sábado, 22 de abril de 2023

MARÍA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR MENDOZA (Romeo y Julieta en la España del Renacimiento) PARTE SEGUNDA: Los Mendoza, guerras e intrigas de la época.

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Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leerlo entre líneas, bastará con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.





SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes de Museo Lázaro Galdiano, de Madrid (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Arriba, una de las primeras salas, donde podremos encontrar piezas del siglo XV. En la fotografía vemos en primer término, una escultura que representa a Pedro de Luna, el famoso Papa que estableció su Corte en Peñíscola. Detrás, la predela del retablo de Esperandeo de Santafé; uno de los conversos de la Conferencia de Tortosa, promovida por el Papa Luna, entre 1412 y 1415.

Al lado, Sperandeo de Santafé, tal como se representa en su retablo, apareciendo como donante. Este primer Santafé de Tarazona, fue llamado Ezequiel Azanel hasta 1414 y era el rabino de la ciudad aragonesa; convirtiéndose al catolicismo en la Disputa de Tortosa -adoptando ese nombre-. Casado con otra conversa en segunda nupcias, tuvo con ella varios hijos, entre los que destacó Pedro de Santafé; juglar y poeta que cantó para los reyes de Aragón y Navarra. Aunque los vástagos nacidos de su primer matrimonio, permanecieron judíos; siendo su primogénito Isaac Azamel, rabino de Tudela en tiempos de Fernando el Católico. Al bautizarse Sperandeo en la Conferencia de Tortosa, tomó el apellido de su amigo y maestro, Joshúa Ha-Lorquí (médico de Pedro de Luna); quien poco antes había cambiado su nombre hebreo, por el de Jerónimo de Santafé.

Tras la caída del pontífice de Peñíscola -llamado el antipapa Luna- los conversos de Aragón se organizaron como una élite de poder; lo que les granjeó la enemistad de los cristianos viejos. Siendo fácil que aquellos neobautizados se hicieran con el mando del reino; porque -como hemos indicado varias veces-, los católicos de la época eran en su gran mayoría analfabetos; mientras casi la totalidad de la población de origen judío escribía en caracteres latinos y arameos. Ello, unido a los conocimientos de los rabinos (cuya formación duraba unos tres decenios; basada en la teología, medicina, física, matemática y astronomía); hizo de los nuevos cristianos una nueva clase alta, que ocuparía en pocos años los más altos cargos aragoneses. Un hecho que se resolvió finalmente con La Inquisición, que en entró en Zaragoza por mano de Pedro de Arbués; a quien deciden asesinar los conversos, en la llamada “Conjura de los marranos”. Después de aquello, fueron quemados y apresados los personajes más destacados del poder, con origen judío; para exterminar esa nueva élite que ocupaba los más altos cargos aragoneses, tras la Conferencia de Tortosa.

Abajo, Chiho (mi mujer) junto a la tabla principal del retablo de los Santafé en Tarazona. Podemos observar así su tamaño y tipología. Sabemos sobre este Sperandeo de Santafé (antes Ezequiel Azanel) que era padre del poeta Pedro de Santafé, quien se casó con la bilbilitana Juana de Santángel. Antes de ello, Pedro de Santafé había sido juglar en las Cortes de Olite y Zaragoza; siendo amante de la reina María de Aragón, mujer de Alfonso V y hermana de Juan II. Tras haber tenido cinco hijos con Juana de Santángel, fue quemado junto a toda su familia en 1499 (con más de ochenta años). Algunos de sus descendientes huyeron a Tudela (donde era rabino su primogénito); logrando sobrevivir allí, permaneciendo en esta ciudad navarra hasta que en 1840 se ven obligados a escapar hacia Caparroso y Olite -debido a una epidemia de cólera-. Sería pues Sperandeo de Santafé, el antecesor directo de Nicolás Santafé Arellano; a quien Napoleón III reclutó como banquero a fines del siglo XIX, debido a su origen judío.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes tomadas en el Museo del marqués de Dos Aguas, en Valencia (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Se trata de una bella caja cerámica, fechada en el siglo XV, que representa al Papa Luna en su tumba. Este segundo capítulo comienza hablando extensamente de Pedro de Luna; una figura de enorme interés, que nombró cardenal a Pedro de Fonseca. Un personaje histórico que tuvo gran fuerza en El Vaticano; y que -a mi juicio- fue el secreto heredado por los Fonseca, para convertirse en una saga de obispos y arzobispos que poblaron la España del Renacimiento.






A) INTRODUCCIÓN: El “misterioso” poder de los Fonseca en La Iglesia.

1) Pedro Rodríguez de Fonseca, cardenal de Santángelo:

En nuestra primera parte hemos explicado la historia de la familia Fonseca; cuyo origen como saga castellana, procede de un caballero portugués que se mantuvo fiel a Juan I, tras la batalla de Aljubarrota. Derrota hispana frente a los lusos, sufrida en 1485 y que supuso la separación plena entre ambos reinos; tras el triunfo de una rebelión nacida en Lisboa y apoyada por Inglaterra, que se enfrentó durante dos años al rey de Castilla. Expulsando a la heredera de la corona portuguesa; la princesa Beatriz, esposa de Juan I, por argumentar los rebeldes que el marido pretendía gobernar ambos países. Fue entonces cuando un puñado de nobles de Portugal decidieron mantenerse fieles a su señora (Beatriz) y hubieron de refugiarse en Castilla, eligiendo preferentemente la villa de Toro. Donde la soberana decidió retirarse, dedicando desde entonces su vida a la ayuda de estos exiliados de Aljubarrota. Así dijimos, que hacia 1385, llegaron a Toro familias como los Fonseca; desposeídos de sus títulos y heredades originarias. A los que el rey Juan I hubo de mejorar, conceder señoríos y prebendas, para premiar su fidelidad a Castilla. Estableciéndose desde entonces aquellos lusos leales, como una nueva aristocracia en nuestro país; que durante los siglos venideros jugarán un papel primordial en a Historia hispana. Destacando entre otros linajes: Los Acuña, los Sosa o los Pimentel; a más de estos Fonseca (últimos señores de Quintana de Fonseça).

De tal modo, en la primera parte estudiábamos como se exilió Da. Inés Díaz Botelho; prima de la princesa Beatriz, casada con Pedro Rodríguez de Fonseca; quienes se establecen en Toro, donde criarán a sus cuatro hijos: Pedro, Juan, Leonor y Beatriz. De los que destacaría el primogénito, que sería un famoso prelado -tal como relata Adelaida Sagarra-; señalando como llegó a “obispo de Sigüenza, y Cardenal de Santángel. Fue elegido por el Papa Martín V para tramitar la unión de las iglesias Griega y Latina, porque el emperador de Constantinopla (Manuel Paleólogo) había solicitado un legado a tal efecto. Sin embargo don Pedro no pudo llegar a cumplir dicha comisión ya que de paso por Roma -donde destacó por sus intervenciones en la Curia- tropezó por una escalera en el Vaticano y se mató" (26) . La importancia de este personaje es enorme; ya que sabemos, fue un colaborador cercano al Papa Martín V, al que se encomendó acabar con el Cisma de Oriente; es decir, unificar la Iglesia Ortodoxa con la Católica. Asimismo, su muerte en tan extrañas circunstancias, nos habla de unos hechos que hemos estudiar en profundidad; pues antes de que falleciera -este Pedro Rodríguez de Fonseca- fue uno de los pocos cardenales hispanos, que tras ser nombrado prelado por el Papa Luna, luego se posicionó en su contra. Oponiéndose cuando observa la senectud del que reinaba en Peñíscola, en contra del pontífice romano Martín; lo que nos indica que Fonseca se enfrentó al llamado “”Cisma de Occidente” (pese a haber pertenecido inicialmente a la Corte del llamado antipapa).

En este punto queremos profundizar, pues puede mostrar el origen de la importancia eclesiástica de la familia Fonseca; cuyo primer cardenal (al que le sigue de una saga de obispos y arzobispos) colaboró estrechamente con Roma. Siendo uno de los pocos prelados hispanos que se atrevieron a ir en contra del Papa aragonés, Benedicto XIII. Al que la Curia de Italia declara cismático y expulsa como apóstata; precisamente en los años que hablamos (de 1415 a 1420). Por cuanto narro, hemos de considerar que Pedro Rodríguez de Fonseca -cardenal de Santángelo-; pudiera haber intervenido en todos los movimientos que por entonces realizaba el pontificado de Martín desde Italia; para derrocar al que se mantenía en paralelo como Heredero de San Pedro -en la silla papal de Peñíscola-. Incluso, no es descabellado pensar que aquel primer Fonseca, participase de algún modo en el atentado que en esos días sufre el Papa Luna. Hablo de su envenenamiento en 1518, cuando tenía noventa años y que casi le produjo la muerte (dejándole maltrecho para el resto de su existencia). Tras haber ingerido arsénico, mezclado con azufre; ponzoña que históricamente sabemos, algún cardenal echó en sus comidas. Así fue como el nonagenario Pedro de Luna, sufre una grave crisis; que su médico personal pudo sanar al descubrir el origen del mal, logrando que viviera cuatro años más. Hablamos del converso Jerónimo de Santafé, quien le desintoxica con un remedio farmacológico, llamado desde entonces Tisana del Papa Luna (27) . Todo ello ocurre después de Pedro de Luna fuera declarado antipapa y hereje en 1415; tras subir al trono de Roma, Martín V. Momento en que se pretende por todos los medios que el aragonés desista en su cargo, para unificar la Iglesia, que desde 1375 se había mantenido dividida. Siendo aquella lucha eclesiástica, el reflejo religioso de la confrontación sangrienta que se vivía en Europa, llamada Guerra de los Cien Años; enfrentando a Inglaterra con Francia, donde participaban los reinos de Italia, junto a los peninsulares ibéricos (durante más de un siglo).




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes de La España Sagrada del Padre Flórez; en este caso las páginas 267 y ss. del tomo XVI; donde se habla de Pedro de Fonseca (primer cardenal y obispo de esta saga). Como podemos leer al inicio de esta biografía, considera a este prelado, el más antiguo de los Fonseca; un arribista o aprovechado, cuyo único interés fue “arrimarse” al poderoso para medrar. Más tarde narra como al ser elegido Papa, Martín V; Pedro de Fonseca de nuevo “se posiciona” con el mas fuerte, poniéndose al lado de los italianos. Que le nombran de otra vez cardenal (como había hecho decenios antes Pedro de Luna) y le otorga todo tipo de prebendas. Termina narrando. en la segunda y tercera hoja, el fallecimiento de Pedro Fonseca; cayendo por una escalera -comentando después su sepultura en El Vaticano-.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
dos imágenes donde podemos ver la calavera de Pedro de Luna. Al lado, carátula de un documental sobre este Papa y sus restos. Abajo, cartel de una exposición sobre el famoso pontífice, en el pueblo de Sabiñán, donde se conserva su expoliada tumba. El cráneo del Papa Luna, que vemos en imágenes; fue devuelto tras su reciente robo en el palacio del conde de Morata de Jalón. La historia de este interesante Pontífice (o antipapa, como quiera verse), no termina con su muerte. Pues tras fallecer, fue sepultado en Peñíscola, aunque muy pronto trasladaron sus restos a su pueblo natal de Zaragoza: Illueca. Allí se expuso la momia en una urna de cristal, lo que convirtió al lugar en un centro de peregrinación. Pero cien años más tarde, un fraile italiano, viendo la escena y la afluencia de gentes llegados de continuo hasta Illueca; decidió destrozar la referida hornacina. Por lo que hubieron de proteger la sepultura y sellar su tumba, emparedando los restos. Quien permanecieron en tranquilidad hasta que tropas francesas -en 1700 (sirviendo a los Borbón)- los expoliaron de nuevo, tirando los huesos al cauce del rio Jalón. Allí recogió su cráneo el Barón de Gotor, quien lo guardó en un fanal y lo mantuvo en el palacio del marqués de Morata de Jalón (sito en Sabiñán). De allí fueron robados en el año 2000, y considerando que era una gran reliquia, pidieron un rescate. Finalmente, la Guardia Civil logró recuperar el cráneo, que fue entregado a la iglesia de Illueca; de donde había sido expoliado tres siglos antes.



2) Papa y antipapa; lucha de poder en plena Guerra de los Cien Años:

De tal manera, pretendieron que Pedro de Luna desistiera como heredero del mandato de San Pedro. Aunque el aragonés decide “seguir en sus trece” y continuar siendo Benedicto XIII, sin dar su brazo a torcer. Pues realmente era el único Papa legítimo, tras el Cisma de Occidente; que desde 1378 había dejado la Iglesia Católica dividida en tres partes. Ruptura provocada cuando se eligió un primer Pontífice italiano, en un corrupto cónclave; por lo que muchos no lo aceptaron y se establece una nueva sede en Aviñón, declarándose Francia fiel al cardenal galo Roberto de Ginebra (entronizado como Clemente VII). A la muerte de este Papa franco, fue elegido por decisión unánime del cónclave, Pedro de Luna; asumiendo su mandato de Avignón, en 1498 y proclamado con setenta años de edad. Pero al no ser aceptado por los franceses; decide escapar a Nápoles, para -finalmente- volver a tierras hispanas y refugiarse en su lugar de origen (primero en las principales ciudades de Aragón, para más tarde hacerse fuerte en Peñíscola). Es entonces cuando tan solo Sicilia, Castilla, Escocia y Aragón, le reconocen en su trono de Pedro. Pero emprende una segunda batalla, pretendiendo crear una “nueva Iglesia” sincretizada con el judaísmo. Así, convoca la Conferencia de Tortosa (1412-15) y promueve la conversión de centenares de miles de judíos; a los que en Aragón se les permite seguir con sus creencias y ritos. Con ello, serán innumerables los rabinos que aceptan la fe católica, tras la Disputa de Tortosa. Conferencia que fue protagonizada por el médico y amigo personal de Pedro de Luna, llamado Joshúa Ha-Lorquí; bautizado años antes como Jerónimo de Santafé. Uno de los grandes rabinos de Occidente, que en su ponencia proclamó la venida del Mesías reconociéndolo en Jesús de Nazaret, invitando a todos los sacerdotes judíos a bautizarse y sincretizar ambas religiones. Siendo el famoso Pablo de Santamaría junto a Jerónimo de Santafé, quienes guiarán este Cónclave de Tortosa, cuyos debates se prolongarán por dos años (28) . Donde destacarán las opiniones del famoso obispo de Burgos (Pablo de Santamaría, antes llamado Salomón Leví ) y las del referido médico Joshúa Ha-Lorquí, bautizado como Jerónimo de Santafé por Vicente Ferrer -apellido que tomarán varios de sus amigos rabinos aragoneses-.

Pocos años más tarde, numerosos prelados y obispos de Aragón o Castilla, eran conversos; promoviendo una nueva visión de la Biblia y de la fe, en base a doctrinas judáicas. A este problema social, que promovía envidias y recelos; se añadía el hecho de que las familias neobautizadas solían tener un enorme capital (cultural y económico). Por tratarse de sagas establecidas en diferentes reinos y hablar infinidad de idiomas -entre los que destacaba el hebreo y el latín-. A las dotes políglotas de los judíos y la capacidad de comerciar de sus familias, se añadía estar asentadas en lugares muy distantes, lo que promovía la capacidad de intercambio mercantil. A lo que se unía la capacidad de estudio de los rabinos, cuya formación necesitaba unos treinta años y se componía de: Teología, medicina, física, matemática, astronomía, kábala y geografía. Todo lo que comentamos, sucede durante un tiempo en que la población católica apenas sabía leer y escribir (tan solo lo hacía su élite); mientras los judíos estaban enteramente alfabetizados, en lenguas vivas y muertas. Convirtiéndose así, esos nuevos cristianos, en una recién nacida clase social, de enorme fuerza. Pues quienes antes no podían ocupar altos cargos, entrar en el ejército, ni menos ser prelados de la Iglesia (por su credo judío). Al convertirse, pronto pasaran a ocupar obispados, sillas cardenalicias, consejos de cuentas del reino y largo etcétera, que hizo de Aragón un reino manejado por los neo bautizados. Hechos que se producen en tan solo unos decenios (desde 1400 a 1430), precipitándose tras la Conferencia de Tortosa; aunque se había potenciado principalmente durante el papado de Pedro de Luna -que se apoyó en los conversos para mantenerse en su trono eclesiástico-.

Tal como venimos narrando, no es difícil comprender que Pedro de Luna se hubiera convertido en un “hueso duro de roer” dentro del catolicismo; pues estaba transformando las bases de la Iglesia y provocando una nueva filosofía cristiana. Ética y principios morales, muy relacionados con el mundo judío, que comenzaron a fluir por Aragón y Castilla desde fines del siglo XIV y principios del XV. Ideología religiosa que en gran parte se mantuvo en España, seguida por los más famosos prelados. Hasta por inquisidores, como Cisneros; cuya publicación de la Biblia Políglota -impresa en griego, hebreo y latín-, fue tan polémica como mal vista por algunos sectores de la Iglesia. Tanto es así, que en mi opinión, ese fue el motivo para que se hundieran en el mar las primeras Biblias de Alcalá, enviadas por barco a Italia en 1517 -con el fin de que el Vaticano diera su visto bueno y las divulgase-. Tratándose (a mi juicio) de una maniobra eclesiástica, promovida desde Roma; para que desaparecieran casi todos los ejemplares de esta edición. Evitando así el pontificado, tener que aprobar el trabajo de Cisneros; pero sobre todo, darlo a conocer al resto del cristianismo. Provocado -a mi modo de ver- un supuesto naufragio; para que no se volviera a hablar de “políglotas” ni de Biblias en hebreo y ajenas a la traducción Vulgata. Logrando que de esos ejemplares editados en vida de Cisneros, apenas quedasen cien en España; siendo su reimpresión tan difícil como costosa (al tratarse de seis tomos, en cuatro idiomas -incluyendo las notas en castellano-).


ARRIBA: Grabado del siglo XVIII que representa Peñíscola idealizada. Agradecemos al Ayuntamiento de Peñíscola, su página dedicadas a imágenes antiguas de esta villa; de la que hemos obtenido la imagen (30) .




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres preciosas fotos de Peñíscola, tal como las divulga el “portal” CASA ISCOLA (a la que agradecemos nos permita divulgaras). Asimismo, nuestro agradecimiento al Ayuntamiento de Peñíscola su página dedicadas a imágenes antiguas de esta villa; de donde hemos obtenido la imagen (30) .





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más de esta preciosa villa donde el Papa Luna tuvo su Corte, tal como las divulga el “portal” CASA ISCOLA (a a la que agradecemos nos permita divulgaras). Asimismo, nuestro agradecimiento al Ayuntamiento de Peñíscola (30) .






