Las leyendas contienen un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.
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IMÁGENES
sobre este párrafo: Fotografía
de los Montes Torozos. Sobre la etimología y denominación de estas
estribaciones y acerca del antiguo nombre de Mota del Marqués, trata
la presente leyenda.
Donde conoceremos el posible origen de la voz Torozos; montes que ya
vimos eran antes llamados Gotoros o Góticos (en memoria de los
godos, cuyos reyes tenían sus fincas de recreo en ellos).
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Al
lado:
Dos
carteles de celebraciones taurinas en Mota del Marqués, donde existe
una tradición muy arraigada de correr toros y a encierros en el
campo. Costumbres valoradas y conservadas en la zona de los Montes
Torozos, a mi juicio por haber sido un famoso cazadero desde tiempos
inmemoriales. Un
coto real que data de épocas ancestrales y que ha sobrevivido hasta
nuestros días; con los “parques” de La Santa Espina o Boecillo,
donde cazaban los monarcas godos y que se mantuvieron como fincas de
la Casa Real, hasta haber sido catalogados de zonas protegidas o
parques públicos.
A mi entender, en estos montes se criaban algunas de las más
importantes especies cinegéticas, entre los que destacaban fieros
uros salvajes
(tan valorados por reyes y nobles). Habiendo constituido esta zona de
los Campos Góticos y de los Torozos, un verdadero paraíso para los
cazadores; solo semejante a otras como el Coto Doñana o Sierra
Morena. Donde
caballeros y monarcas se ejercitaban en este deporte de matar astados
silvestres, desde las más remotas épocas.
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ABAJO:
Foto
de un encierro en Mota del Marqués, hace unos setenta años
(imagen tomada de la página de Facebook, MOTA DEL MARQUÉS, a los
que agradecemos nos permitan divulgarla).
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A)
Poema fundacional de Santibañez de Mota:
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De
nuevo nos hacen llegar datos que amplían nuestra página,
dedicada a las leyendas de Mota del Marqués. En este caso se
trata de un poema que -según nos transmiten- data de época
inmemorial y donde se narraría el origen y nombre de Santibáñez de
Mota. Denominación que sabemos fue la primera dada a este lugar,
al que luego se citará como Valdemota y que hacia el sigo XV
nombraron Mota de Toro (tras pasar a dominio de la familia Ulloa;
regidores de la villa toresana, junto a muchas de las poblaciones más
cercanas). Finalmente y desde 1700 -aprox.-, el altozano o motilla de
Toro se menciona como Mota del Marqués; unos cien años más tarde
de que Felipe II hiciera a Rodrigo de Ulloa, marqués de esta
población (un título que actualmente pertenece a la Casa de Alba).
.
Consecuentemente,
sabemos que el nombre original del lugar
fue Santibáñez de Mota; lo que en un principio habríamos de
interpretar como “San Ivan del montículo” (o
“San Juan del altozano”). Aunque
tras leer el poema que hoy analizamos; todo lleva a pensar que el
asentamiento en la colina se llamó Santibañez, por haber existido
en ella unos baños o fuentes de salud, a los que denominarían
Santos-baños de la Mota. Manantiales de etapa visigoda, hoy
extinguidos -o sin localizar-; que los
versos recogidos a continuación, relacionan con otras fuentes
medicinales de los Torozos, como la de San Juan de Baños (en
Palencia). Termas de origen romano,
presididas posiblemente por un templo dedicado a Esculapio; habida
cuenta los restos hallados y las grandes propiedades del este
manantial del Cerrato. Donde sabemos que
reyes godos acudían a curar sus dolencias; elevando allí Recesvinto
una basílica, reutilizando capiteles y columnas romanas del posible
templo de esculapio; a la que dió un nombre que mucho nos recuerda
al de Santinbañez: Sant-Iván de Baños.
.
Todo
ello lo menciona el poema que hoy analizamos; narrando que la
fundación del lugar llamado Santibañez de Mota, procede de aquellas
aguas de salud existentes por entonces en esta colina hoy llamada
“del Marqués”. Asimismo, habla el texto de que los campos de la
misma zona, actualmente denominados Torozos; fueron antaño “de los
godos” y por ello nombrados como Gotoros. Todo
lo que sabemos sucede hasta el siglo XI; cuando tanto la ciudad de
Toro y los montes cercanos a Mota, cambian de denominación.
