Desearía dedicar estas leyendas al matrimonio Ocaña del Valle y a sus hijos (Manuel, Francisco e Isabel). Personas entrañables y salmantinos “de pro”, que me dieron a conocer en los años ochenta, la historia de la Mesa de Salomón y su posible ubicación en las proximidades de Segoyuela.
ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, de leyendas: http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/01/indice-de-leyendas-de-la-mota-del.html
Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará seguir las letras negrillas y las rojas destacadas.
El relato se ha dividido en tres partes; esta es la PRIMERA
PARA LEER LA SEGUNDA LEYENDA, PULSAR:
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PARA LEER LA TERCERA, PULSAR:
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotografías de Francisca del Valle y de su marido, Manuel Ocaña Losa (hace "algunos años"). Dos grandes amigos de mis padres, cuya unión y cariño hemos “heredado”. Fueron quienes, hacia 1990, me hablaron sobre el final de Don Rodrigo; tal como se conserva su recuerdo en algunas zonas de Salamanca. Donde existe la memoria de que tras perder una última batalla en Segoyuela de los Cornejos; el rey vivió oculto entre las montañas cercanas a la Peña de Francia. El relato les vino de primera mano, ya que ambos son de ascendencia salmantina; relacionados con esta zona muy cercana a Tamames. Lugar en que Don Rodrigo fue vencido definitivamente, por las huestes invasoras llegadas de África; y donde algunos suponen que pasó sus últimos días. Otras leyendas mencionan que tras sufrir una terrible derrota en Segoyuela; los hombres que le seguían y numerosas familias nobles visigodas huyeron con él, hacia la actual Ciudad Rodrigo. Desde esta población salmantina -que tomó el nombre del monarca al que refugió-; pasarían hasta Castelo Rodrigo (próximo a Almeida, ya en Portugal) y de allí, a la antigua Calábriga, a orillas del Duero. Finalmente, se cree que Don Rodrigo y los suyos, pudieron escapar utilizando barcas, bajando el cauce de este río; para ocultarse durante meses en las inmediaciones de Lamego. Desde allí, avisarían a los reyes francos; quienes se supone les enviaron una pequeña armada, para que viniera a rescatarlos. Mandando barcos desde las costas galas, que entrando por la actual Oporto y subiendo el Duero, salvarían a Don Rodrigo y a la mayor parte de los suyos. Debido a ello, me contaba Manolo Ocaña, cómo a las montañas de esta zona se les llama Sierra de Francia; porque hasta allí llegaron los francos para ayudar a los visigodos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes del Lago de Sanabria, tomadas por mi padre, hace exactamente setenta años. Al lado, el lago tal como estaba siete décadas atrás. Abajo, mi madre con unos veinticinco años. Durante ese verano del año 1951, mis progenitores estuvieron dos meses en este lugar paradisíaco; después de haberse casado. Cuando dos tíos de mi madre (Guillermo y María) les ofrecieron como regalo de boda, dejarles una casa que tenían junto a su playa -edificio que vemos en la segunda foto, detrás-. Estas imágenes se relacionan con lo que vamos a narrar; porque en los años ochenta, mientras hablábamos con Manuel Ocaña y Paquita del Valle, sobre la leyenda de Don Rodrigo en Salamanca. Mi padre narró que durante ese largo veraneo en el lago zamorano, había leído unos escritos llamados: “Cuentos de Sabaria. La Sibaris española, sita en Sanabria” (impresos en hojas sueltas). En ellos se relataban dos leyendas referentes también al final de los reyes godos, sucedidas en el reino hispano romano llamado Sibaria (Sabaria o Sarabia). Territorio que comprendía, por su frontera Este: Desde Puebla de Sanabria, hasta la actual Fermoselle (entre Zamora y Salamanca, en los Arribes); y por el Oeste, de Simancas hasta Benavente. Zona equivalente a las Comarcas del Sayago y Sanabria, junto a la “Tierra del Pan”; que fue libre e hispana hasta Leovigildo. Primer monarca que logra conquistar ese reino de Sibaris; que tampoco había sido dominado por los Suevos. Finalmente, la referida Sibaria o Sarabia, se convirtió en el lugar de descanso y “veraneo” de los reyes visigodos; donde establecieron algunas de sus villas y fincas de recreo, las familias más importantes de ese origen bárbaro. En algunas de las poblaciones, nacidas desde villas tardorromanas y godas; decía mi padre que situaban los cuentos de Sabaria, historias sobre Don Rodrigo y “La maldición de San Eugenio”.
I – INTRODUCCIÓN: LA ANTIGUA SABARIA, OBISPOS Y REYES GODOS (San Eugenio y San Braulio; Chindasvinto y Recesvinto):
I - A) La antigua Sabaria, Sarabia ó Sibaria:
Antes de comenzar las historias contenidas en los “Cuentos de Sabaria”; vamos a explicar brevemente lo que fue el reino hispano-romano sabarita (1) . Dominio que se mantuvo libre hasta que logró conquistarlo Leovigildo, en el año 573; principalmente porque los suevos la habían atacado unos meses antes. De este modo, se considera que durante los siglos IV al VI, la referida Sabaria, fue un territorio autónomo e independiente de suevos y visigodos; que actuaba como límite o separación entre ambas tribus bárbaras. Logró mantener una gran fuerza y relevancia política, acuñando moneda con el sello de Zamora (Senimure ó Semure), lo que obliga a pensar que esta era su capital). Muchas son las citas que refieren a la Sabaria o Sarabia independiente; aunque las más interesantes -a mi juicio- son las de San Isidoro de León. Quien la menciona como Sabaria ó Sabacia; denominando a sus habitantes: “sabos” (2) . Ello nos llevaría a poder deducir que se identifican con los “sayagos”; y que el área de esa Sabacia de San Isidoro, sería similar a la comarca homónima. Por su parte, en los textos más antiguos (Ptolomeo, Itinerario de Antonino etc); se menciona a Sabaria como una simple mansio, aunque a sus nativos se les da el gentilicio de Sappos. Nombre que conservarían hasta la invasión de Leovigildo, en cuyas crónicas todavía se habla de haber vencido a estos “sappos”; que poblaban ese territorio vencido por el rey godo (3) .
La diferencia de tamaño e importancia que tiene la Sabaria, Sarabia o Sibaria, citada por los textos greco-latinos; con aquella otra mencionada por las crónicas altomedievales. Hace pensar que tras la caída de Roma, este territorio (encabezado por una simple “mansio”) se conformó como un gran dominio, capaz de mantenerse libre de invasiones bárbaras, hasta el año 573. Ello obliga a deducir que su extensión comprendería la siguiente área: Desde la actual Septimancas y Valladolid (capital), hasta Salamanca (ciudad) y de allí a Puebla de Sanabria; teniendo a Benavente, como límite Noroeste. Una zona amplia, que cubre las llamadas “Tierra del Pan” y las Comarcas de Sanabria y del Sayago; prolongándose hasta el Tormes por el sur, llegando a Los Arribes. Pero sin entrar en la Tierra de Campos; que sabemos era la primera localización de los visigodos. Quienes tras ser expulsados por los francos de la Galia, se establecen en esta zona de Palencia y Valladolid; llamada por ello: Campos Góticos -que incluye El Cerrato-. Lugares donde aquellos bárbaros huidos de Francia, podían llevar a cabo extensos cultivos de cereal; tal como sabían hacer, gracias a su manejo del hierro y a sus artes de labranza. Dando lugar finalmente a unas zonas denominadas Tierra de Campos y del Pan, habida cuenta el magnífico trigo que procedía de esos puntos donde se establecieron los primeros godos, que dominarían posteriormente toda Hispania.
BAJO ESTAS LÍNEAS: Mapa de la antigua Sabaria, Sibaria ó Sibaris. Reino hispano-romano que se mantuvo independiente de los visigodos y de los suevos, hasta que en el año 573 fue atacado por ambas tribus y vencido definitivamente por Leovigildo. En el mapa marcamos sus principales ciudades, cuyos límites estaban en Simancas (Septimancas) al Sureste y Benavente (Brigecio) al Noroeste. Mientras mantenían como fronteras Oeste: Ciudad Rodrigo-Salamanca (Miróbriga-Helmántica) al Sur; y Puebla de Sanabria (lago de Sabaria) al Norte. Observemos que en las zonas cercanas al Duero se hallaron más tarde las principales ciudades y villas visigodas: Wamba (Gerticos); Toro, San Román (Gotoro); Tordesillas (seguramente “Torre de Suinta” -de Chindasvinto-); Zamora (Semure); Ocelodurum (entre Zamora y Toro, quizás alto de Toro). Y los cenobios visigodos de Villa Alonso y Tiedra (Amallobriga), junto a los de Mota, San Cebrián de Mazote y otros puntos sagrados. Ello se debe a que los visigodos tenían como “patria chica” las tierras limítrofes, del Cerrato y de Campos; lugar donde se establecieron al ser expulsados por los francos, de lo dominios galos. Posteriormente conquistarían el reino de Toledo y casi toda la Península Ibérica, aunque nunca olvidarían esta zona llamada Campos Góticos, en su memoria. Por lo que, tras dominar el reino de Sabaria (en el 573), se hicieron con sus mejores áreas de cultivo y caza, para convertirlos en villas reales. Asentándose estos monarcas godos en las inmediaciones del Duero; desde Simancas a Zamora. Ocupando plazas como Wamba, Tiedra-Mota del Marqués, San Román de Hornija, Toro y etcétera de grandes tierras de labor, que hoy comprenden las viñas de Rueda o la denominación Vinos de Toro (además de esas enormes áreas de frutales, con enormes recursos agrarios).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Cubo del Vino, en Zamora; donde algunos historiadores sitúan la “capital” de Sabaria. Más concretamente en Torre del Sabre, junto a este lugar; que por motivos fonéticos se une etimologicamente a Sabaria, Sibaria o Sibaris. Pese a ello, para tal identificación no hay más evidencias que la relación fonética entre “Sabre” y “Sabaris”. De manera muy diferente, conocemos que el posible nombre prerromano de Tordesillas debió ser Sabris o Sabaris, desde donde se deduce pudo nacer TurriSabris, “TorredeSabris”, derivando hasta el topónimo Tordesillas.
Por cuanto hablamos, la Sabaria, Sarabia ó Sibaria; debió dar nombre a lo que hoy conocemos como Sanabria. Un lugar cuyo lago mágico y paradisíaco, de origen glaciar; fue posteriormente cabeza de múltiples ordenes religiosas y de caballería, extendiendo sus poderes hasta el sur de Castilla. Debido a ello, algunas poblaciones de mayor importancia, situadas en Zamora, Salamanca y al Este de Valladolid; serían fundadas por caballeros o clérigos, venidos desde Sanabria. Aunque, los primeros monjes asentados en el monasterio sanabrés de San Martín de Castañeda, procedían de zonas mozárabes, como San Cebrián de Mazote o Wamba. Poblaciones situadas al Este de Valladolid y al Oeste de Zamora, muy unidas a Sanabria y donde estuvieron los grandes cenobios visigodos. Templos destruidos por los musulmanes durante la invasión; pero reconstruidos por mozárabes después de la Reconquista. Cuando se trasladaron desde Andalucía hasta esta zona del Duero, principalmente tras la batalla de Simancas -año 939-. Viajando posteriormente esos mozárabes, hasta áreas como Sanabria o San Miguel de Escalada, para repoblarla y reedificarla religiosamente. De esta unión entre la comarca sanabresa y los montes Torozos, nacieron fundaciones como La Santa Espina y los primeros cultos e iglesias de Mota del Marqués. Probablemente debido al recuerdo de que aquella Sabaria, Sarabia ó Sibaria; territorio unificado desde antiguo y dependiente de estas zonas zamoranas. De su capital, Semure y de ciudades principales, como Benavente -Brigecio-; Peñausende -quizás, Sibaria- (4) ; Fermoselle -Oscila-; Toro -Arbucala, Ocelodurum y Gotoro-; Villafafila, villa de Fáfila- y largo etcétera de importantes urbes.
En lo que se refiere a la zona toresana de esta antigua Sibaria; hemos de destacar que los visigodos, tras conquistarla, la valoraron como una de sus principales tierras. Así, fundaron en ella la actual ciudad de Toro, a la que llamaron “Godo-ro” ó bien “Gotoro” (sobre la antigua Arbucala). Muy cercana a los campos de godos, hoy conocidos como “Góticos”; que conservaban como su patria chica, en memoria de los primeros emigrados y labradores visigodos (5) . Por su parte, el nombre de Torozos que reciben las colinas situadas entre Mota del Marqués, Medina de Rioseco y El Cerrato; a mi juicio, es una simple deformación de la voz “toresano”, o de “Gotoro” (6) . Por cuanto serían los “montes” de “Godos” o “mons Gotoros”. Finalmente hay que añadir a esta lista de emplazamientos visigodos, la población de Tordesillas; que antes de ser invadida por Leovigildo, se consideró la ciudad más importante del reino de Sabaria.
Consecuentemente, Tordesillas, inicialmente se identificaría con la capital de Sabaria y creo poder decir que su topónimo, más antiguo fuera “Turris Sibaris” (Tordesibaris). Nombre que quizás fue transformado tras la conquista de Leovigildo, en “Gotoro-Villa”; lo que nos llevaría a considerarla una famosa urbe, fundada por Leovigildo en la zona y que se encuentra sin localización definida. Aquella capital bárbara creada en Sabaris, se denominó “Villa Gotoros” (ciudad de godos). Población cuyo emplazamiento se discute, tras haberse identificado normalmente con Toro; aunque actualmente, esa ciudad zamorana se piensa que fue Oceloduro (y no propiamente Gotoro). En lo que se refiere a Tordesillas, su nombre también pudiera deberse a “Torre de Suintus”, o a “Tor de Cindus”: Torre de Chindasvinto; soberano que se llamaba realmente “CindusSuintus”. Inclinándome personalmente a considerar que Tordesillas fue en la antigüedad, la más remota “Sabaria” capital. Considerando que pasó luego a denominarse “Turris Sarabis”; transformándose en “TurdeSarabi”; para terminar en “Tor-de-Cindas”. Pudiendo originarse ese último nombre, desde una fortificación creada en este punto del Duero, por Chindasvinto; antes de que este rey se retirarse a vivir a San Román de Hornija (que dista apenas veinticinco kilómetros de Tordesillas).