JUNTO ESTAS LÍNEAS: Detalle de la escultura de Pedro de Luna, Papa; tal como se conserva en el Museo Lázaro Galdíano, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes relacionadas con Cisneros. Al lado, una hoja de la Biblia Políglota editada por el cardenal Jiménez de Cisneros, en la Universidad Complutense. Esta versión trilingüe se imprime poco antes de que muriese el insigne prelado en 1517; y de ella se guardaron en España unos doscientos de ejemplares. El resto se envió por barco a Roma; aunque la nave naufragó, perdiéndose todo en el mar. Un extraño hecho que impidió fuera divulgada esa obra colosal de Cisneros, que no gustaba mucho al Vaticano; pues tenía “visos” de judaísmo (equiparándose con los trabajos de Erasmo). Abajo, un dibujito mío de la fachada de la Universidad de Alcalá; obra de los Gil de Hontañón (poco antes de que trabajasen en la iglesia de San Martín, de Mota del Marqués).



3) Pedro de Fonseca, cardenal y el papado italiano:

La Políglota de Alcalá y el pensamiento de Cisneros, es uno de los casos de influencia judía en nuestra Iglesia hispana; aunque los hay a cientos (por no decir a miles). Tantos como existen ejemplos de edificios peninsulares con rasgos musulmanes o de arquitectura hebrea; un hecho que es tan normal como comprensible, pues en los siglos XIV y XV todavía convivían las tres culturas y los tres idiomas del monoteismo: Latín, arameo y árabe. Debido a ello, la síncresis que Pedro de Luna pretendió realizar, intentando aunar el mundo judío con el cristiano, tuvo una enorme repercusión filosófica y social. Principalmente porque basó su teoría de síncresis, en grandes rabinos y conocidos sabios. Tomando como ejemplo primigenio al maestro San Ramón Llull; venerado en tierras del Levante y en Aragón. Cuyos intentos por predicar en tierras de África y convertir a hebreos y musulmanes, no excluye la idea de que este filósofo consideraba a todos por igual -estudiando y recurriendo en sus planteamientos, a libros de sabios árabes o arameos- (29) . En esta labor por igualar a la población en un mismo credo; el Papa Luna se centró en la tolerancia, permitiendo la síncresis de cultos y de costumbres. Promoviendo la conversión de la mayoría de los judíos y que el islam pudiera convivir entre los cristianos; quienes contrataban albañiles y tenían sus campos plenos agricultores musulmanes (pensando, que poco a poco se bautizarían).

Tras lo expuesto, hemos de añadir que con la Guerra de los Cien Años (1337-1453), el mundo eclesiástico de la época, se había enrarecido tanto como el político. Sufriendo los avatares de un conflicto que durante más de un siglo enfrentó a británicos y franceses, en batallas convertidas en verdaderas carnicerías. Una situación de extrema violencia entre reinos católicos, que desde el mundo hispano se veía relacionada con el abandono de Las Cruzadas; argumentando que la lucha de religión aunaba a los cristianos. Por lo que León, Castilla, Aragón o Portugal, pretendían mantenerse un tanto al margen de esa Guerra de los Cien años; debido a que su pugna era unida y común. Prefiriendo enfrentarse a los musulmanes, que por entonces dominaban el Sur peninsular y atacaban las costas mediterráneas del Levante. Todo ello lleva a una situación en que La Península Ibérica se intenta separar del resto de Europa, mientras Inglaterra y Francia pretenderán influir en la política interior de sus reinos (apoyando a nuevas dinastías o provocando guerras civiles entre familias candidatas a la Corona lusa o a las hispanas). El resultado final fue el ascenso de nuevas Casas Reales; mientras a su vez, se producía un cisma religioso. Donde Aragón y sus territorios (Sicilia principalmente) junto a Castilla y Escocia, tuvieron su propio Papa, llamado Pedro de Luna -legitimado en Avignon-.

Pero Italia, no desesperaba en su intento por que los pontífices fueran principalmente nacidos en su tierra y pertenecientes a las grandes familias romanas. Pretendiendo unificar de nuevo el catolicismo para liderarlo; intentando acabando con el mencionado Cisma que se produjo en 1478. División, que comenzó en los reinos itálicos, a la que se sumaron decenas de Cardenales; debido a la falta más absoluta de equidad en la elección de los Pontífices. Una situación que -ya dijimos- aprovecharía el rey de Francia, logrando así tener un Papa “autóctono” y en Avignon. Pontificado galo que en principio había sido apoyado por todos los reinos europeos, exceptuando Italia e Inglaterra (como fiel reflejo de esa Guerra centenaria, entre británicos y galos). Aunque tras fallecer el primer Papa de Avigñon (Clemente VII), la elección de Pedro de Luna, sería muy mal recibida por los francos; tanto que este mandatario recién elegido, decide huir a Nápoles (temiendo por su vida). Así fue como logra instaurarse en sus tierras de Aragón, todavía reconocido por muchos; pese a lo que su trayectoria pro semita le hace caer paulatinamente en desgracia.

De tal modo, ante una situación tan sincrética del Papa Luna; se aúnan franceses y británicos. Al observar como tras la Conferencia de Tortosa (1412-1415), en Aragón se estaba iniciando no solo un pontificado paralelo, sino una nueva religión de amplio carácter judaizante. Logrando, finalmente, Martín V, ser elegido en 1415 y admitido por las fuerzas galas e inglesas; deponiendo a los que llamaron “antipapas”: Los otros dos herederos de San Pedro, que reinaban en “Cisma”; llamados Juan XXIII y Benedicto XIII. Pero antes de que se acordase la unificación católica bajo la Tiara del italiano Martín V; se había sucedido en la Península Ibérica un importante pontificado, dirigido por el genial Pedro de Luna, cuyo deseo era aunar las tres religiones monoteistas, bajo el mando de la cristiana. Idea que le granjeó los peores enemigos; oponiéndose al de Peñiscola antisemitas como San Vicente Ferrer. Que nunca reconoció a Pedro de Luna en el trono de San Pedro (pese a ser su paisano y amigo); prefiriendo adherirse a los de Avignon y apoyar a otros candidatos galos. Prodigándose Vicente Ferrer en maquinaciones, para que los reyes de Castilla y Aragón no reconocieran el pontificado del aragonés. Todo lo que parece, nacía del odio hacia los judíos que desprendía este valenciano, llamado Ferrer; que a hierro y fuego quería bautizar a todo el que no fuera católico. Mientras el de Luna, prefería rodearse de una corte de conversos, potenciar la síncresis y lograr que los súbditos fueran aceptando el cristianismo, sin obligación plena por abandonar sus cultos de origen.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres fotos relacionadas con el papado y España, en este caso de Játiba. Arriba, el Hospital Real, fundado por Jaime I. Al lado, Alfonso de Borja, papa Calixto III (estatua frente a su palacio) . Abajo, Rodrigo de Borja , papa Alejandro VI. Añadimos esta serie de imágenes, al tratar sobre el Papa Luna; porque la elevación de Calixto III a cardenal y luego al pontificado, se debió en gran parte, a su primera mediación con los del Cisma de Peñíscola. Mostrando siempre Alfonso de Borja, una gran inteligencia y lealtad; rasgos que se observaron desde su juventud, cuando le descubrió Pedro de Luna, habida cuenta sus dotes y conocimientos jurídicos. Así fue nombrado canónigo de la Catedral de Lérida, donde conocieron la amistad entre el Pontífice de Peñíscola y este joven sacerdote; quien se mantuvo fiel a su papado y a cuya muerte intervino como mediador. Cuando quiso sucederle en el “trono de Pedro” cismático, su cardenal principal: Gil Muñoz. Una situación que resultaba otro quebradero de cabeza para Alfonso V de Aragón y sus reinos en Italia. Quien, no deseando más problemas con la curia romana, mandó a este joven prelado (llamado Alfonso de Borja); para que convenciera al sucesor del antipapa, desistir en reclamar la Tiara de Peñíscola. El “intermediario” de las órdenes reales, que siempre se había mantenido fiel al de Luna, no levantó malos pensamientos; logrando convencer al séquito del recién fallecido, que “no siguieran en sus trece”.

De este modo logró que el elegido como nuevo Pontífice (antipapa), no se proclamarse y finalmente Alfonso de Borja fue nombrado obispo de Valencia (debido a su inteligencia y a sus dotes como medidor). Siguió estudiando teología y leyes; destacando por su sabiduría, hasta ser nombrado cardenal. Viviendo por entonces en Roma, donde repetidamente medió entre los Orsini y los Colonna, para evitar enfrentamientos entre estas dos familias que literalmente “manejaban” La Iglesia. Su buen hacer y sus enormes conocimientos jurídicos hicieron que en 1455 le nombrasen Papa, como Calixto III; llegando así al cierre final del Cisma de Occidente; teniendo Aragón finalmente un súbdito suyo sentado en la silla de San Pedro. Se sabe que como Pontífice, Calixto III (Alfonso de Borja) fue inmejorable y su conducta austera, justa y limpia. Tan solo pecó de nepotismo, otorgando a sus sobrinos cuantas prebendas pudo; lo que hizo que Rodrigo de Borja llegase a Papa, unos decenios más tarde -principalmente gracias al buen recuerdo dejado por su tío Alfonso-.



JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, interesante gráfico, donde vemos la división religiosa de los habitantes de Castilla y Aragón a fines del XV; separada por los grupos de: Cristianos viejos, conversos, judíos y moriscos (tomado del libro "Los Reyes Católicos y el Descubrimiento de América"; página 832, de la colección de Historia de España, Salvat dirigida por Francesc Navarro; Mallorca 1998). Es de destacar, que la población total de Castilla se cifra en unos siete millones de habitantes, de los que 220.00 eran conversos y 170.000 judíos. En Aragón, la población era muy pequeña (menos de un millón) y los judíos en tiempos de Isabel y Fernando, tan solo 30.000; frente a otros 30.000 conversos. Lo que significa que tras la Conferencia de Tortosa, se bautizaron casi la mitad de los que seguían la religión hebráica. Principalmente los rabinos y familias más ricas, quienes pronto pasaron a dirigir el reino y a ser llamados “marranos”.

Abajo, portada de una edición moderna de EL LIBRO VERDE DE ARAGÓN. Consiste este “tratado” en un compendio de familias aragonesas de origen judío; y fue realizado en tiempos de Felipe II, debido a que muchas ya habían logrado enriquecerse, obteniendo de nuevo poder. Ante el peligro de que los conversos pudieran volver a controlar Aragón (como lo hicieron en el siglo XV); hacia 1570 deciden redactar esta compilación donde se recogen todos los ascendientes que La Inquisición había penitenciado; con el fin de que sus descendientes no pudieran ocupar cargos públicos o ejercer oficios de prestigio.



Así pues, el que siempre se mantuvo en sus trece (Benedicto XIII) tomó fama como personaje culto y tolerante; rodeándose de lo mejor de cada religión -fueran musulmanes, judíos o católicos-. Unos hechos que para los intolerantes, resultaban más que peligrosos; sin aceptar un trono de San Pedro entorno al que médicos o físicos hebreos y arquitectos mudéjares, camparan a sus anchas. Por su parte, el pontífice de Peñíscola decidió crear nuevos prelados, buscando a familias nuevas y personas más tolerantes. Llamando a su Corte, a personajes como Alonso Carrillo de Albornoz y Pedro de Fonseca -que todavía no habían ocupado cargos de relevancia en La Iglesia-. Quienes, sin titubear, aceptaron al de Luna como Papa; que les nombró cardenales desde 1508 -junto a Jordán de Urriés-. Vistiendo pronto de púrpura a los tres, que hasta entonces habían sido simples capellanes; y otorgando el título de Cardenal de Sant Angelo, a Pedro de Fonseca (en 1509, legado en nunciaturas). Así entenderemos por qué en esos días, Jordán de Urriés, escribía un tratado en defensa de Benedicto XIII, como único Papa de la Iglesia; tras vestir su túnica cardenalicia de San Jorge en Velabro. En este estado iniciaron sus mandatos los tres nuevos príncipes eclesiásticos; enfrentados incluso al rey de Aragón, que postulaba las tesis de San Vicente Ferrer (contrario a Pedro de Luna). Pero cuando se produce el cónclave que elige a Martín V, en el año 1415; los tres cardenales antes mencionados, deciden apostatar de su nombramiento y optar por el italiano. Un hecho, que sin duda, se debía a que Pedro de Luna, entonces tenía ochenta y ocho años. Por lo que -viendo lo poco que le quedaba al Papa aragonés- Fonseca, Carrillo y Urriés deciden en 1416 aceptar al italiano y dirigirse a su benefactor; rogando que reconozca el mandato del recién elegido y reniegue de su pontificado.

Este hecho fue recibido con dolor por quien les había togado de púrpura, que les denominó desde ese momento “los hijos degenerados”; prodigándose en protestas sobre la falsedad de esos tres prelados (únicos que se pasaron al bando contrario). En este estado y situación, la Historia admite que en las disputas entre Pedro de Luna y sus tres cardenales renegados, quienes apoyaban al recién elegido en Italia. Uno de ellos se dispuso a envenenarle -o bien todos-. Logrando echar en sus alimentos azufre con arsénico; lo que en 1418 le produjo al viejo Papa una grave crisis. Ante la que pronto actuó su médico personal y amigo, Jerónimo de Santafé (antes Rabí Joshua Ha-Lorquí); que logró recuperar la salud del nonagenario. Quien viviría cinco años más, echando pestes continuadas sobre sus cardenales apóstatas (Carrillo, Fonseca y Urriés); a quienes destituyó y a los que se atribuye este envenenamiento fallido del Papa Luna.

Sea como fuere, al poco tiempo aquellos “hijos degenerados” de Pedro de Luna, fueron premiados por Martín V; restaurando a los tres en su dignidad cardenalicia, concediéndoles prebendas y nombramientos. Mientras Pedro de Luna se enfrentaba a las secuelas del arsénico, llegándole la muerte con noventa y cinco años (en 1423); condenado como hereje y antipapa, soportando la traición de aquellos a los que tanto había ayudado. En lo que se refiere a Pedro Fonseca, sabemos que al apostatar de su primer cargo, dejándolo definitivamente en 1418 (tras el envenenamiento fallido en Peñíscola); sería el mejor recibido por el nuevo pontífice, cuando en 1419 presta obediencia a Martín V. Siendo nombrado “Legado del Papa en Castilla” y obispo de Sigüenza; confirmado como cardenal, bajo el encargo de extirpar todo movimiento en favor de Pedro de Luna en tierras hispanas. Unos hechos que pudo ver y conocer su anterior mecenas, Pedro de Luna, declarado ya como el antipapa. Quien había ascendido meteóricamente a Fonseca desde 1409. Convirtiendo a ese simple capellán de la princesa Beatriz y chantre de Ávila; en Cardenal de Sant Angelo y prior de Valladolid (a más de hacerle obispo de Sigüenza). Todo lo que no supuso que Pedro de Fonseca conservase un atisbo de fidelidad a su señor y bienhechor, Benedicto XIII; contrariamente a lo que había hecho su padre. Cuando al perder el rey Juan I la batalla de Aljubarrota (en 1385), decidió mantenerse leal al monarca de Castilla y a su soberana, la princesa Beatriz; debiendo por ello exiliarse en Toro.


JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de D. Pedro de Luna, en su trono papal; escultura que ya vimos, pertenece al Museo Lázaro Galdiano (al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). Habíamos narrado que el cráneo de Benedicto XIII fue robado el año 2000; hurtándolo de un palacete propiedad del barón de Gotor. Meses más tarde, la Guardia Civil logró recuperarlo y mientras estaba en las dependencias policiales, los expertos en criminología tuvieron el acierto de realizar una reconstrucción facial. Gracias a ello, conocemos perfectamente los rasgos de Pedro de Luna y podemos saber que estas esculturas son fieles a su fisionomía.





Lo antes expuesto, hace comprender la mente y forma de ser del prelado Pedro de Fonseca, quien de niño debió sufrir tremendamente con el asilo de su padre en Toro. Cuando, tras la propuesta de Juan de Avis, para que su progenitor tomase partido hacia la causa rebelde, abandonando al rey hispano. Decidió, que pese a la derrota sufrida por los castellanos en Aljubarrota, seguiría leal a su soberana Beatriz; sin obedecer al que consideraba un falso monarca -que fue entronizado como Juan I de Portugal-. Todo ello, quizá configuró un tipo de personalidad en Pedro de Fonseca (hijo), que le llevó a no ser fiel a su mecenas, Pedro de Luna; que lo ensalzó hasta las más altas cumbres eclesiásticas (pese a su origen luso y a su único mandato, como Capellán de la princesa Beatriz). Asimismo, haber nacido en Portugal, permitió a Pedro Fonseca entroncar con facciones que deseaban derrocar a Benedicto XIII; ya que finalmente, tan solo Castilla y parte de Aragón apoyaban al pontífice de Peñíscola. Por cuanto, unas cosas y otras, convertirían finalmente en un verdadero maestro en intrigas de curia y clero; a este primogénito del fiel caballero luso que hubo de exiliarse en Toro.

Tales fueron los honores que el Vaticano concede a Pedro de Fonseca, que años más tarde fue elegido para acabar con el Cisma de Oriente; argumentando Martín V que había sido el artífice que logró terminar con el Cisma de Occidente. Esta confianza ganada con el Papa Martín, nos lleva a pensar que si -como dice la Historia- Pedro de Luna fue envenenado por un cardenal suyo, enviado desde el pontificado italiano. Lo más seguro es que Pedro de Fonseca fuera quien echó la ponzoña sobre los alimentos, quizá mientras los degustaba junto a este, en Peñíscola; pues sabemos que el envenenamiento de arsénico con azufre, tiene remedio -simplemente lavando el estómago con tisanas-. No siendo extraño pensar, que tras haber intentado matar al “antipapa”, jugándose la vida (en 1418); el prelado Fonseca fuese cubierto de honores por el papado de Italia. Quien poco tiempo después le llamó a Roma para encargar una segunda misión “similar”; esta vez consistente en acabar con el Cisma de Oriente; es decir, unificar la Iglesia Ortodoxa bajo la Católica. Así fue nombrado legado papal (en 1421) y enviado a Constantinopla, hacia donde partió un año después. Del mismo modo, se le encomendó dirimir los conflictos sobre Nápoles, entre el Vaticano y el reino de Aragón. Legado que se dispuso a cumplir, mientras se le asignó también dirimir los problemas entre el rey de Aragón y los intereses del papado en Nápoles. Saliendo Pedro de Fonseca desde Valencia, acompañado por el gran rey de Aragón Alfonso V (en 1422); aunque antes de su llegada a Roma, “accidentalmente” murió, cayendo por una escalera del Convento de San Cosme. Todo lo que cierra la vida de este enigmático personaje, que -a mi modo de ver- fue defenestrado antes de que pudiera enredar más, entre el poder de Roma y los aragoneses. Quien fallece en estas extrañas circunstancias; premuriendo en un año al Papa Luna, que tanto le había ayudado... .

