de-leyendas-de-la-mota-del.html

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Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leerlo entre líneas, bastará con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.



SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes dibujadas por mí, con los protagonistas de la leyenda que hoy redactamos. Arriba, María de Fonseca y Toledo, idealizada desde una descendiente suya toresana (S. Fonseca); que actualmente tiene la edad de su antepasada, cuando se sucedieron los hechos que a continuación narramos. Hemos elegido a esta modelo, debido a que sus rasgos se asemejan mucho a los de Mencía de Mendoza y Fonseca; hija de Da. María, de quien se conserva un magnífico lienzo en la Pinacoteca de Berlín (cuadro que veremos más adelante y que se atribuye a Simon Bening). Abajo, el primogénito del Cardenal Mendoza; al que el prelado llamó Rodrigo Díaz de Vivar, cuando nació como hijo natural -sin poder reconocerlo como vástago, hasta años más tarde-. Rodrigo estuvo enamorado locamente de María de Fonseca, desde el primer momento en que la vio. Pero la rivalidad entre sus familias y el acuerdo de un matrimonio concertado para ella, convirtieron aquel amor en un imposible. Todos estos hechos, complicaron de un modo inimaginable la relación entre el hijo del Cardenal Pedro González de Mendoza y la primogénita de los Fonseca. Generando una historia que siquiera al mismo Shakespeare hubiera podido trasladar al papel; debido a que los avatares y sucesos vividos, superan todo cuanto pueda imaginarse como cierto.



BAJO ESTAS LINEAS: El castillo de la Calahorra, en Granada; fortaleza palacio, que edificó Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, para su amada María de Fonseca. Levantado desde finales del sigo XV, fue terminado hacia 1507, tras contraer matrimonio con ella y como señal de su amor eterno (pretendiendo mostrar tanta belleza en el edificio, como la que su mujer irradiaba). Para construirlo se inspiró en la Alhambra -conjunto que fue su cuartel general, como comandante de Granada- y en la arquitectura renacentista italiana (que conoció profundamente durante sus viajes a Roma y a Nápoles). Asimismo, otros modelos seguidos en La Calahorra, fueron los magníficos edificios y templos, que el gran Cardenal Mendoza mandó hacer en muchas de las sedes que ocupó como prelado: Desde el Hospital de Santa Cruz y el Palacio Arzobispal en Toledo, a las reformas en la catedral primada y en la de Sevilla, o iglesias como San Francisco y Santa Cruz en la capital hispalense. Copiando en gran parte Rodrigo, cuanto hizo su padre -Pedro González de Mendoza- en su tierra de origen (Guadalajara). Donde tras ser obispo de Sigüenza, reformó el coro de su seo; reconstruyó el Castillo de El Cid, en Jadraque y el palacio de su familia (duques del Infantado). La imagen que vemos fue tomada por el fotógrafo Manuel Torres Molina, entre 1910 y 1920 y pertenece al Archivo de la Alhambra, “Colección fotográfica del Museo de Arte Hispano Musulmán” (1) al que agradecemos nos permita divulgarla.




A) INTRODUCCIÓN:

La leyenda que hoy narramos, es una de las más románticas y divertidas de la Historia de nuestra nación. Se basa en hechos totalmente reales, ocurridos en la España de fines del siglo XV y principios del XVI; sucediendo mientras Castilla se desangraba en guerras civiles. En esos tristes momentos, plenos de conflictos entre los hijos de Juan II; surgió una pareja de nobles que deseó llevar a cabo su fantasía de amor. Sin atender a las rivalidades familiares, a los prejuicios de la época, ni al orden que la Sociedad imponía a los súbditos de los más importantes linajes. Un sucedido que tiene su origen cuando nuestra Castilla era gobernada por el famoso Enrique IV, conocido por su impotencia (2) ; pese a lo que su mujer -Juana de Avis (o de Portugal)- parió tres hijos... . Fue entonces, cuando las diferentes facciones de nobles, se posicionaron hacia otros vástagos de Juan II, apostando por ellos como partidarios al trono. Eran estos, dos hermanastros del rey, nacidos del segundo matrimonio de su padre; habidos con María de Aragón y llamados Alfonso e Isabel (la que finalmente reinó con el sobrenombre de La Católica). Por su parte, quien estaba coronado como Enrique IV, se consideraba el primogénito de Juan II, tenido con Isabel de Portugal; aunque todos los hijos de este monarca eran de “procedencia dudosa”. Antes y en nuestros días, pues muchos historiadores creen que aquel rey Don Juan, era homosexual -al menos bisexual- y achacan algunos de sus vástagos a sus favoritos; entre los que destacaba Don Álvaro de Luna.

Sobre Don Álvaro, decían las “malas lenguas”, que era el verdadero progenitor de Isabel y seguramente también de su hermano menor -Alfonsito-; algo que solo podremos demostrar si se cotejasen los ADN, en los restos que aún guardan sus tumbas. También narra la Historia que seguramente fue el mismo “favorito”, quien envenenó a María Aragón -primera esposa de Juan II y madre del príncipe Enrique-. Para traer a Isabel de Portugal, que pronto daría esos dos vástagos a la corona: Alfonso e Isabel (la futura Reina Católica). Así pues, hay quienes sospechan que el verdadero padre de estos dos hermanastros de Enrique IV, fue Don Álvaro de Luna. Lo que explicaría la audacia de Alfonso; que intentó reinar, sublevándose y proclamándose monarca de Castilla, con tan solo doce años. Tanto como la increíble inteligencia natural de Doña Isabel; cuya capacidad intelectual fue inigualable, pese ha haber nacido en una familia con grandes problemas de consanguinidad. De igual modo, lo narrado, nos llevaría a entender por qué Álvaro de Luna fue ejecutado en junio de 1453, cinco meses antes de que el infante Alfonsito viniera al Mundo. Un hecho que pudo provocar terribles celos a Juan II y llevaría a la enajenación de su esposa (Isabel de Portugal); quien quizá, para mostrarse ajena al “favorito” real, pretendiendo demostrar que nada tenía que ver el de Luna en su embarazo, intrigó cuanto pudo contra este. Motivando que el soberano condenase a muerte a Don Álvaro; suceso que le costó la salud al monarca (fallecido un año más tarde) y la locura a su esposa, que perdió la cabeza y terminó reconociendo que aquel Valido, fue el gran amor de su vida... . Sea como fuese, hay quienes opinan que “los tres” hicieron unas magníficas parejas; porque Juan II y su mujer habrían estado enamorados de este “favorito” que mandaron ejecutar en Valladolid, tras lo que ambos soberanos entraron en declive y murieron.

En este caldo de cultivo, nacieron los tres hermanos que se suponen hijos de Juan II (Enrique, Isabel y Alfonsito). Todo lo que provocó una terrible pugna entre ellos al hacerse mayores. Comenzando las guerras civiles de lucha por el trono, diez años después de la proclamación de Enrique IV. Quien también tenía enormes problemas para concebir un heredero; lo que ya se observó en su primer matrimonio, con la infanta Blanca de Navarra -celebrado en 1440-. A quien dejó incólume, debiendo decretar esos desposorios como nulos, debido a que no se habían consumado en tres años. Tras ser declarado impotente, hubo de que casarse de nuevo Enrique IV, con el fin de sellar un pacto con Portugal. Para ello eligió esta segunda vez una infanta lusa de nombre Juana, muy dada a los devaneos amorosos... . Por lo narrado, cuando en 1462 tuvieron una hija, muy pocos creyeron que su padre fuera el soberano; razón por la que esta princesa fue llamada: Juana La Beltraneja (considerándose que era Beltrán de la Cueva su progenitor -el favorito real-). Pocos años más tarde, decide proclamarse rey su hermanastro Alfonso; que desde 1464 y con poco más de once años, comienza una lucha encarnizada por la corona. Guerra en la que numerosas facciones de nobles le apoyaban; pero que termina en 1468, cuando “inesperadamente” Alfonsito aparece muerto (o envenenado). En ese momento, las sospechas de fratricidio caen sobre la Corona y su gente; por lo que Enrique IV debió sentir temor a ser asesinado y se dice que decide firmar en Guisando un acuerdo con su hermanastra Isabel (antes que se iniciase otra guerra). Determinando que tras su fallecimiento, la heredera al trono sería esta hermana y no su hija, La Beltraneja; a la que supuestamente negaría los derechos de sucesión (por los motivos expuestos). No sabemos si el pacto de Guisando (de 1468) fue cierto; pues al morir Enrique IV cinco años más tarde, los partidarios de La Beltraneja entablaron una contienda contra la candidatura de Isabel (que se había casado con Fernando de Aragón, para tomar el Trono de Castilla). Así fueron coronados Isabel y Fernando en 1474, comenzando una contienda contra Portugal y los que preferían a la supuesta primogénita de Enrique; guerra que ganaron finalmente en 1476; logrando reinar -llamándose más tarde: Los Reyes Católicos-.

En este periodo de turbulencias y contiendas civiles, se desarrolla la Historia que vamos a recoger; cuyo punto de partida gira entorno a las rivalidades nacidas entre las diferentes familias, que se enfrentaban, al ser partidarios de uno u otro bando. Tratándose de fieros nobles castellanos, curtidos en la Reconquista y con enorme poder -no olvidemos que nos encontramos aún en tiempos semifeudales-. Aunque antes de relatar la leyenda, vamos a estudiar los linajes de aquellos protagonistas del romance: los de María de Fonseca y los de Rodrigo (Díaz de Vivar) de Mendoza.



SOBRE ESTE PÁRRAFO: Arriba, fotografía de la Capilla de Santiago, en la catedral primada de Toledo (a la que agradecemos, nos permita divulgar nuestra imagen). Como sabemos, se trata de la principal de este templo, que ocupa la cabecera de la nave principal y donde se conserva en su mitad el mausoleo de Don Álvaro (decapitado en 1453) y de su esposa, Juana de Pimetel. En nuestra historia hemos comenzado narrando los enredos y problemas sucesorios que existían en Castilla, desde mediados del siglo XV. Un momento en que dos reyes, al parecer impotentes, ocuparon el trono. El primero fue Juan II; del que se piensa era homosexual, por cuanto muchos historiadores -como Marañón- creen que la elección de Don Álvaro de Luna como Valido, no fue solo un tema político, sino más bien sentimental. Otros van más lejos -como Antonio Gala- pensando que ese “favorito”, fue asimismo quien procrea los hijos nacidos en el segundo matrimonio del monarca (Isabel -que después reinó como la Católica- y su hermano Alfonsito). Un espinoso asunto y unas sospechas -sin grandes fundamentos- que no se ha podido probar; pero lo que sí parece cierto es que la primera mujer de Juan II, fue envenenada por Alvaro de Luna. Todo lo que haría entender la llegada pronta de una nueva reina a la corte y los embarazos de esta segunda consorte. Asimismo, podría explicar por qué el soberano mandó ejecutar a Don Álvaro en 1453, unos meses antes de que naciera el infante Alfonsito. Quizás en un arranque de celos y debido a que su esposa comenzó a intrigar contra el referido “favorito”. Por cuanto se deduciría que el monarca sospechaba sobre aquel vástago que llegaba. Sabiendo que no era suyo, mientras la reina renegaba de Álvaro de Luna; despotricando sobre él, para que nadie descubriera que eran amantes. El hecho cierto es que tras la decapitación de este Valido; Juan II y su mujer entraron en crisis. Muriendo el rey a los pocos meses y ella perdiendo la cabeza; debiendo retirarse a vivir en Arévalo, donde su demencia fue acrecentándose, narrando abiertamente que el “favorito” de Luna había sido el amor de su vida.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de San Esteban de Gormáz, e Soria. Arriba, Chiho (mi mujer) en la iglesia de San Miguel, en esta preciosa localidad. Abajo, subida a la iglesia de San Esteban. Uno de los primeros títulos que recibió Álvaro de Luna, como favorito del rey, fue el condado de San Esteban de Gormaz; tras salvar al rey Juan II que había sido raptado en 1420. Desde este momento su ascenso, enriquecimiento y poder, no cesó; hasta que fue decapitado en 1453.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías de Méntrida (al lado) y La Adrada (abajo). Desde 1436 Álvaro de Luna compra al arzobispado de Toledo, Méntrida y las tierras que le rodean. En años sucesivos va ampliando heredades y territorios en la zona, haciéndose con montes de la importancia de El Alhamín; fundando allí el señorío de Méntrida. En muy poco tiempo eran suyas las áreas de Escalona, La Adrada, San Martín de Valdeiglesias y largo repertorio de localidades con fortalezas, que le convertían en uno de los hombres más ricos de Castilla.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías de Escalona (al lado) y Trujillo (abajo). En los años siguientes, Don Álvaro ya se había hecho con algunos de los mejores lugares del Tiétar, llegando hasta Cáceres y Medellín. Convertido en el señor de Trujillo o de Medellín.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
 fotografía de Mombeltrán, Ávila (al lado) y de Montalbán Toledo (abajo). Don Álvaro de Luna fue asimismo dueño de Mombeltrán y Cuéllar, aunque tras su muerte, esas dos villas pasaron al siguiente favorito real (Don Beltrán de la Cueva; que “heredó” muchas de sus posesiones). El imponente castillo de Montalbán (Toledo) terminó perteneciendo a su viuda, Juana de Pimentel; donde se refugió tras la decapitación de su marido. Antes había sido un baluarte decisivo para Don Álvaro; pues en su interior se sucedió la liberación y resistencia de los fieles al rey, tras el secuestro de Juan II sufrido durante su adolescencia. Cuando el monarca -en el “Golpe de Tordesillas”- fue llevado a la fuerza hasta Talavera de La Reina, capturado por Enrique de Aragón; pero Don Álvaro logró que escapase, para ocultarlo en este castillo de Montalbán. Allí les cercaron los infantes de Aragón, pidiendo la rendición de Juan II, intentando así dominar la corona de Castilla. Un sitio que resolvió Don Álvaro de Luna; cuyo origen aragonés pudo influir en esta terrible situación. Ya que al conocer Juan de Aragón (hermano de Enrique “el secuestrador”) la tropelía que estaban haciendo con el soberano de Castilla, decidió apoyar al joven Juan II. Desde ese momento, el joven rey Juan tan solo confió en Álvaro de Luna; al que nombró conde de San Esteban de Gormaz, en 1421 (haciéndolo su Valido, hasta que decide mandar decapitarle en 1453).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos fotografías de Fuentidueña, Segovia. Escudo de los Luna a la entrada de la villa (al lado). Pasaje de entrada (abajo). Las posesiones y tierras de Álvaro de Luna y de su mujer, Juana de Pimentel; no dejaron de aumentar. Guardando algunas de las más ricas localidades para sus descendientes, como fue el caso de Fuentidueña de Segovia. Todo ello fomentó la envidia de los cortesanos; asimismo existía un deseo de venganza desde los partidarios del primogénito real, quienes conocían el envenenamiento de la primera mujer de Juan II (la madre del futuro Enrique IV). Todo ello aceleró la caída del Valido, que finalmente fue ejecutado por obra de su protector.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías más de Fuentidueña, Segovia; con el escudo de los Luna en las fachadas.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado y Abajo, argolla y esquina de la calle Macías Picavea, de Valladolid; donde algunos dicen se expuso la cabeza cortada de Álvaro de Luna. Cuando, tras caer en desgracia, fue decapitado en 1453; pese a su poder y contando durante treinta años con la confianza plena del rey. Su últimos días los pasó en el castillo de Portillo, junto a Valladolid; donde le condenaron a pena capital, para ejecutarle finalmente en la plaza Mayor vallisoletana. Pese a ello, se dice que murió en la plaza del Ochavo y la leyenda conserva el recuerdo de que su cabeza fue expuesta allí mismo; en una pica (tal como él pidió antes de morir). Entre los vallisoletanos hay quienes afirman que la cabeza estuvo colgada donde hoy se conserva una argolla, en El Ochavo; mientras otros consideran que se trata de la cadena que existe en la calle de Macias Picavea (no siendo muy cierta la historia, ni su localización; pues parece que finalmente no se atrevieron a exponer sus restos, por temor a revueltas). En lo que se refiere a estas argollas; se cree que son símbolos de cierre y de paso a transeúntes, ya que las cadenas marcaban zonas donde los corchetes no podían actuar sin permiso de los gremios que trabajaban en las calles.






SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, casa de los Zúñiga en Valladoid. La tradición conserva en el recuerdo, que Álvaro de Luna pasó su última noche en este edificio -cercano al cadalso elevado en la Plaza Mayor-. El palacete (al parecer) perteneció a Alonso Pérez del Vivero, a quien meses antes el de Luna había mandado asesinar. Abajo, castillo de Portillo, en Valladolid; donde pasó Don Álvaro los últimos días, antes de ser llevado la capital castellano-leonesa para ser degollado. Parece ser, que se le detuvo en Burgos, sin explicarle los cargos existentes contra él; manteniéndole semanas apresado en esta fortaleza de Portillo. Finalmente, un día de junio de 1453, fue llevado hasta Valladolid y en el camino le hicieron conocer la sentencia de muerte, que un día más tarde se ejecutaría.

                                       


JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más, del precioso castillo de Mombeltrán (Ávila); que fue de Don Álvaro de Luna y pasó a Don Beltrán de la Cueva (del que tomó su nombre; pues antes se llamaba Colmenar de Arenas). Beltrán de la Cueva, fue el favorito del hijo de Juan II: Enrique IV, apodado “El impotente”. Parece que era absolutamente cierta su incapacidad para engendrar un heredero, algo que quedó probado en sus primeras nupcias. Cuando estuvo casado tres años con Blanca de Navarra (hija de la reina homónima) y la “devolvió intacta”; es decir, no se consumó el matrimonio. Si esta incapacidad de Enrique para procrear fue debido a una enfermedad (como también afirma Marañón) o a homosexualidad; no podremos conocerlo. Pese a ello, resulta igualmente extraño que tomase un Valido con un aspecto inmejorable, llamado Beltrán de la Cueva; al que se atribuye la primera hija de este rey (Juana la Betraneja). Así pues, sabemos que aquel favorito era famoso por bien parecido y fuerte; pensando todos que fue “admirado por el monarca” y -además- amante de la reina Juana de Avis. Algo que nada extraño tendría, pues la referida soberana era de “cascos alegres”. Ya que también se quedó embarazada de un sobrino de Alonso I de Fonseca, cuando este arzobispo le ofreció refugio en su fortaleza de Alaejos -para protegerla-. De su encierro en el castillo de los Fonseca, nacieron hacia 1469 dos gemelos. Venidos al Mundo de los amores furtivos entre la reina con su camarero y guardián; llamado Pedro de Castilla Fonseca. Fueron escondidos, como hermanastros de Juana la Beltraneja, y los bautizaron como Pedro de Castilla y Pedro Apóstol de Castilla (quienes dieron más motivos para pensar que aquella primogénita del rey; era hija de Beltrán de la Cueva y no del monarca).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, una foto mía, paseando por las calles de la preciosa villa de Mombeltrán; al lado de una casa que de muy joven quise comprar y nunca pude hacerlo. En este lugar merodeaba “el bien querido Don Beltrán, que el rey cuidaba como a su can”. Tal como dicta el lema de Roa; que dice “quien bien quiere a Beltrán, bien quiere a su can”. Aludiendo -a mi entender- que Enrique IV mucho amaba a su Valido Don Beltrán; quien a su vez, le era fiel como un perro (aunque otros dan interpretación diferente a la frase). Al parecer, la frase se colocó en las iglesias de esta localidad burgalesa, donde hoy se encuentra la Denominación de Origen Ribera del Duero; como protesta, cuando el rey entregó la villa de Roa a Beltrán de la Cueva. Abajo, vista del interior de la iglesia de San Juan Bautista en Mombeltrán (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen); construida en su mayor parte por Beltrán de la Cueva y sus descendientes -la Casa de Alburquerque-.






JUNTO ESTAS LÍNEAS: Chiho (mi mujer), junto a uno de los paneles de cerámica, en la misma iglesia de San Juan, en Mombeltrán. Como podemos ver, su estilo y decoración mucho recuerdan a Portugal; el país que apoyó a Juana la Beltraneja como candidata al trono de Castilla (antes de que lo ganase en el campo de batalla, Isabel la Católica).






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Como decimos; en 1474, tras la muerte de Enrique IV (alias el impotente) optaban al trono dos únicas herederas: Por un lado Juana; supuesta hija del rey, que apenas tenía doce años y cuya paternidad todos atribuían a Don Beltrán. Del otro, su tía Isabel; hermanastra del fallecido rey Enrique; que se había casado con uno de los príncipes más poderosos de Europa (Fernando de Aragón). Portugal decidió entonces apoyar a Juana, proponiendo que se casase con Alfonso V -pese a la diferencia de tres decenios de edad-; logrando los desposorios en 1475, cuando ella no había cumplido los trece años. Una boda que no había sido la primera de esta princesa, ya que su padre antes la había unido por poderes (en 1470) con el duque de Guyena (al cumplir los ocho años; aunque aquel francés murió antes de poderse celebrar la boda). Tras el matrimonio de Juana con el rey luso, se convirtieron ambos en soberanos de Castilla y Portugal, iniciándose una guerra civil; que termino con la crisis de Toro. Un sitio que duro seis meses (de marzo a septiembre de 1476) y cuya caída fue crucial para la victoria de Isabel. En imágenes, al lado fachada de San Juan de los Reyes. Un templo que mandó levantar Isabel la Católica, para conmemorar su victoria en Toro y el nacimiento de su hijo Juan. En la fachada todavía cuelgan las cadenas que llevaban los presos cristianos, capturados por los musulmanes en las campañas andaluzas y liberados por Los Reyes Católicos en Granada -aunque San Juan de los Reyes se comenzó en 1477, fue terminado después de la caída del reino nazarí-. Abajo, Colegiata de Toro iluminada durante la llamada Noche Blanca, una velada en que todos los museos e iglesias toresanas abren sus puertas.



