martes, 3 de abril de 2018

HADA LÍA Y EL CABALLERO DE RODAS (SOBRE LA FUNDACIÓN DE MOTA Y DE ADALIA).

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Las leyendas contienen un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.
ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general de leyendas: http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/01/indice-de-leyendas-de-la-mota-del.html
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, Vista de los campos de Mota del Marqués, con su castillo en el centro; en una imagen tomada desde Adalia, por la arquitecta Clara Justo Alonso. Al lado izquierdo de la fotografía podemos distinguir esta población junto a Mota, que dista unos tres kilómetros de su cabeza de partido judicial (tal como se aprecia al fondo del paisaje). Abajo, fotografía de Adalia -realizada también por Clara Justo Alonso- desde un alto de los montes Torozos, donde se aprecia alguno de sus palomares. La leyenda de hoy trata de una historia sucedida en esta pequeña población cercana a Mota y se fecha hacia el fines del siglo XIV; momento en que se considera que Adalia fue fundada por los cruzados de San Juan de Jerusalén (por entonces conocidos como caballeros de Rodas).
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JUNTO ESTAS LINEAS: Senda de “La Pelibaya”; camino entre Mota del Marqués y Adalia, en el que se recuerda que hace siglos murió una mujer arrollada por una tormenta. Junto a este lugar -hace algún tiempo- se halló una cruz tallada en caliza blanca, que presentaba varias inscripciones. La fotografía que vemos, me fue enviada por Clara Justo Alonso, con el fin de proporcionarme datos acerca de la historia de esta extraña señora; que se recuerda de pelo “bayo”, de la que se dice vivió en tiempos de la fundación de Adalia y que murió en estos caminos, tras ser alcanzada por un rayo (en tortuosas circunstancias).
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Al lado: Imagen que también nos envía Clara Justo Alonso, con la cruz tal como fue descubierta. En sus brazos leemos raras letras, que a mi juicio fueron inscritas de un modo esotérico o “extraño” y mucho después de la creación del pedernal. Sobre la época en que puede fecharse esta lápida; a mi entender la considero del siglo XVI y más bien del XVII; aunque podría remontarse a una etapa anterior (no sobrepasando nunca el Renacimiento). Al parecer, hay quienes afirman que se trata de la losa original que pusieron en memoria de La Pelibaya en su momento; al morir esta mujer allí, atravesada por un relámpago durante la Baja Edad Media. No lo creemos; aunque sí pudiera tratarse de una segunda lápida depositada en el lugar, tras haber trasladado la primera estela (bajomedieval) a la tumba definitiva de “La Pelibaya”. Puesto que dice la leyenda, esta mujer fue enterrada tiempo después junto su amado, inhumada en las cercanías del Castillo de Mota del Marqués. 
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Abajo: Otra imagen también tomada por la arquitecto de Mota, Clara Justo Alonso. En esta observamos la misma cruz sobre caliza blanca y podemos considerar su tamaño, al contener la foto un pié de mujer sito junto a la lápida. Tratándose a mi juicio, de una pieza de unos sesenta centímetros de alto, por unos cuarenta de ancho y diez de grosor (aproximadamente). Sus dimensiones y trabajo nos llevan a pensar que sería una piedra tallada en tiempos cercanos al siglo XVII, mientras los ilegibles signos que aparecen en los brazos de la cruz -a mi juicio- fueron añadidos muy posteriormente. Quizás con fines recordatorios sobre la vida y nombre de la mujer que referimos: La Pelibaya, famosa por sus amoríos y por su mala vida; cuya existencia pecaminosa terminó en este lugar, por el destino de un rayo (tal como narra la leyenda que a continuación leemos).