Sea como fuese; parece inevitable pensar que la zona Sur de Sibaria era uno de los territorios más valorados por los visigodos. Especialmente por sus reyes; quienes tenían allí sus fincas de recreo. Tal como sucedía con la situada en Gerticos (población posteriormente llamada Wamba), donde Recesvinto poseía una enorme hacienda. O en San Román, que hemos de suponer el palacio campestre de su padre -Chindasvinto-. Estos cazaderos reales visigodos, se extendían hacia el Cerrato (por el norte), llegando hasta La dehesa Brava (más allá de Husillos, en Palencia). Comprendiendo al Este, zonas de enorme valor cinegético, como los de La Santa Espina; y llegando al Sur de los Torozos, para terminar entorno a Boecillo (pasado el Duero). Lugares que han sido mantenidos hasta la Edad Moderna como fincas reales, donde cazaban los monarcas.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, de nuevo el Lago de Sanabria, fotografiado el año pasado (2020); en el embarcadero, vemos a mi mujer. Al lado y abajo, dos imágenes del monasterio sanabrés de San Martín de Castañeda. Fue fundado por mozárabes (que se supone, llegados desde San Cebrián de Mazote y de Wamba); quienes tras la batalla de Simancas vinieron desde Andalucía al Duero, huyendo del dominio califal. Estos cristianos que habían vivido entre árabes, tras haber reconstruido los antiguos cenobios visigodos cercanos a Simancas; arrasados durante siglos, por los sarracenos (como los referidos de Wamba o San Cebrián). Deciden posteriormente ir hacia el Norte, buscando lugares lejanos de esa frontera con los musulmanes, para elevar nuevos santuarios de estilo mozárabe (San Miguel de Escalada y otros templos leoneses, o los cercanos a Sanabria).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, la iglesia de Puebla de Sanabria. Es muy posterior a cuanto narramos, pues se trata de un edificio construido en los siglos XII y XIII; reedificado en el Renacimiento y retocado en época neoclásica. La portada que vemos en la fotografía, es precisamente una de sus zonas más modernas; que podemos datar entre los siglos XVII y XVIII. Pese a ello, su fundación hubo de ser mozárabe, tal como sucede con los lugares sagrados más importantes cercanos a Sanabria. Abajo, interior de San Cebrián de Mazote; joya del arte mozárabe, cuyo arranque se fecha en tiempos de la batalla de Simancas (hacia el año 939). Creen los expertos que se elevó sobre un cenobio visigodo; destruido durante los dos siglos anteriores, debido a guerras e incursiones de los musulmanes. Desde esta zona se considera que emigraron numerosos mozárabes, buscando refugio al Norte; repoblando Zamora, León y otras áreas cercanas a la cordillera cantábrica. Tras haber huido de Andalucía y establecerse en la ribera del Duero, después de la referida derrota del califa cordobés en Simancas -agradecemos a la iglesia de San Cebrián de Mazote nos permita divulgar la imagen del interior de su iglesia-. Como veremos, la leyenda de “la cruz de Castellanos” sitúa varios pasajes en este templo, donde dice que se reunían los reyes Chindasvinto y Recesvinto, para celebrar cónclaves palatinos y religiosos.
I - B) San Román; monasterio visigodo a orillas del Hornija:
El lugar donde se sitúan nuestras primeras leyendas, es conocido actualmente como San Román de Hornija. Está a muy pocos kilómetros de Toro y fue elegido por el rey Chindasvinto para inhumarse, junto a su mujer (Reciberga -o Riciberga-). Monarca godo de gran valía y carácter, que llegó a ser coronado casi octogenario, en el 643. Pese a su edad, poco antes de subir al trono se casó con una joven de apenas quince años. Sobre aquella adolescente esposa, nos dice la Historia que fue educada con el mayor cuidado y convertida en una mujer virtuosa e inteligente; siendo capaz de contraer nupcias con un hombre sesenta años más viejo. Lo hizo hacia el 640, cuando todavía su anciano marido no había sido elegido rey; dándole tres varones y una niña, durante el breve tiempo que estuvo a su lado (ya que murió siete años después y quizás de sobreparto). El nombre de la única hija de Chindasvinto y Riciberga fue Glausinda (Glausinta o Goda), de quien la Historia dice que fue madre de Égica, el padre del famoso Witiza . Sobre la vida y descendencia de los tres vástagos nacidos de Chindasvinto y su adolescente esposa (Recesvinto, Teodofredo y Fafila). Se conserva la memoria de que el primero reinó junto a su padre; en una corregencia, tras la que le sucedió en el trono. El segundo (Teodofredo) fue el progenitor de Don Rodrigo, quien entró en guerra contra los hijos de Witiza; siendo vencido por Tarik y Muza, terminando así la dinastía goda. Finalmente, al último -llamado Fafila- se le considera el padre de Don Pelayo (iniciador de la Reconquista).
En lo que se refiere a Chindasvinto, conocemos que al fallecer su esposa, decidió vivir como monje, para terminar sus días en este convento de San Román (junto a Toro); fundado por él para convertirlo en su panteón y el de Riciberga. Un lustro antes (en el 642-43) había subido al trono, elegido entre los nobles y ungido por los obispos; a la edad de setenta y nueve años. Reinó con mano dura, pero recta y acabó con determinados abusos y corruptelas, tan comunes entre la clase alta visigoda. Junto al obispo Braulio, de Zaragoza, fue el creador del compendio legislativo que dejó inacabado antes de fallecer y que terminaría su hijo. Leyes que se conocen como el Código de Recesvinto y que derogaban las de Alarico y de Leovigildo (anulando numerosos privilegios de la “clase alta”, antes arriana). Al final de sus días se dedicó a actos de piedad y a la meditación religiosa; ganándose la enemistad de los nobles godos y de una parte de la Iglesia, a los que desposeyó de privilegios. Debido a ello, comenzaron las revueltas entre sus súbditos, arengados por la aristocracia guerrera y religiosa; produciéndose los primeros problemas con árabes fronterizos (a quienes -parece- apoyaban estos nobles visigodos, con el fin de desestabilizar su reinado). En algunos libros se afirma que fue un gran amigo de San Eugenio de Toledo; quien escribió el epitafio de su mujer (Riciberga). Aunque finalmente debió suceder algo "extraño" entre ellos, pues este obispo toledano redactó otro poema final, dedicado a Chindasvinto; con unas palabras muy diferentes de las que escribió para su esposa. Epitafio donde se afirmaba que el marido de Reciberga fue: “autor de crímenes, impío, obsceno, infame, torpe e inicuo, enemigo de todo bien y amigo de todo mal, cuanto es capaz de obrar quien pretende todo lo malo, el que desea lo pésimo” -recogido por el famoso profesor José Orlandis- (7) .
SOBRE Y JUNTO ESTAS LÍNEAS: Arriba, de nuevo la Puebla de Sanabria (sus calles).
SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes relacionadas con San Román de Hornija. Arriba, entrada al pueblo, desde Toro; vemos a lo lejos, el campanario del antiguo monasterio fundado por Chindasvinto. Al lado, cuevas donde se hacía antaño el vino. Bodegas subterráneas que han sido sustituidas por magníficas instalaciones, donde actualmente se logran algunos de los mejores caldos de Castilla; debido a que San Román está bajo la denominación “Toro”. Abajo, vista del Duero y su valle, tomada desde Toro. A nuestra izquierda podremos ver una flecha, señalando la situación de San Román; que se halla en la desembocadura del Hornija en su río mayor.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos de la zona mozárabe del monasterio de San Román. Al lado, un capitel de la portada recientemente reconstruida. Abajo, las terrazas de la antigua casa del cura; tras su nueva recuperación. Este edificio adosado a la iglesia está decorado con columnas romanas y visigodas, coronadas por capiteles mozárabes. Tal como dijimos, el templo fundado por Chindasvinto, fue destruido sucesivamente durante las luchas de la Reconquista; siendo “visitado” por Abderramán II y III, tanto como posteriormente por Almanzor. Tras la estabilización de la zona del Duero, los mozárabes reconstruyeron el antiguo cenobio visigótico, conservando la tumba de los reyes. De este modo llegó hasta nosotros una casa adosada a la iglesia, con columnas mozárabes, que correspondía al hogar antiguo del clérigo, encargado de la parroquia. El resto del monasterio godo y de su reedificación mozárabe, fue transformada en iglesia durante los siglos XVII y XVIII; creando una gran torre campanario y un cuerpo de templo, que albergó las zonas antiguas. Tras las diversas excavaciones, se hallaron los cuerpos de Chindasvinto y Reciberga, sus tumbas y algunos elementos del antiguo panteón real.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Otras dos imágenes del templo que alberga la tumba de los reyes godos. Al lado, la antigua casa parroquial, donde vemos de nuevo capiteles mozárabes y visigóticos, sostenidos por columnas hispano romanas. Abajo, entrada a la iglesia de San Román, con su campanario y la antigua casa del cura (a nuestra derecha, actualmente restaurada). La aparición de estas enormes columnas tardo romanas, muestra que en la zona hubo una villa o un templo de esa época, y que reutilizaron algunos elementos constructivos. Ello hace pensar que a orillas del Duero y en esta parte donde le desemboca el río Hornija, hubo un importante asentamiento romano. Seguramente una villa, que se conservaría durante los tiempos de independencia de Sabaria o Sibaria; y que después del 573 sería “ocupada” por los visigodos, cuando se convierten en sus dueños. Lo que nos lleva a concluir que en las cercanías de la antigua Gotoro (fundada por los reyes godos), estaba una de las fincas de recreo y labor más importantes del área. Donde no solo se cultivarían magníficos frutales y viñas (tal como hoy se sigue haciendo); sino también, disfrutarían de unos ricos campos de caza. Ello hace pensar que en tierras de lo que es hoy San Román de Hornija, estuvo la villa de Chindasvinto; cuyo hijo Recesvinto tuvo su hacienda en un lugar muy próximo -la actual Wamba (antes llamada Gerticos)-. Sabiendo que los grandes nobles godos tuvieron por costumbre enterrarse en las capillas de sus fincas. Se deduce que al morir la esposa Reciberga, Chindasvinto convirtió su villa en monasterio; donando los campos y promoviendo la construcción de un gran templo en el palacete, para crear su mausoleo. Convento de San Román, que sabemos fue fundado por San Frutos, en vida del monarca; para acogerle como interno y que se conservasen allí las tumbas de ambos.
I - C) Reciberga (ó Receberga) y San Eugenio de Toledo:
Cuando visitemos el pequeño museo de Chindasvinto, que se halla en el interior de la iglesia de San Román; nos llamará la atención una placa en mármol negro, con un escrito en latín. Se trata de una inscripción realizada en 1858 por Joaquín Barbagedo, conteniendo un texto que ya fue traducido y publicado por el famoso Padre Flórez, en 1715. Quien su obra “MEMORIAS DE LAS REINAS CATHOLICAS” (8) dedica varias páginas a Reciberga, mencionando ese epitafio, que el monarca encargó escribir al obispo San Eugenio. Santo y hombre culto, que redactó una elegía en latín, sobre la muerte de esta reina. Versos que recojo tal como se conserva en el poemario de Eugenio de Toledo (con el número “Carm.26”) (9) y cuyas palabras transportadas a la lengua de Cervantes, significarían:
Si la vida con oro se comprara
jamás se le atrevería a un rey la muerte,
más como a todos rige igual suerte,
ni el precio al Rey, ni el llanto al pobre ampara.
así vencido al hado esposa cara,
mi espíritu a los santos se convierte,
porque resucitada puedo verte,
al lado de ellos refulgente y clara,
¡Adiós pues Reciberga! Siete años
dulce vivir hiciste a Chindasvinto,
y otros tantos te dí al nombre de esposa,
más ya llorar me toca a desengaño,
y a orillas del Ornisga en un recinto,
a quienes Dios junto, cumbra una losa.
Otra versión castellana -más ajustada al texto latino- es la siguiente:
Si se pudiese evitar la muerte dando joyas y oro
Ningún mal podría acabar con la vida de los reyes.
Pero, como la suerte golpea por igual a todos los mortales,
Ni el dinero salva a los reyes, ni el llanto a los pobres.
Desde aquí, esposa, porque no pude vencer al destino,
Concluido tu funeral, te encomiendo a la protección de los santos,
Para que, cuando el fuego voraz venga a abrasar la tierra,
Resurjas unida a ellos.
!Y ahora, amada mía Reciberga, adiós!
Mientras prepara el féretro tú amado rey Chindasvinto.
Solo me resta evocar brevemente el número de años
Que duraron tu vida y nuestra unión:
El lazo de nuestro matrimonio duró apenas siete años,
Y tu vida, veintidós años y ocho meses.
Acerca de Reciberga, nos dice el Padre Flórez -en la obra antes mencionada, ver (8) -; que fue la adolescente mujer de Chindasvinto y que subió al trono en el 642 (junto a él). Quedando por siempre recordada, en esos versos de San Eugenio III; donde se habla de su marchitada juventud y los siete años de felicidad que otorgó a su marido. Esa pérdida de la joven monarca debió ser muy llorada en toda la corte; incluyéndose San Eugenio, entre aquellos que sintieron enorme pena por tan temprana y desgraciada muerte. Al fallecer Reciberta con veintidós años, siendo madre de cuatro niños y dejando al octogenario soberano desolado. Añade el padre Flórez, que la diferencia de edad entre Chindasvinto y su esposa; hizo que el códice gótico de Azara (de la biblioteca toledana) le considerase esposa de Recesvinto (su hijo). Lo que provocó, en un principio, gran confusión histórica; aunque finalmente, Ambrosio de Morales, obtuvo el nombre desde el códice de Astorga, corrigiendo el error que casaba a Regiberga con su primogénito.
