Las leyendas contienen un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.
ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general de leyendas: http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/01/indice-de-leyendas-de-la-mota-del.html
.
IMÁGENES;
sobre y bajo estos párrafos: Fotografías
de la preciosa iglesia
prerrománica Santa Cristina de Lena
-agradecemos a la institución del Principado que la regenta, nos
permita divulgar nuestras imágenes-. Probablemente
se fundó desde un eremitorio de época visigoda, que en tiempos de
la Batalla de Covadonga pudo dar cobijo a cristianos.
Siendo así, se considera que
la cueva de la imagen bajo estas lineas, probablemente fue el origen
de un templo previo dedicado a San Pedro y San Pablo.
Un pequeño altar elevado por los visigodos, pero que sería
reedificado durante el reinado Mauregato (hacia el año 785); aunque
un siglo y medio más tarde lo convertirían los arquitectos de
Ramiro I, en este monumento dedicado a Santa Cristina. El
estilo de la iglesia recuerda ciertamente a las construcciones
coetáneas de Siria y de Oriente Medio; lo que muestra una síncresis
cultural en todo el periodo “ramirense”. Mestizaje arquitectónico
y artístico, que también hubo de ser racial; pues como sabemos era
obligado a los dirigentes cristianos, tomar por esposas a musulmanas
enviadas desde los reinos del Sur. De igual manera que los reyes y
mandatarios del islam andalusí, contraían matrimonio con hijas de
monarcas y de nobles católicos
-nacidas en los territorios peninsulares del Norte, no dominados por
los musulmanes-.
.
Tanto
fue el mestizaje de esa época, que el rey Mauregato (séptimo
monarca de la dinastía astur) se supone hijo natural de Alfonso I y
de una esclava musulmana, llamada Sisalda. Otra teoría haría al
propio Mauregato descediente de andalusíes y católicos, aunque
nacido en las Asturias de Astorga (Astúrica Augusta); donde
convivirían unos y otros de forma regular, a mediados del siglo
VIII. Considerándose incluso que el nombre de Mauregato y maragato
procedería de los términos latinos ““mauricos” o “mauricato”;
cuyo significado según Caro Baroja es el de “aquel vive entre
moros” o “a modo de los musulmanes” (1)
. Siendo así, es normal que la Historia narre cómo desde el
reinado de aquel famoso Mauregato (del 783 al 789); se estableció un
sistema de tributos en el que los cristianos debían entregar
anualmente cien doncellas a los musulmanes -para mestizar las
familias nobles andalusíes y de ese modo poder gobernar los nuevos
dueños de Hispania sobre todos los habitantes peninsulares-. Dicho
“impuesto” fue exigido también a Ramiro II; monarca que -al
parecer- logra liberar a los cristianos de ese deber, tras la batalla
de Simancas. Narrando algunas leyendas que después de haberse
concertado la entrega de doncellas en las inmediaciones de aquel
lugar vallisoletano, decidieron no hacerlo, ni menos rendirse ante
Aberramán III. Logrando vencerle, pese a la enorme superioridad
del ejército del Califa cordobés; quien llegó hasta el Duero con
la intención de subyugar a los cristianos, dirigiendo a centenares
de miles de soldados perfectamente armados.
.
.
AL LADO:
Fotografía
de la pequeña cueva existente en la montaña de Santa Cristina de
Lena y sita bajo ese templo de estilo ramirese.
Como hemos dicho,
probablemente
esta caverna fue
un eremitorio o refugio de los cristianos, anterior a la batalla de
Covadonga.
.
.
A)
INTRODUCCIÓN; sobre los orígenes de “El pago de las doncellas”:
.
Hay
varias versiones de la leyenda que hoy recogemos; historia que me
fue transmitida durante la infancia y que escuché de niño en
Oviedo. Ciudad originaria de mi familia paterna y donde han mantenido
en el recuerdo los hechos que a continuación relatamos. Habiendo muy
distintas narraciones sobre unos mismos sucesos acontecidos entre los
siglos VIII y X de nuestra Era. Recogidos en diversos cronicones
que describen similares narraciones, de forma paralela; en los hasta
que se conservan los nombres y apellidos de quienes intervinieron.
Siendo de destacar que en la diplomática medieval asturiana y en
otros códices coetáneos o posteriores (como los de Tuy, Ponferrada
o Mondoñedo); se mencione esa misma historia, con pasajes casi
iguales. Tratando todos ellos acerca de lo sucedido cuando los
cristianos, subyugados por los reyes musulmanes de la Península; se
vieron obligados a pagar tributo de doncellas. Un impuesto que
implicaba la entrega al monarca islámico de bellas jóvenes.
“Costumbre” que en sus inicios parece consistió en un
intercambio de mujeres entre uno y otro bando; con el único fin de
crear un mestizaje peninsular. Enviando féminas moras a territorio
cristiano y obligando a casarse con ellas a los caballeros astures.
Debiendo a su vez aquellos católicos entregar un número de mujeres
suyas a los sarracenos, para incorporarlas a sus harenes y así
generar entre los musulmanes estirpes mestizas, que les
permitieran el reconocimiento de su poder entre los cristianos.
.
Los
Omeyas fueron un singular ejemplo de aquellos nobles islámicos y
mestizos que dominaron la Península. Reyes de Córdoba y califas
independientes de Damasco, cuyas madres comúnmente fueron de
origen Navarro. Tanto era así, que entre los Abderramanes
existía la costumbre de teñirse el pelo; al ser normalmente rubios
y de ojos azules. Por lo que debían pintar sus cabellos de negro
azabache, con el fin de no extrañar a sus súbditos; quienes al
verse frente a un monarca con rasgos tan “ajenos”, tenían dudas
acerca de sus verdaderos orígenes Omeyas
(2) . Otros casos de mestizaje los encontraremos
entre los apellidos comunes de la Hispania ocupada por el islam;
sobre todo en Asturias, donde existen familias y grupos étnicos
marcados por aquella mezcla de culturas. Abundando los gentilicios
que aluden a una ascendencia “morisca” y entre cuyas
denominaciones destaca la de los Morán. Un nombre familiar
procedente de Gijón y que se considera de tiempos de la Reconquista;
surgido a través del mestizaje entre cristianos y mujeres árabes,
al que estaban obligados muchos de los caballeros asturianos.
Para conocer más acerca de aquella obligada costumbre, podemos leer
cuanto se relata sobre el nacimiento del apellido Morán en la cita
(3) ; donde los
historiadores claramente aluden a estos matrimonios concertados entre
musulmanes y católicos.
.
Consecuentemente
y debido a que fue ese el origen de mi familia -nos llamamos
“moranes”-; desde niño escuché la “leyenda de las doncellas”,
como un relato histórico ligado al comienzo de nuestra propia
existencia. Más aún, cuando la otra rama de mis parientes de
Oviedo presumían de no haber entregado a sus hijas, ni haberse
mezclado con el invasor (tal como evidentemente habían hecho los
Morán) . Aquella parte distinta de la familia era la de mi abuela
paterna, que se llamaba Quirós; y al parecer fue el suyo uno de los
primeros linajes asturianos que se opusieron a intercambiar féminas
con los musulmanes. Por todo ello, parece que había una gran pugna
entre unos y otros; sobre todo cuando los Morán afirmaban que tener
sangre musulmana significaba pertenecer a los hombres más cultos de
la Alta Edad Media (pues Asturias por entonces era una simple montaña
ocupada por aldeanos). Mientras los de Quirós presumían de no
haberse mezclado, ni menos dejarse subyugar, casándose con mora
alguna o entregando sus hijas al infiel (tal como habrían hecho los
Morán).
.
Aquellas
historias fueron despertando mi curiosidad hacia “la leyenda de las
doncellas” -como vulgarmente se conoce-; de la que encontré
múltiples versiones medievales, e incluso modernas. Todos esos
relatos narraban -de una forma u otra-, cuanto sucedió entre
los años 785 y 939 de nuestra Era; siglo y medio durante el cual
hubo el obligado intercambio de mujeres entre cristianos y
musulmanes. Entrega de féminas que se dice instituyó el rey
Mauregato hacia el 785 y que -a mi juicio- definitivamente abolió
Ramiro II, tras la batalla de Simancas. Una lucha encarnizada que
libró Ramiro en el año 939, precisamente por esta causa
principal; al no querer entregar más doncellas -ni subyugarse de
ese modo a Abderramán III-. Acerca de ese enfrentamiento en
Simancas, ya vimos en nuestra anterior leyenda el modo en que los
cristianos vencieron la contienda (gracias a la Virgen de
Castellanos y a la intervención de caballeros motanos). Hechos
que ampliaremos en el artículo de hoy, donde recogeremos una nueva
leyenda que nos han hecho llegar. En la que se narra otra versión
del modo en que se logró ganar aquella famosa batalla de Simancas,
al no querer entregar doncellas de Mota del Marqués.
.
IMÁGENES,
ARRIBA Y AL LADO:
Dos
fotografías tomadas en el cementerio
ovetense de San Salvador. Arriba, el panteón de la familia de mi
abuelo paterno (Luis Gómez-Morán);
esculpido por Víctor Hevia en estilo romántico medieval -con
arquetas de tipo asturiano junto a una gran Piedad en mármol-.
A la izquierda,
el sepulcro del padre y hermano de mi abuela paterna (Ma. José Cima
y Fernández de Quirós)
-a su derecha, la tumba de Manuel Campomanes-. Como ya relaté,
parece que los
de Quirós presumían de no haber entregado a sus hijas a los
musulmanes y por que ello podían decir: “después de Dios, la casa
de Quirós”. Por su parte los Gómez-Morán se jactaban de
descender de los árabes, afirmando que en la Edad Media los únicos
cultos y limpios eran los que tan despectivamente llamaban en
Asturias “moros”.
Sea como fuere, debido
a esta disparidad de criterios y a la probable ascendencia musulmana
de los “Morán”; desde niño escuché la “leyenda de las
doncellas”. Llegando a investigar varias de sus versiones, hasta
encontrar la más destacada y que es la que hoy recogemos: La
sucedida en Simancas en el año 939 con las doncellas de Mota.
.
.
B)
SOBRE LAS DIFERENTES LEYENDAS DE LAS DONCELLAS:
.
Para
conocer las muy distintas versiones, recogeremos lo que narra acerca
de ello la FUNDACIÓN
IGNACIO LARRAMENDI (4)
-resumiendo
cuanto se ha tratado y escrito acerca de esta historia-. Sucedidos
que inspiraron a Lope de Vega una de sus más importantes comedias:
“Las famosas Asturianas”.
Obra escrita en 1612 en un idioma que pretendía imitar la “fabla”
o “bable” en tiempos de Mauregato; donde
el Fénix de los Ingenios narra estos hechos, pero transportados al
reinado de Alfonso II. Rey
que en este caso consentía la entrega pactada de cien doncellas al
año. Quienes que al verse abandonadas por sus familiares y su
ejército; se desnudaban de camino hacia sus captores, para cubrirse
tan solo al llegar ante sus nuevos señores andalusíes (en un acto
de rebeldía). Hecho este que termina por encolerizar a los
cristianos, cuando contemplan la escena; quienes no pudiendo soportar
aquella humillación, atacan a los sarracenos, logrando así librarse
de aquel tributo. Acerca de
todo ello, la Fundación Ignacio Larramendi, recoge los siguientes
datos (que resumimos):
.
“Las
Doncellas de Simancas , como Las Famosas Asturianas, están basadas
en la célebre fábula del tributo de las cien doncellas que se
suponía pagado por alguno de los primitivos Reyes de Asturias a los
musulmanes. Este ignominioso cuento, del cual nada supieron los
autores de los cronicones de la Reconquista, apareció por primera
vez en el siglo XIII en las obras de D. Lucas de Túy y del arzobispo
D. Rodrigo. Si bien respecto del primero ha de advertirse que
refiere el hecho en términos menos crudos, los cuales quizá
admitan una interpretación histórica racional si se concuerda
con lo que antes dijo, es a saber: que el Rey Aurelio había
tolerado o fomentado los matrimonios mixtos de cristianas con
musulmanes. La penetrante intuición crítica de Alejandro Herculano
le indujo a ver en este mito tradicional un símbolo de las primeras
tendencias de fusión entre las dos sociedades de la Península a
fines del siglo VIII. Según el Cronicón de Sebastián, el mismo
Mauregato era hijo de una sierva, probablemente mora; y por aquí
hubo de comenzar la leyenda, cuando la casta guerrera recobró la
supremacía en tiempo de Alfonso el Casto , y triunfó la idea de
reacción violenta contra la conquista sarracena”.
.
Tras
mencionar lo que incluimos en cita
(5)
,
sigue la Fundación Larramendi narrando que: “aunque
generalmente se creyera que el afrentoso tributo había sido anulado
en los campos de Albelda por la vencedora espada de Ramiro I,
sobrenaturalmente asistido por la protección del Apóstol. No
faltaron tradiciones locales y genealógicas que atribuyesen a actos
de heroísmo particular el haber redimido aquella afrenta. Algunas de
estas tradiciones están fundadas en juegos de palabras y en
etimologías falsas,
como todo lo que procede de la seudo ciencia llamada heráldica, y
han sido evidentemente
inventadas por los autores de libros de linajes y
por los historiadores de pueblos con la mira de enaltecer ciertos
apellidos o ciertos lugares. Braga
enumera hasta ocho de estas formas secundarias de la leyenda, y
todavía se le pasó por alto una, que encontraremos en Las Famosas
Asturianas, de Lope. Las que trae son las de Simancas, la de la Vega
de Carrión, la de la casa de Quirós en Asturias, la de peyto
bordello o de la casa de los Figueroas en Galicia,
a la cual se refiere la tan traída y llevada canción del Figueiral,
figueiredo, que puede proceder del siglo XIV, aunque esté
modernizada en el lenguaje; la de Figueiredo das Donas, en Viseo
(...) A los hidalgos o simples burgueses de todas estas casas y
poblaciones se les atribuye, casi con las mismas circunstancias, la
honra y prez de haber libertado a las doncellas”.
.
Observamos
ya aquí como entre las más famosas versiones de la leyenda, están
la de Simancas y la de los Quirós, de Asturias; junto a la de los
Figueroa o Figaredo (que como veremos, está emparentada con las
anteriores). Acerca de las distintas leyendas paralelas, escribe
la Fundación Larramendi:
“Ya
Ambrosio de Morales (lib.
XIII, cap. XIII) recogió
tres de estas historias,
que pueden dar idea de las restantes y cotejarse con las dos que más
peculiarmente nos interesan:
«Yo tengo por cierto
que sucedió en tiempo deste rey Don Bermudo una notable hazaña que
cuentan en Galicia de unos caballeros naturales de aquel Reyno. Cerca
de la ciudad de Mondoñedo llaman a un lugar pequeño Peyto Burdelo,
que vale tanto como decir Pecho o tributo de burdel , y dan esta
causa del nombre: Llevando los Moros parte del tributo malvado de
las cien doncellas, y pasando por aquel lugar unos caballeros
gallegos, movidos con zelo de verdaderos christianos y con lástima
de tan gran deshonra, salieron a ellos y se las quitaron,
venciéndolos, Y por haber sido la pelea en un campo donde había
muchas higueras, como de hecho las hay en aquella tierra, a los
caballeros, comenzaron a llamar Figueroas, y ellos después, con
tan honrado sobrenombre, tomaron hojas de aquel árbol por armas”.
.
Para completar el
relato anterior diremos que en Asturias se narra cómo aquellos
Figueroa o Figaredo no tomaron su nombre del campo de higos en que se
llevó a cabo la liberación de las doncellas. Sino de haber ganado
el choque contra los andalusíes al hacerles "la higa" y
provocarles, gritando:
-”Si
queréis buenos figos de cristianos,
tomad
estos nuestros de las manos”-
Sabemos
que aquella “higa” era una señal injuriosa proferida con los
dedos y con la cual se significaba el sexo femenino. Así fue cómo
mientras repetían aquella frase, los soldados que insultaban se
quitaron los guantes y comenzaron a realizar gestos obscenos a los
enemigos. Poniendo recto su “dedo impúdico”, haciendo la “figa”
y el “falo de manga” -señas que hoy denominamos: “la peineta”,
“la higa” y el “corte de mangas”-. Todo lo que provocó
enorme rabia a los sarracenos, que se fueron hacia quienes así les
insultaban, dejando libres a las doncellas. Logrando huir unos y
otros, gracias a ello y por conocer el lugar o sus caminos, mucho
mejor que los enemigos. Siendo por esto llamados aquellos caballeros,
los de “figa dedo” (Figaredo) o de “figue ría” (Figueroa).
.
.
SOBRE
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Fotografías
tomadas en Tuy, donde fuimos en busca de archivos referentes a la
leyenda que narramos
(recogida por Lucas de Túy en el siglo XIII).Arriba,
panorámica de la ciudad vista desde el fronterizo Portugal; abajo
panorámica del Miño y de Tuy, desde los jardines de la catedral.
.
.
Continúa
la Fundación Larramendi recogiendo otra versión de la misma
leyenda; pasando a narrar con las siguientes palabras una igual
historia sucedida en Carrión de Los Condes y entre los de Quirós,
del siguiente modo:
“Otro
hecho milagroso se cuenta en la villa de Carrión, que parece algo a
éste. Iban otra vez los Moros con este malvado tributo por aquella
vega, y juntándose algunos toros, con mando de quien esto puede
mandar, dieron con tanta braveza en el esquadrón de los Moros, que
los desbarataron y hicieron huir con terrible pavor. Así quedaron
las doncellas desiertas y los toros por su guarda, hasta que los
christianos las llevaron. Alabando
después a Nuestro Señor por el insigne milagro y dándole las
gracias por él, edificaron por memoria una Iglesia, llamada agora
Nuestra Señora de la Victoria, que es harto gran testimonio de todo
esto” (...) “También
los de la casa de Quirós, en Asturias de Oviedo, tienen por armas
cinco cabezas de doncellas, por memorias de otras tantas que los de
su linaje libraron de los Moros, llevándolas por parte deste
tributo. «Ellos lo cuentan así», añade el buen Morales”.
Posteriormente
pasa a comentar los versos de Gonzalo de Berceo, que narran como el
motivo de aquellas luchas entre Abderramán y Fernán González,
nacieron de la situación tan humillante que les obligaba a pagar “el
tributo de las doncellas”
(6)
.
.
Finalmente
describe la más conocida de todas las versiones; sucedida en
Simancas. Un suceso que se ambienta en tiempos de Abderramán II y de
Ramiro I; aunque aquella localización y cronología no concuerde con
hechos históricos. Pues en Simancas no hubo encuentros -ni batallas-
entre este rey de córdoba y el asturleonés. Cuyas fronteras
se reducían a zonas de Astorga, llegando hasta La Rioja; pero nunca
a Simancas (donde
no se logra situar “la marca” hasta Alfonso III, hacia el año
910). De tal manera, la "versión oficial" de las doncellas
de Simancas situándola en época de Ramiro I; parece que confundiría
La Rioja con el Duero; pues quienes relatan así la leyenda tendrían
que remitirse a tiempos de la victoria cristiana de Clavijo (o de
Albelda; ocurrida hacia el 860 junto a Santo Domingo de la Calzada).
Por
todo ello, habríamos de considerar que los hechos pudieron
producirse en tiempos de
Abderramán III
(llamado Almarzor en el poema de Fernán Gonzalez); del
que sabemos se situó frente a Simancas, con cientos de miles de
hombres armados, solicitando pagos y pleitesía a los castellanos
-imposiciones entre las que pudo estar el impuesto de doncellas-.
.
Sobre
todo aquello, escribe textualmente la Fundación Larramendi: “El
asunto de Las Doncellas de Simancas está tomado por Lope, directa o
indirectamente, de una historia manuscrita que lleva por título
Antigüedades y sucesos memorables sucedidos en esta muy noble y muy
antigua villa de Simancas,
por D. Antonio Cabezudo, cura de la parroquia de la misma villa,
beneficiado de preste. Año de 1580. El original de este libro no ha
parecido hasta ahora, pero sí copias de los siglos XVII y XVIII, con
algunas adiciones, que se atribuyen al presbítero D. Manuel
Bachiller” (7)
.
En
este caso se narra cómo al haber obligado los musulmanes a los
pueblos fronterizos o cercanos al Duero, entregar cien doncellas al
año. Transmitieron a la villa de Simancas que debía pagar siete de
ellas. Sortearon entre las hijas de esta población el triste destino
y
así eligieron a las que tocaba el infortunio de pasar a nuevos
dueños. Las siete mujeres fueron
encerradas en una torre, para que no se escaparan; pero en su celda
decidieron automutilarse por no ser admitidas entre los musulmanes.
Así desfiguraron sus caras y hasta cortaron sus manos, quedando
mancas las siete; diciendo la leyenda que ello fue el origen del
nuevo nombre que tomo la villa, que desde entonces pasó a llamarse
"Simancas". El resto de mandatarios cristianos, ante
lo sucedido y al
conocer el fin que se habían dado a sí mismas las doncellas; se
sublevaron contra los cordobeses logrando la gran victoria de Clavijo
(que en verdad, históricamente en este caso es la de Simancas).
.
Recoge
la página de la Fundación Larramendi varios poemas y versiones
acerca de este episodio de doncellas sucedido en Simancas. Entre las
que destaca los de Luis
Vives, que
“en su libro `La Mujer christiana´, escribió:
«Por librarse de
Paganos
Las siete Doncellas
francas,
Se cortaron sendas
manos,
Y las tienen los
christianos
Por sus armas en
Simancas.”
.
.
SOBRE
Y BAJO ESTAS LINEAS:
De
nuevo, fotos
tomadas en Tuy, donde
fuimos en busca de archivos referentes a la leyenda que narramos. En
la imagen de arriba; el autor de estas lineas, en las calles de la
ciudad. Abajo, el claustro de la maravillosa catedral de donde era
obispo uno de los glosadores de la famosa leyenda de las Doncellas
(Lucas de Túy, llamado “el Tudense”).
.
.
Tras
ello, la misma fundación nos comenta sobre estas leyendas de pago en
doncellas, algunos textos antiguos; de los que dice: “La
Crónica General , según su costumbre, funde ambas narraciones, y da
los últimos toques a la fórmula del tributo. De Aurelio dice
simplemente: «Cuenta la estoria que este Rey don Aurelio nunca huvo
batalla con los moros, nin guerras, mas luego en comienzo de su
reynado puso con ellos sus pazes muy fuertes e firmes, e dióles en
casamiento mujeres fijasdalgo, que eran christianas.» De Mauregato:
«E este Mauregato, por cuyta de aver paz e amor con los moros, fizo
muchas cosas que non devie contra Dios e contra la sancta ley, ca
tomó fijasdalgo, e aun de las otras, e diólas a los moros por
mugeres, e esto non lo fizo él una vez, mas cada año avíe de dar
él mugeres christianas a los moros para fazer con ellas sus
voluntades como por renta e por tributo.» Y, finalmente, al tratar
de D. Ramiro sigue al Tudense y al privilegio de los votos, y no al
Toledano: «Cuenta la estoria que los moros, luego que sopieron que
el rey don Ramiro reynava, enviáronle a dezir si quería haver paz e
amor con ellos, que les diesse cada año cien donzellas christianas
con que casassen e hoviessen su compaña, assí como el rey Mauregato
fiziera en su tiempo: e que las cinquenta fuessen fijasdalgo e las
otras cinquenta de cibdadanos...» (8)
.
.
Volviendo
a las doncellas de Simancas, sabemos su relato contiene un origen
histórico, procediedo de la entrega de mujeres impuesta desde que
Mauregato tomó el trono de Asturias (en el 783 y gracias a la ayuda
de Abderramán I).
Tras ello, se considera que ese
monarca pactó el famoso pago de las cien doncellas; aunque este
sería el motivo por el cual dos de sus condes le asesinarían, en el
788.
Posteriormente, el
rey que le sucede (Bermudo) intentaría siempre sustituir aquel pago
en mujeres, por una cantidad de dinero estipulada. El siguiente
monarca se niega igualmente a entregar féminas,
tanto que por esa razón declara la guerra a los andalusíes;
logrando vencerlos en la batalla de Lutos. Pese a todo, más
de un siglo después y con la llegada del gran Abderramán III
-que no dejaba de aumentar las fronteras del emirato-; los
cordobeses parece que vuelven a obligar al rey Ramiro II a pagar una
parte de los impuestos en doncellas. Quedando principalmente sujetos
a ello, los pueblos limítrofes o de frontera (situados junto a
Duero). Es así como se recuerda que tocó a Simancas entregar siete
de ellas, quienes para no caer en manos de los sarracenos, se
automutilaron; todo lo que provocó la rebelión de los cristianos.
Que finalmente se enfrentaron a Abderramán III en las lindes del
Pisuerga, venciéndole en agosto de 939
-pese a la superioridad numérica y de armamento de los cordobeses-
(9)
.
.
Por
cuanto hemos visto,
parece que durante las
etapas de fuerte dominio andalusí, existió
un impuesto -costumbre
irrevocable-, que obligaba a
los cristianos entregar mujeres para los harenes de Córdoba.
Asimismo resulta evidente que también algunos católicos debían
casarse con musulmanas; para generar mestizaje y estirpes de doble
raigambre. Todo lo que
suponía que en los harenes
de los reyes y nobles sarracenos, proliferaban niños de origen
cristiano; chicos que
hablaban el bajo latín y que por ello podrían ser
admitidos como gobernantes, tanto entre los adeptos y como por los
ajenos al islam. Esto es lo
que sucedió con muchos de los Omeyas, que descendían de madres
navarras o nacidas en reinos del Norte hispano; todo lo que no solo
lograba que sus hijos hablasen latín y bajo latín (como el resto de
pueblo hispano). Sino, además concedía al niño una verdadera
legitimidad para reinar en territorios de mozárabes. Cristianos
sometidos por los musulmanes que admitirían a un monarca o a un emir
de este origen. Pues no solo eran descendientes de los Omeyas, sino
también de los reyes cristianos hispanos. Esta
circunstancia que narramos hizo que las mejores familias de la
Península se mezclasen con las dinastías y sagas más importantes
árabes que la gobernaron. Unos
hechos que explican por qué la Familia Real española, o los nobles
de Aragón y Castilla, están entroncados con los Omeyas (en especial
los de Andalucía; como la casa de Alba o la de MedinaSidonia).
.
IMÁGENES,
ARRIBA Y AL LADO:
Escultura que rememora la leyenda de “las siete mancas que dieron
nombre a Simancas”;
cuyo truculento desenlace hace de este monumento una escena bastante
“desagradable”. Pues aun siendo cierto que quizás algunas de las
doncellas entregadas a los musulmanes, pudieran automutilase para no
sufrir aquel destino. El
hecho, tal como se narra, es altamente desagradable y carece de base
histórica. Ya que Simancas se llamó así desde tiempos romanos (y
prerromanos), al estar allí la “séptima mansión” en la Ruta
desde Emerita a Cesaraugusta -una séptima mansia o posta, en la
calzada de Mérida a Zaragoza-. Aquel
nombre de Septimanca,
semejante al de Helmántica (10)
;
fue
convertido con el paso de los años en Simancas. Y su proximidad
fonética a las voces “siete-mancas” se aprovechó para crear
esta terrible leyenda. Un suceso del que hemos encontrado otra
versión ambientada en Mota del Marqués; que encaja más con
posibles hechos históricos y describe mejor cuanto pudo suceder en
aquellos años, en los que Abderramán III y Ramiro II se enfrentaron
frente a esa ciudad de Simancas.
.
.
C)
LAS SIETE DONCELLAS DE SANTIBÁÑEZ (de cómo vencieron en Simancas
los caballeros de Mota del Marqués):
.
1-
Recordando lo que sucedió en la batalla de Simancas:
.
El
texto que vamos a seguir -sobre “las doncellas de Mota”- es la
continuación de la historia que recogíamos en nuestra anterior
leyenda. Donde contábamos el modo en que se ganó la batalla de
Simancas, gracias a la intervención de los motanos y al pendón que
en esta población había depositado Fernán González. Bandera con
la efigie de la Virgen María y que más tarde fue Nuestra Señora de
Castellanos. Debido a ello, recomendamos a quienes lean la presente
leyenda, que previamente conozcan cuanto se narra en la anterior
(11) . En la
que explicábamos como desde el año 930 Abderramán venía
fustigando los territorios cristianos cercanos al Duero;
especialmente durante los veranos y tras atacar Navarra. A la vuelta
de sus luchas contra los vascones, el califa se divertía en aquellas
razzias permanentes sobre lindes castellanas; por lo que el conde
Fernán Gónzalez le preparó una emboscada en Osma, logrando
vencerle en el 933. Tras ello, los musulmanes se vengaron, asediando
esta zona cada primavera; con
campañas continuas que llevaron a cabo desde el año 934, obligando
retroceder a los de Fernán González.
.
El
poder del califa era tal que en el 937 el rey Leonés Ramiro II se ve
obligado a jurar como su vasallo;
llegando a atacar al emir Zaragoza con su ejército, por mandato de
Abderramán. Estos acuerdos
y hechos, quizás explicarían una obligada entrega de doncellas a
los musulmanes. Una humillante situación
que posiblemente motiva cómo poco
después el rey Ramiro llega a pactar con los monarcas de Navarra;
convenciendo también al zaragozano de que se una a su causa contra
los de Córdoba. Aquella
inteligente argucia del leonés provocará
la ira de Abderramán III, y es entonces cuando el califa decide dar
un escarmiento a los cristianos
que le habían engañado. Debido a ello, en
verano del 939 se dirige hacia el Duero con centenares de miles de
hombres perfectamente armados.
Su finalidad era atacar las tierras cercanas a Valladolid, para luego
llegar hasta Zamora y subir alcanzando incluso Santiago de Compostela
(con el fin de atemorizar a los leoneses). Acerca de lo que luego
sucedió decíamos en nuestra anterior leyenda como:
“Terminaron
por encontrase todos los sarracenos en las cercanías de unos montes
próximos a Valladolid, llamados ya por entonces de Portillo
(en virtud de que era ese lugar un puerto y puerta hacia tierras de
los andalusíes y fronterizas). La
superioridad en hombres del ejército de Abderramán era tal, que
nadie tenía duda de su segura victoria.
Además, la fortaleza y preparación de su ejército era tanta, que
quizás
pensó bastaría con situarse frente a aquellas colinas
vallisoletanas para que los cristianos se rindieran y pactaran
(atemorizados).
Pero no fue así
y muy por el contrario Ramiro logró reunir allí a sus tropas junto
a las de Fernán González y las del Conde Ansur; mientras fueron
llegando hasta las inmediaciones enormes contingentes de gallegos,
asturianos, e incluso navarros (deseando enfrentarse y sin temor
alguno)”.
.
“Así
fue como los cordobeses se vieron obligados a avanzar y a entrar en
batalla; pues los cristianos les esperaban en la
margen Sur del Pisuerga, junto a Simancas
y a muy pocos kilómetros de Portillo
(el último lugar donde habían parado los más de cien mil hombres
al mando del Cordobés).