B) LOS FONSECA:

I)- LLEGADA DE LOS FONSECA A CASTILLA:

El linaje de los Fonseca, de Toro, es uno de los más claros y señalados que conoce nuestra genealogía. Procediendo de uno de los pocos caballeros portugueses que permaneció fiel al rey Juan I de Castilla, cuando se pierde la batalla de Aljubarrota (en 1385). Recordaremos que aquella guerra hispano-lusa, fue el final de una gran crisis que comenzó entre los portugueses y los castellanos dos años antes, cuando muere Fernando I de Portugal. El problema entre ambos reinos se generó, debido a que la esposa del soberano español (la princesa Beatriz) era la primogénita y heredera legítima de la corona portuguesa; por lo que su marido -Juan I de Castilla- deseaba proclamarse rey consorte del país vecino. Sin poder hacerlo, pues la viuda del rey Fernando (recientemente fallecido) estaba designada como regente, hasta que un hijo de Beatriz y de Juan I pudiera ocupar el trono luso (llegando a unificarlos posteriormente, si así lo deseaban).

Finalmente, con la ayuda de Inglaterra, los portugueses lograron vencer al rey de Castilla, en aquel lugar donde hoy se levanta el precioso Monasterio de Batalha; junto a Alcobasa, que conmemora este enfrentamiento. Una terrible derrota para Juan I, que no solo entronizo a los Avis; sino -además- fue el final de la Casa de Borgoña en territorio luso. Una dinastía de igual origen y sello que la familia real castellana, que acabó sus días cuando Inglaterra se alió con el caballero y maestre del la Orden de Avis (que terminó siendo Juan I de Portugal). De este modo, los lusos pudieron hacer frente a los hispanos, proclamando una nueva linea de monarcas; independizándose de lazos con las familias de Castilla -tras Aljubarrota-. Desde esa fecha (1385), se considera que Portugal fue totalmente ajeno a los controles españoles, tras firmar un pacto con los ingleses -en vigor todavía-; quienes por entonces aprovecharon para atacar Galicia y otras tierras de dominio castellano. Una confrontación que comenzó cuando Juan I pretendió dominar Portugal y los lusitanos argumentaron que la Casa de Trastámara no era legítima. Aseverando y comunicando a Londres que los descendientes del verdadero rey de Castilla, se encontraban en Inglaterra. Por lo que no reconocían a Beatriz y menos a Juan I; pasando a considerar los nobles lusos, tan solo soberanos de Castilla, a los nietos de Pedro I -llamado El Cruel-. Que se hallaban huidos en territorio inglés, tras el asesinato de su padre. Calificando a la familia Trastámara de bastarda y de usurpadores, porque habían matado y depuesto a Pedro I; subiendo así al trono el abuelo de Juan I (Enrique II, que se proclamó monarca tras apuñalar a su hermanastro, el rey Don Pedro).

Por cuanto narramos, se entiende el mérito de los Fonseca; una de las pocas familias importantes portuguesas, que permanecieron fieles al monarca Juan I, tras perder en Aljubarrota. Quienes junto a los Acuña, Sosa, Portocarrero y pocos más; fueron los únicos grandes nobles del país vecino, que siguieron apoyando a la verdadera heredera del trono luso; la hija de Fernando I de Portugal: doña Beatriz, casada con el rey castellano. Aceptando así que Juan I, tuviera derecho a ser soberano consorte en esa nación; tal como marcaban los pactos firmados en vida con el Fernando de Portugal (suegro de Juan). Destacaron entre aquellos leales a Castilla después de Aljubarrota; los Fonseca, siempre fieles a los referidos tratados y a Doña Beatriz. Entre los que fue figura principal, el Señor de Braganza; llamado Juan Alonso de Pimentel y Fonseca. Quien mantuvo Braganza para los hispanos, hasta que los lusos les cercaron, obligando a entregarla. Tras años de lucha entre los suyos, pretendiendo ganar adeptos para la corona castellana y para la causa de Doña Beatriz, necesitó regresar a tierras seguras. Llegando finalmente con los suyos, hasta las nuestras, donde ya reinaba Enrique III (hijo de Juan I) que le nombró conde de Benavente. El referido Juan Alonso de Pimentel y Fonseca, era hijo de Lorenzo Fonseca, caballero muy cercano al rey portugués Don Fernando, fallecido en 1383 (tras lo que se sucedió la crisis, que llevó al enfrentamiento hispanoluso, dos años más tarde).

Otro de los que fielmente servían a Don Fernando de Portugal y a su hija Beatriz, se llamaba Pedro de Fonseca; quien tras Aljubarrota, también se mantuvo leal a su Casa Real y a Juan I. De este modo se vieron obligados a exiliarse y vinieron junto a quienes huían de un Portugal que unido a Inglaterra, proclamaba una nueva dinastía y un reino, ajeno a los intereses hispanos. Este que recogemos, es el relato cierto y conocido, del modo en que los Fonseca llegan a Castilla después de 1385. Para establecerse como camareros y asesores de la reina Beatriz; quien al ver el desastre (después de Aljubarrota) decide solo dedicarse a cuidar y a facilitar la vida, de esos asilados portugueses, que vienen junto a ella. Pues tras la derrota de su marido (Juan I) y la proclamación del duro Juan de Avis como soberano luso; no cesaron en venir portugueses a las ciudades donde Beatriz residía, solicitando ayuda (principalmente a Toro). Fue así como aquella fiel y noble señora, ayudó a establecerse en Castilla a muchos de los inmigrados; con el fin de facilitarles medios de subsistencia. Pero también, para que estos asilados no regresasen a Portugal, sirviendo al nuevo soberano; con la intención de crear una oposición a la Casa Avis, en tierras fronterizas.



JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Entrada y claustro del Monasterio de Sancti Spiritus El Real, de Toro -Zamora-; tal como se conserva en nuestros días, después de sufrir destrucción durante “la francesada” y la desamortización. Fundado a comienzos del siglo XIV por Teresa Gil (noble portuguesa afincada en Castilla). Se convirtió en el refugio de la reina Da. Beatriz de Portugal, tras la derrota de Aljubarrota en 1385; donde convivió junto a algunos de los principales exiliados del reino luso, que se mantuvieron fieles a su señora. Destacando entre ellos, los Fonseca; establecidos en Toro por entonces y cuya prole se convirtió en algunas de las principales figuras de Castilla, durante el siglo XV y comienzos del XVI.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más del Monasterio de Sancti Spiritus El Real, de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Al lado, foto de la iglesia tomada desde la zona antigua de clausura, con su reja de separación. Abajo, su refectorio, donde se luce una imponente colección de sargas del sigo XV.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos de la capilla mudéjar, del Monasterio de Sancti Spiritus El Real de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgarlas).










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: De nuevo, el Monasterio de Sancti Spiritus El Real de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Al lado, zonas de paso en el convento. Abajo, sepulcro de Doña Beatriz de Portugal en la iglesia antigua del monasterio.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Mausoleo de Beatriz de Portugal, en Sancti Spiritus El Real, de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Se observa detrás de esta, una segunda tumba, que pertenece a Teresa Gil (una rica dama portuguesa, que fundó el convento) Abajo, detalle del rostro de la que fuera esposa de Juan I de castilla; hija de Fernando de Portugal y heredera al trono luso.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos detalles del sepulcro de Da. Beatriz de Portugal; en el Monasterio de Sancti Spiritus El Real de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Al lado, un león come una cabeza; adorno en la tumba cuyo simbolismo se identifica con el tránsito a la muerte. Considerándose que el fallecimiento significa la fiereza del felino y el ascenso a los cielos, el cuerpo que desaparece cuando ya es ingerido y pasa al interior de la fiera. Abajo, detalle de los coturnos de la reina.



II)- ORIGEN MÍTICO E HISTÓRICO DE LOS FONSECA:

Durante e Renacimiento y la Baja Edad Media, se extendió la “moda” de crear genealogías fabulosas; siendo uno de los más famosos escritores dedicado a este tipo de textos fabulosos, Giovanni Boccaccio. Quien en su “Genealogía de los dioses paganos” relata cómo alguna de las familias nobles italianas, descienden de Marte, del dios Pan o del mismo Zeus. De un modo parecido y a la usanza renacentista, recogió la historia de sus antepasados uno de los más ilustres Foseca; el conocido como Alonso “el viejo” (o el arzobispo Alonso I), precursor de la dinastía en España. Del que nos dice Adelaida Sagarra Gamazo (3) , publicó EL LIBRO DE LOS FONSECA (4) ; donde se afirma que los orígenes más lejanos del apellido vienen de Centro Europa, descendiendo de la Casa Real de Hungría, cuyos miembros en el siglo XI se trasladaron a la Península Ibérica. Posteriormente, Adelaida Sagarra reconsidera esa idea de los ancestros húngaros; citando a los Hermanos Carrafa -especialistas en genealogía- que expresan sobre los Fonseca, que se trata de nobleza portuguesa, tan solo oriunda del país vecino (5) . Por lo que pasa a mencionar como tronco más conocido, a Men Rodríguez de Fonseca; que en 1085 se cree que estuvo en la Reconquista de Toledo (en los años de El Cid), pasando a Portugal con Enrique de Borgoña -uno de los más insignes monarcas lusitanos-.

Tras ello, Adelaida Sagarra, sigue relatando la historia de los diferentes Fonseca que sirvieron a sucesivos soberanos de aquel reino; destacando a Pedro y a Rui Méndez de Fonseca, quienes lucharon junto a Sancho y Alfonso II, de Portugal. La siguiente generación estuvo formada por Rui, Lorenzo y Vasco González de Fonseca; cuyo hijo Men González de Fonseca fundó el convento de San Martín de Mancelos. Monasterio que la autora recoge como Mancellos; que sabemos, se sitúa a unos diez kilómetros de Amarante, recordando la Historia que fue creado por Men Gonçalvez da Fonseca (6) en el 1110 -lo que nos puede hablar del entorno y andanzas de esta familia durante el siglo XII-. Más tarde nacería Pedro Rodríquez de Fonseca, quien combate en 1340, en la famosa batalla del Salado, junto a Alfonso XI de Castilla (padre de Pedro I). Este, a su vez, fue padre de Rui Pérez de Fonseca; por cuyos servicios, dice la crónica que le enriqueció mucho el rey Don Pedro; debiendo entenderse que se trata de Pedro I de Castilla -no de Portugal, que reinaba en mismas fechas que su homónimo lusitano-. Pues menciona entre los dones y tierras concedidos a aquel Rui Pérez de Foseca, numerosos viñedos y pagos de cereal, situados en el término de Castelo Rodrigo. Un lugar hoy casi fronterizo con España (cercano a Almeida); que antaño dependía de la desaparecida Calábriga -por lo tanto, del episcopado castellano de Ciudad Rodrigo-.

La cita anterior nos revela que los hechos narrados son previos a 1369, cuando el monarca castellano (Don Pedro), fue asesinado por su hermanastro Enrique de Trastámara; entronizado el fratricida desde entonces, como Enrique II de Castilla. Confirma el hecho de que Rui Pérez de Fonseca servía al rey hispano, asesinado por los Enriquez; que seguidamente cite a su hijo, nacido de Doña Mayor Pérez; también llamado Rui Pérez de Fonseca. Del que en este caso afirma que fue un hombre enfermo y por ello actuó como contador de los reyes Alfonso y Pedro de Portugal. Más tarde, habla EL LIBRO DE LOS FONSECA, del siguiente en línea (nacido de Rui y Leonor Rodríguez) llamado Pedro Rodríguez de Fonseca, último señor de Quintana de Fonseca (7) . En este momento debemos hacer un alto, pues ya los Fonseca se verían alejados de la Corte castellana, cuando los hermanastros del rey Don Pedro I, ganan la guerra; después lograr dar muerte a ese monarca, apuñalándole en Montiel en 1369. De este modo, entró la Casa Trastámara en Castilla, anulando a la de Borgoña (legítima dinastía, que también gobernaba en Portugal). Estableciendo una nueva familia real, al proclamarse Enrique II, hasta entonces Conde de Trastámara. Subiendo así al trono, aun siendo primogénito de la amante de Alfonso XI (no de mujer legítima). Nacido de los amores furtivos del padre de Don Pedro I; al que el hermanastro mató por su mano (como Caín a Abel). Momento histórico en que se romperían gran parte las relaciones entre Castilla y Portugal.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO:
tres imágenes relacionadas con Castelo Rodrigo y sus territorios, en Portugal. Arriba, un dibujo mío de los vinos Carm, sobre el que vemos Felipe Roboredo Madeira (propietario de este pago y firma); junto a Chiho -mi mujer-. En esta zona del Duero, próxima a Figueira de Castelo Rodrigo, se producen algunos de los mejores vinos de Europa. Es donde se dice que el rey Don Pedro regaló heredades a Rui Pérez de Fonseca. Una parte actualmente de Portugal, pero que antaño pertenecía al episcopado de Ciudad Rodrigo, al encontrarse allí la ciudad perdida de Calábriga (antiguo obispado dependiente del salmantino). Al lado y abajo, viñas de CARM; próximas a la famosa Calábriga.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, arco de entrada a Castelo Rodrigo; al fondo, los campos y viñas del llamado Duero Superior. Abajo, estatua del Rey Don Pedro I, tal como se conserva en el Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestra imagen). Junto a la estatua, Chiho; una admiradora de este monarca, cuya historia y figura es interesantísima.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, escudo de los Fonseca, en una de las lápidas del suelo del Monasterio de Batalla, en Batalha -Portugal- (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestra imagen). Sin duda alguna, se trata de algún miembro de esta importante familia lusa, muerto en Aljubarrota, luchando en contra de Castilla. Abajo, claustro de este imponente monasterio (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestra imagen); levantado para conmemorar la victoria de Juan I de Avis, frente a Juan I de Castilla.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, otra fotografía del claustro de Batalha (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, Chiho junto a la tumba de Enrique El Navegante en el mismo monasterio.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos más de la iglesia de Batalha (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestra imagen). Sus columnas en el templo principal y los techos en la sala de sepulcros.







III)- LOS FONSECA Y LA CRISIS SUCESORIA EN AMBAS NACIONES:

Como hemos dicho, durante una misma época (entre 1350 y 1370) gobernaba Portugal un rey homónimo al de Castilla, también llamado Pedro I; cuya “historia amorosa” tuvo mucho en común con la del progenitor del hispano. Pues fue este Don Pedro luso, padre de Fernando y de dos infantas, habidas con su primera esposa (Constanza de Manuel). Pero se sabe que amaba con locura a una de las damas de compañía de su esposa, de origen gallego y llamada Inés de Castro. Por lo que en 1354, Pedro (ya viudo y todavía príncipe) decide contraer matrimonio morganático y secreto con la bellísima gallega Inés con la ue tuvo cuatro hijos más (dos varones). Estas segundas nupcias y su nueva prole, hizo que los nobles portugueses intrigasen para evitar una reina extranjera o un cambio de dinastía; decidiendo asesinar a Inés. Al parecer, el turbio asunto tuvo el beneplácito del rey luso Alfonso (padre de Pedro) y su motivación se blandía en que Galicia podía intervenir en el orden hereditario del trono; pues Inés descendía del rey Sancho y era hermanastra de Juana de Castro, quien contrajo nupcias con Pedro I de Castilla (el asesinado por los Trastámara). Debido a que el referido matrimonio entre Juana de Castro y el castellano rey Don Pedro, fue nulo y un tortuoso que hecho le llevó a la ruina; ya que el monarca estaba antes casado con Blanca de Borbón, quien reclamaba su posición como soberana y mujer. Motivo este por el cual Francia terminó apoyando a los hermanastros bastardos de Pedro; quienes en el transcurso de esa guerra civil por la corona, le asesinaron y subieron al trono castellano (iniciando la Casa de los Enríquez).

Esta truculenta historia que había llevado a la tumba al monarca hispano, derrocando a la dinastía de Borgoña en tierras hispanas e imponiendo a la de Trastámara. Motivó que el todavía rey de Portugal (Alfonso) tolerase que algunos nobles asesinasen a Inés de Castro -con el fin de evitar los problemas vividos en el país vecino, por problemas sucesorios-. Pero al enviudar, Pedro enloqueció, envuelto en sed de venganza. Además, al verse solo, decidió amancebarse con una plebeya llamada Teresa Gille (al parecer, sirvienta de su segunda esposa); de la que nace un hijo natural, de nombre Juan. Por todo ello dejaría un gran problema de estabilidad social y familiar, que hereda su hijo Fernando. Así pues, cuando en 1367 muere Pedro I y su hijo fue proclamado como Fernando I; subió al trono con enorme preocupación, debido a la cantidad de hermanastros varones de diferentes ramas. No solo porque entre aquellos hubiera tres hombres, bien reconocidos y con posibilidad de hacerle frente; sino principalmente por lo que sucedía durante esos años en Europa (la guerra de los Cien Años) y la repercusión que había tenido en Castilla. Donde se había producido la sublevación de los bastardos Trastámara, que guerreaban contra su hermano, Pedro. Así pues, cuando le llega la noticia de que los sublevados en el país vecino, habían logrado en 1369 matar al rey legítimo; para consolidarse como una nueva dinastía castellana (al mando de Enrique II de Trastámara). Fernando de Portugal encabeza una encarnizada lucha contra aquellos que considera usurpadores de ese trono; organizando las conocidas “tres guerras fernandinas”. Donde los lusos fueron repetidamente vencidos, por las tropas de los afines a los Trastámara.

Finalmente, tras años de lucha y derrotas, el soberano luso se vio forzado a pactar con los hispanos. La belleza y la existencia de su hija Beatriz, fue el bálsamo que usó Fernando para renovar las paces con Enrique II de Castilla; proponiendo casarla con su primogénito. Así es como en 1383, se firma un tratado entre ambas naciones (conocido como el de Salvatierra); fijando el matrimonio y estipulando que si Fernando de Portugal muriese con la descendencia tal como en ese momento se encontraba -sin vástago masculino y siendo su hija mayor, Beatriz-. Ella heredaría la corona lusa y su marido (Juan I de Castilla, hijo de Enrique II) pasaría a reinar conjuntamente en aquel país. Para no interferir demasiado en el gobierno lisboeta, ni dar a entender que dicho tratado era una “rendición”; pretendiendo mostrar que más bien se trataba de un pacto con intento de unificación. Se establece en Salvatierra, que mientras Beatriz y Juan no tuvieran un hijo mayor de catorce años, capaz de ostentar la corona portuguesa; la viuda de Fernando I, sería regente en aquel país (una noble castellana, llamada Leonor Téllez de Meneses). Así se firmó el pacto y tan pronto como entró en vigor (solo unos meses más tarde de morir Fernando) fue rechazado por los nobles portugueses, debido a que Juan I se proclamó directamente rey del país vecino -argumentando que su mujer tenía derechos como primogénita única, de la corona-. Esta actitud del consorte de Beatriz, provocó una rebelión popular, que torpemente el castellano quiso apaciguar con las armas; terminando en una terrible guerra civil. La contienda duró unos dos años y fue encabezada por el hermanastro menor de Fernando I: Juan, maestre de la Orden de Avis; nacido de los furtivos amores del rey Pedro I con la sirvienta de su segunda esposa (la asesinada Inés), llamada Teresa Gillen.

Desde el momento que relatamos, este Juan (maestre de Avis), se sublevó contra el tratado de Salvatierra; iniciando una matanza de ilustres personajes cercanos a la regente (Leonor Téllez de Meneses). Viuda de Fernado I, que aterrorizada ante la escabechina, terminó huyendo de Lisboa. Tras ello, ofrecen a la depuesta regente casarse con Juan de Avis (hermanastro de su marido) y dirigir conjuntamente la nación; pero Leonor lo rechaza. Finalmente, se reconocen derechos sucesorios al primogénito de Inés de Castro (segunda mujer de Pedro de Portugal) y se nombra a Juan de Avis garante de este nuevo orden. Tras ello, Leonor Téllez de Meneses, renuncia definitivamente a la regencia y pide ayuda a su yerno (Juan de Castilla) que entra en guerra plena contra el maestre de Avis y los sublevados. Por su parte, estos que se enfrentaban al rey castellano, argumentan su rechazo ante los poderes de Inglaterra, exponiendo que la dinastía de Trastámara era de origen bastardo. Afirmando que el padre del monarca que pretendía gobernarles (Enrique II); fue solo un usurpador al trono, proclamado tras apuñalar al verdadero soberano (Don Pedro I de Castilla).

Los hechos descritos tenían un argumentario dinástico perfectamente justificado y los ingleses aceptaron como legítima la sublevación de Lisboa; precisamente porque los hijos de Pedro I, se habían establecido en Inglaterra (obligados a huir, tras el asesinato de su padre). De este modo, en 1386, los lusos y los británicos firmarían el Tratado de Windsor; por el cual Inglaterra y Portugal aceptaban que los reyes verdaderos de Castilla eran Juan de Gante y la hija de Pedro I, llamada Constanza. Consecuentemente, años antes se fue sucediendo la ayuda llega desde las islas británicas hasta las costas lusitanas; abasteciendo al ejército de Juan de Avis, logrando que en 1385 derrotase a Castilla en la famosa batalla de Aljubarrota. Siendo así, como aquel hermano bastardo de Fernando I, se proclamó monarca; subiendo al trono como Juan I de Portugal (dando origen a la dinastía Avis, paralela en su semblanza a la de Trastámara). Momento en que algunos de los nobles del país vecino se mantuvieron fieles a la reina Beatriz y a su marido (Juan I de Castilla); viéndose obligados a huir del país de origen. Siendo este el caso de Pedro Rodríguez de Fonseca, que terminó exiliándose en la ciudad zamorana de Toro, donde finalmente residió su señora y soberana, doña Beatriz de Portugal (primogénita de Fernando I de Portugal y monarca legítima de aquel reino que en 1385 la expulsó).