En la página 22 del libro que mencionamos, el Padre Flórez afirma que de la unión entre Chindasvinto y Reciberga nacieron cuatro hijos. Tres varones, que fueron: Recesvinto, Theodofredo y Fafila; junto a una niña, cuyo nombre no menciona (aunque sabemos que era Glausinda o Goda). Sobre Recesvinto, relata que reinó junto a su padre -en vida- y luego, le sucedió en el trono. Acerca de Teodofredo, narra que fue el progenitor de Don Rodrigo (el último rey godo). Acerca de Fáfila, afirma que de él nació Don Pelayo; héroe de Covadonga, que iniciaría la restauración del reino cristiano en España. Finalmente la hija de Chindasvinto y Reciberga sería madre de Égica, que reinó años después de Recesvinto y de Wamba; siendo corregente y padre de Witiza. Con cuanto nos apunta el Padre Flórez, vemos que el final del mundo visigodo estaba ya muy cerca de los hechos que describe; pues tras Chindasvinto, el régimen entraría en plena decadencia. De tal modo, sigue narrando el clérigo textualmente:
“Recesvinto fue asociado a su padre en el trono, y luego le sucedió. De Theodofredo nació el rey Don Rodrigo. De Fáfila, Don Pelayo, el restaurador de las ruinas de los godos. De la hija nació Egica y de Recesvinto, la madre de Ervigio y de suerte que este rey fue nieto de Reciberga. Pues la copia que tengo de Las Genealogías, del obispo de Oviedo Don Pelayo, dice que la madre de Ervigio fue hija de Chindasvinto” (10a) .
Tras ello, sigue mencionando genealogías posibles y algunas dudas expresadas por historiadores, acerca del origen de Ervigio (quizás con la intención de difamar al suegro de Witiza); pasando a escribir H. Flórez en estas “MEMORIAS DE LAS REINAS CATHOLICAS”:
“Y en toda combinación resulta que Reciberga tiene conexión con toda la casa real, que hubo después de sus días. Pues Ervigio era (según el obispo de Salamanca) primo del rey Vamba, que es el único que nos resta. Y así, Reciberga es como tronco común a todas las ramas reales posteriores” (10b) .
Sea como fuere, parece evidente que Chindasvinto y Reciberga fueron los antecesores de los posteriores monarcas visigodos; y que se tenían como antepasados directos de Don Pelayo. Por cuanto, toda casa Real católica que había gobernado después, en los reinos peninsulares; serían también descendientes directos de los monarcas enterrados en San Román de Hornija. Para terminar este epígrafe añadiremos que quienes gobernaron el mundo visigodo después de Reciberga y Chindasvinto, fueron cuatro soberanos: Recesvinto (nacido de ambos); Wamba, que se tiene por primo de Ervigio, quien le sucedió en el trono. Tras Ervigio, reinó su yerno Égica; que como dijimos, tuvo como madre a Glausinda y por lo tanto, era nieto de Chindasvinto. Égica a su vez, fue padre de Witiza; con el que gobernó en corregencia. Tras morir el progenitor en el 702, Witiza ocupó el trono a solas, pero murió en el año 710; provocándose grandes problemas de sucesión. Considerando la Historia que Don Rodrigo se proclamó rey en plena guerra de familias, incitando a una contienda civil entre los “dux” visigodos (principalmente entre los nietos y bisnietos de Chindasvinto).
No sabemos si Witiza fue asesinado, para que Rodrigo ocupase ese lugar; pero es seguro que sus hijos no aceptaron al nuevo monarca -al igual que hicieron otros nobles godos-. Produciéndose una secesión en el nordeste (zona del Ebro) donde nombraron rey a Agila II; mientras los sucesores de Witiza y sus partidarios, decidieron pactar con Tarik y Muza, con el fin de derrotar a Don Rodrigo. Las consecuencias de dicho pacto, son sobradamente conocidas; pues supuso el paso de los árabes hasta tierras peninsulares y la conquista del reino visigodo, en apenas unos años. Todo ello se produjo principalmente por las guerras intestinas entre los referidos descendientes de Reciberga, para ocupar el trono de Toledo (Don Rodrigo y los hijos de Witiza).
SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del museo que existe en la iglesia de San Román de Hornija, donde se exponen los sepulcros y restos de Chindasvinto, junto a los de su esposa Riciberga (agradecemos a la parroquia de San Román, nos permita divulgarlas). Arriba, el sarcófago del rey y dos enormes capiteles hallados en las excavaciones. Al lado y abajo; el epitafio escrito por San Eugenio de Toledo, dedicado a la muerte de la reina. Se trata de una elegía en latín, que se contiene recogida en el libro de poemas del obispo, con el número y catálogo “Carmina 26”. Los epitafios y versos de San Eugenio, fueron muy conocidos en su época; hasta el punto de copiarse durante la Alta Edad Media. Lo que sabemos al haberse hallado en otras tumbas epílogos similares y donde se recogen las mismas palabras que el obispo dedicó a estos reyes. Curiosamente, la elegía que dedicó a Chindasvinto tras su muerte, es un prodigio de crítica e ingenio. Donde el Santo hace hablar el rey; quien pide tras fallecer, que se llore por él, pues ha sido un malvado y un perverso. De forma increíble, aquel epitafio no fue censurado y además se copió en otras tumbas; entre las que destacan losas encontradas en Llerena y Alburquerque -que conservan esa extraña fórmula de San Eugenio, donde se habla del muerto, afirmando que era un hombre malo, obsceno y mezquino-. En nuestra segunda leyenda tratamos acerca de este otro epitafio de Chindasvinto, que consideramos una maldición dictada por San Eugenio.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Otras dos imágenes del pequeño museo de Chindasvinto y Riciberga (agradecemos a la parroquia de San Román de Hornija, nos permita divulgarlas). Al lado, un capitel visigótico que debió pertenecer al monasterio fundado por San Frutos y creado a expensas de Chindasvinto. Abajo, el mismo capitel, d enorme valor histórico y artístico.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías del ara para la fundación del templo, que fue reconvertida en pila, en tiempos mozárabes (agradecemos a la parroquia de San Román de Hornija, nos permita divulgarlas). Tras ella, vemos en la pared una hornacina, donde se conservan los restos óseos de Chindasvinto y su esposa. Dicha piedra fundacional tiene inscrita la siguiente leyenda (en abreviaturas):
In nominne Domini
Salvatoris Mundi
hic sunt reliquiae
Sancti Romani Monachi
Sancti Martini episcopi
Sancta Marina Vírginis
Sancti Petri Apostoli
Sancti Iohanus Baptiste
Sancti Aciseli
et aliorum numero sanctorum.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más de esta piedra fundacional. Al lado detalle de su inscripción y más abajo, foto de la misma. La inscripción fundacional nos dice: En nombre del Señor // Salvador del Mundo // aquí se conservan las reliquias de // San Román monje // San Martín obispo // Santa Marina virgen // San Pedro Apostol // San Juan Bautista // Santos arcángeles y aliados en número (nombre) de todos los santos.
BAJO ESTAS LÍNEAS: El sarcófago de Chindasvinto.
I - D) San Eugenio y su figura:
Recoge la Historia que Eugenio III de Toledo (11) fue un hombre culto e inteligente como pocos nacieron en nuestra Península. Con una capacidad tan solo comparable a la de Cisneros; también estuvo a cargo en los puestos de mayor relevancia social, dirigiéndola hacia el progreso. Pese a todo, San Eugenio -al igual que el cardenal fundador de la Universidad Alcalaína-, ha quedado en las sombras de antaño. Brumas del pasado en las que han llegado a “esconder” figuras como la de San Isidoro; cuya sabiduría solo es equiparable a la de los más grandes de todos los tiempos (refiriéndome a Heródoto, Aristóteles, Plinio o a Ptolomeo -entre otros-). De un modo tal, se van olvidando estas personalidades; que apenas se estudian hoy obras como las Etimologías, ni se da a conocer que el obispo Eugenio III logró establecer un nuevo conjunto de leyes, de las que nació el famoso Fuero Juzgo (mantenido hasta las Partidas de Alfonso X). Todo ello es lo que quizás provoca las diferentes “maldiciones” que suelen sobrevenir sobre esta España nuestra; incapaz de conceder méritos a quien verdaderamente los tiene. Pero que proclama tantas veces como líderes, a los más traidores o a los peores.
De ese modo dicen cayó el mundo visigodo; debido a las envidias, que tantas maldades hace pensar y que solo potencia las mentes turbias -concediendo ventaja al retorcido y dañando al de buenas intenciones-. Desapareciendo la memoria goda, después de haber reinado durante siglos sobre una Hispania tardo romana; conservando leyes, costumbres y tradiciones del Imperio. Entrando en decadencia poco después de Chindasvinto, tras violarse las normas consuetudinarias mantenidas por los nobles godos; entre las que se hallaba la obediencia plena al concilio de Toledo y al consejo palatino. Que les obligaba seguir cuanto los aristócratas de mayor edad y rango decidían, después de que aquellos dictados palatinos hubieran sido refrendados por los obispos. Ello suponía cierta separación de poderes; dejando en manos de los dux el ejercicio del mando ejecutivo, siempre que el clero lo refrendase. Todo lo que era tolerado por nuestro pueblo (ibero romano); que había sido gobernado por una casta superior. Admitiendo los hispanos aquel poder, en base a las garantías que mencionamos: Bajo el control del consejo palatino, la monarquía electa y cierta “vigilancia o refrendo” por parte del clero.
Regresando a San Eugenio, su vida política comienza tres años después de subir al trono Chindasvinto; quien en 649 le nombra obispo primado de Toledo. Decidiendo apartarle de Zaragoza, donde gozaba de una enorme protección por parte de San Braulio (12) . Este último prelado gobernaba la diócesis zaragozana, siendo famoso como hombre de enorme cultura; aunque desde el año 640, sintiéndose viejo y cansado, delegaba sus funciones en su arcediano Eugenio. A san Braulio -otro de los Padres de la Iglesia-, podemos considerarlo “el descubridor” de Eugenio III; cuando hacia el 632 y tras observar la gran capacidad intelectual del joven religioso -que por entonces contaría con unos treinta años-; pensó que le podría suceder en su mandato de Cesaraugusta (capital de Aragón) (12a) . De ese modo, San Braulio le puso a su cargo como diácono, haciéndole más tarde arcediano, con el fin de que le heredase en el trono episcopal. Un deseo que fue truncado por voluntad del nuevo rey; quien rechazando las peticiones de Braulio, nombró a Eugenio III primado toledano. Desde aquel nuevo cargo, conocemos cuánto trabajo este Santo y obispo, favoreciendo la música sacra y la poesía; recordándosele como uno de los mayores poetas en lengua latina y un gran benefactor de las liturgias cantadas (12b) .
Pese a ello, no fue solo su gran cultura, lo que llevó al monarca entregarle aquel báculo; pues lo que Chindasvinto realmente deseaba, era crear un nuevo códice. Una legislación renovadora, que unificase las normas heredadas desde Justiniano, compilándolas con las de los reyes godos (de Alarico y Leovigildo). Compendio que finalmente fue acabado después de morir Chindasvinto y reinando ya su hijo Recesvinto; por lo que fue conocido con ese segundo nombre: Código de Recesvinto. Leyes que siglos más tarde se transformaron en el Fuero Juzgo y que se mantuvieron durante la Edad Media (al margen de otras locales); promulgadas con carácter general, hasta la entrada en vigor de Las Siete Partidas (12c) . Todo cuanto nos muestra la importancia de esta legislación recogida y divulgada por ambos monarcas; con la ayuda de San Eugenio y de su maestro, Braulio de Zaragoza.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Diferentes imágenes tomadas en el interior del Museo de Chindasvinto y Reciberga, en la iglesia de San Román de Hornija (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotografías). Arriba y al lado, dos detalles de los capiteles que rodeaban las tumbas de estos reyes visigodos y que fueron destruidos por diferentes incursiones de los sarracenos. Abajo, un ara romana conservada entre los enseres que componían ese sepulcro de San Román; aparecida en las excavaciones.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Más detalles de este pequeño museo (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotografías). Al lado, de nuevo, los capiteles sobre columnas de exposición; entre ellos, una estela romana. Abajo, diferentes restos también hallados en la excavación de estos sepulcros.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Otras imágenes de cuanto queda del cenotafio de Reciberga y Chindasvinto (CindasSuinto o Quindasvinto). Al lado, un cimacio o lo que debió ser ménsula de tipo mozárabe, para sujetar una parte del techo del templo donde estaban las tumbas (antes que los andalusíes las expoliasen). Abajo, de nuevo el sarcófago del rey.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Más fotos de este pequeño museo sito en la parroquia de San Román de Hornija (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Al lado, restos óseos aparecidos en los enterramientos; se supone son los de Reciberga y Chindasvinto, indistintamente. Abajo, detalle donde comprendemos el modo en que se exhiben estos restos óseos; en una hornacina excavada en la pared y junto al ataúd pétreo donde reposaban.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Más imágenes de cuanto queda del cenotafio de Chindasvinto y su mujer; en la parroquia de San Román. Al lado, altar y nave principal de la iglesia, que fue sucesivamente reconstruida; aunque se observa que en el siglo XVII tuvo una gran remodelación. Abajo, de nuevo el lugar dónde se exponen los restos óseos, en la hornacina de la pared. Junto a ella, la piedra fundacional y otras piezas halladas en la excavación.