Para finalizar diremos, que a -mi juicio- el secreto de la enorme fortaleza que la familia Fonseca tuvo en la Iglesia; residió en los servicios prestados al papado de Roma por este Pedro (hermano de Beatriz y tío de los numerosos prelados que nacieron tras él). Pues, como sabemos, fue el que protegió a su sobrino Alonso (hijo de su hermana Beatriz y de Juan A. de Ulloa); cuando al poco de nacer y quedar huérfano de padre, es llevado a un seminario. Niño que asimismo sería adoptado por el hermano de su progenitor (Pere Yáñez de Ulloa), que se esmera en que reciba una cuidada educación. Llegando así a ser aquel huérfano recogido por Pedro Fonseca y Pere de Ulloa; Alonso I de Fonseca (el viejo) arzobispo de Sevilla y de Santiago. Quien a su vez protege a varios de sus sobrinos, logrando una saga inigualable de obispos y arzobispos en la España del Renacimiento.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, genealogía de los Fonseca, tal como la desarrolla Eduardo Pardo en su libro sobre esta saga (31) . Al lado, una de las primeras genealogías de los Fonseca, desarrollada por mí y que vimos en la Primera Parte. Abajo, la primera generación de los Fonseca, que viene a España tras la derrota de Aljubarrota (desarrollada por mí, tal como ya vimos en la Primera Parte). Destacamos con marco rojo y negro y una estrella de igual color, Pedro de Fonseca. Al otro lado, su hermana Beatriz, de la que nace la saga de prelados famosos en la España del Renacimiento.



B) LOS MENDOZA: Su poder en el siglo XV; el cardenal Mendoza y su hijo, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza:

1) Origen y familia:

Este linaje de la nobleza española, nace en los comienzos de la Reconquista y finalmente dio origen a más de treinta ramas tituladas; cuyo tronco más insigne fue el del marquesado de Santillana y su principal familia, la del ducado del Infantado (una de las Grandes Casas de España). Situándose el ancestro más conocido de los Mendoza, en el primer Señor de Vizcaya, que data del sigo XI (época de El Cid); cuyos descendientes serían señores de Álava y Llodio; utilizando desde entonces el apellido y siendo común que el primogénito fuera llamado Íñigo López de Mendoza. Teniéndose constancia histórica de que un Íñigo López de Mendoza, participó en las Navas de Tolosa en 1212 y fue uno de los que logró romper el cerco del gran emir Miramamolin; arrebatándole a sus guerreros las cadenas. Un episodio que configuró el escudo de Navarra y el de los Mendoza; ambos adornados con esos grilletes, que rememoraban la entrada en la “tienda” del general musulmán.

Ante lo narrado en el párrafo anterior, hemos de hacer un “alto histórico”; explicado como la leyenda de Las Navas, cree que este emir defendía su lugar en batalla con un cuerpo de fuertes africanos (hemos de suponer negros), a los que ataban para que no huyeran. Hay quienes dicen que eran esclavos, encadenados entorno a la tienda del mandatario nazarí; para que solo tuvieran la opción de morir o defenderla. Todo lo que resulta un absurdo militar; pues un esclavo nunca defiende a quien le tiene preso y mucho menos encadenado. Además un individuo engrilletado, con los pesados hierros que veremos en el escudo de los Mendoza o en el de Navarra; apenas puede moverse. Por cuanto aquel símbolo de las Navas de Tolosa, creemos que rememora seguramente la liberación de los presos cristianos. A los que se ponían este tipo de fuertes cadenas, para que no escapasen; ya que su destino era ser vendidos como esclavos en los reinos musulmanes. Por cuanto, aquellos grilletes quizás simbolizaban la única opción que tenían los católicos al enfrentarse contra los árabes: Luchar hasta la muerte o ser terriblemente esclavizados (siendo peor sufrir su venta en África, que fallecer).


JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
A lado, escudo de los Mendoza de Álava, con la banda fajada y las cadenas. A su lado, aparecen los diferentes apellidos que esta familia desea anteponer al de Mendoza; siendo común que el primero sea López -de Mendoza - en cuyo caso veremos los lobos; o Hurtado -de Mendoza- conteniendo las panelas. Abajo, escudo de Navarra en un cuadro de Ignacio Abarca; donde podemos ver las famosas cadenas “robadas” al emir nazarí.







Continuando con la familia Mendoza, colaboraron en otras victorias importantes junto a la monarquía de Castilla, entre las que destacó la Batalla de Salado y el Sitio de Algeciras (1340-1344). Ya con Alfonso XI, quien nombra a Gonzalo Yáñez de Mendoza su Montero Mayor; en ese tiempo llega esta estirpe a Guadalajara, durante el reinado del padre de Pedro I. Más tarde, cuando sube Pedro al trono, como único hijo legítimo de Alfonso XI; los Mendoza le fueron fiel, manteniéndose durante años a su lado, en las diferentes guerras libradas entre este monarca y sus hermanastros (los Tratámara). Aunque en 1366 decidieron abandonar su causa -a mi juicio- porque Pedro I sufre en esa fecha un “arrebato” en Burgos. Decidiendo cruzar los Pirineos, para pactar de nuevo con el primogénito de la Corona inglesa; el Príncipe Negro (Primer Tratado de Libourne). Un apoyo de Inglaterra definitivo, que le acarrearía al rey de Castilla el enfrentamiento con Francia; nación que llevaba decenios de lucha con los británicos, en la Guerra de los Cien Años (32) .

Así pues, se intuía que aquella coalición con el Príncipe Negro iba a llevar a una gran batalla entre los galos e Inglaterra, librada en tierras de España; todo lo que podía resultar un desastre para el rey Pedro (pues el apoyo que Londres podría enviar, nunca sería similar al mandado desde París; por un simple motivo de distancia, interés y situación geográfica). Así fue como sucedió, un año más tarde; participando británicos y galos por doquier, en la lucha por la Corona de Castilla, enfrentándose en la famosa Batalla de Nájera (1367). Donde no hubo vencedores, pero el rey Pedro quedó aislado, declarado como enemigo absoluto de Francia; perdiendo paulatinamente sus últimas bazas y ayudas. Tanto, que hasta su cronista -el famoso Canciller López de Ayala- se había pasado a los enemigos; siendo apresado en Nájera, pues al pertenecer a la familia Mendoza participaba ya del lado de los Enríquez. Aunque, tras seis meses de cautiverio, tuvieron de liberarlo; por cuanto aquel redactor de las heroicidades y vida del rey Pedro (López de Ayala); se convirtió desde Nájera en otro detractor del que pasó a llamarse “El Cruel”. Así, tras la llegada de la nueva dinastía, cantó las mercedes y bondades de los recién entronizados Trastámara.

Regresando al motivo que hizo abandonar a los Mendoza la causa de Pedro, en 1366; a mi juicio, procede propiamente del tratado de Libourne; donde el rey promete entregar Vizcaya a los ingleses, a cambio de su ayuda (en caso de que venciera a sus hermanastros). Recordemos que los Mendoza eran Señores de Vizcaya; por cuanto el pacto con el Príncipe Negro, supondría perder sus tierras o ponerlas al mando de la Corona inglesa, en una supuesta victoria de Pedro. Debido a ello, considero que se posicionan entonces al servicio de los hijos bastardos de Alfonso XI (los diez hermanos nacidos de Leonor de Guzmán); quienes vencen en Montiel, en 1339. Es entonces cuando el primogénito de los Trastámara, entronizado como Enrique II; concede todo tipo de “mercedes” a los Mendoza, por su apoyo en los tres últimos años de guerra. Siendo este paso al bando de los Enríquez, y el acierto de hacerlo antes de la famosa batalla de Nájera; hechos decisivos para que la Casa de los Mendoza se alzase como una de las principales de Castilla; logrando establecerse más tarde como una de las Grandes de España.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Batalha, en Portugal. Abajo, vista general del monasterio, levantado tras la victoria contra Juan I de Castilla. Arriba, Cristo de Batalha, en el interior de su iglesia (a la que agradecemos, nos permita divulgar nuestra fotografía).



JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más del monasterio de Batalha, en Portugal (al que agradecemos, nos permita divulgarlas) . Al lado, detalle de un león del sepulcro de Juan I de Avis. Abajo, tumba de Juan de Avis y de Felipa de Lancaster. Recordemos que este rey es quien se sublevó en 1383 contra Juan I de Castilla y su esposa, Beatriz de Portugal; heredera de la Corona lusa. Al morir Fernando I, debía haber sido entronizada Beatriz, bajo la regencia de su madrastra; hasta tener un hijo capaz de ser nombrado rey de Portugal (al menos, con catorce años). Pero Juan I de Castilla comienza a intervenir en los asuntos de Estado del reino vecino, por lo que el hermanastro de Fernando I (tío bastardo de Beatriz) decide sublevarse. Así se rebela en Lisboa, en 1383 y mantiene una pugna contra Castilla, hasta vencer en Aljubarrota dos años después, gracias a la ayuda de Inglaterra. Subiendo al trono como Juan I de Portugal e instituyendo una nueva Casa Real lusa, llamada de Avis.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más del monasterio de Batalha, en Portugal (al que agradecemos, nos permita divulgarlas) . A lado, sepulcro de Juan de Avis, donde podemos ver parcialmente su rostro. Abajo, una fotografía del maravilloso claustro de Batalla.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Otras dos imágenes del claustro de monasterio de Batalha, en Portugal (al que agradecemos, nos permita divulgarlas)








2) De Aljubarrota al marqués de Santillana:

Nuevamente tenemos que trasladarnos a la famosa derrota de Aljubarrota; sufrida en 1385 por la Castilla de Juan I, en las cercanías del actual monasterio de Batalha (que rememora esta victoria de Portugal). De aquel desastre militar sabemos que nace la dinastía de los Fonseca en España, quienes deseando mantenerse fieles a su reina (Beatriz); decidieron abandonar todas sus pertenencias, rechazar sus señoríos y heredades portuguesas, para exiliarse en la villa de Toro. Sobre este encomiable hecho, hemos hablado extensamente en la parte primera de nuestra leyenda. Pero, asimismo, en la misma batalla se produjo otra acción heroica, llevada a cabo por quien se considera uno de los ascendentes principales de los Mendoza. Cuya historia comprendemos mejor, si retrocedemos a unos párrafos anteriores, donde hablábamos de la Batalla de Salado y el Sitio de Algeciras (1340-1344); cuando Alfonso XI nombra a Gonzalo Yáñez de Mendoza su Montero Mayor. Hemos de recordar, que este Gonzalo Yáñez de Mendoza cercó Algeciras junto a su suegro, Juan de Orozco, señor de Hita y de Buitrago (entre otros títulos). Además, al poco tiempo de tomarse Algeciras (1350) murió Alfonso XI de peste, contraída en Andaucía. Momento en que los Mendoza se mantuvieron fieles a su hijo Pedro I; hasta que por los motivos antes expuestos, decidieron abandonar su causa. Siendo el hijo de Gonzalo Yáñez de Mendoza, llamado Pedro González de Mendoza, quien se pasó en 1366 al bando de los bastardos Enríquez.

Así fue como entraron en la Corte del nuevo rey, cuando este mata a su hermanastro Pedro y se proclama con el nombre de Enrique II; siendo Pedro González de Mendoza y Orozco nombrado Mayordomo Mayor. Tras ello, le fue asignada a labor de cuida y precepción del heredero (Juan I), de quien fue Ayo (cuasi padre adoptivo). Para esta labor como educador del futuro rey, no solo destacaba por sus conocimiento en leyes; sino -sobre todo- como un ilustre poeta, con grandes dotes militares. Desde aquel nombramiento, Pedro González de Mendoza prosperó en su fortuna y poder, logrando los señoríos que dominaban Somosierra y las cercanías de Guadalajara; de los que muchos había heredado (como el de Hita o Buitrago). Pero añadiendo otros, entre los que destacaron numerosas poblaciones del Norte de Madrid y del Este de Castilla la Mancha. Finalmente, como todos los fieles al monarca, se vio envuelto en la crisis con Portugal; desatada desde 1383, cuando a la muerte del rey luso Fernando I, debía haber heredado el trono su hija Beatriz (esposa de Juan I de Castilla). Pero se produjo la sublevación en Lisboa; quienes se enfrentaron a Beatriz y al poder hispano, al mando de otro bastardo (en este caso un hermano de Fernando I, llamado Juan de Avis). El resultado final, fue la terrible derrota en Aljubarrota, donde miles de castellanos murieron; narrando la leyenda que cayó hasta el caballo del rey. Momento en que Pedro González de Mendoza le ofreció su montura; y mientras la tomaba, al subir a esa cabalgadura, el monarca le pidió que saltase a la grupa para escapar juntos. Diciendo el recuerdo de aquel triste suceso; que ante la oferta de Juan I, su ayo comentó que prefería morir allí, a regresar hasta Guadalajara, debiendo narrar a las mujeres cuántos de sus hijos y maridos habían caído en Portugal. Siendo conocido por ello, este Pedro González de Mendoza; como “el mártir de Aljubarrota”.

Su hijo, Diego Hurtado de Mendoza, se encontraba luchando junto al padre y fue quien se encargó de trasladar sus restos desde tierras portuguesas, para enterrarlos en Guadalajara (aunque otros opinan que los llevó al panteón familiar de Álava). A su regreso a Castilla, el joven Diego, sería protegido por su tío Pedro López de Ayala; famoso cronista e historiador del que ya hemos hablado, narrando cómo fue apresado en Nájera en 1366. Así, el hijo del “mártir de Ajubarrota”, fue recibido con honores en la Corte y muy pronto sería nombrado Almirante de Castilla. Un título que ostentó con honor, al enfrentarse a la Corona portuguesa con su armada, logrando derrotarla y controlar el paso de Gibraltar. Tras ello, también aumentó sus señoríos cercanos a Guadalajara, entre los que destacó el de Tendilla (que pasó a ser más tarde marquesado, en el mayorazgo Mendoza). Pese a todo, la mayor fortuna de Diego Hurtado de Mendoza procedió de sus esposas, tan bien elegidas como tristemente amadas. Pues contrajo primeras nupcias con una hija ilegítima del rey Enrique II (hermanastra de Juan I); llamada María de Enríquez, a quien le entregaron como dote, la villa de Cogolludo, junto al Real de Manzanares (donde aún podemos ver el maravilloso castillo de los Mendoza).



SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, sepulcro de Da. Aldonza de Mendoza, tal como lo recoge en litografía la edición de Juan de Dios de Rada (Museo Español de Antigüedades). Dibujo de F. Aznar, litografiado por Donón -hacia 1875-. Al lado, una imagen de hace treinta años, del Palacio de los Mendoza en Cogolludo, villa que le fue entregada a María Enríquez como dote y que heredó su hija Aldonza, al morir el padre (Pedro Hurtado de Mendoza). Abajo, otra foto del mismo palacio hace más de tres decenios.






De esta unión entre Pedro Hurtado de Mendoza y María Enríquez, nació la famosa Aldonza de Mendoza, cuyo sepulcro guarda el Museo Provincial de Guadajalara; una mujer extraña y de vida triste, que jamás pudo ser feliz. Primero, durante su infancia, cuando muere su madre y su padre se casa por segunda vez con Doña Leonor de la Vega (bizneta del famoso Garcí Lasso de la Vega). Con la que ella nunca congenió; tanto, que años más tarde toleró que su progenitor tomase como amante a una amiga suya (llamada Mencía de Ayala). Amoríos que -al parecer- potenciaba, facilitando los encuentros entre Diego Hurtado de Mendoza y aquella joven tan cercana (prima segunda de Aldonza). Falleciendo el insigne almirante y su conocido señor padre, durante una de estas aventuras; que -dicen- le preparaba Aldonza en su casa de Guadalajara (seguramente para dañar a la madrastra). No sabemos si ella misma le proporcionó un “buen caldo” para enviarle al otro Mundo; o bien fue la amante, la esposa, u otros muchos “le facilitaron el viaje eterno” (hartos de que aquel guerrero no parase en sus amoríos -siendo padre de varios menores-). Lo cierto es que al morir, dejó a su manceba Mencía de Ayala el señorío de Barajas; mientras Aldonza heredó los de Tendilla y Cogolludo (este último de su difunta madre; además de Loranca, Cobeña, Algecilla, Palazuelos y Robredezarzas).

Tras el fallecimiento de su progenitor, Aldonza de Medoza reclamó más villas y casas, entre las que se encontraba el Real de Manzanares; entrando en litigio con sus hermanastros. Por lo que no mantuvo más contacto con ellos; siquiera con el que luego sería el famoso marqués de Santillana y conde del Real de Manzanares -que había quedado huérfano con apenas cinco años-. Para colmo de desgracias, buscando ayuda en esta lucha contra sus hermanos, conoció al Conde de Trastámara (Fadrique Enríquez de Castilla). Encontrando así la horma de su zapato, al casarse en Olmedo con este primo suyo, que era uno de los hombres más ricos y poderosos de Castilla, pero también tirano e intolerante sin igual. Quien vivió siempre rodeado de amantes, a las que daba palizas, tal como hizo con Aldonza; a quién además, aprovechó para robar posesiones y humillar de continuo en público (32) .



SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: 
tres imágenes de la iglesia de San Andrés en Olmedo; donde contrajo nupcias Aldonza de Mendoza con Don Fadrique Enríquez. Allí comenzaría un triste Calvario para esta extraña mujer, que desde su infancia no había dejado de “maquinar”. Cuando al casarse con ese tirano -que fue nombrado duque de Arjona-; sufrió maltrato de continuo, teniendo que ver como su marido daba hijos a sus amantes -mientras pegaba y vilipendiaba a su verdadera esposa-. En este lugar, años más tarde, conocería la gloria el hermanastro de Aldonza: Íñigo López de Mendoza. Quien fue llamado por el rey para luchar en la Primera Batalla de Olmedo, obteniendo una gran victoria, que le llevó a ser marqués de Santillana y conde de Real de Manzanares (un señorío por el que estuvo años litigando Aldonza, pero que al final permaneció en manos de su hermano, que había quedado huérfano con apenas cinco años).





SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
tres capiteles que en su día pertenecieron al palacio de los Condes de Barajas, en Madrid (también llamado “casa de los salvajes”). Arriba, uno de estos capiteles, tal como estaba incorporado en la chimenea de la casa de Somosaguas, del arquitecto Mario Gómez-Morán y Cima (tristemente derribada). Al lado y abajo; otro de estos capiteles en su vista frontal y lateral, que aún se conserva. Las piezas que mostramos eran de la casona que tuvo en Madrid en Conde de Barajas, cuando fue obligado a dejar su castillo en las proximidades de la capital, donde hoy se sitúa el aeropuerto. El señorío de Barajas, lo compró la hermana del cardenal Cisneros y su marido (el canciller Zapata) a los herederos de la amante de Pedro Hurtado de Mendoza (Mencía de Ayala). Finalmente, estos señores de Barajas, fueron titulados como condes de Barajas; después de varias vicisitudes, pues habían apoyado al levantamiento de los Comuneros y Carlos V les prohibió mostrar sus escudos o enarbolar sus blasones. Debiendo abandonar el referido castillo, donde se hicieron fuertes durante la guerra de Comunidades; para venirse al centro de la ciudad y edificar el palacio conocido como” Casa de los Salvajes”. Edificio renacentista que finalmente fue derribado en el siglo XVIII, para levantar otro en el mismo terreno; obra de Sáez de Baranda, sito en la plaza del Conde de Barajas y que se dejó caer hacia 1985. Los restos de la antigua Casa de los Salvajes, pasaron hacia 1790 a la hacienda que los descendientes de los Zapata tenían en Carabanchel, llamada Villa Miranda; un palacete que finalmente heredó Eugenia de Montijo y cuyos descendientes vendieron hacia 1960. Antes de que lo derribasen en esos años, el arquitecto Gómez-Morán pudo recoger varios de estos capiteles de La Casa de los Salvajes; junto a otros más, que se habían conservado en la casa contigua a Villa Miranda. Una residencia de verano, propiedad de Nicolás Santafé y de sus herederos; que había sido regalada a este banquero por Eugenia de Montijo y que también fue vendida después de desmontarse palacio principal. Gracias a la intervención de Mario Gómez-Morán y de su esposa (Ma. Teresa Santafé, nieta de Nicolás Santafé); la mayoría de los capiteles de la Casa de los Salvajes se habían recuperado. Aunque al incorporarlos el arquitecto en la fachada de su vivienda de Somosaguas y finalmente venderlo; el que la adquirió a comienzos del siglo XXI, ha tirado el chalet sin dar cuenta sobre su paradero (quizás fueron mandados a escombros, sin atender a la existencia de tales piezas).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de Carrión de los Condes; señorío de Leonor de la Vega (madre del marqués de Santillana). Al lado, casa que se halla en el solar donde nació Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana. Abajo, entrada a Nuestra Señora del Camino, una de las principales iglesias de Carrión de los Condes.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Carrión de los Condes; lugar de nacimiento del marqués de Santillana. Al lado, nuestra señora de Belén. Abajo, la antigua sinagoga (hoy museo de la Semana Santa).







Trataremos a continuación de la otra rama matrimonial de Diego Hurtado de Mendoza, quien tras enviudar de María Enríquez (hermanastra del rey Juan I), tomó por esposa a Leonor de la Vega -bisnieta del famoso Garcí Lasso de la Vega (el viejo), hija única de Garcilasso de la Vega III-. Hemos de añadir, que Leonor, antes de casarse con el Mendoza, quedó viuda en Aljubarrota de Juan Téllez de Castilla; noble de sangre real del que tuvo dos hijos, Juan y Aldonza. El pequeño muere en su infancia, pero la niña será más tarde la primera condesa de Castañeda y madre de los condes de Osorno, duques de Galisteo y marqueses de Aguilar de Campoo. Lo expuesto nos da cuenta de la importancia familiar de Leonor de la Vega, quien asimismo aporta al matrimonio los señoríos de Carrión de los Condes y Santillana del Mar. De este modo se casa en 1387 (dos años después de Aljubarrota) con Diego Hurtado de Mendoza con el que tuvo cinco hijos más, entre los cuales destacó el segundo varón. Pues el primero, apenas debía valorar a su padre; tanto que decidió llamarse como su abuelo: Garcí Lasso de la Vega. Pero finalmente, por disposiciones testamentarias del progenitor, hubo de cambiar su nombre y apellidos por el de Juan Hurtado de Mendoza; logrando heredar. Siendo conocido finalmente como Garcí Lasso Hurtado de Mendoza; de quien poco se sabe y que debió morir en fechas cercanas a las de su progenitor (hacia 1405). Solo recordado por ser el hermano mayor de Íñigo López de Mendoza y de La Vega, que llegaría a ser el famoso literato y primer marqués de Santillana.

Llegamos así al tronco principal de los duques del Infantado, que tiene como ancestro inmediato a este enorme personaje, quien por nacimiento fue el XI señor de Mendoza, III señor de Hita y III señor de Buitrago. Y que por méritos propios se convirtió en el primer marqués de Santillana y conde del Real de Manzanares. Descendiente de grandes militares y renombrados poetas, este Mendoza no usó tanto sus artes para embelesar mujeres, sino prefirió utilizarlas para despertar la admiración de poderosos y gobernantes. Nació hacia 1400 en Carrión de los Condes (señorío de su madre) y pronto quedó huérfano, por cuanto su progenitora tuvo que tomar medidas para proteger a tanta prole, sin un padre que les ayudase. Fue así como entendemos que le casaran antes de cumplir los catorce años de edad, con una Suarez de Figueróa (con el fin de asegurar su y fortuna). Teniendo la suerte de que muy pronto le destinasen a Aragón, donde gobernaban algunos de los más intelectuales e inteligentes de su época. Nos referimos a Alfonso V, y a su hermano Fernando de Antequera; a cuyo séquito entró el joven Mendoza como paje, para pronto ser copero real. Este episodio es el que macaría la vida del literato; ya que los palacios de Zaragoza y el de Olite (la Corte de Navarra), eran visitados por una enorme élite de juglares y poetas. Allí celebraban los reyes jornadas líricas, donde el laud y el canto no cesaba. Tanta era la afición de aquellos nobles y monarcas aragoneses por los trovadores, que Alfonso V dejó que su mujer eligiese como amante a uno de ellos. Personaje del que hemos hablado y se trataba del hijo de Sperandeo de Santafé; llamado Pedro de Santafé; quien se desató en loas y poemas compuestos para la reina María. La esposa del magnánimo Alfonso V; famosa por tener deforme la cara debido a las viruelas, pero también por su enorme inteligencia (tanta, que el rey no dudaba en dejarla durante años gobernando Aragón; mientras él vivía en Nápoles junto a sus amantes).

Este ambiente de enorme cultura literaria y humanista, que se gozaba en la Corte de Zaragoza y en la de Olite; le convirtió en un ferviente seguidor de la Corona aragonesa. Tanto, que postuló en favor del infante Enrique de Aragón, cuando este decidió raptar al rey de Castilla y dar muerte a parte de su séquito en Tordesillas. Participando Íñigo López de Mendoza, directamente en el asalto, que se llamó el “Golpe de Tordesillas” y cuando contaba solo la veintena. Donde uno de los infantes aragoneses pretendió hacerse con la voluntad de un jovencísimo Juan II, secuestrándolo y obligándole a casarse con su hermana María. Recordaremos que aquel golpe tordesillano, se produjo en 1420, al poco de subir al trono el monarca castellano (con catorce años). El infante Enrique de Aragón se atrevió a raptar gran parte de la Corte de Castilla, llevándose al rey. El hecho sucedió una noche de verano, mientras Juan II y su Corte dormían junto a Duero; entrando en el palacio de Tordesillas el aragonés y los suyos, que tras matar a muchos, apresó al resto.





SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: De nuevo, tres imágenes de Cogolludo, una de las grandes villas de los Mendoza. Arriba, un dibujito mío del palacio; al lado y abajo, más fotos de la fechada de este edificio.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
dos imágenes más del palacio de Cogolludo, en Guadalajara. Interior del Palacio de los Mendoza (agradecemos a ayuntamiento nos permita divulgar las imágenes). Al lado, escudo en la chimenea y salón principal. Abajo, balaustrada de salida al patio (hoy destruido).








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
dos imágenes del retablo de los Santafé de Tarazona -que vimos al principio del capítulo-; propiedad del Museo Lázaro Galdiano (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Esperandeo de Santafé (que aparece como donante en esta tabla), era el padre de Pedro de Santafé; juglar que cantaba en Olite y en Zaragoza, del que se sabe fue amante de la reina María de Aragón. Tal como podemos leer en la “cartela” de la tabla, fue encargada por el referido Sperandeo de Santafé, en 1439; siendo la parte central de un retablo completo, pintado por Blasco de Grañén (del que sabemos fue pagado unos años antes por Luis de Santafé y Santángel). Este de los Santafé y Santángel fue el caso de una de las muchas familias rabínicas que se convierten al catolicismo en la Conferencia de Tortosa, celebrada unos veinticinco años antes del momento en que se fecha el cuadro. Donde vemos a su donante a la derecha (nuestra izquierda) y en el lado opuesto, un ángel sujetando el escudo de estos Santafé. Destacan los rasgos faciales muy semitas, del que fue hasta 1414 Ezequiel Azanel (también transcrito Ezmel Ananael), rabí de Tarazona; que en esta escena se representa como caballero de la Virgen María (con espuelas y tocado a sus pies) -añado de nuevo, que se trata del antepasado de los Santafé de Tarazona, establecidos en una rama, en Tudela -marchando más tarde a Caparroso y Olite debido al cólera de 1840; antecesores de Nicolás y Juan Santafé Arellano-.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes del antiguo palacio real de Tordesillas, creado por Pedro I; hoy monasterio de Santa Clara. En este edificio, que luego se transformó en convento; entró el infante Enrique de Aragón una noche de verano de 1420, matando a la guardia y apresando a la Corte de Juan II; que descansaba allí, de paso hacia Pamplona (donde el rey se iba a casar). Este rapto e intento de Golpe de Estado, se conoce como el Golpe de Tordesillas y en él participó Íñigo López de Mendoza, con unos veinte años.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más del antiguo palacio real de Tordesillas, creado por Pedro I; hoy monasterio de Santa Clara.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes del castillo de Montalbán en Toledo; donde logró llevar Álvaro de Luna a Juan II, tras haber sido secuestrado este rey y su Corte en Talavera de la Reina.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos fotos mas del castillo de Montalbán, junto a la Puebla que le da nombre. Al lado, vemos el escarpado río y los desfiladeros que rodean la fortaleza; al fondo de la imagen, los montes de Madrid, cercanos a Somosierra. Donde se encontraba el ejército que venía desde Olmedo -al mando de Juan de Aragón-, para liberar a Juan II de Castilla y que finalmente se dirigió a Montalbán para librar su cerco. Abajo, entrada a la imponente fortaleza.



La intención última del secuestrador era que su hermana contrajera nupcias con Juan II de Castilla y además aprovechó el apresamiento del monarca y de la infanta, para casarse él con la hermana del soberano atrapado. Todo ello se expuso en las Cortes que muy rápido celebró (bajo la presencia de aquellos a los que había capturado); y donde asistió parte de la nobleza, ya que era seguido por numerosas familias castellanas, que comprendían aquel intento por “voltear” el futuro ambos reinos. Entre ellos, estaba Íñigo López de Mendoza, que con unos veinte años, apoyaba la iniciativa Enrique el aragonés, que había raptado al débil monarca Juan. Mientras, el hermano del secuestrador (el infante Juan de Aragón), que veía su candidatura a la Corona debilitarse; decidió convocar en Peñafiel a los súbditos castellanos, fieles al monarca; para luego reunir en Olmedo a cuantos partidarios hubiera, con el fin de liberar a Juan II. Ante tales hechos, Enrique el secuestrador, decidió llevarse a la Corte presa hasta tierras lejanas y fuera del control central; dejándolos en Talavera de la Reina. Durante aquel viaje hasta tierras toledanas, logró convencer a la hermana del monarca para que se casase con él; y así celebró nupcias en Talavera con su prisionera, que fue titulada duquesa de Villena como dote al matrimonio.

Pero -como ya hemos narrado- los planes del secuestrador se diluyeron cuando unos días más tarde un joven Álvaro de Luna (también de origen aragonés) logró subir a su grupa al rey Juan II y escapar con él. Llegando pronto ambos hasta el castillo de Montalbán (sito a unos 50 kilómetros); donde fueron rodeados por los del infante Enrique, que les habían seguido hasta darles caza. Allí se hicieron fuertes, gracias a que en esa plaza les protegieron los caballeros de Calatrava; de quienes se dice, luego Juan II regaló la Ciudad Real (en agradecimiento a la ayuda prestada). Asimismo, se narra que uno de ellos logró escapar del cerco, llegando hasta las tropas que avanzaban desde Olmedo, para liberar la Corte castellana y que dirigía el infante Juan de Aragón (hermano del secuestrador). Informándoles de la situación, en Somosierra; quienes al saber que el rey capturado ya no estaba en Talavera de la Reina, cambiaron su destino con el fin de levantar el cerco a Montalban. Por su parte, al conocer el secuestrador que aquella multitud dirigida por su hermano, venía con la intención de ayudar al rey apresado; abandonó pronto el castillo asediado y huyó hacia Ocaña.

Todo se resolvió antes de las Navidades de 1420 y terminó con el infante Enrique fracasado en su intento de rapto; debiendo vagar y escapar con sus hombres (convertidos ya en secuaces). Finalmente, fueron apresados los principales que dieron aquel Golpe de Tordesillas dos años más tarde; entre los que destacaba el infante aragonés, junto al Condestable de Castilla y otros que le habían apoyado. Los culpables perdieron títulos y posesiones; pasando a Juan de Aragón todos los de su hermano Enrique. Y siendo Álvaro de Luna nombrado Condestable de Castilla; quien desde la liberación de Juan II en Talavera, se convirtió en Valido y hombre de máxima confianza del rey. Llegando a ser el de Luna, el caballero más poderoso y rico del reino. En lo que se refiere a Íñigo López de Mendoza; que participó en el Golpe de Tordesillas, marchando hasta Talavera y llegó a estar en el cerco del castillo de Montalbán; fue penado tan solo con el “retiro a sus posesiones”, debiendo permanecer fuera de la Corte.

De este modo, la enemistad entre Álvaro de Luna y el futuro marqués de Santillana, creció conforme aumentaba el poder del aragonés afincado en Castilla; surgiendo en el literato un verdadero odio hacia aquel que se había hecho con la voluntad real. Quien al verse postergado de toda labor y cargo en La Corte, se dedicó a su familia y a las letras; lo que resultó una gran fortuna, para el tesoro de la cultura hispana. En cuanto a los hijos de Íñigo López de Mendoza, el primero había nacido en Aragón en 1517, cuando el padre tan solo contaba diecisiete años; mientras el sexto, vino al Mundo un decenio después. Llegando el primogénito a convertirse en el primer duque del Infantado y el hijo menor, en el famoso cardenal Mendoza. Pasado el tiempo y cumplidos los treinta y siete; el de Mendoza decidió recuperar con los suyos un puesto en la Corte. Enrolándose para ello, en guerras de Reconquista en Andalucía; logrando victorias en Córdoba y Jaén (tomando Huelma). Pese a todo, se veía todavía atacado y vilipendiado por Álvaro de Luna, quien llegó a introducirse con sus ejércitos en la tierras de los Mendoza, bajo el permiso de Juan II. Herido Íñigo López de Mendoza en varias contiendas andaluzas, el rey confía en él y solicita su presencia en la Primera Batalla de Olmedo; donde con cuarenta y cinco años defendió al monarca (y a Álvaro de Luna) frente a las tropas de Aragón. Pese a ser ambos sus fervientes rivales; en Olmedo luchó con brío contra aragoneses y navarros, que se oponían al poder de Juan II apoyados por muchos castellanos. Una victoria que le supuso el reconocimiento final, concediéndole el monarca los títulos de marqués de Santillana y conde del Real de Manzanares.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, castillo de Manzanares el Real, tal como estaba hace casi un siglo; imagen de castillosmedievales.org (a la que agradecemos nos permita divulgarla). Al lado, una foto aérea del mismo Real de Manzanares, hace medio siglo. Recordemos que este señorío fue incorporado a la familia Mendoza al llegar como dote de María Enriquez, esposa de Juan Hurtado de Mendoza, padres de Aldónza (que lo reclamó a sus hermanastros, al morir su progenitor). Finalmente pasó a Íñigo López de Mendoza, creado conde del Real de Manzanares, tras su vitoria en la Primera Batalla de Olmedo.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos de Olmedo, a cuya Batalla tuvo que asistir en primera línea Íñigo López de Mendoza; con más de cuarenta y cinco años y pleno de achaques, debidos a heridas de guerra. Finamente cumplió con Juan II y con su valido (Álvaro de Luna); quienes habían postergado y maltratado el de Mendoza, por haber participado en el Golpe de Tordesillas. Tras ganar en Olmedo, fue recuperando su valor social, siendo nombrado marqués de Santillana y conde del Real de Manzanares.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de Hita; un señorío que fue incorporado a la familia Mendoza, heredado desde los Orozco; el suegro de Pedro González de Mendoza, que entre 1340 y 1350 luchó en la batalla de Salado y en la toma de Algerciras (padre de su mujer, Juana Orozco). Al lado, un capitel de la plaza. Abajo, vista del paso entre Hita y Trijueque, hoy llamado “mirador de Castilla la Mancha” (en el centro de la imagen, el alto de Hita). Como podemos observar, es un punto de vigía esencial en el corredor del Henares, que da entrada hacia Madrid y Toledo, desde el valle del Tajuña y del Ebro.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
al lado, restos de los pocos edificios antiguos que quedan en Hita; destruida por haber sido frente en la Guerra Civil (1936-39). Su situación privilegiada y su punto de estrategia, para el paso entre Madrid y Barcelona, hizo que fuera arrasada en varias contiendas militares. Abajo, alto de Hita, que le da nombre.




3) El Cardenal Mendoza y su hijo Rodrigo (Díaz de Vivar) y Mendoza:

3-a) Pedro González de Mendoza (1527-1595):

Es el caso hispano del cardenal renacentista: Culto, inteligente y tan mecenas de las artes, como intrigante en la política. Solo comparable con su coetáneo Alonso I de Fonseca (el viejo) constituye un tipo de personaje cuyo estudio no puede pasar por alto ningún alma inteligente. Pues tiene tantas luces como sombras y más virtudes que defectos; siendo uno de esos casos del humano más humanista y del humanista más inhumano, que podamos conocer. Despertando tantos odios como simpatías y tantas inquietudes como rechazos; pues el cardenal Mendoza, es un hito en el Renacimiento español -y por lo tanto, en la Historia general del Mundo-.

Nació en Guadalajara en 1428, mientras su padre sufría “un retiro vacacional que duró decenios” por haber participado en el Golpe de Tordesillas (en 1420); un hecho que de no haber sido el miembro más destacado de los Mendoza, quizás le hubiese costado la vida al progenitor. Aunque, en mi opinión; gracias a ese periodo en que el futuro marqués de Santillana tuvo que pasar, medio recluido en Guadalajara, tenemos muchas de sus obras. Pues durante estos años, creció en afición y profesión literaria; a más de aumentar la familia y dedicarse a ella. Así fue como vino al Mundo Pedro, el séptimo de los diez vástagos que tuvieron Íñigo López de Mendoza y Catalina Suárez de Figueroa; casados apenas con catorce años y que en esos días llevaban más de tres lustros de matrimonio (con un primogénito de diez años). Por cuanto aquel Pedro tenía ya cinco hermanos mayores, su carrera militar y de nobleza podría ser más que difícil; pensando los padres en destinarlo a la Iglesia prácticamente desde que nació. Así fue como el progenitor le transmitió los conocimientos más importantes de su época, para después mandarlo -con quince años- a las mejores universidades y seminarios; donde entró gracias a su linaje, aunque pronto destacó por su inteligencia y capacidad intelectual. Estudiando primero en Toledo y más tarde en Salamanca, con los más ilustres de su tiempo; lo que le convirtió en un gran humanista que influiría en toda la España del Renacimiento.