Los hechos sucedieron el primer día de agosto del 939 y se
prolongaron al menos cuatro jornadas, en las que todos pelearon de
forma terrible y sanguinaria. Al cuarto día parece que Abderramán
se vió vencido y huyó junto a muchos de los suyos; el resto se
dispersaron, aunque
el califa advirtió que retrocedían porque ya habían cumplido su
misión... . El éxodo del rey de Córdoba fue tan apresurado que las
crónicas narran como dejó en Simancas hasta sus ropas militares
(cubiertas de oro) y sus objetos más sagrados, escapando
de una muerte casi segura.
Por lo demás, en su retiro, los sarracenos siguieron destruyendo
pequeños poblados, ante la derrota sufrida y la rabia contenida. En
ello se entretuvieron al
retroceder hasta la zona de Ayllón;
aunque las
crónicas narran como allí les alcanzaron otros bandos al mando de
Fernán González, que
saliendo desde Osma les
rodearon y vencieron (haciendo
bajas y presos por doquier entre los de Córdoba). Hechos que sitúan
los medievalistas a la altura de Riaza, o en las cercanías de
Sepúlveda” -idem SIC cita (11)-.
.
.
SOBRE
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes de
la llanura del Pisuerga, frente a Simancas. Explanada con decenas de
hectáreas donde tuvo lugar la famosa batalla en agosto del 939.
Allí también se supone que debía hacerse la entrega de mujeres, al
ser un lugar abierto y con amplias vistas; lo que
permitiría realizar tratos e intercambios, evitando toda emboscada.
.
.
IMÁGENES,
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos vistas del Duero. Arriba, el río a su paso por Tordesillas, y
abajo en Toro. En estos barrancos parece que se produjo la derrota
final del ejército de Abderramán, que tuvo que replegarse como pudo
para intentar regresar a Córdoba, buscando abrirse camino hacia
Medinaceli
(donde se marcaba la frontera definitiva entre los reinos). De hecho,
las crónicas nos hablan de que tras huir de Simancas y Portillo
(como pudieron) intentaron dirigirse a su lugar de origen, escapando
de tierras cercanas al Duero. Aunque durante aquella retirada,
cayeron en una enorme emboscada de los cristianos, en un lugar
llamado “el barranco” (en árabe Al-Hóndega). Muchos sitúan
esos barrancos en tierras cercanas a Sepúlveda y Riaza, aunque a mi
parecer debiera considerarse Calatañazor como opción más
plausible. Ya que en un intento por llegar hasta Gormaz -la gran
fortaleza califal-, quizás pudieron ser atacados desde Osma y
empujados al barranco del “Castillo del Azor” (donde se dice que
“Almanzor perdió el tambor” -recordemos que Amanzor en el poema
de Fernán González, es Abderramán III). Pese
a todo, parece que no hubo más derrota que la de Simancas, por lo
que aquellos barrancos que refieren las crónicas se corresponderían
con los del Duero y el Pisuerga; en sus orillas desde Toro a
Tordesillas y hasta Valladolid.
.
Consecuentemente
ya decíamos que: “Lévi-Provençal
cree que la derrota definitiva del ejército de Abd al-Rahman III
tuvo por escenario las proximidades de Simancas, y que, por
consiguiente, no se consumó en una segunda batalla, en la que los
Cristianos, a muchas leguas de allí, habrían diezmado a los
musulmanes fugitivos. Punto que el cronista Sampiro sitúa en la
“urbe de Alisan Llega” (identificada por Dozy con un lugar de
este nombre en la provincia de Salamanca). Para Lévi-Provençal,
Sampiro confundió “Alhandega” (en árabe, ‘Madinat al-jandaq”
= la ciudad del foso) con un foso defensivo (al-jandaq) construído
por los Cristianos en las cercanías de Simancas y en el que, según
lbn al-jatih, cayeron los Musulmanes perseguidos por los guerreros
asturleoneses. Pero esta tesis de Lévi-Provençal no tiene en cuenta
-en opinión de Sánchez Albornoz, que amablemente me expone éste en
una carta-, lo extraño que resulta que el ejército de Abd al-Rahman
combatiese con un foso a sus espaldas, ni tampoco el hecho de que los
Anales Castellanos primeros, que son la fuente más cercana a los
hechos en cuanto procede del siglo x, hablen claramente de dos
batallas, separadas una de otra por el transcurso de varios días y
cuando los Cordobeses proseguían su fuga; tratando de salir de
tierras Cristianos” (12)
.
.
.
2-
EL PAGO DE LAS SIETE DONCELLAS Y LO QUE SUCEDIÓ EN SANTIBÁÑEZ DE
MOTA:
.
El texto
tudense que vamos a seguir es sin duda alguna apócrifo (como todos
los que refieren esta leyenda). Pese a ello, cuanto narra parece
que describe con una mayor fidelidad que el resto la historia del
pago de las doncellas y los hechos sucedidos en esta zona de
Valladolid, durante el verano de 939. Tanto es así, que incluso
recoge nombres de algunos protagonistas y de muchas de las
poblaciones que participaron en aquellos sucesos. Por lo demás,
hemos de destacar que nos fue dado a conocer por investigadores
que habían leído nuestra anterior leyenda; quienes nos advirtieron
de la existencia es esta interesante versión. Siendo así,
agradecemos al Sr. García Cunqueiro que nos hiciera llegar la copia
del ejemplar que la contiene; manuscrito que -según nos dice- se
conservaba en su familia y en su casa solariega de Tuy, al menos
desde el siglo XVIII. Consecuentemente, resumiremos cuanto narra
esta “crónica de las doncellas de Santibañez de Mota”;
incluyendo en algunos casos partes de este original escrito a mano.
Una obra de unas veinte páginas redactadas en pergamino y que
comienza diciendo:
.
“Fue
otrosí:
que
el anno del Sennor novocentios trenta era.
Vino
en sí
dal-Rammán
el mor, invadiendo nostras terras.
Y
queriendo mucho d´or e humildarnos con más guerras.
A
Ramiro pidió donnas, com si fuere darle perras.
.
En
Portillo amenasó, do esperaba ofrecellas.
Deciendo
que con aquellas, regresaría por Cuéllar,
volviendo
a su patria sella, sin facernos cruellas.
Mas
quería vellas, pronto com a centellas.
A
todas ellas, de Castilla las más bellas.
E
las cien, pidió se fueren doncellas.
.
Que
fue así por noso bien et el dellas,
que
el rey obligó a nos, ofrecellas,
contando
siete que tien debellas
todo
poblo de bien, sin querella.
Puesque
nadie quiso reyas
por
evitar de infiel su mella.
E
dijo el rey que: -Cien donçellas
habían
entregarse, al Omeya-”.
.
Continúa la
narración exponiendo que a mediados de aquel año (hacia el mes
de julio), Abderramán se situó sobre una colina a las puertas
de Valladolid. Lo que explica su llegada a Portillo; donde
históricamente sabemos que apareció el Califa junto a centenares de
miles de hombres armados -en verano de 939-. Más tarde nos dice el
cronicón que envió emisarios a los reyes y nobles cristianos,
indicando que debían cumplimentar todos los impuestos requeridos,
incluyendo el pago restablecido de doncellas. Teniendo la obligación
de entregar siete bellas jóvenes cada una de las siguientes
poblaciones:
Simancas
-Septimancas-
Tordesillas
-Torre de Sila-
San Román de
Hornija -Gotoro e Chindasvinto-
Toro
-mencionado en el cronicón como Civitas Gotoro-
Tiedra
-Amallóbriga-
Wamba
-Campo de Wamba e Recesvinto-
Mota del
Marqués -Santibañez de Mota- (13).
.
Advirtiendo
el rey musulmán, que las cuarenta y nueve doncellas se pedían a
esas siete poblaciones por su marcado origen y raigambre goda;
todos pueblos altamente emparentados con los reyes visigodos y con
las costumbres cristiano romanas. Además exigía Abderramán,
otras cuarenta y nueve mujeres jóvenes nacidas en la villa de
Valladolid; y dos más, emparentadas con el rey Ramiro, para
desposarse él mismo con aquellas. Un total de cien “donnas
bellas”, que debían entregarse en la llanura de Simancas antes del
primero de agosto; so pena de ser atacados “allende el Duero” si
no se cumplían esos mandatos del califa.
SOBRE
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Imágenes
de Simancas. Arriba, el interior de la preciosa villa que vivió la
famosa batalla del año 939. Abajo, el barranco sobre el Pisuerga,
visto desde sus empinadas calles (mirando hacia el Naciente). Al
fondo de la fotografía se distinguen los montes al Sur de
Valladolid, donde se eleva en primer lugar Portillo -que
hemos marcado con una flecha-. Observando esta segunda imagen podemos
entender las vistas sobre toda la llanura vallisoletana que tenía el
ejército cordobés; pudiendo vigilar perfectamente desde el alto de
Portillo, las cercanías de la actual ciudad de Toro. Esta enorme
llanura es la que a mi juicio dio nombre a la capital
castellano-leonesa; cuya etimología considero que nace del las voces
romanas que significaban “Valle de la Meseta” y que en la Edad
Media se diría “Valle Tolit” -del latín Vallis Toletum- (14)
.
Al
lado:
Casas y calles en la precisa villa de Simancas.
.
.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes de la llanura entre Portillo Valladolid y Tordesillas. Arriba, la vista general tomada desde el llano, antes de subir al alto de Portillo. Abajo, una vista a medio camino en la subida. Se divisan, al fondo y en el centro, Valladolid; un poco más a la izquierda Simancas y Tordesillas.
.
.
3-
SOBRE LA ELECCIÓN DE LAS DONCELLAS A ENTREGAR:
.
Sigue
el texto de Tuy narrando cómo quedó muy afligido Ramiro II tras
aquella misiva de Abderramán; al saber que habían llegado a
Portillo centenares de miles de sarracenos perfectamente armados.
Mandando el rey cristiano reunirse con sus nobles y gobernantes más
cercanos; les advirtió de las consecuencias finales que habían
tenido las luchas que mantuvieron contra los de Córdoba -durante
seis años-. Lo que motivó el enfado del Califa, que
sintiéndose humillado, había llegado hasta Valladolid con la
intención de aniquilarles. Tras lograr Abderramán dirigir y
reunir uno de los ejércitos más poderosos nunca recordados. Por lo
que dos cientos mil hombres permanecían a la espera de una sola
orden, para cruzar aquel río con el fin de acabar con todo ser
viviente y con cualquier edificio que encontrasen en tierras
cristianas. Atemorizados, decidieron los nobles castellanos junto
a su monarca, claudicar para concertar el envío de cuantas doncellas
pedían los sarracenos. Admitiendo también las cantidades de
dinero que les exigían, como impuestos de vasallaje al califa. Con
el fin de pagar cuanto les imponían, emitieron un bando para
recaudar los fondos necesarios a entregar; en el que asimismo se
ordenaba sortear las doncellas nacidas en los lugares marcados por
los sarracenos.
.
Fue
así como se pasó al sorteo de aquellas infelices, de las cuales la
historia recuerda los nombres de las siete de Simancas. Asimismo el
texto de Tuy que vamos resumiendo, contiene también los nombres,
patronímicos y hasta las familias de las que salieron en Mota del
Marqués (en ese tiempo llamado Santibáñez de Mota).
Mencionando incluso el modo en el que se eligieron las muchachas.
Relatando que para hacerlo, fueron repartidos trozos de cerámicas
rotas en aquellas casas del pueblo donde había doncellas. Para que
todos los padres con hijas en edad casadera metieran en una gran
tinaja esas lozas partidas, tras haberle hecho una marca o escribir
en ellas el nombre de cada “candidata”. Completado todo aquello,
dice el manuscrito de Tuy, que un diácono regía ese triste acto,
quien rezó un Padrenuestro antes de comenzar. Finalmente fue sacando
una a una, las siete piezas; entre todas las que habían metido en la
tina -con la marca o señal de cada doncella-. Produciéndose un gran
algarabío y unos enormes lamentos, cada vez que mencionaban la
siguiente desafortunada, cuyo destino era ser entregada. Habiendo
terminado esa terrible escena, finalmente quedaron todos los
habitantes del pueblo desolados; añadiendo el texto tudense
(que seguimos) el nombre
y las familias de estas siete doncellas elegidas.
Recordando a las siguientes:
.
Primero
dice que salió el “ostracon”
de dos hermanas que habían escrito su nombre juntas.
Eran las hijas de un hombre muy justo, llamado Alonso. La mayor,
mujer de gran carácter y rebeldía; por ello conocida entre los de
Santibañez como “La Rebel”. Mientras la segunda
era famosa por su enorme piedad y belleza, de la que sabemos
quiso ser clarisa; aunque un caballero de Zamora la sedujo y
finalmente salió del convento con la intención de casarse con aquel
al que todos apodaban “Macho” -por su gran valor; pero que en
realidad tuvo por nombre Indalecio Doménico-. Tratándose ese
soldado de un infanzón nacido en tierras de Villalcampo, capaz de
levantar las mejores mesnadas y de intervenir en las más peligrosas
lides. Por todo lo que más tarde sería persona principal para
lograr liberar a las doncellas.
.
Junto
a estas dos hermanas, salió también elegida la hija de un hombre
de leyes y fueros, defensor de los derechos de aquellas gentes del
medioevo y al que por sus continuas victorias ante jueces y
alguaciles, apodábanle: “el Victórico soldadus”. Cuya
primogénita, llamada Marcia, era bella y muy tímida; al haber
sido cuidada con esmero por su familia materna, a los que decían
“lares y dioses del cerro”. La cuarta y quinta doncellas
nominadas, dice el texto de Tuy que también eran dos hermanas; hijas
de un famosísimo posadero de Santibañez, mencionado como Rey Wamba,
al descender su familia de aquel monarca godo. Finalmente, las dos
últimas pertenecían a la casa de un famoso judío que vivía en la
actual calle de Platerías y cuyo nombre y apellido hebreo sabemos
era Levy Azamel; aunque fue conocido entre los cristianos como
Ludovico San Joseph. Sobre este judío habla en numerosas
ocasiones el manuscrito que tratamos, narrando que estaba casado
con la hija de un “físico” de nombre Hernán, conocido como
experto en crear pócimas curativas, por lo que el texto “tudense”
se refiere curiosamente a ella como:
.
“la filla de Henán y Martí.
“la filla de Henán y Martí.
En
la Gloria,
todo
cura, sine fin:
La
cura de alquím,
lo
cura de victoria”.
.
Continúa
el texto hablando de aquellas dos últimas doncellas elegidas,
diciendo que una de ellas era la hija de estos Azamel (ó Ludovicos);
dueña de gran belleza y cuyo nombre fue Adriana -tal y como
describe el manuscrito-. Finalmente narra que la última en salir
para tal triste fin, fue una joven extranjera traída por el hijo de
aquel Levy de allende los mares, para contraer nupcias. Pero antes de
que llegaran a casarse, echaron su nombre a “esa tina que otorgaba
aquel destino” y tristemente fue también una de las que se
propugnaron para entregar a los sarracenos. Diciéndose además
que al ser extranjera y saber de las cocinas más extrañas,
conociendo tanto las artes de asar; seguramente sería alguna de las
que más valorarían los andaliusíes (tan doctos en las artes
culinarias de las carnes no porcinas).
IMÁGENES,
ARRIBA Y AL LADO:
Narra el texto que seguimos, que los califales solicitaron doncellas
de siete poblaciones muy ligadas al mundo visigodo. En la fotografía
superior podemos ver un edificio en ruinas, junto a la iglesia de San
Román de Hornija; cuyos capiteles son de origen visigodo
-esperamos que este edificio pueda ser recuperado en breve, pues a
día de hoy se encuentra aun en peor situación-.
Asimismo, en las imágenes de abajo, recogemos una casa de Villalonso
(muy cercana a Tiedra) que en su fachada luce una columna y dos
capiteles de igual tipo.
Abajo:
Detalle
de la misma casa sita en Villalonso, donde podemos observar el estilo
visigodo y romano de la columna que sujeta su soportal.
SOBRE
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Otra
vez, dos vistas
tomadas desde el alto de Portillo, donde se situó Abderramán III.
En ellas se observa como su arco de visión abarca decenas de
kilómetros a la redonda sobre la llanura vallisoletana.
Arriba vemos en el horizonte: Valladolid, Simancas y Tordesillas
(llegando a observarse a nuestra izquierda más allá de Toro).
Abajo,a
nuestra derecha en el horizonte, el campo de Tordesillas hasta los
barrancos de San Román y Toro; al final a la izquierda, zonas de
Zamora capital.
4-
SOBRE LA HUIDA DE MUCHAS DONCELLAS Y DE LA CONJURA QUE EL SABIO LEVY
PROMOVIÓ EN SU CASA, PARA LOGRAR SALVARLAS:
.
Sigue
el texto tudense narrando cómo después de aquel sorteo, muchos de
los habitantes de Santibañez se negaron a entregar a sus hijas. Por
lo que siendo aquel envío de doncellas, mandato real que todos
debían cumplir; decidieron cambiar su destino, sin que ajenos a
ellos supieran nada sobre esos planes. Fue así como de forma
secreta se reunieron en la casa del judío Levy Azamel (Ludovico
San Joseph) cuantos desearon conformar la conjura que tenía por
fin no entregar a esas siete jóvenes de Santibañez.
Así fueron uniéndose a aquel contubernio secreto quienes se
propusieron no abandonar jamás a las doncellas; entre los que el
manuscrito de Tuy dice que estaban:
.
El
matrimonio Levy y su hijo, llamado “Ludovico el Chico”; quien
deseaba poner todos los medios para salvar de aquel destino a la
amada que él mismo había traído de tierras tan lejanas para
desposarse. A ellos se sumó un ricohombre de aquella villa, llamado
Josefo Antonino, hijo de Sancho y de Fernanda; famoso por su bondad y
por las caras prendas que vestía. Quien no tuvo reparo “en
ofrecer todos sus dineros” para ayudar a la causa. Llegaron
asimismo para unirse a tan digno fin, gentes venidas desde
Helmántica; entre las que destacaba un caballero conocido como el
Franco Garavís, procer de origen galo casado con la hija Esther del
Conde Gonzalo. Quienes siendo extranjeros y viviendo en tierras
tan lejanas, lograron que huyeran muchas de las doncellas.
Subiendo en sus carros a las dos de la casa de Levy (que trasladaron
hasta la Germania y a tierras francesas); llevándose también a la
hija del famoso hombre de leyes, llamada Marcia -del Victorico
Soldadus-. Finalmente se llegaron hasta esa conjura un matrimonio
venido de zonas cercanas a San Cebrían y de origen mozárabe: Ella
se hacía llamar Socobunda de Martín (alias la Mozárabe) y su
esposo -que fe mandatario entre los cordobeses- era el famoso
Jushuf de Alonso, fillo de Lope. Ambos hablaban el árabe; pero
Socobunda llegaba a escribirlo a la perfección. Por lo que
cuando pudieron hacerse con documentos del ejército califal parado
en Portillo; gracias a la ayuda de ella lograron saber muchas de las
intenciones y órdenes. Por tal motivo -anota el manuscrito tudense-
“como Socobunda traducía aquellos textos en idioma de los
cordobeses, pasaron a llamarla `nuestro socorro´” (cambiando
así su verdadero nombre).
ARRIBA
Y ABAJO:
Imágenes de Simancas.
En la foto superior podemos ver el famoso castillo que alberga el
“archivo histórico”. En la de abajo, el claustro de la iglesia,
recientemente restaurado.
.
.
.
.
JUNTO
A ESTAS LINEAS:
Exterior de la iglesia de Simancas (torre del campanario de estilo
románico);
este colosal monumento ha sido recuperado hace unos años, con gran
acierto. Su
parecido en dimensiones y estructura con la Iglesia de San Martín,
en Mota del Marqués; nos habla del florecimiento de esa zona en
tiempos de Carlos V.
Por su parte, el templo de Simancas conserva aún en su interior un
retablo original, junto a obras de gran valor -agradecemos a su
párroco la gran amabilidad con la que nos atendió al visitarlo-.
Finalmente
entraron a participar en esta conjura los padres de las dos doncellas
Rey Wamba, junto a unos compadres suyos. También posaderos, cuya
venta con postas estaba muy próxima a la del Wamba. Esos otros
venteros se llamaban Aquilianos y procedían de Tordesillas; siendo
famosos porque sus hijos trabajaban como mayorales, cazadores y
guiadores de reses bravas. Una profesión que por entonces se
tenía en gran estima; sobre todo en los Montes Gotoros (hoy
Torozos), que estaban en aquellos siglos plenos de uros salvajes y de
toros asilvestrados -a más de poblados con cebros y otras especies
hoy desaparecidas-. Fueron así las dos familias de posaderos a
hablar con los de Levy y con el infanzón zamorano que lideraba el
movimiento -al que por su valor todos llamaban “Macho”-.
Manifestando su intención de participar en el salvamento de las
doncellas. Y cuando el caballero de Zamora les preguntó qué idea
tenían por hacer, salieron los Auquilianos narrando lo que había
sucedido en Carrión de los Condes, durante una entrega de muchachas.
Momento en que algunos mozos lanzaron toros bravos contra los que
venían a raptarlas; obligándoles a huir (no
habiendo vuelto por esa zona más enemigos a pedir “donnas”) (15)
. Así que lo mismo podrían hacer desde Tordesillas o en
Simancas; bajando muchos toros
contra el ejército de los “abderramanes”, con un puente hecho
con barcazas que rápidamente abrieran en el Duero.
.
Fue
en ese momento cuando el infanzón apodado Macho comenzó a narrar
una interesante historia, recordando que en su lugar de origen -un
pueblo zamorano llamado Villalcampo-, había muchas esculturitas de
toros en piedra. Efigies que se consideraban de la buena suerte
y que aparecían en un llano próximo -llamado el llano de Santiago-.
Un teso que se denominaba así porque un día por allí
vinieron los sarracenos y al ver aquellas rocas con forma de bueyes,
no quisieron acercarse al pueblo;
pareciendo todo ello, un milagro del apóstol. Pues al observar
muchos toricos de granito, salieron los cordobeses de la
zona que se llama Carbajosa,
diciendo que por allí podían abundar reses salvajes; de
lo que preferían no adentrarse
en esos bosques de carbajos. Así, que desde entonces, las
gentes de Villalcampo tomaron cuantas piedras de estas encontraban,
para ponerlas en sus casas;
llamando al campo del que las sacaban, el llano “de Santiago”
porque les protegía de los andalusíes. Colocando esas
esculturas con toros en lugares preferentes, como las entradas o las
murallas; con el fin de que si se acercaban enemigos, temieran que
por el pueblo abundasen uros silvestres y prefirieran no entrar
(pensando que era zona de peligro). Siendo así, sabía
este infanzón de Zamora, que haciendo frente con toros a los
sarracenos, estos se verían muy amedrentados (15b)
. Al terminar ese
discurso, quedaron todos asombrados de aquellas ideas y se
propuso reunirse con el resto de miembros de la conjura, para
explicarles este nuevo ardid pensado (con
el que sino liberaban las doncellas, al menos sí podrían derrotar a
muchos de los sarracenos).
JUNTO
A ESTAS LINEAS:
Torito ibérico en el alféizar de una ventana en Villalcampo, Zamora
(agradecemos
al ayuntamiento de esta población nos permita divulgar la imagen).
Estas esculturas de época prerromana,
normalmente hechas en granito; fueron
obra de las etnias celtibéricas que ocuparon el centro de la
Península
(principalmente de los vettones). En
Villalcampo, tal como narra el manuscrito tudense, había un enorme
castro
-en el llano de Santiago-;
yacimiento que tristemente se destruye a mediados del siglo XX para
construir una presa y una carretera. Previamente al expolio, sacaron
cuanto pudieron y a la mayor brevedad (antes que la maquinaria
terminase con el castro). Se obtuvieron al
menos cuatro esculturas de toritos
o verracos, junto a importante material epigráfico y más de sesenta
estelas prerromanas. Muchos de estos restos pasaron a colocarse en
las fachadas del pueblo o en el interior de casas y en lugares
preferentes (como la iglesia etc).
.
Continuando
con el texto que resumimos, aquí aporta un dato de suma importancia;
pues históricamente
sabemos que los hispanos, desde tiempos inmemoriales y hasta la Edad
Moderna; cuando encontraban estas esculturas ibéricas de toros,
tenían por costumbre situarlas en puntos de vital importancia para
las urbes. Destacando así aquellas que todavía podemos ver en las
murallas de Ávila o de Segovia
y en otras tantas poblaciones donde esos mojones abundan (Coca, San
Martín de Valdeiglesias, Oropesa, Cáceres, Zamora etc). Muchas
fueron colocadas en las murallas o las entradas de la ciudad, pero se
han cambiado de lugar posteriormente
(como sucede con el verraco de Toro, el de Ciudad Rodrigo y otros
tantos). Aunque
en el siglo XVII, ante
el avance de epidemias, el
Santo Oficio decidió que esas enfermedades se mandaban por Dios
porque las gentes de Castilla, Extremadura y León seguían venerando
a esos toritos de granito.
Decidiendo entonces tirar muchos a los ríos, convertirlos en
utensilios (como bancadas) o simplemente, machacarlos.
.
Muy
importantes son las ideas que desde aquí podemos obtener, sabiendo
que
el carácter apotropáico de estos verracos en piedra procedería al
servír inicialmente como elemento disuasivo o de defensa. Utilizados
de un modo semejante al que los griegos usaban las “Hermas” junto
a los caminos; mojones pétreos que colocaban para señalar la vía,
pero también para avisar que aquellas tierras tenían dueño y que
no se podía salir de la linde trazada. De estas Hermas nació
Hermes, el protector de los caminos y de los comerciantes que
transitaban por aquellas carreras. Siendo así, hemos
de considerar que los toros ibéricos de piedra, también se
colocarían en los campos para demarcar que las tierras tenían un
dueño. Además, avisando de que por allí merodeaba ganado y reses
bravas (uros o verracos); con el fin de que los extraños no pasaran
de estos mojones a los que darían forma de animales peligrosos, para
disuadir a los visitantes no deseados. Todo cuanto
el manuscrito de Tuy narra, explicaría
el carácter mágico que los pobladores de la Meseta otorgaron a
estas esculturas, tanto como su significado inicial. Además hace
patente que desde tiempos ancestrarles, los iberos -y luego los
hispanos- se defendían usando toros; un hecho que nos lleva a
entender por qué nunca acabaron con el uro salvaje que poblaba los
montes peninsulares
(descastándolos, tal como sucedió en el resto de Europa).
.
ABAJO:
Esculturas
ibéricas prerromanas, anteriores al siglo IV a.C..
En la foto vemos
los famosos “toros de guisando”, sitos en El Tiemblo -provincia
de Ávila- y en los límites con la de Madrid (junto
a San Martín de Valdeiglesias). Según
las últimas investigaciones de profesores como Alicia Cantó
(15c)
; se cree que estos “mojones” demarcaban el territoorio vettón,
separándolo de la linea con los carpetanos
(en una frontera Norte Sur, entre San Martín y La Puebla de
Montalbán, llegando a Melque y etc -lugares donde también han
aparecido toros de granito-).
5-
LA JURA Y CONJURA DE LOS TOROS:
.
Continúa
el cronicón de Tuy relatando este quinto episodio, del que dice
textualmente como “fue una verdadera jura, más que conjura”. Al
ser idea promovida por un enorme grupo de valientes motanos; que en
un comienzo se mantuvo en secreto, pero que finalmente aceptarían y
conocerían casi todos. De tal manera, nos describe el manuscrito
lo que sucedió entre aquellos vecinos y amigos de los lugares que
estaban obligados a pagar doncellas; quienes se pusieron a buscar
reses salvajes. Y conociendo bien dónde abundaban los toros
bravos; se dispusieron a juntar manadas de esos a los que llamaban
uros. Guiando y guardando vacadas con cautela junto a ciudades del
Pisuerga o del Duero; con el fin de echarlas contra el enemigo que
pedía sus doncellas.
.
Así
fue como durante esas semanas de julio de 939, muchos motanos -al
mando del zamorano “Macho”- recogieron puntas de bóvidos
salvajes, preparándolos para aquel menester. Algo para lo que no
hubieron de hacer gran esfuerzo, ya que los montes que les rodeaban
estaban plenos de ellos. Puesto que las reses salvajes se cuidaban
especialmente en las zonas que antaño habían sido villas de recreo
de los reyes visigodos. Como sucedía en el campo de Wamba (16)
, en las cercanías de la actual villa de Toro y
San Román de Hornija, o en el cazadero real llamado hoy La Santa
Espina. Tierras que habían sido fincas privadas del monarca
Chindasvinto (Toro y San Román) o de su hijo Recesvinto y del
sucesor de este -el rey Wamba-. Quienes habían tenido sus villas de
recreo en los campos de Toro, Wamba y en los Montes Torozos; antes
llamados “Gotoros” al ser esos lugares propiedad de los reyes
góticos (17) .
.
Siendo
así, en aquellas “posesiones góticas” abundaban por doquier
los uros salvajes; quizás porque los monarcas visigodos los usasen
para la guerra, tal como habían hecho los primeros reyes de la
Península -en tiempos romanos y prerromanos- (18)
. Pues como sabemos, el mismo Amílkar Barca murió
en Elche de la Sierra (Helike); en un ataque que los jefes iberos
lanzaron contra el ejército cartaginés, perpetrado con una manada
de reses -emboladas y atadas a carros con fuego-. Un hecho
que vivió y vio de niño su hijo Aníbal. Quien decenios después
-cuando asedió Italia- al verse rodeado y sin salida en el Paso de
Falerno (junto a Roma), llamó a mercenarios iberos para que estos
tomasen ganado de las montañas colindantes y les atasen fuego a los
pitones. Echando las vacadas así emboladas contra el ejército
romano; que se vio obligado a huir y a dejar escapar a Aníbal del
cerco al que le habían sometido en aquel “campo falernino” (19)
.
ARRIBA
Y AL LADO: Imágenes
de toros
ibéricos. Los últimos estudios sobre estas esculturas prerromanas
indican que seguramente se usaban como “mojones”, para señalar
fronteras o territorios. Demarcando -a mi juicio- zonas de las que no
se debía pasar; para indicar al ajeno a ellas la posibilidad de
encontrarse con ganado salvaje suelto,
tras
aquel toro en piedra (20).
Arriba,
otra escultura del mismo tipo;
pero en este caso representando un verraco y sita junto a la iglesia
de
Torralba de Oropesa (Toledo). Al lado, la famosa
escultura ibérica aparecida
en la ciudad de Toro (Zamora). Actualmente
se encuentra colocada en una de las rotondas de entrada a la urbe,
aunque antaño estaba junto a las murallas. Algunos
expertos creen que esa escultura es la que daría nombre a Toro,
aunque sabemos que aquella denominación es muy moderna, no
apareciendo la villa así mencionada hasta las crónicas de Alfonso
VI
(en época del Cid). Puesto que antes
se referirán a ella comúnmente,
como
Campo o Civitas Gotorum -ciudad, campo de los Godos-.
.