I - E) San Eugenio, Chindasvinto y Recesvinto:
Chindasvinto, parece que fue familiar directo del rey Chintila o Quintila -no confundir con Suintila-. Este monarca pretendió imponer el sistema hereditario, en la sucesión goda; por lo que el hijo de Chintila (llamado Tulga) fue el siguiente en ascender al trono. Aunque muy pronto sería expulsado de su mandato, por mano de Chindasvinto. Algunos consideran que eran parientes muy cercanos y que al morir en Chintila en el 639, dejó gobernando a un débil hijo; muy poco capacitado para sucederle. Aquel endeble Tulga, fue reducido y degradado tres años más tarde; derrocándolo con el método visigótico de la decalvación; consistente en emborrachar y tonsurar al rey. Logrando dejar inconsciente al que ocupaba el trono (por medio del alcohol u otras pócimas); para posteriormente, vestirle de fraile y raparle como un religioso. Con este sistema, la vergüenza se cebaba sobre aquel que había perdido el pelo y armas; quien debía ser inmediatamente relevado y enviado a un convento... . Así fue, como Chindasvinto en el 642, logró conjurar y provocar el “retiro forzoso” de Tulga; subiendo al trono, en edad casi octogenaria. Pese a haber cumplido los setenta y nueve, al ser proclamado estaba casado con una jovencita de veinte años y era padre de cuatro niños de muy corta edad (tras haber contraído matrimonio solo un lustro antes con Reciberga -que durante sus esponsales era quinceañera-).
La historia de este personaje regio tan singular llamado Chindasvinto (Cindas Suinto o Quindasvinto), se centró en la zona de Toro y más concretamente en San Román de Hornija; donde terminó sus días como fraile. Pero conservando pelo y mandato; pues se retiró voluntariamente a esas tierras donde desemboca el Hornija, para ser enterrado junto a su mujer (fallecida en plena juventud, fundando un convento con ese fin). Los motivos que unían a Chindasvinto con esta parte del Valle del Duero; parece que eran haber sido “dux” o gobernante, de lo que hoy llamamos Campos Góticos y el área comprendida en la actual Tierra del Pan. Recogiendo la Historia que durante años había participado en varias conjuras, surgidas en estas zonas hoy castellanas, para proclamarse rey. Subiendo finalmente al trono en Pampliega, en el 642; tras derrocar a Tulga (como hemos apuntado). Añadiremos a modo de nota curiosa, que en esta misma población del Sur burgalés, se exiliaría años más tarde el rey Wamba. Quien igualmente a Tulga, fue tonsurado y expulsado de su rango, pasando a vivir el resto de sus días en un monasterio pampliego -recordemos que Wamba sucedió a Recesvinto, el hijo de Chindasvinto-.
Pese a tomar la corona con casi ochenta años, Chindasvinto pudo gobernar más de un decenio; logrando morir sin ser derrocado y en la cama (algo difícil, en el mundo godo). Además, proclamó a su primogénito, heredero en vida; a quien coronó en corregencia, dirigiendo ambos el trono durante los últimos años de Chindasvinto. No fue vacilante, ni su reinado podemos considerarlo infructuoso; pues durante ese mandato florecieron figuras como las de San Braulio (de Zaragoza) y San Eugenio (de Toledo). Con quienes inició una renovación y compilación de toda la legislación hispano-romana y visigoda. Pretendió crear una corte al estilo de Bizancio y adoptar los modelos del Imperio de Oriente, para lo que comenzó “reavivando” el código de Justiniano. Ello llevó a modificar el sistema feudal visigodo, cambiándolo hacia un modo “Estatalista”; donde los nobles debían servir al rey y serle fiel. Asimismo instituyó un funcionariado militarizado, donde todo juez, alcaide o contable real; debía tener una graduación castrense. Con ese fin, realizó grandes purgas entre la aristocracia y se considera que mató a más de mil pares de la corona. La intención, era atemorizar y doblegar a la élite goda; obligando a huir a los poderosos insumisos hacia reinos limítrofes (en especial al Sur de Francia, la Galia Merovingia). Los mismos hechos se repitieron en la Iglesia, impidiendo Chindasvinto que ese estamento se convirtiera en un nido de conspiradores o de mediocres; e intentando sumirla bajo el mandato del trono (al modo bizantino).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba y al lado, dos imágenes relacionadas con el Código de Recesvinto; el llamado Liber Iudiciorum. En el primer caso, una edición miniada; en el segundo, una impresa en el año 1600. Abajo, corona votiva de Recesvinto, del tesoro de Guarrazar; tal como se expone en el Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Este hijo y sucesor de Chindasvinto, es el monarca visigodo del que más testimonio y restos se han conservado. Pese a su corto mandato, y haber subido al trono con apenas quince años; los vestigios y objetos asociados a Recesvinto son muy numerosos. Destacando San Juan de Baños; la iglesia más antigua de la Península, que permanece en culto, en pie y prácticamente en su estado inicial. Templo que este monarca fundó junto al “balneario” (Baños de Cerrato) donde acudía para curar sus afecciones de riñón. Asimismo, se conserva la corona votiva de Recesvinto, entre las joyas del tesoro de Guarrazar (tal como vemos en imágenes abajo). Además, sabemos que su tumba estuvo en la población de Wamba; donde Alfonso X recogió sus restos, para llevarlos a Toledo. También tenemos certidumbre de que su villa de recreo estaba en el lugar antes llamado Gérticos (hoy Wamba); habiendo de suponer que su palacio de campo se elevaba donde actualmente se halla la colegiata del pueblo. Por último, han llegado hasta nuestros días numerosos ejemplares del Código denominado de Recesvinto; leyes promulgadas por él y que se mantuvo como Fuero Juzgo hasta le entrada en vigor de Las Partidas de Alfonso X. Sobre este código de Recesvinto, llamado Liber Iudiciorum, sabemos que la compilación legislativa fue iniciada y fomentada por su padre (Chindasvinto); bajo los auspicios y el mando de San Eugenio de Toledo y San Braulio de Zaragoza.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado “fuente milagrosa” en las cercanías de la iglesia de San Juan de Baños del Cerrato (Palencia). Al parecer, este manantial en su día fue un “ninfario” romano, debido a las propiedades curativas de sus aguas. Más tarde fue famoso porque allí acudía el rey Recesvinto a curar sus problemas de riñón; durante las estaciones de buen clima -desde mayo a noviembre-. Meses en los que (al parecer), además aprovechaba para dirigirse al norte, realizando campañas contra los vascones. Abajo, interior del maravilloso templo visigodo de San Juan de Baños (agradecemos a la institución nos permita divulgar nuestra imagen).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Otras dos fotografías de la iglesia que Recesvinto dedicó a San Juan, en El Cerrato (agradecemos a la institución nos permita divulgar nuestra imagen). Al lado, réplica de la corona del rey, tal como pende sobre el altar del templo. Abajo, imagen exterior del valioso edificio.
Para los fines antes descritos, Chindasvinto mantuvo con mano dura su gobierno; valiéndose de obispos con enorme prestigio, como lo fueron San Eugenio o San Braulio. En su intento de poner al servicio de la corona a todos los poderosos, despojó de bienes y privilegios a la aristocracia y a determinados sacerdotes; todo lo que fue bien visto por el pueblo, pero le llevó a ser odiado entre los godos. Pese a ello, finalmente "aquella revolución" en favor de sus súbditos, terminó convirtiendo a Chindasvinto y a su familia, en los más ricos y poderosos del reino. Llegando a generarse lo que podemos considerar, el primer gobierno absolutista de España. Tanto fue así, que cuantos le siguen en el trono, ya serían nietos y bisnietos suyos (menos los que continuaron a su hijo). Pues a excepción de los dos monarcas posteriores a Recesvinto, todos los demás reyes godos, descenderán de Chindasvinto y Reciberga. Ello llevó a la instauración de algo semejante al absolutismo, y pese a los intentos por crear un nuevo Bizancio en España; esos cambios de leyes y normas, terminaron causando el desastre y una guerra civil entre familias godas.
Pero continuando con Chindasvinto y su mandato absolutista; las intenciones de restaurar una monarquía hereditaria ya se intuyen en el año 649, cuando se asocia a Recesvinto, unificando la corona junto a su hijo. Nombrándole corregente y gobernando conjuntamente, hasta su propia muerte (sucedida en el 653). Recordemos que poco antes de coronar a su vástago en vida; había fallecido la madre de Recesvinto (Reciberga) y que aquel chico entronizado, tan solo tendría unos trece años; al ser elevado a la regencia conjunta. Todo ello, en el intento de Chindasvinto por reconvertir el mundo visigodo hacia modelos bizantinos, lo que además conllevó realizar cambios legislativos. Redactando una enorme compilación, llamada Liber Iudiciorum; códice preparado en tiempos del padre y del hijo; promovido por San Braulio y San Eugenio -del que ya hemos hablado-. Siendo la primera vez que se dictaban normas conjuntas para todos los súbditos del reino (fuera cual fuere su condición, su religión o su estamento). Finalizando ese compendio jurídico, Recesvinto; que promulga su código como “Libro único”; cuya enorme novedad fue contener leyes para los visigodos y el resto de la población peninsular.
Para finalizar este esbozo biográfico de ambos monarcas; diremos que Chindasvinto, tras elevar al trono conjunto, a su hijo Recesvinto; depositó la mayor parte de la responsabilidad en aquel chico (que por entonces era un adolescente). Dedicándose desde entonces el padre, a acciones de piedad y caritativas, intentando purgar así sus pecados. Tenía por entonces el progenitor, más de ochenta y cinco años; dejando el mando a su primogénito (que obró asesorado por San Eugenio). Desde ese tiempo, fue promoviendo donaciones para la Iglesia, mientras el joven Recesvinto era ayudado en el mandato por su maestro; el obispo de Toledo. Finalmente, Chindasvinto vivió sus últimos días donde el río Hornija desemboca en el Duero (en lo que debió ser su villa y cazadero). Pese a haber sido un monarca muy duro e implacable, sobre todo con sus enemigos y quienes no aceptaron sus cambios. Hemos de suponer que convirtió su finca y palacio junto al Hornija, en un convento dedicado a San Román. Donando las tierras a Iglesia, para que los frailes allí asentados, cuidasen de sus restos y los de su mujer. En esta labor sabemos que obtuvo la ayuda de San Frutos; quien decidió bendecir la fundación de lo que actualmente se conserva como iglesia de San Román de Hornija.
Por su parte, el hijo elegiría para un fin parecido, su villa de recreo, situada en la antigua población de Gérticos; después llamada “Wamba” -al proclamarse monarca en ese lugar, el nuevo rey godo, homónimo-. Donde conocemos que estuvo la finca palaciega de Recesvinto y que también terminaría siendo su tumba. Para lo que debió donar templo y tierras, a quienes velasen por su eterno descanso. Cediendo parte de aquellas posesiones reales, con el fin de crear un cenobio visigodo, donde guardasen sus restos. Pese a ello, Recesvinto no sigue inhumado en la actual iglesia de Wamba, porque Alfonso X recogió su féretro, para llevarlo hasta Santa Leocadia de Toledo; aunque Isabel II finalmente lo enterró en la Catedral Primada (junto a otros reyes hispanos). No sucedió lo mismo con Chindasvinto, cuyos restos en el monasterio de San Román de Hornija (y de su esposa Reciberga); no pudieron ser encontrados por Alfonso X. Al haberse ocultado concienzudamente sus tumbas, para evitar las destructivas razzias de los sarracenos (que sucesivamente arrasaron el lugar) (14) . Pese a ello, excavaciones modernas, lograron hallar los restos de Chindasvinto y Reciberca; que aún se guardan en esa iglesia a orillas del Hornija. Unas sepulturas que consideramos, los andalusíes buscaron con ahínco; al conocer que era el panteón de los abuelos de Witiza, de Don Rodrigo y de Don Pelayo.
Por último, hemos de añadir que cuando afirmamos que las tierras e iglesias de Wamba (Gerticos) y de San Román (Gotoro); eran las villas mayores de Chindasvinto y Recesvinto. Lo hacemos por deducción histórica; ya que ambos monarcas conservaron las costumbres imperiales con celo. Siendo una constante tardorromana, que los grandes mandatarios se inhumaran en las capillas de sus casas de campo. Debido a cuanto expongo, podemos afirmar que Chindasvinto tuvo su palacio y finca en San Román de Hornija; posteriormente convertida en el monasterio que guardó su tumba (fundado a sus expensas y por San Frutos). De igual manera, sería históricamente probado, que donde hoy se eleva la iglesia-colegiata de Wamba; estaría en su día la villa del rey Recesvinto. Al menos su capilla; convertida más tarde en un cenobio, donde le inhumaron para proclamar sobre ese sepulcro, a su sucesor: Wamba (tal como se acostumbraba entre los godos). No conocemos dónde estuvo exactamente el enterramiento de Recesvinto, dentro de la colegiata de Wamba; aunque debió ser en la estancia que más tarde se convirtió en depósito de huesos. Emplazamiento que ha llegado hasta nuestros días convertido en uno de los osarios más importantes del cristianismo. Por todo lo expuesto -a mi juicio-, cuando Alfonso X (el sabio), logró localizar los restos de este rey, para llevárselos hasta Toledo; seguramente, los monjes de Santa Ma. de Wamba comenzarían a introducir en ese mismo lugar, huesos de antiguos frailes, hasta entonces enterrados en el patio del claustro (conservando la costumbre durante casi setecientos años).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, exterior de la iglesia de Wamba, donde el rey homónimo fue proclamado, sobre la tumba de su antecesor: Recesvinto. Sabemos que este último monarca falleció en su villa campestre, situada en esa población, que hasta la subida al trono de Wamba, se llamó Gérticos. Hemos de suponer que ordenó ser enterrado en la capilla de su palacio de recreo; donando tierras y edificios, para fundar un cenobio donde velasen por sus restos eternamente. De ello, hay que considerar esta colegiata de Wamba, el lugar donde se situaba el palacete de campo de Recesvinto. Al lado, interior de la iglesia de Wamba (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen); observamos que se trata de un templo reconstruido en etapa mozárabe. Se deduce, que tras la batalla de Simancas y con la victoria frente a Abderramán III, en el 939. Numerosos andalusíes cristianos lograron escapar del poder musulmán, pudiendo repoblar y habitar en estos lugares, al Norte del Duero (donde se impuso desde entonces una nueva frontera). Siendo esos emigrados a la zona, quienes levantarían templos sobre los restos devastados de antiguos cenobios visigodos. Reconstruyendo hacia el 950 y en estilo mozárabe, iglesias como la que vemos: La de Wamba, San Román de Hornija y San Cebrián de Mazote. Abajo, claustro de la iglesia de Wamba. Se halla en estado de ruina debido a que fue destruido durante la invasión napoleónica. En una de sus entradas podemos contemplar el famoso osario, que fue respetado por las tropas francesas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, restos que se exponen en el osario de Wamba (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). A mi juicio, desde que Alfonso X “el sabio”, recogiera los restos del rey Recesvinto, del interior de esta iglesia. Pudo existir la costumbre, de depositar en esta sala que contuvo el cuerpo del monarca godo; los huesos de monjes fallecidos en monasterios de la zona (tras ser exhumados de sus claustros, para facilitar espacio a los cuerpos de sus hermanos posteriores). Abajo, algunas tumbas medievales que se conservan en este claustro; aunque expoliadas por las tropas de Napoleón. Afortunadamente, Alfonso X había recogido los restos de Recesvinto, para llevarlos a Toledo; por lo que el cuerpo de este rey godo no pudo ser fruto de la rapiña de “la francesada”.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, de nuevo; imagen de la referida columna, que hemos de considerar visigoda. Abajo, plaza de Wamba, vista desde el exterior de la iglesia.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Pampliega (al Sureste de Burgos y cerca del Cerrato), donde terminó sus días como fraile el rey Wamba, tras haber sido destronado y sometido a la decalvación. Ritual de expulsión del trono, que se lograba narcotizando al monarca y tonsurándolo, para vestirle de monje (haciéndole perder sus armas y su rango; para ser obligado a ingresar en un monasterio). Al lado, interior de la colegiata de Pampliega (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen), con su maravilloso retablo debido a la mano de Domingo de Amberes -hacia 1557-. Abajo, entrada a la muralla de Pampliega, donde murió y estaba enterrado Wamba, hasta que Alfonso X recogiera sus restos para llevarlos a Santa Leocadia de Toledo (desde donde los trasladó Isabel II a la catedral).