En 1452 fue nombrado capellán Real, en la Corte de Juan II; después de que su progenitor hubiera sido reconocido socialmente de nuevo, tras la batalla de Olmedo. Una victoria con la que logró su padre recuperar el prestigio (olvidando los nobles el famoso episodio de Tordesillas, donde había secuestrado al rey). Además, hemos de recordar, que el gran enemigo de Íñigo López de Mendoza fue Don Álvaro de Luna (desde aquel asalto tordesillano). Valido de Juan II y hombre de confianza de los monarcas, sin cuya aprobación no se tomaba un solo acuerdo en el reino de Castilla. Pero quien desde 1452 había comenzado a caer en desgracia, tanto que en junio de 1453 el rey decide condenarle a muerte. Así pues, el ascenso de los Mendoza fue paralelo al descenso de Don Álvaro a los infiernos; tanto, que en el mismo año en que decapitaron al de Luna, fue nombrado Pedro Gónzalez de Mendoza obispo de Calahorra.

Al poco tiempo, murió Juan II (1454), tras haber traicionado a su hombre de confianza; probablemente por celos. Ya que algunos historiadores consideran a los dos hijos de Isabel de Portugal (segunda esposa de este rey); nacidos realmente de Álvaro de Luna. Favorito del que el doctor Marañón opina, era bisexual y mantuvo un idilio durante años con Juan II; mientras Antonio Gala cree que -además- era el padre seguro de Isabel la Católica. Siendo muy posible que fuese también el progenitor del infante Alfonsito, que nació en 1453, después de que decapitasen Valido (cuya ejecución pudo tratarse de un arrebato amoroso, por parte del soberano). Sea como fuese, el hecho es que desde la liberación del Golpe de Tordesillas, Juan II y Álvaro de Luna dormían juntos, en la misma habitación; afirmando el rey que no se fiaba de ningún otro vigilante.

Por todo lo expuesto, el marco que deja Juan II cuando muere -a los pocos meses de firmar la ejecución de Don Álvaro-; fue el de tres hijos y un destino imposible: El primogénito, nacido de María de Aragón, que se proclamó como Enrique IV (llamado el impotente); quien sabía que su madre había muerto envenenada por Álvaro de Luna y sospechaba que sus hermanastros eran de ese “favorito” y no de su padre. Dos vástagos reales, nacidos de un segundo matrimonio con Isabel de Portugal; llamados Isabel (que terminaría siendo la reina Católica) y Alfonsito, que muere probablemente envenenado en 1468. Todo ello, siendo conocida en la Corte una posible homosexualidad del Juan II; lo que hacía dudar sobre el verdadero origen de los tres infantes, incluso del heredero al trono. A lo expuesto, se sumaba que este primogénito -Enrique- también fue homosexual; o bien sufría una tara en el pene. Pues demostrado está históricamente que le era imposible tener hijos; tanto que su primer matrimonio con Blanca II de Navarra, quedó sin consumar (después de tres años). Mientras en sus segundas nupcias, se considera que Enrique IV tuvo una heredera, gracias a su Valido, Beltrán de la Cueva. Quedándose luego embarazada Juana de Avis (su soberana esposa) de un sobrino Fonseca, que la dejó esperando gemelos mientras la custodiaba en Alaejos -nos referimos de nuevo a Pedro de Castilla y Fonseca, conocido como “El Mozo”-.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes más de Hita, en Guadalajara. Señorío de los Mendoza desde su boda con los Orozco, fue uno de los lugares donde se crió Pedro González de Mendoza (el cardenal). Pasando allí los años de su infancia, junto a sus diez hermanos y bajo la precepción de su padre (el futuro marqués de Santillana). Que formó a Pedro en el humanismo más puro y profundo de la época renacentista.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes del sepulcro de Juan II y de su mujer (Isabel de Portugal) junto al infante Alfonsito. Tumbas que Isabel la Católica mandó construir a Gil de Siloé, conservada en La Cartuja de Burgos; a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos. Al lado, el infante Don Alfonso que se sublevó a su hermanastro Enrique IV en 1465, tras la Farsa de Ávila y morirá extrañamente tres años más tarde, con solo quince. Desde su desaparición, la pugna por el trono se centró entre Isabel (hermanastra de Enrique IV) y Juana (la Beltraneja). Abajo, Juan II y su segunda esposa, en estatuas de alabastro, por Gil de Siloé.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más del sepulcro del infante Alfonsito; esculpida por Gil de Siloé, tal como se conserva en La Cartuja de Burgos (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos).








BAJO ESTAS LÍNEAS: De nuevo, el sepulcro de Juan II y de su mujer (Isabel de Portugal) junto al infante Alfonsito; tal como se conserva en La Cartuja de Burgos (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotografías). Abajo, en primer término, Juan II; detrás su segundo hijo, Alfonso, tristemente sublevado por el engaño e insidia del obispo Carillo y del marqués de Villena.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes del retablo de la Cartuja de Burgos (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotografías). También obra de Gil de Siloé junto a Diego de la Cruz; en su predela se considera que representa a Isabel de Portugal (en el lado izquierdo -nuestra derecha-) y a Juan II (en el opuesto). Aunque a mi juicio son Isabel y Fernando. Al lado, escultura que se dice es Juan II, padre de Enrique IV, Isabel y Alfonsito. Pero que yo considero Fernando de Aragón, esposo de Isabel la Católica. Abajo, según algunos, Isabel de Portugal, y tras ella, quizá su madre de anciana. Otra posibilidad es que la arrodillada fuera Isabel la Católica y detrás estuviera su madre, Isabel de Portugal, sosteniendo un niño que representaría a Alfonsito.



Regresando al cardenal Mendoza, ya obispo calagurritano; hemos de decir que muy pronto entró en la Corte de Enrique IV, al que rindió pleitesía desde 1452. Del mismo modo, hizo la familia del marqués de Santillana cuando había recuperado plenamente su lugar en la Sociedad, tras la caída de Álvaro de Luna; cuya ejecución precedió en meses el fallecimiento de Juan II. Tras ello, los Mendoza se aunaron junto al rey Enrique; sumándose a sus campañas en Andalucía, tomando varias ciudades del Sur cercanas a Granada. Lo que sucede en 1455, cuando testa el marqués de Santillana y va junto a sus hijos hasta las proximidades de la famosa Elvira. Por todo ello, en 1456, algunas fuentes manifiestan que Pedro fue propuesto para ser nombrado obispo de Sigüenza y de nuevo formó parte del Consejo real (aunque sabemos que no entra en este episcopado hasta 1469). Pero la suerte no les favoreció por mucho tiempo a los Mendoza, pues muy pronto Enrique IV eligió un nuevo Valido, en la figura de Juan Pacheco (marqués de Villena). A quien Álvaro de Luna había introducido como paje real y era íntimo amigo del nuevo monarca; pero no de la familia asentada en Guadalajara.

En el año 1458, murió el marqués de Santillana, lo que debilitó más la fuerza de esta saga ante la Corona; por lo que Pedro tomó el mando del grupo, intentando que Juan Pacheco no les apartase. Resultando finalmente inevitable una nueva caída en desgracia de los Mendoza, con el marqués de Villena como Valido; quien se atrevió a tomar sus tierras y posesiones en Guadalajara (en 1460). Haciéndoles huir y obligando a los familiares a recluirse en la catedral de Sigüenza (donde Pedro tenía cargo, pero sin ser su obispo -como muchas fuentes afirman-). Después de aquello, los Mendoza se adscribieron a una liga contraria al reinado de Enrique IV, que lideraba el prelado de Sevilla, Alonso I de Fonseca (el viejo). Pero pronto cambiaría la suerte para esta familia, cuando en 1461 entró en el Consejo del Rey, Don Beltrán de la Cueva, que un año más tarde se convierte en yerno de Diego Hurtado de Mendoza (II marqués de Santillana). Fue entonces cuando Villena se sintió desplazado y hasta pasó a oponerse al monarca, al ver que este prefería como Valido al de la Cueva. De tal modo, cuando se casa Beltrán de la Cueva con Mencía (sobrina de Pedro González de Mendoza) la saga en pleno se aunó de nuevo como fieles a Enrique IV; al que apoyaron desde entonces y prácticamente hasta el fin de la vida. Por su parte, desde 1462, el rey concede todo tipo de prebendas y señoríos a su nuevo “favorito” Don Beltrán, al que nombrará duque de Alburquerque y entregará numerosas tierras y villas que antes habían sido de Álvaro de Luna. Hemos de recordar que en este año de 1462, también nacerá Juana, que fue apodada La Beltraneja al tenerse por cierto que el rey era incapaz de concebir un hijo (algo demostrado en sus tres años casado con Blanca II de Navarra, sin poder consumar el enlace).

Pasando a los Mendoza, desde aquel matrimonio entre Mencía con Beltrán de la Cueva y tras el nacimiento de la heredera Juana; el entonces obispo de Calahorra, fue experimentando un enorme ascenso social. Tanto, que llegaron a llamarle el “tercer rey”, pues el segundo era el Valido. Además, el soberano al verse progenitor, completó su felicidad; y aunque sobre su paternidad todos dudaron, hay un hecho que puede demostrarla. Este es la existencia de una cánula de oro (un pequeño embudo largo) que se sabe, lo médicos reales le facilitaron. Además, se conoce que la Iglesia permitió la concepción a través de este rudimentario proceso, que consistiría en verter a través de esa cánula el semen del rey, dentro del útero de la reina. Un plan en que pudo ayudar mucho Beltrán de la Cueva; y su tío, el obispo Mendoza (quienes debieron buscar médicos y dispensas, para llevarlo a cabo). Pero los problemas no terminarían con el nacimiento de la princesa Juana; pues el de Villena se había sentido echado de la Corte y comenzó a intrigar en contra del monarca. Para lo que no le faltó ayuda; ya que desde el nacimiento de la heredera al trono, quienes querían debilitar a Enrique IV, recordaban su impotencia y decían que la niña era hija de Beltrán de la Cueva. En esta situación, encontrándose el rey muy aislado, contando solo con el apoyo de los Mendoza; tuvo que ampliar el poder de esta familia, lo que produjo más envidias y mayor insidia de Villena, junto a quienes le seguían (que por entonces ya eran muchos). Y así comenzó una intriga que terminaría pronto en revolución, conocida como La Farsa de Ávila.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes relacionadas con Don Beltrán de la Cueva. Arriba, el castillo de Mombeltrán, todavía propiedad del duque de Alburquerque. Fue esta localidad uno de los señoríos de Álvaro de Luna que heredó Don Beltrán; dando nuevo nombre al pueblo (que antes se llamaba Colmenares de Arenas). Al lado y abajo; dos fotos de Cuéllar, plaza fuerte de Beltrán de la Cueva y lugar de origen de su familia. Todavía el heredero del ducado de Alburquerque es nombrado -antes- marqués de Cuéllar, en memoria de este señorío del padre de Beltrán de la Cueva. El Valido de Enrique IV, tuvo su refugio en este castillo, donde protegió en ocasiones a su presunta hija (la princesa Juana) y a su madre, la reina Juana de Avis.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes relacionadas con el cardenal Mendoza. Al lado, su escudo en el coro de la catedral de Toledo (a la que agradecemos nos permita divulgarlo). Abajo, Pendón del Cardenal Mendoza, tal como lo expone el Museo de Santa Cruz (al que agradecemos nos permita divulgarlo). Está compuesto por tafetán y se fecha hacia 1490.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, catedral de Sigüenza, donde realizó numerosas obras Pedro González de Mendoza (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía). Abajo, tabla anónima, fechada hacia 1490, que representa al Cardenal Mendoza orando; propiedad del Museo de Santa Cruz de Toledo (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía).








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de Toledo. Al lado, fotografía; abajo un dibujito mío de la catedral. 

Cuando estaba al borde de la muerte Juan II (en 1473); Pedro González de Mendoza fue nombrado Cardenal, con la intervención de Aragón y la intención clara de que se posicionase a favor de Isabel y Fernando. Diez años más tarde, los Reyes Católicos lograrían que le hicieran Primado de España (arzobispo de Toledo; donde vivió su último decenio de vida).






Ya hemos hablado sucesivamente sobre lo que fue aquella Farsa de Ávila, donde en 1465 el de Villena junto con el obispo Carillo, coronaron al hermanastro del rey; el infante Alfonsito, que por entonces contaba apenas doce años. Desde entonces, el obispo Mendoza y su familia se instituyen como líderes de quienes defendían a Juana, en su título de heredera al trono; y a Enrique IV como padre monarca. Tomando una medida primera y preventiva, custodiando a la princesa; que pasó a vivir secretamente en Buitrago de Lozoya, bajo la protección de Íñigo López de Mendoza y Figueroa -hermano del prelado-. Por su parte, los que cuidaban de su hija, obligaron a Enrique IV a no pactar con sus oponentes; quienes pedían que Alfonsito fuera jurado como heredero al trono, en detrimento de Juana (que de ese modo, quedaría no reconocida). En este estado de división en el reino y con el infante Alfonsito, proclamado como Alfonso XII; se llega a la Segunda Batalla de Olmedo en 1467. Donde se enfrentaron los partidarios del infante rebelde (principalmente tropas del de Villena, el obispo Carillo y los Fonseca) contra los que defendían al rey Enrique (en su mayoría milicias de Beltrán de la Cueva y de los Mendoza). En esta segunda batalla de Olmedo, todos salieron vencidos; pues no hubo victoria, sino bajas. Por su parte, el obispo Mendoza estuvo a punto de perder un brazo, debido a que allí luchó físicamente; mientras Beltrán de la Cueva logró dar un lanzazo al hermano de Alonso I de Fonseca (Fernando de Fonseca), causándole la muerte. Por cuanto, tras aquel enfrentamiento de Olmedo, el verdadero monarca -muy receloso y sabiendo que no podía vencer- comenzó a dudar sobre pactar con los partidarios de Alfonsito y dejarle como heredero (excluyendo a su hija Juana).

Pero los Mendoza no iban a dar su brazo a torcer, por lo que exigían al rey que no firmase acuerdos con la parte contraria; bajo la advertencia de abandonar su causa. En esa tesitura, murió el infante Alfonsito (seguramente envenenado -sino por algo peor-) y sus partidarios culparon de ello a los de Enrique. Generando una nueva situación, en que la única hermanastra que quedaba al rey era Isabel (la futura Reina Católica), quien pretendía casarse con el infante de Aragón Fernando, pudiendo así pretender al trono. Para que esto no sucediera, los Mendoza blindaron las fronteras con el reino vecino. Pues de contraer matrimonio Isabel, con este hijo de Juan II de Aragón; se convertiría en la mejor candidata a la Corona de Castilla -si muriera Enrique-. En esta situación y estando ya enfermo el rey, se dice que finalmente Enrique cedió y firmó los Pactos de Guisando de 1468; dejando de heredera a Isabel. Aunque no hay documento cierto sobre este acuerdo y los hechos sobre una “renuncia” no concuerdan con la realidad. Pues Isabel fue “apresada” en mesa de Ocaña ese año de 1468; donde queda bajo custodia del marqués de Villena para que se casase con quien ordenase su hermano. Es decir, parece que en Guisando se compromete Isabel a obedecer, no tanto a ser reina. Pese a ello, la joven Isabel lograría superar el cerco de Ocaña, que guardaba Villena; saliendo de allí, para llegar hasta donde la esperaba Fernando de Aragón, que había cruzado la frontera vestido de mozo de mulas. Así, sin bula papal ni derecho legítimo; en 1469 les casó el obispo Carrillo y tras esta boda todas las familias nobles de un reino y del otro, comenzaron a posicionarse (a favor o en contra de Juana, como heredera).



JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, retrato del Cardenal Mendoza conservado en el Museo de Santa Cruz (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen), como fundador del Hospital toledano (se trata de una obra muy posterior, recreada en retratos de época). Abajo, dibujo mío del Convento del Carmen de Cogolludo (Guadalajara); fundado cien años después de la muerte del cardenal Mendoza en el lugar principal de su familia. Fue creado por el padre Fonte de la Cruz hacia 1590, quien tras heredar un enorme capital, decidió ser eremita en la zona de Cogolludo. Finalmente, quien realizaba vida de ermitaño en una parroquia cercana al pueblo, decidió donar gran parte de su fortuna para levantar este monasterio, que hacia 1599 estaba prácticamente terminado. En 1810, la entrada de los franceses a Cogolludo, destruyó prácticamente el convento, que más tarde fue desamortizado; pasando a usarse el lugar como cantera artificial (robando sillares). Hace unos veinte años fue adquirido por Íñigo Míguez del Olmo, quien lo ha restaurado; del mismo modo que recuperó completamente el castillo de Guijosa. Hoy es un centro de eventos y un museo, dependiente de las bodegas propiedad de Íñigo Míguez.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más del Convento del Carmen de Cogolludo. Al lado, junto a su propietario, Íñigo Míguez y su mujer (Yun-Yin) probando la acústica de la iglesia. Abajo, una imagen mía, tocando en el interior de este templo que hoy sobrevive gracias a Íñigo Míguez del Olmo.








Mientras se sucedía lo relatado; el obispo Mendoza y su familia, continuaban fieles a Enrique, aunque muy desconfiados por sus posibles pactos con Isabel. De tal modo, exigían multitud de prebendas, que el monarca les fue entregando, ya que tan solo quedaban ellos a su favor. Pero en verdad, los Mendoza, viendo que se aproximaba una guerra civil sin solución, parece que comenzaron a mantener contactos con el lado de Isabel y Fernando; quienes, a través de Aragón, hicieron llegar mensajes desde El Vaticano, comunicando que si el obispo abandonaba la causa de Juana, pronto sería nombrado cardenal. Por su parte, Enrique no paraba de enviar obsequios a esta familia que se convirtió por entonces en crucial; decidiendo mediar para que a Pedro de Mendoza le nombrasen arzobispo de Sevilla en 1473 (cuando muere Alonso I de Fonseca).

Finalmente, sin traicionar del todo al rey, pero apoyando a Isabel como candidata al trono; lograron que Enrique IV muriera pensando que aún los Mendoza le seguían fieles, tanto que nombró al obispo su albacea testamentario. Pero la saga en pleno ya tenía sus contactos establecidos con Isabel y Fernando, quienes preferían un mal pacto que un buen pleito. Así al fallecer el rey en 1474, los Mendoza rinden pleitesía a los futuros Reyes Católicos, aseverando que serán solo fieles a ellos y no admitirán a Juana como reina. Un acto y un pacto que hace de Pedro González de Mendoza el asesor más importante de los futuros Reyes Católicos, todo lo que enerva al obispo Carrillo (quien les había casado en secreto, cinco años antes y se sentía el centro de la Corona). De este modo, se cambiaron de nuevo las tornas; y los Mendoza pasaron a defender la causa de Isabel y Fernando, mientras Carillo se volvió “beltranejista” convirtiéndose este otro obispo, en el paladín a ultranza de Juana. De nuevo llegamos así a la etapa de guerra civil, donde Isabel obtiene la ayuda de los Mendoza y hasta de los Fonseca, que habían sido partidarios de Alfonsito; una larga confrontación que se resuelve en 1476, en Toro. Sitio y batalla tras la que suben al trono Isabel y Fernando. Momento en que el obispo Mendoza llegará a arzobispo de Toledo, siendo ya Cardenal; convertido de nuevo en el “tercer rey de España”, adquiriendo un poder y una relevancia inigualable.