Continúa
recogiendo el manuscrito tudense como pronto los de Santibañez y
sus pueblos aliados, habían juntado al menos dos mil cabezas de
ganado bravo. Todos ellos tomados en las cercanías de Wamba, en
las de Mota y en San Román. Tras ello, quienes sabían
conducirlos, fueron guiándolos y guardándolos en fincas con
cercados próximos al Duero y a sus afluentes en la zona -del
Pisuerga al Hornija y al Bajoz-. Más tarde aquellos caballeros de
Mota decidieron ir a hablar con el conde Fernán Gónzalez, para
proponerle su ardid de tirarlos contra el ejército de Abderramán.
Asi fue como a fines de julio de este año 939, el conde les
recibió en su cuartel a orillas del Duero; donde vigilaba de un
inminente ataque sarraceno desde la margen contraria. Los aguerridos
motanos y sus aliados de poblaciones obligadas a pagar doncellas,
comunicaron al comandante castellano que no querían entregar a
sus hijas. Pues podrían enfrentarse a los enemigos, por muchos
que fueran; ya que tenían guardadas unas dos mil reses bravas y
otras tantas mansas, que podrían lanzar contra aquellos
ejércitos amenazantes -apostados frente a Valladolid-. Bastando
montar rápidamente varias pasarelas sobre el cauce; para guiar luego
a las bestias hacia ellas, con el fin de que las vacadas alcanzasen
el otro lado del río (sembrando así el pánico entre las hordas
sarracenas). Asombrado Fernán Gónzalez de la gran idea y del
potencial bélico que le presentaban, les comunicó que presto iría
a hablar con el rey Ramiro; quien junto a los nobles más
ancianos, se guarecía y aguardaba sucesos en zonas próximas a
Benavente (a una jornada del frente del Duero).
.
Así
tardó el conde castellano apenas dos días en ir y venir, llegando
pronto con la respuesta del rey. Narrando el cronicón de Tuy, que el
monarca al saber que las gentes de Santibáñez (de Mota) y sus
compadres de otros pueblos, habían preparado millares de reses
bravas -junto a otras tantas mansas- con la intención de lanzarlas
contra el enemigo. Anuló el pago de impuestos acordado y mandó
entrar en batalla. Afirmando que aquellos toros le aseguraban que
sino lograba un triunfo, al menos sí podría evitar que los
musulmanes pasaran al otro lado del Duero y del Pisuerga (al temer
encontrarse allí con más manadas de bravos). Ello ocurrió en
los últimos días del mes de julio del 939; y fue entonces
cuando enviaron emisarios al califa, comunicando que ni se rendían
a su vasallaje, ni menos les pagarían el tributo de doncellas
-siquiera enviarían una
parte el dinero estipulado como impuestos-. Ofreciendo los cristianos
tan solo un acuerdo: El de que los cordobeses regresaran a sus
tierras y que si así lo hacían, ellos respetarían la marcha (sin
cortarles el camino de vuelta, ni atacarles en su retirada). Todo
lo que leyó Abderramán III sin dar crédito a cuanto en la misiva
se contenía; pensando que los cristianos estaban locos. Pues era
evidente que con la superioridad de hombres y de armas que él tenía,
aquella batalla de Simancas iba a ser una “parada militar” más
que un choque entre dos ejércitos.
ARRIBA
Y AL LADO:
Imágenes de toros
bravos en San Román de Hornija, donde aún se crían algunas de las
ganaderías más importantes de Castilla.
.
.
ABAJO:
Vista
del Duero, desde Castro Nuño
(con su iglesia románica y el río en la zona baja). En
las inmediaciones
del campo que vemos en fotografía, parece
que se produjo el último choque entre los de Abderramán -que
intentaban cruzar el río- y
las manadas de toros
que los cristianos les lanzaron. Esta
población es muy aficionada a la tauromaquia, además celebra uno de
los encierros más extraños de España. Bajando las reses por
cuestas en las que se resbalan y caen junto a los corredores.
Posiblemente aquel extraño recorrido de sus encierros quiera
rememorar la gesta del año 939;
cuando las gentes de la zona -mandadas por caballeros motanos-
lanzaron por los barrancos y río abajo a cientos de toros contra el
ejército de Abderramán III.
.
.
.
6-
SOBRE LO QUE EN VERDAD SUCEDIÓ EN LA BATALLA DE SIMANCAS Y DE CÓMO
ESTA SE GANÓ CON UN ARDID; CAMBIANDO TOROS POR DONCELLAS:
.
El
manuscrito de Tuy que vamos resumiendo -“La leyenda de las
doncellas de Santibáñez”- contiene este episodio como último
“capítulo”; concediéndole una intitulación tan extensa
como explicativa. Ya que en esta parte final se narrará
ciertamente el modo en que vencieron los castellanos en Simancas;
usando tan solo un “engaño” -ardid militar-, sirviéndose de
toros. De tal manera comienza este “título sexto” describiendo
las órdenes finales que dieron los comandantes del rey Ramiro y de
Fernán Gónzalez. Al saber que los de Mota y sus gentes cercanas
tenían millares de toros bravos (y otros tantos mansos);
preparados para bajarlos al Duero, con la intención de echarlos
sobre el ejército musulmán.
.
Siendo
así, narra cómo los cristianos decidieron esperar a que
Abderramán atacase para hacerle frente con el ejército al menos
durante tres jornadas; hasta que los cordobeses creyeran que los
castellanos flaqueaban; incluso haciéndoles ver que huían de la
batalla... . Todo ello con la intención de que los generales del
califa se confiaran y comenzaran a bajar de Portillo; pensando que el
triunfo estaba muy cerca. Acercándose así los sarracenos hasta
las orillas de Simancas, con la intención de cruzar y pasar. Por
todo ello, ordenó el rey Ramiro y su conde (Fernán); que no
pusieran las pasarelas, ni dejasen ver los toros al enemigo, hasta
que no bajaran todos los mandatarios andalusíes al valle de
Simancas, confiados de su triunfo (sin hacer alarde de las reses
hasta tener a los de Abderramán situados ya en la explanada,
pensando en cruzar “la marca”). Siendo solo aquel, el momento de
soltar las manadas bravos hacia ellos; cuando incluso el califa
bajase su tienda a las cercanías del río, para contemplar la
victoria. Entonces, las miles de reses salvajes guardadas en
corrales junto a las ciudades de Simancas, Tordesillas y San Román;
se gobernarían junto a los mansos, para hacerlas llegar al otro
lado. Guiándolas hacia pasarelas construidas sobre barcazas;
ayudados por caballeros y mayorales que los llevarían hasta el otro
lado del cauce y donde les ayudarían a pasarlos quienes supieran
correrlos o dominarlos perfectamente.
.
Las
órdenes mandaban así al ejército castellano, aguantar al menos
tres jornadas en batalla, junto a Simancas; pero tan pronto como
bajasen los andalusíes, confiados del triunfo y con la intención de
cruzar el Pisuerga. Se prepararían las barcazas y el paso de los
uros; moviendo asimismo pasarelas en Tordesillas y preparando otras
tantas en San Román y en los barrancos de Gotoro (la actual villa de
Toro). Pues estaba claro que los enemigos, al verse atacados por
cientos de reses bravas en el Pisuerga; huirían hacia esas otras
explanadas del lado Oeste (las de Tordesillas o Pollos).
Pretendiendo incluso internarse en tierras cristianas subiendo por
San Román y asaltando los barrancos toresanos.
ARRIBA,
AL LADO Y ABAJO:
Imágenes del interior de la
parroquia de San Román de Hornija. Junto a estas lineas, un capitel
mozárabe
en aquella preciosa iglesia. En
la fotografía inferior, el sepulcro del rey Chindasvinto. Más
abajo, los restos de este monarca y de su mujer, conservados
en el mismo templo de San Román de Hornija (al que agradecemos nos
permita divulgar nuestras imágenes).
Todo
fue preparado con minuciosidad y en el plazo de muy pocos días,
llevando las reses bravas a escondidas y por las noches hasta
corrales construidos en las afueras de esas villas fronterizas con el
ejército de los cordobeses. Asimismo, dispusieron sobre tierra
las pasarelas y todo cuanto se necesitase, para cruzar las vacadas;
siempre actuando con cautela y sin que el enemigo se apercibiera. Por
su parte, Fernán Gónzalez envió como mensajero a tierras de
Segovia al joven que conocían en Santibañez como “Ludovico el
Chico” (el hijo de Levy). Quien al ser de origen judío podría
alcanzar Cuéllar o Íscar, sin levantar sospechas (haciéndose
pasar por comerciante).
.
Hasta
allí logró aquel Ludovico Sant Joseph llevar las órdenes del
comandante cristiano, quien mandaba a los caballeros mozárabes
segovianos que también juntasen muchos toros bravos. Manteniendo
en secreto que serían para defenderse y para echarlos también
sobre el ejército de Abderramán, cuando aquellos intentasen
retroceder. Pues era sabido que en la retirada, las mesnadas y los
generales medievales cometían las mayores tropelías. Cuando al
verse vencidos y de regreso con las manos vacías, actuaban con total
crueldad para vengar su derrota (incluso causando estragos entre los
suyos). Así fue como Ludovico el Chico contactó con algunos de
los hijos de los Aquilianos y con otras gentes originarias de
Tordesillas, que vivían en Cuéllar. Advirtiendo de que debían
prepararse para el regreso del califa vencido y humillado;
intentando evitar los daños y vejaciones que aquellos ejércitos
hacían a su paso, cuando volvían en loor de una derrota. De tal
manera, logró que en Santa María de Nieva y en Cuéllar le
prometiesen algunos mozárabes defenderse del modo en que “Ludovico
el Chico” les aconsejaba. Asegurando que guardarían toros bravos
en cercados preparados junto a los caminos; para dejarlos sueltos en
cuanto vieran por allí aparecer al ejército sarraceno, regresando
hacia sus tierras.
ARRIBA
Y AL LADO:
Imágenes de Toro y de Cuéllar. Foto superior, los barrancos
toresanos
por donde cubrirían el flanco bajando manadas de reses bravas;
evitando que los ejércitos de Abderraman III se introdujesen en
territorio cristiano (cruzando por allí el Duero). Al
lado, una plaza de Cuéllar; villa en la que Ludovico el Chico
encontró el apoyo de “los Aquilianos” y de gentes de
Tordesillas.
Quienes le prometieron reunir también reses bravas en cercados
próximos a los caminos, para abrirlos y soltarlos al paso de los
ejércitos cordobeses.
.
.
ABAJO:
Vista
de los Montes hoy llamados Torozos, junto a Mota del Marqués. Como
dijimos, antaño estas estribaciones y la ciudad de Toro de
denominaban Gotoros; en memoria de los reyes visigodos que las habían
habitado. Desde
el siglo X, comenzaron a llamar a la villa, “Toro”; al igual que
a estas colinas las “Torozas”; existiendo una teoría
que afirma cómo el nuevo nombre de la ciudad y de los montes surgió
tras la victoria de Simancas y después de haber lanzado desde allí
las reses contra las huestes califales. Sea como fuere, parece
indiscutible que el nombre de la villa toresana y el de los montes
Torozos, parten desde una misma raíz. Todo lo que hace pensar que
esa denominación se refiere a los uros salvajes que por allí
existían en abundancia (criados en las antiguas fincas de recreo de
los reyes visigodos).
6º
(I) - DEL ENFRENTAMIENTO EN LA VILLA DE SIMANCAS. DÍAS UNO AL CUATRO
DE AGOSTO DE 939):
(21)
.
Continúa
el manuscrito de Tuy con el relato de este capítulo seis, que
comienza en el primero de Agosto. Cuando las hordas cristianas
y las de Abderramán III entran en batalla. Narrando la gran
desproporción que había entre los sarracenos (cientos de miles y
bien armados) frente a las gentes de Fernando Ansúrez, las de Fernán
Gónzalez y las del rey Ramiro. Quienes -al parecer- habían
reunido solo decenas de miles, llegados de Asturias, León y las
Castillas (incluso de Navarra). Constituyendo principalmente mesnadas
particulares, sin gran organización ni menos coordinación. Por tal
manera, los castellanos resistían frente a las orillas del río
como bien podían, tan solo intentando que no cruzasen sus enemigos
al otro lado. Así estuvieron tres días seguidos, parando el paso de
los ejércitos cordobeses; quienes viendo la victoria cercana bajaron
todo su contingente hasta la llanura, situándose frente a Simancas.
Así desplegó Abderramán su estrategia de amedrentar al enemigo,
montando miles de tiendas de campaña en las cercanías del Pisuerga.
Mostrando que sus batallones estaban formados por el triple de
hombres, quienes obedecían al unísono. Atacando de ese modo el
punto más débil y difícil de proteger de paso hacia Castilla; pues
el río en esta zona es poco profundo y aparece en agosto lleno
de vados. Zonas de playa fluviales y bancadas sobre el Pisuerga
que proliferan a mitad del verano; lo que facilitarían ese avance
hacia Simancas.
.
En
esta situación, los del rey Ramiro urdieron una estratagema para
llegar a colocar pasarelas sobre el cauce, con el fin de lograr
cruzar las primeras vacadas bravas. El plan consistía en
fingir una entrega de doncellas y que les dejaran abrir así un paso;
aunque aquel puente realmente serviría para llevar al otro lado las
reses enfurecidas. Para tal fin propusieron elegir siete voluntarios
que se hicieran pasar por doncellas; para que vestidos como ellas,
hicieran el ademán de irse hacia los caifales (aunque antes de
llegar al otro lado, deberían saltar para regresar a nado o como
pudieran). La intención era la simular que se rendían y que los
de Simancas entregaban sus siete hijas, para evitar que el ejército
cordobés cruzase y les castigase sin piedad. De tal manera, haciendo
creer que a través de este les mandaban las cautivas con los siete
hombres vestidos como mujeres y fingiendo “el pago”; lograrían
poner las barcazas y un paso. Luego, aquellos siete valientes
deberían hacerse caer al río, sin pisar la margen contraria,
intentando regresar. Todo lo que harían solo cuando vieran entrar
por aquel puente las primeras manadas de toros, dirigidas hacia el
ejército enemigo.
.
Todo
ello se acordó en la noche del tercer al cuarto día de agosto y los
voluntarios que se presentaron para tal menester fueron llamados “los
siete de Santibáñez de Mota”. De los cuales el manuscrito tudense
recuerda hasta los nombres, mencionando que iban al mando de ese
infanzón llamado “Macho”. Un zamorano asentado en Santibáñez,
que lideraba estas operaciones bélicas y cuya amada había sido
también elegida entre las donnas a entregar -la bella novicia de las
clarisas, hija del justo Alonso-.
.
Recoge
el escrito de Tuy que aquellos “siete de Mota” que se
atrevieron a vestirse de doncellas para fingir la entrega de mujeres;
fueron los siguientes:
1º-Indalecio
Doménico: Apodado “Macho”; comandante de las mesnadas de
Santibáñez, pero originario de Villalcampo, en Zamora.
2º-Ludovico
el Chico: Hijo de Levy Azamel (apodado Ludovico Sant Joseph).
3º-Victorico
Soldadus: Hombre de leyes, pero que decidió apuntarse a la
expedición por gratitud y por salvar el honor; ya que su hija había
salido elegida entra las doncellas a pagar.
4º-El
Franco Garavís: Un caballero de origen galo -como ya vimos-,
pero que vivía en tierras salmantinas y por ello era muy docto en
manejar bien los toros (además recuerda el manuscrito que la mujer
del Franco Garavís -llamada Esther del Conde Gonzalo- había ayudado
a huir a varias doncellas, llevándolas hasta Francia y a Germania).
5º- Jushuf de Alonso, fillo de
Lope y marido de Socobunda: De quienes vimos cómo decía el
texto tudense que eran de origen mozárabe y que hablaban bien
aquella lengua de los cordobeses. Por lo que a ella luego la llamaron
“socorro”, por cuanta ayuda prestó traduciendo lo que decían
los de Abderramán durante la batalla de Simancas.
6º- Jonás hijo de Aldgoberto de
Martín: Un joven cuyo padre fabricaba los mejores carros y
carretas de la zona; por lo que ofreció sus medios y sus dineros
para tal causa (mandando a su primogenito a la expedición)
7º- Josefo Antonino, hijo de
Sancho y de Fernanda: Ricohombre de Santibañez, famoso por su
gran fortuna y que quiso sumarse a la causa, mostrando un enorme
valor. Pues era ya persona de edad; aunque dice el manuscrito que no
tuvo ni mostró temor alguno por cruzar la pasarela así vestido,
para finalmente saltar y regresar a nado a Simancas.
.
Estos fueron “los siete de Mota”,
que se atrevieron a vestirse de doncellas para simular una entrega de
mujeres al bando cordobés. Permitiendo así que pusieran un paso con
barcazas en Simancas, a través del comenzaron a lanzar toros contra
el enemigo. Tal como se narra en el siguiente epígrafe del
manuscrito de Tuy que analizamos y resumimos a continuación.
ARRIBA
Y AL LADO:
Dos imágenes de Simancas. En foto superior, vista desde la ciudad
del llano y vega del Pisuerga. Al fondo de nuevo Portillo. En la
fotografía se observa la perfecta estrategia militar de Abderramán
III al establecerse en este puesto y solicitar a Ramiro II que le
rindiera vasallaje. Al
lado: LA
CALLE DE LOS VALIENTES; en Simancas.
Calleja que baja hasta el llano del río y donde se recuerda a
quienes por allí descendieron para batirse contra los cordobeses.
Hemos de considerar que fue por esta vía por la que bajarían los
toros.
.
ABAJO:
Otra imagen de las playas fluviales de Simancas (vistas
desde lo alto de la ciudad).
En ellas colocarían las pasarelas para hacer llegar los toros bravos
sobre los ejércitos de Abderramán. Hemos pintado una pasarela
imaginada, para observar lo sencillo que sería hacerlas.
6º
(II) - DEL PASO DE LOS TOROS EN EL AMANECER DEL DÍA CUARTO:
.
Continúa
el texto que resumimos, explicando cómo el tres de agosto los de
Abderráman estaban ya seguros de que vencerían. Tal fue la
confianza del califa; que durante al tercer día de batalla, se
atrevió a establecer su Cuartel General y poner su propia tienda en
las cercanías del Pisuerga. Demostrando así a los castellanos
que nada temían, intentando hacerles ver que el paso hacia el otro
margen era inminente (con el fin de que huyeran o se rindiesen). Pero
los de Ramiro no desfallecieron, ni se retiraron; en espera de lanzar
los toros que tenían preparados para arrojar contra los musulmanes.
Fue así como se llegó al último día de batalla y en el
amanecer de ese cuatro de agosto, montaron a toda prisa una fuerte
pasarela sobre barcazas en el río. Los cordobeses no daban crédito
a aquello que veían hacer sus oponentes; pues colocar allí un
puente flotante, suponía facilitarles el paso hacia Simancas.
Asombrados y en espera de lo que sucedía, comenzaron a
prepararse para el ataque, acercándose a las orillas del Pisuerga.
Aunque pronto observaron cómo los castellanos, tras acabar de
fijar las barcazas y el paso, iniciaban lo que parecía una entrega
de doncellas. Viendo los del califa que allí solo avanzaban
mujeres para cruzar y entregarse; concluyeron que los cristianos
se habían rendido y comenzaban a pagarles con sus hijas. Fue así
como los andalusíes empezaron a gritar y a expresar con gran
felicidad que habían logrado la victoria; esperando ya solo que
los castellanos les hicieran llegar las mujeres y el dinero
estipulado antes de a batalla.
.
Mientras,
del lado de Simancas comenzaban a andar sobre el puente flotante los
“siete de Mota” (vestidos de mujeres) junto a la esposa de uno de
ellos. La mozárabe Socobunda, que hablaba la lengua del enemigo y
había decidido sumarse algunos metros a esa fingida entrega -con el
fin de escuchar y ver qué hacían los de Abderramán, para dar aviso
de cuanto oía-. Así, tan pronto como les vio a lo lejos
proclamar su victoria; la mozárabe se dio la vuelta y regresó para
decir con sigilo a los suyos que los andalusíes -muy confiados-,
esperaban tan solo la llegada de sus “falsas” doncellas. Fue
entonces cuando dieron la señal para que soltasen los toros en la
parte alta de la ciudad de Simancas. Pero entonces, los sarracenos
que observaban la escena, se extrañaron al ver que una de las
mujeres daba marcha atrás. Al desconfiar de la maniobra mandaron
a cien soldados a caballo hacia el puente, con el fin de recoger a
las doncellas y para evitar que nadie más avanzase sobre la
pasarela. Fue así, como al ver venir sobre ellos los cien
lanceros moros; aquellos “siete de Mota” decidieron provocarlos,
para que todos se dirigieran hacia la entrada del puente -pues
pronto bajarían por allí los toros-.
SOBRE
ESTAS LINEAS; A SU LADO Y ABAJO:
Arriba,
el Pisuerga frente a Simancas. En
esta foto
he pintado de nuevo una posible pasarela imaginada en las zonas de
menos profundidad del río;
dado que en algunas partes de este tramo, durante el verano, apenas
guarda una distancia de cincuenta metros -de lado a lado-. Pese a
ello, hemos de suponer que durante la Edad Media el cauce sería
mayor, pues antaño no se tomaban tantas aguas para el riego y para
uso doméstico. Pues poco antes de Simancas (en Valladolid) se unen
el Pisuerga y el Esgueva; dos afluentes del Duero que confluyen en
esta capital castellano-leonesa y que hasta el siglo XVII la habían
convertido en una “pequeña Venecia” -plena de canales y
pantanos-. Las moscas y las condiciones higiénicas necesarias para
esa ciudad que se eligió capital del reino en tiempos de Cervantes;
hicieron que se drenaran sus ríos y que se apartasen sus aguas,
llevándolas hacia zonas de regadío. Debido a ello, creemos que el
Pisuerga a su paso por Simancas en tiempos de Ramiro II (en el mes de
agosto, cuando está tomada la imagen superior) era mayor de lo que
actualmente se observa. Pese a ello no cabe la menor duda de que es
el punto más débil de frontera.
Al
lado, imagen
del Pisuerga en el punto que se une con el Duero, a muy pocos
kilómetros y al Oeste de Simancas.
.
ABAJO:
Mapa
de con la zona de la batalla de Simancas.
A nuestra derecha hemos marcado Portillo de Valladolid, hasta donde
llega
Abderramán en julio de 939;
situándose en ese altozano que domina todo el valle de la meseta.
Los
cristianos,
temerosos y ante un ejército de cientos de miles de hombres, parece
que tuvieron
que replegarse; abandonando el llano y subiendo hacia las zonas altas
(cercanas
a Simancas o Tordesillas),
dejando libre el paso a la altura de Boecillo. Desde
allí, y
con el Duero accesible, obligaría califa rendirse a los cristianos;
mostrando su enorme fuerza militar desplegada en aquella llanura que
comprende desde Portillo a Valladolid, y de Valladolid a Simancas y
Tordesillas (una gran explanada formada por la vega de los ríos y
que mide unas 60.000 hectáreas -habiendo aproximadamente 20
kilómetros de Portillo a Valladolid; otros 7 desde allí a Simancas
y unos 15 más hasta Tordesillas-).
El
manuscrito de Tuy describe que “en aquella falsa entrega de
doncellas hubo un momento terrible cuando los de Mota comenzaron a
provocar a los lanceros de Córdoba”; no sabiéndose si los
enemigos alcanzarían a los valientes vestidos de mujeres, antes de
que aparecieran las reses. Pues se habían comprometido a no
saltar al río hasta que entrase en la pasarela la primera vacada de
bravos. Pero los toros no llegaban y los “siete de Mota”
debían entretener y dilatar la maniobra. Así, con el deseo de
extrañar al enemigo, estando los siete casi en el otro lado; se
quitaron las ropas (tal como hacían en ocasiones las doncellas
entregadas, para insultar a sus propias familias cuando las
abandonaban a esa suerte). De ese modo se quedaron todos en
taparrabos, no solo para extrañar al enemigo, sino porque aquello
les permitiría lanzarse al río y nadar mejor. Ante aquel gesto,
los de Abderramán pararon sus caballos y tuvieron un momento de
duda, sin saber qué hacer, permaneciendo espectantes. Luego, se
apercibieron de que aquello que veían no eran doncellas, sino
hombres; todos con pelos como espinas en sus cuerpos (observando
además cómo lo que parecían pechos, solo era un exceso de grasa y
no condición alguna de matrona...). Así entraron en cólera los
del califa, al verse engañados y ordenaron el ataque total, dirigido
primero contra aquella pasarela.
.
Mientras
avanzaba el ejército sarraceno hacia ellos, vieron “los siete de
Mota” que llegaban por detrás los toros bravos; muy bien
dirigidos por los mozos de Simancas, quienes los corrían a toda
prisa hacia el puente abierto. Pero observando que todavía
faltaba algún tiempo para que lo cruzaran, “los siete”
decidieron volver a provocar a los enemigos, intentando que fijasen
todo ataque sobre ellos y para que no cruzasen los andalusíes por
otra parte. Con ese fin realizaron lo que se llamaba entonces “mancas
de guerra”; un gesto considerado muy infame y denominando por
los griegos “esquimalizar”, al que los romanos decían “dedo
impúdico” (22) .
Aquello que gesticulaban “los siete de Mota” es lo que hoy
llamamos “cortes de manga”; acción que al parecer se usaba en la
Edad Media previamente a entrar en batalla y para incitar al enemigo
atacar por una zona deseada (23)
. De este modo, en ese trance y espera; todavía tuvieron valor
para realizar esa provocación. Aguardando al final de la pasarela
hasta el último instante -en espera de que llegara la vacada
salvaje-.
.
Así
viendo aquella escena todos los suyos que les vigilaban, asomados
en las proximidades de Simancas; comenzaron a reír y a imitar sus
gestos. Gritando al unísono entre carcajadas y “mancadas”:
-
“¡En Septimancas, sí “mancas”. En Septimancas; sí “mancas”,
sí “mancas”...!”-.
.
De
esta situación vivida justo antes de que los toros llegaran a
completar la pasarela y del grito popular con que todos allí
vitoreaban, dice el manuscrito de Tuy que vino el nombre nuevo de
Simancas. Aunque también advierte de que por ser tan “grosera”
la escena, la Historia prefirió sublimarla en la leyenda que contaba
cómo siete doncellas se habían cortado las manos; quedando
mancas antes de entregarse a los sarracenos. Todo lo que en verdad
hizo de un pasaje divertido, una triste leyenda. Pues en ciertamente
aquella batalla de Simancas se ganó y no hay por qué pensar que
hubieran de abandonar mujeres en aquel destino. Siendo más
posible y creíble cuanto el texto tudense nos narra; contando el
modo en que todos gritaban “sí mancas”, sin entregar doncella
alguna; mientras hacían al enemigo aquellos “cortes de manga”
-que darían origen al topónimo moderno de la villa-.
SOBRE
ESTAS LINEAS: Otro
mapa
de la zona, describiendo el modo en que atacó Abderramán III sobre
el flanco débil de Simancas, bajando más tarde al llano
(marcado en líneas y estrellas amarillas).
En estrellas azules ribeteadas en negro, he marcado los lugares donde
pudieron poner pasarelas sobre el Duero, para echar toros bravos
sobre los andalusíes.
De tal manera se comprende que ante el
primer choque con las reses salvajes, el ejército de Abderramán
intentaría huir hacia el Oeste y atacar por la margen de Tordesillas
(a unos quince kilómetros de Simancas). Donde el Duero igualmente
decrece un poco y donde en verano hay menos distancia entre orillas
(pese a conservar un cauce importante). Allí y frente al actual
monasterio tordesillano de Las Claras, soltarían
de nuevo reses salvajes hacia los enemigos, obligándoles a ir más
al Oeste -o bien a retroceder-. De tal manera, quienes no regresaran
hacia Portillo y quisieran subir a Castilla cruzando el río, irían
esta vez hacia Pollos; donde otras vez los castellanos echarían
hacia el enemigo los todavía famosos toros de San Román de Hornija.
En cuyos campos próximos al Duero aun podemos ver vacadas de
morlacos de lidia.
Finalmente, si decidían internarse en tierras cristianas accediendo
por los encrespados barrancos de Toro; desde allí sería igualmente
sencillo cortarles el ataque, soltando de nuevo uros silvestres
por las márgenes del Duero.
.
En
el mismo mapa podemos ver la huida de Abderramán III; quien tendría
que retroceder hacia Portillo, para más tarde bajar a Cuéllar,
buscando salir hacia tierras de sus dominios -en Gormaz o
Medinaceli-. Por
ello, en el camino de avance y retroceso del ejército cordobés,
vemos el modo en que le cortarían la retirada en Cuéllar
(lanzándoles también toros) y en el que lo harían a la altura de
Santa Ma. De Nieva; obligándoles a ir hacia el Este. Todo lo que
seguramente propiciaría otra tremenda derrota, pues en
las cercanías de Riaza o Sepúlveda pudo atacarles de nuevo Fernán
Gónzalez (cuya base estaba en Osma) y encerrar a parte del
contingente andalusí en tierras de Calatañazor. Donde,
desde sus barrancos quizás lograron perpetuar aquella victoria que
se recuerda con el dicho que ha quedado en la zona, y que habla de
que “En Calatañazor Almanzor perdió el tambor”. Una frase que
sabemos se refiere a la muerte de Almanzor, ocurrida en las cercanías
de Calatañazor; pero que también surge de la batalla de Simancas,
donde en “Al-hendiga” (en los barrancos) fue vencido totalmente
el ejército de Abderramán III (al que el poema de Fernán González
confunde con Almanzor). En la cita (24)
recogemos
de nuevo los versos de aquel poema que inició la lengua castellana,
donde no solo vemos la identificación entre Almanzor y Abderramán
III; sino el modo en que realmente menciona que “Almanzor había
perdido el Azor”. Pues se sabe que al huir de Simancas, Abderramán
III tuvo que dejar su tienda entera, abandonando su azor, sus
pertenencias y hasta su cota de malla hecha en oro -tal como
describen las crónicas medievales (25)
-.
.
ABAJO:
De
nuevo, foto
del monumento a las doncellas en Simancas. Una triste historia que el
manuscrito tudense que vamos resumiendo interpreta de otro modo.
Situando la entrega de doncellas en tiempos de Ramiro II y de
Abderramán III (hacia el 939), y no como se creía hasta ahora.
Aunque quienes hoy mantienen la leyenda viva afirman que el obligado
pago de mujeres se produjo en tiempos de Abderramán II y Ramiro I; a
mediados del siglo IX
-tal como muestra lo escrito en la escultura en imagen; donde habla
de esos dos reyes-. Confundiendo esta cronología La Rioja con el
Duero; pues si situamos las siete doncellas de Simancas en los años
de Ramiro I, tendríamos que remitirnos a tiempos de las victorias
cristianas en Clavijo (o de Albelda; ocurrida hacia el 860 junto a
Santo Domingo de la Calzada). Ya que en
durante el reinado de Ramiro I y Abderramán II; la frontera
cristiana se reducía a zonas de Astorga , llegando hasta La Rioja,
pero nunca a Simancas (donde
pone “la marca” Alfonso III hacia el 910). Muy
por el contrario sabemos que Ramiro II y Abderramán III, fueron
quienes lucharon en Simancas en el 939 y no sus antecesores (de los
que tampoco hay rastro histórico de petición de doncellas).