II) LEYENDA PRIMERA: La cruz de Castellanos, en los “Cuentos de Sabaria”:
Narran los “Cuentos de Sabaria” -mencionados al comienzo de este capítulo- una curiosa historia referente a la cruz que se encuentra en el suelo de la Iglesia dedicada a Nuestra Señora de Castellanos (en Mota del Marqués). Un “gran escalón” situado a los pies del altar; que normalmente se considera una lápida de los caballeros teutones. Existiendo quienes afirman que es la tumba de uno de estos guerreros alemanes (al que recuerdan como Wolfram). Pues sabemos que esa orden germana estableció una encomienda en Mota, entorno al año 1322; tras recibir la protección de Beatriz de Suabia. Después de haber acompañado y escoltado a la princesa alemana, varios caballeros suabios; a los que se permitió residir y elevar una sede en este lugar. En agradecimiento a su celo, por que aquella Beatriz viniera cómodamente y en perfecto estado, desde su principado meridional de Alemania, hasta las cercanías de Toro. El motivo de este viaje fueron las nupcias que contrae con el rey Fernando III (el Santo), en el 1322, Quien todavía era príncipe, pues fue coronado ocho años mas tarde, en el Castillo de la ciudad de Toro. Tras la referida boda, serían padres de Alfonso X, al que las leyendas de Mota recuerdan que primeramente le denominaron “el suabio” (por ser su madre de este reino germano); aunque finalmente fue apodado “el sabio”, por o que contribuyó a la cultura, las artes y las leyes.
Por todo cuanto exponemos, el referido sillar frente al altar de Nuestra Señora de Castellanos, se considera una lápida teutona. Al tratarse de una losa con una “cruz patada” (de tipo germano). Pero existen numerosas dudas, por si fuera una pieza visigótica (del siglo VII); debido a la vejez que presenta y al tipo de diseño. Ya que el modo de “cruz patada” es común entre los pueblos de origen tedesco; por ello, también pudiéramos pensar que es un ara goda. Todo lo que se confirmaría en una de las leyendas que sobre Mota del Marqués hemos podido leer. Historia que a continuación resumimos y que se recogía en los “Cuentos de Sabaria, Sarabia o Sibaris”. Donde se narra acerca de esta lápida, sita en la ermita de Castellanos (Mota del Marqués):
Dice la leyenda Sabariense, que los monarcas godos quedaron prendados de esta zona de Hispania, llamada Sibaris; que había permanecido como reino independiente hasta Leovigildo. Fue en el año 573, cuando este soberano la conquistó, logrando incorporar a sus dominios el territorio que comprendía desde la Puebla de Sanabria, hasta Benavente; y desde la actual Ciudad Rodrigo, hasta Simancas. Un área que gozaba de seis meses de primavera, tres de otoño y tres de duro invierno. Debido a ello, contenía unos bellísimos campos y muy ricas dehesas; que pronto pasaron a ser cazaderos y villas de descanso, para las familias visigodas principales. Allí se establecieron los más poderosos entre quienes gobernaban el reino de Toledo; que huían durante los meses de estío, de los calores manchegos que azotaban la capital.
La Historia recuerda el modo en que vivieron sus días algunos monarcas, en esta zona de la antigua Sibaria; entre el Duero, el Tormes y el Órbigo. Donde la aristocracia de ese origen bárbaro, tuvo sus villas de recreo. Ordenando muchos de los principales, enterrarse en esos lugares; que les habían hecho tan felices -por cuánto disfrutaron de sus ricos campos y fértiles tierras-. Destacan entre aquellos que tanto amaron el Sur de Sibaria: Chindasvinto y Recesvinto. El primero, llegó al trono ya muy viejo (con casi ochenta años), por lo que era incapaz de soportar los calores de Toledo. Trasladando cuando pudo, su corte a orillas del Hornija; en tierras muy cercanas a la ciudad de Gotoro (Toro para nosotros). Tan solo pasaba los dos meses de mayor frío en la capital toledana (diciembre y enero); viajando junto a su séquito, a comienzos de marzo. De ese modo se dirigía desde la urbe primada, hasta el Duero; tardando unos cuatro días en llegar a un puerto fluvial, al que llamaban “Torre de Chindas” y que hoy se conoce como Tordesillas -pero que antes se denominaba “Turris Sabaris” o “TorSabaria”- (15) . Este punto se alcanzaba en pocas jornadas de camino en carroza; subiendo desde Toledo hasta Ávila, y dirigiéndose luego hacia la actual Arévalo y Medina del Campo. En “Tordechindas” existía un embarcadero que comunicaba las mejores villas de los nobles visigodos, asentados en la rica Sibaris. Entre ellas, la de Recesvinto (que se hallaba en la actual Wamba); donde muy cerca vivieron otros monarcas y su familia, como el famoso Fáfila.
El palacio campestre de Chindasvinto, sabemos que estuvo a orillas del Hornija, donde sus aguas se unen al Duero. Y desde los primeros años de reinado, este rey instituyó la costumbre de trasladar los consejos de gobierno, desde Toledo hasta Tordesillas y Toro (Gotoro). Reuniendo al comité palatino y realizando cónclaves episcopales, en ambas ciudades visigodas; poblaciones que hasta Leovigildo habían sido algunas de las principales urbes de Sabaria (Sarabia o Sibaria).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Tordesillas. Arriba, la “playa” en el Duero, lo que podemos interpretar como el embarcadero desde el que Chindasvinto viajaba hasta otras villas de nobles, situadas a orillas de este rico río. A lado, vista de esta población cuyo nombre más antiguo parece que fue Sabariso (o Tor-Sabaria). Aunque hay quienes piensan que se llamó posteriormente Tordesillas, desde la deformación de “Tor-de-Suindas” (torre de Chindasvinto). Abajo, la población que fue a mi juicio capital de Sabaria, a su paso por el Duero.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes del Duero a su paso por San Román de Hornija. Se observa la riqueza de sus tierras.
Pero en el 649, dos años después de morir la joven Reciberga y tras siete de reinado; Chindasvinto se sintió triste y viejo. Fue cuando el viudo monarca decidió retirarse de por vida a su villa del Hornija; para habitar allí como un monje, junto a su amigo San Frutos. Decidiendo fundar en esa, que fue su finca de recreo; un convento donde conservar los restos de su amada esposa. Con la ayuda de Frutos y el beneplácito de San Eugenio de Toledo, se creó este monasterio dedicado a San Román y donde el anciano rey se estableció para siempre. Con el fin de poder hacerlo mejor, nombró corregente a su hijo Recesvinto, en la fecha mencionada (año de 469) y cuando el chico siquiera era un “quinceañero”. De esa forma, el anciano padre se quitaba de viajes y problemas cortesanos; sin necesidad de acudir a Toledo. Situando el peso del trono en su joven primogénito; aunque asegurándose también con ello, la sucesión heredada. Pese a sus deseos de retiro, Chindasvinto seguía siendo corregente, por lo que en numerosos casos, la Corte no podía prescindir de su presencia. De este modo, los nobles y obispos visigodos, tuvieron que reunirse repetidamente donde habitaba el viejo padre (que ya contaba más de ochenta años). Aquellos cónclaves antaño se realizaban en Toro (junto al monasterio de San Román de Hornija); pero al ser dos los gobernantes, debieron celebrarse en otro lugar. Para este fin, decidieron disponer de un templo, sito entre las villas en que residían ambos monarcas.
Para tal efecto, Chindasvinto y Recesvinto, decidieron establecer una ruta por tierra y localizar un punto común entre esas casas palacio, de campo; con el fin de celebrar allí las reuniones episcopales o los encuentros palatinos y cortesanos. Así fue, como midiendo caminos, encontraron un monte intermedio, al que llamaban Mota de San Ioan (luego denominada Mota de Santibañez, más tarde Mota de Toro y finalmente Mota del marqués). Aquel alto que dominaba la zona, era además seguro; al poderse vigilar desde allí el viaje de ambos soberanos; y distaba exactamente seis leguas desde ambas villas -hasta San Román de Hornija y a la actual Wamba (16) -. Por su parte, el referido altozano tenía una posición estratégica, pues se hallaba apenas a cuatro leguas de Tordesillas; donde arribaban quienes venían a esos cónclaves procedentes de Toledo. Estando también muy cerca de Valladolid, de Palencia y de Zamora (a menos de una jornada); necesitando solo dos días de viaje, desde Ávila, Salamanca, León y Segovia. Todo lo que permitía celebrar cónclaves y reuniones, con gran facilidad, junto a aquel lugar conocido por “Mota” (del latín mons). Un punto que continúa usado como parada y paso principal, entre todas las Castillas. Uniendo vías y caminos tan relevantes como el Jacobeo, o la ruta entre León, Oviedo, Valladolid y Toledo. Siendo todavía obligado pasar por la actual Mota del Marqués, si deseamos trasladarnos de Madrid y La Mancha, hasta Galicia.
Por los motivos expuestos, se eligió el alto entonces llamado Mota de San Ioan (Ivan o Juan), como lugar de reunión para ambos reyes; desde el que partían juntos hacia la iglesia más importante de la zona, donde celebraban sus capítulos de corregencia (la de San Cebrián de Mazote). De este modo, narra la leyenda que trimestralmente reunían Chindasvinto y Recesvinto a sus prelados y aristócratas; recibiéndolos en esa capilla, que hoy se llama de San Cebrián. Pero antes de llegar a ella, se esperaban uno al otro en los pies del altozano denominado por entonces, Mota de San Ioan; partiendo desde allí juntos y con sus séquitos, hasta el cónclave. Así fue como en ese cruce de caminos reales (donde se encontraban), elevaron una pequeña ermita; junto al río que hoy se llama Bajoz y bajo lo que actualmente se conoce como Mota del marqués. Pudiendo así y desde el cónclave del año 650; Chindasvinto y Recesvinto encontrarse o esperarse uno al otro; para luego dirigirse juntos hasta los concilios de San Cebrián. Llamada antaño, como la iglesia del santo monte de los zebros.
Allí, en San Cebrián de Mazote, se hallaba uno de los templos cristianos más antiguos de Hispania, que decían databa de los años de Santa Leocadia y había sido fundado por legionarios romanos; que subiendo por la Antigua Ruta de la Plata, decidían desertar y profesar la fe de Jesús -esto sucedió en tiempos cercanos a Diocleciano- (16) . Suponiendo la historia, que en ese lugar hoy llamado San Cebrián, había nacido una de las comunidades de adoración católica, más antiguas de la Península. Creyendo que por esta razón, rendían culto a San Cipriano, muy venerado en Oriente Medio; todo lo que llevaría a pensar que los fundadores de aquel templo de Mazote, procedían de Asia Menor. Algo que muchos expertos consideran, nos hablaría de soldados con origen mediterráneo oriental; que escapaban del mando militar, para seguir la nueva fe junto a los hispanos. Confundiéndose con la población peninsular bautizada y escondiéndose en esos montes, que hoy llamamos Torozos (junto a Mota del Marqués) y que antaño eran denominados Mons Otes (grandes montes). Otra teoría sobre el nombre de San Cebrián de Mazote explica que en aquellos bosques, era donde cazaban los reyes godos zebros. Una valiosa pieza cinegética, consistente en un caballo salvaje, actualmente extinguido en la geografía peninsular; pero que hasta el siglo XVI abundó por tierras de la Meseta (17) .