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1) INTRODUCCIÓN:
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La historia que hoy recojo, nos ha sido referida en parte por Clara Justo Alonso, arquitecta de Mota del Marqués. Quien junto a algunos amigos, no hace mucho vio esta cruz tallada sobre caliza blanca. Una pequeña lápida que -según mencionan los más viejos del lugar- pertenecía a una mujer apodada “La Pelibaya”. Personaje unido a Adalia y a Mota, que fue calcinada hace siglos por un rayo caído sobre ella en el mismo punto del camino donde encontraron el pedernal blanquecino -en imágenes, sobre este párrafo-.
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Acerca de todo ello, hace unos días me envió Clara Justo las fotografías que tomaron de la estela, preguntando si conocíamos la leyenda de esa mujer y sugiriendo una traducción para los signos escritos en aquella cruz. Sobre de lo primero, hube de reconocer no haber oído jamas hablar de esta Pelibaya que habitó en Adalia; de enorme belleza, cuyo vello y cabello eran de extraños tonos discordantes (similares a los del caballo bayo, que tiene crines negras y pelaje blanquecino). En cuanto a los signos inscritos en el pedernal, hube de comentar que a mi juicio eran apócrifos (por no decir falsos, o muy posteriores a la talla de la cruz en caliza). Creyendo que alguien los habría marcado allí para señalar la historia, o incluso para darle más morbosidad al caso; aunque ya tiene mucho de terrible el suceso que refiere la historia, marcando el lugar en que fue atravesada por un rayo, aquella mujer de “pelo bayo”, mientras escapaba durante una noche de tormenta.
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Al carecer de datos y al no tener noticia alguna de su leyenda, pregunté a los lugareños sobre la historia; quienes pronto me fueron explicando quién fue esa fémina de rubios rizos y de melena negra, que encandilaba a los caballeros de Mota y a los asentados junto Adalia (en los días que se fundaba esta última población). Consecuentemente deduje que su historia se debe situar entre 1310 y 1520, pues en toda ella se hace referencia a los soldados de la Orden de Malta, como caballeros de Rodas; también mencionándolos con el nombre de caballeros de San Juan. Así pues, sabiendo que los cruzados de San Juan de Jerusalén tuvieron su sede en la isla de Rodas entre los años 1310 y 1520, hemos de calcular -por las referencias de esta historia-, que la leyenda narra unos sucesos acontecidos hacia 1400. Cuando Mota del Marqués era ya un conocido emporio teutón; y en los años en que podemos suponer se fundaría Adalia (por los caballeros de San Juan, establecidos junto a Mota). Partiendo de estos datos nos será fácil fechar y conocer la curiosa historia de la Pelibaya; de quien los vecinos del lugar nos han ido reconstruyendo su leyenda (para que pudiéramos finalmente redactarla).
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Al lado: Imagen de la piedra tallada, en la que hemos intentado leer lo que inscribieron. Pudiéndose interpretar en este caso (según las sombras de la fotografía):
LA PELI VALLA -texto que hemos destacado en azul, arriba-
A su vez es posible ver también:
APELIS MALA VID -en rojo sobre la imagen-
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Abajo: Otra foto similar, con luz diferente y en la que hemos distinguido la siguiente inscripción posible:
APELI MIA RIP