A todo lo narrado, hemos de añadir, que desde 1460, Pedro González de Mendoza tuvo amoríos con Mencía de Lemos (hija del señor de Trofa). El primogénito que nace de ambos, en 1462 y al que no supo como llamar; se apellidó primero Rodrigo Díaz de Vivar, aunque cuando logró que lo reconocieran (en 1476) le añadió el Mendoza. El hijo segundo fue directamente bautizado como Diego Hurtado de Mendoza y Lemos, al venir al Mundo en 1468. Años más tarde, con Inés de Tovar, tendría el cardenal, a Juan Hurtado de Mendoza y Tovar (nacido en Valladolid). Finalmente es de destacar, que como mecenas de las artes, fue solo comparable con los prelados Fonseca. Pues a Pedro Gónzalez de Mendoza se deben entre otras obras: El famoso Hospital de Santa Cruz de Toledo y el Colegio de Santa Cruz de Valladolid. Numerosas reformas en las catedrales de Sigüenza, Sevilla y El Burgo de Osma, donde fue obispo. Así como en la Universidad de Alcalá y Sigüenza. Además de haber construido el famoso palacio de los Mendoza (o del Infantado) en Guadalajara y rehabilitado el castillo de Jadraque reconvertido en palacio -que tristemente se destruyó durante la francesada y por haber sido frente de guerra en el 36-.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes del Colegio de Santa Cruz, fundado por el cardenal Mendoza en Valladolid (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotografías). Arriba, portada de entrada, donde vemos claramente al prelado (arrodillado) rindiendo pleitesía a la reina Isabel (figurada como La Virgen). Al lado, cartela a la entrada del Colegio vallisoletano de Santa Cruz, con el escudo del cardenal y la marca:

- PETRUS·DE·MENDOZA·CARDINALIS·HISANIE.MCCCCXCI -

Abajo, claustro del centro creado por Pedro González de Mendoza en 1491.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Interior del Hospital de Santa Cruz fundado por el Cardenal Mendoza y donde legó parte de su fortuna (hoy Museo de Santa Cruz de Toledo) -al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Claustro del Hospital de Santa Cruz fundado por el Cardenal Mendoza (hoy Museo de Santa Cruz de Toledo) -al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Claustro del Hospital de Santa Cruz fundado por el Cardenal Mendoza (hoy Museo de Santa Cruz de Toledo) -al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes.





3-b) Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza; hijo de Pedro González de Mendoza (1462/66-1523):

Al poco tiempo de morir el marqués de Santillana (en 1458), su hijo Pedro tomó las riendas familiares, pues siendo obispo de Calahorra y puesto en el Consejo Real, tenía poder y acceso directo al monarca (Enrique IV, que había sido proclamado solo cuatro años antes). Por aquel tiempo, el prelado contaba con treinta años y al desaparecer la autoridad de su padre, parece que decidió dar vía libre a su “afición” por las mujeres; haciendo pública su relación con Mencía de Lemos (o de Castro). De la que tuvo dos hijos, famosos por su buena “planta” y aspecto; a los que llamaba Isabel la Católica “los bellos pecados del cardenal”. No sabemos si por “los bellos pecados” también se refería a un tercer vástago, nacido de otra relación entre Inés de Tovar y el prelado. Una prole que años más tarde fue reconocida como legítima en el Vaticano y más tarde por los reyes. En lo que se refiere al primero, Rodrigo, sería apellidado Díaz de Vivar; debido a que su padre, consideraba que los Mendoza descendían de El Cid (ya que a más de clérigo, era genealogista). Algo que nada de extraño tendría, pues las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar (el guerrero del siglo XI) se casaron con los herederos del trono de Navarra y con los del condado de Barcelona. Así pues, en cualquiera de sus múltiples ramas (Haro, de la Vega, Orozco, Hurtado, Ayala etc), los Mendoza pudieron tener un entronque con este héroe del la Reconquista.

Pese a todo, con bastante mal tono, Emilio Cuenca y Margarita del Olmo, en su obra sobre el linaje de los Mendoza comentan que aquella ascendencia desde el Cid es un “invento” soñado por esta Casa. Escribiendo en el inicio de su libro: “Desde que Pedro González de Mendoza `el de Aljubarrota´, camarero del rey Juan I de Castilla, instauró su prestigiosa saga en Guadalajara, allá por el siglo XIV, esta ilustre familia de los Santillana, los Infantado, los Tendilla y los Mondéjar, ha vivido una fantasía: creerse descendientes directos y legítimos de Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid Campeador”. Pero fue el Cardenal Pedro González de Mendoza, también alcarreño e hijo del Marqués de Santillana Iñigo López de Mendoza, quien en su juventud, recordando que otro Iñigo López de Mendoza combatió a las órdenes de su pariente Diego López de Haro en la batalla de Las Navas de Tolosa, investigó y escribió la genealogía de los Haro, que el consideraba gemela de los Mendoza y que dio como resultado que ambas familias descendían de la misma sangre del Cid” (34) .

Sea como fuere, este es el motivo por el que llamó a su primogénito Rodrigo Díaz de Vivar, sin apellidarlo Mendoza; pues en 1462 (cuando el niño nació) él no contaba con tanta fuerza como más tarde tuvo. Logrando años más tarde, que tanto el Vaticano, como los reyes reconocieran la legitimidad de sus hijos (del mismo modo que si fueran vástagos de un matrimonio). Así fue, como educó y mandó al pequeño Rodrigo, a la Corte de Enrique; donde se crió junto a los más distinguidos pajes. Mientras, el prelado compraba el famoso Castillo del Cid, tal como se conocía la fortaleza de Jadraque; debido a que se consideraba que durante su destierro, el “primer” Rodrigo Díaz de Vivar hizo en este alto, su fuerte. De tal modo, narran Cuenca y del Olmo, que el recién nombrado obispo de Sigüenza, decidió comprar aquellas ruinas en cuanto vio el monte y sus restos de torres (35) . Sea como fuere, en 1469 había permutado la villa de Maqueda, por el castillo de Jadraque y su señorío; al famoso arzobispo Alonso Carrillo de Acuña. Prelado con el que tenía todo tipo de pugnas; pues fue el que coronó a Alfonsito como rey, en la Farsa de Ávila de 1465; y quien casó a los Reyes Católicos en 1469 -sin bula papal, ni autorización real- . Boda secreta que se celebró mismo año en que se completó la adquisición y permuta de Jadraque. Todo lo que nos habla de que Pedro González de Mendoza, aun siendo fiel a Enrique IV; mantenía contacto pleno con todos los enemigos del monarca -incluso con los propios- (36) . Por su parte, los Reyes Católicos aprobaron esa compra del Castillo del Cid en 1484; incluyendo cien mil vasallos y varias poblaciones anexas a la villa (37) .



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos dibujos míos de Sigüenza y su catedral; donde fue obispo Pedro González de Mendoza desde 1667. Su nombramiento se produce después de haber participado en la Segunda Batalla de Olmedo, defendiendo a Enrique IV y donde fue baja (perdiendo casi un brazo a causa de sus heridas). Pese a ello, poco más tarde entra en tratos con el arzobispo Carrillo, fiero oponente de Enrique IV y quien encabezó a batalla de Olmedo; al que compra en castillo de Jadraque en 1469. Año en que Carrillo de Acuña, había casado a Isabel y Fernando, contraviniendo todas las órdenes reales y sin bula papal. Pues la boda de estos dos príncipes convertía a Isabel en candidata favorita al trono e Castilla, en detrimento de Juana (la supuesta hija de Enrique IV).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de la tumba de El Cid, en el monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos); al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes. Al lado, tomando fotos en el interior de esta capilla. Abajo, la tumba de El Cid. Detrás podemos ver infinidad de nichos con cartelas, que son de los familiares de este héroe. Como se observa, son muchos los allí recordados, como familia de Rodrigo Díaz de Vivar.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más de la tumba de El Cid, en el monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos); al que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos. Al lado, el sacerdote que enseña la capilla. Abajo, sepulcro de doña Jimena, esposa de El Cid.








BAJO ESTAS LÍNEAS: Retrato de Pedro González de Mendoza, como arzobispo de Toledo; un fresco, obra de Juan de Borgoña, pintado en la pared de la Sala Capitular de la Catedral primada (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Mantenía el cardenal Mendoza ser descendiente directo de El Cid; motivo por el que puso a su primer hijo, Rodrigo Díaz de Vivar, y al que compró la fortaleza de Jadraque (conocida como castillo de El Cid).



Por lo demás, el primogénito del obispo Mendoza, educado en palacio del modo más estricto y refinado; mostró desde niño una agresividad casi feroz. Llegando a matar de joven, a un adversario llamado Jerónimo de Deza y destacando como persona “a respetar”. Así fue como le enviaron a las campañas de Andalucía, al cumplir los veinte años (hacia 1483); donde destacó como valiente, aguerrido y fuerte. Allí participó en diversos enfrentamientos jienenses, encabezó el sitio Baza y otros; alcanzando la fama como capitán, debiendo ser reconocido en sus méritos y honores. Destacando más tarde en la toma de Granada -en 1492, junto a su tío el marqués de Tendilla- lo que le valió el título de comandante de esta ciudad, conde de El Cid y marqués del Zenete (una comarca del Guadix). Acerca de todo ello nos dice la Real Academia de la Historia: “Legitimado, junto con sus otros dos hermanos, por su padre en 1476, éste instituyó para él un mayorazgo en 1488. Durante unos años tuvo el cargo de canciller mayor del sello de la poridad. Finalmente, en 1492, tras ser legitimado por los Reyes Católicos y el propio Pontífice, los Monarcas le conceden los títulos de marqués del Zenete y conde del Cid. Con el primero, se añaden en señorío las villas que forman el estado granadino: La Calahorra, Jerez del Marquesado, Alquite, Lanteira, Aldeira, Ferreira, Dólar, Huéneja y los palacios de Don Nuño, en Granada. Y con el segundo, la villa y castillo de Jadraque, junto al río Henares, más todo su territorio en torno, formado por numerosas villas, así como las casas mayores del cardenal en la ciudad de Guadalajara. (38)

En el año 1493, contrajo matrimonio en Medinaceli con su prima Leonor de la Cerda; hija única de los duques de Medinaceli, con la que vivió cuatro años en el castillo de Jadraque -convertido en palacio por su padre-. Falleció el cardenal Mendoza poco después (en 1495), heredando Rodrigo una inmensa fortuna; además de los señoríos de Jadraque y otras posesiones. Pero la mala suerte se cebó en estos años con él; pues en 1497 enviuda, después de haber perdido a su único hijo. Por lo que meses más tarde, inicia un largo viaje por Italia, para tranquilizar sus ánimos; participando en algunas campañas de los Reyes Católicos en Nápoles. Durante esta estancia, visita las principales ciudades de aquel país y se forma en arquitectura, estudiando las nuevas tendencias; llegando a conocer cada uno de los movimientos y modas renacentistas del Cinquecento. Debido a que su idea era volver a España, para levantar dos grandes palacios en sus señoríos de Granada y Valencia, añadiendo a ellas los últimos estilos y formas arquitectónicas. Fue así, como contrató todo tipo de artesanos y arquitectos en Italia, con el fin de crear los más magníficos edificios imaginados; por lo que a su regreso, el primer palacio que completó a la italiana fue el del castillo de Jadraque.



SOBRE ESTAS LÍNEAS: Portada del libro sobre los Mendoza de Emilio Cuenca y Margarita del Olmo, que hemos comentado. En su carátula vemos el castillo de Jadaque, al cardenal Mendoza y a su nieta Mencía de Mendoza (hija de Rodrigo Díaz de Vivar).




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes del palacio del Infantado, que elevó el cardenal Mendoza en Guadalajara. Arriba un dibujo mío de la fachada; al lado y abajo, dos fotos de hace unos treinta y cinco años.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Otras dos fotos más del palacio del duque del Infantado, en Guadalajara (fachada y patio de armas); tomadas hace más de treinta años.






Para comprender mejor la personalidad del marqués de Cenete y conde del Cid, vamos a destacar a continuación lo que narra sobre él, Oscar Perea Rodríguez (39) . Que en su tesis doctoral recoge los siguientes textos: “Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza (1466-1523), uno de los bellos pecados del Cardenal (...) Francisco Layna Serrano sintetiza su biografía de esta forma:

´Fue don Rodrigo caballero muy poderoso por sus bienes de fortuna, por sus cualidades una personalidad de mucho relieve, y figura muy interesante por su vida novelesca. Los cronistas contemporáneos suyos dipútanle uno de los hombres más hermosos y atrayentes de aquella época, siendo grandes su cultura, ingenio, valor y simpatía personal. Don Rodrigo, en cuyo altisonante nombre se ven los conocidos esfuerzos del clan Mendoza por hacer creíble su espuria descendencia cidiana, era hijo natural del cardenal Pedro González de Mendoza, de la unión que el Tercer Rey de España había mantenido con doña Mencía de Lemos. Veló sus primeras armas en 1489, dirigiendo a las tropas de su padre en el cerco de Baza, donde ya dio muestras de su proverbial osadía, según el relato del cronista Pulgar`" (40) .

A pesar de que el episodio se saldó con varias heridas para el Marqués, gracias a estos servicios de armas, junto (obviamente) a la hegemónica posición paterna con respecto a la política de su tiempo, la carrera de don Rodrigo en pos de rentas y señoríos no se hizo esperar. En mayo de 1489, el cardenal Mendoza lograba que los Reyes Católicos aceptasen la renuncia de su hermano, Hurtado de Mendoza, y de él mismo, con objeto de que las rentas de canciller mayor del sello de la poridad fuesen a parar a don Rodrigo: una elevadísima cuota de 100.800 maravedíes anuales. Asimismo, y como aldabonazo de prestigio en esta carrera titulada, nuestro ocasional poeta fue nombrado Conde del Cid y Marqués de Cenete en 1491, señoríos de los que obtuvo grandes rentas patrimoniales y territoriales, sobre todo en el solar alcarreño de donde procedía su linaje (...) Como buen nieto del Marqués de Santillana don Íñigo, fue el de Cenete bastante inclinado a todo tipo de actividades relacionadas con la cultura literaria, de entre las que hay que destacar la creación de una extraordinaria biblioteca que, comenzada por su padre, don Rodrigo se encargó de acrecentar, animando incluso a algunos eruditos a que trabajasen para él, como es el caso de Juan de Molina, quien dedicó su traducción de Los triunfos de Apiano a don Rodrigo. (41)

Una vez conocida la semblanza y las andanzas de este guerrero, poeta, amante del arte, feroz soldado y ferviente enamorado. Que nació de estirpe noble, pero en unas muy difíciles condiciones; llegando por sus propios méritos a ser marqués de Cenece (o del Zenete) y conde de El Cid (o del Cid). Añadiremos que tras su regreso de Italia (hacia 1500) y mientras viajaba entre Jadraque, Valencia y Granada -para preparar la construcción de sus nuevos palacios-; conoció a María de Fonseca y Álvarez de Toledo (comúnmente nombrada como María Fonseca y Toledo). Quedando prendado Rodrigo de la belleza e inteligencia de esta dama; del mismo modo que ella se enamoró del refinamiento, elegancia y la dureza de aquel militar y poeta hijo de os Mendoza. Siendo así, ambos comenzaron un idilio, que comprende el eje central de esta nueva leyenda de La Mota del Marqués; que en el siguiente capítulo podremos leer. VER, PARTE TERCERA https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/05/maria-de-fonseca-y-rodrigo-diaz-de.html





SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes del castillo de El Cid, en Jadraque (Guadalajara). Abajo, cuadro del castillo de El Cid, por María Carrera.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes más del castillo de Jadraque.







C) CRONOLOGÍA: El problema sucesorio y las guerras civiles. Los Fonseca y los Mendoza en la Corte de Enrique IV y de los Reyes Católicos

Para finalizar, vamos a realizar una exposición cronológica de hechos y situaciones de los personajes que hemos tratado en la Primera y Segunda Parte:

-1440 ALONSO DE FONSECA I (conocido como “el viejo”) entrará al servicio del entonces príncipe Enrique. Colabora en su Corte desde el comienzo de la década de 1440 y hasta su fallecimiento; en 1473. Enrique le confiaría, junto a su aliado Pacheco, los asuntos de gobierno en los primeros años de su mandato, dirigiendo ambos los designios de Castilla hasta 1460. Después de 1460, por diversos motivos se enfrentará al rey y se hará partidario de su hermanastro Alfonsito.

-1451 SE CEDE LA VILLA DE COCA ALONSO DE FONSECA I: La villa perteneció a la corona de Castilla hasta que en 1439 fue cedida al marqués de Santillana. En 1451 Íñigo López de Mendoza, la permutó por la villa de Saldaña con Alonso de Fonseca y Ulloa. En 1453, Alonso de Fonseca y Ulloa obtiene del rey Juan II el permiso para edificar un castillo; su construcción empezó hasta 1455. Al deber ausentarse de Coca, el arzobispo Alonso de Fonseca destinado a Sevilla y a Santiago, cedió en 1460 los derechos de la villa a su hermano Fernando de Fonseca. Fernando muere en 1467 en la Segunda Batalla de Olmedo. Alonso falleció en 1473. Coca fue heredada por su sobrino, Alonso de Fonseca y Avellaneda, hijo de Fernando, quien tomó a Alí Caro como arquitecto para hacer la construcción del tipo mudéjar, hasta que la termina en 1493. Luego fue palacio; en 1506 muere Alonso y Coca pasa a su hermanastro: Antonio de Fonseca Ayala, que lo decora como un palacio Nazarí.

-1452 EL CARDENAL MENDOZA entra en la Corte de Juan II; como capellán real. Álvaro de Luna, el gran valido y favorito de Juan II comienza a entrar en declive. En 1453 cae en desgracia, curiosamente cuando la reina Isabel de Portugal (mujer de Juan II) queda embarazada de nuevo.

-1453 EJECUCIÓN DE ÁLVARO DE LUNA; en junio de es decapitado en Valladolid el gran favorito hasta entonces del rey y enemigo recalcitrante del marqués de Santillana. El año siguiente (1454) moría el rey Juan II, por remordimientos tras haber ejecutado a su Valido.