SOBRE JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Tres imágenes del Monasterio de Alcobasa (al que agradecemos nos permita divulgarlas); donde están enterrados Inés de Castro y Pedro I de Portugal.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
 Arriba, Alcobasa, sala capitular. Abajo, sepulcro de Pedro I de Portugal, el Alcobasa. La historia de este monarca, mucho tiene que ver con la de Alfonso XI, de Castilla; pues de sus amoríos y de sus hijos bastardos, nacieron nuevas dinastías que fueron derrocando a los legítimos herederos del trono. En el caso del castellano Alfonso XI (que gobernó desde 1331 a 1350), las relaciones con su amante Leonor de Guzmán, le dió diez bastardos. Quienes, muerto el padre, se sublevarían contra su hermanastro Pedro I; primogénito real y único descendiente fruto de matrimonio. Pero estos diez hijos de Leonor de Guzmán, conocidos como los Enríquez (por ser el mayor así llamado); lograron vencer paulatinamente a la Corona de Castilla, con el apoyo de Francia. Matando y deponiendo a Don Pedro; finalmente derrocado por mano de Enrique, que lo apuñaló en el castillo de Montiel en 1369; proclamándose así rey y dando origen a la dinastía Trastámara (o Enríquez). No hemos de olvidar que los problemas del asesinado Pedro I, se enquistaron al enamorarse de la hermana de Inés de Castro (Juana de Castro) con la que tuvo un hijo y decidió casarse -pese a haber contraído ya nupcias con Isabel de Borbón-. Tras este segundo matrimonio, tan extraño como nulo; Francia pasó a apoyar a los hermanastros de Pedro, que finalmente le cercan en Montiel y le asesinan a traición.

Por su parte y también consecuencia de la Guerra de los Cien Años; la Casa Real de Borgoña igualmente desaparecerá en tierras lusas. Debido a una situación similar; cuando al morir Fernando, que había guerreado contra los Trastámara, sin reconocer su linaje; necesitó llegar a la paz. Para ello decidió finalmente que Beatriz, su hija mayor, heredase el trono portugués -ya que no tenía descendencia masculina-; aunque el problema surgió cuando el marido de la heredera (Juan I de Castilla) deseó intervenir, gobernando a la par ambos reinos. Aquello, que podía traducirse en una unificación entre ambas naciones; fue terriblemente percibido por Inglaterra, pues el padre del rey Castellano (Enrique II de Trastámara) había subido al trono con la ayuda de Francia.

Hemos de añadir, que por entonces, los británicos y los galos llevaban casi cinco decenios luchando (desde 1337) en lo que se llamó La Guerra de los Cien años; un conflicto que se alargó durante más de un siglo y revolucionó “las entrañas” de toda Europa. Así pues, al ver los ingleses que Beatriz podía reinar en Portugal y que Juan II sería monarca consorte de aquel país -del que sería heredero conjunto, un hijo de ambos-. Aprovechando la falta de diplomacia del castellano, que deseó comenzar a influir en tierras de su esposa, al poco de morir su suegro. Los británicos apoyaron la revuelta del hijo bastardo de Pedro I; nacido de Teresa Gille y de origen absolutamente morganático. Aquel vástago que se llamó Juan y era maestre de la Orden de Avis, se sublevó en 1383 contra su señora y sobrina; Beatriz, declarando la guerra a Juan I de Castilla. Tras dos años de crisis y gracias a la ayuda de Inglaterra, los rebelados vencen en 1385 (Aljubarrota). Estableciendo en Portugal una nueva dinastía real, llamada de Avis, tras ser entronizado Juan I de Avis. Un año más tarde (en 1386) los lusos y los británicos firman un acuerdo de paz y colaboración, llamado Tratado de Windsor, que separaría definitivamente a Portugal de la influencia plena hispana; un pacto que permanece en vigor y es el tratado vigente entre dos naciones, más antiguo del Mundo.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos fotos más del Monasterio de Alcobasa (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Al lado, tumbas de las hijas y del rey D. Alfonso de Portugal. Abajo, sepulcro de Inés de Castro, segunda mujer de Pedro I. Sabemos, que las intrigas palaciegas y los nobles desleales portugueses, mataron a esta segunda esposa del rey “romántico” (pese a su carácter puramente feudal). Todavía era príncipe Don Pedro, cuando enviudó de su primer matrimonio y muy pronto se casó en secreto con la gallega Inés de Castro; teniendo cuatro hijos morganáticos. La Corte lusa no admitía a aquella bella castellana, con la que anteriormente había engañado a su difunta esposa el príncipe, por lo que decidieron asesinarla. La leyenda cuenta que, cuando Pedro fue proclamado monarca; tras vengarse de los que apuñalaron a Inés de Castro, la desenterró y la sentó en un trono, en el castillo de Alburquerque (Badajoz, antes de dominio portugués). Allí hizo pasar a su séquito frente a los restos corruptos de su amada asesinada; obligando a besar sus podridas manos, a quienes deseaban pertenecer a su Corte.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos el castillo de Alburquerque, donde narra la leyenda que Pedro I de Portugal sentó en un trono a Inés de Castro, tras desenterrarla; obligando a sus nobles a besar las manos de ese cadáver de su amada, al que algunos cortesanos habían asesinado años antes.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos fotos más del sepulcro de Inés de Castro en el Monasterio de Alcobasa (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Observemos las figuras tan curiosas y delicadas que la adornan. Como hemos narrado, para comprender la figura de Inés de Castro y su asesinato, hay que recordar que era la hermana de Juana de Castro -esposa y amante de Pedro I de Castilla-. Famosas ambas por su enorme belleza, Juana embelesó al rey hispano y su amor le supuso a este monarca la pérdida de la corona. Pues estaba casado con una princesa gala, por lo que tras celebrar segundas esponsales nulas -con Juana de Castro-, Francia comenzó a apoyar a los hermanastros de Pedro. Quienes con la ayuda del ejército francés y de figuras como Bertrand Dugesclin, terminaron venciendo al legítimo rey, matándolo a cuchillo en Montiel. Este fue el motivo por el cual asesinaron a Inés de Castro, pretendiendo que en Portugal no hubiera crisis dinástica debido a diferentes sucesores. Ya que durante la Guerra de los Cien años; los hijos bastardos, morganáticos y todo tipo de candidatos a una corona enemiga, lograban apoyo de Inglaterra o de Francia (dos bandos que se enfrentaron desde comienzos del siglo XIV a mediados del XV).



BAJO ESTAS LINEAS: La saga de los Fonseca, antes de llegar a Toro. Cuadro genealógico realizado por mí, desde el que podemos entender su origen y cómo se extiende la familia por la Castilla del siglo XV. Atención, tiene una errata PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA SIRVE A ALFONSO XI (no a Alfonso I, como vemos en primer cuadro).



IV)- LOS FONSECA EXILIADOS EN TORO:

Continuamos con el análisis de EL LIBRO DE LOS FONSECAS, tal como lo resume Adelaida Segarra -en obra citada (3) -. Donde nos explica que Pedro Rodríguez de Fonseca sirvió a los reyes portugueses don Pedro y don Fenando, que le hizo a la merced de la tenencia del castillo y el señorío de la villa de Olivenza. Se casó con Inés Díaz Botella, pariente de la infanta doña Beatriz. Recibió nuevos juros de heredad, tierras, juzgados de barqueros, cañales de pescado en el Duero, donadíos en la Tierra de Barroso, etc.. Tuvo también «muchas quintanas y eredades e cassas e casares e juros que fueron de sus suegros que son en los montes de Extremadura, y otros entre el Duero y el Miño» (8) . Refiriéndose a que este caballero, fue fiel servidor de Pedro I y de Fernando I de Portugal; además de señor de heredades tan importantes como Olivenza y Tierras de Barroso -junto a Chaves-. Aparece en la genealogía -asimismo-, la mujer de Pedro Rodríguez de Fonseca, llamada Inés Díaz Botello; junto a la que iniciará la famosa dinastía de Los Fonseca castellanos. Quienes primero emigraron a Toro; para luego enriquecer la España del Renacimiento.

Sigue el relato mencionando que Juan de Avis se dirigió directamente al referido caballero Fonseca, intentando que se adhiriera a su causa; al ser conocido en la Corte lusa como un fiel seguidor de Dona Beatriz. Con ese fin, el sublevado envió un documento; misiva que se conserva y que Adelaida Segarra recoge, cuando nos narra como Juan I de Portugal, antes de ser entronizado: “Escribió personalmente a Pedro Rodríguez de Fonseca, invitándole a adscribirse a su causa, en los siguientes términos”. Recogiendo el contenido del mensaje -que podemos ver en cita (9) -; donde quien sería proclamado finalmente rey, exhorta al mencionado noble, para que se sume a los suyos y le apoye. Sigue la autora, con la negativa del principal portugués, que prefirió mannenerse fiel a a legítima heredera; lo que expone con las siguientes palabras:

Fonseca mostró la carta a Juan I, manifestando su lealtad inquebrantable a doña Beatriz. Se quedaría en Castilla sirviéndoles, aun a costa de perder su patrimonio en Portugal. Le fueron arrebatadas las villas de Mora, Coriano, Codacunto, Castel Rodrigo, Tierras de Bayona Barroso, Fuente del Real, Daymera, Olivenza, Sousel... y otras, si bien en su testamento, como hemos visto, figuraban como suyas, para expresar su derecho quebrantado. El Rey castellano pronunció entonces aquellas palabras -incorporadas al escudo y armas de la familia- «ni es, ni fue ni será, hombre como Fonseca», reforzándose así la adscripción absoluta del linaje Fonseca a la Corona de Castilla, su apoyo para cualquiera de los proyectos, objetivos e intereses del monarca en la evolución política bajomedieval. En recompensa recibió además Rodríguez de Fonseca por juro de heredad la merindad del Algarbe (10) .

Continúa la historia de Pedro Rodríguez de Fonseca y de su esposa, Inés Díaz Botello; ya establecidos en la villa de Toro, viviendo junto a la reina Beatriz, quien tras la batalla de Aljubarrota no quiso más que retirarse a esa villa y desde allí ayudar a sus compatriotas exiliados. La mayoría de los principales se asentaron en aquella ciudad toresana; entre los que se encontraban apellidos portugueses tan relevantes como los Acuña, los Portocarrero, los Sosa o el mismo Velasco Alvarez de Pereira. Del que la autora recoge que Juan I le regaló el famoso Palacio de las Leyes, para premiar su fidelidad -citando a Navarro Talegón (11) -. Pasa más tarde Adelaida Sagarra a resumir los privilegios, señoríos y heredades que el rey de Castilla (Juan I) entrega a Pedro Rodríguez de Fonseca, para corresponder a su lealtad; finalizando la narración sobre aquel exiliado en la villa de Toro, con la frase: “Pedro Rodríguez de Fonseca alcanzó, antes de morir (1 de enero de 1419), los días de Enrique III; a quien acompañó a las Cortes que se celebraron en diciembre de 1393; y después los de don Juan II, que le confirmó todas sus mercedes y privilegios” (12a) . Leyendo los señoríos y “tercias” (12b) que le entregaron, comprenderemos que este portugués afincado en la ciudad zamorana, fue uno de los hombres más ricos de su tiempo (todo lo que explica la gran preparación que pudo dar a sus hijos y nietos; además de la influencia social que tuvieron y los importantes matrimonios que sus descendientes hicieron). Sobre el personaje, recomendamos leer el estudio que presenta Luis Vasallo, en el primer capítulo de su libro: Los Fonseca : linaje y patronato artístico (13) .




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO
: Arriba y al lado, dos imágenes de la Colegiata de Santa María en Toro. Abajo, palacio donde nació Juan II de Castilla. El hecho de que en esta villa zamorana viera la luz del Mundo el padre de Enrique IV y de Isabel la Católica; muestra la importancia que tuvo Toro durante el siglo XV. Por su parte, el estado en que se encuentra este palacete, casona situada a pocos metros de la Colegiata; demuestra la falta de cultura e interés por el pasado, en nuestra época. Pues para llegar a esta triste situación de ruina, en la que ha quedado envuelto el inmueble; se han tardado años. Ya que un par de decenios atrás, su estado no era tan lamentable; conservando puertas, paredes y suelos interiores (a más de techos y parte del artesonado). La dejadez y el poco interés suscita la Historia en nuestros días, lo dejó en abandono; hasta que sus suelos fueron levantados y cayeron parte de sus paredes interiores. Parece que se está intentando consolidar; pero cuando se quiera rehabilitar, ya tan solo se conservará la fachada y poco más. Ante esta imagen, desearía comentar que las artes y las épocas caminan a la par; por lo que en estos días, cuando el artista es solo fachada (sin que su obra tenga contenido ni filosofía interior); se deja que los edificios queden como vemos, vacíos y para restaurar solo su exterior. Así, se destruye gran parte de la Historia y el patrimonio queda absolutamente mutilado. Del mismo modo que sucede con la música de hoy; liderada por un puñado de cantantes, que nada transmiten y nada contienen (son solo “fachada”; sin nada dentro). O con los pintores de nuestro tiempo; que tan solo buscan la fama o que sus obras se coticen en el mercado (sin crear objetos bellos ni sublimes).






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos detalles mas del sepulcro de Da. Beatriz de Portugal; en el Monasterio de Sancti Spiritus El Real de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Al lado, un lateral de la tumba, donde de nuevo vemos el rostro esculpido de la reina. Abajo, parte frontal baja, del mausoleo.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes del claustro del Monasterio de Sancti Spiritus El Real de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Al lado, tumba del maestro López Cobos; toresano de nacimiento, que quiso enterrarse en este importante convento de las dominicas, donde disfrutaba de su paz desde niño. Abajo, vista del claustro.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes del Palacio de las leyes; en foto y en un dibujito mío. Dice Navarro Talegón, que tras Aljubarrota, Juan I regaló al portugués Velasco Alvarez de Pereira este famoso palacio, para premiar su fidelidad. Posteriormente fue el palacio de Diego de Ulloa y Sosa (también de origen portugués y uno de los mayores de la familia Ulloa, señores de Mota, Villalbarba, Villalonso etc). En 1505, tras morir Isabel la Católica, se celebraron Cortes en el interior de este edificio y se leyó el testamento de la reina fallecida; donde nombraba a su hija Juana heredera del trono de Castilla. Desde aquí, se ordenó guardar en el castillo de Toro, las pertenencias personales de esta soberana; para ponerlas en almoneda y pagar así los gastos testamentarios (vendiendo obras como el famoso díptico de Juan de Flandes y numerosos cuadros de enorme valor, pertenecientes a la colección de Da. Isabel). Tristemente, en 1923 (cuando iba ser declarado Monumento Nacional); el edificio sufrió un “extraño” incendio y tan solo se salvó la entrada del palacio -tal como vemos en imágenes-. Sobre la puerta de entrada al Palacio de las Leyes una inscripción decía: "Reinando en Castilla y León el rey don Enrique, celebró Cortes en esta ciudad de Toro año de 1371 y su hijo don Juan II celebró Cortes en esta ciudad año 1442. El rey Católico celebró cortes generales en esta ciudad año 1505, a principios y en ellas fue jurada por reina doña Juana su hija. Ordenaron estas Cortes las Leyes llamadas de Toro y esta sala se ha mantenido con el real nombre de Sala de las Leyes; por lo que esta goza de muchas preeminencias".




V)- LO HIJOS DE PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA Y DE INÉS DÍAZ BOTELLO:

Según recoge Adelaida Sagarra, siguiendo EL LIBRO DE LOS FONSECAS; cuatro serán los nacidos de la unión entre la prima de la reina Beatriz (Inés Botelho) y el famoso ricohombre portugués que “emigró” a Castilla (Pedro Fonseca). Imaginamos que alguno vivió su infancia en tierras zamoranas; aunque -de seguro- los mayores tuvieron que sufrir el drama de la guerra, y la incertidumbre del camino hacia el exilio (tras Aljubarrota). Los hijos habidos de este matrimonio fueron: Juan, Pedro, Beatriz, Mencía -junto a una, que premuere a todos, llamada Leonor-. Sobre los dos varones, escribe la autora:Pedro Rodríguez de Fonseca -abad de Valladolid, obispo de Sigüenza, y Cardenal de Santángel- fue elegido por el Papa Martín V para tramitar la unión de las iglesias Griega y Latina, porque el emperador de Constantinopla (Manuel Paleólogo) había solicitado un legado a tal efecto. Sin embargo don Pedro no pudo llegar a cumplir dicha comisión ya que de paso por Roma -donde destacó por sus intervenciones en la Curia- tropezó por una escalera en el Vaticano y se mató. Su hermano Juan fue el segundo señor de las Tercias del obispado de Badajoz, Guarda Mayor de Juan II, alcaide de la fortaleza de Tiedra, y del Consejo Real (14) .

Este Juan R. de Fonseca, heredó las referidas “tercias”, y por sus hechos en Mérida le concedieron el derecho de establecer ese mayorazgo en un palacio levantado dentro de los muros de la Alcazaba; donde se dice que todavía permanece el escudo de los Fonseca. Se casó en Toro, con Da. María (Guillén) de Ulloa; con la que tuvo tres hijos: Pedro, que fue guarda mayor de Enrique IV y perteneció al Consejo Real, vivió hasta su muerte en la villa zamorana. El segundo, Diego; fue obispo de Orense. El tercero, llamado Luis, parece que sería un prelado del que se tiene noticias que dotó alguna capilla en la Colegiata de Toro (15) .

Pasemos ahora a las hijas de Pedro Rodríguez de Fonseca y de Inés Botello; entre las que apenas se sabe algo de Leonor, que muere antes que sus padres y a cuyo viudo -Arias Gómez de Silva- se le entrega una parte de la herencia, al fallecer los progenitores. La menor (llamada Mencía), contrajo nupcias con Manuel de Villena. Mientras la primogénita, Beatriz, será la que funda una “famosa saga” de ilustres prelados y políticos al casarse con uno de los Ulloa (principales de Toro y señores la zona). Añadiremos que la familia Ulloa procedía de Galicia, donde son famosos sus “pazos”; habiéndose trasladado hasta Toro -la frontera del Duero- durante la Reconquista y siendo uno de los troncos fundamentales de la nobleza de Verín (nos referimos a los señores de Monterrey; de los que descienden linajes como el de la Casa de Alba).



SOOBRE ESTAS LÍNEAS: De nuevo, cuadro genealógico de los Fonseca (realizado por mí); pero esta vez, ampliado. Recogemos en este caso, los descendientes de Pedro R. de Fonseca y de Inés Botello, desde los que nacerá la saga en Castilla. Atención, tiene una errata PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA SIRVE A ALFONSO XI (no a Alfonso I, como vemos en primer cuadro).



SOBRE Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos imágenes de la Alcazaba de Mérida; donde Juan R. de Fonseca (hijo de Pedro e Inés Botelho) fue señor de Tercias. Por sus acciones estuvo autorizado a levantar un palacio en el interior de este castillo emeritense.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Encomienda de Santiago, que se conserva en el interior de la alcazaba de Mérida; donde posiblemente Juan R. de Fonseca tuvo su palacio.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de Verín, uno de los lugares de procedencia de la familia Ulloa. Cuyos descendientes más directos fueron a Toro y se convirtieron en señores de Mota, Tiedra, Villalonso, Villalbarba y numerosas poblaciones cercanas a la villa toresana. Otra rama de los Ulloa, a través del marquesado de Monterrey, instituye una parte del linaje de la Casa de Alba. Al lado, vista del castillo de Monterrey. Abajo, el castillo actualmente convertido en Parador Nacional.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías de la torre del homenaje en el castillo de Monterrey, Verín. Al lado un detalle de la torre, con el escudo de los Ulloa; abajo, imagen completa de esta.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, una fotografía mía, tomando imágenes en la iglesia y fortaleza de Monterrey. Abajo, vista desde el castillo de Monterrey; en Verín. Esta población se encuentra en el paso entre Galicia, Castilla y Portugal; siendo un punto inigualable de vigía.







VI) LA SAGA TORESANA DE LOS FONSECA: Hijos, nietos y bisnietos de Beatriz de Fonseca y de Juan A. Ulloa:

Escribe Adelaida Sagarra acerca de los descendientes de esta hija de Beatriz Botelho y Pedro Rodríguez de Fonseca: “Doña Beatriz de Fonseca fue quien inició la línea sucesoria de la casa de Coca y Alaejos, que coincidió en sus orígenes con la de los marqueses de Villanueva de Cañedo. Ella reforzó los vínculos entre los Fonseca y Toro, al casarse con el doctor Juan Alfonso de Ulloa, natural de esa ciudad, hermano del doctor Pedro Yáñez de Ulloa. Fueron ambos hijos de don Juan Pérez de Ulloa, nacido en Santa María de Pujeda, -Tierra de Villamayor de Andrade, en Galicia- y de doña María Yáñez de Andrade, que habían hecho su casa en Toro. Doña Beatriz y don Juan Alfonso tuvieron varios hijos: Pedro de Ulloa y Fonseca; y Alonso, Fernando y Catalina, que adoptaron por primer apellido el Fonseca” (16) . A la última frase de la profesora Sagarra Gamazo, añadiremos que a través de los archivos de genealogía, nos consta que los descendientes de Beatriz R. de Fonseca y de Juan A. de Ulloa, no serían tan solo los enumerados por ella; obteniéndose los siguientes descendientes del referido matrimonio:

BAJO ESTAS LÍNEAS: Árbol genealógico de los Fonseca, descendientes de Beatriz R. de Fonseca (hija de Pedro y Beatriz, que emigraron desde Portugal) y del noble toresano, Juan A. de Ulloa. El cuadro, de gran tamaño, lo he hecho conforme a los datos de genealogía (también siguiendo los aportados por Luis Vasallo y Adelaida Sagarra). Conviene aumentarlo y leer la siguiente información con esta imagen abierta. AL FINAL DEL CAPÍTULO, BAJO LAS CITAS, TENEMOS EL CUADRO AUMENTADO A TAMAÑO ORIGINAL.