Existiendo varios textos que mencionan cómo Abderramán III intentó
cobrar terribles impuestos a los castellanos, con el fin de humillar
a Ramiro II y a sus aliados -posiblemente
reinstituyendo “el pago de doncellas”, olvidado desde tiempos de
los astures-.
AL
LADO: Cartel
de las fiestas de la batalla del Escobar (siglo X); anunciada por el
ayuntamiento de Umbrías (Ávila). Se trata de otra contienda
sucedida en tiempos de Abederramán III y Ramiro II; que ganaron
echando reses salvajes contra el enemigo. Esta victoria se celebra
también en el pueblo cacereño de Tornavacas. Municipio cuyo nombre
dicen que nace precisamente del modo en que vencieron a los
cordobeses: Tornándoles con vacadas.
Esta forma de lucha contra invasores existió ya en tiempos de los
iberos; aunque apenas hay muchas fuentes clásicas que lo refieran.
Parece que se utilizó también asiduamente para repeler a las tropas
sarracenas, tal como recogen numerosos textos y costumbres
medievales. Sin lugar a dudas y
a mi juicio, este modo de batallar lanzando reses silvestres, toros
embolados o vacas atadas a carros con fuego; dieron origen al toreo
-a caballo y luego a pie-. Una
técnica bélica que promovió grandes victorias a los iberos y a los
habitantes autóctonos de la Península, frente a hordas invasoras.
.
Ello
explica la permanencia y la existencia común de ganado salvaje en
los campos españoles (para protegerse o para que no les robasen).
Nuestra
teoría asimismo nos enseña a entender el valor social y significado
de la tauromaquia. Ya que quienes sabían guiar o torear morlacos,
serían capaces de defender a los ciudadanos de los ataques de
extraños. Todo
lo que concedería un rango de militar al que manejaba los astados;
algo que asimismo nos lleva a comprender por qué el arte del toreo
comenzó en las maestranzas. Plazas donde se adiestraban caballos y
caballistas; en cuyo entrenamiento el toro parece que jugaba una gran
función. Aunque
mi teoría sobre el origen de la tauromaquia también nos serviría
para entender la sacralización del toro bravo; ya que aquellos uros
serían los protectores de las gentes del campo. Un hecho que
explicaría por qué durante las fiestas patronales hay que correlos
y torearlos. Con
el fin de rendir homenaje al totem; pero sobre todo para
entrenar a la juventud y a los militares del pueblo, logrando así la
protección y seguridad del lugar.
.
6º
(III) - DE CÓMO SE SUCEDIÓ LA VICTORIA, GRACIAS A LOS TOROS QUE
BAJARON POR PUENTES EN SIMANCAS Y TORDESILLAS:
.
Regresando
al texto de Tuy, este termina narrando el modo en que esos signos
obscenos enfurecieron al enemigo. Quienes oyendo los gritos de
“Sí mancas” mientras todos reían realizando “cortes de
mangas”, y viendo a los “siete de Mota” en taparrabos, haciendo
tales gestos; se fueron hacia ellos con intención de
aniquilarles. Cargados de rabia, se dirigieron todos hacia la
pasarela, sin darse cuenta que del otro lado ya entraban los toros.
Por lo que aquel paso hecho en madera comenzó a batirse como un
barco, pese a que estaba fuertemente reforzado con talanqueras; para
que las reses no pudieran darse la vuelta ni cayeran al río. Así,
sobre todos ellos se venía una primera punta de doce bravos guiados
por ocho mansos, que pronto llegaban hasta la margen opuesta del río.
Momento en que “los siete de Mota” saltaron al agua, logrando
evitar los morlacos y nadar con facilidad hasta la otra orilla
-gracias al revuelo y a la confusión que las reses produjeron entre
las hordas contrarias-. Pese a todo y ante tal situación, los
soldados de Abderramán no llegaban a apercibirse del peligro que se
les venían encima y la mayoría siguieron intentando cruzar el
puente, llenos de cólera.
.
Antes
de que los sarracenos llegaran a pisar aquel paso de madera, los
primeros toros ya lo habían superado, alcanzando el otro lado del
Pisuerga y atropellando allí a todo el que le ponía frente. El
primer choque entre guerreros califales y las reses, fue terrible;
tanto que hizo retirarse de la entrada de la pasarela a cuantos hasta
ella se habían llegado. Retrocediendo casi todos, al verse muchos
malheridos. Pero aquello no había hecho más que comenzar, pues
al tiempo bajaban otros doce uros salvajes, que corridos por los
mozos de Simancas y guiados a toda prisa por los caballistas,
volvieron a cruzar; llegando a lado de los sarracenos y volviendo a
causarles tremendas bajas. La misma operación repitió al menos
en veinte ocasiones seguidas; y los más de doscientos toros que
habían pasado al campo contrario se vadeaban por doquier y como
querían, por esa zona de los cordobeses. Siendo más feroces cuanto
más les dirigían los musulmanes sus saetas y cuanto más venablo
les lanzaban. Atacando bravos y mansos cuanto se moviera de forma
enloquecida, en aquel llano donde se había establecido el ejército
y el cuartel de Abderramán.
.
El califa tomó la decisión de
retirarse rápidamente hacia Portillo; para lo que tuvo que huir
dejando en aquel valle cuantas pertenencias había traído.
Escapando así Abderramán a toda prisa, logrando tan solo salvar la
vida -ver cita (25) en la
que hemos descrito el modo en que recogen las crónicas medievales
este hecho-. Mientras, algunos de sus mejores generales veían
atónitos cómo los castellanos colocaban otras dos pasarelas más
y comenzaban a lanzar toros desde aquellos nuevos puentes que habían
situado al Este de villa de Simancas (con la intención de que los
cordobeses no se dirigieran hacia Valladolid). Debido a ello,
los sarracenos tocaron retirada del lugar, intentando salvar al
máximo sus huestes; pero ordenaron a sus mejores guerreros ir hacia
Tordesillas, con la seguridad de lograr pasar por allí el Duero y
atacar a los castellanos en sus tierras. Aunque los del rey
Ramiro ya habían previsto que los contrarios se dirigirían en esa
dirección, por lo que tenían allí preparadas más pasarelas
-escondidas y que no extendieron hasta no ver acercarse al enemigo-.
Fue así como al observar que llegaban los sarracenos a orillas de
Tordesillas, colocaron los pasos y volvieron a tirar más toros hacia
ellos. Además, como habían tenido más tiempo y menos que
ocultar en esta ocasión; lograron levantar puentes de madera con
tal tamaño, que los caballistas podían guiar ya las manadas de
morlacos casi hasta la misma orilla contraria -regresando los
jinetes de inmediato, para hacerse con más vacadas y echarlas otra
vez hacia aquellos-.
SOBRE
ESTAS LINEAS Y ABAJO:
Dos
fotos más de Simancas.
Arriba,
el alto de la villa, tal como vemos cuando comenzamos a cruzar el río
en la dirección que intentaron hacer los de Abderamán -desde el
puente viejo-.
Abajo,
vista de la población desde el llano donde se situaron los
cordobeses; antes de acceder a las orillas del Pisuerga.
AL
LADO Y ABAJO:
El Duero a su paso por Tordesillas. Junto a estas lineas, la zona
después del puente del la vega.
Como podemos observar en esta parte del río se acumulan arenas y la
profundidad del Duero es menor; pudiendo ponerse allí pasarelas en
época medieval.
En la foto inferior, el puente de bajada a la Vega del Duero, por
donde corrían hasta hace pocos años el famoso Toro de la Vega
(seguramente en recuerdo de estos torneos y luchas en “la marca”
durante La Reconquista).
.
.
Dice la historia que en total les
soltaron más de mil doscientas cabezas de ganado en cada punto; cien
docenas en Tordesillas y otras tantas en Simancas (la mayoría
bravas). Todo lo que hicieron durante una mañana, pues antes de que
fuera medio día los cordobeses ya habían huido de las márgenes del
río. Viendo como su zona estaba poblada de bestias feroces, que
a todos embestían y a nada obedecían. Allí perdían las horas para
llegar a matar un solo morlaco, que se escapaba entre las zarzas y
los árboles, atropellando a todo el que se pusiera en su camino. Y
mientras intentaban acabar a lanzazos con aquellos invencibles
enemigos, los toros derribaban o mataban a los mejores caballos y a
los más fieros caballeros califales. Pues los castellanos hasta
habían adiestrado a muchas reses en “su querencia y resabio”. Ya
que días antes de soltarlos, habrían enseñado a las bestias a
embestir; toreando previamente a los astados más grandes, para que
aprendieran y desarrollasen en el instinto de atacar. Porque como
es sabido, todo morlaco “resabiado” es doblemente peligroso.
Y así fue como muchos de los que se prepararon para llevarlos hasta
los puentes y arrojarlos contra el enemigo. Durante los días
previos, se habían entretenido en rejonearlos e incitarlos al
embiste; “llamando torneo” a ese toreo a caballo” que
ejecutaban con enorme maestría los caballeros de las zonas cercanas
a este paso del Duero. En especial los de Santibáñez de Mota, los
de Wamba, Tiedra, Toro, San Román de Hornija, Tordesillas y Simancas
-de ello que los sarracenos quisieran humillar a tan valerosos
caballeros, pidiendo la entrega de doncellas en estas poblaciones-
(26) .
.
Los destrozos que iban haciendo
aquellas vacadas sobre las huestes califales eran terribles y pese a
ello, los valientes soldados de Abderramán no se rendían ante
aquellos miles de uros soltados desde Tordesillas y Simancas. Muy
al contrario, incluso decidieron pasar el Duero por la zona que
ellos llamaba de los Godos (Gotoro; la actual ciudad de Toro)
deseando llegar hasta el mismo León y dar un escarmiento a los reyes
cristianos. Así tomaron dirección al Oeste bordeando el Duero,
aunque tras haber avanzado una legua y media (unos diez
kilómetros), al llegar al pueblo llamado Pollos, dijeron algunos
andalusíes sentirse ya como gallinas -de allí el nombre de esta
población, según dice el manuscrito de Tuy- (27)
. Pues a la altura de este punto próximo a San Román de Hornija
y Castronuño; no solo se encontraron pasarelas por las que les
lanzaban reses bravas. Sino vieron todo aquel campo poblado de
vacadas salvajes. Manadas de astados tan bravos como altos y que
por allí pacían a sus anchas; habiendo centenares de morlacos
también en el otro lado del río, los que iban manejando muchos
mayorales castellanos, con tanto acierto como virtud.
IMAGEN
ARRIBA Y ABAJO:
De
nuevo, zona
de los puentes del Pisuerga en Simancas (foto superior) y el Duero en
Tordesillas (bajo estas lineas). En
ambos casos podemos observar que
existe frente a estas ciudades un “paso” fluvial, que permitiría
realizar pasarelas, todo lo que sería un elemento de riesgo en los
tiempos de la Reconquista; cuando
la marca de frontera se pone por Alfonso III en este punto (hacia el
910). En tal situación,
la defensa con toros hubo de ser la mejor forma de “vigilancia”
de estas márgenes del río. Todo lo que explica la “especial
afición” por la tauromaquia y los encierros en esta zona de la
Ribera del Duero.
Al LADO Y ABAJO: Otras dos fotografías del río a su paso por Tordesillas. Junto a estas lineas podemos ver cómo el Duero, antes de llegar a esta ciudad, contiene un amplio caudal (aunque luego se reduce). En la foto inferior, tenemos la subida al puente de la Vega, por donde bajaban al toro antaño. En la imagen vemos una señal que indica aquella vía como perteneciente a una Cañada Real. Caminos de la trashumancia de origen neolítico, que dieron lugar a las vías de mercado y transporte de ganado durante la Edad del Bronce y del Hierro Peninsular. Pasando a ser finalmente el trazado de la mayoría de las calzadas romanas. Esas Cañadas Reales se convirtieron en los posteriores caminos durante la Edad Media (especialmente los de La Mesta), y fueron heredados como rutas principales ya en la Edad Moderna. Llegando hasta nosotros como el trazados de muchas de las carreteras, durante el siglo XX (de ello que el eje Tordesillas, sea uno de los más importantes para las vías de España).
Narra el manuscrito que seguimos, el
modo en que los mencionados caballistas castellanos, ayudados por
gentes a pie; conseguían que nunca les embistieran a ellos las reses
y que avanzasen hacia el enemigo. Sabiéndolos manejar con tal
acierto, que lograban mandar a esas bestias salvajes pasar al otro
lado, justamente por donde los sarracenos querían hacerlo. Guiando a
la perfección el ganado salvaje hacia los puentes levantados y por
las zonas en donde el Duero tenía menor profundidad (28)
. De tal manera, desde Pollos a San Román, los
morlacos seguían cruzando el cauce, precisamente por donde
intentaban los cordobeses entrar a Castilla. Por todo ello, los
valientes de Abderramán III ya sentían tanto miedo de pasar al otro
lado que “temblaban como pollos” (…) “allende en Pollos y de
allí su nombre” -dice textualmente el manuscrito-. Pues el otro
lado del río se veía poblado por los peligrosos animales que los
mayorales y los caballeros manejaban a sus anchas.
.
Finalmente los cordobeses se
retiraron de allí, abandonando el este lugar del Duero frente a San
Román y que por ello fue llamado luego Villafranca (29)
. Dirigiéndose de nuevo hacia el Oeste, bordeando el
río; para realizar un último intento de incursión. Pretendiendo
penetrar a Castilla subiendo por los barrancos de Toro (sitos a
otra legua y media más -a unos diez kilómetros-), pero antes de
que llegaran a este destino fueron recibidos del mismo modo por las
gentes del otro lado del Duero. Así, viéndose de nuevo rodeados de
bestias feroces que no podían dominar ni superar; decidieron
finalmente regresar hacia Portillo, o bien buscar la retirada si
no encontraban al califa y a su ejército en aquel altozano -donde se
habían establecido durante todo el mes de julio-. En ello, pronto
les llegó un emisario que les ordenó no ir hacia Portillo, ya
que los vallisoletanos habían avanzado hasta ese punto; advirtiendo
que Abderramán iba ya marchando hacia tierras de Segovia, para
intentar regresar desde allí a Córdoba (a través de Gormaz o
por Medinaceli).
SOBRE
ESTAS LINEAS Y AL LADO:
Arriba,
mapa de las incursiones de Abderramán III, del 3 al 4 de agosto de
939 -según el manuscrito de Tuy-.
En verde, el lugar donde se establece durante julio (Portillo),
desafiando a los cristianos. En amarillo, los ataques durante los
días 1 al 4. En azul, zonas de rechazo (con toros) y el intento de
los soldados califales por internarse en tierras castellanas, tras
ser reprimidos en Simancas. Habiendo procurado pasar el Duero,
primero por Tordesillas y luego por zonas cercanas a Toro -según
dicta el manuscrito de Tuy-. En morado, la retirada de Abderramán,
junto a Portillo y la de sus ejércitos, tras la derrota de los
barrancos (la victoria de Fernán Gónzalez en Al-héndiga, en los
textos medievales). Junto
a estas lineas, un dirham del califa de Córdoba.
ARRIBA
Y AL LADO:
En la foto superior, ganado bravo suelto, tal como pace actualmente
en las cercanías del Duero, junto a Castro Nuño
(población que vemos al fondo).
Al nuestro lado, cartel de anuncio con las próximas corridas de
recortadores en Íscar (muy
cerca de Portillo y de Cuéllar). La
tradición de toreo a pie y a caballo debemos remontarla a estas
lides y a las batallas que libraron con ese ardid los íberos
(primero) y más tarde los habitantes autóctonos -durante la Edad
Media-. Al
parecer, la última referencia existente de una defensa hecha con
“hordas de toros” manejados por población civil; se documenta en
las Islas Terceras (situadas junto a las Azores). Donde los lusitanos
que las habitaban se negaban a que los barcos de Felipe II
desembarcasen, tras haber sido elegido aquel monarca rey de Portugal
(coronado como Felipe IV, tras la muerte de su sobrino Sebastián de
Avis).
ARRIBA
Y AL LADO:
Sobre
estas lineas, los
campos de Castronuño (población que se observa en el horizonte). Al
lado, el Duero desde las zonas del valle de Castronuño, camino de
Pollos.
.
.
6º
(IV) – DE LA DERROTA DEL REY ANDALUSÍ QUE DEDICÓ EL RESTO DE SU
VIDA A LAS ARTES:
.
Termina
narrando el manuscrito tudense el modo en que huyeron del Duero las
huestes y el califa. Unos, retrocediendo directamente desde Simancas,
para acompañar y proteger a Abderramán en su vuelta. Y los demás,
tras intentar pasar el río por varios puntos, sin lograrlo. Así se
separaron en dos los ejércitos los cordobeses, en el valle del
Pisuerga y una parte se retiró tan pronto como pudo desde Simancas;
dirigiéndose hacia Cuéllar, con la intención de llegar desde allí
a Gormaz (la gran fortaleza califal sobre el Duero). Aunque en
las cercanías de esta ciudad segoviana les estaban esperando los
Aquilianos; mozárabes -de procedencia tordesillana- y a quienes
ya había advertido Ludovico el Chico. Por lo que aquellos cristianos
que vivían en territorio de condominio árabe, se habían hecho
igualmente con multitud de cabezas de ganado salvaje. Encerrándolos
en cercados y colocándolos en las cercanías de los caminos
principales hacia Cuéllar.
.
Cuenta
el cronicón cómo cuando les dieron aviso de que Abderramán y
los suyos volvían de regreso usando las vías próximas a su pueblo;
aquellos “alquilianos” comenzaron a soltar secretamente los
uros que habían preparado. De los que se dice eran al menos
sesenta docenas (más de seiscientos) y que dejaron a sus anchas en
las proximidades de las vías que iban a cruzar los cordobeses.
Luego, corriéndolos junto a otros mozos de Cuéllar; los fueron
llevando hacia los andalusíes. Quienes inesperadamente se
encontraron con estas manadas gobernadas por algunos valientes
mozárabes. Debiendo huir las huestes califales igualmente de la
zona, cambiando su rumbo; al pensar que desde allí también les
podrían soltar muchos más toros salvajes.
.
ABAJO:
Vista
del castillo de Cuéllar, donde narra la leyenda fue cortada la
retirada de los cordobeses, echando sobre ellos toros bravos. En
este pueblo dice el texto de Tuy que se corren los encierros desde
tiempos de la batalla de Simancas, porque se instituyeron como
entrenamiento para evitar que les invadieran; sabiendo los mozos
dirigir y lanzar toros contra todo aquel que intentase entrar en la
población.
Acerca de la antigüedad de los encierros en Cuéllar
ver cita (29b)
donde
recogemos
las palabras de Juan del Águila, que nos dice como: “En
1215, siendo obispo de Segovia Geraldo, se realizó un sínodo ya que
el episcopado tenía problemas con los laicos y eclesiásticos
de algunas circunscripciones de la diócesis, concretamente
con la de Cuéllar, Coca, Sepúlveda y Pedraza.
El sínodo dicta una serie de artículos que regulan la vida y el
comportamiento del clero; en concreto el
quinto artículo prohíbe a los clérigos que jueguen a los dados y
asistan a juegos de toros”.
.
Sobre este episodio, añade el texto de Tuy que muchos de aquellos valerosos corredores que dirigieron los morlacos contra las hordas del califa, fueron apresados y muertos por los enemigos. Quienes en su rabia de no poder acabar con los uros silvestres, arremetieron y persiguieron a los jóvenes que los habían guiado hacia ellos. Por todo cuanto escribe el texto tudense, que se instituyeron allí los encierros, en memoria de aquellos y para honrar a esos valerosos el día de su patrona. Aunque también comenta, que sobre todo se hacían aquellas corridas, para entrenar a los lugareños a llevar reses y a gobernarlas. Evitando así que nadie pudiera dañar la ciudad (fuera moro o cristiano), logrando con ello que no se atrevieran a entrar extraños en Cuéllar; temiendo siempre a los mozos de ese lugar y al arte que tenían para manejar las más peligrosas reses.
Sobre este episodio, añade el texto de Tuy que muchos de aquellos valerosos corredores que dirigieron los morlacos contra las hordas del califa, fueron apresados y muertos por los enemigos. Quienes en su rabia de no poder acabar con los uros silvestres, arremetieron y persiguieron a los jóvenes que los habían guiado hacia ellos. Por todo cuanto escribe el texto tudense, que se instituyeron allí los encierros, en memoria de aquellos y para honrar a esos valerosos el día de su patrona. Aunque también comenta, que sobre todo se hacían aquellas corridas, para entrenar a los lugareños a llevar reses y a gobernarlas. Evitando así que nadie pudiera dañar la ciudad (fuera moro o cristiano), logrando con ello que no se atrevieran a entrar extraños en Cuéllar; temiendo siempre a los mozos de ese lugar y al arte que tenían para manejar las más peligrosas reses.
.
Unos
encierros de Cuéllar, de los que sabemos son los más antiguos
del territorio y de los que según comenta el manuscrito que resumo,
fueron instituidos en memoria de quienes ayudaron tras la batalla de
Simancas. Pero sobre todo para entrenar a la población, con el fin
de que supieran manejar vacadas silvestres y echarlas contra posibles
enemigos. Una fórmula de defensa muy eficaz por entonces, pero que
acabaría con la aparición y difusión de las armas de fuego (tras
el siglo XVI y XVII); cuando los ejércitos tenían ya arcabuces y
mosquetes capaces de acabar con un uro de un disparo.
.
Asimismo
sigue el escrito de Tuy narrando como la otra parte del ejército
sarraceno, decidía volverse tan solo dos días más tarde,
haciéndolo desde Toro. Intentando regresar a Córdoba también por
Medinaceli o por Gormaz. Aunque al saber del ataque con hordas de
toros recibido en Cuéllar por los que acompañaban a Abderramán;
propusieron cambiar la ruta marcada. Así desistieron en seguir
cuanto los emisarios del emir aconsejaban y directamente bajaron
hacia Santa María de Nieva. Pero allí también Ludovico el Chico
había puesto en guardia a los mozárabes, para que no les
dejasen entrar. Pues sabiendo que los cordobeses regresarían de
seguro vencidos, les advirtió de que cometerían todas las
atrocidades que comúnmente realizaban mientras se retiraban, tras
una derrota. Siendo así, los amigos de ese motano Ludovico Levy,
prepararon también muchas docenas de toros, que guardaron en
cercados y que soltaron al ver de lejos al ejército califal.
Empujándolos hacia ellos con silbidos y con el manejo de los mansos;
mientras algunos también corrían ante aquellos, para animar a las
reses bravas que se abalanzasen sobre los enemigos. Allí, se
vieron obligados los cordobeses a retroceder y a marchar hacia donde
no querían, llegando hasta tierras de Osma. Donde se sabe que el
conde Fernán Gónzalez tenía preparado sus ejércitos, para
hacerles caer en la última trampa y cercarles en el barranco de
Calatañazor.
ARRIBA
Y AL LADO:
Dos
escenas
taurinas en el claustro románico de Santa Ma. De Nieva.
En la primera (arriba) parece que vemos a un
individuo cazando toros valiéndose de un perro. En la segunda, un
hombre se esconde y burla un morlaco, metiéndose entre los
matorrales. Podemos
observar cómo tras la enorme res, se representa “el árbol de la
vida”; seguramente simbolizando el poder genésico de este totem;
un bóvido salvaje que significaba la fertilidad, la masculinidad y
la valentía.
.
ABAJO:
Suelta
de toros en Mota del Marques a comienzos de Septiembre (para celebrar
La Patrona). Narra el texto tudense que tras la llegada de los siete
de Santibáñez, instituyeron en esta población una fiesta para
rememorar la victoria en Simancas, lanzando reses bravas contra los
enemigos. Aún
se sigue celebrando esa festividad, en fechas próximas al día de la
Virgen de Castellanos (hacia el 8 de Septiembre). En la imagen vemos
a varios motanos toreando las vacas, mientras al fondo un japonés
que asistió a las fiestas, ensaya este arte. De ello el gesto de los
dos chicos que en primer término, en la fotografía.
Sigue
el texto de Tuy mencionando cómo para los andalusíes las
pérdidas de hombres y de armas fueron inimaginables; hasta el mismo
Abderramán estuvo a punto de morir varias veces aquel día cuarto de
batalla. Habiendo peligrado su vida en los encuentros entre
hombres y toros, donde los animales provocaban tal incertidumbre a
los soldados; que muchos de ellos preferían correr y desobedecer a
sus mandos, antes que enfrentarse a una manada de estos uros
salvajes. Finalmente, el califa logró llegar a Córdoba y cuando
lo hizo vio con sorpresa que algunos de los generales que había
mandado hacia Toro, para a pasar el Duero, estaban ya allí. Pues
antes de caer en la trampa de Calatañazor, hubo quienes lograron
zafarse de los ataques en la retaguardia, gracias a unas mujeres
que encontraron en una posada -a mitad de camino; entre Santa Ma. de
Nieva y Septembúlica-. Al huir por un lugar llamado Burgomillodo,
donde habitaban unas meretrices que a cambio de dinero, ayudaron a
pasar a esos andalusíes que escapaban de Fernán González. Por
ello, la montaña por donde les liberaron se llamó “Guarradama”;
aunque más tarde y por lo grosero del caso, pasaron a decirle este
puerto segoviano, el de “Guadarrama” (29)
.
.
Así
fue como Abderramán, no pudiendo soportar aquella derrota,
decidió juzgar a estos mandos que regresaron a Córdoba; entre los
que se encontraban sus mejores generales. Y tras ordenar su pronta
ejecución; jamás volvió a ocuparse de guerras, ni quiso pisar un
campo de batalla (30) .
Sufriendo desde entonces etapas de melancolía y de enorme tristeza;
que se sabe, suplía bebiendo vinos (todo lo que era considerado una
afrenta por muchos de sus súbditos). Pese
a ello, consiguió convertirse en uno de los monarcas más cultos e
inteligentes que han gobernado nuestras tierras. Diciendo el
manuscrito de Tuy, que habiendo visto las artes que los cristianos
realizaban con los toros, instituyó en Sevilla un batallón de
nobles a caballo; para que practicasen y aprendieran a guerrear con
reses bravas, del mismo modo que había visto hacer en el Duero. Y
que de allí nacerían las maestranzas, donde los caballeros
andaluces aprendieron siempre el arte del rejoneo como forma de
entrenar para la guerras. Finalmente, sabemos como cierto, que
Abderramán III decidió dedicarse a las artes y a crear uno de los
palacios más bellos que hubo en nuestras tierras: Medina al Zahara.
Una maravilla del arte andalusí que tristemente fue destruida por
los cristianos cuando ocuparon Córdoba.
ARRIBA
Y AL LADO:
Montaje de varias fotos donde podemos observar lo que se divisa desde
al alto de Portillo. Un altozano que permite ver centenares de miles
de hectáreas y vigilar hasta más allá de cien kilómetros a la
redonda. Al lado, cartel con algunos pueblos que rodean y se ven
desde Portillo,
tal como se exhibe en la torre el su castillo (agradecemos al
ayuntamiento e institución que mantiene el castillo de Portillo, nos
permita divulgar la imagen de este cartel).
.
El texto
tudense termina hablando acerca de los “siete de Mota”,
narrando que aquel jefe de las mesnadas llamado Indalecio Doménico
(apodado Macho), finalmente contrajo nupcias con su amada -la bella
novicia de las clarisas-. Del mismo modo, Ludovico el Chico pudo
casarse con aquella otra bella doncella, que había traído de los
lejanos mares. Mencionando también que los siete fueron recibidos
como héroes a su regreso de Simancas, tras haber logrando salvar a
las mujeres del destino de entrega a los andalusíes. Instituyéndose
así en Santibáñez de Mota una fiesta que se celebra cada primera
semana de septiembre y que consiste en correr toros para rendir
memoria de todos ellos.
.
Narra para
finalizar que aquel zamorano al que llamaban Macho (Indalecio
Doménico) logró ser infanzón y que con los galones obtenidos
tras la batalla de Simancas regresó a su tierra. Donde pudo
invitar a establecerse en la zona de Santibáñez -bien
conquistada y bien protegida- a la órden de caballeros a la que
pertenecía (sin mencionar nombre alguno de institución, que por
su antigüedad sería previa al Temple y a San Juan). Siendo así
como llegaron desde Zamora los caballeros que fueron repoblando este
área del Duero, que instituyeron uno de sus principales prioratos en
Wamba (31) . Al
estar allí la tumba del rey godo y por verse rodeada de tierras tan
ricas como fértiles.
.
Concluye por
último el manuscrito tudense, narrando cómo este zamorano llamado
Indalecio Domenico (Macho) realizó el camino de Santiago para
agradecer al apóstol la victoria. Llegando también a Tuy y
regalando al final de la peregrinación una cabeza de toro hecha
en piedra, a la primera parroquia de la ruta jacobéa sita junto a su
pueblo. Un presente que hizo a la iglesia de Mombuey para rememorar
los milagrosos toritos del llano de Santiago; donde colgaron esa
testa de uro en la entrada del templo, tal como se hacía en
Villalcampo (de donde sabemos era originario Macho). Aunque al
reformar esta iglesia dos siglos más tarde, los caballeros
templarios quisieron ponerla en lo más alto, y por ello ese torico
sigue colocado en la torre del campanario de Mombuey. Escribiendo el
manuscrito tudense para terminar, que aquellos mismos caballeros del
Temple, también pagaron y mandaron poner otro capitel -a su imagen y
semejanza- en la catedral de Tuy. Entregando a su vez a esta Seo, una
copia del cronicón que hemos leído y resumido.
ARRIBA
Y AL LADO:
Sobre estas lineas, el capitel del que habla el texto tudense, en el
interior de la catedral (agradecemos
a la catedral de Tuy nos permita divulgar la imagen). Al
lado, el campanario de Mombuey, con la cabeza de toro de la que habla
el texto.
ARRIBA
Y AL LADO:
Dos
fotografías
del interior de la iglesia de Wamba;
que fue tumba de Recesvinto y lugar donde se proclamó -y quizás se
enterró- el rey godo de igual nombre (agradecemos a esta parroquia
nos permita divulgar nuestras imágenes).
Arriba,
una columna en la salida hacia el claustro (hoy
destruído), de
posible origen visigodo.
Su desgaste y estilo nos hace pensar que pueda ser un resto de la
época de los reyes godos.
Al
lado,
lápida con una cruz de tipo asturiana, fechada en el siglo X (en la
época de la batalla de Simancas). La tipología de esta cruz y su
datación hace posible que se colocara en esta iglesia de Wamba para
conmemorar la victoria sobre Abderramán III.
.
AL LADO Y ABAJO: Otras dos fotos del interior de la iglesia de Wamba (de nuevo agradecemos a esta parroquia nos permita divulgar nuestras imágenes).
A la izquierda, un capitel también del siglo X (igualmente en la cabecera de la iglesia); todo lo que indica que en esta época de la batalla de Simancas hubo reformas y mejoras en el templo.
Abajo, imagen de la espectacular arcada mozárabe en el interior de la iglesia; contemporánea a la etapa de la que hablamos.
AL LADO Y ABAJO: Otras dos fotos del interior de la iglesia de Wamba (de nuevo agradecemos a esta parroquia nos permita divulgar nuestras imágenes).