-1453 NACE EL INFANTE ALFONSITO, HIJO DE ISABEL ESPOSA DE JUAN II, hay dudas sobre la paternidad y principalmente sobre Álvaro de Luna (como sucede con su hermana Isabel).

-1454 MUERE JUAN II, comienza la recuperación de la familia Mendoza que había sido relegada desde el Golpe de Tordesillas y postergada por Álvaro de Luna.

-1454 PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA a la edad de 27 años es nombrado obispo de Calahorra y la Calzada.

-1454 SUBE AL TRONO ENRIQUE IV conocido como “el impotente” y hermanastro de Alfonsito e Isabel (esta última será finalmente la Reina Católica).

-1454 BODA REAL POR ALONSO DE FONSECA I: Arzobispo de Sevilla, casó al rey Enrique IV el Impotente en sus segundas nupcias en 1454 con Juana de Portugal. En el primer matrimonio, entre Enrique Blanca II de Navarra; el rey no había consumado las nupcias en tres años y fueron anuladas.

-1455 En mayo el nuevo rey Enrique IV, organizó una campaña contra el reino de Granada. Con el fin de recuperar su prestigio en la Corte, participó el marqués de Santillana y la mayoría de sus hijos (hermanos de don Pedro obispo de Calahorra por entonces). Antes de salir hacia Andalucía, hizo testamento el marqués de Santillana y legó gran parte de la fortuna a su quinto hijo, Pedro González de Mendoza.

-1456 PEDRO GONZÁLEA DE MENDOZA: obispo de Calahorra deja la seda y pasa a la Corte de Enrique IV, donde inició una nueva etapa de intensa actividad política Tras un primer momento de enfrentamiento con el rey, se convirtió en uno de sus consejeros más cercanos y tomó parte activa, siempre en favor de Enrique IV. Se mantuvo siempre enfrentado al arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo de Acuña y a Juan Pacheco, marqués de Villena, sus grandes rivales en la corte. Desde entonces, la política de los Mendoza consistió en prosperar mediante el apoyo al poder real y contra la nobleza.

-1458, MUERE EL MARQUÉS DE SANTILLANA Pedro González de Mendoza pasó a encabezar la poderosa familia de los Mendoza.

-1460 Pacheco, es elegido favorito del rey. Mandó tropas contra la villa donde los Mendoza mantenían sus señoríos, logrando apoderarse de Guadalajara. Nombró nuevos cargos favorables a su partido y declaró fuera de la ley a Diego Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Santillana, y a sus hermanos, quienes tuvieron que huir a Sigüenza.

-1460 ALONSO DE FONSECA I, movió los hilos para que su sobrino materno Alonso de Fonseca y Acevedo, deán en Sevilla , fuera hecho arzobispo de Santiago de Compostela (al morir Rodrigo de Luna) en junio. El monarca requería de una figura confiable en Santiago que acabara con las luchas intestinas existentes en el arzobispado. Fonseca se ofreció entonces a solucionar el problema a cambio del nombramiento como nuevo mitrado de uno de sus numerosos sobrinos homónimos. Su propuesta consistía en que intercambiaran sus sedes para ocuparse él de la pacificación de la Tierra de Santiago, tras lo cual volverían a permutar los arzobispados.

-1460 ALONSO DE FONSECA I Otorgó testamento el 3 de septiembre de 1460 fundando un mayorazgo de Coca, Alaejos, Castrejón, y Valdefuentes a favor de su hermano Hernando o Fernando de Fonseca Ulloa.

-ALONSO I CEDE en 1460 los derechos de la villa a su hermano Fernando de Fonseca, pero este murió en 1467. Alonso falleció en 1473 siendo arzobispo de Sevilla, y Coca fue heredada por su sobrino ese año, llamado Alonso de Fonseca y Avellaneda (hijo de Fernando) quien llevó a cabo la construcción de la mayor parte del castillo, hasta quedar prácticamente terminada en 1493.

-1460 Comienzan los amores entre Pedro de Mendoza (el futuro cardenal) y Mencía Castro, que darán como fruto dos hijos. El primero, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, marqués de Zenete y conde del Cid.

-1460 ALONSO DE FONSECA I y ALONSO DE FONSECA II entran en conflicto. El tío había acabado con los problemas en Santiago y pide regresar a su sede en Sevilla. El sobrino (Alonso II) dice no querer cambiar de episcopado y tiene que ir el rey, junto al duque de Medina Sidonia a “sacar” a Alonso II de la catedral sevillana, para reponer a su titular.

-1461 FERNANDO FONSECA: Aunque para julio de 1461 el hermano y capitán del arzobispo, ya había conquistado Santiago, su objetivo de pacificar el arzobispado estaba muy lejos por la difícil situación política y señorial gallega

-1461/62 PEDRO DE MENDOZA logró hacer las paces con el rey e incluso enemistarlo con el de Villena, facilitando la llegada de un nuevo favorito a la corte. Entre Beltrán de la Cueva, que ese año se casa con la hija de Diego Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Santillana y hermano mayor de Pedro.

-1462 NACE JUANA (llamada Beltraneja); bajo la sospecha de ser hija del nuevo Valido, el sobrino político de Pedro González de Mendoza.

-1462 LOSEMNDOZA LEALES A ENRIQUE IV: A partir de 1462, la lealtad de los Mendoza a Enrique IV se tradujo en un apoyo permanente a los derechos de su hija Juana la Beltraneja, frente a la apuesta de Carrillo y Pacheco por los hermanastros del rey, Alfonso e Isabel.

-1462 Carrillo y Pacheco comienzan a apoyar a Alfonsito intentando el modo en provocar una sublevación.

-1464 SUBLEVACIÓN DE LOS NOBLES, FONSECA CAE EN DESGRACIA. En mayo de 1464 la revuelta contra el monarca de un importante sector de la alta nobleza liderado por Pacheco y el arzobispo de Toledo; el marqués de Villena exigió a Enrique IV que actuara contra Fonseca, negándose a pactar si no lo hacía. Asimismo Pacheco logró convencer a los Mendoza, de actuar contra el arzobispo Fonseca con la sugerencia de que el obispado de Sevilla podría pasar así a Pedro González de Mendoza

-1464 PARTE DE LA NOBLEZA CONTRA ENRIQUE IV Y APOYO A LA CADIDATURA DE ALFONSO O DE ISABEL a comienzos de octubre de 1464, Enrique IV cedió ante la nobleza y se iniciaron las negociaciones que terminan admitiendo al infante Alfonso como príncipe heredero

-1464 FONSECA VUELVE A APOYAR AL REY ENRIQUE: El monarca ordenó detener el sitio de Alaejos y de Coca y reintegrar al prelado los bienes y rentas de su mitra. No obstante, durante los meses siguientes Fonseca continuó respaldando a los rebeldes hasta diciembre de 1464. Volvió a reconciliarse con el rey en una entrevista en el monasterio de La Mejorada de Olmedo, en la cual Enrique se ofreció a compensarle. Olvidó ya su enfado con el soberano, el arzobispo pudo reincorporarse a la corte y tener el papel que desarrollaría durante prácticamente toda la guerra civil que entonces comenzó.

-1465 LA FARSA DE ÁVILA, ALFONSITO ES ENTRONIZADO POR CARRILLO Y PACHECO. COMIENZA LA GUERRA ENTRE HERMANASTROS.

-1465: FONSECA ASESORA AL REY, SIN POSRURA RADICAL, LOS MENDOZA EXIGEN QUE NO RENUNCIE AL TRONO DE SU HIJA JUANA. La predisposición de Fonseca por la negociación y su postura menos radical que la de los Mendoza, le convirtió en una figura imprescindible para el rey Enrique. Fonseca permaneció junto al rey durante la mayor parte de la guerra, llegando a encabezar su Consejo cuando los Mendoza se retiraban de la corte indignados por los intentos del rey de negociar con aquellos que le habían depuesto.

-1464/65 ENRIQUE IV DEPENDIÓ A PARTIR DE ESE MOMENTO DE LOS MENDOZA durante la guerra civil; en 1465, en la farsa de Ávila, el arzobispo Carrillo quitó la corona a un muñeco que representaba a Enrique IV y su partido se alzó en armas, apoyando los derechos del pequeño Alfonso de Castilla, hermanastro del rey.

-1465 JUANA, LA BELTRANEJA PASA A SER CUSTODIADA POR LOS MENDOZA: Pedro González de Mendoza la pone en manos de su hermano Íñigo López de Mendoza y Figueroa; la princesa Juana es cuidada en la fortaleza de Buitrago.

-1465 y años siguientes. CIERRE DE LAS FRONTERAS AL HIJO DE JUAN II DE ARAGÓN: Durante los años siguientes, Diego Hurtado de Mendoza y su ejercito, cerrará la frontera desde Aragón para que no llegue a Castilla Fernando, que deseaba casarse con la princesa Isabel.

-1462/66 RODRIGO DÍAZ DE VIVAR Y MENDOZA: Se supone que en estas fechas nace Rodrigo Díaz de Vivar Mendoza, en Guadalajara en Manzanares el Real.

-1467: SEGUNDA BATALLA DE OLMEDO, ENTRE LOS PARTIDARIOS DE ENRIQUE IV Y LOS QUE APOSTABAN POR ALFONSITO, EL HERMANASTRO SUBLEVADO: La única ocasión en la que el arzobispo Fonseca se declaró abiertamente partidario de Alfonso, fue porque los Mendoza (en junio de 1467) le expulsaron de la Corte de Enrique IV. Entonces, Alonso I Fonseca, fue a la corte alfonsina sita en Arévalo, para declararse partidario de su causa, esperando obtener con ello el señorío de Olmedo. En el mes de agosto de 1467 recibió la orden del bando alfonsino de enviar sus tropas a Olmedo; porque Enrique IV y los Mendoza se dirigía a Medina del Campo. Fonseca no pudo negarse a pesar de estar en contra del enfrentamiento, por ello salió al encuentro del rey Enrique cuando su ejército pasó por Coca. Intentando que desistiera de batallar en Olmedo. La lucha finalmente se hizo, y el hermano de Alonso I (Fernando de Fonseca), falleció a causa de las heridas causadas por un lanzazo de Beltrán de la Cueva.

-1467/68 PEDRO DE MENDOZA ES NOMBRADO OBISPO DE SIGÜENZA luchó personalmente junto a otros miembros de la familia en la segunda batalla de Olmedo de 1467 en defensa de de Enrique IV; pero este apoyo no fue gratuito. Le darían importantes beneficios económicos, Pedro obtuvo en 1469 el cargo de abad de San Zoilo, en Carrión de los Condes, por bula del papa Paulo II, y también, a petición de Enrique IV ante el papa, sería nombrado obispo de Sigüenza enn 1468

-1467 FONSECA TRAS LA BATALLA DE OLMEDO: Tras la batalla, el arzobispo Fonseca permaneció en Coca hasta que, a mediados de septiembre de 1467. Enrique IV fue abandonado paulatinamente por los Mendoza desde Olmedo y asustado porque los partidarios de Alfonso conquistaron Segovia, donde se encontraban su esposa, la reina Juana, y el tesoro real. Entonces acudió el monarca a Fonseca para que intercediera; por ello se le da la custodia de la reina Juana en garantía de que Enrique acataría el resultado de las negociaciones que habrían de desarrollarse en los meses siguientes. En navidades de 1467 es traslada a castillo de los Fonseca, en Alaejos donde permanecerá custodiada y bajo vigilancia.

-1467/68 y 69 EMBARAZO DE LA REINA: Durante su estancia en Alaejos, la reina quedaría embarazada de un sobrino del arzobispo llamado Pedro de Castilla y Fonseca, fugándose poco después al verse de seis meses y no poder disimular su estado. Salió hacia Cuéllar, donde la recibió Beltrán de la Cueva, que la llevó secretamente hasta Buitrago de Lozoya, poniéndola bajo la custodia del hermano menor de Pedro González de Mendoza. Tuvo mellizos en Buitrago de Lozoya, que fueron bautizados en 1469-70 en Medina del Campo, siendo llamados: Apóstol de Castilla y Pedro Apóstol de Castilla.

-1467/68: LA CAUSA DE ENRIQUE PARECÍA PERDIDA, PERO SE RECUPERA: la claudicación de Enrique IV acabó disolviendo a los partidarios alfonsinos. Los magnates a los que se confió la custodia del rey y la dirección de su Alto Consejo, acabaron por regresar a la obediencia del monarca a cambio de la promesa de grandes mercedes y de que conservarían su nueva posición como miembros principales de su Alto Consejo. Desde comienzos de 1468 el arzobispo Fonseca, el rey y los condes de Plasencia, el conde de Benavente, siguen la causa del monarca, y continuaron las negociaciones con los miembros del Alto Consejo alfonsino.

-1468, MUERTE DE ALFONSO El inesperado fallecimiento del infante-rey Alfonso fue seguido de unas negociaciones con los rebeldes que Enrique IV confió a Alonso Fonseca I. Se dice que resultaron en el pacto de los Toros de Guisando, en septiembre de 1468, por el cual Enrique fue reconocido como único rey, la infanta Isabel como la nueva princesa heredera y el arzobispo. Unos hechos de los que no hay realmente constancia histórica.

-1468 TRATADO DE LOS TOROS DE GUISANDO (a mi juicio inexistente) Se supone que Alonso I Fonseca fue el que trazó el tratado de los Toros de Guisando entre Isabel y su hermano el rey Enrique IV, donde por vez primera se reconoció el derecho de sucesión a ella. Pese a todo, aquel pacto parece una falsificación histórica creada posteriormente, pues el compromiso en verdad ordenaba a Isabel mantenerse cerrada en Ocaña hasta que el rey le buscase marido. Comprometiéndose a cumplirlo, la fórmula elegida por Villena fue casar a Isabel con Alfonso de Portugal y a Juana con el hijo de este monarca portugués (príncipe Juan). Así gobernaría Castilla Isabel, casada con Alfonso V; hasta que reinasen Juan y Juana en Portugal. Pasando el trono de Castilla y el luso al hijo de estos dos últimos.

-1468 CONTINÚA LA SUBLEVACIÓN: la muerte del príncipe Alfonso en el verano 1468 no supuso el fin de la rebelión. Carrillo entonces apostó por la joven Isabel, hermana del príncipe fallecido y futura reina de Castilla. Los Mendoza mantuvieron firme su apuesta por la princesa Juana, pero se dice que vieron con bochorno, y como una traición, el hecho de que el rey Enrique cediese, en los toros de Guisando, los derechos de su hija. En nuestra opinión, no existió tal pacto y tras la muerte de Alfonsito, Isabel fue apresada, ordenándola casarse con el que su hermano Enrique mandase. Logrando saltar el cerco y escapar del de Villena, para tomar por esposo a Fernando.

-1469 EMBARAZO DE LA REINA JUANA: Durante su estancia en Alaejos, la reina quedaría embarazada de un sobrino del arzobispo llamado Pedro de Castilla y Fonseca, fugándose en agosto de 1468. Beltrán de la Cueva, la llevó secretamente hasta Buitrago de Lozoya, allí parió  mellizos que fueron bautizados en 1469-70 en Medina del Campo, siendo llamados: Apóstol de Castilla y Pedro Apóstol de Castilla.

-1469 BODA DE ISABEL Y FERNANDO Tras el matrimonio, en octubre de 1469, de la princesa Isabel con el futuro Fernando II de Aragón, Fonseca se erigió como uno de los principales defensores de los derechos al trono de Juana la Beltraneja y de la conveniencia de su matrimonio con el duque de Guyena. En los años siguientes continuaría trabajando junto al rey y Juan Pacheco para evitar que la sucesión al trono se acabara decantando por aquellos. Sin embargo, su protagonismo político fue disminuyendo paulatinamente como consecuencia del agravamiento de los síntomas de la enfermedad que padecía. Obligado a recluirse durante cada vez más tiempo en su señorío de Coca, falleció el 18 de mayo de 1473.

-1473 MUERE ALONSO I DE FONSECA, EL VIEJO. Coca fue heredada por su sobrino, Alonso de Fonseca y Avellaneda, hijo de Fernando, quien llevó a cabo la construcción de la mayor parte del castillo, hasta quedar prácticamente terminada en 1493. Después murió Alonso en 1505 y su hermanastro Antonio de Fonseca y Ayala heredó dicho Coca, siendo el cuarto titular del señorío que él enriqueció y engrandeció.

-1473 LOS MENDOZA SE PASAN AL BANDO DE ISABEL Y FERNANDO. Pedro de Mendoza había sido principal valedor de los derechos legítimos de Juana la Beltraneja, a partir de 1473, un año antes de la muerte del rey; pasaron él y todos sus hermanos a ser partidarios de la princesa Isabel. La aparición de los Mendoza en la Corte de Isabel provocó rivalidad con el arzobispo Carrillo, que se fue al bando de Juana. El futuro papa Alejandro VI, el entonces cardenal Borja, prometió A Pedro Mendoza grandes mercedes del partido aragonés en Roma. Detrás estaba el rey Juan II de Aragón, Desde entonces Pedro González de Mendoza y toda su familia permanecieron al lado de la futura soberana, Isabel, la futura Reina Católica.

-1474 APOYO A ISABEL Y FERNANDO: Pedro González de Mendoza y toda su familia permanecieron al lado de la futura reina. Muertos Pacheco y Enrique IV, acudió en diciembre de 1474 a la coronación de Isabel en Segovia. Ello provocó los celos de su rival Carrillo, que decidió pasarse al bando de doña Juana e iniciar otra nueva guerra. El cardenal Mendoza constituyó un apoyo decisivo durante la Guerra de Sucesión Castellana para la causa isabelina contra los partidarios de Juana la Beltraneja.

-1476 LOS FONSECA Y LOS MENDOZA APOYAN A ISABEL Y GANAN LA BATALLA DE TORO: La colaboración del cardenal y los monarcas fue inmediata y absoluta. El 1 de marzo de 1476 entraron todos en la batalla de Toro, que sirvió para asentar definitivamente a Isabel en el trono castellano. Mendoza se convirtió en uno de los principales consejeros de los Reyes Católicos y también en uno de los negociadores más capacitados de su aparato diplomático.

-1482: MUERE CARRILLO DE ACUÑA: El 1 de julio de 1482 había muerto Alfonso Carrillo de Acuña, arzobispo de Toledo. Quedaba vacante así la sede primada hispana. El 13 de noviembre de 1482, Pedro González de Mendoza es nombrado arzobispo de Toledo, abandonando el resto de sus cargos, menos el obispado de Sigüenza.

-1486: Antonio de Fonseca y Ayala, Salva la vida del rey Fernando el Católico en el Sitio de Loja.

-1486/92 FAMILIA MENDOZA EN CAMPAÑAS DE ANDALUCÍA: Las expediciones militares de primavera y verano contra el reino nazarita se intensificaron a partir de 1485. Todos los Mendoza participaron, campaña tras campaña; en 1485 encontramos al cardenal en Córdoba, acompañando a don Fernando; dos años después, 1487, entra en Málaga y finalmente en 1492, acompañado por su sobrino el gran Tendilla, coloca el pendón castellano, en la Alhambra de Granada.