NOTA: El orden en que presentamos los descendientes de Beatriz de Fonseca y Juan A. Ulloa no es el de su nacimiento, sino el modo en que suelen recogerse en las fuentes de genealogía. En esta relación destacamos en negro a los hijos de Beatriz Fonseca y Juan de Ulloa; en azul sus cónyuges; en verde los nietos; en morado los bisnietos; y en naranja, a tataranietos y más que choznos. Además, anotaremos en rojo un número para cada hijo y referencias a los protagonistas de la leyenda:


1º hija- Beatriz de Fonseca y Ulloa; nacida hacia 1414 y que usó el apellido materno (al modo portugués). Quien se casó con el nieto del rey Don Pedro I de Castilla; llamado Pedro de Castilla y Salazar. Cuyos sepulcros podemos ver en la maravillosa iglesia románico mudéjar de Toro, dedicada a San Lorenzo. Fue su hijo, Pedro de Castilla y Fonseca, conocido como Pedro de Castilla “el Mozo”.

1-a) Pedro de Castilla y Fonseca (el mozo): Hacia 1469 le fue otorgada la encomienza de cuidar y custodiar a la reina Juana de Avis, esposa de Enrique IV; mientras este se encontraba en guerra y asediado por enemigos. Debido a ello, pidió ayuda al arzobispo Alonso I (el viejo) y la mandó el soberano a la fortaleza de Alaejos, donde vivían y eran señores los Castilla y Fonseca. Allí, actuando como Maestersala Pedro de Castilla y Fonseca (cuidador de la reina) la dejó embarazada de dos gemelos; por lo que la soberana tuvo que huir a escondidas -a los seis meses de quedar preñada y cuando ya no podía ocultar su estado-. Así llegó a Cuéllar; bajo el cuidado de Beltrán de a Cueva (otro amante de esta reina Juana); finalmente pudo parir en Medina del Campo a los mellizos; que se llamaron: Pedro de Castilla y Pedro Apóstol de Castilla -nacidos en enero de 1469 (fecha dudosa, antes de 1471 seguro)-.

Cuando hablemos de Alonso I, arzobispo Fonseca; diremos que tras la reconciliación de esta familia y el rey Enrique IV, hacia 1468 y en una reunión celebrada en La Mejorada de Olmedo; el obispo Fonseca el Viejo (una vez restablecido en su cargo y devueltas sus posesiones) ofrece al monarca protección para su mujer. Proponiendo que llevasen a la reina Juana de Avis al castillo de Alaejos. Allí llegaría en 1468-69 la soberana; que en 1462 ya había parido a su hija Juana, supuesta hija Beltrán de la Cueva y no del monarca. Por lo que no es raro que un año después de estar en Alaejos, la reina estuviera embarazada de seis meses, gracias al “cuidado” de su mayordomo: El primogénito de los Castilla y Fonseca (Pedro el Mozo), quien fue padre de dos gemelos nacidos en enero de 1470 (fecha dudosa, quizá en 1469). Sin lugar a dudas, este embarazo no solo se debió a los amores entre la “alegre” Juana de Avis y Pedro, el Mozo; sino, quizás, a un intento por legitimar su soberanía, la de su marido Enrique IV y a la dinastía Trastámara. Ya que aquellos dos bastardos eran tataranietos directos de Pedro I de Castilla. El rey asesinado por el tatarabuelo de Enrique IV (Enrique II); motivo por el que no reconocían los portugueses a la “Casa de los Enríquez”.


2º hijo- Pedro Ruiz de Ulloa y R. de Fonseca -Pedro de Ulloa y Fonseca-, con nombre a la castellana (tomando el paterno primero), fue: Señor de Villal-Barba y Señor de Villanueva de Cañedo. Casado con Isabel de Quijada, descendiente de los Quiñones; hija del Señor de Villagarcía de Campos (Juan de Quijada). Ambos fueron padres de:

2-a) Beatriz de Ulloa y Fonseca Quijada, que se casó con Juan de Avendaño y Mendoza; señor de Urquizupues.

2-b) Blanca de Fonseca, casada con Pedro de Solís, III señor de Solís.

2-c) Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada; obispo de Ávila, Cuenca y Osma; señor de Villanueva de Cañedo. Fue uno de los más fervientes defensores de la reina Isabel, como pretendiente a la corona (en las luchas contra Juana la Beltraneja). Siendo su labor importantísima en la Batalla de Toro, donde guió a las tropas de Fernando e Isabel, para tomar la ciudad. Como dato curioso diremos que fue el restaurador del Castillo de Villanueva de Cañedo, (en Topas, a pocos kilómetros de Salamanca); donde creó un maravilloso palacio para que allí viviera su amante: Teresa de las Cuevas. Con ella tuvo cuatro hijos: Gutierre (legitimado como vástago) y heredero del mayorazgo; Fernando, Ana e Isabel.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO:
Tres imágenes de la iglesia románica-mudéjar de San Lorenzo, en Toro; donde se conservan los sepulcros de Beatriz de Fonseca (hija de Pedro Fonseca e Inés Botelho) y de Pedro de Castilla y Salazar, nieto de Pedro I de Castilla. Recordemos que ambos fueron padres de Pedro de Castilla y Fonseca (conocido como El Mozo), que dejó embarazada a la esposa de Enrique IV, mientras actuaba de mayordomo, cuidando de la reina en la fortaleza de los Fonseca, de Alaejos. De aquellos amores furtivos nacieron dos gemelos, hermanastros de Juana la Beltraneja. En imágenes: Arriba, ábside y altar mayor de la referida iglesia de San Lorenzo en Toro (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos). Al lado, exterior del precioso edificio. Abajo, sepulcro de Beatriz de Fonseca y de Pedro de Castilla, abuelos de dos hermanastros de Juana la Beltraneja.



JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos imágenes de Alaejos. Al lado, restos del castillo de los Fonseca, que fue destruido por los Comuneros en 1521; como venganza de la revuelta, tras haber incendiado Antonio de Fonseca la villa de Medina del Campo. La fortaleza fue comprada antes de 1460 por el obispo Alonso de Fonseca I (el viejo); quien se convirtió en señor de Alaejos, reconstruyendo el castillo, conviertiéndolo en palacio. Más tarde, dejó la propiedad a su hermana Beatriz y su esposo Pedro de Castilla, que moraron en Alaejos; porque él debía vivir en Sevilla y en Santiago, ocupado de sus sedes episcopales. Allí mandó el arzobispo a la esposa del rey Enrique IV; cuando se vio asediada en Segovia (simulando su detención, aunque fue para protegerla). La referida soberana salió de Alaejos embarazada de dos gemelos, cuyo padre era el hijo de Beatriz y de Pedro; llamada Pedro de Castilla y Fonseca. Abajo; iglesia de san Pedro en Alaejos, construida por mano de los habitantes y bajo la dirección de los Fonseca.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de la catedral de El Burgo de Osma; donde fue obispo Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más de la catedral de El Burgo de Osma; donde fue obispo Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada -no confundir con su tío Alonso I (el viejo), ni con sus primo o con su sobrino, Alonso II y Alonso III-. Al lado, chapiteles de la catedral, con el escudo de Alonso de Ulloa y Fonseca. Abajo, imagen del precioso templo.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más de la catedral de El Burgo de Osma; donde fue obispo Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada. Al lado y Abajo, escudo de los Fonseca, en las rejerías de las capillas interiores.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes del castillo de Villanueva de Cañedo, que fue comprado por el obispo Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada, para su amante Teresa de las Cuevas; con la que tuvo cuatro hijos. La fortaleza, reconstruida durante el siglo XV, se entrega a los Reyes Católicos. Años después lo adquiere el obispo Alonso de Ulloa y Fonseca, quien lo remodela, convirtiéndolo en un bello palacio del Renacimiento. Desde entonces se denominó Castillo del Buen amor, debido a que fue decorado y remodelado por el prelado, con un enorme cariño, para mantener allí a su amada y a los hijos que tuvo con ella (Gutierre, Fernando, Ana e Isabel de Ulloa Fonseca y de las Cuevas).





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más del castillo del Buen Amor, que fue comprado por el obispo Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada, para su amante, Teresa de las Cuevas. Tras la muerte de los descendientes del obispo Ulloa y Fonseca, tuvo varios propietarios, entre los que se destacó el duque de Sexto y el famoso marqués de Ivanrey. Finalmente, hace medio siglo, lo adquiere una meritoria familia de Salamaca; cuyo hijo fue un famoso Abogado del Estado y alcalde de la ciudad (Fernando Fernández-Troconiz). Tras mantenerlo como finca de recreo durante decenios, decidieron restaurarlo y convertirlo en un hotel de lujo (respetando su estructura y arquitectura). Gracias a la familia Fernández-Troconiz, no solo se ha conservado perfectamente el edificio; además, se ha logrado que muy cerca de Salamanca haya un hotel-castillo, de alto lujo y privado (del tipo que tan solo podemos ver en Francia o en Reino Unido). En imagen: Al lado, el patio del castillo. Abajo, lado sur de la fortaleza.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más del castillo del Buen Amor, en Villanueva de Cañedo (Topas), Salamanca. 
Al lado, escudo de los Fonseca en una de sus paredes. Abajo, entrada principal y escudo de Fonseca sobre este paso.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: El castillo del Buen Amor, en Villanueva de Cañedo (Topas), Salamanca. Fotos de su interior y del exterior.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más del castillo del Buen Amor, en Topas, Salamanca. A lado, salón con una maravillosa chimenea renacentista. Abajo, patio interior.







3º hijo- Hernando -ó Fernando- de Fonseca Ulloa: famoso guerrero, asesor militar y embajador de los Reyes Católicos que hereda el señorío de Coca y Alaejos desde su hermano menor (Alonso de Fonseca I, “el viejo”, arzobispo de Sevilla). Era el brazo armado de su hermano, el famoso Alonso I (el viejo), obispo que ocupó sedes episcopales de la importancia de Santiago, Ávila o Sevilla. Al que ayudó y apoyó en todo; habida cuenta que ese arzobispo Fonseca participó activamente en la política y hasta en las peores intrigas. Intervino Fernando Fonseca en el mundo de la nobleza, durante las guerras civiles entre Enrique IV y sus hermanastros. Siguiendo primero la causa de unos y luego de otros, pero debiendo aceptar finalmente la candidatura de Alfonsito, el hermano hermano de Isabel la Católica (muerto en 1468, un año después que él). A este Hernando o Fernando, su hermano Alonso I de Fonseca (el viejo), lega su herencia; testando en 1460 en favor de él, dejando los señoríos y mayorazgos que el obispo había establecido en Alaejos y en Coca. Siendo Fernando el segundo en ocupar este rango; que no llega a recibir del todo, pues premuere a su legador; luchando en favor de Alfonsito en 1467. De este modo, el arzobispo Alonso Fonseca I, le deja a Fernando el mayorazgo sobre Coca y Alaejos, debido a que necesitaba ausentarse de común y no podía atender estos castillos. Por su parte, ambos hermanos se ven obligados a participar en la guerra, apoyando al bando de Alfonso el infante (tras haberse manifestado fieles a los sublevados); debiendo presentarse Fernando en Batalla de Olmedo en 1467, junto a ciento cincuenta soldados -que él pagaba, para defender las referidas filas del hermano de Isabel la posterior reina Católica-. Allí encontrará la muerte Hernando, tras recibir un lanzazo del mismo Beltrán de la Cueva; favorito real, que iracundo buscó al Fonseca, para “darle su merecido”. Ya que los Fonseca, antes fueron partidarios del rey Enrique. Esta amistad entre ambos, hizo que previamente a alcanzar Olmedo, los partidarios de Enrique IV pararon en Coca, donde el arzobispo Alonso intentó que desistieran ir a batalla; sin lograr el prelado persuadir al rey para que no se enfrentase contra los que apoyaban a su hermanastro. Recodemos que a Betrán de a Cueva se atribuía la hija primera de Enrique IV (Juana la Beltraneja) y fue el que finalmente mata a este Fernando de Fonseca en Olmedo, por seguir la causa de Aldonso. Ya que tras el nacimiento de Juana y los escarceos de su madre (esposa del rey) con Beltrán de la Cueva y otros; decide Alfonsito sublevarse contra su hermanastro, proclamándose rey en 1465 (con apenas doce años). Más tarde y tras fallecer Alfonso en extrañas circunstancias, se celebraron esponsales entre Juana la Beltraneja y el duque de Guyena (teniendo la niña apenas ocho años). Todo lo que hizo penar que -posiblemente- el rey había ordenado envenenar a su hermano Alfonsito, muerto en 1568.

Tuvo dos mujeres que dejaron descendencia (y otra que le sobrevivió, sin hijos):

I - María de Avellaneda y Fajardo, Degadillo y Quesada (Nieta de Alonso Yáñez Fajardo, II señor de Alhama, de Molina, de Mula y de Lebrilla). Madre junto a Hernando Fonseca de: Alonso Fonseca y Avellaneda, III Señor de Coca y Alaejos. Título heredado desde su tío, el arzobispo Alonso Fonseca “el Viejo”; que lo lega al que su hermano, Fernando (padre de este Alonso) y que murió en la batalla de Olmedo en 1467. Por lo que al fallecer el arzobispo, pasa definitivamente el título al sobrino. Del que sabemos tuvo dos hijas:

I-3a) Alonso de Fonseca Avellaneda III: Casado con María de Toledo, hija de Fernando Álvarez de Toledo I conde de Oropesa (rama principal de los actuales duque de Alba) y de Mencía Carrillo.

Alonso de Fonseca y María de Toledo fueron padres de:

I-3a.a) MARIA DE FONSECA Y TOLEDO: Casada con Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, conde de Cenete y del Cid. Padres ambos de: Mencía, Beatriz y María de Mendoza (ver historia en la leyenda)

I-3a.b) Mayor de Fonseca: Casada con Rodrigo Messía y Carrillo (Mexía en otras versiones) VIII Señor de Santa Eufemia. Fueron padres de Gonzalo Messia, marqués de La Guardia; y de Juana Carrillo y Messía, casada con el IV conde de Siruela (Juan Velasco y de la Cueva)


II – Teresa de Ayala y Cervantes. Tuvo con Fernando de Fonseca y Ulloa los siguientes hijos:

II-3a) Juan Rodríguez de Fonseca: Famoso prelado, cardenal de gran prestigio, nacido en Toro en 1451. Estudió en Salamanca, donde fue amigo de Elio Antonio de Lebrija (Nebrija); asimismo fue partidario de la reina Isabel La Católica; convirtiéndose en uno de los hombres más influyentes del su tiempo. Como arzobispo de Palencia construyó el famoso trascoro, y en su sede de Burgos, la portada de La pellejería y La Escalera Dorada. Desde 1493 se dedicó a organizar a evangelización de Las Indias y entró en pugna con Colón al considerar que estaba realizando una labor depredadora en las tierras recién descubiertas.

II-3b) Beatriz de Fonseca y Ayala.

II-3c) Antonio de Fonseca y Ayala: Sobre el que extensamente trataremos en este estudio; pues pugnó por ser el IV Señor de Coca y Alaejos (títulos que ostentaba aunque en verdad el mayorazgo lo tenían sus hermanastras, hijas de la primera mujer de Fernando de Fonseca). Fue asimismo señor de Castrejón y Valdefuentes. En un breve bosquejo de su persona añadiremos que era un famoso guerrero y consejero militar de los Reyes Católicos. Siempre se mantuvo fiel a Isabel y Fernando, con los que guerreó en Andalucía hasta lograr la toma de Granada. Depues sería nombrado embajador de los soberanos, en múltiples ocasiones. Destacó por su enorme valor y su carácter fuerte; siendo el que instigó para que su hijo Juan, se casase con María de Fonseca y Toledo (hermanastra de Antonio). Con ello quería unificar las dos ramas y resolver el problema del mayorazgo de Coca y Alaejos.

Tuvo dos mujeres y tres hijos:

II.3c1ª - Francisca de Alarcón y Quesada (hija del Señor de Valverde del Júcar, Veguillas, Hontecillas y Talayuelas); madre de Pedro Ruiz de Alarcón y Fonseca, al que en 1504 quisieron casar con su tiastra María de Fonseca (fallece en 1507)

II.3c2ª - Mencía de Ayala y Sarmiento; madre de Hernando de Fonseca Ayala, y de Juan de Fonseca y Ayala.


III – Inés de Ribera, tercera esposa de Fernando de Fonseca. Con la que no tuvo descendencia; le sobrevive en 1467 y sus hijos hubieron de pleitear con ella por a herencia.



SOBRE ESTE PÁRRAFO: Cuadro realizado por mí, donde podemos comprender la saga de señores de Coca y Alaejos. Señorío fundado por el arzobispo Alonso I de Fonseca (el viejo); legado por él, en 1460, a su hermano Fernando, aunque le premuere en 1467. De tal modo, tras el fallecimiento de Fernando, sigue siendo señor de Coca y Alaejos Alonso I (el viejo), hasta que muere; momento en que es heredado por el hijo mayor de Fernando, llamado Alonso (como su tío el obispo). Quien será III señor de Coca y Alaejos desde 1474 hasta su deceso, acontecido en 1505. Tras él, la heredad no pasa a sus hijas (María o Mayor, nacidas de María de Toledo); sino a su hermanastro, llamado Antonio de Fonseca y Ayala. Pero el mayorazgo será reclamado por la primogénita de la familia (María de Fonseca y Toledo). Todo ello lleva al enfrentamiento familiar y a la situación que relatamos en esta leyenda; pues el “arreglo” que propone Antonio Fonseca, era casar a esta María con su primer hijo, con el fin de que aquel mayorazgo siguiera en ambas lineas (la suya y las hijas de su hermanastro).



SOBRE Y BAJO ESTE PÁRRAFO: imágenes de Salamanca, donde hay por doquier fundaciones y palacios de los Fonseca. Arriba, las calles de la ciudad. Abajo, el famoso Palacio de la Salina, levantado por Mayor de Fonseca nieta de Fernando Fonseca, hija de Alonso Fonseca y Avellaneda, casada con Rodrigo Messía y Carrillo (Mexía en otras versiones) VIII Señor de Santa Eufemia. Fueron padres de Gonzalo Messia, marqués de La Guardia; y de Juana Carrillo y Messía, casada con el IV conde de Siruela (Juan Velasco y de la Cueva).

Este enorme edificio, que se destinó a la venta y almacén de sal (concesión que tuvo la familia Messia y Fonseca); se atribuye también a de Juan de Álava; aunque es mucho más tardío que la casa de Diego Maldonado (en imagen, abajo) o el edificio de la Calle Bordadores, que lleva el nombre del arquitecto. Además, se trata de una obra construida colaborando con los Hontañón; concretamente con los hijos de Juan Gil de Hontañón (colaborador de Juan de Álava que fallece en 1526; posiblemente, mientras se comenzaba este palacio de La Salina). Finalizado en 1538, año en que murió Juan de Álava, sería una de las últimas obras de este arquitecto (que tanto trabajó para los Fonseca). Su estilo, plenamente renacentista y muy distinto a la Casa de las Muertes o a la de Diego Maldonado, da un sentido histórico “italianizante” a los medallones de su fachada (no como sucede en el Palacio Juan de Álava, donde vemos claramente retratos en los bajorrelieves de exterior).







JUNTO Y SOBRE ESTE PÁRRAFO:
 Dos dibujos míos, de la ciudad de Salamanca; la antigua ciudad ibérica de los "magos" (Helmántica).





JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO:
Casa de Diego Maldonado (camarero mayor de Alonso Fonseca II) en Salamanca. Levantada por Juan de Álava, el famoso arquitecto de los Fonseca; el edificio, nos parece coetáneo a La Casa de las Muertes, de una “primera época” en la obra de Juan de Álava. Creemos podemos fecharlo entre 1505 y 1520 y por lo tanto, estaría construido en vida de Alonso Fonseca II, aunque en transición con su el mandato de su hijo, Alonso III. En la fachada vemos el escudo de Los Maldonado, que también luce la Casa de las Conchas; aunque en su alero superior lleva de los Fonseca, en “formato” eclesiástico (como blasón italiano o recordado). A lado, fotografía del palacete de hace treinta y cinco años; abajo, imagen actual.






SOBRE JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO:
Tres imágenes del castillo de Coca, en Segovia. El señorío de Coca fue fundado por el arzobispo Alonso I de Fonseca, y tuvo la concesión real de Enrique IV para que se construyese allí un gran castillo. Levantando el obispo Alonso una primera fortaleza; luego fue transformada por su sobrino Alonso Fonseca y Avellaneda (desde 1474 a 1495), que encarga la construcción a dos grandes arquitectos mudéjares. Finalmente, al heredar el edificio y el señorío su hermanastro Antonio; lo decoró al modo andalusí, convirtiendo Coca en uno de los mas bellos palacios de Castilla.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de Alaejos, localidad del señorío Fonseca. Al lado y junto estas lineas, plaza y ayuntamiento de Alaejos. Al lado antigua casa, donde se hallaba un palacio de los Castilla y Fonseca (actualmente del ayuntamiento). En sus paredes vemos los escudos de Fonseca y Castilla (el castillo y las cinco estrellas). Era este el emblema de los padres de Pedro de Castilla “el Mozo”, quien enamoró a la mujer de Enrique IV y con la que tuvo dos gemelos (hacia 1469).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de la Escalera Dorada de la catedral de Burgos, a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen. Fue encargada por Juan Rodríguez de Fonseca (hijo de Fernando Fonseca) a Diego de Siloé; mientras era obispo de esta diócesis (siendo terminada en 1523).