A la izquierda, un capitel también del siglo X (igualmente en la cabecera de la iglesia); todo lo que indica que en esta época de la batalla de Simancas hubo reformas y mejoras en el templo.
Abajo, imagen de la espectacular arcada mozárabe en el interior de la iglesia; contemporánea a la etapa de la que hablamos.
D)
CONCLUSIONES AL MANUSCRITO DE TUY:
.
El
“cronicón” tudense que hemos recogido y resumido, sin duda
alguna es un texto apócrifo y ajeno a la época de la que nos habla
-muy posterior a la datación que desea mostrar-. Aunque al mencionar
hechos como el de la cabeza del toro en Mombuey, o al hablar de los
templarios y del capitel de la catedral de Tuy; desea hacernos ver
que el texto fuera una posible compilación de obras perdidas,
escritas por el obispo Lucas (“el tudense”). Cuyos
textos sobre el pago de doncellas a los sarracenos sabemos que datan
del siglo XIII. Pero nada hay de coetáneo a Lucas de Tuy, en
cuanto este manuscrito narra. Tanto es así, que yo me atrevería
a fecharlo en época romántica, sino fuera porque a mi entender
habría que considerarlo una obra ecléctica muy posterior. Pese a
ello, no es un texto que carezca de interés, ni mucho menos una
crónica sin documentación; pues cuanto va relatando está
perfectamente descrito y documentado -cargado de datos y referencias
históricas bien concordadas-. Tanto es así, que a continuación
vamos a resumir y a tratar de las aportaciones que este manuscrito de
Tuy pueda ofrecernos -ordenadas conforme cuanto narra- :
.
a)
Acerca del pago de las doncellas en Simancas:
.
No
cabe la menor duda de que los análisis y fechas que aporta son bien
ciertos; al situar los hechos en tiempos de Abderramán III. Pues la
leyenda de “Las famosas Asturianas” comúnmente se ambienta en la
época de Abderramán II y Ramiro I; sin fundamento histórico. Al
no haber dato alguno para considerar que estos dos reyes se
enfrentasen en Simancas: ni menos, para creer que durante el mandato
del asturleonés, hubo obligación de pago de doncellas. Siendo
así, es mucho más lógico pensar que la historia de las siete hijas
de esa villa, parte de la batalla de Simancas. Cuando Abderramán III
se postró en Portillo, con más de doscientos mil hombres bien
armados, para amedrentar a los castellanos. Exigiéndoles pleitesía,
junto al pago de todo tipo de tributo, so pena de sufrir una de las
peores razzias que su tierra había conocido. Por todo ello, la
ambientación en época de Ramiro II parece mucho más cierta que la
comúnmente fechada en los años de Ramiro I; un rey que ni luchó en
aquella ciudad vallisoletana, ni tenía situada “la marca” más
allá del río Órbigo.
.
Por
su parte, la inclusión de otras seis poblaciones también obligadas
al pago (además de Simancas), es consecuencia directa de la leyenda;
que narra cómo debían entregarse cien mujeres, cincuenta con linaje
y cincuenta del pueblo. De lo hemos de suponer que siete urbes
fronterizas aportaban esas cuarenta y nueve hijas, a las que se
sumarían otras tantas, descendientes de caballeros. Faltando aún
otras dos doncellas, que seguramente se elegirían entre las prole de
altas nobles, emparentadas con la realeza y para ser casadas con
mandatarios andalusíes. Con este intercambio de mujeres, se
evitaban guerras y problemas entre ambos bandos; siendo el mestizaje
un hecho tan cierto, que si analizásemos el ADN de cualquier español
bien situado en etapa posterior a la Reconquista, no encontraríamos
aquel que no tuviera ancestros cristiano-musulmanes o judíos. Aunque
la Inquisición fomentará posteriormente aquella falsa categoría
del “Cristiano Viejo”, para distinguir a quienes supuestamente no
tenían antepasados de otras religiones. Un hecho ciertamente
imposible, en una España que se mezcló más que la Sudamérica
poscolombina (donde la gran mayoría llevan apellidos españoles).
Resultando aquella distinción del “cristiano viejo”, similar a
la que actualmente proclaman algunos en este Continente, declarándose
“indígenas puros” y precoloniales. Con lo que quieren
diferenciarse muchos en Iberoamérica, para afirmar que son ellos los
verdaderos dueños de esa tierra; mientras todo descendiente de
español o europeo, eran simples invasores.
SOBRE
Y JUNTO A ESTAS LINEAS:
Arriba,
dibujo mío de un capitel del siglo XV; sito en el palacio de los
condes de Requena,
en la ciudad de Toro. En este
se recrea una corrida de toros. Como
podemos observar, a nuestra derecha vemos el morlaco, sobre un hombre
moribundo o corneado; frente a este, otro que lleva un estoque y un
gran capote (sujetado por una mano, a modo de muleta). Tras aquel, un
segundo y tercer personaje parece que invitan a un caballero sobre su
montura, para que pase a luchar contra el astado -a nuestra
izquierda-.
Al lado,
portada
del interesantísimo libro de Gonzalo Santonja “Por los albores del
toreo a pie”, donde vemos el mismo capitel (en foto). A
continuación tratamos acerca de los comienzos del toreo y de su
relación con estas batallas de iberos e hispanorromanos; que se
produjeron hasta en La Reconquista. Pues al llegar la Edad Moderna y
las armas de fuego, ya los astados no resultarían un “arma”
eficaz para defenderse.
.
.
b)
Acerca del toreo; de su significado y sus comienzos en las batallas
con “ejércitos” de uros:
.
Sin
duda alguna, lo más interesante que podemos leer en el texto que
hemos analizado, concierne a los albores del toreo, junto al
simbolismo y sentido que pudo tener el rejoneo o el manejo de reses
bravas a pie. Todo lo que se explica desde un punto de vista militar
y estratégico; sabiendo que aquellos que fueran capaces de dominar
al toro, podrían usarlo para evitar que extraños entrasen en su
territorio (lanzándolos contra el enemigo, cuando este
pretendiera allanar sus tierras). Un tipo de defensa y de lucha, que
personalmente llevo estudiando desde hace más de treinta años
-concretamente desde 1982, cuando hice mi Servicio Militar en
Sevilla, donde entretuve mi tiempo libre documentándome sobre
tauromaquia-. Treinta y cinco años durante los que he defendiendo
cómo ya se llevarían a cabo este tipo de batallas en la Creta de
la Edad del Bronce; al menos desde el Minóico Protopalacial
(después del 1900 a.C.) y sobre todo en el Palacial (tras el siglo
XVI a.C.). Etapa a la que pertenecen palacios como los de Cnossos o
Faistos, donde se han hallado multitud de frescos y esculturas que
representan a jóvenes saltando sobre morlacos o jugando con el toro
-del mismo modo que hacen hoy en día los recortadores-.
.
Estas
pinturas y figuras palaciales cretenses -de
mediados del segundo milenio a.C.- nos recuerdan
“demasiado” las artes del toreo a pie. Unas escenas de
tauromaquia que asimismo podremos ver en cientos de jarros
cerámicos, joyas, sellos, piezas de metal y en infinidad de obras
artísticas minóicas, donde el toro es el protagonista. Siendo
la forma y tipología del bos allí representado, casi igual a la del
toro bravo hispano (o de lidia). Todo lo que nos habla -a mi
juicio- de cómo posiblemente, aquellos minóicos que buscaban
cobre y estaño en los yacimientos de la Iberia; y que sabemos,
arribaron a nuestras costas durante el segundo milenio a.C.. Quizás
enseñaron el arte de la defensa con toros a los habitantes
autóctonos peninsulares, importando incluso su tipo de bos salvaje.
Trayendo hasta nuestras tierras un toro igual al minóico: Musculado,
de testa grande pero de alza corta, fuerte y asilvestrado; pero con
una tipo encaste que le capacita para ser toreado y dirigido por el
hombre -rasgos que apenas otros bovinos tienen-. Pudiendo haber sido
importado ese bos desde Creta, para criarlo en Iberia y
posteriormente en islas -como las Baleares-. Con el fin de
que otros navegantes no desembarcasen en tierras tan ricas en oro,
plata, estaño y cobre; como lo fueron las nuestras hace tres y
cuatro mil años.
.
Ya
que -a mi juicio- el uso de morlacos silvestres para proteger las
costas, hubo de ser el más sencillo sistema de defensa; al menos
durante la Edad de Bronce y hasta que no aparecieron los grandes
ejércitos armados con hierro. Un hecho que enseña la razón de los
juegos minóicos con el toro; pero que sobre todo explicaría por qué
las ciudades cretenses de esta época no tienen murallas, aunque
están construidas con un urbanismo laberíntico. Un laberinto que
-como el de Cnossos o el de Faistos-, debían recorrer y superar
todos los enemigos que desearan entrar en las urbes de Creta así
defendidas. Necesitando salvar y luchar contra los toros soltados
por las gentes que habitaban esas urbes laberínticas; quienes
asimismo tendrían mayorales y “toreros” capaces de gobernar y
recoger los astados, cuando el enemigo abandonara la idea de invadir.
De tal modo, quienes quisieran atacar a los cretenses, antes de
lograr conquistar los baluartes minóicos; deberían cruzar las
diferentes barreras de morlacos que los lugareños dispondrían (en
cercados junto a las playas y costas, en los caminos y dentro de las
mismas ciudades o palacios). Siendo esta mi teoría acerca del
origen del toreo en el Egeo y en Iberia. Unos hechos de los que si
duda nos habla el mito del Minotauro con su laberinto; del que tan
solo Teseo logró salir vivo (tras matar al toro de Minos)
SOBRE
Y JUNTO A ESTAS LINEAS:
Arriba
y al lado, dos ejemplos de “recortes o de toreo a la cretense”.
En la foto superior, anillo llamado de Teseo (micénico, del siglo XV
a.C.); hallado
en Palka, Atenas -propiedad del Museo Arqueológico de Atenas; al que
agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Al
lado, dibujo mío con un sello de engaste
minóico; donde se representa también una “Taurokathapsia”
(tauromaquia en la que se atrapa y se salta sobre el morlaco -tal
como aún hacen los recortadores y los foçados portugueses-).
Este anillo se encuentra en las vitrinas del Museo de Heraklion, y al
igual que la cabeza de toro en
bronce con oro que vemos bajo estas lineas, pertenecen al periodo
palacial (hacia el siglo XIV a.C.) -agradecemos
al Heraklion Archeological Museum nos permita divulgar nuestra
imagen-. La testa de morlaco
cretense en imagen, presenta todas las características del astado
español de lidia: Cornamenta
larga y astifina, frente ancha y testud cuadrada, morro corto, orejas
pequeñas, morrillo fuerte y graso, cuello muy musculado (como debía
ser el resto de cuerpo, que por la apariencia no parece tampoco de
una res muy alta).
Pero
continuando con lo expuesto y sin necesidad de retrotraernos tres o
cuatro mil años; una vez visto que los reyes iberos también usaban
este método de batallar (lanzando reses contra el enemigo). Nos será
fácil entender cómo ese tipo de luchas y defensa había permanecido
entre los hispanos. Quienes durante la etapa de paz romana tan solo
jugarían con el toro en los coliseos y en los circos, de un modo
semejante como hoy se hace en las plazas. Acerca de los juegos
grecorromanos con el astado tiene varios estudios interesantísmos
Cristina Delgado Linacero (32) .
Pese a ello, es mi teoría que en Hispania el bos silvestre no se
usó tan solo para la caza o en los espectáculos circenses -tal
como ocurría en Grecia o en Roma-. Pues Iberia no fue del
todo un lugar muy seguro (siquiera después de la conquista
romana). Por lo que a mi juicio, conservaban ganado bravo en las
dehesas, mezclado con el manso; para evitar robos y la llegada de
cuatreros (que se sabe era una de las profesiones más apreciadas
por los iberos -tanto que Viriato se dedicaba “al noble arte” de
afanar toros-). Por lo que estos iberos -luego hispanos-, tan
doctos en robar las vacas como en guardarlas y guiarlas; debieron
desarrollar ya desde los comienzos de su civilización las artes de
guiar, “quebrar” y torear las reses salvajes.
.
De
tal modo se comprende por qué las tierras hispanas permanecieron
plenas de bos silvestres, que no fueron descastadas ni aniquilados,
como se hizo en el resto del Mediterráneo. Debido a ello, siglos
más tarde y tras la caída de Roma, siguieron conservándose los
uros en los bosques peninsulares. Sobre todo con la llegada de los
visigodos, al ser la caza de
estos toros salvajes un deporte muy amado por los germanos y godos
(33) . Así, los del
reino visigodo de Toledo se entretendrían en ese arte cinegético,
tan apreciado por sus ancestros. Todo lo que explicaría que la zona
de Toro y los montes Torozos estuviera repleta de ganado asilvestrado
o salvaje. Por lo que el área se llamó primero, monte y ciudad
“de los Gotoros” (“góticos”, por las fincas de recreo de los
monarcas visigodos); para más tarde pasar a denominase “de los
toros” o “torozos”. Cuando el recuerdo de los reyes godos que
aquí tuvieron sus villas, se sustituiría por el de las manadas de
astados que vivían en esta zona toresana.
.
Tal
como exponemos, parece evidente que la afición a la caza del uro
(entre los nobles de la Alta Edad Media) se iría sustituyendo por la
del toreo a pie y a caballo. Algo que sucede cuando se llevarían los
astados hasta cercados y cuando se comenzaron a lidiar reses
capturadas, en las cercanías de las poblaciones. Unos hechos que a
mi juicio iniciaron los militares, quienes sustituirían aquel
ejercicio de la caza, por este con el que podían entrenar al equino
para la guerra. Generando unas artes ecuestres de enorme valía, en
dónde se debía engañar y matar al morlaco, frente a la mirada de
todos. Un ejercicio que preparaba al caballo para la guerra y
adiestraba al caballero en su montura -tal como vemos en el rejoneo-.
De lo que finalmente se pasaría a aprender la tauromaquia montada
en las maestranzas y en los regimientos de caballería (como en
la de Valladolid, donde se amaestraba y luchaba con y contra, las
bestias). Pese a todo, el toreo a pie pertenecería al pueblo;
quienes como mayorales, corredores, recortadores y lidiadores
ofrecerían a los jinetes un apoyo inmensurable. Pues las reses
bravas solo pueden dirigirse a caballo, en campo abierto; porque
al entrar en las calles, son los mozos y los valientes de a pie los
que logran hacerse con ellos.
SOBRE
Y JUNTO A ESTAS LINEAS:
Arriba,
otro dibujo mío;
en este caso representando una misericordia
del coro de la catedral de Plasencia (de siglo XV), donde podemos ver
un torero asestando una estocada a
un morlaco, ayudado de un gran capote.
Al lado, cartel del año 2013 de las Fiestas de Portillo, con una
fotografía antigua. Donde
se observa cómo corrían antaño los encierros, subiendo la manada
casi en pleno campo, por la calle calzada que lleva al altozano. Una
escena que, sin lugar a dudas, podría recordarnos las antes
descritas en la leyenda que hemos recogido.
.
c)
Acerca de los toros en la Edad Media: Los estudios de Gonzalo
Santonja y Dolores C. Morales y Muñiz:
.
Todo
cuanto exponemos explicaría la sacralización del toro en España;
ya que hubo de ser uno de los mayores totems de ayuda para el pueblo.
Quienes pudieron defenderse sin necesitar ejércitos y valiéndose
tan solo de vacadas bien dirigidas. Por lo que durante el
tiempo de la Reconquista, el uso de reses silvestres hubo de ser el
método más sencillo y eficaz para atacar o protegerse. Lo que
explica que no haya una fiesta patronal donde no se corra una
vaquilla o se toree un buen morlaco.
.
Sobre ello, desearíamos recoger algunas palabras e ideas de expertos
sobre el toreo en el medievo.
Comenzando por Gonzalo Santonja Gómez-Agüero; quien en su
precioso libro POR LOS ALBORES DEL TOREO A PIE (34)
refiere:
.
“las
corridas de toros como tal se iniciaron mucho antes de lo que
tradicionalmente se han venido datando, no está equivocada ya que
existen evidencias tales como:
-Ya
en el siglo X en el reyno de León uno de sus monarcas provoca una
emboscada a uno de los enemigos al trono con un toro bravo, entonces
salvaje.
-En
un texto de Gonzalo de Berceo, una dueña hace un quite al toro «con
la falda del manto»: primer antecedente del capote.
-Ya
a mediados del siglo XII Rodrigo Pelayo deja en testamento a la
iglesia de Santa María de Wamba (Valladolid) «una tercera parte de
mis vacas bravas». Se convierte así en el primer ganadero de reses
bravas que conocemos.
-En
el Monasterio de Silos, en algunas de sus vigas, ya podemos encontrar
escenas con motivos taurinos: hay hombres a pie enfrentándose a los
toros, en una mano lleva un arma y en la otra una tela (s.XIV), es
decir, ya se usan las telas para engañar al toro.
-A
comienzos del XIII, las primeras pinturas taurómacas que hoy se
conocen, en la iglesia de Pumarejo, junto a Cuéllar.
-
En Silos, hay veintidos escenas de juegos taurinos, donde aparece un
matatoros a pie, con capote (los luchadores romanos nunca se
planteaban cambiar la embestida de las bestias).
-En
la catedral de Plasencia, en la sillería del coro, se puede
contemplar una imagen de un hombre matando a un toro. Y este hombre
está cruzándose, como lo entendemos hoy en día. Interesante.
-En
la capilla Barbazana de la catedral de Pamplona, un mancornador:
quizá, un homenaje a tareas vaqueras como los herraderos
-Ya
en el siglo XV se mataba de frente y por derecho, y cruzándose. Hay
representaciones y evidencias de ello (también en capilla Barbazana
de la catedral de Pamplona, sillería de la Universidad de Salamanca
y en el capitel del Palacio de los Condes de Requena; en Toro” .
-En
este escena de la sillería de la Universidad de Salamanca, vemos un
encierro tradicional; en la Catedral Nueva, un puyazo, un corredor
cogido, la preparación de la suerte suprema, una guardia de
lanceros...
-En
un capitel del Palacio de los Condes de Requena, en Toro, una
secuencia completa de la corrida, entre los siglos XV-XVI (se trata
de la pieza que presenta en la portada de su libro el autor).
-En
el Archivo de Simancas, un Memorial de Juan López de Velasco
certifica la pasión taurina, pese a las prohibiciones”. -SIC-
(35)
.
Entre
las menciones que hemos referido las que a continuación recojo
corroborarían cuanto hemos leído en esta leyenda.
Atendiendo a que: “en
el siglo X en el reyno de León uno de sus monarcas provoca una
emboscada a uno de los enemigos al trono con un toro bravo, entonces
salvaje” (...) “a mediados del siglo XII Rodrigo Pelayo deja en
testamento a la iglesia de Santa María de Wamba (Valladolid) «una
tercera parte de mis vacas bravas». Se convierte así en el primer
ganadero de reses bravas que conocemos” (...) “A comienzos del
XIII, las primeras pinturas taurómacas que hoy se conocen, en la
iglesia de Pumarejo, junto a Cuéllar” (...) “En un capitel del
Palacio de los Condes de Requena, en Toro, una secuencia completa de
la corrida, entre los siglos XV-XVI” (...) “En el Archivo de
Simancas, un Memorial de Juan López de Velasco certifica la pasión
taurina, pese a las prohibiciones”.
.
Todo
cuanto hemos leído en el libro de Gonzalo Santonja, refiere y
ratifica los ataques en el siglo X perpetrados por reyes cristianos,
echando toros sobre los andalusíes. Tanto como la existencia de
ganaderías bravas en Wamba -seguramente en recuerdo de los uros que
poblaban los torozos-. El establecimiento en Cuéllar de los
encierros más antiguos; y el hecho de que en la ciudad de Toro ya se
practicase la tauromaquia a pié en la Edad Media. El autor cita
finalmente a Simancas y los escritos que en sus archivos se guardan,
entre los que destaca alguno que describe la “pasión taurina”
hispana. Un elenco de datos sobre la España Medieval que recoge
mucho de lo visto anteriormente, en la leyenda transcrita.
IMÁGENES,
ARRIBA Y AL LADO: Japoneses “toreando”
en las fiestas de Nuestra Señora de Castellanos, en Mota del
Marqués. Arriba un pase hecho con el pañuelo; al lado, Tomoki
Ishizeki recibe el aplauso de los motanos tras hacer un recorte.
.
Finalmente,
también resumiremos cuanto otra experta escribe acerca del toreo en
la Edad Media; aportando Dolores Carmen Morales y Muñiz los
siguientes datos (36) :
“Las
fiestas con toros en la Edad Media hispana o ibérica – también
debe incluirse Portugal-
tiene dos versiones: las fiestas aristocráticas y las populares lo
que se denominaba correr
toros y de ambas tenemos ejemplo en el Madrid medieval (...) Los
juegos con toros eran muy populares, tanto como entretenimiento de
los pequeños como
deporte cinegético de los grandes, y no dejaron de celebrarse
durante toda la época medieval (...) Entonces, la fiesta
de los toros distaba mucho de parecerse a la actual. En la época
medieval se alanceaban toros a modo de
espectáculo caballeresco en íntima relación con
la caza o con la montería –y más
tarde coincidiendo con otros juegos como los de cañas-
pero también como parte del
entrenamiento militar. Siempre eran las
corridas la forma preferente
de celebrar acontecimientos desde la recepción de embajadores, las
victorias sobre
enemigos, las fiestas
religiosas, las bodas y bautizos reales, e incluso el festejo de la
obtención del título de doctor.
.
Argote
de Molina en su famoso tratado de la montería del
siglo XVI escribía que “correr y
montear toros en coso es costumbre en España de tiempo
antiquísimo” . El origen, por lo
tanto, es la caza de un animal, digamos en estado semisalvaje
o asilvestrado o
simplemente excitado que acomete ante la agresión. Igual que se
cazaban osos o
jabalíes, se cazaban toros constituyendo una actividad reservada
exclusivamente a
los nobles y descrita, para el caso del vecino Portugal, en tratados
de caza. Se producía esta
caza en campo abierto a caballo y con lanza para más tarde
evolucionar trasladándose la
actividad a cosos cerrados. De hecho la
primera corrida de la que hablan los cronistas
medievales resulta ser una montería.
Es el caso del primer espectáculo taurino oicial, esto
es, la famosa corrida de 1144 -Alfonso
VII de Castilla- en
donde se mataron toros, entre otros
animales, dentro de una montería. (...) Las
escenas taurinas son relativamente frecuentes en el arte medieval
sobre todo en las misericordias
de las sillerías de los coros de las catedrales – Toledo,
Plasencia, Sevilla, Barcelona,
Ciudad Rodrigo o León,- pero también hay escenas taurinas en
relieves, retablos,
ménsulas y artesonados cuyas escenas han provocado estudios muy
interesantes (Torres
Martínez, 1994) especulándose sobre el origen de las suertes de
una corrida actual –con
capas o diferentes armas que se asocian a banderillas, varas o la
suerte de mancornar-.
.
El
festejo taurino caballeresco medieval, por lo tanto, podría tener
más similitud con una
corrida de rejones que con el espectáculo actual,
dado que el toreo de a pie no es medieval
aun existiendo la figura de los matatoros
caso de la famosa corrida de toros
auspiciada por Carlos II de Navarra, en el
siglo XIV, con dos matatoros, uno cristiano y otro
musulmán. Unos personajes
por cierto, marginados –cazadores furtivos, carniceros- cuyo
oicio se consideraba infamante
básicamente por cobrar, según se
comprueba en algunas disposiciones
como las de Alfonso X. Los lidiadores, por
el contrario, son caballeros, y las
personas del común actuaban como
subalternos rematando el toro lidiado a caballo. Lo
propio era la gratuidad caballeresca.
(...) El toreo medieval, por otra parte, era un espectáculo complejo
y costoso que ponía a
prueba la capacidad de los organizadores y que sólo podía
producirse oicialmente (...) En el
espectáculo también pueden participar otros animales, caso de la
leona que describe la Crónica del Condestable Lucas de Iranzo en el
reinado de Enrique IV, o los perros contra bueyes– generalmente
alanos- que describen los cronistas de los Reyes Católicos. Algunos
autores apuntan a que, la utilización de otros animales en la lucha
contra toros así como otras prácticas de la tauromaquia –como la
suerte de mancornar- fueron usos introducidos por los musulmanes del
reino nazarí, algo que difícilmente
podría aplicarse para otros países europeos caso de Inglaterra
(...) Las corridas eran el medio elegido por parte de las jerarquías
sociales el ejercicio de su poder de modo que sus titulares se
sirvieron de la popularidad de las fiestas taurinas para demostrar
quien tenía el poder a través de la fiesta y de sus numerosos
símbolos” . -SIC (37)
-
.
A
las interesantes palabras de Dolores Carmen Morales y Muñiz
querríamos añadir una idea. Como es la de que quizás los
musulmanes “inventaron” aquella otra faceta del toreo, con la
lucha de fieras, como método de defensa. Al no tener toros salvajes
en sus tierras, pero poder traer de África leones y tigres.
Pues para ellos sería difícil entrenar -o luchar- con toros, debido
a que esta parte Sur de la Península había sido más romanizada;
habiéndose desencastado el ganado bravo que antaño poblaba
Andalucía. Siendo así, hay que
reflexionar sobre en el uso que daban los cristianos a los toros
salvajes; que abundaban en la meseta y en otras zonas del Norte, pero
de los que en la Edad Media no habría muchos ejemplares en el área
meridional (por efecto de la fuerte
romanización). Debido a ello, sin toros
en el Sur, el único remedio para evitar el ataque de morlacos sería
lanzar leones contra las vacadas, para que así unos y otros se
enfrentasen. Un método que en la práctica no es eficaz, ya
que mientras los toros se pueden guiar con el uso de mansos, por
mayorales o con garrochistas. Nadie es capaz de gobernar la voluntad
de los felinos; que una vez soltados en el campo de batalla,
atacarían por doquier (aunque sobre todo, huirían al verse
ensartados y seguidos por los toros). Siendo así, podemos
interpretar esa introducción de la “lucha de fieras” aportada
por los nazaríes, como un intento de contrarrestar a las hordas
cristianas armadas de toros, valiéndose ellos de leones y tigres.
Algo que quedaría finalmente en el recuerdo, organizando aquellos
combates o cazas, usando felinos.
IMÁGENES,
ARRIBA Y AL LADO:
De nuevo, japoneses “toreando” en las fiestas de Nuestra Señora
de Castellanos, en Mota del Marqués. Arriba, un pase de capote. Al
lado, Tomoki y su “cuadrilla” celebran el éxito obtenido en las
fiestas, con su “pase del pañuelico”.
.
.
.
d) Acerca de las fiestas y festejos populares en la zona (El Toro de la Vega y las Dondellas de Simancas):
d) Acerca de las fiestas y festejos populares en la zona (El Toro de la Vega y las Dondellas de Simancas):
.
Sobre
el Toro de la Vega:
.
Terminaremos
estas conclusiones a nuestra leyenda de hoy, comentando algunos de
los festejos que se celebran en la zona de Simancas; fiestas que
pudieron quedar como recuerdo de esas luchas durante la Reconquista.
Citando primeramente al famoso Toro de la Vega (hoy ya desaparecido)
que era lanzado y lanceado tras correrlo, mozos y caballistas, desde
el centro de Tordesillas hasta la vega; llegando a la margen
contraria del Duero. En ese paso por el puente hasta la playa, se
producía primero “la carrera” (a modo de encierro entre los
mozos) para más tarde dejarlo llegar al lado opuesto del río; donde
si el astado no llegaba a la vega antes que los caballistas, estos
podían lancearlo. Este era en resumen el reglamento de la suelta y
torneo del Toro de la Vega; un festejo que a mi juicio recuerda
las dos etapas del toreo: Primero en su época más reciente, cuando
se lanzaban contra el enemigo las vacadas; algo que claramente elude
esta fiesta de Tordesillas, debido a que el toro sale desde la ciudad
hacia el campo, cruzando el río.
Siendo los demás encierros en sentido contrario; con un recorrido
que suele ir desde el exterior hasta la plaza (de toros o al centro
del pueblo). En segundo lugar -a mi entender-, este Toro de
Vega rememoraría la caza a caballo de astados, llevándolos hacia un
batán, donde antiguamente les cogían vivos. Cuando al hundirse
la res entre las arenas de una laguna o río, las gentes podían
capturarlos (sin peligro). De allí el nombre de “batán” que
actualmente damos al lugar donde se guardan los bravos -antes de
llevarlos a la plaza-. En recuerdo de las playas fluviales o de las
zonas encharcadas, hasta las que hacían ir a las vacadas bravas,
para que se enfangasen (quedando allí inmóviles, “batiendo” sus
patas, intentando inútilmente salir de esa orilla).
.
De
tal manera, a mi juicio, el sentido inicial del Toro de Vega fue
memorizar aquellos morlacos que se soltaban contra el enemigo;
pasándolos al otro lado del Duero y que más tarde habían que
capturar. Pues hemos de pensar que una vez lanzadas las reses
hacia el bando enemigo y cuando se retiraban los que presentaban
batalla; aquellos toros peligrosos pacían a sus anchas por el
terreno. Debiendo entonces cazarlas, so pena de que atacasen a las
gentes del lugar -o de que incluso volvieran a cruzar el río, habida
cuenta la querencia común de los bravos-. Siendo así, el método
más sencillo de hacerse con esas reses sueltas, era este de
obligarlas a ir hacia “batanes” (orillas de agua) donde sus
pezuñas quedaban ancladas en la tierra enfangada.
.
Por
todo ello, creemos que en origen el Toro de Vega consistiría en
soltar el morlaco desde el centro de la villa y llevarlo hacia un
batán, en la margen opuesta del Duero. De este modo, dentro de
la ciudad y hasta el final del puente, quienes lo corrían eran los
mozos a pie; pero al llegar a lado contrario, los caballistas se
adueñaban del astado. Debiendo lancearlo tan solo si aquel no se
dirigía al batán (la orilla del río), al haber peligro de que se
volviera hacia la población o escapase por el campo. Así se
entiende bien el festejo y hasta su reglamento, que tristemente
tantas veces no se ha cumplido; pues quizá, de haberse llevado bien
el toro hacia la vega, siempre habría sido indultado y capturado
vivo. Con un modo diferente de celebrarlo (más acorde a lo que eran
las capturas de toros antaño) y que hubiera evitado la tristísima
situación por la que ha pasado esta preciosa localidad de
Tordesillas. Donde a mi juicio no se recordó de todo bien el sentido
primigenio de aquel Toro de Vega, cambiando el proceso de llevarlo
hasta el batán; por otro, en el que casi siempre la res moría
lanceada.
IMÁGENES,
ARRIBA Y AL LADO:
Dos fotos de la escultura del Toro de Vega que se conserva en
Tordesillas, elevada en el paso por donde se hacía bajar al morlaco.
Arriba, la efigie en bronce elevada
sobre la carretera desde la que corrían al toro
(al fondo podemos ver el río Duero y la vega donde lo dirigían). Al
lado, detalle de la misma escultura; cuya basa contiene una placa en
la que se representan los lanceros que antaño mataban a la res.