-1487 RODRIGO DÍAZ DE VIVAR Y MENDOZA, EN LAS CAMPAÑAS DE ANDALUCIA CON UNOS 20 AÑOS: desde el sitio de Baza en 1489 hasta la rendición de Granada en enero de 1492, estuvo metido en la guerra. En el sitio de Baza él y su tío Pedro Hurtado de Mendoza, destacaron por su valentía. Adelantada Cazorla cada uno condujo a regimiento de cinco un centenar de a estos del padre caballería. Rodrigo era joven sin experiencia militar, desafió valientemente los embates de las ballestas y mosquetes moros para recuperar la bandera cuando y fue herido en el brazo por una bala de cañón.

-RODRIGO DÍAZ DE VIVAR Y MENDOZA: Destaca más tarde en la toma de Granada -en 1492, junto a su tío el marqués de Tendilla- lo que le valió el título de comandante de esta ciudad, conde de El Cid y marqués del Zenete (una comarca del Guadix). Acerca de todo ello nos dice la Real Academia de la Historia: “Legitimado, junto con sus otros dos hermanos, por su padre en 1476, éste instituyó para él un mayorazgo en 1488. Durante unos años tuvo el cargo de canciller mayor del sello de la prioridad. Finalmente, en 1492, tras ser legitimado por los Reyes Católicos y el propio Pontífice, los Monarcas le conceden los títulos de marqués del Zenete y conde del Cid.

-1491/92 En los primeros meses de 1492 se buscaba al nuevo confesor de la reina, que sustituiría a fray Hernando de Talavera tras el nombramiento de este como arzobispo de Granada; Mendoza insistió a doña Isabel para que aceptara a un oscuro y terco franciscano del monasterio alcarreño de La Salceda, introduciendo así en las más altas esferas al futuro Cardenal Cisneros.

-1492: Terminada en 1479 la guerra con Portugal y afirmados los derechos al trono, los reyes buscaron como nuevos objetivos a su reinado la unidad peninsular y religiosa. Las expediciones militares de primavera y verano contra el reino nazarita se intensificaron a partir de 1485. Todos los Mendoza participaron, campaña tras campaña; en 1485 encontramos al cardenal en Córdoba, acompañando a don Fernando; dos años después, 1487, entra en Málaga y finalmente en 1492, acompañado por su sobrino el gran Tendilla, coloca el pendón castellano, en la Alhambra de Granada. Rodrigo Díaz de Vivar es nombrado comandante de Granada y marques de Cenete en 1492.

-1493 RODRIGO DE MENDOZA Y DÍAZ DE VIVAR Se casó en Medinaceli, en 1493 con su prima Leonor de la Cerda y Aragón, única hija de los Duques de Medinaceli. Vivieron en el Castillo del Cid jadraqueño, cuya reconstrucción había finalizado el año 1492. Su matrimonio con Leonor solo duro cuatro años, pues en 1497 fallecía y antes lo había hecho su único hijo.

-1495 MUERE EL CARDENAL MENDOZA; Rodrigo hereda una gran fortuna y todas las posesiones que su padre le deja.

-1497 ENVIUDA RODRIGO DÍAZ DE VIVAR Y MENDOZA. Con el fin de recuperarse, se va a Italia, donde estudiará su arquitectura y artes. Volvería hacia 1500.

-1500 SE SUPONE DEBIERON CONOCIERON RODRIGO Y MARÍA DE FONSECA, HIJA DE ALONSO DE FONSECA AVELANEDA, III SEÑOR DE COCA Y ALAEJOS.

-1502 CONTRAEN MATRIMONIO SECRETO EN COCA, MARÍA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR, MENDOZA

-1502 En 1502, los Reyes Católicos se aseguraron de que en caso de muerte de Alonso, el castillo de Coca pasase a su hermano Antonio Fonseca y no a María. Al año siguiente de la muerte de Alonso Fonseca, la reina Isabel decretó que los herederos de la villa de Coca solo podrían ser varones, con lo que eliminó la posibilidad de que el castillo fuese para alguna de las dos únicas hijas de su dueño. Por eso en 1504, Coca paso a su hermano, Antonio de Fonseca, capitán de los Reyes Católicos, que amplió la decoración y la defensa del castillo.

-1503 ANTONIO DE FONSECA: en octubre de 1503 le otorgaron la Contaduría Mayor de Hacienda, sustituyendo al difunto Álvaro de Portugal.

-1504 MUERTE DE LA REINA CATÓLICA La muerte de la reina Isabel en 1504 fue un serio revés para los personajes más cercanos Fernando. Él mismo, se retiró a sus posesiones patrimoniales ante la llegada de su hija y legítima heredera de la Corona de Castilla, Juana I, casada con el malvado Felipe. Los problemas entre Fernando el Católico y Felipe el Hermoso fueron pagados por los más fieles al rey católlico. Antonio de Fonseca y Ayala fue un buen ejemplo; Felipe le retira las fortalezas de Plasencia y Jaén y el título de contador mayor.

-1505 En 1505 María de Fonseca es desheredada por su padre Alonso, tras vivir recluida años para que nos e casase con Rodrigo, el marqués de Cenete. Rodrigo asimismo es apresado, por intentar asaltar Coca. Finalmente escapan ambos y en 1506 contraen matrimonio. Al año siguiente se comenzó a construir su famoso palacio-fortaleza de la Calahorra, que regala Rodrigo a su amada.

-1505 MUERE ALONSO DE FONSECA AVELLANEDA; Y SU HERMANASTRO, ANTONIO DE FONSECA AYALA, HEREDA EL CASTILLO DE COCA.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, Alonso de Fonseca y Avellaneda; en un dibujito mío idealizado desde un descendiente lejano, que en nuestros días vive cerca de Toro. Abajo, Antonio de Fonseca y Ayala, idealizado en otro dibujito mío; tomando como modelo otro descendiente suyo, de los Fonseca de Toro.



BAJO ESTAS LÍNEAS: Cuadro genealógico de los Fonseca, donde vemos la rama que une a Rodrigo (Díaz de Vivar) y Mendoza con ellos. Asimismo podemos observar el lazo con Beltrán de la cueva y con Juana la Beltaneja. Hermanastra de los dos gemelos que nacieron de la reina Juana de Avis (esposa de Enrique IV) y del sobrino de los Fonsea: Pedro de Castilla y Fonseca.



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CITAS:

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(26): SIC pag 435 EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

ADELAIDA SAGARRA GAMAZO

ANUARIO 1993 INSTITUTO DE ESTUDIOS ZAMORANOS "FLORIÁN DE OCAMPO" Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S .l.C.) DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE ZAMORA.

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(27): Pulveris Papae Benedict. Compuesta principalmente por: Semillas de coliandro, semillas de anís, semillas de hinojo, semillas de alcaravea, semillas de comino, díctamo, raíz de regaliz, canela.

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(28): Pags 27 a 29 del estudio de EUSEBIO COLOMER, S. J.

RAMÓN LLULL y EL JUDAÍSMO EN EL MARCO HISTÓRICO DE LA EDAD MEDIA HISPANA

C:\Users\user\Downloads\326563-Text de l'article-466992-1-10-20170705.pdf

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La disputa de Tortosa constituye, sin duda alguna, la mayor controversia judeo-oristiana de la historia europea (90). Su organizador es un converso natural de Lorca, llamado Jerdnimo de Santa Fe (antes Josua ha-Lurqui), bautizado en 1412 en Alcaniz por San Vicente Ferrer. Medico a la sazón del Antipapa Pedro de Luna, logro para su proyecto el pleuo apoyo del tenaz Pontífice (91). Los preparativcs para la gran disputa se llevaron a cabo con enorme rapidez. A fines de noviembre de 1412 fue enviado a todas las juderias de la Corona de Aragon un escrito apologetieo de Jeronimo, el Sefer ha-Piqqurim, junto con la orden de que cada una de ellas enviase a la reunion dos o cuatro de sus sabios rabinos. La controversia se abrio el 7 de febrero de 1413. Estaba presente el Antipapa con toda su Corte, entre setenta Cardenales, Arzobispos y Obispos y mas de mil personas entre prineipes y ciudadanos.

La direccion de la disputa la llevaba en persona el propio Benedicto XIII y en su ausencia el General de los Dominieos, Juan de Podianucis, el Maestro del Sacro Palaeio, Sancho Porta y el Cardenal Pedro de Santangel. De parte cristiana, el peso de la disputa recayo en Jeronimo de Santa Fe. De parte judia estaba presente el mas eminente pensador judio de la penfnsula despues de la muerte de Hasday Crescas: Josef Albo de Daroca, ademas de otros sabios rabinos como R. Ferrer, R. Selomo Isaac y R. Astruch ha-Levi. La comtroversia duro casi dos años: desde el 7 de febrero de 1413 hasta el 14 de noviembre de 1414. Su nucleo central fue la discusion sobre la venida del Mesfas. De nuevo sabo a la luz la diferente coneepcion del Mesfas en el Cristianismo y el Judafsmo contemporaneo: Redentor terrenal y polftico para estos liltimos, espiritual y trascendenta para los primeros. De ahi que las razones alegadas por los cristianos para probar que el Mesías ya habfa venido, no saeasen a los judfos de su punto de vista de que ei Mesías todavfa debfa venir.Si los judfos se negaban a creer en la venida del Mesfas, es que el Mesfas cristiano no cumplfa con sus condiciones mesianieas.

Por eso, Jeronimo de Santa Fe quiso demostrar a los judíos con pasajes biblicos y rabínicos que el Mesías verdadero tenía las cualidades que le atribuían los cristinos, a lo que los rabinos respondieron que tales pasajes no podían interpretarse aisladamente. sino solo en su conjunto. Jeronimo pasó luego a atacar con exito los errores deil Talmud. Mientras que un grupo de rabinos tomo como taotica la inhibicion, Josef Albó y R. Ferrer intentaron defenderlo a toda costa. Sin embargo, a pesar de la altura científica y humana de los representantes del Judaísmo hispano, hay que reeonoeer que la disputa no les fue favorable.

A medida que la controversia avanzaba, aumentaban cada vez mas las conversiones de grandes masas de judfos. A ello contribuyo en cierta medida, junto al desengafio que el curso desfavorable de la controversia provoco en los medios populares judíos, el cambio ya entonces inioiado hacia una polftica de presion e intolerancia”.

PAG 31 SIC:

También la disputa de Tortosa fue a su vez continuada por una intensa campana literaria. En ella intervienen con sendos tratados el gran predicador valenciano Vicente Ferrer (104) y el converso tarraconense Pedro de la Cavallería (105) y, sobre todo, el famoso rabino mayor de Burgos, mas tarde Obispo de la misma ciudad, Salomón Leví, bautizado en 1390 con el nombre de Pablo de Santa Maria (1350-1435)”

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(29): IDEM CITA ANTERIOR:

SIC pag 32

ACTITUD DE RAMON LLULL FRENTE AL JUDAISMO

A partir de ese ambiente de ia Espana medieval, entremezclado de intransigencia y tolerancia, contactos culturales y controversias religiosas, eomprenderemos ahora mejor la compleja actitud de Ramdn LIull

para con el Judaismo. Pues Llull es un hijo genuino de su pais y de su epoca. Y esto quiere decir en nuestro caso concreto: los tenritorios de la Corona de Aragdn a fines dal siglo XIII y comienzos del ~X.IV, insertos geografica, politica y culturalmente en el doble horizonte hispano y mediteirraneo con su caracteristico cruzamiento de religiones y pueblos”

SIC PAG 32

En Mallorca recien conquistada por Jaime I abundaban todavia los grupos de mudejares, dedicados a la agricnltura y a la artesania. Por su parte, los judios llevaban tambien una vida de relativa libertad y prosperidad. Bien tratados por lo general en los repartiments hechos en la isla por el Rey Jaime I, se dedicaban eficientemente al comercio

y mantenian relaciones fntimas con las comunidades judias de la península y del Norte del Africa (114). Llull esta tan inserto en este ambiente que para el, como para el español de entonces, los hombres se dividen ante todo en creyentes de las tres religiones: "Christiani, judaei, Sarraceni et quacumque alia secta"

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(30): Imágenes de Peñíscola; VER: Imágenes de Peñíscola del siglo XX. Casa Ruaral Iscola

httpsarterural.comnoticiasfotografias-antiguas-de-peniscola

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(31): EL ARZOBISPADO DE SANTIAGO EN TIEMPOS DE DON ALONSO II DE FONSECA

EDUARDO PARDO DE G. Y VALDES

HISPANIA SACRA REVISTA DE HISTORIA ECLESIASTICA DE ESPAÑA (1977)

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(32): VER: "RELACIONES ANGLO-CASTELLANAS EN EL SIGLO XV ..." de Soledad Pérez Rodriguez, pag 434 y ss

Dialnet-RelacionesAnglocastellanasEnElSigloXIVYUnaTradicio-2487160

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(33): VER: Los inicios de la familia Mendoza po JOSE L.G. DE PAZ

https://web.archive.org/web/20090102155112/http://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/depaz/mendoza/aldonza.htm

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Asimismo ver: VIDA DE DOÑA ALDONZA DE MENDOZA por Marta Cendón y Fernández

https://www.researchgate.net/publication/328607348_La_Imagen_De_Dona_Aldonza_De_Mendoza_Vida_Y_Memoria_Entre_realidad_y_ficcion

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(34): EL LINAJE DE LOS MENDOZA, EL CASTILLO DE JADRAQUE Y EL CID CAMPEADOR.

Emilio Cuenca Ruiz y Margarita del Olmo Ruiz.

En Internet: WWW.GUADABOOKLIBRARY,com, en PDF

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(35): Idem (34) "El primer paso que dio el ya obispo de Sigüenza (1468) Pedro González de Mendoza, fue planear con minuciosidad la compra de la fortaleza de Jadraque, conocida en una amplia zona, desde tiempos muy antiguos, haber sido la primera plaza musulmana que el Cid había conquistado y por ello su viejo castillo era conocido como “La fortaleza del Cid”. SIC pag 6

Así pues, además de los restos encontrados en el cerro de una edificación de época califal, podemos creer que en Jadraque existía un antiguo castillo cuando el Cid llegó al valle del Henares, después de cruzar la marca media por el Sistema Central” SIC PAG . 7

Cuando Pedro González de Mendoza, obispo de Sigüenza, se encontró frente al cerro más perfecto del mundo, como calificó Ortega y Gasset al cerro jadraqueño, debió sentir un escalofrío por todo su cuerpo. El cerro le recordaba el ancestral “promontorio sagrado” del pueblo Celta, tan enraizado en nuestra cultura hispana; y esto, unido al significado del antiguo vocablo árabe “Chadaraque”, que en castellano se traducía por “campo verde”, color de la divisa del Campeador y también de la suya, le daba la certeza de encontrarse ante la auténtica “Fortaleza del Cid”, que contemplaría emocionado por ser aquel el primer hito en la gran conquista que protagonizó Rodrigo Díaz de Vivar”. SIC PAG 8

La tradición en la comarca atribuye la fortaleza del Cid al castillo de Jadraque, y éste es un dato que no debemos despreciar, pues las tradiciones siempre han tenido un gran peso a la hora de reconstruir la historia; y, sobre todo, una tradición tan limpia como ésta, desprovista de barullos o contradicciones y aceptada igualmente en todos los pueblos de la zona. Y decimos tradición limpia precisamente por esto: porque ningún otro pueblo de esta comarca ha pretendido nunca competir con Jadraque en la adjudicación de este título; al menos no tenemos noticia de ello” SIC pag 17

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(36): Idem (34) “Hay quien pensará, siguiendo a Layna Serrano, que este último argumento no es válido, pues la denominación o apodo de “Castillo del Cid” sería debida a que dicho castillo fue adquirido por D. Pedro González de Mendoza, el que más tarde sería Gran Cardenal de España, para obsequiar a su hijo D. Rodrigo de Mendoza y Díaz de

Vivar, Marqués de Cenete y Conde del Cid, el cual vivió algunos años en esta fortaleza, proporcionándole así el nombre y afamándola como tal. Es decir, para ser más claros: algunos historiadores han asegurado que el nombre de “fortaleza del Cid” en Jadraque es debido a que fue su propietario D. Rodrigo de Mendoza y Díaz de Vivar, Conde del

Cid, descartando totalmente toda referencia al Cid Campeador. Pues bien; estas personas, historiadores o de a pie, han de saber que cuando D. Pedro González de Mendoza adquirió dicha fortaleza de D. Alonso Carrillo de Acuña, por trueque con la fortaleza de Maqueda, ya el castillo de Jadraque se conocía como “La fortaleza del Cid”, y es así como consta en el documento público que se firmó el 22-11-1469, donde se lee:

Cambio de la villa de Maqueda perteneciente al Obispo D. Pedro González de Mendoza por la fortaleza del Cid y de Alcorlo, Jadraque, mil cien vasallos y 500.000 mrs. de renta que le dará Alonso Carrillo de Acuña”. SIC PAG 18

Esto quiere decir que mucho antes de que el hijo de D. Pedro González de Mendoza fuese Conde del Cid, habitara la fortaleza, o incluso naciera, ya tradicionalmente se relacionaba este castillo con el Cid Campeador, y fue por este motivo por lo que D. Pedro González de Mendoza se interesó descaradamente, como luego veremos, en esta

operación de compra”. SIC pag 18

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(37): Idem (34) “Los Reyes Católicos aprobaron la compra del Castillo del Cid y la confirmaron por ejecutoria dada en Tarazona el 15 de marzo de 1484. Comprendía, además de la fortaleza citada, mil cien vasallos en los sexmos del Henares y Bornoba con la villa de Jadraque y los pueblos del sexmo de Durón” SIC pag 25

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(38): Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, BIOGRAFIAS RAH

https://dbe.rah.es/biografias/16003/rodrigo-diaz-de-vivar-y-mendoza

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(39): Las cortes literarias hispánicas del siglo XV; el entorno histórico del Cancionero general de Hernando del Castillo (1511) UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

Facultad de Geografía e Historia Departamento de Historia Medieval Año 2003-2004

TESIS DOCTORAL PRESENTADA POR ÓSCAR PEREA RODRÍGUEZ

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(40): Idem (39) SIC PAG 90: “Derribaron los moros con vn búzano el braço al alférez de vna de las batallas de las del cardenal, que se llamaua Juan de Perea [sobrino del adelantado Rodrigo de Perea]. E don Rodrigo de Mendoça [fijo del cardenal, que después fue Marqués de Zenete], capitán de su gente, vista la vandera en perdiçión, como quiera que mozo avn no esperimentado en fecho de armas tan peligroso, pero su inclinaçión, que en aquella hora pareçió ser de onbre esforçado, le fizo abiuar. E sufriendo los tiros de ballestas e espingardas que por todas partes le tirauan, recobró su vandera e fizo tener quedo a su gente e yr adelante peleando contra los moros”.

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(41): Idem (39) SIC PAG 91 y 92