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Trascoro de la catedral de Palencia, también encargado y pagado por Juan Rodríguez de Fonseca (hijo de Fernando Fonseca); mientras fue obispo de esta diócesis. Al lado, escudo del prelado. Abajo, maravilloso retablo flamenco donado por el obispo Rodríguez de Fonseca (agradecemos a la catedral palentina, nos permita divulgar nuestras fotos).










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Trascoro de la catedral de Palencia, encargado por Juan Rodríguez de Fonseca; mientras era obispo de esta diócesis (agradecemos a la catedral palentina, nos permita divulgar nuestras fotos).







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
De nuevo, dos fotos del trascoro, en la catedral de Palencia (a la que agradecemos nos permita divulgarlas) encargado por Juan Rodríguez de Fonseca. Al lado, vista general del conjunto, con el escudo de Fonseca en el centro. Abajo, curiosa escultura de las paredes del transcoro, que representa a Daniel en el patio de los leones (o bien a un mártir cristiano de Roma, entregado a las fieras). Aunque la víctima inmolada es un prelado, perfectamente vestido (con su mitra y manto). Debido a ello, creo que este bajorrelieve sería un retrato de Juan Rodríguez de Fonseca -donante y mecenas de esta parte de la catedral-; cuyo simbolismo enlaza con algo que ya hemos expuesto al hablar de la tumba de Beatriz de Portugal. Donde aparecen leones devorando humanos; una figuración cuyo significado es el tránsito de la vida a la muerte.



4º hija- Catalina de Fonseca y Ulloa: se casó con Diego González de Acevedo, contador del Reino de Castilla; asesor militar de Juan II, con el que guerreó en Andalucía contra los reinos taifas. Su padre (Juan González de Acevedo ) fue uno de los grandes maestros de la Universidad de Salamanca.

Catalina Fonseca y Diego Acevedo tuvieron cinco hijos:

4-a) Alonso Fonseca Acevedo, conocido como el obispo Alonso II de Fonseca: Nacido en Salamanca en 1440, estudió en Salamanca y gracias a las presiones de su tío Alonso Fonseca I (Alonso “el viejo” arzobispo de Sevilla -hermano de su madre-), fue nombrado obispo de Santiago. Al llegar a ese destino, intervino en las pugnas entre nobles gallegos, optando por una de las facciones perdedoras; lo que le acarreó una condena. Pronto, su tío Alonso I, propuso sacarle de la cárcel ofreciendo dinero; un hecho que se convirtió en un escándalo. Finalmente todo llegó a mayores y se propuso desterrar a ambos prelados (al tío, Alonso Fonseca I y a este sobrino suyo, que fue conocido como Alonso II). Para no manchar más la imagen de la Iglesia y de las familias enfrentadas, se llega a la solución de intercambiar las diócesis; proponiendo el de Sevilla trasladarse durante diez años a Santiago y allí usar sus artes para arreglar los problemas entre los nobles. Así se hizo, marchó el viejo a Galicia, mientras iba este Alonso II a la capital andaluza. Pero el trabajo del arzobispo mayor por apaciguar Compostela fue muy efectivo; por lo que en 1464 -cinco años después- ya había logrado acuerdos entre los nobles, pidiendo ser devuelto a su verdadero episcopado -junto al Guadalquivir-.

Fue entonces cuando, asombrado, vio que su sobrino Alonso II, decidía no intercambiar sedes, por estar enamorado de la ciudad andaluza; afirmando que en ella le necesitaban más que a su tío. Comunicando que no iba a intercambiar el obispado de Santiago; contando la leyenda que pronunció el famoso dicho -“quien se fue de Sevilla, perdió su silla”- (no como se conoce esa frase). Finalmente, el rey Enrique IV y su valido Beltrán de la Cueva, junto a otros poderosos -como el duque de Medina Sidonia-; tuvieron que enviar barcos al Guadalquivir para sacar a este Alonso II de su “silla” sevillana y llevarle de nuevo por mar hasta Santiago; reponiendo así a Alonso I en el obispado hispalense en el 1464.

Pese a ello, estas y otras circunstancias, habían granjeado al arzobispo “viejo” varios enemigos, entre los que se encontraban sus antiguos aliados, los hermanos Pedro Girón, y Pacheco el marqués de Villena. Quienes comienzan una revuelta contra el rey, apoyados por el arzobispo de Toledo (el famoso Pedro González de Mendoza). Así dieron órdenes para que Alonso “el viejo” fuera hecho preso en Sevilla y se expropiasen todas sus posesiones en Alaejos y Coca; aunque antes de prenderle alguien le avisó y pudo huir de Andalucía, para llegar a Castilla, donde se refugió. Más tarde se supo que quien le advirtió de que le iban a apresar, fue el mismo que pidió al rey el encarcelamiento: Villena. Quien deseaba, que el arzobispo y los Fonseca se hicieran partidarios del infante Alfonsito (hermanastro del soberano), un adolescente que muy pronto se sublevaría, proclamando ser monarca de Castilla -rechazando a Enrique IV; con la ayuda de Villena, entre otros-. De este modo, el obispo Alonso I y su sobrino Alonso II; se declararon a favor de los rebeldes y firmaron en 1464 el Manifiesto de Burgos, por el cual se reconocían los derechos dinásticos de Alfonsito. Pero muy pronto el rey Enrique devolvió todo lo requisado en Alaejos y en Coca, con el fin de que los Fonseca no se adscribieran a la causa ajena. Pidiendo entrevistarse con el jefe de la saga Fonseca; celebrando una reunión en el monasterio de La Mejorada, de Olmedo.

Debido a esta ayuda y a la reconciliación en Olmedo -en mi opinión- el obispo Fonseca el Viejo; ofrece a Enrique IV protección para su mujer. Propone así que lleven a la reina Juana de Avis al castillo de Alaejos, localidad que se halla entre Zamora, Salamanca y Valladolid; señorío suyo y donde por entonces vivían los Fonseca Castilla (Beatriz, su hermana mayor, casada con Pedro de Castilla, nieto de Pedro I rey). Allí llegaría en 1468-69 la soberana y mujer de Juan II; pero un año más tarde, Juana estaba embarazada de seis meses por “gracia y favor” del hijo de los Castilla Fonseca (Pedro el Mozo), quien fue padre de esos dos gemelos que tuvo la reina en enero de 1470 (fecha dudosa).

Volviendo a Alonso Fonseca II, el hijo de Catalina y sobrino de Fonseca “el viejo”; diremos que fueron famosas sus mecenazgos en Santiago, Pontevedra y Salamanca; donde está enterrado en Las Úrsulas. Es de destacar que tuvo prole; con su amante y prima: María de Ulloa, señora de Cambados. Hija de Lope Sánchez de Ulloa, señor de Ulloa, de Jubencos, Monterroso y Repostería. Rama directa y mayor, de los Ulloa establecidos en Toro, cuyo hijo Juan Alonso, se casó con Beatriz de Fonseca, abuela de este Alonso II de Fonseca.

Tuvo dos hijos el obispo Alonso Fonseca Acevedo con su amante María de Ulloa :

A - Diego de Acevedo Fonseca y Ulloa, señor de Babilafuente. Que se casó con su prima Francisca de Zúñiga y Ulloa, II condesa de Monterrey.

B - Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa (obispo conocido como Alonso III de Fonseca): Se cree nacido en Salamanca en 1476; su padre fue el famoso obispo de Compostela, trasladado a Sevilla y devuelto a Galicia (Alonso II de Fonseca). Muy de joven y cuando estudiaba en Salamanca, tuvo un hijo con Juana de Pimentel. Este se llamó Diego de Acevedo y Fonseca y fue el padre de Juana de Acevedo Fonseca, I condesa de Fuentes de Valdepero y señora de Cambados.

Alonso III sucedió a su propio padre en el obispado de Santiago; donde asumió las reivindicaciones de los nobles gallegos. Quienes, en su mayoría habían sido “sometidos duramente” por Isabel y Fernando, debido a que apoyaban casi todos a Juana la Beltraneja. Ello llevó a que Galicia no estuviera representada en Las Cortes Reales, por lo que este Alonso II de Fonseca, intercedió ante Carlos I, para que aceptase ciertas peticiones de sus aristócratas. Así logró mantener lejos de las revueltas comuneras a Galicia, por lo que pronto este antiguo reino recobró sus derechos y muchas prerrogativas de comercio. Por ello, fue asimismo el mediador cuando se subleva también Valencia (entre 1519 y 1523) ; momento en que envían a Rodrigo -Díaz de Vivar- Mendoza a luchar contra esas “Germanias”, mientras parlamentaba con ellos, este sobrino de su mujer (Maria de Fonseca -ya fallecida-). En Santiago, creó el famoso Colegio Fonseca, que fue el origen de la posterior Universidad compostelana. Filosóficamente fue muy cercano Erasmo, habiendo llegado a compartir correspondencia con el de Roterdam; llegando a intentar que sus ideas se expandieran por nuestras tierras (todo lo que sucede con la llegada de Carlos V; cuando muchos pensaron que España aceptaría el erasmismo).

Otros vástagos de Catalina Fonseca y Diego Acevedo fueron:

4-b) Luis de Acevedo y Fonseca, hijo de Catalina Fonseca: casado con Teresa Dasmariñas de Haro

4-c) Aldonza de Acevedo y Fonseca, hija de Catalina: Casada con su primo Lope Sánchez de Ulloa y Moscoso, I conde de Altamira.

4-d) Juana de Acevedo y Fonseca, hija de Catalina: casada con Rodrigo de Mendoza y Córdoba, señor de Santa Cecilia y de la Casa de Almaza.

4-e) María de Acevedo y Fonseca, hija de Catalina: casada con Pedro de Vega




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes relacionadas con el obispo Alonso II de Fonseca (Alonso de Fonseca y Acevedo): Arriba, torre del convento de Las Úrsulas -en Salamanca-, fundación que amplió y mejoró este prelado, cuyo sepulcro se encuentra en su interior. Al lado y abajo, Casa de las Muertes, también llamada Palacio de Juan de Álava. Se trata de un edificio diseñado por este arquitecto de los Fonseca y que fechamos entre 1505 y 1520. Al tener inicialmente unos cráneos humanos labrados en su fachada, tomó el nombre de “Casa de las Muertes”. En el siglo XVIII, su propietario decidió borrar el rastro de aquellas calaveras y las convirtió en dos “bolas”; destrozando las magníficas esculturas platerescas. A mediados del siglo XX, al adquirir el inmueble Matías Blanco-Cobaleda; no solo la restauró perfectamente, sino que devolvió aquellos dos cráneos a su fachada (logrando que un escultor hiciera una réplica exacta de sus originales, obtenidos desde un grabado antiguo). Como podemos ver en la foto bajo estas lineas, en el centro y sobre la terraza hay un bajorrelieve que guarda un retrato de Alonso de Fonseca. Considerándose generalmente que se tarta de Alonso II; por la fecha en que este palacio se edificó.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más del Palacio de Juan de Álava, en Salamanca. Se trata de dos fotos tomadas en Semana Santa de 1980, cuando todavía era consulado de Suecia, al ser su propietario cónsul honorario de este país (D. Matías Blanco y Ródriguez-Vega Cobaleda; padre de la actual familia Blanco-Cobaleda). Al lado, aparezco asomado a la terraza (con unos veinte años de edad). Abajo, en el mismo lugar e igual fecha, mi hermana Ma. José junto a Julio Pérez-Tabernero.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
tres imágenes de la concatedral de Pontevedra (basílica de Santa Ma. La Mayor). Este edificio fue mandado construir por los obispos Alonso II y Alonso III de Fonseca (padre e hijo) quienes ocuparon el episcopado de Santiago. Ambos, al ver que en Pontevedra no existía catedral y que su diócesis dependía directamente de la compostelana, deciden crear el magnífico templo, que fueron patrocinando. Bajo el mecenazgo de ambos y las aportaciones de fieles, se logra terminar hacia 1540, cuando ya habían fallecido los dos Fonseca (Alonso II y Alonso III; padre e hijo). En su cúspide tiene las esculturas de Hernán Cortés y de Cristóbal Colón, héroes de su tiempo. Debido a cuanto he anotado, creo que no sería extraño pensar que los dos prelados tallados a los lados de su puerta principal, puedan ser los retratos de Alonso II y Alonso III de Fonseca. Uno vestido como el sabio San Jerónimo y luciendo lentes (objeto que quizá usaba Alonso III) y el otro en el lado opuesto, figurado como un papa. En imágenes: Al lado, los escudos de la familia Fonseca en esta basílica de Pontevedra. Abajo, fachada principal de esta concatedral




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos detalles de la anterior fachada. Al lado, la escultura de San Jerónimo luciendo “lentes”; una representación absolutamente anacrónica que me hace pensar se trata de un retrato de Alonso III de Fonseca -imaginado como este santo, famoso por pensador y filósofo (tal como fue el referido obispo)-. Abajo, parte baja de la fachada, en cuyo lado izquierdo vemos un papa leyendo; quien en mi opinión sería el retrato imaginado de Alonso II (padre de Alonso II y por lo tanto irónicamente representado como “papa” o “papá”).








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos de la fachada y el claustro del Colegio Fonseca, en Santiago, fundado por Alonso III -que dio origen a la posterior universidad compostelana-.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: El colegio Fonseca de Santiago. Al lado, una de sus ventanas, con el escudo familiar. Abajo, escultura donde se representa idealizado a Alonso III; que fue situada en el centro del claustro, en 1995 -cuando se conmemoraron los quinientos años del nacimiento del prelado-.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos más del Colegio Fonseca compostelano, fundado por aquel biznieto de Beatriz de Fonseca y Juan A. de Ulloa; nieto de Catalina de Fonseca (casada cn Diego Acevedo); hijo del obispo Alonso II de Acevedo Fonseca y se su amante, María de Ulloa.








5º hija- Maria (o Mencía) de Ulloa y Fonseca: Casada con Íñigo López de Zúñiga, I Señor de San Martín de Valveni, quien tuvo varios hijos naturales y ajenos al matrimonio con María de Ulloa.

María y su marido Íñigo. fueron padres de:

5a) – Juan de Zúñiga: II señor de San Martín de Valveni. Se casó con María de Castilla, hija de Catalina de Castilla, descendencia del rey Pedro I. Fueron padres de cuatro hijos: Juan, Pedro, Alonso de Zúñiga (señores de San Martín de Valveni) y de Catalina de Castilla (que tomó el apellido de la madre y se casó con los Acuña).


6º hijo- Garcí Alonso de Ulloa y Fonseca: Señor de Castroquemado.

Casado con Aldonza de Ocampo, fueron padres de:

6a) María de Ulloa: Casada con Diego de Benavides, señor de Javalquinto. Fueron padres de:

Rodrigo y María de Benavides. Además de Beatriz de Benavides, Señora de Javalquinto, casada con Francisco de Noceda, señor de Garci Rey.

6b) Pedro de Ulloa: Señor de “parte” de Castro Quemado. Casado con Costanza de Deza, padres de Garci Alonso de Ulloa, que hereda de su padre el señorío y se casa con Guimoar Franco; padres de Pedro de Ulloa.


7º hijo- ALONSO DE FONSECA (el Viejo), conocido como el obispo Alonso Fonseca I: Se le considera el hijo segundo de Beatriz de Fonseca y Juan A. Ulloa, aunque muchos creen que fue el séptimo. Nacido en Toro (hacia 1415-19) y muerto en Coca (1473); testó en septiembre de 1460, fundando el mayorazgo de Coca, Alaejos, Castrejón y Valdefuentes, que legó a su hermano Hernando de Fonseca. Quien no pudo recibirlo por morir antes que Alonso (en la batalla de Olmedo, 1467); debido a ello, finalmente el señorío de Coca y Alaejos fue heredado por su sobrino Alonso de Fonseca y Avellaneda, hijo de Hernando. Fue el iniciador de la saga de prelados Fonseca en España, llegando a convertirse en uno de los personajes más ilustres y relevantes de su época.

Posiblemente nace en 1419, el año que muere su padre, Juan Alonso de Ulloa; lo que explicaría que desde los primeros años estuviera ingresado en un seminario. Donde entra bajo la protección de su tío segundo, Pedro de Fonseca; capellán de la princesa Beatriz de Portugal (reina consorte de Castilla) prior de San Benito en Valladolid, obispo de Astorga y cardenal de Sant Angelo, en el Vaticano. Al quedar huérfano, pasa a ser protegido por su tío paterno; el Primer señor de la Mota (hoy Mota del Marqués), don Pedro Yañez de Ulloa. Un conocido letrado y culto jurista, hermano de su padre (Juan Alonso de Ulloa).

La educación que recibió Alonso de Fonseca debió ser esmerada y sus dotes intelectuales, enormes. Además, su tío el cardenal, le proporcionó grandes prebendas; tantas que en con algo más de treinta años formó parte del Consejo Real, al subir al trono Enrique IV (1454). Así fue como junto a Juan Pacheco, marqués de Villena (gran amigo del rey y hermano de Pedro Girón), los tres asesores del monarca dirigieron los designios de Castilla durante un lustro. Pese a su poder, pronto los intrigantes hermanos Girón Pacheco y Villena procurarían apartarle de la Corte, haciéndole caer en desgracia. Todo comenzó cuando este obispo, para ayudar al hijo de su hermana Catalina (quien luego fue llamado Alonso II), movió grandes influencias para conseguir que la plaza episcopal de Santiago fuese para su sobrino. Al hablar de este Alonso II de Fonseca, hemos de destacar los enormes perjuicios que causó a su tío, por entonces arzobispo de Sevilla y asesor del rey. Problemas que comenzaron al llegar el joven a la capital compostelana; cuando tomó parte en las intrigas y enfrentamientos entre nobles gallegos, optando por una facción perdedora y siendo condenado a prisión. Para sacarle de la cárcel, su tío Alonso el viejo, desde Sevilla propuso pagar la liberación con oro; pero el escándalo fue tanto, que decidieron desterrar a los dos. La solución última fue intercambiar las diócesis y que “el viejo” marchase a Santiago, mientras el sobrino ocupaba temporalmente la silla en Sevilla (al menos hasta que se calmasen los ánimos en Galicia).

Antes de partir para Santiago (en 1460), parece que el tío Alonso I, testó en favor de su hermano Fernando; quien era su brazo armado y que pronto entró en tierras gallegas, con sus mesnadas; “apaciguando” y allanándole el terreno al recién llegado obispo. Le deja así Alonso a Fernando, los señoríos fundados por él; principalmente Coca y Alaejos, que pasaron teóricamente a este hermano. Algo que se justificaba porque el arzobispo no podía atender las tierras, ni sus castillos, debiendo estar en su diócesis. La pericia y el buen hacer de este Alonso I (ayudado por su hermano), logró que en menos de cinco años se solventasen los problemas entre nobles compostelanos; por lo que se pidió su regreso a Sevilla, y que el sobrino retornase al cabildo de Santiago. Pero aquel joven Alonso II, después de vivir un lustro en la ciudad del Guadalquivir, se negó a volver a su puesto y dijo que los andaluces le preferían, mucho antes que a su tío. Profiriendo la frase “quien se fue de Sevilla, perdió su silla”. Tal fue el problema entre ambos familiares, que hubo de intervenir el rey, con su valido Beltrán de la Cueva y hasta el duque de Medina Sidonia; mandando la armada río arriba, llegando a la catedral hispalense, para sacar al sobrino del puesto en que se había hecho fuerte. Consiguiendo de ese modo, que a comienzos de 1464 regresase Alonso I a su episcopado; mientras trasladaban en barco hasta Santiago, al revoltoso sobrino (que luego se conoció como Alonso de Fonseca II).

Estas y otras circunstancias, habían granjeado al arzobispo “viejo” varios enemigos, entre los que ya se encontraban sus antiguos aliados; los hermanos Girón y Pacheco (marqués de Villena). Quienes comienzan una revuelta contra el rey, apoyados por el arzobispo de Toledo (el famoso Carrillo de Acuña, que intrigaba contra todos y terminó enfrentado a cuantos aliados tuvo). Los enredos cortesanos fueron directamente contra Alonso I de Fonseca, porque su mitra en Sevilla la deseaba el de Toledo (quizás para entregarla a Pedro de Mendoza y ponerle a favor de los que se iban a su sublevar); mientras el episcopado de su sobrino lo quería el hermano de Beltrán de la Cueva (Gutierre de la Cueva). Por lo que, generando todos ellos una situación de gran fuerza ante la Corona; pidieron al rey que forzase a cuantos pudiera, para que hicieran caer a los Fonseca. En esta tesitura, el monarca dio órdenes para que Alonso “el viejo” fuera apresado en Sevilla y que se expropiasen todas sus posesiones en Alaejos y Coca. Aunque antes de prenderle, “alguien” le avisó y pudo huir de la capital andaluza -para llegar a Castilla, donde se refugió-. Más tarde, se supo, que quienes le advirtieron, fueron los mismos que solicitaban al rey su encarcelamiento: Carrillo, Villena y su hermano Pedro Girón. Todo, para que el arzobispo Alonso I y los Fonseca se enfrentasen a Enrique y se hicieran partidarios del infante Alfonsito (hermanastro del soberano). Un adolescente que muy pronto se sublevaría, declarándose en 1465 monarca de Castilla, intentando derrocar a Enrique IV -con la ayuda de Villena y Carrillo (entre otros)-.