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Al lado: De nuevo, foto de la misma piedra, con sombreado distinto y donde parece leerse:
ADALIA MIA ?O
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Abajo: Última imagen, en la que vemos los signos y conforme la luz deja interpretar, veríamos:
ADALIA MALA VID.
Durante la leyenda comprenderemos por qué el apelativo de Pelibaya puede mezclarse con el nombre de Adalia; ya que dicen también llamaron “Hada Lía” a esta mujer, porque con su belleza embelesaba a los cruzados, encantándolos cual un “hada liadora”. De ello la posible alusión en la lápida, a “Hada Lía de la mala vida”.


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2) LEYENDA DEL CABALLERO DE RODAS Y LA PELIBAYA:
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Dice la Historia que cuando los caballeros de San Juan se establecieron en el llano que hoy llamamos Adalia -con el fin de proteger el Camino de Santiago-; hasta allí se llegaron también bellas meretrices, de mala “profesión” y de peor “pelaje”. Era común que así lo hicieran, pues la función de aquellas lozanas era tan antigua como conocida; sacando el dinero a los soldados, quienes tan solos como aburridos -apostados en un lugar determinado- no tenían más entretenimiento que estas compañías en sus horas tristes. Pese a todo, algunos las llamaban “bruxas” o “encantadoras”, ya que su “trabajo” se consideraba un oficio tan antiguo como pecaminoso. Incluso peligroso, pues en ocasiones caían en sus brazos los más valerosos soldados; quienes tras yacer con ellas, ya no veían más destino en su vida que dedicar su oro y su tiempo, en retornar a su regazo... . 
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Así fue como apareció una de las más bellas meretrices en ese llano, sito junto a Mota del Marqués -lugar al que después dijeron Adalia-. El nombre de esa preciosa ninfa lo desconocemos, aunque se hacía llamar “La Pelibaya”, pues aunque lucía un precioso cabello negro, presumía de tener el “pelo bayo”. Todo aquello era un desplante, expresado con tal descaro ante la soldaresca; que cuando los caballeros la escuchaban, quedaban ruborizados. Sobre todo mientras la mujer decía:  
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- ¡A vos...  Caballero, soldado!. 
Si mi melena negra oteas, 
sé que conocer deseas, 
mi pelo bayo, encalado;
de tono rubio y rizado...
Que no luzco en la azotea,
sino en un umbral muy tapado... -
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Pese a aquellas insinuaciones tan groseras, que continuadamente expresaba en verso La Pelibaya; todos reían a su paso, sin tenerla por ordinaria. Pues era tan maravillosa la perfección de sus rasgos y la languidez de su cuerpo; que nadie -hombre o mujer- podía dejar de admirarla. Más aún sucedía con los tristes cruzados de San Juan, que en ocasiones llegaban hasta Valladolid, tras años en el campo de batalla. Quienes al enfrentarse a tanta hermosura, no dudaban en pagar altas sumas por conocer el misterioso “bayo”, que aquella Venus predicaba. De quien todos sabían que guardaba como tesoro, un vellocino áureo y muy distinto a sus cabellos -negros-; tal como sucede en los caballos bayos, cuyas preciosas crines azabache contrastan con el curioso color blanquecino del cuerpo.
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SOBRE Y JUNTO A ESTAS LINEAS: Dos fotografías de la arquitecto Clara Justo Alonso, tomadas en Adalia. En la imagen superior, subida a la ermita de Nuestra Señora de las Viñas, en los campos donde sucede la leyenda del caballero de Rodas y La Pelibaya. Al lado, el pequeño templo humilladero dedicado a las viñas, situado a la salida de esta población. Es uno de los pocos edificios sagrados que se conserva en este pueblo junto a Mota, donde al menos hubo tres iglesias (casi todas fundadas por los caballeros de San Juan de Jerusalén -antes de Rodas y hoy Malta-). El pequeño pueblo, de gran solera nobiliaria, perteneció en dos tercios a esta Orden Hospitalaria Sanjuanista, por entonces asentada en la isla de Rodas (mientras una tercera parte era señorío de los hijos de Garcí Fernández Sarmiento). Siendo su principal templo y advocación por entonces, la de Santa Olalla (Santa Eulalia); cuyo santuario desapareció en el siglo XIX, al igual que sucedió con la iglesia de El Salvador. Como indica Jose Ma. Arévalo, quien añade que esta Santa Eulalia pudo ser el origen etimológico de Adalia; aunque muchos otros consideran que el nombre de esa población nace desde la voz Adalid (propia de los caballeros medievales y como señala la historia que relatamos).    