.
Sobre
las fiestas de doncellas en Simancas y de otras celebraciones de la
zona:
.
El
6 de agosto y durante las fiestas del Salvador los de Simancas se
siguen nombrando las siete doncellas. A mi juicio, la fecha elegida
puede proceder de aquellos días 5 y 6 de agosto, en los que
conmemorarían la victoria final sobre Abderramán III -quien se
vió obligado a huir el 4 de agosto de 939-. Todo lo que
explicaría además qué la elección de aquellas “dueñas” se
lleve a cabo unos dos meses antes (en mayo); en un acto que denominan
el de “jura de doncellas” y que quizás rememora el momento en
que los de Simancas se planteaban tener que entregar a sus hijas.
Ello -a mi entender- confirmaría que la conmemoración pueda
relacionarse con los hechos ya descritos, en la batalla contra
Abderramán III y no en tiempos de Abderramán II (tal como quieren
recordar). Declarando la guerra Ramiro II al califa, para no pagarle
más tributos -entre ellos, la obligada entrega de mujeres-. Todo
cuanto narramos además se corroboraría por otra de sus
festividades; como es la de petición de ganado. Celebración que se
lleva a cabo unos días más tarde (el 15 de agosto) y en la cual los
mozos de Simancas “piden los toros” para las fiestas. Siendo
esta una costumbre poco común y que quizás nos pueda hablar de
usos medievales; refiriendo momentos en que viéndose en peligro los
habitantes de ciertas zonas fronterizas, solicitaban a sus pueblos
vecinos que les hicieran llegar toros (para lanzarlos contra el
enemigo o para colocarlos en la vega del Duero -con el fin de que no
les invadieran ni cruzasen los sarracenos al otro lado-).
.
Finalmente,
añadiremos algunas peculiaridades más de este área, como los
peligrosos encierros de Castronuño (antes ya mencionados y
también celebrados a mediados de agosto). Donde se corren los
toros por calles empinadas, pero cuesta abajo; quizás con el fin de
rememorar esos tiempos en los que se lanzaban las vacadas bravas
contra el enemigo -de la peor y más peligrosa forma-. Puesto que
más lógico sería realizar un recorrido en sentido contrario
(subiendo hacia el interior del pueblo); donde los morlacos además
no resbalarían, ni caerían contra las gentes que observan el
encierro. Por otra arte y siguiendo con las poblaciones mencionadas;
en Tiedra existe una tradición curiosa que se llama “la subasta
de las corderas”; consistente en que los devotos ofrecen a su
patrona ovejas jóvenes, tras haber pagado por ellas una gran
cantidad de dinero. Festejo que
se lleva a cabo en fechas iguales (hacia el 15 de agosto) y
que se denomina “el ofrecimiento” -del que no sabemos si pudiera
relacionarse el con la liberación de doncellas, sistituyéndolas por
“corderas”-. Para terminar recordaremos de nuevo que las
fiestas de Mota del Marqués son las de Nuestra Señora de
Castellanos, cuya fecha es el 8 de septiembre. Una Virgen que
-como vimos- en la anterior leyenda, procede del estandarte
que trajo hasta esta población Fernán Gónzalez. De allí su
nombre; pues aquella veneración llegó hasta Mota cuando comenzaba a
nacer Castilla -hacia el
referido año 939-.
.
ABAJO:
Mota
del Marqués en un atardecer de verano. El camino que vemos en imagen
es el de Santiago, desde Jerusalén (que
parte de Murcia o Alicante, para llegar a Toledo y tras ello
dirigirse hacia Compostela a través de Valladolid). Los montes, al
fondo, son los Torozos; antaño plenos de toros.
-----------------------------------------------------
CITAS
Y DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA:
-----------------------------------------------------
(1):
Según
este autor y sobre los maragatos: “hay grandes indicios de que se
trata de una antigua unidad social astur con tendencias muy
conservadoras” (entre ellas, la famosa “covada” -por la que el
padre sufría los dolores del parto-). A pesar de todo, Caro Baroja
les supone musulmanes, escribiendo: “Si
se tiene en cuenta que en latín "maurice" significa a la
manera de los moros, y que "mauricus" significa propio de
aquéllos, la base "mauricatus" para el nombre de
"maragatos" es legítima, pero ésta querría decir "los
que han vivido o han estado a la manera de los moros".
Julio
Caro Baroja; Los
pueblos de España,
Madrid 1946 (pag 156).
Existe
una segunda teoría acerca del etónimo “maragato”, que afirma
como aquella voz nace de que esos nacidos en las proximidades de
Astorga eran los que transportaban hasta Madrid el pescado (desde el
Norte hasta la capital del reino). De ello, como a los habitantes de
la Corte se les llamaba “Gatos”; a aquellos de la zona de Astorga
que les traían los frutos del mar, se les llamó “Mar a Gatos”.
Esta etimología carece de toda base folológica, por tres motivos
principales: Primero, porque la voz maragato o Mauregato es muy
anterior a que Madrid existiera como ciudad. En segundo lugar, porque
hasta el siglo XVI no fueron llamados “Gatos” a los madrileños,
ni esa ciudad fue declarada como capital del reino (recibiendo el
pescado del Norte). En tercer término, porque los maragatos no se
hicieron famosos como “pescateros del reino” hasta bien entrado
el siglo XVII.
.
(2):
Como
ejemplo de este mestizaje diremos que la madre de Abderramán III fue
una concubina navarra; que a su vez, la abuela de Abderramán III
era la hija del caudillo de Pamplona, Fortún Garcés. Debido a ello,
tenía los ojos azules y el pelo rubio. Se teñía la barba de negro,
para no extrañar a sus soldados; aunque su origen navarro parece que
le hacía guardar gran afición al vino; siendo tachado entre los
suyos de impío por su amor a la bebida. Su origen mestizo le
convirtió en un rey tolerante con cristianos y judíos, a los que
permitió ocupar numerosos cargos en sus gobiernos.
.
(3):
SOBRE
LOS MORAN Y SU MESTIZAJE
Ver
en Antonio Castejón.
MORÁN
“Origen
según Tirso de Avilés”.
Tirso
de Avilés, que vivió en el siglo XVI, decía de los Morán
asturianos, en su obra titulada “Armas y Linajes de Asturias”:
Los
Moranes en Asturias de Oviedo son mui buenos hijosdalgo, y mui
antiguos, especialmente en el Concejo de Xixón, y tienen este
sobrenombre por línea recta del Caballero de Soelmonte, y quieren
decir que tomaron este apellido porque el dicho Cavallero de
Soelmonte desciende de un capitán greciano llamado Moranto,
descendiente del fundador de la Villa de Xixón, y en la batalla que
huvo en Cobadonga cautivó a una hija de un Rey moro, en la qual huvo
algunos hijos y como la madre era mora, se llamaron los hijos y sus
descendientes Moranes. Estos traen por armas los dichos cinco hierros
de lanza color de plata corrientes, con sangre, en campo azul, que
antes de la batalla de Cobadonga traía el Cavallero de Soelmonte, de
donde dependen. El Blasón se dixo en las de Soelmonte.
También
se dice que pintan estos dichos Moranes una águila negra en campo
colorado, sobre un yelmo encima de él, sacándole por arriba: Que
debió de ser, que en alguna batalla, esta águila debió quitar el
yelmo a algún capitán moro por lo que se venció la batalla. De
estas dos armas podían escoger los de este apellido las que
quisiesen, o poner ambas juntas en un escudo como están aquí; y el
blasón del águila con el yelmo es el siguiente:
Es
una águila real,
Armas
do viven Moranes,
Juntamente
con la qual,
Yelmo
de grandes hazañas;
En
campo lleno de sangre,
Está
figurado aquesto,
Por
que el águila de presto,
Le
sacó con uñas grandes.
Los
Moranes de Gijón traen por armas cinco hierros de lanza en campo
azul, corrientes en sangre hasta la mitad, y la boca de los hierros
cardenales y dorados, el caballero que estas armas ganó fue Ruy
Fernández de Solmonte, hijo de Moranto de Gorgeo, el que con el
Infante don Pelayo quedó fuera, que no cupo en la cueva de Covadonga
con dicho Infante y el que venció a los moros en la batalla que ahí
se dio traía antes por armas estos cinco hierros de lanza que en
otras batallas había ganado, matando a cinco enemigos de nuestra fe
les quitó las lanzas y trajo de ellas cinco hierros como cosa
notable, y en señal de gran misterio están en campo de azul y los
hierros de plata, que es limpieza, señalados con sangre, que
representan cómo este caballero mató estos cinco enemigos y quitó
las dichas lanzas, las cuales pintan los Moranes de Gijón, así que
estas armas son color sobre metal.
Es
de saber que este caballero Ruy Fernández de Solmonte, por dicha
batalla de Covadonga, añade a sus armas, más de los cinco hierros
de lanza, un manojo de banderas una luna en cada bandera, asidas de
un brazo arremangado, que es el temple de estas armas, que son las
que pintan y hoy traen por armas los descendientes de este caballero,
que se llaman de solar y apellido de Solmonte, y el llamarse Moranes
fue que este caballero en aquella batalla gloriosa de Covadonga y en
su vencimiento cautivó una hija de un rey moro de los que hay, se
hallaban, en quien tuvo algunos hijos, y por varonía descienden
dichos Moranes de este caballero y de esta hija de este rey, por lo
que los apellidaron Moranes, lo cual sucedió todo en la casa de
Labandera; mas los hijos que hubo unos se apellidaron Moranes, y
otros Somontes, y otros Moran Labandera, y así los del apellido
Solmonte traen por armas el manojo de banderas con las lunas en cada
una y con el brazo arremangado y los Moranes los cinco hierros, como
va dicho.
Otros
Moranes que son de esta descendencia y se metieron a la tierra
adentro pintan, más de los cinco hierros de lanza, un águila en
campo colorado sobre un yelmo sacándola por arriba; este águila en
una batalla quitó el yelmo a un capitán moro y se lo dio a uno del
apellido de Moran, por lo cual y por misterio de Dios se venció la
batalla. De estas dos armas podrán poner y pintar los de este
apellido las que quisieren o ponerlas todas juntas, que aunque éstas
y las de Somonte y Labandera se incorporaron todas en unas, se
dividieron por haber quedado tres hermanos, y el uno de apellido
Moran Labandera, otros Moran y otro Solmonte, y cada un edificó su
casa en el Concejo de Gijón.
.
(4):
FUNDACIÓN
IGNACIO LARRAMENDI
.
(5):
“Teófilo
de Braga, que ha hecho un ingenioso estudio de esta fábula en el
libro que algo pomposamente llamó Epopêas da raça mosarabe (Porto,
1871, páginas 173-207), comienza por advertir muy rectamente que se
trata de una leyenda de origen eclesiástico y no popular, forjada a
imitación de otras análogas. Entre las condiciones de paz impuestas
por Cosroes II de Persia al Emperador Heraclio, se dice que le exigió
el tributo anual de mil talentos de plata, mil vestidos de seda, mil
caballos y [p. 90] mil doncellas. Esta tradición oriental del siglo
VI es la que fué trasplantada a España, y no de una vez, puesto que
los historiadores árabes hablan de una tregua otorgada por
Abderrahmán I en 759 a los cristianos de España, con obligación de
pagarle diez mil onzas de oro, diez mil libras de plata, diez mil
caballos y otros tantos mulos, mil lorigas, mil espadas y mil lanzas
por año durante un período de cinco. En este tratado, evidentemente
apócrifo e inverosímil, puesto que mal podía haber tales riquezas
en tiempo de Don Fruela I en el reducidísimo reino de Asturias, ni
aun en toda la parte de España no sujeta al yugo sarraceno, no se
dice nada de las doncellas : éstas se añadieron posteriormente,
aunque en menor número que en el cuento persa, y al fin vino a
reducirse a ellas solas el supuesto tributo, cuya fórmula definitiva
dió el falsario autor del diploma del voto de Santiago, infamando de
paso, no sólo a Mauregato, sino a casi todos los primitivos reyes de
Asturias: «Fuerunt igitur in antiquis temporibus (circa
destructionem Hispaniæ à Sarracenis factam, Rege Roderico
dominante), quidam nostri antecessores pigri, negligentes, desides et
inertes christianorum Principes, quorum utique vita nulli fidelium
extat imitanda. Hi (quod relatione non est dignum), ne Sarracenorum
infestationibus inquietarentur, constituerunt eis nefandos redditus
de se annuatim persolvendos, centum videlicet puellas excellentissimæ
pulchritudinis, quinquaginta de nobilioribus Hispaniæ, quinquaginta
vero de plebe.» . De este modo la fábula del tributo sirvió para
apoyar la fábula de Clavijo, y una y otra para cimentar el generoso
privilegio de que la iglesia de Santiago vino disfrutando, aunque no
sin litigios y controversias, hasta nuestro propio siglo”.-SIC
IDEM (4)
-
.
(6):
”Con
esta difusión de tradiciones orales, aunque seguramente tardías,
contrasta el silencio de nuestra verdadera poesía popular sobre tal
tributo y tales combates. Sólo la musa erudita y eclesiástica de
Berceo se ejercitó en el siglo XIII sobre este argumento,
versificando el apócrifo privilegio de los votos de San Millán que
transporta a Fernán González lo que el de Santiago atribuyó a D.
Ramiro:
.
El Rey Abderramán,
senoor de los paganos,
Un
mortal enemigo de todos los christianos,
Avíe pavor echado por
cuestas e por planos,
Non avien nul conseio
por exir de sus manos.
.
[p. 93] Mandó a los
christianos el que mal sieglo prenda,
Que li diesen cada
anno LX duennas en renda,
Las medias del lignaie
las medias chus sorrenda (?):
Mal sieglo aya preste
que prende tal ofrenda.
Yacie toda Espanna en
esta servidumne,
De
esti tributo cadanno por costumne,
Fazie aniversarios de
mui grand suziedumne;
Mas por quitarse ende
non avíe firmedumne.
.
Mucha denna d'alfaya
de lignaie derecho
Andavan afontadas
sufriendo mucho despecho:
Era muy mal exiemplo,
mucho peor el fecho,
Dar christianos a
Moros suas duennas por tal pecho.
(Vida
de San Millán, estancias 369-374.)” -SIC
IDEM (4)
-
.
(7):
“El
cap. VII se titula Historia de las siete doncellas de Simancas, y a
la letra dice así:
[p.
94] «CAP. VII.— Historia de las siete
doncellas de Simancas.
»Queriendo
Abderramán, Rey de Córdoba, exigir el abominable tributo que de
cien Doncellas había ofrecido a los Moros Mauregato, metad nobles y
metad del pueblo, y haviendo enviado a ese fin su Embaxador al Rey de
Leon Don Ramiro I.º, viendo éste lo apretado y exausto de su Reyno,
i queriendo tomarse tiempo para una valerosa defensa, mandó que por
aquel año se repartiesen las cien Doncellas entre los pueblos de sus
dominios. En esta triste situación, tocó a la villa de Simancas el
entregar siete Doncellas, si acaso no eran de las aldeas o pueblos
inmediatos. Los Governadores o superiores de la Villa tomaron el
nombre de las que estuviesen en edad de casarse, assí nobles como
pleveyas, y poniendo guardas a las Puertas para que no escapase
alguna de ellas, hecharon suertes; y llegada la hora de tal
desventura, andava toda la gente como fuera de sí, y tan alterada
como si fuera día de Juicio, temiendo cada uno que tocase la suerte
a su Hermana, Hija o Parienta. Acudían a la Iglesia a hacer votos y
promesas a Dios, con muchas lágrimas y sollozos, para que los
librase de tal trabajo e infortunio.
»Estava
la mayor parte del pueblo presente al sorteo, y quando leyeron los
nombres de las que tocó tan infeliz suerte, levantaron los gritos al
cielo, viendo una lástima que no podían remediar. Los Ministros de
Justicia llevaron a las pobres Doncellas a quienes tocó la suerte al
Castillo, donde las depositaron, siendo vanos todos los esfuerzos que
hicieron sus parientes para defenderlas, siguiendo sus huellas con
alaridos que traspasaban los corazones. Las Doncellas, con la priessa
i fuerza que las llevaban, iban a cuerpo, esparcidos los cavellos al
aire, todas desgreñadas, los rostros amarillos y los ojos
sangrientos de tanto llorar, dando grandes suspiros, porque el mucho
dolor las tenía anudada la garganta para dar voces, y el pavor las
ocupaba los sentidos. Las Madres iban detrás de ellas, atronando el
ayre con voces y lamentos, [p. 95] mostrando tan gran dolor y
sentimiento, como si los enemigos entraran y saquearan la villa.
Estuvieron aquella noche encerradas las siete Doncellas en una torre
del Castillo, revolviendo cada una en su memoria los trabajos que
tenían a la vista, sin esperanza de remedio, y destituídas de todo
consuelo y alivio; pero como los ánimos generosos suelen en la
tribulación estar más ingeniosos y despavilados, subcedió que,
siendo una de ellas de más valiente espíritu, y de la que como tal
reconocían sus compañeras, levantándose entre todas, las rogó
encarecidamente que la oyesen; y reprimiendo su dolor, enjugando sus
lágrimas y lanzando un suspiro de lo íntimo de su corazón, las
dijo con la mayor gravedad estas palabras:
«Ya
sabeis, queridas Hermanas, que nuestra desventura nos ha traído a
tiempo que no volveremos a ver nuestra amada tierra. ¡Desventurados
Padres, que con tanto regalo criasteis buenas hijas para zebo de los
Perros Moros; mejor fuera que de Niñas nos huvierais ahogado en
vuestras manos, y no fuéramos a ser despojo de su lascivia, vendidas
y vituperadas de los Bárbaros! ¡O Dios misericordioso, no permitáis
que estas desdichadas doncellas sean entregadas a los Hijos de
perdición, que nos fuerzen a cumplir sus torpes deseos y renegar de
tu santa ley! ¡No permitáis, Señor, que se pierdan nuestras Almas;
volved por nosotras, y ya que no es lícito quitarnos las vidas con
nuestras propias manos, mueve, Señor, la yra de quien sea tu
voluntad; que mejor es padecer en breve la muerte, que no esperar tan
largo dolor y tan grande infamia! Tiempo nos queda, Hermanas mías,
para llorar este daño, y ahora es corto para buscar algún remedio:
uno havía bueno, que era la muerte; pero ésta ni los Moros nos la
darán, ni conviene tomarla por nuestras manos; y assí lo que me
parece es que les quitemos el regalo que apetecen, afeando nuestros
rostros, para que assí seamos de ellos desechadas, que más vale
quedar con alguna mancha en nuestra tierra, que ir a las extrañas a
padecer tal desventura: cortémonos las manos y cavellos, y con
heridas y sangre desfiguremos nuestros rostros, y assí quedaremos
inhábiles y [p. 96] horrorosas para toda lavor, y creo no será
posible que de este modo quieran llevarnos a sus tierras.»
»Aquí,
faltándola la voz, cayó desmayada; pero volviendo en su acuerdo, i
animándola las demás, que todas aprobaron el precepto, tomaron unos
cuchillos que llevaban consigo, i empezaron a cortarse el pelo, herir
los rostros, y cortarse las manos por las muñecas, de suerte que
quedaron mancas, y para ello unas a otras se animaban y consolaban. A
los gritos y sollozos, especialmente de una, que era la más pequeña,
despertó el carcelero, el qual, acudiendo a toda prisa al Aposento
donde estaban encerradas las halló a todas con tantas heridas y
sangre, que las unas estaban desmayadas, y las otras, penetradas del
dolor y sentimiento, no sabían qué hacer, ni adonde acudir, con
que, dejándolas en su lastimoso estado, fué sin detenerse a contar
el subceso a los Juezes. El día siguiente, aun antes de amanecer, ya
estaba divulgado por la Villa, acudiendo toda la Gente al Castillo a
saber lo que había subcedido: pero llegando a noticia de los Moros
que debían recoger las Doncellas, y viéndolas tan desfiguradas i
mancas, no las quisieron recibir ni llevar, por estar inútiles y de
ningún provecho, y digeron a los que gobernaban la Villa que
eligiesen otras con toda brevedad. Esta proposición pareció muy
dura a los Magistrados, y assí acordaron que se diese cuenta al Rey,
para que mandara lo que debía ejecutarse: y en efecto, despacharon
deputados a León, a donde se hallava el Rey Don Ramiro, al qual y a
su corte informaron largamente del lastimoso lanze subcedido en
Simancas.
»Al
oírle, dice Luis Vives que, levantándose entre todos un Obispo, dió
un suspiro y dijo al Rey y demás circunstantes: «¿Qué hacemos los
Hombres tan sosegados, quando las tiernas Doncellas se ofrecen a la
muerte por librarse de tan infame esclavitud, y nos dan exemplo para
que volvamos por su honra y por tan justa causa?» A estas palabras
todos respondieron que más querían morir como cavalleros que sufrir
tan grande afrenta como cobardes, y acordaron que todos los Pueblos
se pusiesen en armas, y publicada la guerra, subcedió la memorable
Batalla [p. 97] de clavijo, publicada bien a lo largo por todos los
Autores antiguos Hespañoles; debiendo notarse, para nuestro
assumpto, que muchos cavalleros llevaban por insignia en esta guerra
unas vanderas pequeñas en las lanzas, y en ellas pintadas siete
manos, en señal de las doncellas que se mancaron voluntariamente en
Simancas. También llevaban en un cendal atado a la lanza quinientos
sueldos de la moneda que entonces se usaba, porque habiendo ofrecido
el Rey Don Bermudo el I.º el pagar a los Moros 500 sueldos por cada
una de las cien Doncellas, que su antecesor Mauregato les ofreció, y
negando uno y otro tributo el Rey Don Ramiro, decían los cavalleros
que allí se le llevaban a los Moros, y que vinieran a tomarle de la
punta de sus lanzas.
»De
esto nació el honor i renombre que se da a los Hidalgos, de solar
conocido —digo—, diciéndose en los privilegios: «Os hazemos
hijosdalgo de solar conocido y devengar quinientos sueldos»; como si
dijera: os hacemos hijos dalgo para que gozéis la libertad y nobleza
que ganaron aquellos nobles que vengaron el tributo de las cien
Doncellas, y los 500 sueldos que se daban por cada una de ellas;
siendo de esta opinión el doctor Montalvo y Peñalosa, en el libro
4.º, era 1360. Las siete Doncellas que se hicieron mancas, es común
tradición de Padres a hijos, que conservaron su virginidad, y se
metieron Monjas en el Monasterio de Sta. Olalla, que era adonde hoy
Aniago, y en el que están sepultadas con fama de mucha virtud,
haviendo hecho mudar el antiguo nombre de Bureba o Gureba en el de
Septimancas con que nombran a esta villa el Arzobispo D. Rodrigo,
Nebrija, Vasseo, Sepúlveda y otros, y del que ha quedado el de
Simancas que hoy tiene. Con el motivo dicho tomó esta villa por
armas un castillo en campo azul con una estrella dorada encima, y por
orla siete manos en campo de sangre o encarnado de lo que haze
memoria Luis Vives en su libro de La Mujer christiana, [1] diciendo:
[p. 98] «Por
librarse de Paganos
Las siete Doncellas
francas,
Se
cortaron sendas manos,
Y
las tienen los christianos
Por sus armas en
Simancas.»
.
»En
otro romance viejo se hace memoria de este subceso, y empieza assí:
«En Córdoba
Abderramán,
Lleno de gran
ufanía...» [1]
»Otro
romance hai impreso, que empieza con los versos siguientes:
«El primer Rey que
en León
Don Ramiro se llamó,
Al
principio tuvo paz,
Y
al fin guerra le sobró;
Que Almanzor, Rey
Cordovés,
En
batalla le venció,
Y
le puso en tanto estrecho,
Que grandes parias le
dió;
Y
en las parias cien doncellas
Dar cada año se
obligó;
Las cincuenta
hijasdalgo,
Las otras cincuenta
no.
El
tributo, que era grave,
Mucho tiempo no duró;
Que la villa de Bureva
La
su paga defendió
Por no pagar el
tributo,
El
qual después no pagó,
Que siete Donzellas
nobles,
Que para dar escogió,
En
la torre de una Puerta
De
esta villa acaesció
Que una noche allí
encerradas
En
llorar se las pasó;
Y
al tiempo que amanecía
La
una así las habló:
.
[p. 99] «Desventuradas
doncellas,
»¿Quién en el mundo
pensó
»Que para echar a los
Perros
»Estáis vosotras y
yo?
»¡Oh! ¡La mayor
crueldad!
»Que jamás se vió
ni oyó!
»¿Qué corazón hubo
humano
»Que tal hizo y
permitió?
»¡Más le valiera
morir,
»Que aceptar lo que
aceptó!
»Cortémonos, pues,
las manos;
»La primera seré
yo...», etc., etc.
.
»Sigue
despues este Romance, que es muy largo, contando todo el subceso y
diciendo que por él se nombró la villa Septimancas o Simancas,
dejando el anterior de Bureva...»
Tal
es el fundamento tradicional de esta comedia, cuyo interés épico ha
reforzado Lope con una intriga de amor interesante y dramática, en
la cual brillan los simpáticos caracteres de Iñigo López, de Nuño
de Valdés y de su hermana doña Leonor, la prometida de Rodrigo.
Luchan en el alma de éste el amor y la gratitud que profesa a su
generoso enemigo el moro Abdalá, enamorado también de Leonor por su
retrato; y aunque esta competencia no sea nueva en el Teatro de Lope,
ni muy ingenioso el medio de prepararla, son tan nobles los afectos,
tan caballeresco el estilo y tan dulce la versificación, que esta
parte, episódica y romántica, contrasta de un modo feliz con el
áspero y trágico vigor del desenlace, sin desvirtuar su fuerza”
-SIC
IDEM (4)
-
.
(8):
-SIC
IDEM (4)
-
.
(9):
ASÍ
NARRA Y DESCRIBE ESTOS HECHOS PILAR MARTÍNEZ FERNÁNDEZ EN:
Simancas,
las huellas de su leyenda
“el
rey Ramiro más guerra sino paz, decidió cumplir con el tributo, más
el pago era grave pues no se trataba de dineros ni salarios sino de
cien doncellas de todo su reino cada año.Pero bien es sabido que,
una cosa es lo que manda un rey y otra bien distinta lo que debe
acatar su pueblo y he aquí que en esta ocasión, el rey cristiano
pese a no querer soliviantar al emir moro ni querer más guerras,
habría de enfrentarse de nuevo a él pues, aunque aceptó,
efectivamente, dar tal contribución con cien jóvenes doncellas de
todo su reino, no lo aceptó así la villa de Bureva que al saberse
proveedora de tal tributo con sus doncellas, decidió rebelarse y
poner fin a tan vil impuesto. Así pues, es menester contar los
hechos tal y cómo acontecieron.
“ A
la villa le llegó el requerimiento de siete de sus doncellas, el
número de muchachas que en equivalencia les correspondía de las
cien que se requería.Las autoridades lo hicieron saber al pueblo
siendo pedidas a tal efecto y para posterior sorteo, hermanas, hijas
y parientas en edad de casamiento.Conocidos los insidiosos deseos del
rey moro con sus honrosas doncellas, la aflicción se apoderó de las
gentes y el temor corrió por las calles y casas de Bureva pues en
casi todas había una joven doncella que podía, pobre de ella, ser
requerida y sorteada.Para evitar huidas, en las puertas de las casas
de jóvenes casaderas, se aposentaron centinelas hasta el día del
sorteo mientras los parientes, padres, madres y hermanos acudían a
la iglesia para pedirle a Dios que librara de tan miserable destino a
quien con tanto desvelo guardaban en casa.Pero como a todo
requerimiento le llega el momento de cumplir con lo requerido, llegó
el temido día del sorteo y en la plaza todos se reunieron para
escuchar de las autoridades los nombres de las siete doncellas.Siete
salieron y siete nombres se escucharon con temor:Leonor, Lucía,
Laura, Eva, Isabel, Yolanda y, por último, Inmaculada.Al instante,
lamentos y gritos clamando al cielo de los padres, hermanos y
parientes de las siete jóvenes desgraciadas cuyos nombres se
anunciaron en tan aciago momento.Tantas suplicas habían sido vanas.
Sin remedio se las llevaban para encerrarlas en la torre del castillo
hasta el día que, al rey moro, le fueran entregadas.Cuentan que iban
las doncellas llorosas y desgreñadas, con los ojos enrojecidos y
descompuesto el rostro, mientras las madres iban detrás, gritando y
maldiciendo al rey moro por querer quitarles¡ ay de sus pobres
niñas¡, toda su virtud y honra.En la torre del castillo las siete
quedan confinadas, suspirando y llorando sin consuelo, hasta que la
mayor, la más gallarda, después de enjugar sus lágrimas, a sus
compañeras muy resuelta les dijo:“ Desventuradas doncellas, quién
en el mundo pensó que para echar a los perros estáis vosotras y yo.
Más valiera morir que aceptar lo que se aceptó, cortémonos pues
las manos, la primera seré yo”.Cortémonos los cabellos,
cortémonos pues las manos, desfiguremos los rostros con la sangre
que manemos.Pongámonos horrorosas y así no querrán llevarnos, no
querrán tomar favor si el cuerpo desfiguramos”.De tales palabras,
la leyenda dice que las otras seis doncellas con sendos cuchillos que
sacaron se cortaron los cabellos y el rostro desfiguraron, más la
mayor que había hablado, con un golpe firme y certero se cortó una
de sus manos.Viendo aquello las otras seis, tampoco vacilaron. Una a
una fueron imitando a la mayor cortándose, todas, una de sus manos.
Y cuentan que en la celda de aquella torre, siete gritos de dolor se
escucharon; el de siete doncellas que, con honra y por su honor,
mancas se quedaron.Más la cosa no quedó en esta determinación. El
pueblo enseguida supo lo ocurrido con sus jóvenes mujeres y decidió
tomar partido al tiempo que, a los moros, de Bureva les llegaba la
noticia que siete doncellas agonizaban mancas por negarse a ser
entregadas.El pueblo exaltado estaba decidido a defender a sus siete
doncellas que en el castillo, y con tanta determinación, sus manos
habían cortado.A las puertas del castillo, llegaron los moros
dispuestos a llevárselas por la fuerza, más lo que vieron, no les
gustó.En la celda encontraron los moros a las siete doncellas, en
estado de agonía, desfiguradas y mancas.Viéndolas así el rey moro
dice:“ Si mancas me las dais, mancas no las quiero”.Y enseguida
ordenó a los que gobernaban la elección de otras siete doncellas
que sustituyeran a las que se habían quedado desfiguradas,
desgreñadas y mancas.Pero a los que allí gobernaban, este segundo
requerimiento les pareció del todo desmesurado y acordaron dar
cuentas al Rey Ramiro no sólo de la nueva exigencia de Abderraman
II, sino de lo acontecido en el pueblo con las doncellas que habían
sido requeridas y que, con arrojo habían decido quedarse mancas
antes que ser entregadas al rey moro.A tal cuestión, el rey
cristiano en silencio escucha las malas noticias que de Bureva
llegan. También lo escucha la corte.Los rostros se crispan. Se
piensa en la venganza. Una voz alta y firme se alza a los presentes:“
Qué hacemos los hombres quietos, cuándo las tiernas doncellas solas
defienden su honra. Solas con gran entereza.Ejemplo nos dan a todos
aguerridos caballeros (....), y nos dicen que por su honra
volvamos.”A esto, los caballeros en la corte responden y deciden
que han de luchar como nobles por la honra de sus pueblos y sus
mujeres, declarando la guerra a los moros pues por honor mil veces
prefieren morir como nobles caballeros que vivir como cobardes.El rey
moro intenta negociar pidiendo los quinientos sueldos que el rey
Ramiro II había ofrecido por cada una de las cien doncellas si no
cumplía el acuerdo. Pero el pueblo había hablado por boca y
determinación de sus mujeres y al moro negó uno y otro tributo
retándole a que viniera a tomarlo de las puntas de sus lanzas pues
no iban a permitir más ni tributos ni amenazas.Se levantan pues en
armas todos los caballeros de pueblos y ciudades y hacía Bureva
parten de todos los lugares para defender a sus doncellas, a las cien
de todos los pueblos, a las siete que quedaron mancas por gallardas.