Habiéndose sido hasta entonces Campos Góticos o Gotoros, tanto la
villa de Toro y los Torozos; aunque en tiempos del rey Alfonso VI ya
se describen aquellos lugares del modo que actualmente hace -como los de Toro y los Torozos- (1)
.
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IMAGEN,
ARRIBA:
Casa
prioral en la iglesia de San Román de Hornija;
declarada monumento histórico debido a que su
atrio de entrada estaba construido con columnas romanas y algunos
capiteles visigodos. Tristemente
fue abandonada durante años, por lo que su fachada y “terraza”
se deterioró totalmente. Hace algún tiempo sufrió un último golpe
que la destruyó; al quitarse los capiteles que sostenían el
voladizo, cayendo lo que quedaba de su atrio y columnas frontales.
Esperemos que en un futuro próximo, los problemas que sufre esta
preciosa casa del prior, sean solucionados finalmente y pueda ser
restaurada.
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IMAGEN,
AL LADO:
Campanario
de misma iglesia en San Román de Hornija, donde se enterró el rey
Chindasvinto, junto a su mujer Riciberga. Este monarca visigodo de
gran valía y carácter, fue coronado con casi ochenta años (en el
643);
proclamando poco después el sistema hereditario en la sucesión al
trono. Tras
designar a su hijo Recesvinto como próximo rey -el año 648-, le
entregó la mitad del mando y gobierno; compartiendo toda potestad
con él. Poco después se iría a vivir a San Roman de Honija, tras
fundar allí un monasterio dedicado al santo homónimo y donde
viviría hasta el fin de sus días
(sucedido en septiembre del 653).
En este lugar, cuyo campanario y casa parroquial mostramos en imagen,
fue inhumado Chindasvinto y la madre de Recesvinto. El heredero de la
corona que también vivió largas temporadas en la zona, teniendo su
villa y finca en Wamba, donde es enterrado -tras morir en este
pueblo vallisoletano en el que coronan a su hijo: Wamba-. El
féretro de Recesvinto fue trasladado a Toledo por Alfonso X, siglos
después. Pero el de Chindasvinto y su mujer no lograron ser
localizados, cuando el Alfonso El Sabio reagrupó las tumbas de los
reyes godos, para llevarlos en la basílica toledana de Santa
Leocadia. Por lo que en San Román de Hornija se conserva aún la
lápida, el sepulcro y hasta los restos óseos de este matrimonio real
visigodo -que hemos mostrado en imágenes en nuestra anterior
leyenda-.
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IMAGEN,
ABAJO: Mapa
de la zona donde se suceden los hechos que esta leyenda recoge. Hemos
marcado con un círculo morado las poblaciones principales:
Santibáñez de Mota (Mota del Marqués), San Cebrián de Mazote,
Tiedra, Toro, San Román de Hornija, Wamba, San Juan de Baños y los
montes Torozos (en los Campos Góticos).
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Por
todo cuanto explicábamos, bajo este párrafo recogemos con gran
interés el poema fundacional que nos hacen llegar y que trata acerca
del origen de Mota de Marqués (antaño Santibañez de Mota). Los
versos están compuestos en dos series; tratando la primera parte del
nombre de Torosos y la segunda acerca de la fundación de Santibáñez.
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De
Santibañez e dos montes Toroços:
.
I
- Sobre el nome Toroso:
.
O
nome dos montes Torosos
disen
por ser rocosos.
Más
que verdad no era,
pues
quien bien los viera;
no
contempla los trosos.
Tan
solo raposos, e fieras.
.
El
nome que al soto diera
de
veros reyes viniera.
Nobles
que por as tierras
e
por villas de godos.
Et
por eso e por quien quiera
que
dijeron aquesta sierra
e
llamáronla Gotoros.
.
Mas
por bien que fuera e hisiera,
disen
también que Toroso
fue,
porque uros peligrosos
cazaban
para instruir guerras.
.
Por tal que o nome Torosos,
Por tal que o nome Torosos,
de
godos vino, a vez primera.
Mas
luego, llamada la vera
colinas
dos toros e osos
criados;
que mataron todos
por
ser peligrosas riberas.
.
E
fue que en esas eras
hablan
do reyes godos
e
de sus hijos en tronos,
contando
hestorias veras:
.
II
- Fundación de Santibañez del Cerro:
.
Do
Chindasvinto Toledo,
fundó
monesterio de anciano;
por
siendo rey duro, e humano,
desidió
vivir donde el Duero.
.
Fuese de viejo, et tuvieron
Fuese de viejo, et tuvieron
descanso
e caza en verano.