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SOBRE, Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías del castillo y ermita de Mota del Marqués, tomadas desde diferentes ángulos y en el camino de Adalia (en las proximidades de esta localidad). La leyenda que hoy recogemos tiene su desenlace en una noche de tormenta, en las tierras que vemos en estas imágenes. Para hacernos una idea del poder que la luz y las sombras contienen en estos lugares, recojo algunas fotos de atardeceres -comunes en los meses de primavera y de otoño-. En los que los cielos se cubren de nubes y producen efectos lumínicos que bien parecen artificiales. Los lugareños atribuyen este juego de luces y sombras, al recuerdo y a las apariciones de La Pelibaya (junto a su amado caballero de Rodas); quienes fueron víctimas del rayo y de las tormentas.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Otras dos fotografías del atardecer en Mota del Marqués, con su castillo y ermita en el alto. En este caso las imágenes fueron tomadas durante el verano y desde el camino a San Cebrián de Mazote. Observemos cómo el ocaso y el amanecer en la zona es de una tremenda teatralidad liminosa; todo lo que se atribuye a esta extraña mujer que murió junto a Adalia (víctima de una tormenta) y a sus apariciones en el cielo motano.
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Así -como antes narrábamos- fue el modo en que La Pelibaya enamoró a uno de los mejores caballeros de San Juan; quien tras regresar de la Isla de Rodas y haber luchado en Tierra Santa, pasaba por aquel llano vallisoletano, rumbo a Santiago. Allí tomó el soldado unos días de reposo, durante los que la mujer no reparó en enseñarle su “vellocino” y cuantas artes amatorias conocía. Porque el cruzado venía cargado de “bezantes”; como llamaban a las monedas bizantinas de oro, que traían algunos de los más ilustres guerreros, en su triunfal retorno a nuestras tierras. De ese modo, este insigne soldado que pasaba por Adalia como peregrino, quedó embelesado con aquella mujer a la que todos ya apodaban el “Hada Lía” -porque sabía liar a los caballeros como solo un hada lo lograba-. Y aunque el infanzón iba camino de Santiago, para entregar gran parte de su fortuna al Apóstol; con el posterior fin de contraer matrimonio en tierras gallegas. Tras conocer a “Hada Lía” no pudo seguir más en la ruta jacobea; entreteniendo el resto de sus días con esta bella, de curiosos vellos.
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Tan absorto estaba aquel jinete y tan abducido por la mujer; que pronto le propuso matrimonio. Pero La Pelibaya, para casarse solicitó que le regalase toda su bolsa con bezantes de Constantinopla -como prueba de amor inquebrantable-. El caballero, muy afligido, le repitió que en la saca llevaba más de mil monedas de oro ganadas en justa batalla; de las que quería entregar la mitad al Apóstol Santiago, dedicando el otro medio a casarse y fundar mayorazgo. Deseando guardar tras su diezmo, al menos unos quinientos bezantes para comprar tierras y vivienda, en un lugar próximo a Galicia. Por lo que si deseaba contraer matrimonio con él, debía adherirse a la misma promesa; marchar juntos hasta la tumba del Apóstol, dejando la mitad de los dineros en el limosnero de la catedral compostelana. Solo después de eso, contraerían matrimonio; disponiendo ya ella el resto del capital, para comprar hacienda y terrenos con los que vivir juntos para siempre.
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Fue así como la Pelibaya (“Hada Lía”) accedió a los deseos de su amado y con ese fin decidieron emprender viaje hacia Santiago. Durmieron la primera noche en el llano de Adalia, preparando la salida inmediata hacia la Ruta Jacobea; aunque la mujer ya tenía pensado robar la saca con mil monedas y huir ese mismo día. Así fue como lo hizo; en cuanto pudo tomó a escondidas el odre pleno de oro y aprovechando una fortísima tormenta, corrió, alejándose del lugar (sin que nadie apercibiera su falta). Para que no pudieran seguirla, ni más encontrarla; partió por los caminos aledaños del llano, con el fin de esconderse en los Montes Torozos. Y mientras se aferraba a su bolsa de riquezas, anduvo a toda prisa entre las lluvias con truenos; apresurándose más al verse ayudada por la noche y la tormenta, sabiendo que al día siguiente sus pasos no podrían ser seguidos -pues era tal el aguacero, que las pisadas se borraban al levantar las suelas-. En esos momentos, mientras escapaba a escondidas y viéndose ya segura, quiso comprobar la cuantía del saco que había robado a su amado. Así, parapetada bajo un enorme árbol seco, abrió el odre y allí aparecieron las mil monedas de oro, todas en un puñado, resbalando entre sus manos... . Pero en ese mismo instante, un tremendo rayo cayó desde el cielo, y dirigiéndose hacia el alto tronco, fue atraído por el noble metal; llegando a fundir las monedas de oro, atravesó el cuerpo de La Pelibaya. Quien hasta el último instante sujetaba los bezantes con avaricia, mientras quedaba junto al árbol convertida en carbón; a la vez que los dineros hervían, transformándose en un bloque amorfo.
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A CONTINUACIÓN: Varias imágenes de los campos cercanos a Adalia y a Mota del Maqués durante las noches, cuando las nubes y las lluvias conforman luces que los lugareños dicen están enviadas por La Pelibaya sosteniendo sus bezantes y su rayo. Como podemos ver, el juego de luces y sombras es espectacular en cualquier época del año.