De este modo, el obispo Alonso I, junto a varios de los Fonseca; se declararon a favor de los rebeldes y firmaron en 1464 el Manifiesto de Burgos, por el cual se reconocían los derechos dinásticos de Alfonsito (rechazando los de la recién nacida Juana, apodada La Beltraneja y que todos sabían hija del Valido). Ante estos hechos, temeroso el rey Enrique por lo que veía venir; presto, devolvió todo lo requisado a Alonso I en Alaejos y en Coca, con el fin de que los Fonseca no se adscribieran a la causa ajena. Pensando en llegar a un acuerdo con la nobleza que ensalzaba a Alfonsito; así, mientras el monarca que se veía asediado por quienes querían obligarle a desheredar a Juana, solo veía solución en el intento de apaciguar a los sublevados. Pensando en reconocer a su hermano Alfonso como sucesor de la corona, pero solo tras su muerte (hecho que podía justificarse, al ser impotente e incapaz de dejar un descendiente verdadero). Fue entonces, cuando se reconciliaron el obispo Fonseca -junto a varios familiares- con Enrique IV; olvidando las antiguas rencillas, en una reunión celebrada en La Mejorada; de Olmedo. Así pues, de nuevo entró Alonso I de Fonseca en el Consejo Rea; manteniéndose como asesor de la corona hasta su muerte (sucedida en 1473, un año antes que la del monarca).

Debido a esta ayuda y reconciliación, en mi opinión, el obispo Fonseca el Viejo (una vez restablecido en su cargo y devueltas sus posesiones) ofrece a Enrique IV protección para su mujer. Proponiendo que llevasen a la reina Juana de Avis al castillo de Alaejos; localidad que se halla entre Zamora, Salamanca y Valladolid. Uno de sus señoríos y donde entonces vivían los Fonseca Castilla (Beatriz, su hermana mayor, casada con Pedro de Castilla, nieto de Pedro I). Allí llegaría en 1468-69 la soberana y mujer de Don Enrique; que en 1462 había tenido a su hija Juana con Beltrán de la Cueva. Así que al establecerse en Alaejos, no dejó la reina sus alegres costumbres; por lo que antes de un año, se encontraba embarazada de seis meses, gracias al “buen cuidado” de su mayordomo: El hijo de los Castilla y Fonseca -Pedro el Mozo-, quien fue padre de dos gemelos nacidos en enero de 1470 (fecha dudosa, quizá en 1469). Sin lugar a dudas, este embarazo no solo se debió a los amores entre la “alegre” Juana de Avis y Pedro -sobrino del cardenal Alonso I Fonseca-. Sino, quizás, a un intento por legitimar su soberanía, la de su marido y a la dinastía Trastámara; ya que aquellos dos bastardos eran tataranietos directos de Pedro I de Castilla. El rey asesinado por el tatarabuelo de su esposo; motivo por el que no reconocían los portugueses a la “Casa de los Enríquez”. Un hecho, que tras Aljubarrota, obligó a Enrique III (abuelo de Enrique IV) a casarse con la nieta de Pedro I, para ser reconocidos como familia real y verdadera de Castilla.

Continuando con la vida de Alonso I de Fonseca, añadiremos que tras “La Farsa de Ávila”, donde en 1465 se coronó al infante Alfonsito, por mano del obispo de Toledo (Carrillo Acuña) apoyado por los hermanos Villena y Pedro Girón. Alonso I “el viejo”, tomó una postura intermedia; que -como ya dijimos- era la de reconocer heredero a Alfonso, sin pretender deponer a Enrique IV. Una idea que interesaba al rey, ya que suponía alejarle de guerras civiles y quitar posibilidades de morir asesinado -a manos de los partidarios de su hermanastro, Alfonsito-. La postura de los Fonseca, suponía un estado de pacto con todos; que podría evitar conflictos y alejar otras posturas; como la que apoyaban los Mendoza, instando a atacar a quienes intentaban suplantar a Enrique en el trono y “llamando” a la lucha entre hermanastros. Debido a ello, el monarca mantenía como asesor al obispo Alonso I; pero sus más fieles seguidores no admitían aquella postura intermedia. Ya que la idea de elevar al trono a Alfonsito, tras la muerte del rey; no era compartida por los Mendoza y los más leales al soberano. Quienes apoyaban a Juana (la Beltraneja); por lo que en 1467 de nuevo, los fervientes seguidores del monarca, instigan de nuevo para echar de la Corte al Alonso I de Fonseca; lo que ya le obliga a tomar partido en contra de Enrique IV.

Es así, como expulsado por los Mendoza del Consejo Real; se reúne con los partidarios de Alfonsito y expone que les prestará su ayuda, si le entregan el Señorío de Olmedo (que el rey le había prometido, sin todavía otorgárselo). Precisamente, en agosto de 1467, le instan los fieles a Alfonsito a mandar sus tropas a Olmedo -donde estaba el infante-; sabiendo que el rey Enrique, junto a Beltrán de la Cueva y los Mendoza, se dirigían hacia Medina del Campo, para tomarla. No pudiéndose negar Alonso I, ordenó a su hermano Hernando que pusiera sus fuerzas a disposición de las rebeldes y que marchase hacia Olmedo; para enfrentarse al monarca. Mientras, intentó un pacto, al saber que los de Enrique se hallaban cerca de Coca (junto a sus tropas); saliendo el obispo a su encuentro, para rogarle que no entrase en batalla. Pero el soberano no hizo caso a sus advertencias y peticiones; por cuanto la lucha encarnizada se produjo en ese mes de agosto de 1467. En ella moriría una de las personas más queridas por Alonso I de Fonseca: Su hermano Fernando, al que había nombrado heredero de sus señoríos. Muerto por un certero lanzazo que le da Beltrán de la Cueva; quien buscó con ahínco al que mandaba esas tropas enviadas por el arzobispo. Asimismo, en esta terrible lucha de verano en Olmedo, estuvo a punto de perder un brazo el mismo Cardenal Mendoza -por entonces, obispo de Calahorra-; que asistió a la contienda no como mero espectador, sino como un soldado más.

El resultado de esa batalla fue incierto y tras ella el rey se quedó prácticamente sin adeptos; debilitándose la posible victoria militar de los partidarios reales, en caso de que Enrique ya no estuviera. Fue entonces cuando cayó Segovia en manos de los Alfonsinos y Enrique IV tuvo que pedir ayuda a Fonseca, para que refugiase a su esposa Juana, haciendo ver que estaba cautiva en Alaejos (pese a encontrarse allí custodiada). En mitad de tantos trances y enfrentamientos, en julio de 1468 se produjo la muerte de Alfonsito -claramente provocada-; que incitó a todo tipo de intrigas contar el rey; quien se sentía cada vez en mayor peligro. Pues la mayoría consideraba de que el monarca o alguno de sus fieles, había ordenado envenenar al joven infante; idea bastante absurda, debido a que deseaba nombrarle su sucesor y acabar con las guerras. Sea como fuere, desde que muere Alfonsito, se llega a una situación insalvable, en la que pese a ser Enrique el rey indiscutible, muchos dudaban de su legitimidad y casi nadie aceptaba a su hija Juana, como sucesora.

Se produce quizás en este momento, la llamada “solución de Guisando”; de la que existen versiones muy diferentes. Aunque parece cierto que en septiembre de 1468, el monarca decide nombrar sucesora a Isabel (hermana de Afonsito; que luego sería la reina Católica) y se dice que tal pacto de Guisando fue muñido por los Fonseca, en especial por el arzobispo Alonso I y por sus sobrinos. En verdad, no se sabe si hubo acuerdo alguno, en la reunión de Guisando; menos para legar el trono a la hermanastra del soberano -en detrimento de su propia hija, Juana la Beltraneja-. Pues no hubo procuradores que anotasen los acuerdos y el hecho solo lo refiere Alonso Flores; un cronista coetáneo a los Reyes Católicos, que anotó un extracto de aquello que se dijo en la “Venta Juradera” (del que no se conservan documentos verdaderos). Resultando bien raro que tras “el pacto de Guisando”, Enrique pretendiera casar a su hermanastra Isabel con el rey de Portugal y dejarla hasta entonces en manos de Villena, al que manda que la “custodie” en Ocaña. Logrando ella escapar de su encierro y de este pueblo toledano; para llegar a casarse secretamente con Fernando de Aragón. Con el fin claro de no incurrir en matrimonio morganático y poder optar al trono de Castilla.

Pues de haber contraído nupcias Isabel con el rey portugués bajo el auspicio de de Villena -como mandaba el rey Enrique-, su matrimonio le hubiese impedido ser reina de Castilla; menos aún de España (lo que logró al unirse con su primo, el hijo del rey de Aragón). Siendo el pacto que reinase en Portugal, junto a su marido; hasta que Juana la Beltraneja heredase el trono castellano; después de casarse con el heredero del luso y unir ambos Estados. Dicho esto, parece cierto que el acuerdo de Guisando, que se atribuye a Alonso de Fonseca; no debió de existir -al menos, tal como se narra-. Pues resulta un absurdo, que tras ser apresada Isabel en las cercanías de El Tiemblo; fuera llevada hasta aquel lugar con toros de piedra, para nombrarla heredera y luego recluirla en Ocaña. Esperando allí, hasta que la desposase Villena con Alfonso de Portugal, quien cuidaba su cautiverio. Escapando pronto Isabel, con la ayuda de los que se oponían a La Beltraneja; para casarse con Fernando (el posterior rey Católico), en un matrimonio absolutamente prohibido, ya que la legitimaba como aspirante a trono y con el apoyo de Aragón.

Tras la referida boda entre Isabel y Fernando; celebrada a escondidas en 1469, sin bula papal y sin consentimiento real; pero llevada a cabo por el arzobispo Carrillo Acuña, que ahora se apuntaba a este bando. Alonso I de Fonseca se instituyó como uno de los más fieles defensores de Juana la Beltraneja, en su candidatura a la corona. Lo que -a mi juicio-, tuvo mucho que ver con lo sucedido en Alaejos; ya que a referida princesa Juana era hermanastra de sus sobrinos nietos: Pedro y P. Apóstol de Castilla. Concebidos por la reina durante su cautiverio, gracias a los “cuidados de su mayordomo”, el hijo de Beatriz de Fonseca. Pese a ello, desde este momento el poder de Alonso I “el viejo” decayó, y su estado anímico fue empeorando; todo lo que se agravó con una enfermedad que le obligaría a recluirse en su castillo de Coca, donde muere en 1473 (17) . Dejando como heredero a Alonso de Fonseca y Avellaneda, hijo de su hermano Fernando; quien indudablemente optó por seguir a los Reyes Católicos, cuando ganaron la Batalla de Toro y fueron reconocidos como reyes de España -Castilla y Aragón, unidas- (18) .

BAJO ESTE PÁRRAFO: de nuevo, la fachada del palacio Juan de Álava, en Salamanca. Sabemos que se trata de un palacio de los Fonseca, cuyo arquitecto (Juan de Álava o Juan de Ibarra) debió terminarlo en época coetánea a la Casa de Diego Maldonado -entre 1505 y 1510-. En el retrato del medallón central (sobre su terraza), aparece un prelado con el escudo de los Fonseca y una leyenda que dicta: SEVERISSIMO:FONSECA:PATRIARCHA:ALEJANDRINO. Siendo indiscutible que el obispo en bajorrelieve, es uno de los Fonseca. A mi juicio, se trata de Alonso I, quien primero recibió el título de “Patriarca de Alejandría”; un cargo honorífico que pasó a sus dos sobrinos (Alonso II, que lo ostentó desde 1506 a 1508; y Alonso III, honrado con el mismo título a la muerte de su padre).



BAJO ESTE PÁRRAFO: Medallón central del palacio Juan de Álava; donde -a mi entender- se representa al arzobispo Alonso I de Fonseca (el viejo); vestido de manto y con tocado de patriarca. En su pecho el escudo de los Fonseca. Bajo el retrato vemos otro escudo (en este caso eclesiástico o italiano) que se considera el de Juan de Álava; aunque más parece un modelo oriental. Es decir, pudiera tratarse de una representación del referido patriarcado alejandrino. Como curiosidad añadiremos que en esta fachada sucede lo mismo que en la Casa de Diego Maldonado; decorada con el escudo de los Maldonado, a excepción del blasón superior, que es el de los Fonseca (al que este Diego servía).



BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos medallones laterales, superiores de la mima fachada. Representan hombres, posiblemente sacerdotes tocados con birrete y traje de cátedra. A mi juicio, serían Alonso I y Alonso II de Fonseca; obispos de Santiago, Salamanca y etc.; además de Patriarcas de Alejandría. Su fisionomía encaja con la de las dos esculturas que hemos identificado en Pontevedra, en imágenes anteriores.



BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos medallones medios, a los lados de la terraza. Representan a dos hombres ricamente ataviados. Pudieran pensarse que quizás eran los maridos de dos mujeres que figuran en bajorrelieves de la zona inferior; y que luego comentaremos. Si así fuera; sabiendo que en fechas cercanas a la construcción de este edificio, encargó a Juan de Álava el palacio de La Salina, Don Rodrigo Messia y Carrillo (señor de Santa Eufemia y casado con Mayor de Fonseca Toledo). Los representados en los bajorrelieves del palacete; pudieran ser los herederos del mayorazgo y de los títulos eclesiásticos desde Alonso de Fonseca I (el viejo). Partiendo de esta hipótesis, no sería extraño pensar que la casa hubiera sido construida por Da. María de Fonseca o por su hermana Da. Mayor, casada con R. Messia; quienes tenían la concesión de la sal en Salamanca. Pudiendo pensarse que los dos medallones que vemos en imagen sean los retratos de Rodrigo de Messia y Carrillo, junto al de su cuñado, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza (casado con María de Fonseca y Toledo). Todo lo que explicamos daría un sentido pleno a la fachada, donde en su centro figuraría e iniciador de la saga: Alonso de Fonseca (el viejo). Sobre este, sus sobrinos y también obispos (Alonso I y Alonso II; igualmente patriarcas de Alejandría). Mientras bajo ellos, se representaría a quienes en este momento ostentaban el mayorazgo de Alaejos y Coca (fundado por Alonso I): Rodrigo (Díaz de Vivar) y Mendoza; marqués de Cenete; junto a su cuñado, Rodrigo Messia y Carrillo (señor de Santa Eufemia). Debiendo suponerse que en los medallones inferiores estarían retratadas sus mujeres: María y Mayor de Fonseca y Toledo.



BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos medallones en la parte baja, a los lados y cerca de la puerta de entrada. Serían pues María y Mayor, de Fonseca y Toledo; las descendientes directas y primogénitas de Beatriz de Fonseca y de su marido Juan A. de Ulloa; hijas del señor de Alaejos y de Coca. Por lo tanto, pudiera tratarse de las esposas de Rodrigo de Mendoza y de Rodrigo Messia; quienes ostentaban el mayorazgo de los Fonseca, pese a que su tiástro Antonio lo reclamó a la corona. Ello fecharía este edificio entre 1507 y 1520; cuando María y Mayor vivían un feliz matrimonio, con estos dos grandes hombres del reino.




JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO:
Dos fotografías del Palacio de la Salina, en Salamanca. Ya hemos hablado sobre este edificio, construido por el matrimonio formado por Mayor de Fonseca Toledo y Rodrigo Messia Carrillo; encargado a Juan de Álava y a los Hontañón. Se sabe que fue terminado en 1538, un año después de que muriese Juan de Álava; y por cuanto debemos suponer en su mayor parte hecho por los hijos de Juan Gíl de Hontañón -que ya guardaban trazas más italianizantes y menos platerescas-. Al lado, podemos ver el interior de aquel enorme palacio, que fue destinado a salina (debido a que sus propietarios eran los concesionarios de sal para la ciudad).

Abajo, fachada del palacio de La Salina; compuesta por arcos decorados con cinco medallones; un segundo piso con dos ventanales y una galería superior, rematada a cada lado con los escudos coronados de los Fonseca. Llama la atención que los dos blasones estén coronados y que, además, no aparezcan los de los Messia o de los Carrillo, apellidos del marido de Da. Mayor de Fonseca. Todo ello nos habla de que esta propiedad era solo de ella, como bien privativo y que al morir regala a su hijo segundo (no al primogénito); por lo que aquel “segundón” pasa a llamarse Rodríguez de Fonseca, abandonando el apellido paterno. Es de destacar que en en la familia Fonseca se siga este uso, tan portugués; donde el linaje de la madre prevalece y finalmente el hijo opta por llamarse como ella o bien como el progenitor (al adquirir la mayoría de edad o al casarse). Todo lo que habla de un valor dado a la “fémina” muy distinto al que en el resto de Europa de otorgaba y donde la mujer al casarse perdía hasta el apellido.

Cuanto narramos, puede hacernos entender por qué aquella Mayor de Fonseca decoró tan solo con sus escudos este palacio y más tarde lo legó a su hijo menor; que abandona el linaje de los Messia y Carrillo, para tomar el de la madre. Asimismo explica los personajes que se representan en los medallones de la fachada; entre los que destaca Cleopatra -dándose muerte a sí misma, con el Aspid-. Ello nos habla del carácter “feminista” que recoge simbólicamente esta decoración; ensalzando a aquella reina egipcia y semidiosa de la Historia, que embelesó a Julio César y a Marco Antonio (provocando una de las mayores crisis de Roma). Conforme a lo narrado, creemos que en estos medallones de la fachada del palacio de La Salina, estarían representados: Marco Antonio, Cleopatra y Julio César (por un lado). Mientras, sobre la puerta de entrada pudieron situar dos bajorrelieves, con retratos de los propietarios de la casa: Mayor de de Fonseca y Rodrigo Messia. Aunque sobre todo ello, trataremos más extensamente en la segunda parte de este artículo.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de la catedral de Sevilla, arzobispado que ocupó Alonso I de Fonseca “el viejo”. Al lado, La Giralda. Abajo, vista desde “el alto” de La Giralda, en cuyo fondo podemos ver el Guadalquivir; donde llegaron los barcos mandados por el duque de Medina Sidonia, para “sacar” a Alonso II de Fonseca de esta catedral y restituir en ella a su tío Alonso I. Fue el famoso episodio que dio paso al dicho “el que se fue de Sevilla, perdió su silla”; frase que se atribuye al sobrino, cuando se negaba a volver a Santiago y a restituir en su cargo a Alonso I (como arzobispo de Sevilla).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos fotos más de la catedral de Sevilla; al lado el escudo de los Fonseca en una de sus fachadas, recordando a Alonso I, que fue durante tres decenios obispo de esta sede. Abajo, interior de la catedral y vista de su coro, costeado por el obispo Fonseca. Es de destacar, que el techo en imagen, fue rehecho por Juan de Álava, después de que a comienzos del siglo XVI se cayera. Logrando entre Juan Gil de Hontañón y Juan de Álava, reconstruirlo.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Toros de Guisando; lugar de la llamada Venta juradera, donde se dice que fue jurada Isabel como heredera a a corona de Castilla. Pese a que la Historia conserva como verdadero este episodio -añadiendo algunos que es indiscutible-; parece más bien una “invención” para justificar la subida al trono de Isabel, pues no existen documentos de la época que lo prueben. Pudiendo pensarse como más cierto, que tras haber sido envenenado -o muerto “accidentalmente”- Alfonsito, el hermanastro del rey sublevado y pretendiente a su trono. Tomaron presa a Isabel, cerca del término de El Tiemblo; donde quizás pactó con su hermano casarse con el marqués de Villena, para contraer nupcias morganáticas y no ser pretendiente a la corona (posiblemente, porque en ello le iba la vida a la futura reina católica). Posteriormente, se fugaría de Ocaña, donde la mantenía “vigilada” su prometido Villena hasta esa boda; aunque tras escapar, logró casarse en secreto con Fernando. Convirtiéndose así en la candidata más segura al trono; pues sobre Juana (hija del rey Enrique) todos consideraban que era hija de Beltrán de la Cueva. Al lado, cartel que puso la marquesa de Castañeda, conmemorando la referida “jura ante los Toros de Guisando” . Abajo, los toritos ibéricos en su emplazamiento actual (que no era el mismo del siglo XV).



VII) EL MAYORAZGO DE COCA Y ALAEJOS:

Escribe Adelaida Sagarra: “hasta los primeros años del siglo XVI, tres señores habían ido ocupando el señorío de Coca y Alaejos: don Femando, don Alonso y don Antonio (…) El arzobispo de Sevilla había dispuesto que a su muerte le sucediera su hermano Femando de Fonseca y Ulloa, casado dos veces: en primeras nupcias con María de Avellaneda, de quien tuvo un hijo, Alonso; de segundas con doña Teresa de Ayala, de la que tuvo tres, Antonio, Juan y Beatriz.” Continúa narrando la autora, como Fernando premurió al creador de los mayorazgos; el arzobispo Alonso I, que se los había legado en testamento otorgado en 1460. Por lo que la posesión revirtió al prelado hasta que fallece. Por cuanto el segundo heredero -finalmente- fue el hijo de Fernando (llamado Alonso Fonseca y Avellaneda), tras morir Alonso I, creador del señorío de Coca y Alaejos. Explicando Adelaida Sagarra: “Don Femando, señor de Coca y Alaejos participó, como todos los nobles de su tiempo en las luchas y rivalidades entre los hijos del Rey Juan II. Fonseca defendió a don Alfonso frente a don Enrique en las cercanías de Olmedo, con sus propias armas y 150 de sus vasallos. Allí recibió un lanzazo del duque de Alburquerque, muriendo a los pocos días -el 11 de septiembre de 1467”- Hemos de destacar que el arzobispo Alonso I (que instituyó el mayorazgo), no muere hasta 1473; cuando, tal como dice la autora:Heredó entonces el señorío don Alonso de Fonseca y Avellaneda, quien en 1474 -en unas circunstancias políticas difíciles y delicadas- firmó un acuerdo con los caballeros de Olmedo, con el fin de auxiliarse mutuamente ambas villas, y dirimir sus desavenencias sobre términos entre los alcaldes y regidores de dichos lugares” (19) .