E
llegaba a San Cipriano
do
había toros muy fieros.
.
Dió
a su hijo com hermano
la
mitad de tod el reino;
el
medio de su reinado,
a
Román e Gerticos veniendo
se
llegaban ansí viajando,
os
dos reyes cristianos.
.
En
do San Juan llamado,
tomaban
sus aguas salero;
más
cerca donde habitaron
hubo
otro manar minero.
.
E
Santibañez llamaron
aqueste
alto del cerro,
junto
a Mazote que hallaron
do
iban cazando becerros.
.
Con
una daga e sus perros
e
una lanza en la mano,
veníase
todos os annos
matando
toros a encierro.
.
Tomando
os mejores bannos
en
Santibañez del llano
como
llamaron por sano
al
manantial castellano.
.
Aqueste
lugar de emeterio
por
cerca de San Cipriano,
do
cazaban toledanos,
osos,
uros e cebros;
a
sangre, sudor e ferro.
.
E
bebían esos sanos
manares
de aquel terro
por
tan milagros serros,
que
Santos bannos llamaron.
.
E
así fue que fundaron
a
Santibañez dos cerros.
Que
luego denominaron
Valdemota
del berro,
e
Mota del altozano.
.
.
IMAGEN,
ARRIBA:
Una
recreación fotográfica realizada por mí, en la que vemos a la
derecha el encierro en Mota, hace unos setenta años
-agradecemos a la página MOTA DEL MARQUÉS, Facebook; nos permita
divulgar esta imagen en blanco y negro, tomada de allí-. A
la izquierda, observamos la misma calle tal como está hoy
(bastante cambiada y con muchas casas caídas); sobre
ella que he colocado las vaquillas que aparecían en la foto
anterior,
recreando de este modo el encierro, tal como aún se sigue realizando
-en igual lugar y vía-.
.
.
IMAGEN
JUNTO A ESTAS LINEAS:
Estatua
del rey Wamba, hijo de Recesvinto, representado como santo, tal como
se conserva en el monasterio portugués de Tibaes
(Braga) -agradecemos a la institución y hotel Tibaes, nos permita
divulgar nuestra imagen-. Este
enorme convento luso, es también de origen muy antiguo y
curiosamente está emplazado en un cazadero real de la corona
portuguesa. No
dista mucho de tierras de Zamora; situado a unos doscientos cincuenta
kilómetros de San Román de Hornija y a unos trescientos de Wamba
(que como sabemos eran los lugares de enterramiento del abuelo y
padre del rey homónimo). Wamba
o Bamba, fue santificado por los portugueses y representado como un
clérigo, habida cuenta su tortuosa historia:
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Famoso
como hombre prudente, al morir su padre Recesvinto -en el año 670-,
no quiso aceptar la corona debido a que ya tenía setenta años. Pero
obligado a reinar, tuvo que sofocar numerosas revueltas en toda la
Península, evitando la entrada de los musulmanes por el Sur y
erradicando intentos de invasiones de visigodos sublevados -huidos a
Narbona-. Sus
expediciones militares las aprovechó para traer reliquias, como la
de San Antolín de Francia; que dispuso en la cripta de la catedral
de Palencia, donde existía un pozo con aguas curativas. Aquel
manantial sagrado de San Antolín dista tan solo unos siete
kilómetros del de San Juan de Baños; igualmente milagroso y que
había solucionado la enfermedad renal de su padre
(Recesvinto). Tras años de reinado prudente, Wamba
fue engañado por parientes y gentes cercanas; quienes lo
emborracharon para cortarle el pelo y destronarlo
-aunque también se dice que le suministraron un narcótico-. Tras
ello, fue tonsurado y al verse sin pelo -al despertar- renunció a la
corona; retirándose como monje al monasterio de San Vicente en
Pampliega.
Allí murió y fue enterrado, tras vivir los últimos años de su
vida como un miembro más de la orden; sus restos fueron trasladados
siglos después a Toledo por Alfonso X el Sabio (para ser inhumado
junto a su padre, recogido en el pueblo de Wamba).
.
.
.
.
IMAGEN,
ABAJO Y AL LADO: Dos
fotografías del interior de la iglesia de Wamba, sita a pocos
kilómetros de la capital vallisoletana. En ellas podemos ver los
maravillosos arcos de estilo mozárabe que culminan el altar y su
cabecera (fechados entorno al siglo X).