Al lado: En el camino a San Cebrián.
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Abajo: En el camino a Adalia.
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Al lado: En los montes Torozos, un extraño haz de luz surgido entre Mota, Adalia y San Cebrían.
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Abajo: Otra imagen de los Montes Torozos, en las cercanías de Alalia; durante los atardeceres rojos, cuyo color se atribuye a La Pelibaya que desde los cielos aún arde junto a sus monedas de oro.
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A la mañana siguiente, se despertó el pobre caballero de Rodas y al ver que su amada no estaba, faltándole también la bolsa con los dineros; pronto comprendió quién se los había hurtado. Tardó en entenderlo, pero al fin admitió su error; dando gracias al Apóstol por haber evitado de ese modo su boda con una mujer que no le amaba. Al menos era ese su consuelo, aunque su infortunio no había terminado aún, pues pronto le llamaron algunos vecinos, llegados desde los caminos; narrando que en uno de ellos habían visto el cuerpo calcinado de su prometida, junto a un extraño bloque de oro. El triste soldado se acercó hasta aquel lugar donde estaban los restos de su amada. Recogió lo que de ella quedaba y cuanto había de las monedas de oro, partidas y convertidas en una masa fundida, que ya muchos habían expoliado. Dispuso que la enterrasen allí mismo, cristianamente; y que se levantase una cruz en ese lugar del camino donde murió. Pagando una fuerte suma para que en ese punto colocaran un crucero en su memoria; sin apodo alguno, ni menos leyenda que narrase la triste historia (siquiera con su nombre, pues todos la denominaban “Hada Lía” o la “Pelibaya” -apodos que nadie vería nobles; ni menos, apropiados...-). 
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Días después, el caballero se dirigió hasta Santiago de Compostela, donde entregó cuanto quedaba de la saca de oro; ya fundida y medio hurtada por quienes antes que él, pasaron por ese desdichado camino -donde el rayo cayó-. Tras ello, el soldado regresó al lugar donde todo había sucedido, y arrodillado ante la tumba de su amada, prometió acompañarla para siempre. Así, haciéndose lego, tomó hábitos; ingresando en la Santa Espina, para vivir en este monasterio el resto de su vida -próximo al sepulcro de su adorada-. 
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Dice la leyenda, que para estar más cercano de ella, finalmente se trasladó en solitario y como ermitaño, a una pequeña cueva abierta, sita bajo el castillo de Mota del Marqués. Donde a su muerte levantaron un santuario al que llamaron Santibañez, por haber sido aquel venerable hombre, un caballero de San Juan ó Rodas -aunque más tarde el lugar sacro se convirtió en la ermita del Salvador (hoy derrumbada)-. Se narra también, que al fallecer el cruzado, ambos amantes fueron enterrados finalmente juntos en aquel lugar del alto de Mota, donde por entonces se hallaba el cementerio de los caballeros teutones (quienes tuvieron a bien admitir entre los suyos a ese valeroso soldado de Rodas). Y por este “adalid” de bravura y bondad del cruzado de San Juan, es por lo que este lugar fue llamado Santibañez de Mota y a su pedanía vecina se la denominó “Adalia”. Una población cuyo nombre no procede de esa mujer a la que todos decían “Hada Lía” -tal como algunos afirman-; sino por el adalid de aquel gran soldado, que un día vino triunfante desde Rodas a Valladolid.
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Y como muestra de que todo lo narrado sucedió y fue cierto; dicen que aún se pueden ver entre las nubes, en los cielos de Mota y de Adalia, al caballero de Rodas y a su amada (La Pelibaya). El primero, enamorado, surge vistiendo armadura y como figura yacente entre las nubes. Mientras ella se manifiesta provocando luces de fuego en los atardeceres, componiendo preciosos cielos de colores -como fueron los de su pelo-. Aunque su rostro aparecido entre los nubarrones a la puesta del Sol, siempre manifiestan una cara horrible, de mujer asustada y abrasada. 
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DOCUMENTACIÓN ICONOGRÁFICA: A continuación recogemos varias imágenes tomadas en la zona, donde podemos observar las famosas apariciones del caballero de Rodas y de La Pelibaya (sobre los cielos de Mota y Adalia). Asimismo, veremos fotografías del castillo de Mota y de su ermita, originariamente dedicada a San Juan. Templo actualmente derruido y que fue reedificada en el siglo XVII como iglesia del Salvador, aunque como sabemos era un pequeño santuario de advocación a la Orden Hospitalaria y dependiente de la diócesis de Zamora (no de Valladolid). Todo lo que explica el antiguo nombre de Mota del Marqués como Santibáñez de Mota (San Juan del montículo) en memoria seguramente de esos caballeros hospitalarios (de San Juan de Jerusalén) que convivieron junto a los cruzados teutones, también establecidos desde el siglo XIII en aquella “Mota”.
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Al lado y abajo: 