Sea como fuere, lo que sabemos con “seguridad”, es que esa iglesia donde celebraban los cónclaves Chindasvinto y Recesvinto, es la que más tarde denominaron los mozárabes San Cebrián de Mazote. Donde concurrían nobles y obispos visigodos para departir con ambos reyes (cogobernantes). Por cuanto se dice, que un bajorrelieve pétreo, aún existente en la parroquia de San Cebrián; sería del tiempo de los visigodos y representaría a ambos reyes unidos -escultura que muchos consideran mozárabe y que recogemos en imágenes-. Un hecho que además se explicaría por la historia que narramos. Donde se recoge el modo en que padre e hijo se encontraban en la actual Mota del Marqués; para llegar siempre juntos y frente a sus séquitos, hasta el antiguo templo visigodo de San Cebrían.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Varias imágenes del camino entre San Cebrían de Mazote, Mota del Marqués, San Román de Hornija y Wamba. Arriba, vista de Mota del Marqués desde el camino de San Román; a la altura de Villalbarba. En la fotografía marcamos la situación de San Cebrián y la de Mota. Al lado y abajo, diferentes fotos de las tierras que separan San Cebrián y Mota del Marqués.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, Recesvinto, según un códice miniado altomedieval. Abajo, iglesia de San Cebrián de Mazote; donde dice la leyenda que este rey celebraba los cónclaves junto a su padre(agradecemos a esta iglesia, nos permita divulgar nuestras imágenes).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, Chindasvinto, según un códice miniado altomedieval. Abajo, lápida conservada en San Román de Mazote, donde se dice que se representa a Chindasvinto y Recesvinto (agradecemos a esta iglesia, nos permita divulgar nuestras imágenes).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos más de la maravillosa iglesia de San Cebrián de Mazote (agradecemos a esta, nos permita divulgar nuestras imágenes).
Por su parte, se sabe que el punto de reunión y espera en esos cónclaves; entre quienes venían desde Wamba, Toledo, y los que llegaban de San Román. Era una pequeña ermita que mandaron levantar estos reyes godos, junto al alto de Mota. Edificio que se situaba exactamente donde hoy está la actual iglesia de Nuestra Señora de Castellanos (en Mota del Marqués). Templo que -por ello- no está en el pueblo, sino junto a un cruce de caminos; entre la actual Vía Jacobea y la intersección desde Wamba a San Román de Hornija. Lo que explica por qué ese edificio, siendo uno de los principales del lugar; se encuentra fuera de la población y muy cerca de lo que hoy es la A-6. Dando lugar esa ubicación -además- a la ermita del Humilladero de Mota, que se levantó a unos cientos de metros de ella, en el siglo XVI. Asimismo, la leyenda habla de que en esa pequeña ermita construida por los visigodos como punto de espera para duxes y monarcas (hoy Nuestra Señora de Castellanos); rezaban todos, antes de reanudar camino hacia San Cebrián; por verse juntos de nuevo. Tras esa oración, pasaban a dirigirse el padre con el hijo -unidos a sus séquitos- hacia la iglesia de Mazote. Donde debían departir con sus nobles y clérigos principales. Por todo ello, se cree que fue colocada en este lugar de reunión, una cruz visigoda sobre el suelo; que marcaba el cruce de caminos desde el que la corte de ambos, iniciaba el viaje hasta San Cebrián (distante apenas, una hora a pie). Considerándose así, que aquella lápida, aún existente en la actual iglesia de Castellanos; se trata de una señal visigoda, sellada allí en tiempos de Chindasvinto y Recesvinto.
Pese a lo narrado, muchos afirman sobre esa enorme piedra -en la iglesia de Mota-; que se trata de un resto de los caballeros teutones. Cuyo símbolo también era una cruz patada, comúnmente usada entre los pueblos de origen bárbaro y germano. Aunque la leyenda de los “cuentos de Sabaria” termina narrando una historia más, que podría ratificar el origen visigodo de esta lápida. Pues concluye con hechos referidos a los nietos de Chindasvinto. Contando que al subir Don Rodrigo al Trono (en el año 710), no fue admitido como rey por los hijos de Witiza. Situación muy conocida históricamente; porque supuso la caída del mundo visigodo y la entrada de los musulmanes en Hispania -unos meses más tarde-.
Pero lo que recogen y añaden los “cuentos sabarienses”, es que al entronizarse Don Rodrigo en Toledo y ver que parte de sus súbditos y nobles no le aceptaban; decidió pedir ayuda a su tío Fafila. Este hijo menor de Chindasvinto, vivía en un lugar homónimo, del que se le supone dux (virrey de lo que fue la antigua Sabaria). Sabemos que era el padre del famoso Don Pelayo, que decenios más tarde logra vencer en la Batalla de Covadonga; y que vivió en una villa que tomó su nombre. Siendo los dominios de aquel tío más joven de Don Rodrigo, las actuales provincias de Zamora, Salamanca y gran parte de Valladolid (junto al sur de León). Aunque posteriormente se dice que fue nombrado duque de Cantabria (dignidad que conservó hasta su muerte).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, mapa de la zona comprendida entre San Román de Hornija, Wamba, Mota del Marqués, San Cebrián y Villafáfila. En rojo, marcadas las poblaciones más importantes. En azul, los caminos desde Wamba y San Román, hasta Mota y San Cebrián. Al Norte, Villafáfia; al Sur, Todesillas; al Oeste, Valladolid; al Este, Toro y Zamora. Al lado: Camino antiguo entre Mota y San Cebrián de Mazote; se trata de la vieja Ruta Jacobea, que unía Toledo con Santiago, a su paso por el actual Kilómetro 200, de la A-6. La distancia entre ambas poblaciones es de unos seis kilómetros y la imagen está tomada a mitad de su recorrido (al fondo, el castillo y colina de Mota). Abajo: Dibujo mío de San Cebrián de Mazote.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos desde el alto de Mota del Marqués y en las ruinas de la ermita de El Salvador. En la de al lado, tenemos marcada la situación de la iglesia de Castellanos y la de San Román.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes relacionadas con Fáfila, el famoso hijo de Chindasvinto y tío de Don Rodrigo. Al lado, algunas de las cruces del tesoro visigodo aparecido en la población de Villafáfila. Abajo, lagunas de Villafáfila, famoso humedal muy visitado por aves migratorias y paraíso de los ornitólogos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías más, relacionadas con Fáfila. Al lado, otra imagen de las famosas lagunas de Villafáfila y su observatorio de aves. Abajo, el humedal en el mes de mayo; pleno de flores.
De ese modo y al sentirse Don Rodrigo tan conjurado por los hijos de Witiza ; asustado al ver numerosos nobles y prelados que no le aceptaban en el trono. Observando la sublevación en parte de sus “dux”, tuvo que pedir auxilio a sus familiares. Principalmente al saber de una terrible traición y levantamiento llevada a cabo por uno de sus condes y descendiente de Witiza; creando un nuevo reino independiente tras el Ebro (proclamándose allí, Ágila II). Decidió así reunirse Rodrigo, con el hermano menor de su padre (Fáfila) en el sitio al que llamaban “el cruce de caminos de los dos reyes”. Y como hemos dicho, este era el punto de encuentro entre Chindasvinto y su hijo; correspondiendo actualmente a la ermita de Nuestra Señora de Castellanos. La intención de Don Rodrigo, convocando en ese lugar a sus familiares; era avivar el recuerdo de esta unión entre Recesvinto y su progenitor, para que le reconociesen como verdadero heredero del trono visigodo.
Con ese fin, celebró el monarca un cónclave convocando a sus parientes más cercanos; exceptuando a los que seguían la causa de los descendientes de Witiza (que intrigaban contra él). Pero su llamada, realizada en la primavera del año 711; tan solo fue secundada por un puñado de fieles. Llegando hasta la actual Mota del Marqués algunos condes y muy pocos obispos; contando entre los más allegados, únicamente con Fáfila y su hijo (Don Pelayo, que apenas tenía entonces quince años de edad). Esos dos parientes tan próximos de Don Rodrigo, vinieron a reconocerle “rex”, desde Villafáfila; población fundada por el hijo menor de Chindavinto y donde tenía su palacio regio. Tras algo más de un día de viaje y recorriendo apenas diez leguas a caballo, llegaron Fáfila y Don Pelayo, al punto de encuentro de reyes; para jurar fidelidad al nuevo monarca en San Cebrián. Pero observando los presentes, que muy pocos eran los nobles partidarios de Don Rodrigo; la tristeza se apoderó del recién entronizado. Principalmente al conocer que se personaron solamente esos dos descendientes directos de Chindasvinto y Reciberga; para jurarle en su reciente mandato.
Por todo ello, viendo el rey godo que tan solo asistían al consejo convocado un puñado de nobles, junto a su tío Fáfila y el joven Pelayo. Decidió no seguir viaje hasta San Cebrián de Mazote; donde tenía acordado una junta palatina, para su proclamación y reconocimiento, en presencia de varios obispos. El consejo palatino falló en su totalidad; y por ello, Don Rodrigo, decidió tomar directamente juramento a los pocos asistentes, que se habían presentado al lugar de encuentro (la pequeña ermita, sita en la actual Mota del Marqués). Haciéndolo sobre aquella piedra con forma de cruz; que años antes marcaba el punto de partida para su abuelo y su tío Recesvinto (hacia los cónclaves de San Cebrián). Así fue como Rodrigo, finalmente, sería coronado y reconocido como rey de los visigodos en mayo del 711; subido a esta lápida que hoy se encuentra ante el altar de Nuestra Señora de Castellanos (en Mota del Marqués). Tal como era costumbre entre los godos; proclamando al nuevo monarca en un sitial emblemático y sobre una piedra, que marcaba los sucesos más relevantes de la Historia de su pueblo. Siendo así como, al no poder llevar a cabo su proclamación en Toledo y sobre la tumba de Witiza (el antecesor); porque los hijos no le reconocieron ese derecho. Finalmente Don Rodrigo fue nombrado rey en esta pequeña ermita "del encuentro", donde más tarde se levantó la de Nuestra Señora de Castellanos.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Mota del Marqués y su iglesia de Castellanos. Arriba, vista desde el alto, donde comprendemos la situación de Mota. Junto a la actual autovía A-6, dominando toda la zona. Al lado, la famosa cruz patada expuesta aún junto al altar, en la iglesia Nuestra Señora de Castellanos (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía); losa que algunos consideran visigoda y otros teutona. Quienes creen que se trata de un resto godo, piensan que fue puesta por Chindasvinto y Recesvinto, hacia el año 649; para marcar un punto de encuentro entre ambos corregentes. Donde se esperaban, para ir juntos y con sus séquitos unidos, a los cónclaves que celebraban en San Cebrián de Mazote. Así se dice, que allí se levantó una pequeña ermita en tiempos visigodos, dedicada a Ntra. Señora de La Esperanza (o del Encuentro); en memoria de aquellas ceremonias donde los reyes se reunían, para salir hacia San Cebrián. Abajo, entrada a la iglesia de Castellanos.
Las razones para que esta iglesia de Mota fuera finalmente dedicada a la Virgen de Castellanos y no a la Señora del Encuentro (o de la Esperanza, como lo fue en tiempos godos). Ya las hemos recogido en nuestras leyendas (18) explicando que el motivo de esa advocación a Nuestra Señora de Castilla se hallaba en la Batalla de Simancas. Confrontación contra Abderramán III, librada en el año 939; donde el conde Fernán González participó junto al rey Ramiro II. Una lucha encarnizada que se produjo en la confluencia del Pisuerga con el Duero; y en los campos que actualmente comprenden desde Boecillo, al lado Sur de Simancas (llegando finalmente esas cargas hasta Tordesillas y San Román de Hornija). Tras cinco días de batalla frente a un ejército de andalusíes, diez veces más numeroso que el de los cristianos; milagrosamente ganaron los del rey Ramiro. Ante la inesperada victoria, se produjo además la enorme alegría de que muchos mozárabes (que ayudaban a los sarracenos) lograron huir de las garras musulmanas; cruzando el Duero, para sumarse al territorio castellano. Desde ese momento se logró marcar una nueva frontera, en los márgenes de este río; ampliando reinos como los de León y la futura Castilla, en miles de kilómetros.
Días después de este acontecimiento (entorno al 8 de agosto del 939), sabemos que el Conde Fernán González trajo hasta la actual iglesia de Mota del Marqués, el estandarte que había lucido en la batalla de Simancas. Allí dejó esta bandera, que representaba una virgen; imagen que fue llamada “la Señora de Castellanos”, porque había salvado a los de Castilla del yugo sarraceno. Hasta aquí lo que se conoce del origen de Nuestra Señora de Castellanos; aunque su historia se amplía sobremanera, conociendo lo que fue este templo de Mota en tiempos de los visigodos. Pues allí donde dejó Fernán González su estandarte, se coronó dos siglos antes a Don Rodrigo; siendo además el punto de encuentro y partida hacia los cónclaves en San Cebrián de Mazote (de Recesvinto y su padre). Todo lo que explica por qué el conde dedicó esa bandera utilizada en Simancas, a este templo de Mota; que hasta entonces se habría conocido como el de Nuestra Señora del Encuentro. Cambiando desde entonces su nombre al de Castellanos, en memoria de la victoria sobre Abderramán III y del pendón que Fernán González depositó frente a su altar. Junto a la cruz visigoda de Chindasvinto y Recesvinto; allí donde fue nombrado rey Don Rodrigo, el último monarca godo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes del interior de este templo dedicado a Nuestra Señora de Castellanos, en Mota del Marqués. Al lado, vista general del edificio (que data del siglo XVI pero se encuentra muy restaurado). En el suelo, frente al altar; se halla la referida losa del encuentro. Abajo, altar de la iglesia, cuyo retablo tristemente fue robado y expoliado (exhibiendo hoy, piezas recientes, que debieron rehacer). En su centro, la famosa Virgen de Castellanos; cuyo origen se remonta al año 939; cuando Fernán González dejó en esta ermita el estandarte que había lucido en la batalla de Simancas. Fue así como el famoso conde castellano, rindió homenaje a su victoria; regalando la bandera que le había protegido durante la lucha, al pueblo que más tarde se llamaría Mota del Marqués (entonces conocido como Santibañez de la Mota). Aquel estandarte estaba decorado con la imagen de una Virgen, que fue llamada de los Castellanos; por haber logrado la victoria que liberó a estas tierras de los asedios de Abderramán III.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías más de Mota. Al lado, ermita del Cristo del Humilladero, situada muy próxima a la de Castellanos y que se dice nació allí, como recuerdo al encuentro entre los reyes godos. Abajo, Mota del marqués vista desde la A-6. A nuestra izquierda se observa la iglesia de Castellanos, cuya situación muestra ser un famoso cruce de caminos, recordándose que allí se unían los reyes Chindasvinto y Recesvinto -mientras eran corregentes-.