En su interior aún quedan restos del monasterio de origen visigodo
que allí hubo -hoy prácticamente desaparecido-; incluso en algunas
zonas vemos columnas y partes de lienzos de pared, que descubren su
origen godo.
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B)
lnterpretación del poema fundacional de Santibañez:
.
1º)
– EL NOMBRE DE SANTIBÁÑEZ Y EL DE SAN JUAN DE BAÑOS; SU RELACIÓN
CON “SANTOS BAÑOS”:
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Los
versos antes recogidos señalan y explican claramente etimología de
Santibáñez, tanto como el origen de esta población. Explicándonos
que esa zona de San Cebrían de Mazote era frecuentada por los reyes
godos, para cazar; y que en los cerros junto a este lugar encontraron
una “mota” con buenas aguas, a la que llamaron “Santos Baños”
(Santibañez). Todo lo que expresa en los últimos versos de la
segunda parte, cuando escribe:
.
Tomando
os mejores bannos /// en Santibañez del llano /// como llamaron por
sano /// al manantial castellano.
Aqueste
lugar de emeterio /// por cerca de San Cipriano, /// do cazaban
toledanos /// osos, uros e cebros /// a sangre, sudor e ferro;
e
bebían esos sanos /// manares de aquel terro /// por tan milagros
serros, /// que Santos bannos llamaron.
E
así fue que fundaron /// a Santibañez dos cerros. /// Que luego
denominaron /// Valdemota del berro, /// e Mota del altozano.
.
En
las anteriores frases se describe cómo aquella población -hoy
llamada Mota del Marqués- fue fundada debido a sus aguas ricas en
berros. Una planta medicinal que nace en los arroyos y manantiales
claros; lo que explica que abundasen en este lugar donde pasa el río
Bajoz e innumerables arroyos (como
el Daruela, el Sendero Toresanos, el Mocho, el Valdegloria y etc).
Numerosas fuentes y riachuelos que hasta no hace mucho cruzaban y
nacían en este punto llamado “Mota”, tan cercano a Vega de
Vadetronco, donde pasa el famoso Hornija. Por todo ello, la
abundancia de berros debió ser motivo más que suficiente para que
los enfermos renales se establecieran allí; pues era sabido desde
los tiempos más remotos que esta planta acuática es diurética y
que curaba las dolencias del riñón (eliminando en especial las
piedras). Una enfermedad hereditaria y que sabemos sufría al
menos Recesvinto; quien en la palentina San Juan de Baños halló el
remedio a sus dolencias nefríticas. Tanto, que en el manantial donde se supone había un templo romano a Esculapio
(dios latino de la medicina); este rey visigodo levantó en el año
661 la famosa ermita dedicada al culto de San Juan. Basílica
construida sobre el edificio romano y que Recesvinto coronó con una
lápida fundacional que reza haberla edificado y terminado en el año
661 (como podemos ver en imágenes a continuación).
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SOBRE
ESTAS LINEAS:
Iglesia
de San Juan de Baños (en Baños de Cerrato, Palencia). A tan solo
siete kilómetros de distancia de la capital palentina, existió
desde la más remota antigüedad una zona termal, en la confluencia
de los ríos Carrión y Pisuerga.
Famosa al menos desde época romana, se sabe que estas fuentes
estuvieron rodeadas por un edificio hispano que se supone dedicado al
dios de las curaciones (Esculapio). La
leyenda fundacional de su iglesia narra que pasó por allí el
monarca Recesvinto, tras regresar de luchar contra los vascones.
Afectado de una fuerte dolencia renal, sus males sanaron al beber el
rey visigodo de aquellas aguas; por lo que mandó edificar la
basílica, reutilizando los restos del templo romano.
.
.
AL
LADO:
Manantial
de San Juan de baños,
llamado Fuente de Recesvinto, por haber devuelto sus aguas la salud
al monarca godo.
Era conocido desde tiempos remotos y al parecer siempre tuvo fama por
sus propiedades curativas. Como hemos dicho, en tiempos romanos hubo allí un edificio dedicado a Esculapio (Asclepios el dios grecorromano de la
medicina). Tal como comprobaron los arqueólogos en los años
sesenta, pues cerca
de la basílica visigoda de San Juan
se halló el “Ara de las ninfas”; una estela sagrada con dedicatoria votiva a las diosas del manantial y
que dicta: NVMINI SACRVUM VOTO SOL-TO -Al dios numen (del agua) voto
hecho-.
.
.