Atardeceres y luna, en Mota.










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ARRIBA Y ABAJO: Aparición del caballero de Rodas, en una nube sobre Adalia y Mota, en verano de 2018. En la foto superior vemos el paisaje general, con el nubarrón sobre las tierras de estas dos poblaciones. Abajo, la misma imagen recortada, en la que explicamos la posición del aparecido en el cielo.
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.MÁS ABAJO: De nuevo el caballero de Rodas, sobre los cielos de Mota una tarde de verano de este año. En la imagen se puede apreciar perfectamente el soldado vistiendo yelmo con cuernos y lambrequines; sujetando una espada, tumbado y vistiendo una gran capa.
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ARRIBA, AL LADO Y ABAJO: Aparición de la dama Pelibaya sobre el castillo de Mota. Como hemos dicho, es normal la aparición de esta dama en forma de fuegos y nubes extrañas durante las puestas de sol; produciendo luces y figuras en las que veremos su rostro expresando el horror de la abrasada por el rayo. En la foto superior, el paisaje con “Hada Lía” entre rayos y nubes, sobre Mota; en la de al lado, el rostro de ella recortado (explicado); abajo, la primera foto, con la cara de la Pelibaya en detalle y en la parte baja.
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Al lado: Subida al castillo de Mota; en el altozano, antes de alcanzar la torre, llegamos a la ermita del Salvador (antaño santuario de Sant Iván de Mota).
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Abajo: Estado en el que se encuentra esta ermita del Salvador desde los años sesenta (cuando cayó su techumbre y fue expoliada por la rapiña y por interesados en adquirir lo que en ella había).






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Al lado: Vista lateral de esta pequeña iglesia, hoy derruida, pero que hace unos setecientos años fue un santuario dedicado a San Juan (de Jerusalén). Seguramente levantado por los caballeros de esta advocación, que junto con los tutones se establecerían en este punto, para guardar el Camino de Santiago.
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Abajo: Vista de Mota del Marqués, tomada desde la parte alta del castillo; en primer término la iglesia de San Salvador.

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Abajo: Otra vista de Mota y de los campos de Adalia (a nuestra derecha, en la foto). Sobre aquellos dos pueblos, lo que parece una lengua de fuego, luminosidad espectacular que se produce en los atardeceres motanos y que muchos identifican con el espíritu de Hada Lía, La Pelibaya. 
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ADENDA: Tras publicar la leyenda un lector nos avisa de que la silueta de Hada Lía



se manifiesta sobre los cielos de Mota y Adalia comúnmente en forma de dragón



(gran serpiente voladora). Indicándonos que en las anteriores fotografías no



habíamos explicado bien la silueta de la dama de las nubes; tal como



(ver en la imagen superior el rastro similar al de un enorme ofidio y




 abajo la cabeza   del dragón).


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ARRIBA, AL LADO Y ABAJO: Aparición de la dama de los cielos sobre Mota, en forma de sierpe voladora. Arriba, la foto anterior más destacada. Al lado, la silueta del dragón destacada. Abajo, la aparición de la gran sierpe de nubes, recortada.