ATENCIÓN:
LAS DOS SIGUIENTES LEYENDAS (LA MALDICIÓN DE SAN EUGENIO Y LA MESA DEL REY SALOMÓN) SE ENCUENTRAN EN LOS SIGUIENTES ENLACES:
El capítulo se ha dividido en tres partes; esta era la PRIMERA
PARA LEER LA SEGUNDA LEYENDA, PULSAR:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2021/07/tres-leyendas-sobre-don-rodrigo-la-cruz_30.html
PARA LEER LA TERCERA, PULSAR:
.....................................
CITAS:
.....................................
(1) Sobre el antiguo reino de Sabaria, Sarabia; recomendamos leer lo que incluyo en mi nomenclator de SOBRE LOS TEXTOS IBÉRICOS.
Ver: http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com/2021/06/letra-s-nomenclator-iberico-toponimos.html
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(2) Ver SAYAGO, En Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Sayago_(Espa%C3%B1a)
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(3) Ver: SABARIA
https://es.wikipedia.org/wiki/Sabaria
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(4) PEÑAUSENDE (Zamora). Ver:
https://es.wikipedia.org/wiki/Pe%C3%B1ausende
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(5) Acerca de ello, nos dice Wikipedia:
"Campus Gallaeciae (campos galaicos) es el primer topónimo documentado que alude a esta comarca campesina. Lo documenta el Obispo de Chaves Hidacio Lemico en su libro "Hydatii Lemici continuatio Chronicorum Hiero nymianorum" en su página 30. Posteriormente también es nombrada así por Sánchez Albornoz en sus "Fuentes para el estudio de las Divisiones eclesiásticas Visigodas" en la página 53 del número 1 en el Boletín de la Universidad de Santiago en 1930. Posteriormente y después de la llegada de los Visigodos el nombre pasa a ser Campus Gothici o Campus Gothorum (campos góticos o godos) apareciendo en la Crónica de Albelda, la más antigua actualmente conocida del ciclo de la Reconquista, al narrar las incursiones de saqueo realizadas por Alfonso I en el valle del Duero: "Campos quos dicunt Goticos usque adflumen Dorium eremauit, et xpistianorum regnum extendit", siendo poco convincente la afirmación anterior romana de "Campi Palatini" como categoría de topónimo, o que la "provincia Gothorum" con que el Biclarense inicia la historia del reinado de Leovigildo, aluda única y exclusivamente a los Campos Góticos, sino más bien al reino godo en su conjunto”.
SIC: https://es.wikipedia.org/wiki/Tierra_de_Campos
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(6) DECÍAMOS EN NUESTRA LEYENDA SOBRE LA FUNDACIÓN DE MOTA DEL MARQUÉS:
“De aquellas tierras de la Meseta central llamadas Gotoras -de los godos-, aún nos queda el recuerdo de una misma denominación dada a los Campos Góticos. Zona que no hay que confundir propiamente con la Tierra de Campos; pues el antiguo área gótica era aun más extensa (llegando hasta Toro y Valladolid capital). De tal manera, podemos considerar que los Campos Gotoros de antaño comenzaban donde hoy nace la Tierra de Campos por el norte. Aunque la nueva forma de denominarlas, como “marca territorial de “Campos” -que por primera vez se menciona en tiempos de Alfonso X el Sabio- (Primera Crónica General de España del rey Alfonso X. También consta como TIERRA DE CAMPOS en la Crónica latina de los reyes de Castilla que, según su editora, Cabanes Pecourt, fue redactada en los años 1224-26: Siendo algo anterior a esta Crónica General de Alfonso el sabio) . Menguó sobremanera sus extensiones por el Sur. Reduciendo los “campos de los godos” e inventando esta nueva fórmula para describirla, solo atendiendo a que en el siglo XIII eran cultivos de trigo (de allí su nuevo nombre como Tierra de Campos). Pese a ello, en la misma crónica de Alfonso X se dice que los Campos Gothorum (y la Tierra de Campos) comienzan en el Duero, llegando hasta el Esla. El Carrión, el Pisuerga y el Órbigo; comprendiendo entre otras las poblaciones de: Simancas, Dueñas, Saldaña o Toro. Pese a ello, hoy en día ni Toro, ni las localidades ribereñas del Duero, se comprenden en la Tierra de Campos; lo que acredita que las verdaderas dimensiones de los campos góticos no se corresponden con la nueva demarcación.
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Por lo que decimos, Manuel Gómez-Moreno, escribe claramente que “Toro era cabeza de un territorio que desde el siglo X venía llamándose Campo de Tauro y alguna vez Campus Torio, como parte de los célebres Campos Gotorum” (MANUEL GÓMEZ-MORENO, Catálogo Monumental de la Provincia de Zamora; introducción del capítulo sobre TORO). Las sabias palabras que antes hemos leído nos llevan a comprender cómo hasta el siglo XVIII -en verdad- los límites de los Campos Góticos (o la Tierra de Campos) se extendían hasta el Duero, comprendiendo Toro y Tordesillas (tal como podremos leer en Antonio Ponz). Aunque en 1833, las demarcaciones provinciales y modernas modificaron esa frontera, llevándola hasta Tordehumos o Medina de Rioseco. Limitando desde allí y en casi linea recta (de Este a Oeste) los nuevos confines de esa comarca recién creada, como Tierra de Campos.
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Acerca de la etimología de esos lugares llamados Góticos, Gothorum y d´Toro; no hay duda de que nacen de que en esta zona se establecieron los godos por vez primera. Llegando a esta zona de la Península tras huir de Francia, a fines del siglo V. Así fueron denominados Campi Gothici o Campi Gothurum; indicando que era la tierra de los visigodos, aunque poco después esos godos se extendieron por el resto de Hispania. El motivo del establecimiento en este área, de aquellas gentes huidas de la Galia; parece ser que estriba en que conocían perfectamente el arte del cultivo de cereal (gracias al manejo de rudas herramientas férreas y a tener animales de tiro muy resistentes). Ello, unido a la resistencia al frío de esos que bajaban desde Francia, hizo que en unos decenios aquella zona se poblara de francos; siendo primero conocida como Campus Gallaeciae (campos gálicos). Consecuentemente, en la crónica Albeldense (coétanea a los visigodos) ya se mencionan como Campos Gothurum, exponiendo que se extienden desde el río Duero (“Campus quod dicunt Goticos usque ad flumen Dorium eremauit, et expistianorum regnum extendit” CAMPOS QUE SE DICEN GÓTICOS, QUE ESTÁN JUNTO AL RÍO DUERO Y SE EXTIENDEN HASTA EL “EPISTIONARIO” DEL REINO) . Todo lo que lleva a afirmar que el término “campus gothorum” es de origen visigodo; indicando una zona que comprende desde la Ribera Norte del Duero, hasta la frontera con los astures. Limitando en esa zona de León actualmente denominada “maragatería” y que fue de los suevos (entre el Esa y el Órbigo). La lucha entre suevos y visigodos provocó una marca perfectamente dividida y guardada. Aunque al vencer finalmente los visigodos, pasó al reino de Toledo todo ese territorio de la actual Castilla y León. Por cuanto hemos visto, comprendemos que aquella Tierra de Campos y las zonas vallisoletanas al Norte del Duero; eran consideradas por los visigodos su primera patria hispana y su tierra de origen en la Península”.
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(7) José Orlandis, “Historia del reino visigodo español”; Pag 123; RIALP, Barcelona 2003
Nos dice textualmente:
“Apenas muerto, se alzaron voces que suenan como una "damnatio memoriae" de Chindasvinto. La más llamativa de ellas fue sin duda la del obispo Eugenio II, de Toledo, en el epitafio dedicado al rey difunto: "Yo chindasvinto -le hace decir- siempre amigo de las maldades, yo Chindasvinto, autor de crímenes, impio, obsceno, infame, torpe e inicuo, enemigo de todo bien y amigo de todo mal, cuanto es capaz de obrar quien pretende todo lo malo, el que desea lo pésimo”
Cita el CARM. 25, de San Eugenio, que más tarde comentaremos.
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(8) MEMORIAS DE LAS REINAS CATHOLICAS (historia y genealogía de la Casa Real de Castilla y de León; todos los infantes (trages de las reynas ern estampas y nuevo aspecto de la Historia de España”.
TERCERA EDICIÓN, Tomo I, por el P.M.F. Henrique Flórez, de la orden de San Agustín. En Madrid oficina de la viuda de Marín año de M DCCXV (del Padre Flórez, Madrid 1715, pag 19 y ss.).
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(9) Epitafio en Latín, redactado por San Eugenio de Toledo:
Si dare pro morte gemmas licuisset et aurum,
nulla mala poterant regum dissolvere vitam.
sed quia sors una cuncta mortalia quassat,
nec pretium redimit reges nec fletus egentes;
hinc ego te, coniux, quia vincere fata nequivi,
funere perfunctam sanctis conmendo tuendam,
ut cum flamma vorax veniet conburere terras,
coetibus ipsorum merito sociata resurgas.
at nunc cara mihi iam Recciberga valeto
quodque paro feretrum rex Reccesvinthus, amato.
coniuge defleta restat edicere summam,
qua tenuit vitam, simul et conubia nostra.
foedera coniugii septem fere duxit in annis,
undecies binis aevum cum mensibus octo
OTRA VERSIÓN EN CASTELLANO, LO TRADUCE COMO:
“ Si valiese dar por la muerte oro y piedras preciosas
ningunos males pudieran acabar las vidas de los reyes
más, pues una misma suerte derriba todas las cosas mortales,
ni el premio puede rescatar a los reyes de muerte,
ni el lloro a los pobres, por esto, no puedo más que
encomendarme a los santos, que te amparen para que, cuando
la cruel llama viniera el día del juicio a quemar el mundo,
resucites confiada en compañía de ellos. Queda, pues, con
Dios, mi muy amada Reciberga, y recibe de buena voluntad
este entierro que yo el rey Chindasvinto te doy”.
Después prosigue el epitafio recogido por el Padre Flórez, narrando como Reciberga no vivió mas de 22 años y 8 meses; estando casada con el rey casi siete de ellos. Por lo que se deduce históricamente que ella murió mucho antes que el rey Chindasvinto (su marido).
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(10) Sic. Páginas 24 y 25 del libro de Henríque Flórez citado en (8)
TRAS ELLO, SIGUE MENCIONANDO.
(10a) “pero los historiadores Sebastián &c no la expresan hija de ninguno de los dos, sino prima de de Chindasvinto, al cual el mismo rey casó con Adabastro, que era un señor echado de la corte de Constantinopla, por el emperador y viniendo a España, le casó Chindasvinto con una prima, y de allí nació Ervigio (sucesor de Vamba). Que según algunos era desdcendiente de San Hermenegildo, por linea de su hijo Athanagildo (el que fue llevado a Constantinopla) y de cuya sangre hacen al Ardabasto, padre de Ervigio”.
PARA FINALZAR CON VARIOS DOCUMENTOS DE DONACIONES REALIZADAS POR CHINDASVINTO Y RECIBERGA.
(10b) pag. 25 del libro de Henríque Flórez citado en (8)
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(11) Existe un problema con la numeración de este Santo, que muchos consideran fue Eugenio II de Toledo; aunque al parecer, ello se produce por un error que no contempla otro obispo más toledano, con el mismo nombre. Lo que convierte a nuestro prelado, en Eugenio III.
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(12) A continuación resumimos lo que nos dice Salvador Iranzo, sobre este santo, publicado en:
ESCRITORES VISIGÓTICOS // SIGLO VII // EUGENIO II DE TOLEDO
SALVADOR IRANZO ABELLÁN publica ESTUDIO CRÍTICO FHL
Fundación Ignacio Larramendi. // Madrid, 2011.
.(12a)
“Son escasas las fuentes que poseemos para reconstruir la vida de Eugenio de Toledo. La noticia más completa y más importante nos la proporciona su discípulo y sucesor Ildefonso en su obra De uiris illustribus (cap. 13). A esta información se suma la que podemos extraer de las actas de los concilios en los que participó, de la correspondencia de Braulio de Zaragoza (nº 31, 32, 33 y 36) y de las propias obras de Eugenio, a saber, sus cartas y, sobre todo, sus Carmina.
Desconocemos la fecha de su nacimiento, aunque suele situarse a finales del siglo VI o en torno al año 600. No sabemos nada de sus primeros años, tan solo que formaba parte de la Iglesia de Toledo, ciudad en la que recibió su primera formación escolar. Más tarde marchó a Zaragoza, donde ingresó en el monasterio que se levantaba junto al sepulcro de los XVIII Mártires en la iglesia de Santa Engracia.
Sin duda, al suceder Braulio a su hermano Juan al frente de la sede episcopal de Zaragoza (a. 631) comenzó la “promoción” de Eugenio. Braulio lo nombró en primer lugar diácono, y más tarde lo elevó al rango de arcediano. Eugenio se convirtió en la mano derecha del obispo cesaraugustano, en su firme colaborador y ayudante. Es muy posible que Braulio viera en él a su futuro sucesor al frente de la sede episcopal.
Sin embargo, un acontecimiento inesperado trastocó los supuestos planes del metropolitano de Zaragoza. En el año 646 fallecía el obispo de Toledo Eugenio I y el rey Chindasvinto elegía entonces al arcediano de Braulio como su sucesor. Esto fue un duro golpe para el ya anciano y achacoso Braulio. Conservamos las cartas que dirigió al monarca” (SIC pag 3)
.(12b)
“Eugenio accedió al obispado de la urbe regia en el año 646. Desempeñó este cargo durante casi doce años, coincidiendo con los reinados de Chindasvinto (642-653) y de su hijo Recesvinto (649-672). Como metropolitano lo encontramos firmando las actas de cuatro concilios celebrados en Toledo: el VII (año 646), el VIII (año 653), el IX (655) y el X (656). Durante sus años al frente de la sede toledana dirigió la escuela episcopal, en la que se formaron personajes tan destacados como Ildefonso y Julián de
Toledo.