Sigue el libro de Adelaida Sagarra, con las siguientes palabras: “Durante el tiempo que ocupó el Señorío de Coca y Alaejos, don Alonso de Fonseca y Avellaneda recibió grandes mercedes de la Corona como pago a sus servicios y como garantía del mantenimiento de la autoridad” (…) Mientras tanto, don Antonio de Fonseca y Ayala, que sería el cuarto señor de Coca y Alaejos se había marchado como capitán general a combatir contra los moros, todavía dueños, entre otras, de la ciudad de Ronda. En la estrategia pensada para el año 1485 no entraba solamente una campaña” (..) -Hemos de recordar, que Antonio de Fonseca y Ayala, era el hermanastro de Alonso; nacido de la segunda mujer de Fernando (padre de ambos)- (…) “Acudieron a Andalucía todas las casas grandes, con sus primogénitos, desplegando un lujo que causó escándalo a algunas personas. El reino entero empezaba a considerar la guerra como cosa propia” (…) “Ronda capituló el día 21. Al día siguiente los vencedores hicieron una entrada solemne. Se dio a la población la opción de pasar al Reino de Granada, emigrar a Africa o instalarse como mudéjares en cualquier lugar castellano sin fortificar” (…) “Tras la conquista de la plaza, don Antonio fue nombrado, además, Justicia Mayor, recibiendo en recompensa por sus valiosos servicios, repartimientos y mercedes de tierras en Ronda” (…) Antonio “Debió recibir entonces, como una nueva merced de los Reyes, la heredad del Espadañal, en el término de Plasencia, que tres años después fue exenta del pago de la alcabala hasta su muerte” (20) .

BAJO ESTAS LÍNEAS: Cuadro de los señores de Coca y Alaejos. Desarrollado por mí, podemos ver cómo la linea directa finalmente pasa a la familia Mendoza, a través de María de Fonseca, casada con Rodrigo (Díaz de Vivar) Mendoza. Mientras el pretendido mayorazgo, que Antonio Fonseca reclamaba a la Corona, no se resuelve hasta la muerte de este; ya que el matrimonio entre María y su hijo mayor (Pedro) no se celebró. Finalmente y después de fallecer tanto María como Antonio de Fonseca; tras la reclamación de mayorazgo hecha por Mencía de Mendoza Fonseca (casada con el conde de Amberes, señor de Breda). La corona dicta sentencia, dictaminando la chancillería que los hijos de Antonio Fonseca eran los herederos del mayorazgo. No hay que olvidar que Antonio Fonseca fue uno de los que más apoyó a Carlos I en su venida a España, siendo uno de los que más se enfrentó a los Comuneros (llegando a quemar Medina del Campo, por no entregarle la artillería para combatir la revolución). Todo lo que le granjeó el odio de parte de los castellanos y además provocó el incendio del castillo-palacio de los Fonseca, en Alaejos.



1) Alonso de Fonseca y Avellaneda (padre de María de Fonseca y Toledo), III señor de Coca y Alaejos.

Sobre el mencionado III dueño de Coca, hay numerosas noticias, al margen de su ejercicio como primogénito de la saga; que le daría derecho pleno a recibir las heredades legadas por su tío (el arzobispo Alonso I “el viejo”). De tal manera, de su vida no solo conocemos los numerosos pleitos, como propietario de esos señoríos; sino varios hechos que muestran bastante caciquismo (como era normal entre los nobles de la época). Pese a todo, hay que destacar el gran proyecto de rehabilitación que llevó a cabo en el castillo de Coca. Baluarte que gracias a este tercer señor, terminaría convertido en una verdadera joya del arte mudéjar. En lo que refiere a su vida militar, ya recogimos lo que narra Adelaida Sagarra, mencionando que: “Alonso Fonseca y Avellaneda, combatió en la batalla de Toro, en la Vega del Duero, entre esta ciudad y Zamora, tal como lo recogió Andrés Bemáldez en su crónica". Sigue la autora escribiendo que su primo -el hijo de Pedro Fonseca-; fue uno de los principales para vencer a los "beltranejos" en Toro; narrando como: “Don Alonso de Fonseca y Quijada fue pieza fundamental en la toma de esta plaza, que era junto a Zamora, el gran bastión de los portugueses en Castilla. Efectivamente, Fonseca -señor de Villanueva de Cañedo, y obispo de Avila esperaba frente a las murallas de Toro con las tropas de la reina, pero la ciudad se mostraba inexpugnable. Sólo por la zona del río la vigilancia era menor, debido a lo escarpado del terreno. Gracias a la información recibida de un tal Bartolomé, pastor, el obispo Fonseca supo que el único punto por el que sería posible penetrar en la ciudad era precisamente el cañón de la Magdalena. Guiadas por el toresano, las tropas de doña Isabel entraron en la plaza fuerte la noche del 19 de septiembre” -ver cita (18) -.

Es importante destacar que la de Toro no fue propiamente una batalla, sino un “sitio” que duró varios meses (desde marzo hasta octubre de 1476), donde aumentaron las familias que se cambiaban de un frente a otro; sucediéndose las dudas sobre el final de la contienda. Dilucidándose en un semestre la victoria de los reyes Católicos, más por los pactos y actos realizados durante ese tiempo, que por las luchas militares. Pues si analizamos la referida batalla; realmente, en el primer golpe no hubo vencedores. Debiendo quizá considerarse que al principio, fue el bando de Portugal (los beltranejos) quienes más suerte tuvieron. Aunque pasados los meses, las fuerzas fueron debilitándose y muchos de los bastiones tradicionalmente fieles a Castilla, pasaron a apoyar a Isabel y Fernando. Por cuanto en Septiembre de 1476 se rindió Toro y se dio por finalizada esta guerra civil; en la que se decidía si la reina iba ser Juana, o su tiastra Isabel (que subió al trono y finalmente la titularon como Reina Católica). Así fue como unas en octubre de 1476, los nuevos monarcas recibirían a toda la nobleza castellana, que les rendía pleitesía e Medina del Campo (21) .

Por último hay que destacar que Alonso de Fonseca y Avellaneda, deseaba que su primogénita se casase con el hijo de su hermanastro, Antonio de Fonseca y Ayala. Ello, porque de este modo se unirían las dos líneas de sucesión en una; y el mayorazgo que le correspondía, no solo pasaría a su hija, sino también a los vástagos de su hermano. Un hecho, que además nos habla de la importancia que tenía por entonces el referido Antonio; quien tras luchar con los Reyes Católicos en Andalucía (desde 1480 y hasta la toma de Granada), se había ganado el rango de asesor militar de la Corona y embajador principal del reino. Habiendo asistido a misiones diplomáticas, como la vivida frente al rey de Francia (Carlos VIII); donde despreció el monarca galo una oferta hispana, que Antonio de Fonseca le transmitía por boca de sus soberanos. Riéndose el francés cuando el embajador le pidió que retirase su ejército del puerto de Roma; porque podía provocar una guerra. Dejó el monarca una carta en la mano del embajador hispano, para que se la entregase a sus monarcas. Pero entonces, Antonio de Fonseca, tomó esa misiva y la partió en mil trozos, reprobando al galo; advirtiendo si no conocía el peligro al que exponía a su ejercito, si no obedecía los deseos del rey de España. Una actitud, que en vez de enfadar al francés, parece que le divirtió; expresando que nunca había visto tanto primitivismo y falta de protocolo -semejante a la de los no civilizados-. Sea como fuere, parece que la embajada cumplió su función y los militares franceses dejaron el puerto de Ostia (22) .

Ante tal carácter del hermano y conociendo la relevancia social de la que gozaba Antonio de Fonseca, amigo y asesor de Fernando el Católico. Parece comprensible que su hermanastro, señor de Coca, quisiera casar a su primogénita con el primer vástago de este. Lo que evitaba toda lucha y discusión por el mayorazgo, cuando él muriese. Pero la hija mayor de aquel III señor de Coca no cedería a los deseos de su padre; negándose a unirse con su primastro. Pues María había conocido a un famoso caballero, llamado Rodrigo (Díaz de Vivar) y Mendoza; quien se sintió totalmente embelesado por la belleza de la primogénita de los Fonseca. Se trataba de hijo del cardenal Mendoza, un apuesto y rico galán, conocido por sus gestas en batalla; que propuso matrimonio a esa dama. Pero el padre de ella, Alonso de Fonseca y Avellaneda, se negó al enlace; comunicando que ya tenía concertadas sus esponsales, con el primogénito de su hermanastro Antonio (al que tan solo le faltaba edad; ya que era unos diez años más joven que la pretendida).

Pese a ello, Rodrigo y María -con a ayuda de su madre- contrajeron nupcias secretas en Coca, en 1502; una historia que más tarde desvelaremos. Ante lo que el progenitor de ella “puso el grito en el cielo” y protestó a la Reina Católica, que decretó aquella boda como nula; por carecer del consentimiento real y paterno. Además, con el fin de proteger los intereses de los hermanastros Alonso y Alfonso de Fonseca, ordenó que el mayorazgo de Coca y Alaejos tan solo pudiera heredarse por vía masculina. Asegurándose que un fortín tan importante siempre estuviese bajo el control de su fiel embajador, Antonio; y pretendiendo que de ese modo María se olvidase del romance con Rodrigo (viéndose obligada a casarse con su primo). Pero ni la enamorada, ni el galán que la cortejaba, se dieron por rendidos y así comienza la leyenda que hoy desvelaremos. Una historia que se inicia cuando en 1504, el padre de María, harto ya de las negativas de su hija, la obliga a contraer nupcias con el primo. Descubriendo entonces, que su María ya había celebrado matrimonio “de conciencia” y que la segunda boda (concertada por él) era nula. Por cuanto -parece ser- que en ese mismo año muere el progenitor de María -de preocupaciones o de enfados-; pasando el castillo a su hermanastro y no a las hijas de Alonso (que quedaron bajo la tutela de Antonio, proclamado así IV señor de Coca).



SOBRE Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Arriba, una de las paredes de San Juan de los Reyes, en Toledo; templo levantado por Isabel la Católica para celebrar la victoria de Toro y el nacimiento de su hijo Juan (en 1476). Abajo; Toro, vista desde el lugar donde -se dice- subieron las tropas reales, mandadas por Fernando y asesoradas por alguno de los Fonseca (Antonio y Alonso, entre ellos).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, castillo de Coca; patio y pared donde se guarda un verraco ibérico, de los muchos que se encontraron en esta antigua ciudad de Cauca. Abajo, resto del castillo-palacio de los Fonseca, que los Comuneros destruyeron, como venganza a la quema de Medina, hecha por Antonio de Fonseca.








2) La construcción del castillo de Coca:

Sabemos que la villa perteneció a la corona de Castilla y que fue cedida en 1439 al I Marqués de Santillana (el famoso literato, D. Íñigo López de Mendoza). Quien deseando centrar sus señoríos en la zona de Guadalajara, dos decenios más tarde la cambió por Hita, al arzobispo Alonso de Fonseca I. Otras fuentes indican que esta permuta entre el marqués de Santillana y Alonso “el viejo” sucedió en 1451, intercambiando Coca por Saldaña (villa muy cercana al lugar de nacimiento del escritor -venido al Mundo en Carrión de los Condes-). De este modo, sabemos que en 1453 el nuevo señor de Coca era Alonso I de Fonseca y obtendría permiso del rey Enrique IV, para construir allí un gran castillo, comenzando las obras años más tarde.

Pasaron los años, sin que el prelado pudiera hacer presencia en sus tierras; por lo que en 1460 lega este señorío a su hermano Fernando Fonseca, que lo domina conjuntamente con quien se lo había concedido. Así llegamos hasta la muerte de Fernando (acaecida en 1467) y el posterior fallecimiento del arzobispo (1473); pasando el castillo a manos de Alonso de Fonseca Avellaneda que realiza una primera restauración de la fortaleza. Quien desde que lo hereda (en 1474) lo mantuvo en obras hasta 1493; momento en que se halla prácticamente terminado -tal como lo conocemos; exceptuando las zonas que mejoró Antonio -y cuanto destruyeron las guerras y la francesada-. El encargo de su remodelación a arquitectos hispano musulmanes fue un enorme acierto, tal como se desprende de los estudios sobre el sistema de defensa de Coca. Entre los que podemos destacar la investigación de David Rubio Galindo; quien en su conferencia “El castillo de Coca y su fascinante sistema defensivo” (23) , explica que se trata de una fortaleza prácticamente inexpugnable. Exponiendo Rubio Galindo, que aquella arquitectura gótico mudéjar, tenía muchas de las más avanzadas técnicas militares y civiles, del mundo árabe.

Primeramente, su construcción en ladrillo abarataba enormemente el coste y además reducía el tiempo necesario para elevar el edificio. En segundo lugar, aquel baluarte estaba escondido bajo el terreno y aprovechaba la antigua muralla de la ciudad; lo que le convertía en un difícil blanco para la artillería. Ya que los cañones son incapaces de disparar hacia abajo, siendo su máxima parábola la horizontal (es decir, apuntando “a Cero”), como se denomina en términos militares. Si embargo, el castillo, contiene torreones por encima del terreno, desde los que sí se puede atacar con bombardas y cañones, al enemigo que se acerca. Siendo además la posición más sencilla, afrontarlos en linea (simplemente apuntando de frente; sin tener que calcular la parábola). Por lo demás, la guarda del baluarte se situaba bajo esa línea de defensa, donde estaban los pozos de agua; que se comunicaban con manantiales interiores muy profundos. Teniendo su poza principal bajo uno de los grandes torreones, donde asimismo entraban rayos de luz, con el fin de llegar a ella sin necesitar iluminarse. Todo lo que suponía no quedarse sin suministro de agua nunca; a gozar de un pozo o estanque, que se guardaba como un tesoro y donde siempre habitaba un pez. Animal que servía de testigo para saber si desde fuera habían envenenado el acuífero; y con el fin de que el pescado filtrase las aguas bajo aquella enorme torre.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO:
imágenes de Coca. Arriba, las almenas, matacanes y escondites que en todo su recorrido contiene la fortaleza. Al lado, manantial cercano el castillo. Abajo, forma de defensa del agua y acuíferos de la fortaleza. Se sirve de un pozo que enlaza con manantiales interiores; llegando a un estanque sito bajo la torre más fuerte y donde no podían llegar los cañones. Allí tenían un aljibe donde dejaban un pez vivo, por saber si estaba envenenado y además había observación en caso de asedio, pues el agua vibraba si se intentaba cavar un butrón cerca.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más del castillo de Coca. Al lado, vemos los adornos piramidales invertidos en sus torres y paredes, que hacen imposible la escalada. Abajo, el modo de defensa, bajando el foso. Así es como medio castillo está por debajo de la linea de tiro, quedando un foso seco que defiende el baluarte.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos más, del castillo de Coca. Al lado, foso de gran altura y seco que separaba la entrada, del exterior. Abajo, la línea de tiro desde el fuera de la muralla (marcada en rojo); asimismo dibujado figura el sistema de defensa de sus acuíferos.







En cuanto a otros prodigios que los arquitectos musulmanes dieron al castillo de Coca, destacó el sistema acústico; pudiéndose oír cualquier conversación desde casi todos los puntos de vigía. Logrando que pasadizos y pasillos, transmitieran las ondas, con el fin de escuchar si alguien se acercaba o enterarse de lo que se hablaba en otros lados del baluarte. Este artificio acústico, era muy similar al que existe en algunos edificios hispano-musulmanes; como La Alhambra. En cuyo cuarto de embajadores pueden conversar personas mirando a la pared; transmitiéndose las palabras por los nervios del edificio, sin que nadie las escuche tras el que las profiere. Lo que permitía dar órdenes en el interior del castillo de Coca, sin que un extraño las oyera. Otros trucos y artificios hicieron del castillo de Coca, un reducto inexpugnable; estuvo en los adornos de ladrillo. Revestimientos que parecen solo decorativos -al embellecer sus torres-; pero en verdad son refuerzos para que las balas de cañón no dañen las zonas débiles. Tanto como sistemas para evitar que escalen sus paredes; tal como podemos ver en sus formas exteriores (similares a cucuruchos o pirámides invertidas). Se dice, asimismo, que el estanque del pozo principal tenía como función poder observarse, por si alguien picaba o hacía un butrón. Ya que el agua vibraba en cuanto se tocaban las paredes exteriores.

Todo este ingenio (que podemos ver explicado en fotos adjuntas) fue levantado en tiempos del III señor de Coca -Fonseca Avellaneda- entre 1473 y 1495; habiendo realizado las primeras obras el maestro mudéjar Farax. Siendo continuadas por el famoso arquitecto hispano musulmán, nacido en Ávila: Ali Caro. Quien tras terminar el castillo, se bautizó con el nombre de su mecenas, pasándose a llamar: Alonso Fonseca . Tras morir Alonso Fonseca y Avellaneda en 1504, el baluarte pasa a manos de su hermanastro, Antonio Fonseca y Ayala; quien comienza a remodelarlo, para convertirlo en un palacio (habida cuenta que la Reconquista se había acabado, al igual que las guerras civiles por la sucesión al trono). Es así como el nuevo propietario, encarga su decoración interior a los arquitectos de Sevilla Juan de Ruesga y Diego Rodríguez; quienes lo acondicionan siguiendo el gusto del mundo andalusí. Una cultura que cautivó a Antonio Fonseca, desde su juventud; cuando tuvo que pasar años guerreando contra los musulmanes (en Ronda, Antequera y Granada). Donde vivió en palacios andalusíes, con patios y salones semejantes a los que hicieron en Castillo de Coca los maestros sevillanos (unos trabajos que duraron hasta 1512). Aunque, tristemente, los patios de mármol de tipo musulmán, con estucos y azulejos, inspirados en los alcázares andaluces, fueron finalmente expoliados. Por lo demás, parece obvio que aquellas familias castellanas que decoraban sus lugares de recreo al modo hispano-musulmán. Lo hicieron también para mostrar que habían luchado junto a los reyes en la Reconquista. Por cuanto se entiende que muchos de los edificios que vemos en señoríos y heredades de los Fonseca, parezcan sevillanos (en especial, los de Alaejos y Coca).




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO:
imágenes del castillo de Coca. Arriba, vista desde el exterior. Al lado, el altísimo foso de entrada. Abajo, la línea de tiro desde el exterior. Vemos que no pueden disparar con cañones más que a media fortaleza, quedando cubierta la otra mitad, bajo tierra.











JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Coca; pasadizos defensivos, acústicos y de comunicación, en todas sus torres y en el interior.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Coca; pasadizos defensivos y de comunicación, en todas sus torres y en el interior.







4) Antonio de Fonseca y Ayala, IV señor de Coca:

Anteriormente hemos resumido parte de los datos que se conservan de este famoso guerrero, que fue asesor militar de los Reyes Católicos y ejerció para estos monarcas como embajador en misiones de importancia. Un caballero sobre el que Isabel y Fernando depositaron gran confianza, y al que la Historia atribuye haber salvado la vida del rey, en la toma de Ronda. Así lo comentábamos en el epígrafe anterior, citando un curioso trabajo de Manuel Otero Toral -ver (22) -

que comienza con un poema renacentista, donde se alaba la historia de este personaje, con los siguientes versos del poeta portugués Jorge de Montemayor:

Soy Fonseca, cuya historia

en Europa es tan sabida

que, aunque se acabó la vida,

no se acaba la memoria.

Fui servidor de mi rey,

a mi patria tuve amor,

jamás dexé por temor

de guardar aquella ley

qu´el siervo debe al señor.” (24)

Ante tales versos, hemos de destacar que su artífice era lisboeta y menciona una de las sagas familiares más importantes de España; destacando que fue oriunda de Portugal. Por la fecha de su publicación (1558) y los hechos que refiere, se sabe que entre los muchos ilustres Fonseca; el texto habla sobre la vida de Antonio, quien “ocupó” finalmente el mayorazgo del linaje. Debiendo usarse la expresión “ocupar”, entrecomillada; porque en verdad, la primogénita de la saga era María Rodríguez de Fonseca y Álvarez de Toledo. Hija de Alonso (III señor de Coca) y nieta de Fernando Fonseca, muerto en la Batalla de Olmedo de 1467 -el vástago mayor de Beatriz R. Fonseca y Alfonso J. Ulloa-. Por cuanto el mayorazgo debía haber pasado a esta nieta del I conde de Oropesa. Mujer de enorme belleza y rebeldía; que se conoció finalmente por María Fonseca Toledo y cuya historia narraremos en la segunda parte de esta leyenda. Aunque todos los derechos legítimos de primogenitura le correspondían, los heredó su tiastro Antonio; al que sabemos, la Reina Católica encomendó el señorío de Coca, con el fin de que este castillo y el de Alaejos, estuvieran bajo el control de un hombre de absoluta confianza para la Corona.

Sobre la vida del ilustre guerrero Fonseca; se considera que fue uno de los protegidos del arzobispo Alonso I (el viejo); tío suyo que instituye el legado de Coca y Alaejos, por lo que algunos justificaban que finalmente los heredase él -tras su padre y hermanastro-. Se piensa que fue este arzobispo quien pudo introducir a su sobrino en la Corte, con muy corta edad. Asimismo, parece evidente que fue Alonso I “el viejo”, quien también intervino en la educación del hermano menor de Antonio; que tomaría el nombre de Juan Rodríguez de Fonseca y llegó a ser uno de los más ilustres fundadores y obispos de Salamanca. Después de fallecer el viejo tío Alonso I (en 1473) la herencia pasó a su hermanastro, por cuanto Antonio tuvo que dedicarse a la carrera militar. Sabiéndose que contaba con la protección de la importante familia Ulloa (señores de Mota, Tiedra, Villalonso y otras localidades cercanas a la villa toresana, donde residían).