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ARRIBA Y ABAJO: Aprovechamos para divulgar de nuevo las dos fotografías iniciales del artículo, con Adalia y Mota (tomadas por la arquitecto Clara Justo Alonso). Publicándolas al tamaño mayor posible; para observar claramente las distancias entre ambas poblaciones y con el fin de poder disfrutar de la calidad de estas imágenes.
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ÍNDICE DE LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS

-CAPÍTULO I: EL CABALLERO DE SUABIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-CAPITULO II: DON JUAN DE AUSTRIA EN MOTA Y SU VISIÓN DEL EMPERADOR.
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-Capítulo III: San Francisco de Borja en el Castillo de Mota del Marqués (Parte primera: LA LIBERACIÓN DE CESAR BORJA Y SU TUMBA SECRETA)
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-Capítulo III: San Francisco de Borja en el Castillo de Mota del Marqués (Parte segunda: LA ENFERMEDAD DEL SANTO Y SU CURACIÓN GRACIAS A UN "CUERNO DE RINOCERONTE" HABIDO EN MOTA)
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-Capítulo IV: FRAY CALDERO Y EL LICOR DE CAFÉ
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-Capítulo V: EL ÚLTIMO VIAJE DE DON JUAN DE AUSTRIA (parte primera).
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-Capítulo VI: EL ÚLTIMO VIAJE DE DON JUAN DE AUSTRIA (parte segunda).
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-Capítulo VII: JUAN DE AUSTRIA Y EL HEREDERO AL TRONO DE FELIPE II
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-Capítulo VIII. LA MUERTE DE DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-Capítulo IX: EL REGRESO DE DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-Capítulo X: CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA (parte primera)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-Capítulo X: CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA (parte segunda)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-CAPÍTULO X (parte tercera): CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-CAPÍTULO X (parte cuarta): CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-CAPÍTULO X (parte quinta): CONJURA Y VENGANZA POR DON JUAN DE AUSTRIA
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-Historia del Marqués de Almeida (quien fuera Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque de Almeida, héroe en la Guerra de la Independencia)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-ISABEL CLARA EUGENIA Y LAS ÁGUEDAS, EN LA MOTA DE MARQUÉS.
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-La leyenda del chorizo y del pimentón Jeromín.
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-Del modo en que Nuestra Señora de Castellanos inspiró uno de los palacios más bellos del islam.
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
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-LAS SIETE DONCELLAS DE SANTIBÁÑEZ (de cómo ganaron la batalla de Simancas, los caballeros de Mota del Marqués).
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
-LA FUNDACIÓN DE SANTIBAÑEZ DE MOTA (el origen de Mota del Marqués)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2017/09/la-fundacion-de-santibanez-de-mota-el.html
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-ESPAÑA Y SU SIGNIFICADO (EL PODER DE LAS LEYENDAS Y LAS LEYENDAS DEL PODER)
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2017/10/espana-y-su-significado-el-poder-de-las.html
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-EL PERRERO, O “EL PEDRERO” DE MOTA DEL MARQUÉS
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2018/02/el-perrero-o-el-pedrero-de-mota-del.html
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-HADA LÍA Y EL CABALLERO DE RODAS (SOBRE LA FUNDACIÓN DE MOTA Y DE ADALIA).
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2018/04/el-hada-lia.html
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ADEMÁS:
Para celebrar que este blog ha superado los treinta dos mil lectores (más de 32.000 lecturas), aprovechamos incluir mi música para quienes quieran escucharla.
En primer lugar podremos oir PLÉYADES, sexto movimiento de los doce que tiene mi ballet TARTESSOS, compuesto y terminado cuanto estaba en La Mili en Sevilla, en 1982 (grabación en semidirecto en Japón 1991). PULSAR SOBRE:
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Tras ello invito a mis lectores a oir, la primera parte de MAEBASHI (LUZ); una de mis últimas obras. Suite de guitarra que también consta de doce movimientos, compuesta entre 2010 y 2011, dedicada a la ciudad en la que vivo (en Japón). En grabación semidirecta en Japón, pueden escuchar las tres piezas de la primera parte: LUZ (Atardecer, Amanecer y Luz de Maebashi).
PULSAR SOBRE SUS ENLACES:

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