Posteriormente,
ya en el 939, 6 de agosto para más reseña en el acontecer de la
historia, se libraría la famosa batalla "Del barranco".
Nada
obtuvieron los reyes y caudillos moros a partir de aquello, ni
doncellas ni tributo. De Simancas salieron huyendo con sus tropas,
dicen que hacía Zamora, más nunca olvidaron los moros que, en
Bureva, tanto les humillarán.Cuenta la tradición que, las doncellas
cristianas, a sus casas no regresaron. En un convento de monjas,
mancas y vírgenes quedaron.De esta historia curiosa y ejemplar,
Bureva, el pueblo de las Siete Mancas, su nombre por el de Simancas
cambió y esta coplilla salió:
“Por
librarse de paganoslas siete doncellas mancasse cortaron sendas
manosy las tienen los cristianospor sus armas en Simancas”.
Y
así ha sido y así se cuenta. En el escudo de Simancas, siete manos
de siete doncellas gallardas, que por honor prefirieron quedarse
mancas que ser, para un rey moro, vulgares esclavas...
Texto
libre recreado y entresacado de la “leyenda de las Siete Doncellas
de Simancas” de Francisco Javier Alonso Del Pino, del cuál se
incluyen algunos pequeños fragmentos y que se puede leer
íntegramente tal y como magistralmente la ha escrito su autor
después de una exhaustiva labor documental”.
.
(10):
EL
ORIGEN CÉLTICO DEL TOPÓNIMO VALLADOLID.
UNIVERSIDAD DE VALLADOLID 1946-47
(pags 36 a 46)
Angel Montenegro Duque, pag 12. Cita nombres prerromanos, como
Septimanca, Helmántica.
.
(11):
LA
ANTERIOR LEYENDA ES:
Del
modo en que Nuestra Señora de Castellanos inspiró uno de los
palacios más bellos del islam.
PARA
LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
.
(12):
Sobre
la batalla de Simancas, además de la obra citada de Lévi Provençal,
vid. R. P. Dozy, Recherches 1 (3.a cd.), págs. 156-170; y Manuel
Gómez-Moreno, Anales Castellanos, Discurso de recepción en la Real
Academia de 1a historia (Madrid, 1917), Págs. 15 y Ss.; el mismo, La
batalla de Simancas, boletín (le la Sociedad Castellana de
Excursiones”, núm. 182 (Valladolid, 1918), 1iits 25-30 //
Histoire
de L´ Espagne Musulmane:
2.a ed., tomo 1 (París-Leiden, 1950), págs. 57 y ss.,
Lévi-Provençal
CITAS TOMADAS DE FRAY
JUSTO PÉREZ DE URBEL (idem citas anteriores)
.
(13):
Recogemos
al lado de cada población el nombre que le da el cronicón que
resumimos. Siendo estos los de:
Septimancas;
Torre de Sila;
Gotoro e Chindasvinto; Gotoro; Amallóbriga ; Campo de Wamba e
Recesvinto y Santibañez de Mota
.
(14):
Hace
varios años comuniqué por carta a Joaquín Díaz mi teoría sobre
el nombre de Valladolid, considerándolo como un topónimo nacido del
bajo latín VALLIS TOLETUM y cuyo significado sería “Valle de la
Meseta”. En su contestación, Joaquín Díaz reconocía esta
hipótesis etimológica, como una posibilidad plausible.
Por su parte, Angel Montenegro Duque en su separata EL
ORIGEN CÉLTICO DEL TOPÓNIMO VALLADOLID.
UNIVERSIDAD DE VALLADOLID 1946-47
(pags 36 a 46)
; menciona que comúnmente esta palabra se considera nacida desde
diversos radicales, entre los que se destacan los árabes. Creyendo
que pudo significar “Valle del Olivo” (Vall de Olid; ó Vallis
Oivetum) o “Valle del califa Olid”. La teoría de Montenegro
Duque es que el sufijo “Tolitum” no sería latino sino celta y se
ha de traducir como lugar de aguas, siendo el significado de Vallis
Tolitum, “Valle de los manantiales” (Vallis- tol-itum).
.
(15):
Recordemos
cómo la
FUNDACIÓN
IGNACIO LARRAMENDI, en su página sobre la leyenda de las doncellas,
recogía este episodio de Carrión de los Condes. Citando a Ambrosio
de Morales (XIII, 13), escribiendo literalmente:
“Otro
hecho milagroso se cuenta en la villa de Carrión, que parece algo a
éste. Iban otra vez los Moros con este malvado tributo por aquella
vega, y juntándose algunos toros, con mando de quien esto puede
mandar, dieron con tanta braveza en el esquadrón de los Moros, que
los desbarataron y hicieron huir con terrible pavor. Así quedaron
las doncellas desiertas y los toros por su guarda, hasta que los
christianos las llevaron. Alabando despues a Nuestro Señor por el
insigne milagro y dándole las gracias por él, edificaron por
memoria una Iglesia, llamada agora Nuestra Señora de la Victoria,
que es harto gran testimonio de todo esto”.
.
(15b):
Es
un hecho histórico probado, que los iberos se defendían y gerreaban
usando toros. Para comprobar las fuentes clásicas que lo mencionan,
ver nuestras citas siguiente:
(18)
y (19)
-más
abajo-.
Cuanto
narra este párrafo del texto de Tuy, es de sumo interés; pues tal
como recogemos en el comentario de las fotos que a continuación se
exponen, es totalmente cierto que los hispanos conservasen esta
costumbre de luchar valiéndose de toros; un método que debieron
heredar los visigodos y que permanecería en el saber popular durante
la Reconquista. Cuanto aquí se explica acerca de esos verracos y
bueyes en granito que las gentes de la Edad Media recogían en el
campo (de los poblados celtibéricos); para ponerlos en sus ciudades.
Enseña que el carácter mágico de aquellas esculturas nunca debió
variar. Siendo consideradas desde tiempos de los íberos un totem
protector del grupo. Ello, porque como exponemos, se usarían para
delimitar campos y para avisar a extraños de que esas tierras tenían
dueño. Unos amos del territorio que podían arrojar contra el
extranjero reses bravas; o que ya los habían soltado por las
inmediaciones. Pues como es sabido, el toro bravo no ataca al mayoral
que conoce; siempre que este sepa manejarlo y conozca sus querencias.
Siendo así, se comprende el carácter protector de aquellas
esculturas de piedra con toritos, avisando del dominio de un
territorio y de la posibilidad de que el dueño tuviera por allí
vacadas silvestres. Algo que haría huir a todo enemigo de la zona.
.
(15c):
LA «PIEDRA ESCRITA»
DE DIANA, EN CENICIENTOS (MADRID), Y LA FRONTERA
ORIENTAL
DE LUSITANIA ALICIA M. CANTO Universidad Autónoma de Madrid//
CuPAUAM21,
1994.
pp. 271-296 ///
.
(16):
Gonzalo
Santoja en su libro, POR LOS ALBORES DEL TOREO A PIÉ (Ed. Everst
Madrid 2012) nos
dice literalmente (pag 76):
En
la segunda mitad del XII, Rodrigo Pelayo deja en testamento a la
iglesia de Santa María de Wamba (Valladolid) «una tercera parte de
mis vacas bravas». Es el primer ganadero de reses bravas que
conocemos.
.
(17):
Es
un hecho histórico conocido, que los reyes visigodos tuvieron sus
fincas de recreo en estas zonas que marcamos. Especialmente
Recesvinto y Wamba, que murieron y fueron enterrados en el pueblo
homónimo del último; donde acudían a pasar los dos largas
temporadas. Se ha de suponer que igualmente, Chindasvinto (padre de
Recesvinto), tuvo sus fincas y pasó sus días más felices en el
lugar que definitivamente eligió para enterrase: El pueblo llamado
hoy San Román de Hornija -en las cercanías de Toro-. Donde con más
de ochenta años contrajo matrimonio con una joven y terminó sus
días como monarca. La ciudad capital de aquella zona de San Román
era la actual Toro, que por entonces se llamaba “Gotoro”, en
memoria de los reyes godos que allí pasaban largas temporadas. Por
su parte el cazadero de la Santa Espina parece ser también un
“parque real” de tiempos visigodos. De todo ello son muestra y
testimonio los numerosos hallazgos aparecidos en Tiedra, Villalonso o
San Cebrián de Mazote.
.
(18):
Para
todos aquellos interesados en el significado del toro entre los
iberos y en el uso de estos en la guerra, recomendamos leer algunos
de nuestros artículos dedicados al tema. PARA LLEGAR HASTA ELLOS,
PULSAR EL ENLACE QUE LES ACOMPAÑA (en letra azul):
-EL
FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA. Parte cuarta: Sentido del encaste
y significado del toro bravo en el Mundo Antiguo (De
"Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en
el tesoro de El Carambolo. Parte LXXIII).
REFLEXIONA SOBRE EL SIGNIFICADO DEL TORO EN LA CULTURA IBÉRICA.
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/01/blog-post_20.html
-EL
FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA. Parte quinta: El toro bravo en la
Antigüedad; guardián y arma de guerra
(De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión
en el tesoro de El Carambolo. Parte LXXIV).
NARRA COMO LOS IBEROS USABAN LOS TOROS PARA DEFENDERSE Y EN LA
GUERRA, MENCIONANDO TEXTOS HISTÓRICOS QUE RECOGEN ESTE HECHO.
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/01/blog-post.html
-EL
GUARDIÁN SAGRADO DEL GANADO Y SU TOTEM SALVAJE -capítulo sexto de
"EL FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA" (Parte
LXXV de "Lo invisible en la mitología": "Los bueyes
de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-. Sobre
la permanencia del toro bravo al haberse usado pare la guerra y para
evitar los asaltos o robos en el campo y ciudades. EXPONIENDO LA IDEA
DE QUE ESTE ES EL ORIGEN DE LAS CORRIDAS, ENCIERROS Y FIESTAS
POPULARES
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/blog-post.html
-EL
HOMBRE-TORO, BOYERO O MAYORAL, GUARDIÁN DEL REBAÑO -de "EL
FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA", capítulo 7º
(Parte LXXVI de "Lo invisible en la mitología": "Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-. CONTINÚA CON
LA IDEA ANTERIOR, EXPLICANDO EL ORIGEN DE LA VENERACIÓN DEL MAYORAL
Y LA FUNCIÓN DE AQUELLOS PARA DEFENDER REBAÑOS, CIUDADES Y CAMPOS
EN LA ANTIGÜEDAD.
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/04/blog-post.html
.
(19):
Recogeremos
algunos textos clásicos mencionados en artículos escritos por mí,
que demuestran cómo los iberos luchaban valiéndose de reses a las
que normalmente ataban fuego:“Describe
Apiano (Guerras Ibéricas; 5) del siguiente modo la muerte de
Amilkar:El
general cartaginés..."después de atravesar el Estrecho hasta
Iberia iba devastando las tierras de los iberos; aunque no le habían
infligido ningún daño, haciendo de ello una ocasión popicia para
él estar ausente de su patria, de emprender nuevas acciones de
guerra y de buscarse el favor popular mediante sobornos (pues todo lo
que capturaba lo repartía y una parte lo invertía en sus propias
tropas, para que fueran cómplices mejor dispuestos en la comisión
de sus desmanes, otra la enviaba hacia la misma Cartago y otra más
la distribuía entre quienes hacían política en su favor); hasta
que los reyezuelos y otros tantos caudillos que se habían alzado
contra él acabaron con su vida de esta forma: Hicieron avanzar
carros con maderas, a los que uncieron bueyes y siguieron a los
carros provistos de armas. Cuando los libios les vieron les entró de
inmediato la risa, pues no comprendían la estratagema. Pero cuando
estuvieron al alcance, los iberos prendieron fuego a los carros con
bueyes y todo, y los lanzaron contra los enemigos y el fuego
-trasladado de un lado a otro- al dispersarse los bueyes, sembró la
confusión entre los libios. Y una vez que se hubo roto la formación
de combate, los iberos, cargando a la carrera sobre ellos, acabaron
con la vida del propio Barcay de un buen número de los que le
protegían".
“Diodoro
Sículo también su Biblioteca de la Historia (XXV, 10, 3 y 4) nos
narra la muerte del mencionado general cartaginés cuando el rey de
los orisos llega a una alianza con el resto de jefes iberos para
atacar unidos al de Cartago. Escribiendo que ello se sucede en
Hélike, ciudad que se supone en las estribaciones del Júcar y donde
acaban con el general Barca aquellos ´monarcas` ibéricos, bajo el
mando de un jefe comunmente denominado Orissón y al que se considera
un gobernante de Oretania -tierra turdetana con capital en Cástulo
(actualmente Cazlona, junto a Linares)- . Expresando Diodoro que
"cuando Amilcar acampó frente a Helike, envió gran parte de su
ejército y de sus elefantes hacia la urbe de Akra Leuke (una plaza
fundada por él mismo), quedándose con el resto frente a aquella
ciudad que sitiaba. El rey de los Orissos pese al peligro, fue a a
ayudar a la ciudad cercada para lo que encontró varias alianzas y
amistades entre otros que deseaban ir contra Amilcar; aprovechando
para atacarle en su camino. En el transcurso de esta batalla, el
general cartaginés intentó salvar la vida y la de sus amigos,
huyendo por una ruta diferente, pero dándole alcance el rey ibero,
se sumergió su su caballo en un gran rio, donde pereció por causa
de la corriente. Aunque su hijo y su yerno (Anibal y Asdrúbal "el
bello") lograron salvarse, huyendo hasta Akra Leuke".
“Por
último es muy interesante el hecho de que el mismo Aníbal
aprendería en Hélike a atacar con toros al enemigo. Estratagema que
como veremos también usó él mismo al verse rodeado en Italia; lo
que sucede tan solo diez años después de la muerte de su padre a
manos de Orisson. Poniendo entonces un remedio conocido por haberlo
"vivido" en su juventud, saliendo con ello de "apuros"
Anibal cuando se hallaba vigilado y con la retirada cortada frente al
enemigo romano, que le cerraba el paso en Falerno. Gargantas en que
había quedado encerrado, de las que huyó gracias a que sus soldados
(con la ayuda de mercenarios iberos), atarón más de dos mil bueyes
a carros que con teas en los cuernos, prendieron para avalanzarlos
sobre los de Roma. Salvando con ello su ejército de igual forma que
lo hicieron los que mataron a su padre (Amilkar), al que hemos visto
que vencieron avalanzando contra sus primeras filas aquellas bestias
cargadas de fuego (haciendo retirarse a quienes les cerraban el
paso). Una proeza llevada a cabo por Aníbal que refiere Polibio de
Megalópols del siguiente modo en HISTORIA UNIVERSAL BAJO LA
REPUBLICA ROMANA, (III, 26): "La Tala de la Campania por Aníbal.
Estratagema con que engaña a Fabio para salir de esta tierra":
“Aníbal,
luego de haber tentado a Fabio y talar toda la Campania, teniendo un
inmenso botín, se disponía a levantar el campo. (…) Fabio
descubrió la idea del cartaginés por la que se disponía a salir
desde la misma parte por donde había entrado; así que considerando
que la estrechez del terreno era muy acomodada para atacarle, apostó
cuatro mil hombres sobre el mismo desfiladero (...) Él mientras, con
la mayor parte del ejército, se colocó sobre una colina que
dominaba aquellas gargantas. En cuanto habían llegado los
cartagineses y sentado su campo en el llano al pie de la misma
montaña, se prometió el romano quitarles sin peligro el botín,
aprovechando la ventaja del sitio para poner fin a la guerra.(...)
Pero Aníbal, intuyendo de las circunstancias que todas estas medidas
se dejaban para el día siguiente, no le dio tiempo ni lugar para
ejecutar sus propósitos. Envió así llamar a Asdrúbal, que mandaba
a los gastadores, dándole la comisión para que con toda diligencia
recogiera y atase los más haces que pueda de leña seca y otras
materias combustibles, y que entresacados de todo el botín,
incluyera los dos mil bueyes más hechos al trabajo y gordos, para
que los situara al frente del campamento. (…) Les mandó que cuando
se les diera la señal, hiciera subir a palos y por fuerza los bueyes
hasta llegar a la cumbre; después de lo cual dió la orden para que
todos cenasen y se durmieran. Al fin de la tercera vigilia de la
noche sacó sus gastadores mandando atar a las astas de los bueyes
los manojos. (…) Después da la señal de prender fuego a todos los
haces y hacer subir y conducir los bueyes a las cumbres. Detrás de
éstos colocó a los lanceros, con orden de que ayudasen hasta un
cierto lugar a los que conducían los bueyes.(...) Al mismo tiempo él
marchaba a las gargantas y desfiladeros, llevando a la vanguardia los
pesadamente armados; detrás de éstos a la caballería, después el
botín y en la retaguardia a los hispanos y galos.
Después
de que los romanos que guardaban los desfiladeros advirtieron que se
acercaban a las cumbres esas antorchas, persuadidos a que por allí
hacía su marcha Aníbal, abandonaron los puestos y acudieron a las
alturas. Ya (entonces) se hallaban próximos a los bueyes y dudaban
aún qué significarían estos fuegos, figurándose y esperando algún
mayor infortunio. Apenas llegaron los lanceros, se originó entre
cartagineses y romanos una leve escaramuza; pero los bueyes, que
arremetían en medio de unos y otros, hicieron estar separados a
ambos flancos, sobre las cumbres y permanecer quietos hasta que
llegase el día; por no acabar de comprender (los romanos) lo que
pasaba. Fabio, ya dudoso con este accidente y seguro de que sería un
engaño, "doloso" según la expresión del poeta; resuelto
a no arriesgar un trance ni llegar hasta una acción decisiva -según
su primer propósito-, prefirió mantenerse en quietud dentro de las
trincheras, aguardando que llegara el día. Entre tanto, Aníbal,
saliéndole la empresa a medida de como había pensado, pasó sin
riesgo el ejército y el botín por los desfiladeros, y siquiera
apenas vio desamparados los puestos por los (lanceros) que guardaban
el mal paso. Advirtiendo después al amanecer que sus lanceros eran
atacados por los que ocupaban las alturas, destacó hacia allá un
baluarte de hispanos que, viniendo cuerpo a cuerpo, dieron muerte a
mil romanos y se incorporaron a poca costa con los armados a la
ligera (así descendieron todos juntos). Fuera ya del territorio de
Falerno con esta estratagema y acampado en parte segura, no pensaba
ni discurría más (Anibal) que dónde y cómo estaría en el
invierno. Este paso (de Falerno) aterró y consternó todas las
ciudades y pueblos de Italia"
(sic)
DE MI ARTÍCULO:
EL
FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA. Parte quinta:
El
toro bravo en la Antigüedad; guardián y arma de guerra
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/01/blog-post.html
.
(20):
A los interesados en el tema de la escultura celtibérica de verracos
y toros, recomendamos leer mi artículo:
PUNTOS
GEODÉSICOS Y PIEDRAS MEGALÍTICAS: OMPHALOS Y MARCAS DE ORIENTACIÓN
PULSANDO:
.
(21):
Acerca
de la fecha en la que pudo producirse la Batalla de Simancas, y su
identificación con otras que tan solo han quedado en el recuerdo de
la épica, sin estar probada su veracidad (como la de Hacinas o
Clavijo). Recogíamos las siguientes palabras de Justo Pérez de
Urbel en nuestra anterior entrada:
“Por
otra parte, la batalla de Hacinas que aquí introduce Llorente es un
hecho no reconocido en la historia. De los escritores antiguos no hay
ninguno que haga memoria de semejante batalla, y de los de la edad
media que la refieren, hay mucha discordancia en el tiempo y mucha
falsedad en el personaje con quien se verificó. Mariana la pone
entre el año 956 y 958; Garibay y Sandoval en 931, Y Carrillo en
930, años que ni convienen entre sí, ni con el año 938 en que se
verificó la de Simancas, ni con el de 939 en que quiere colocarla
Llorente. Un monje anónimo del Monasterio de San Pedro de Arlanza, a
mediados del siglo XIII, escribió en versos alejandrinos el Poema de
Fernán González, en el que dedicaba a la Batalla de Hacinas 281
versos de los 740 de que consta el Poema. Se trata de un canto épico
dedicado a exaltar la figura de Fernán González y a la Batalla de
Hacinas, que en las estrofas 389 y 558 figura como Fazinas. Aunque
los modernos historiadores consideran este hecho como legendario, la
batalla ha perdurado en la mente de los hacinenses a través de los
siglos y, en los lugares donde se presume se celebró, se conservan
nombres evocadores: Campo los Muertos, Acerón. En 1840, al excavar
un ribazo, apareció gran cantidad de huesos enterrados en fosa común
que podrían corresponder a los muertos en la batalla”.
"El
condado de Castilla" // Fray Justo Pérez de Urbel; Madrid 1970,
Tomo II, p. 106
.
(22):
Sobre
este dedo impúdico nos dice la página de internet NIHIL
NOVUM SUB SOLE // ANTIQUIETATEM
Digitus
impudicus (el dedo impúdico, el dedo obsceno)
NIHIL
NOVUM SUB SOLE // ANTIQUIETATEM
SIC:
La
enciclopedia bizantina del siglo X la Suda explica el término
Ἐσκιμάλισεν,eskimalisen, como:
[Significa
que él / ella / algo] insulta a otro uniendo el pulgar y el dedo
medio y golpeándolo. O significa que le saca el dedo (le hace la
peineta); en sentido estricto se refiere a introducir o insertar el
dedo corazón en el culo de un ave . Pero no sólo esto, sino que
también cuando alguien quiere humillar a otro, extiende su dedo
medio, dejando el resto juntos, y se lo muestra. Aristófanes en “La
Paz, 549” [escribe]: "[...] y cómo se apagó el que hacía la
lanza…”
Luego
Erasmo, muchos años después, recogió en sus Adagia el término y
nos dice en III,iii 87 (2287):
ΕΣΚΙΜΑΛΙΧΘΑΙ
(eskimalichthai se chre) 2287
Ἐσκιμαλίχθαι
σε χρή. Con este gesto se expresa un insulto y el mayor
desprecio. Para los griegos ἐσκιμαλίσαι (eskimalisai)
consiste en exponer el dedo medio cerrando los otros, para insultar
, o en expresar desprecio con el chasquido de los dedos. De donde
(leemos) en Juvenal, a lo que ya nos referimos en otra ocasión,:
le
mandaba a la horca y le mostraba el dedo (la uña) medio.
La
Suda cita este senario de Aristófanes, que se encuentra en La Paz
(ἐν Εἰρήνῃ)
Ὁ
δὲ δρεπανουργὸς οὐχ ὁρᾷς ὡς ἤδεται,
Καὶ
τὸν δορυξόον οἷον ἐσκιμάλισεν;
Esto
es: ¿Acaso no ves cómo gesticula el
fabricante de hoces y hace el lancero con el dedo (uña) medio? Pero
el que quiera saber qué significa propiamente ἐσκιμαλίζειν
(eskimalisein), prefiero que lo aprenda en la Suda que de mí.
Se ha desviado como elegancia y con sentido proverbial hacia la
suerte o laerudición o alguna otra cosa, para expresar rechazo
absoluto.
Ἐσκιμαλίχθαι
σε χρή. Hoc gestu contumeliam despectumque supremum
significabant.
Est enim Graecis ἐσκιμαλίσαι medium digitum ostendere
con-
tractis
caeteris, ignominiae causa, aut strepitu digitorum significare
contemp-
tum.
Vnde et apud Iuuenalem, quod alibi retulimus:
Mandaret
laqueum mediumque ostenderet vnguem.
Suidas
citat ex Aristophane senarium hunc•, extat autem ἐν Εἰρήνῃ:
Ὁ
δὲ δρεπανουργὸς οὐχ ὁρᾷς ὡς ἤδεται,
Καὶ
τὸν δορυξόον• οἷον ἐσκιμάλισεν; id
est
An
non vides, vt gestiat falcis faber
Medioque
monstret vngue lancearium?
Quid
autem proprie significet ἐσκιμαλίζειν, qui scire
cupiet, malo e Suida•
discat
quam ex me. Elegantius magisque prouerbialiter ad fortunam, ad
eruditionem
aut aliud quippiam, quod plane contemnitur, detorquebitur.
La
ocasión anterior a la que se refiere
Erasmo es el adagio 1367, que es en el que cita el verso que Juvenal
tiene en Satira 10, 53; Juvenal dice que Democrito mandaba a la
horca a la fortuna amenazadora y a “tomar por culo” en lenguaje
actual.
Le
mandaba a la horca y le mostraba el dedo (la uña) medio.
Mandaret
laqueum mediumque ostenderet vnguem
Mandare
laqueum viene a significar “¡que te ahorquen!
Erasmo
también en el adagio siguiente, 1368, nos explica extensamente qué
significa “médium ostendere digitum: Asimismo expresaban el mayor
desprecio con el dedo medio levantado.
Medio
item digito porrecto supremum contemptum significabant
.
Acerca
de estos gestos “esquimalizantes” y su significado, se puede leer
mi estudio sobre “La higa” y mis siguientes artículos:
VER
MI LIBRO "HIGA, HIGO, HÍGADO Y AOJO (magia, religión y
medicina) "El cuerpo en la
tradición", Valladolid 2007 (ed. fundación Joaquín
Díaz).SOBRE EL TEMA SE PUEDE CONSULTAR EN LA RED ALGUNOS
ARTÍCULOS MÍOS COMO LOS QUE A CONTINUACIÓN RELACIONO:
53ª-
DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". (Lo invisible en la
mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XXIV). COMIENZA AQUÍ UN ANÁLISIS SIMBÓLICO DE LAS JOYAS; con
sentido mágico hasta nuestros días. VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/09/1-8-9.html
54ª-
DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS": CONTINUACIÓN. (Lo
invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XXV). -SIGNIFICADO APOTROPAICO DE LOS ABALORIOS Y
COLGANTES QUE SE USABAN Y AÚN UTILIZAMOS PARA COMBATIR EL MAL FARIO-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/09/1-7.html
55ª-
DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". CONTINUACIÓN: Pater
Libero (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el
tesoro de El Carambolo. Parte XXVI). -SENTIDO SEXUAL DE LAS JOYAS QUE
PROTEGEN, SU RELACIÓN CON EL MAL DE OJO- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/09/1-8.html
56ª-
DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". CONTINUACIÓN:
Fascinus (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el
tesoro de El Carambolo. Parte XXVII). -PROTEGERSE DE LA MIRADA Y DE
LOS MALES SOCIALES A TRAVÉS DE LAS JOYAS CON FORMAS OBSCENAS; LA
SUERTE UNIDA A UN COLGANTE QUE EVITABA LAS MALAS MIRADAS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/09/1-7-8.html
57ª-
DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: El Ojo
"cónico o en bola" -"alcorciles y bollas"-. (Lo
invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XXVIII).-VAMOS DESCUBRIENDO EL MUNDO DE LAS JOYAS EN
FORMA DE BULLA O ESFERAS, RELACIONADAS CON EL OJO Y SUS MALES- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/10/1.html
58ª-
DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación:
Permanencia del arte egipcio en el mundo ibérico. (Lo invisible en
la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte XXIX). -DEMOSTRACIÓN DE LA PERVIVENCIA DE MODELOS Y
SIGNIFICADOS DE TALISMANES Y COLGANTES DURANTE CINCO MIL AÑOS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/10/1-8-9.html
59ª-
DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses
de la Fertilidad; Min o Minu egipcio. -RELACIÓN DEL SEXO Y LAS
ENFERMEDADES VENÉREAS CON EL MAL DE OJO, SU PLASMACIÓN EN LAS JOYAS
QUE LO EVITAN- (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de
Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXX). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/1-8.html
60ª-
DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses
de la Fecundidad y su posible significado calendárico -de Egipto a
Japón-. -VEMOS LA RELACIÓN PLANETARIA DE LA SEXUALIDAD Y SU
CONEXIÓN DIRECTA SOBRE EL OJO Y SUS MALES, PLASMADO EN LOS DIOSES DE
LA LUZ-(de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el
tesoro de El Carambolo. Parte XXXI). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/1-9.html
61ª-
Dioses de la fertilidad, de la luz, del Sol y del oro; diosas del
agua, de la Luna y la plata. (de Lo invisible en la mitología: Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXII). -MÁS
SOBRE EL SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD Y LA LUZ, TODO ELLO UNIDO A LOS
TALISMANES Y JOYAS QUE ALEJABAN EL MAL DE LAS TINIEBLAS; EL AOJO-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/12/1-6.html
62ª-
Dioses del comercio y la prosperidad, venidos del cielo. (de Lo
invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XXXIII). -PROCEDENCIA DIVINA DE LOS METALES Y
SENTIDO SAGRADO DE LAS JOYAS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-6.html
63ª-
Mercurio dios del comercio y la prosperidad. (de Lo invisible en la
mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XXXIV). -LOS DIOSES QUE ENVÍAN EL ORO Y LA PROSPERIDAD, RELACIÓN DE
LA JOYERÍA CON LOS ASTROS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-9.html
64ª-
DE MELKARTE A MERCURIO Y DEL CADUCEO A LA VARA DE OLIVO. (De: Lo
invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XXXV). -EL DIOS DEL COMERCIO DEIDAD DEL ACEITE Y DE
LA SIERPE QUE CURA; LA MEDICINA RELACIONADA CON LOS METALES- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-8.html
65ª-
FIESTAS DE LA LUZ, LA TIERRA Y EL AGUA. (De: Lo invisible en la
mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XXXVI). -DEIDADES DE LA FECUNDIDAD RELACIONADAS CON EL BIEN Y LA
PROSPERIDAD; SU REPRESENTACIÓN A TRAVÉS DE LOS METALES PRECIOSOS;
LA CELEBRACIÓN DE SUS FIETAS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-8_30.html
66ª-
EL DIÓS OJO, QUE TODO LO CURA (De: Lo invisible en la mitología,
Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XXXVII).-SENTIDO CURATIVO VENÉREO DE LA JOYERÍA; TALISMANES QUE
PROTEGEN CONTRA EL MAL DE OJO Y LAS ENFERMEDADES- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-8.html
67ª-
EL DIÓS DEL OJO DE LA TIERRA (De: Lo invisible en la mitología, Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXVIII).