Fue ciertamente un personaje de salud delicada y débil constitución, a quien las enfermedades atormentaban con frecuencia. (...) Murió en el 657 cuando debía de rondar los sesenta años, siendo enterrado en la basílica de Santa Leocadia. (...) En la actualidad conservamos de él una colección de 102 poemas conocida con el nombre genérico de Carmina y tres cartas, una dirigida al obispo de Tarragona Protasio, otra a Braulio de Zaragoza y una tercera al monarca Chindasvinto” (SIC pag 4)
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Los epitafios ocupan una buena parte del corpus de Eugenio. No podía ser menos en una época en la que la poesía más numerosa está encaminada a loar a los muertos. Podemos hacer aquí cuatro grupos: los que Eugenio escribe para sí mismo (c. 16-19); los dedicados a los hermanos de Braulio: Juan (c. 21) y Basila (c. 22-23); los compuestos para el rey Chindasvinto y la esposa de Recesvinto (c. 25 y 26)” (SIC pag 5)
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“Los Carmina fueron leídos, copiados e imitados durante parte de la Edad Media tanto en Hispania como al otro lado de los Pirineos. La huella de Eugenio se puede rastrear en diversos autores del llamado Renacimiento carolingio, así como en un número nada despreciable de inscripciones métricas medievales. Incluso algunos versos llegaron a ser citados en el Ars grammatica (CPL 1555), tratado gramatical de la segunda mitad del siglo VII que se suele atribuir a Julián de Toledo.
Otra de las facetas relevantes de Eugenio es la de reformador litúrgico. Si bien es su discípulo Julián quien ostenta el ampuloso título de gran reformador de la liturgia visigoda (...) Esta unificación litúrgica afectaba no solo a los distintos oficios y ritos, sino incluso a partes tan importantes como los cánticos. Sabemos por Ildefonso que Eugenio desempeñó un importante papel en la reforma del canto litúrgico, pues sus conocimientos musicales le permitieron corregir algunos cánticos que el paso del tiempo había maleado (...) Sin duda, Eugenio contribuyó a enriquecer el himnario visigodo con la composición de himnos litúrgicos, aunque es muy difícil cuantificar su aporte real al mismo.” (SIC pags 7 y 8)
.(12c)
“Por lo que respecta a su posible colaboración en la revisión del código jurídico iniciada bajo el reinado de Chindasvinto y que vio la luz durante el de su hijo Recesvinto, es lícito pensar que ésta se produjo y que debió de ser importante habida cuenta de que era la personalidad de mayor rango jerárquico de la ciudad y la que sin lugar a dudas gozaba de una mejor formación; con todo, aun admitiendo que esto fuese así, es imposible cuantificar su contribución” (SIC pag. 9)
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(13) Wikipedia, nos dice sobre ello:
“Según indica Yepes en su Crónica de la Orden de San Benito, debió ser construido con gran riqueza, pues se edificó nasterio primitivo, construido en el año 646, fue de estilo visigótico y posiblemente tenía planta de cruz para enterrar en él a uno de los reyes godos más poderosos. Dicho monasterio fue saqueado y destruido por los árabes, desde Abderramán II en el año 826 hasta Almanzor en sus algazuas, concretamente en la cuarenta y cinco del año 995. Los mozárabes que repoblaron estas tierras lo reconstruyeron hacia el año 1030, construyendo una iglesia con planta de cruz griega y estilo mozárabe, reutilizando algunas columnas y capiteles antiguos y dotándolo de los bellos capiteles corintios que aún se conservan, similares a los de otras construcciones coetáneas. Finalmente en el siglo XVIII se construyó la iglesia actual” (SIC: MONASTERIO DE SAN ROMÁN DE HORNIJA)
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OTRAS FUENTES NARRAN SOBRE LA DESTRUCCIÓN DE ESTE CENOBIO VISIGODO:
En la relación de campañas de Almanzor recogida por Luis Molina, basado en códfces musulmanes, se incluye: "La cuadragesimoquinta, la de San Román, en la que realizó una gran matanza y obtuvo muchos cautivos, regresando posteriormente". Esta aceifa correspondería a noviembre de 995.
En apoyo de la historicidad de este episodio hay mencionar el relato del libro IV, capítulo XXV, del Codex Calixtinus, también conocido como Pseudo Turpin. Se menciona aquí un prodigio acaecido en una iglesia de San Román de "Orniz", que a la luz del texto anterior debe identificarse con Hornija, y que señalaría como a mediados del siglo XII aún se mantenía viva la tradición de la visita del caudillo andalusí:
"Luego, pues, devastando las tierras de España, llegó a la villa que vulgarmente se llama Orniz, en la que había una bellísima y muy buena basílica de San Román con riquísimos paños y códice, cruces de plata y telas bordadas de oro. Y al llegar a ella el inicuo Almanzor robó cuanto en ella encontró y de igual suerte devastó la villla. Y habiéndose albergado con sus ejércitos en esta villa, cierto capitán de sus huestes que entró en la iglesia vio las bellísimas columnas de piedra que sustentaban el techo de la iglesia y cuyos capiteles estaban plateados y dorados, y estimulado por su odio y crueldad, clavó una cuña de hierro entre una columna y su basa. Y al golpear fuertemente aquella cuña con un martillo de hierro, tratando de derrumbar toda la iglesia, el hombre se convirtió en piedra por providencia de Dios. Y esta piedra con forma humana subsiste hasta el día en la misma iglesia y tiene el mismo color que tenía la túnica del sarraceno entonces".
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(14) La leyenda considera que la etimología de Tordesillas es “Torre de Chindas” o bien “Torre de Suinda”, de dónde procedería el nombre de Tordesillas, una población que en época romana y prerromana parece que se denominó Sarabis, pudiendo ser su antiguo nombre “Turris Sarabis”.
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(15) Hablamos de Mota del Marqués, que se encuentra a unos 27 kilómetros de Wamba y a la misma distancia aproximadamente, de San Román de Hornija. A unos 18 kilómetros de Tordesillas y a unos 100 kmts. de Salamanca; aproximadamente a unos 120 de León, Avila y Segovia. Mientras está también a unos 50 kilómetros de Valladolid y de Zamora; situándose a algo más de Palencia.
La legua castellana que menciona el texto, es de unos 4,2 kmts. (cuatro kilómetros, doscientos metros). Una legua era lo que se solía andar en una hora; siete leguas lo que se hacía a caballo en una hora al galope máximo. Una jornada se medía en unas diez leguas; aproximadamente 42 kilómetros, que es lo que vienen a distar las grandes ciudades de parada en Castilla. En otros lugares donde la orografía cambia, la legua tenía diferente tamaño.
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(16) Nos habla el relato de la introducción del cristianismo en Hispania y del modo en que muchos de los legionarios que venían desde el Sur para ser destinados en la Legio VII; (León hoy) decidían profesar la nueva fe y se escondían entre la población hispano-romana que ya había sido bautizada. Todos ellos profesarían veneración a Santa Leocadia, una niña martirizada en tiempos de Diocleciano, por no renegar de su fe en Cristo. Supone que en estos montes que hoy son los de San Cebrián de Mazote y de Mota del Marqués, se escondieron muchos legionarios huidos de León (Legio VII), su destino. Para formar allí un núcleo de cristianos del cual nacería una de las primeras congregaciones, con el nombre de San Cebrián. Un santo muy común en Oriente Medio, lo que denota que la iglesia pudo haber sido iniciada, por legionarios procedentes de Asiria o de Asia Menor; lugar donde se venera a este Santo Cipriano.
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(17) Los zebros (o cebros) eran caballos salvajes que se cazaron en las llanuras castellanas hasta el siglo XVI. En nuestra leyenda sobre la “fundación de Mota” decíamos acerca de San Cenbrían y los zebros:
Es de gran importancia la cita de San Cebrián (San Cipriano) y la mención de estos campos que rodeaban su templo, reconocidos como un cazadero de osos, uros (toros silvestres) y cebros (zebros). Acerca de este último animal -hoy prácticamente desconocido- diremos que se trataba de un caballo salvaje, semejante a las cebras. Constituyendo una especie desaparecida en la Península hace unos quinientos años, pero que hasta el siglo XVI pobló nuestros montes y bosques. Extinguiéndose entorno al 1570; por lo que desde entonces hay apenas citas que lo recuerden. Quedando tan solo algunos textos posteriores donde se hable de ellos -como los de Cervantes o Lope-. Habiendo sido Fray Martín Sarmiento (Pedro José García Balboa) el primero en redescubrirlos dos siglos después de que desapareciesen; tras observar que los montes do Cebreiro en Galicia, se llamaban en latín monsdicitur Onagrorum. Lo que le llevó a pensar que su etimología partía desde ese zebro, porque "caballo salvaje" en latín se dice ONAGRO. Llegando posteriormente a descubrir una enorme cantidad de documentos medievales -portugueses y españoles- donde se hablaba de esos zebros. Siendo este clérigo quien en 1762 estudia “al zebro en los textos medievales y deduce que en España siempre abundaron las `cebras del Congo´. Opinión que plasma en su Obra de 600 pliegos: `De Historia Natural y todo tipo de erudición´. Donde trata sobre el animal con la intención de que “...los que pudiesen tener algún influjo, solicitasen que se restituyeran a nuestra España nuestro animal perdido, cebro y cebra, para que acá procreasen en las montañas”. Además, el Padre Sarmiento en el trabajo que citamos, define al cebro como “el animal más hermoso de todos los cuadrúpedos, pues tenía franjas de todos los colores”.
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En el texto mencionado anteriormente, encontramos un relato muy completo acerca de la historia de este equino tan similar a la cebra africana y que poblaba antaño nuestros bosques. Afirmando su autor cómo numerosos topónimos de la Península tienen su origen en la proliferación de estos cebros, zebros o encebros. Escribiendo literalmente: “la toponimia da fe de su presencia tanto en España como en Portugal, en el norte con nombres como Piedrafita do Cebreiro (Lugo), Auga dos Cebros (Pontevedra), Vegacebrón (Asturias), Zebreira (Idanha-a-Noval), Monte dos Zebros (Beira Baixa), Vale da Zebra (Ribadetejo), Ribeira de Zebro (Moura), por el Este hasta Teruel en Valdencebro, el Abrigo de los Encebros (Alacón), por el Centro Peninsular , Cebreros (Avila), Acebrón (Cuenca) y por el Sureste, Los Encebros (Chinchilla), Encebras (Alicante) y Las Encebras (Murcia). Reuniendo las citas y topónimos deducimos que se trataría de un caballo veloz, de perfil convexo, pies débiles, capa de color gris ratón, con raya dorsal o de mulo, orejas grandes, grupa caída, relincho propio de yeguas, y un aspecto triste y apocado. Equino que habitó preferentemente en espacios abiertos de pradera y matorral, donde podía escapar a la carrera, al sur de la Cordillera Cantábrica y del Sistema Ibérico”.
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El texto antes referido menciona numerosos topónimos originados por la voz “zebro” o “encebro”, pero olvida los de San Cebrián que hay en Palencia, Zamora y Valladolid. Sobre el San Cebrián cercano a Mota, diremos que su segunda denominación es “mazote”; voz que indica “pequeño monte” y que procede de “Monzoute” (como sabemos). Sobrenombre con el que ya se cita este lugar en un documento fechado en el 952; hablando de que hasta allí se había trasladado en el año 916 una comunidad de monjes, que poco más tarde viajó a San Martín de Castañeda (donde redactaron el referido documento). Poco después, dicho templo de San Cebrián de Mazote, se mejorará y convierte en un centro religioso de gran relevancia. A mi juicio cuando Abderramán III es derrotado en Simancas -tal como hemos narrado en nuestra anteriores leyendas-. Una batalla librada en el año 939, donde el califa andalusí perdió gran parte de sus huestes; tras haber llegado hasta Portillo de Valladolid con casi doscientos mil hombres bien armados. Presentando el cordobés allí guerra, e intentando cruzar el Duero, para avanzar por tierras cristianas arrasando cuanto pudiera (pretendiendo llegar hasta Santiago de Compostela). De tal modo, resulta lógico pensar que tras la pérdida de poder del califato y la retirada de Abderramán (quien se negó a volver a mandar a sus ejércitos). Habiéndose ampliado la frontera de los cristianos hasta el Duero y llegando el dominió leonés a una zona cercana a San Cebrián. Se reconstruyeran las iglesias de origen visigodo próximas a este río; rehaciendo los mozárabes las de San Cebrián de Mazote -y otras tantas como Wamba o San Román de Hornija-.
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En cuanto a la etimología de San Cebrían de Mazote o “de Monzoute -voz que hemos dicho, indicaba “montículo” o “montecillo” y resulta similar a otros topónimos de zonas cercanas (como el de Monzón, Mansilla, Mozoncillo y etc.)-. Asimismo hemos de observar que su nombre de “Cebrián” pudo proceder de que aquel lugar fuese originariamente un cazadero -o criadero- de zebros. Siendo lo más probable que de esta circunstancia proceda esa denominación. Ya que sabemos cómo este equino salvaje poblaba especialmente las sierras centrales; estando muy extendido en zonas como Cebreros (Ávila), los distintos Cebreiros de Galicia y los bosques de Orense, Palencia, Zamora o los de León. De tal manera, la denominación de San Cebrían a mi juicio no nacería de San Cipriano, sino que se trataría de otra síncresis medieval. En la que habrían cambiado el nombre original, por el de un santo fonéticamente parecido (Cebrián por Cipriano). Siendo inicialmente aquel lugar así apelado por la proliferación de zebros en la zona. Un “onagro” que sabemos daba el nombre a muchas sierras y tierras ibéricas; haciendo común los topónimos derivados de la voz “cebra”, aplicados a lugares donde abundaban estos equinos silvestres.
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