SOBRE
ESTOS PÁRRAFOS:
Interior
de San Juan de Baños, donde podemos ver su altar central y la lápida
fundacional -sobre
su pared principal-.
Las imponentes columnas romanas en su mayor parte se completan con
capiteles reaprovechados,
de igual origen; aunque en algunos casos están rematadas con copias
visigodas de cimácios y piezas originales. La maravillosa basílica
se adorna con cenefas y múltiples detalles godos, haciendo de ella
una joya de la arquitectura mundial. Asimismo y como
podemos observar, luce ya algunos arcos en forma de herradura; lo que
habla claramente de la importación de estilos orientales. Dejando
en evidencia que estas “modas arquitectónicas” no vinieron tan
solo por mano de los árabes; sino que hubieron de llegar antes de
Oriente Medio, a través de los bizantinos y de romanos -que
visitaban o viajaban hasta el Imperio del Este-. Recordemos que la
misma Gala Placidia, fue hija del emperador hispano Teodosio y nació
en Conatantinopla, para terminar siendo raptada por los visigodos en
el saqueo de Roma. Casándose finalmente con el cuñado de Alarico,
Ataúlfo (primer rey de la Hispania goda); del que tuvo prole y
enviudó, tras ocupar el trono de la Cataluña visigoda. Regresando
posteriormente a Roma, para cumplir como mujer y hermana de
emperadores. Todo lo que muestra cómo ya en el siglo V, el contacto
entre la Península y Oriente Medio, era manifiesto y constante.
.
AL
LADO:
Lápida
fundacional de San Juan de Baños.
En ella podemos leer en latín:
“Precursor
del señor, Mártir, Bautista Juan, posee el eterno don esta basílica
para ti construida; la cual devoto yo, Recesvinto Rey, yo mismo
amador de tu nombre, te he dedicado, erigiéndola y dotándola a
expensas mías y dentro del territorio de mi propia heredad en la era
699, año décimo tercero de mi glorioso correinato” (2)
.
.
Se
supone que fue construida cuando al regreso de sus batallas contra
los vascones, Recesvinto bebió aquellas aguas, curándose de sus
dolencias. Pese
a todo, vemos
que el texto reza “yo
mismo amador de tu nombre, te he dedicado, erigiéndola y dotándola
a expensas mías y dentro del territorio de mi propia heredad en la
era 699, año décimo tercero de mi glorioso correinato”.
Lo que a mi juicio claramente denota que este manantial estaba en
territorio propiedad del rey (heredad suya) y que levantó aquella
iglesia a sus expensas y con la intención de recordar tan solo a San
Juan, a su padre y a su reino. Mencionando
quizás por ello en la lápida la fecha de su correinato (sucedido en
el 648), aunque sabemos que Chindavinto ya había muerto en el 653.
Por lo que en aquel año de 661, se cumplían trece años desde que
Recesvinto subió al trono junto al progenitor, aunque habían
transcurrido nueve desde que gobernaba solo. Resultando así “algo
extraña” la mención al correinado. Asimismo,
la frase
“a mis expensas y en mi heredad” dejan
ver que seguramente nos habla de un templo edificado para y por
Recesvinto, en sus tierras y bajo su único criterio (sin
atender a peticiones de clérigos o del pueblo). Todo
lo me que hace pensar que realmente San Juan de Baños estuviera
dentro de las posesiones de este monarca godo; que sabemos se
extendían desde la población entonces llamada Gerticos y que tras
su muerte denominaron Wamba. Donde Recesvinto tenía una enorme finca
de recreo, que probablemente llegase hasta Baños de Cerrato.
Cruzando los Montes Torozos y alcanzando esos ricos manantiales,
venerados desde la antigüedad.
Todo lo que explicaría el asentamiento de estos reyes godos en aquel
lugar; no solo por motivos cinegéticos, sino también para curarse.
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2º)
– LOS “SANTOS BAÑOS” CONVERTIDOS EN “SAN IOVANES”:
.
En
cuanto a la posible síncresis y “conversión” del topónimo
romano Sanctus Balneos (santos baños -cuya crasis sería
SanBalnu-) por el nombre San Juan, o Sant Iván del Baño. Hemos
de tener muy en cuenta que al comienzo de la Edad Media, aquellas
transformaciones eran tan comunes como necesarias. Dado que
estábamos en los inicios del cristianismo; un momento en que los
lugares dedicados a los dioses romanos, debían sincretizarse hacia
formas católicas. Incluyendo así en el santoral, deidades
latinas y personajes legendarios; tras situar las iglesias o puntos
sagrados de la nueva religión, sobre los mismos emplazamientos en
que antaño había templos y recintos santos (ibéricos o de Roma).