-ORIGEN DE LAS RIQUEZAS NACIDAS DEL HADES; EL INTERIOR DE LA TIERRA
DADOR DE LA SEMILLA QUE NACE Y LOS METALES QUE RIGEN EL COMERCIO-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-9.html
68ª-
EL DIOS OJO, ORIGEN DE LUZ Y DE VIDA (De: Lo invisible en la
mitología, Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XIL). -LA LUZ RELACIONADA CON LOS PLANETAS Y CON EL BIEN;
CONTRAPOSICIÓN CON EL MAL. RITOS DE FECUNDIDAD DEL DIOS QUE VE, Y DE
MUERTE EN LAS TINIEBLAS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-8_13.html
69ª-
ORÍGENES Y SIGNIFICADO DEL CORAZÓN AHIGADO: SU RELACIÓN CON EL
AOJO (De: Lo invisible en la mitología, Los bueyes de Gerión en el
tesoro de El Carambolo. Parte XL). -SIGNIFICADO DEL CORAZÓN DEL
AMOR. FIGURA ANTIQUÍSIMA RELACIONADA CON LA JOYERÍA APOTROPAICA
POCEDENTE DE LOS TALISMANES EGIPCIOS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-9_13.html
70ª-
EL OJO QUE ES DIOS PORQUÉ TE VE, Y NO PORQUE TÚ LO "BES".-EL
DIOS BES Y LOS ABALORIOS FENICIOS; JOYERÍA CONTEMPORÁNEA AL TESORO
DE EL CARAMBOLO- (De: Lo invisible en la mitología; Los bueyes de
Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XLII). VER:
71ª-
DE LA FIGA A LA HIGA Y DEL HIGO AL HÍGADO (De: Lo invisible en la
mitología; Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XLIII). -SIGNIFICADO APOTROPAICO DE LAS JOYAS EN FORMA REDONDA O DE
HIGO, SU RELACIÓN CON EL MAL DE OJO-. VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-9_25.html
72ª-
LA MANO QUE PORTA LA SUERTE CON GESTOS OBSCENOS (De: Lo invisible en
la mitología; Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte XLIV).-FORMAS DE COMBATIR EL AOJO QUE HAN PERVIVIDO HASTA
NOSOTROS; UNA DEMOSTRACIÓN MÁS DE QUE EL DISEÑO DEL TESORO DE EL
CARAMBOLO PUEDE SER ANTECEDENTE DIRECTO DE LA ORFEBRERÍA CHARRA-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/03/1-o-9.html
73ª-
HATHOR: LA MANO BELLA QUE PROTEGE (De: Lo invisible en la mitología;
Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XLV).-ORÍGENES DE LOS TALISMANES Y COLGANTES QUE USAMOS EN NUESTROS
DÍAS Y QUE NACIERON CON UN IGUAL SENTIDO HACE CINCO MIL AÑOS- VER:
74ª-
HATHOR: EL SONIDO DE LA MANO QUE PROTEGE (De "Lo invisible en la
mitología"; Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte XLVI). -COSTUMBRES DE HOY Y DE ANTAÑO, QUE DEMUESTRAN CÓMO
DURENTE MILENIOS SE CONSERVAN LOS RITUALES DE MAGIA Y EL SIGNIFICADO
DE LOS AMULETOS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/04/1-8.html
75ª-
LA PROTECCIÓN CON SONIDO: IDIÓFONOS Y COLLARES COMO SUS
INSTRUMENTOS (De "Lo invisible en la mitología": Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XLVII). -MÁS
SOBRE LA PERMANENCIA DE RITOS Y MODELOS NACIDOS EN EGIPTO, FENICIA,
GRECIA Y ROMA (O TARTESSOS); FORMAS Y COSTUMBRES QUE ESTÁN AÚN EN
PLENO USO- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/04/1-1.html
76ª
LA BULLA Y LA JOYA GLOBULAR APOTROPÁICA (De "Lo invisible en la
mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte XLVIII). -SIGNIFICADO DE LAS JOYAS EN FORMA DE BULLA O CÁPSULA;
SU RELACIÓN SAGRADA CON EL OJO Y CON LOS PLANETAS- VER:
77ª
EL ESPEJO Y EL HAZ, PROTECTORES DEL ALMA -joyas y objetos que los
simbolizaron- (De "Lo invisible en la mitología": Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte IL). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/05/1-9-1-9-9-9-9-9-9-9-9-9-9.html
78ª
MADRE LUNA Y PADRE SOL -algunas joyas y objetos suntuarios que los
simbolizaron; sus efectos apotropaicos- (De "Lo invisible en la
mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte L). AMULETOS BULIFORMES Y A MODO DE LÚNULA, SU PODER Y
SIGINIFICADO (comentario a un trabajo de la Prof. Martín Anson).
VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/05/1-7-0-0-8-9-0-9-9-9-0-9-8.html
79ª
EL PODER DE LA MIRADA Y SU RELACIÓN CON EL ARMAMENTO EN LA
ANTIGÜEDAD -colgantes y abalorios que evitaban los venablos- (De "Lo
invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro
de El Carambolo. Parte LI). ORÍGENES DE LOS ESTUDIOS SOBRE EL MAL DE
OJO MODERNOS: RICHARD PAYNE KNIGHT Y EL MUSEO BRITÁNICO -CATHERINE
JOHNS Y ETC-. LA PROTECCIÓN BÉLICA CON AMULETOS EN LA ANTIGÜEDAD.
VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/05/1-8-8-8-8-9-8-9-9-6-0-0-9-9-9.html
80ª
EL PODER DE LA MIRADA Y SU RELACIÓN CON LAS ARMAS EN LA ANTIGÜEDAD:
Medusa y Perseo, introducción al estudio de sus virtudes
"apotropaicas" (De "Lo invisible en la mitología":
Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LII).
COMENTARIO SOBRE ALGUNOS AUTORES QUE TRATARON EL TEMA, TEORÍA PROPIA
ACERCA DEL SIGNIFICADO DEL MITO DE PERSEO. VER
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/05/1-0-l-8-9-9-9-8-9-0-8.html
82ª
EL PODER DE LA MIRADA Y SU RELACIÓN CON LAS ARMAS EN LA ANTIGÜEDAD:
Medusa y Las Gorgonas, estudio sobre su simbolismo (De "Lo
invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro
de El Carambolo. Parte LIII). ANÁLISIS DEL MITO DE LA GORGONA; SU
RELACIÓN CON LOS CLÍPEOS. EL TESORO DE EL CARAMBOLO COMO LOS BUEYES
DE GERIÓN Y COMO CABEZA DE MEDUSA (pectorales protectores y
apotropaicos). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/06/1-9-8-9-8-0-0-o-0-0-9-0-9.html
83ª
LA MIRADA Y EL PECTORAL EN LA ANTIGÜEDAD: Petos y objetos
apotropaicos que pudieron originar los diferentes mitos
"occidentales". (De "Lo invisible en la mitología":
Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LIV).
RELACIÓN ENTRE EL MITO DE MEDUSA Y LOS PECTORALES DE EL CARAMBOLO
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/06/1-0-0-o-9-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0.html
84ª
LA MIRADA EN LA ANTIGÜEDAD: Medusa y Las Gorgonas, autores españoles
que últimamente trataron sobre sus poderes apotropaicos. (De "Lo
invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro
de El Carambolo. Parte LV). ANÁLISIS DE LAS OBRAS DE OTROS AUTORES
QUE HAN TRATADO EL MITO EN REFERENCIA AL MAL DE OJO.
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/06/1-
.
(23):
Sobre estos gestos, como los que hoy llamamos “corte de manga”,
“peineta”, “los cuernos” o “la higa”, cuyo valor
apotropaico se documenta en gran parte en estos actos de guerra. Se
dice que muchos consideran que origen de
ese “corte de mangas” estaría en la batalla de Agincourt; pueblo
del Norte Francia, que luchó contra los ingleses en 1415; en la
llamada la Guerra de los Cien Años.
Pese
a ello, podemos documentar ya su existencia en tiempor grecorromanos,
donde se usaban para insultar al enemigo y para provocar al
indeseado. Probablemente de allí su carácter apotropáico.
VER
CITA ANTERIOR.
.
(24):
A
continuación recogemos y resumimos el texto épico recogiendo los
versos que mencionan las batallas de Osma y de Simancas sucedidas
entre el 933 y 39 en tiempos de Ramiro II y Abderramán (que el poeta
sitúa en Hacinas y en época de Fernando y Almanzor).
Este texto ya lo habíamos publicado en nuestra anterior leyenda,
pero por su importancia lo volvemos a incluir en esta. Ya que muestra
los hechos que vamos relatando.
.
1-.
Sobre la pobreza de Castilla y de cómo los condes hicieron de ella
el principal baularte:
Estonçe
era Castiella // un pequeño rincon, 171
era
de castellanos //
Montes d'Oca mojon,
e
de la otra parte //
Fitero el fondon,
moros
tenien Caraço // en aquesta sazon.
Era
toda Castiella
// solo
una alcaldia; 172
maguer
que era pobre //
e de poca valia,
(...)
d'un
alcaldia pobre //
fizieron la condado,
tornaron
la despues // cabeça de reinado.
2-.
Fernán González a sus gentes sobre los castellanos y su Señora
María:
Esforçad,
castellanos, // non ayades pavor, 222
vençremos
los poderes // d'esse rey Almançor,
sacaremos
Castiella //
de
premia e d'error,
el
sera el vençido // yo sere el vençedor.
(...)
Amigos,
d'una cosa //
so
yo bien sabidor: 260
ellos
seran vençidos, // yo sere vençedor;
en
gran afruenta en canpo // sere con Almançor:
vere
de castellanos // com' guardan su señor.»
(...)
Quando
fueron vençidos // essos pueblos paganos, 273
fueron
los vençedores // los pueblos castellanos;
el
conde don Fernando //
con
todos los cristianos
fueron
en su alcançe // por cuestas e por llanos.
Rendieron
a Dios graçias // e a Santa Maria
VEMOS
EN ESTE ÚLTIMO VERSO LA MENCIÓN A LA VIRGEN DE CASTELLANOS
3-.
Aparece San Millán para ayudar en la batalla:
Quando
ovo don Fernando //
todo
esto oido, 419
el
varon don Millan // a los çielos fue ido:
fue
luego de la ermita //
el conde espedido,
torno
se a Piedrafita //
d'onde fuera salido.
4-.
VICTORIAS DE HACINAS
SITÚA
LA BATALLA EN CARAZO y llama Almanzor a Abderramán III:
Llego
a Almançor // luego el apellido, 195
sopo
commo avia // a Caraço perdido.
(...)
LLEGADA
DE ALMANZOR CON 130.000 hombres
Que
venie Almançor con muy fuertes fonsados, 384
con
çiento e treinta mill caveros lorigados,
(...)
PRIMERA
DERROTA (en Osma)
Quando
fue Almançor // la otra vez vençido, 385
con
grand pesar que ovo // a Marruecos fue ido
(...)
5-.
RECLUTAMIENTO DE UN GRAN EJÉRCITO PARA VENGAR LAS DERROTAS DE
ABDERRAMÁN
coido
se Almançor // del buen conde vengar,
por
amor d'acabar lo // no s' podie dar vagar.
Cordova
e Jaen // con toda Andaluzia, 390
Lorca
e Cartajena // con toda Almaria,
de
muchas otras tierras // que nonbrar non sabria,
ayunto
Almançor // muy grand cavalleria.
Quando
fueron juntados // començo a venir, 391
bien
coido a España // sin falla conquerir,
que
el conde castellano // no s' le podrie foir,
(…)
6-.
A MI JUICIO EN SIMANCAS, JULIO AGOSTO DE 939:
EL
CONDE REZA EN LAS CERCANÍAS DE HACINAS (lugar que debemos
identificar junto a Simancas, quizás en las inmediaciones de Mota o
en la propia ermita de Castellanos)
Eran
ya en Fazinas // essa gente maldita, 392
todos
los castellanos // eran en Piedrafita;
el
conde -la su alma // de pena sea quita-
fue
se pora San Pedro // a essa su ermita.
Quando
fue a la ermita // el conde allegado, 393
demando
por su monje, // don Pelayo llamado;
dixeron
le por nuevas // que era ya finado,
ocho
dias avia // que era soterrado.
Entro
en la ermita // con muy grand devoçion, 394
LA
MENCIÓN A PIEDRAFITA VEMOS QUE ES UNA LICENCIA POÉTICA, para rimar
con "maldita". ESTA LOCALIDAD AVULENSE ESTABA POR ENTONCES
EN TIERRAS MUSULMANAS; SE ENCUENTRA MUY LEJOS DE SIMANCAS Y MÁS AÚN
DE HACINAS. El lugar de rezo de Fernán Gónzález podemos
identificarlo con la ermita de Castellanos en Mota.
(...)
Aparición
en sueños de San Pelayo y San Millán
Teniendo
su vegilia, // con Dios se razonando, 405
un
sueño muy sabroso // al conde fue tomando:
con
sus armas guarnido // assi se fue acostando,
la
carne adormida, // assi yaze soñando.
Non
podria el conde // aun ser adormido, 406
el
monje San Pelayo // de suso l' fue venido,
(...)
Millan
so yo por nonbre, // Jesucristo me enbia,
durara
la batalla // fasta terçero dia.»
(...)
Esta
es la razon // que la voz me dezia: 429
"Conde
Fernan Gonzalez, // lieva dend', ve tu via,
todo
el poder de Africa // e del Andaluzia
vençer
lo has en el canpo // d'este terçero dia."
(...)
En
aquella ermita // fui yo bien consejado 432
del
monje San Pelayo, // siervo de Dios amado,
que
por el su consejo // Almançor fue arrancado;
SE
OBSERVAN PRODIGIOS EN EL CIELO (que yo identifico con el eclipse del
19 de julio de 939)
Vieron
aquella noche // una muy fiera cosa: 468
venia
por el aire // una sierpe rabiosa,
dando
muy fuertes gritos // la fantasma astrosa,
toda
venie sangrienta, // bermeja commo rosa.
Fazia
ella senblante // que ferida venia, 469
semejava
en los gritos // que el çielo partia,
alunbrava
las uestes // el fuego que vertia,
todos
ovieron miedo // que quemar los queria.
QUIZÁS
ABERRAMÁN PRETENDÍA LLEGAR AL DUERO CON EL ECLIPSE Y ATEMORIZAR A
LOS CRISTIANOS, PARA QUE NO PRESENTASEN BATALLA (a mi juicio les
intentaba engañar con esa argucia):
A
los moros tenian // que los venie ayudar 474
ca
coidavan sin duda // cristianos espantar;
por
tal que los cristianos // se ovieran a tornar,
quisieran
en la ueste // algun fuego echar.
(...)
«Los
moros, bien sabedes, // se guian por estrellas, 476
non
se guian por Dios, // que se guian por ellas;
otro
Criador nuevo // han fecho ellos d'ellas,
diz
que por ellas veen // muchas de maravellas.
Ha
y otros que saben // muchos encantamientos, 477
(...)
Algun
moro astroso // que sabe encantar 479
fizo
aquel diablo // en sierpe figurar
por
amor que podiesse // a vos mal espantar,
con
este tal engaño // cuidaron nos torvar.
DURANTE
LA TERRIBLE BATALLA QUEDAN MALHERIDOS EL CONDE Y EL REY:
El
conde don Fernando, // maguer que mal ferido, 494
antes
que el rey entrasse // en todo su sentido,
del
conde fue otra vez // el rey muy mal ferido,
fue
luego del cavallo // a tierra abatido
LOS
DE ABDERRAMÁN HACÍAN GRANDES ESTRAGOS:
Los
moros, en todo esto, // en valde non yazian, 504
en
los omnes de pie // grand mortandat fazian,
sabed,
d'amas las partes // muchos omnes caian,
a
los golpes que davan, // las sierras reteñian.
SEGUNDO
DÍA DE COMBATE:
tro
dia mañana, // los pueblos descreidos 512
estavan
en el canpo // con sus armas guarnidos,
dando
muy grandes vozes // e grandes alaridos,
los
montes e los valles // semejavan movidos.
TERCER
DÍA (descripción de la Batalla de Simancas)
Otro
dia mañana, // fueron se levantar, 527
vestieron
se las armas // por al canpo tornar,
començaron
a Dios // de coraçon rogar
FINALMENTE,
CUANDO YA ESTABAN LOS CRISTIANOS VENCIDOS APARECE UN EJÉRCITO DE
ÁNIMAS LLEGADAS DEL CIELO QUE LES RESCATA; ATACANDO Y HACIENDO HUIR
A ABDERRAMÁN.
EL
REY MUSULMAN EN SU ESCAPADA PERDIÓ HASTA EL AZOR, QUE EL MONARCA
CASTELLANO LUCÍA ORGULLOSO TAL COMO VEMOS EN ESTOS VERSOS QUE NARRAN
LA VICTORIA DE LOS CRISTANOS:
Llevara
don Fernando // un mudado açor, 575
non
avia en Castiella // otro tal nin mejor,
otrossi
un cavallo // que fuera d'Almançor:
avie
de todo ello // el rey muy grand sabor
NOTA:
TAL COMO HEMOS DESTACADO ANTERIORMENTE, DONDE EL POETA ESCRIBE
ALMANZOR HEMOS DE LEER ABDERRAMÁN III Y DONDE PONE REY FERNANDO, SE
HA DE SUSTITUIR POR RAMIRO II (monarca de Fernán González). Todo
ello muestra que el poema describe la batallas de Osma (primero) y
finalmente la de Simancas.
.
TEXTO
DEL:
Poema
de Fernán González.
Edición
digital apartir de la de Ramón Menéndez Pidal, Reliquias de la
poesía épica española, M. Rivadeneyra, Madrid, 1951, pp. 34153, y
cotejada con la edición crítica de Juan Victorio, Cátedra, Letras
Hispanas, Madrid, 1998, 4ª ed. // Liberado en la red por Saavedra
Fajardo
.
(25):
DECÍAMOS
IGUALMENTE EN NUESTRA ANTERIOR LEYENDA QUE:
“Aquella
gran derrota de Abderramán del 939, fue narrada en el Poema de
Fernán Gónzalez englobándola en las “Batallas de Facinas”
(Hacinas). Descrita en tres jornadas y donde asimismo se aparece San
Millán, tal como las crónicas mencionan que sucedió en la de
Simancas.
Dicha
victoria (la primera de enorme importancia frente a Al Andalus) se
menciona también
con igual nombre,
en otro poema épico intitulado “Votos
de Fernán González
o Privilegio
de Fernán González concedido al monasterio de San Millán de la
Cogolla”.
Donde
igualmente aparece el conde, derrotando a los sarracenos en Hacinas
con ayuda de San Millán. Una obra que aunque se pretendió fechar en
el 934, después se demostró que en verdad fue escrita
en el siglo XIII y quizás en San Millán de la Cogolla. Por lo
tanto, coetánea al Poema de Fernán González y también redactada
doscientos años después de que ocurriesen los hechos (de allí los
errores de localización y en los nombres de los personajes). Otro
de los documentos que narra similares acontecimientos es la “Vida
de San Millán” de Gonzalo de Berceo
-de misma época que los anteriores-; donde el famoso escritor de
“Los milagros de Nuestra Señora” recoge de forma parecida la
batalla y la ayuda del santo Millán (que antes de Santiago fue
patrono de España). Por
todo cuanto se expone, hemos de deducir y afirmar que la famosa
Batalla de las Hacinas -reflejada
en el poemario de San Pedro de Arlanza, en el de Berceo y en de San
Millán-.
Es en verdad la de Simancas y otras anteriores gestas en las que el
rey Ramiro derrotó a los de Córdoba (en Osma, en San Esteban o en
las mismas Hacinas y Carazo).
De tal manera, Fray
Justo Pérez de Urbel nos relata sobre estas luchas supuestamente
llevadas a cabo en “Facinas”, lo siguiente:
"La
historia manifiesta que Abderramen tomó hacia Salamanca, orilla
abajo del Tormes con los restos del ejército, en donde le volvió á
atacar y derrotar D. Ramiro. Por otra parte, la batalla de Hacinas
que aquí introduce Llorente es un hecho no reconocido en la
historia. De los escritores antiguos no hay ninguno que haga memoria
de semejante batalla, y de los de la edad media que la refieren, hay
mucha discordancia en el tiempo y mucha falsedad en el personaje con
quien se verificó. Mariana la pone entre el año 956 y 958; Garibay
y Sandoval en 931, Y Carrillo en 930, años que ni convienen entre
sí, ni con el año 938 en que se verificó la de Simancas, ni con el
de 939 en que quiere colocarla Llorente. Un monje anónimo del
Monasterio de San Pedro de Arlanza, a mediados del siglo XIII,
escribió en versos alejandrinos el Poema de Fernán González, en el
que dedicaba a la Batalla de Hacinas 281 versos de los 740 de que
consta el Poema. Se trata de un canto épico dedicado a exaltar la
figura de Fernán González y a la Batalla de Hacinas, que en las
estrofas 389 y 558 figura como Fazinas. Aunque los modernos
historiadores consideran este hecho como legendario, la batalla ha
perdurado en la mente de los hacinenses a través de los siglos y, en
los lugares donde se presume se celebró, se conservan nombres
evocadores: Campo los Muertos, Acerón. En 1840, al excavar un
ribazo, apareció gran cantidad de huesos enterrados en fosa común
que podrían corresponder a los muertos en la batalla".
Por
su parte, acerca de los hechos ya referidos en Simancas nos dirá el
mismo autor (basándose en otros investigadores que cotejaron las
crónicas árabes y castellanas):
“Abd
al-Rahman III decidió organizar una campaña decisiva contra los
Reinos de León y Navarra y acabar una vez con la audacia de los
Cristianos del Norte, que no abandonaban su actitud hostil al Estado
cordobés y parecían poco dispuestos a reconocer la supremacía y el
poder político y militar del Califa (…) Parece
que junto al Monarca leonés se encontraba en aquella ocasión la
propia Reina Toda de Navarra, y desde luego, allí estaban los
condes castellanos Fernán González y Assur Fernández e incluso el
musulmán rebelde al Califa Umayya ben Ishaq al-Qurashí, que se
había puesto al servicio de Ramiro II (…) El primero de Agosto
Comenzada la batalla entre Cordobeses y Cristianos con ligera ventaja
inicial para las tropas de Abd al-Rahman III, pronto el vigoroso
ataque del ejército de Ramiro II empezó a hacer difícil la
situación de los `Caldeos´, como llamaban los cronistas cristianos
a los Musulmanes, y éstos sufrieron una gran derrota cerca de las
murallas de Simancas. Se vieron forzados a una fuga tan precipitada
que el mismo Califa tuvo que abandonar sobre el campo su cota de
mallas de oro y el precioso ejemplar del Corán, que siempre llevaba
consigo (…) A marchas forzadas tuvo el Califa que regresar a
Córdoba con los restos de su ejército, y, descontento con la
conducta de sus oficiales en el combate, ordenó que fuesen
crucificados muchos de ellos como traidores al Islam. Así terminó
la orgullosa campaña de la omnipotencia; Abu Yahya de Zaragoza fue
hecho prisionero por Ramiro II y el Califa ya no se aventuró en lo
sucesivo a exponer su persona a los Del Duero al Tormes riesgos de
las batallas y no volvió a mandar personalmente ejércitos (…) En
el 940, la gran victoria cristiana de Simancas hizo, sin duda,
posible una nueva expansión territorial de Reino asturleonés, y la
frontera del Duero, que desde hacía algunos años se extendía desde
Osma hasta Zamora y la raya de Portugal para avanzar luego hasta el
Mondego, se adelantó ahora y llegó al río Tormes”
.
TEXTOS
DE:
"El
condado de Castilla" // Fray
Justo Pérez de Urbel; Madrid 1970, Tomo II, p. 106
.
(26):
Aquí la leyenda nos aporta datos de enorme importancia al decir
textualmente:
“llamando
torneo” a ese toreo a caballo”
y
añadiendo
“que
lo ejecutaban con enorme maestría los caballeros de las zonas
cercanas a este paso del Duero. En especial los de Santibáñez de
Mota, los de Wamba, Tiedra, Toro, San Román de Hornija, Tordesillas
y Simancas -de ello que los sarracenos quisieran humillar a tan
valerosos caballeros, pidiendo la entrega de doncellas-”.
Viendo
claramente en estas palabras el origen del toreo a caballo, que no
fue otro más que el del “torneo” con toros. Usándolos para
entrenarse en las artes de la guerra, o bien para echarlos contra el
enemigo. Todo lo que claramente se ha conservado en las tradiciones
del lugar y en especial en la del famoso Toro de la Vega, que a mi
juicio recreaba totalmente el lanzamiento de morlacos contra los
enemigos, cruzando el Duero en tiempos de la Reconquista. Una forma
de defensa que explica la enorme tradición taurina de esta “marca”
del “río de oro” y su área. Donde desde Valladolid a Zamora, se
venera a las reses en todas las fiestas patronales, siguiendo
rituales de enorme raigambre histórica.
.
(27):
Descartamos
como cierta la etimología que el manuscrito de Tuy propone acerca
del nombre de la población llamada Pollos, sita a unos doce
kilómetros de Tordesillas y a unos siete de Castro Nuño. Donde sí
es verdad que antaño campaban a sus anchas reses bravas, criadas
allí por algunas de las mejores ganaderías de Castilla y de León.
Existiendo en su municipio fabulosas fincas, como la llamada Cartago,
donde se recuerda la crianza de toros bravos.
(28):
Es
esta la etimología que el Manuscrito de Tuy da a Villafranca del
Duero. Para observar la campaña, recomendamos ver de nuevo el mapa
que bajo esta cita se contiene.
.
(29):
Menciona
aquí el texto tudense como quienes lograron huir de los cristianos
que les cerraban la retaguardia lo hicieron a través de Sepúlveda
(Septembúlica) donde habría un lupanar, cuyas meretrices ayudaron a
pasar el Guadarrama a los cordobeses. Aunque la cita de Septembúlica
y el camno que tomaron a la huida, quizás sea correcta.
Evidentemente no lo es la etimología del alto de Guadarrama,
haciéndola proceder de “Guarra Dama” en razón a este
prostíbulo.
.
(29b):
Escribe
Juan del Águila, en HISPANISMO
ORG.http://hispanismo.org/geografia-y-etnografia/10130-la-antigueedad-de-las-corridas-de-toros-en-espana.html
“Los
Encierros de Cuéllar presumen de ser los más antiguos de España.
Esta afirmación no se hace de forma gratuita, pues ya en 1215,
siendo obispo de Segovia Geraldo, se realizó un sínodo ya que el
episcopado tenía problemas con los laicos y eclesiásticos de
algunas circunscripciones de la diócesis, concretamente con la de
Cuéllar, Coca, Sepúlveda y Pedraza. El sínodo dicta una serie de
artículos que regulan la vida y el comportamiento del clero; en
concreto el quinto artículo prohíbe a los clérigos que jueguen a
los dados y asistan a "juegos de toros", y si lo hicieran
serían suspendidos de su ministerio”.
.
(30):
TAL
COMO RECOGÍAMOS EN CITA (25), FRAY JUSTO PEREZ DE URBEL DESCRIBE
ESTA DERROTA CON LAS SIGUIENTES PALABRAS:
“El
primero de Agosto Comenzada la batalla entre Cordobeses y Cristianos
con ligera ventaja inicial para las tropas de Abd al-Rahman III,
pronto el vigoroso ataque del ejército de Ramiro II empezó a hacer
difícil la situación de
los `Caldeos´, como llamaban los cronistas cristianos a los
Musulmanes, y éstos
sufrieron una gran derrota cerca de las murallas de Simancas. Se
vieron forzados a una fuga tan precipitada que el mismo Califa tuvo
que abandonar sobre el campo su cota de mallas de oro y el precioso
ejemplar del Corán, que siempre llevaba consigo (…) A marchas
forzadas tuvo el Califa que regresar a Córdoba con los restos de su
ejército, y, descontento con la conducta de sus oficiales en el
combate, ordenó que fuesen crucificados muchos de ellos como
traidores al Islam. Así
terminó la orgullosa campaña de la omnipotencia; Abu Yahya de
Zaragoza fue hecho prisionero por Ramiro II y el
Califa ya no se aventuró en lo sucesivo a exponer su persona a los
Del Duero al Tormes riesgos de las batallas y no volvió a mandar
personalmente ejércitos (…)
En el 940, la gran victoria cristiana de Simancas hizo, sin duda,
posible una nueva expansión territorial de Reino asturleonés, y la
frontera del Duero, que desde hacía algunos años se extendía desde
Osma hasta Zamora y la raya de Portugal para avanzar luego hasta el
Mondego, se adelantó ahora y llegó al río Tormes”
.
TEXTOS
DE:
"El
condado de Castilla" // Fray
Justo Pérez de Urbel; Madrid 1970, Tomo II, p. 106
.
(31):
Parece probado que Wamba fue regentado por caballeros desde que se
recuperó en la Reconquista, al ser el sepulcro del rey Recesvinto y
posiblemente el de Wamba (restos que trasladó Alfonso X el Sabio a
Toledo). Todo hace pensar que antes de la llegada de los
Hospitalarios ( Orden de Malta), hubo otros anteriores procedentes de
Zamora -de dónde también llegaron templarios a Wamba-.
.
(32):
JUEGOS
TAURINOS en los albores de la Historia. CRISTINA
DELGADO LINACERO. Madrid 2007
EL
TORO EN EL MEDITERRÁNEO; Cristina
Delgado Linacero; Madrid 1996, Univ.Autónoma
.
(33):
PARA
LOS INTERESADOS EN EL TEMA DE LA CAZA DE TOROS ENTRE LOS CELTAS Y LOS
GERMANOS: Les
recomendamos consultar
nuestro estudio consistente en cuatro artículos, que comienza en
este del que damos LINK. Pulsar:
.
(34):
Gonzalo
Santonja Gómez–Aguero,
catedrático
de la Universidad Complutense de Madrid, director del Instituto
Castellano y Leonés de la Lengua, doctor en Filología Hispánica y
Honorary Fellox in Writing por la Universidad de Iowa.
“Por
los albores del toreo a pie. Textos e imágenes de los siglos
XIII-XVII” (ed. Everest, MADRID 2012).
.
(35):
Gonzalo
Santonja Gómez–Aguero,
-SIC
de su conferencia en el aula de tauromaquia de la Universidad San
Pablo CEU, año 2013-
.
(36):
CARNE
Y SÍMBOLO: TOROS EN LAS TIERRAS MADRILEÑAS DURANTE EL MEDIEVO
Dolores
Carmen Morales Muñiz
Miscelánea
Medieval Murciana 2013, XXXVII; pp. 139-154
.
(37):
IDEM
CITA
(36)
pags.
147 a 150.
Mira la etimología de "Ludovicus", por favor, y corrige el craso error, que no me permite seguir leyendo tu bonita historia.
ResponderEliminarNo entiendo su pregunta. En todo caso, entienda que es una leyenda y su narración; leyenda es. Es una forma idealizada de historia, donde nada ni nadie es cierto; pero donde todo es real. Un saludo.
Eliminar