También hay constancia de que Antonio Fonseca participó muy joven en la famosa Batalla de Toro (1476), que dio el triunfo final a los Reyes Católicos. Asimismo, ya dijimos que acompañó al rey Fernando en numerosas campañas de Andalucía, llegando a la conquista de Granada y combatiendo posteriormente en la toma de Pamplona (junto al que luego sería San Ignacio de Loyola). Tras aquellas glorias, fue nombrado camarero mayor, de la princesa Margarita en 1499 y Consejero del Rey; otorgándole la Contaduría de Hacienda en 1503. La muerte de Isabel la Católica se sucede un año más tarde, precisamente a la vez que la de su hermanastro Alonso (III señor de Coca). Por lo que, de algún modo, sufre un mazazo al fallecer la reina, que disminuye su actividad social; pero pronto hereda el señorío y se entrega de pleno a él. Entrando en sus posesiones con verdadero brío, debido a que su sobrina María no había aceptado a su primogénito, como marido. Por lo que el mayorazgo de los Fonseca quedaba de algún modo en litigio (pese a que la reina Isabel había ordenado que solo podía pasar por línea masculina, desestimando la referida primogenitura de María).

Es entonces cuando se retira al Castillo de Coca, como IV señor de la villa; y se dedica a decorar al modo andalusí el interior, creando un bellísimo palacio, donde celebrará sus fiestas y recepciones. A la llegada de Felipe el Hermoso, sufre un nuevo revés; debido a que ese rey consorte de Castilla decide disminuir la fuerza de todo hombre de confianza de su suegro, Fernando El Católico. Será así como le retiran las posesiones y heredades en zonas tan destacadas como Plasencia y Jaén; siendo destituido en su cargo de Contador Mayor del Reino. Todo ello, unido a la muerte de su promogénito en 1507, al que intentó casar con María (su sobrina); hizo que empeorase su carácter. Hechos que marcaron sin duda el destino de aquella María de Fonseca; a la que primero mandó apresar en Arévalo y luego recluir de por vida, en el Convento de las Huelgas de Burgos. Aunque finalmente, desistió perseguir más a su sobrina María, y dejó de tomar venganza contra el enamorado Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, que se había casado en secreto con ella.

Cuando muere el rey Fernando en el año 1516 se puso a las órdenes del Cardenal Cisneros, al que ayudo y apoyó. Tanto como para usar sus dotes militares, sofocando las revueltas que se produjeron contra Cisneros, en varios puntos de Castilla. Finalmente, fue hasta Flandes a acompañar el séquito que traería a Carlos I; debido a que dominaba perfectamente el francés -tras haber sido embajador de los Reyes Católicos algunos años, en la corte de París-. Se ganó la confianza del futuro emperador, al que acompañó hasta Valladolid en 1517. Años más tarde, cuando se produjo la revuelta de los Comuneros; fue uno de los más firmes militares que se enfrentaron a los sublevados. Hasta el punto de pedir a Medina del Campo su artillería y quemar la villa al no recibir ayuda militar de sus habitantes. El incendio de “la ciudad de las ferias” le granjeó el odio de los Comuneros; que se vengaron, arrasando el castillo de Alaejos (sin que por fortuna estos revolucionarios alcanzasen el de Coca -que igualmente habrían destruido-). Unido a los imperialistas más importantes que apoyaban al rey Carlos (los Ulloa, señores de La Mota y los Quijada, señores de Villagarcía de Campos); logró sofocar la insurrección comunera. De ese modo, Antonio de Fonseca -casi anciano- entró en el Consejo de Guerra de Carlos I; siendo asimismo nombrado Capitán General y Comendador Mayor de Castilla de la Orden de Santiago (entre 1522 y 1526).

Finalmente hemos de destacar que entre los amigos del emperador, nunca admitió a Nassau (25) , el Señor de Breda; que en 1524 se casó con Mencía de Mendoza y Fonseca, la hija de su sobrina María y de Rodrigo (Díaz de Vivar) Mendoza. Quien contrajo matrimonio con este Señor de Breda y conde de Amberes, tras morir sus padres -que tantos quebraderos de cabeza habían dado a Antonio, en la pretendida boda con su primogénito-. Por cuanto el caballero flamenco, al saber que Antonio le despreciaba en la Corte imperial y hablaba mal de ellos; decidió volver a reclamar el mayorazgo de Alaejos y de Coca. Que ciertamente correspondía a Mencía; como hija de María de Fonseca, primera nieta de Alonso Fonseca y Avellaneda. Y por lo tanto, primogénita entre los bisnietos descendientes de Beatriz de Fonseca y de Juan A. Ulloa. Nacida del famoso noble portugués, que exiliado llegó a Toro, tras la batalla de Aljubarota (en 1385); y de los Ulloa, señores de La Mota del Marqués (por entonces llamada de Santibáñez). El pleito sobre el mayorazgo de Coca y Alaejos, fue admitido en 1524, litigándose durante años y solo se resolvió tras la muerte de Antonio (en 1532). Cuando el Consejo Real decidió reconocer a sus hijos como legítimos heredero;. desestimando la causa de Mencía de Fonseca y de su esposo Nassau de Breda.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Alaejos: las iglesias de Santa María y San Pedro. Conocidas como Las Giraldas de Castilla; sin Lugar a dudas y a mi parecer, su estilo mudéjar, inspirado en la torre sevillana; procede del recuerdo del arzobispado hispalense de Alonso I (el viejo); primer señor de Alaejos. Arriba; la iglesia de Santa María. Abajo, Chiho frente a la iglesia de San Pedro y junto a Antonio (AMC SURVIVAL); un cronista de la localidad, cuyo canal de Youtube tiene unos reportajes muy interesantes, como el que a continuación recomendamos ver: AMC SURVIVAL Cristo de la Salud  https://www.youtube.com/watch?v=LUt3SD8-Gd8



BAJO ESTAS LÍNEAS: El maravilloso castillo segoviano de Coca.



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CITAS:

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(1): FOTOS TOMADAS DEL ARCHIVO DE LA FUNDACIÓN ALHAMBRA:

VER. https://www.alhambra-patronato.es/ria/handle/10514/11/browse?rpp=20&order=ASC&sort_by=-1&value=La+Calahorra&etal=-1&type=subject&starts_with=Y

Recursos de Investigación de la Alhambra Visualización de Archivo por tema "La Calahorra"

FOTÓGRAFO: Torres Molina, Manuel ENTRE LOS AÑOS: 1910 A 1920

APAG. Colección fotográfica del Museo de Arte Hispano Musulmán

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(2): Acerca de la impotencia o de la enfermedad en el pene que sufría Enrique IV, D Gregorio Marañon (hacia 1930), se sumó al estudio; realizando varios análisis de las patologías del rey. Quince años más tarde, exhumó su cadáver y con sus conocimientos médicos, su diagnóstico deja pocas dudas al respecto. Recientemente,F. Serrano y Larráyoz, junto a M. F. Carrillo Rodriguez (de la Universidad de Alcalá) hanpublicado un nuevo estudio que da otra perspectiva sobre las patologías que asaltaron al rey y la fiabilidad de los diagnósticos que se le han realizado.

Parte todo ello de un estudio que hizo en su época el DOCTOR GÓMEZ GARCÍA Y DE SALAMANCA, que narra todos los remedios que se pusieron para curar las enfermedades del rey, durante los años que fue asistido por este doctor. Dnde no se habla nunca de intentar solventar el problema de impotencia que teóricamente tenía el rey Enrique IV; aunque sí se menciona el hecho de que tuvera manchas o eccemas en las zonas íntimas, debido a que iba con mujeres "sucias". Lo que expresaría que tenía relaciones con prostitutas.

Pese a ello, sabemos que en 1440 se casó Enrique con Blanca de Navarra; a la que dejó "incólume", por cuanto se anuló aquel matrimonio real. Todo lo que ahce sospechar que era impotente, o bien homosexual.

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Acerca de cuanto tratamos nos dice WIKIPEDIA: A Enrique se le ha achacado impotencia y homosexualidad y se le ha acusado de forzar las relaciones de su esposa con otros hombres. Incluso algunas fuentes incluyen la forma en que habría dejado embarazada a la reina, mediante una precoz técnica de inseminación artificial utilizando una cánula de oro (per cannam auream), y otras descripciones físicas que permitieron a Gregorio Marañón realizar su Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo (Madrid 1930), que diagnosticó al rey de displasia eunucoide con reacción acromegálica, y que en la actualidad se define como una endocrinopatía, posiblemente un tumor hipofisario, manifestando litiasis renal crónica, impotencia, anomalía peneana e infertilidad, además de caracteres psicopatológicos.

También en su época se atribuyó a Enrique el ser homosexual, en la obra de su detractor Alonso de Palencia y en poesías satíricas. Sin embargo, Alonso de Palencia acusa también de homosexualidad a Juan II de Castilla, padre de Enrique y de la propia Isabel la Católica, y de adúltera a su madre, la reina María. También se acusaba de homosexualidad a Álvaro de Luna y otros personajes notables de la corte, lo que hace sospechar que este tipo de acusaciones eran usuales en campañas de desprestigio. Gregorio Marañón, basándose en la obra de Alonso de Palencia habla también de la homosexualidad de Enrique, aunque llega a la conclusión de que no está probada.

SIC. https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_IV_de_Castilla

Ver: Ensayo Biológico sobre Enrique IV de Castilla y su Tiempo. De Gregorio Marañón, Ed. 1946 en Buenos Aires por Austral Libros, Espasa.

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(3): Citamos el libro de esta especialista en Los Fonseca: EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA,

ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

ADELAIDA SAGARRA GAMAZO

ANUARIO 1993 INSTITUTO DE ESTUDIOS ZAMORANOS "FLORIÁN DE OCAMPO" Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S .l.C.) DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE ZAMORA.

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(4): Alonso de FONSECA. El título exacto es Libro de los Fonsecas que hizo don Alonso de Fonseca del hábito de Samiago y Procurador de Cortes de Toro, natural de Badajoz, Madrid, 10 de abril de 1590. (Lo citaremos como Libro de los Fonsecas). Está depositado en el Archivo de la Casa Ducal de Alba (En adelante A. A.) en la sección documental del señorío de Coca y Alaejos, (citaremos Coca), caja n 232, n 6.

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SIC: CITA TOMADA DEL LIBRO DE ADELAIDA SAGARRA GAMAZO, VER (3).

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(5): SIC: "Los hermanos García Carraffa, en su Enciclopedia Heráldica y Genealógica Hispanoamericana puntualizan esta cuestión, barajando -por supuesto-- el posible ascendiente húngaro: «Se desconoce de manera precisa el origen de este linaje, no obstante su gran lustre y antigua nobleza ... Unos tratadistas creen que es originario de Portugal. Otros afirman que su primitiva casa radicó en Galicia. Otros dicen que procede del Rey don Ramiro 11 de León. Y otros finalmente, aseguran que desciende de la casa real de Hungría”

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(6): "En el año 1110 Mem Gonçalves da Fonseca y Maria Paes Tavares ordenaron la construcción de un convento, en el monasterio de Mancelos, que alojó a una comunidad de cartujos de la orden San Agustín hasta 1540". SIC: WIKIPEDIA: art. MANCELOS https://es.wikipedia.org/wiki/Mancelos

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(7): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO libro cita (3)

SIC:"Una vez asentado en su territorio, Pierres se casó con Ynes Basquez, y fueron padres de Men González de Fonseca, a quien los Carraffa denominan Men Rodríguez de Fonseca. Ambas fuentes coinciden en señalar que este contrajo matrimonio con doña Dordia González. Fue -según la Enciclopedia Heráldica ... - señor de Quintana de Fuenseca o Fonseca, «floreciendo» hacia 1100. Algunos autores afirman que «se halló en 1085, en la conquista de Toledo y que pasó a Portugal con don Enrique de Borgoña, a quien trajo en dote aquel estado su esposa doña Teresa, hija del rey don Alfonso VI de Castilla»

A partir de esta generación se diversifican los testimonios. Alonso de FoQseca hablaba de dos hijos de doña Dordia y don Men, Rui y Pedro Méndez de Fonseca. Pedro murió en la guerra; Rui participó también en la reconquista y se casó con Urraca Ruiz. Su hijo Men Ruiz de Fonseca sirvió a los reyes don Sancho y don Alonso II de Portugal, muy valerosamente. Contrajo matrimonio con doña María Pérez de Tabares, con quien tuvo dos hijos: Vasco y Rui Méndez de Fonseca. Vasco Méndez llegó a ser privado del rey don Alonso, que le recompensó generosamente por sus servicios con haciendas y mercedes, además de la que él pudo adquirir por su cuenta. Así, le fueron concedidas en la villa de Mora «cassas, vinnas, eredades, guertas y riberas, e defessas e haceñas, en Cafara, cassas y eredades de pan llevar, e vinnas e defessas, en Oda, cassas y eredades de pan llevar e cañares de pescaso ... ».

Vasco Méndez casó con doña Mayor Martín, de la que nacieron tres hijos varones: Ruiz Lorenzo Vázquez de Fonseca, y Vasco Fonseca, que sería obispo de la Guardia. Los Carraffa, en cambio, presentan una sucesión diferente, aunque coinciden en algunos puntos clave: denominan al hijo de don Men Rodríguez de Fonseca, Gonzalo Méndez, añadiendo que sirvió al rey Alonso de Portugal y que se casó con Urraca Ruiz. Su hijo Men González de Fonseca -Men Ruiz de Fonseca en el Libro de los Fonsecas ... - fue señor de Quintana de Fonseca, peleó junto a Sancho 1 que le concedió repartimientos en Portugal, y fundó y dotó el monasterio de Mancellos”.

PAGS 425/426

SIC:

Don Pedro Rodríguez de Fonseca sirvió a don Dionís y a don Alonso IV de Portugal, combatiendo en sus filas en la batalla del Salado, en 1340. Se casó con Mayor Pérez y fue padre de Rui Pérez de Fonseca, vasallo de Pedro I. Fue muy rico y, además de su patrimonio, recibió grandes mercedes de la Corona: en Fuente del Real una heredad de pan llevar y dehesas: en el Vito, casas y heredades de pan llevar; «e guertas e aceñas a do llaman agua dos pejes»; en Castil Rodrigo y sus términos, casa, viñas y tierras de cereal. Todo ello estaba guardado - los privilegios rodados- entre los papeles antiguos, en el memorial familiar. Casado con Leonor Estévanez -Los García Carraffa le hacen marido de Mayor Pérez, hija de Pedro Estévez- tuvo un hijo, Rui Pérez de Fonseca, que fue caballero contino de don Alonso y de don Pedro I de Portugal. Según Fonseca, «era enfermo y no pudo dar a conocer su persona y anssise hac;e a que (hay) poca rrelación del»23. Este Rui Pérez se casó con Leonor Rodríguez, y, al enviudar, con Inés Acuña o da Cunha, con la que tuvo un hijo, Pedro Rodríguez de Fonseca, que fue el último señor de Quintana de Fonseca”.

Pag 427

CITANDO A

A. y A. GARCÍA CARRAFFA. Enciclopedia Heráldica y Genealógica Nispa11oamerica11a . Tomo XXX III.

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(8): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 428; op. cita (3) SIC: citando: Libro de los Fonsecas, (1). A. A. Coca, caja 232, n/6, fol. 7r.

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(9): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 429 «Ben saveis pho "dereito que tenho e me perteneçe ser rey de Portugal e como con toda ha berdade e justiçia me han alçado por rey della en Lisboa adonde emfico façiendo justiçia de mis contrarios e merçe a os que para mi selen e guardan a minha voz, por tanto os rruega e amonesto que luego que bos esta deren minha parte, bos benhais a mi e se vos dara libremente os castellos e façienda que tendeys echa vos en este reyno e se bos guardara todo justiçia como a homes fidalgos se costuma guardar ... »zs. [de Lisboa a 16-ill-1393 (sic. 1383)].

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(10): SIC ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 430

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(11): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 431; cita (31): Vid. NAVARRO TALEGÓN, José. Catálogo monumental de Toro y su Alfoz. Caja de Ahorros de Zamora. Zamora, 1980. Pág. 53.

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(12a): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 431, 432

Como pago por sus servicios, Fonseca recibió los nombramientos de Guarda Mayor, Aposentador Real, Capitán de la Guardia Real, y comenzó a formar parte del Consejo. Además, le fue concedido el señorío de las Tercias del Obispado de Badajoz, que ya en tiempos de Enrique III --que le confirmó todos sus privilegios- incluiría una casa real en Toro. Por este derecho, Rodríguez de Fonseca percibía las dos terceras partes de las tercias de los diezmos del obispado de Badajoz, su tierra, y de la ciudad misma; es decir de las villas de Valverde (de Leganés), Albuñera, Talavera (la Real) ,

Almazarete, Fresnos, Torrequemada, Fuente de Omendo, Val de Sevilla, Los

Pag 431

Revellados, Los Artos, Villar del Rey, Arroyo del Puerto y sus anexos (....)

Pedro Rodríguez de Fonseca alcanzó, antes de morir; 1 de enero .de 1419-, los días de Enrique IV, a quien acompañó a las Cortes que se celebraron en diciembre de 1393; y después los de don Juan II, que le confirmó todas sus mercedes y privilegios”.

Pag 432

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(12b): Explica la misma autora que por una “Tercia” se debe entender:

La percepción de las tercias era casi un ritual. Había un modo acostumbrado de dezmar en cada lugar. Por ejemplo, en Valverde, -desde tiempo inmemorial- se amontonaba todo el grano, dividiéndose en tres partes. La primera correspondía al obispado y cabildo de la catedral; la segunda al cura de Valverde; y de la tercera, se volvían a hacer tres tercias: dos para el rey o en su caso para aquellos quienes se las cediera -los Fonseca- y una para la fábrica”.

IDEM CITA ANTERIOR.

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(13): VASALLO TORANZO, Luis

Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018

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(14): Añade ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 434: “Según Alonso de Fonseca, acrecentó el mayorazgo con rentas valiosas, y la casa de la familia en Toro. En la Colegiata de Santa María, de dicha ciudad, dotó una capilla, y fundó dos capellanías sobre un juro de heredad que disfrutaba, con una dote de 3.000 maravedíes. Allí hizo trasladar los restos de sus progenitores en 1432”.

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(15): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 435

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(16): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 434

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(17): Para conocer más sobre Alonso de Fonseca, recomendamos el libro:

Los Fonseca : linaje y patronato artístico de Luis Vasallo Toranzo. -ver cita (13)-

Capítulo 2. LOS SEÑORES DE COCA Y ALAEJOS. POLÍTICA, RELIGIÓN Y FAMILIA Pag. 47

1. EL ARZOBISPO ALONSO DE FONSECA EL VIEJO, FUNDADOR DEL MAYORAZGO; 47

El arzobispo Alonso de Fonseca el Viejo, alto consejero de Enrique IV ; 47

Los herederos: Hernando de Fonseca y Alonso de Fonseca ; 53

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(18): SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 446: "Alonso Fonseca y Avellaneda, combatió en la batalla de Toro, en la Vega del Duero, entre esta ciudad y Zamora, tal como lo recogió Andrés Bemáldez en su crónica, cuando relata que «como el Rey don Femando sintió que se querían ir, mandó prestamente alistar toda la gente que allí tenía, y fizo muy aína con mucha madera adosar lo quebrado de la puente, e pasó en pos el rey don Alfonso hasta dos mil e quinientos de a caballo e cinco mil peones poco más o menos, e ordenadas sus batallas, llevando la delantera don García de Toledo, duque de Alba con una gruesa batalla de caballeros sus parientes, casados con dos sobrinas suyas, el uno era don Alonso de Fonseca, señor de Coca y Alahejos»" .

Del mismo modo, combatió allí su primo Antonio de Fonseca y Quijada, quien logró dar entrada a las tropas de los Reyes Católicos en la villa toresana.

"Don Alonso de Fonseca y Quijada fue pieza fundamental en la toma de esta plaza, que era junto a Zamora, el gran bastión de los portugueses en Castilla. Efectivamente, Fonseca -señor de Villanueva de Cañedo, y obispo de Avilaesperaba frente a las murallas de Toro con las tropas de la reina, pero la ciudad se mostraba inexpugnable. Sólo por la zona del río la vigilancia era menor, debido a lo escarpado del terreno. Gracias a la información recibida de un tal Bartolomé, pastor, el obispo Fonseca supo que el único punto por el que sería posible penetrar en la ciudad era precisamente el cañón de la Magdalena. Guiadas por el toresano, las tropas de doña Isabel entraron en la plaza fuerte la noche del 19 de septiembre" SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 447

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(19): SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 450 y 451

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(20): SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 453 a 456

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(21): SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 447 “Pero en 1476 no fue esto lo único ocurrido. Desde el mes de marzo, la alta nobleza había ido descendiendo, adviniéndose a pedir perdón a doña Isabel. En el mes de abril se celebraron Cortes en Madrigal. Los Reyes decidieron que en adelante habría dos contadores mayores para mejor atención de su trabajo. Se estableció además el límite de los intereses pagados. Se suprimió la recaudación directa, se crearon la contaduría mayor de rentas, y la Hermandad, que tenía por fin devolver la seguridad en los caminos. Se trataron además otros temas importantes: las rentas recaudadas que escapaban a Roma, los beneficios eclesiásticos concedidos a extranjeros, etc” .

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(22): EL TORESANO DON ANTONIO DE FONSECA Manuel Otero Toral

https://proculto.net/revistas/revista4/fonseca.htm

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(23): El castillo de Coca y su fascinante sistema defensivo. David Rubio

https://www.youtube.com/watch?v=m5ZhZSHZYTo

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(24): Tomado del trabajo de Manuel Otero Toral (22) quien escribe:

En el libro IV de la primera y más importante novela pastoril de la literatura española, titulada Los Siete Libros de Diana, escrita por el poeta portugués Jorge de Montemayor y publicada en Valencia en 1558”

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(25): Nos referimos al Alto chambelán de Carlos V; Enrique Contar de Nassau-Dillenburg, vizconde de Amberes y señor de Breda. Que tomó por esposa a Mencía de Mendoza y Fonseca; hija de María de Fonseca y de Rodrigo, el primogénito del Cardenal Mendoza.

DESCENDIENTES DE BEATRIZ RODÍGUEZ DE FONSECA Y DE JUAN A. ULLOA, CUADRO GENEALÓGICO:



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