De tal manera, el cambio de voces y la síncresis de hechos o
figuras, fue una absoluta necesidad durante estos primeros siglos de
expansión del cristianismo por Europa. Transformando nombres y
topónimos por doquier. Unos hechos que vemos en todo el imperio; tal
como sucedió con los numerosos Montes de Marte romanos, siendo
“bautizados” como Montes de los Mártires. Entre los que destaca
el famoso Montmartre de París; citado aún en época merovingia como
Mons Marte y que posteriormente fue llamado Monte del mártir (al
haber sido allí decapitado San Denís -patrón de Francia- junto a
otros cristianos). Otro caso llamativo será el de la sustitución de
la diosa Juno y del “Sacro” Iovis (Júpiter), por Santos del
Llano (Santullano como el de Oviedo) y sobre todo por San Juliano o
Santa Juliana y Juana.
.
Por
cuanto decimos, a comienzos del medievo existirán infinidad de
lugares, hechos religiosos y personajes divinos; a los que hubieron
de cambiar su naturaleza y nombre romanos, por estas formas
católicas. Eligiendo comúnmente voces que partían desde
palabras latinas parecidas y sicretizánolas con historias, relatos y
leyendas, similares a las que ya tenían. Para quienes no deseen
admitir esta síncresis tan generalizada, les habremos de recordar
cuanto hizo la iglesia española al llegar a América. Donde
apresuradamente sustituyó el santoral cristiano, transformándolo
con muchas de las deidades autóctonas (aztecas, incas y de otros
pueblos precolombinos). Conservando en numerosísimos casos las
historias y leyendas de dioses amerindios; sincretizándolas en la
nueva religión, que de este modo tan sabio e inteligente,
introdujeron en unos pocos decenios. Logrando así acabar con los
numerosos ritos de sangre que los cultos precoloniales practicaban;
entre los que destacaban los sacrificios humanos de la religión
azteca -que inmolaba anualmente unas treinta mil víctimas; entre las
que ofrecían a sus dioses niños o adolescentes de ambos sexos, a
los que mataban de forma terrible en los lugares sagrados-. De igual
forma, con la expansión del cristianismo a comienzos de la Edad
Media, se eliminaron numerosas costumbres paganas; muchas de ellas
también sangrientas o degradantes. Asimilándolas a la nueva
religión; dándoles forma y nombre sincretizado, para adaptarlas a
la exigencia del culto católico, que no permitía sacrificios de
sangre (siquiera de animales). En estas circunstancias y momentos;
creemos fue cuando el antiguo Santuario y Balneario de los cerros
(SantBalnu Cirratus); terminará por llamarse San Ivan de Cerrato.
Elevando allí Recesvinto la famosa ermita conocida hoy como San
Juan de Baños (del Cerrato).
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La
obvia necesidad de sincretizar las deidades y lugares sagrados
hispano romanos, convirtiéndolos al cristianismo; dará lugar a
santos legendarios, de los que infinidad de ellos pueblan el nomenclator británico y germano. Donde la “santa luz brillante” (llamada
originalmente Saint Bright) se convertirá en Santa Brígida; o donde
el santo navegante iluminado (Beográn -el brillante-) se hace San
Brandán. Algo que concederá múltiples nombres y muy distintas
denominaciones a iguales personajes divinos; atendiendo al lugar
donde habían realizado las síncresis. Tal como sucede con Santiago,
llamado indistintamente Jacobo o Jaime; del mismo modo que pasa con
San Juan, también conocido como Iván o Ioanes etc... . Todo
cuanto exponemos explicaría la hipótesis de que el nombre de
Santibáñez (de Mota) tuviera su origen en las aguas del lugar;
habiéndose denominado originalmente Santos Baños (SantBalnus).
Aunque más tarde se sincretizase aquel lugar como San Ivan, por
afinidad fonética -tal como sucedería en las termas del Cerrato-.
De tal manera comprendemos que el nombre de San Juan de Baños y el
de Santibáñez pudieran tener un mismo origen; procediendo ambos de
los ricos manantiales que poblaban ambas zonas. Todo lo que el
poema antes recogido expone en los versos ya recogidos y que nos
explica cómo antes de frecuentar los godos Mota, iban a tomar baños
a Cerrato (diciendo “aguas salero”). Aunque posteriormente
hallaron otras fuentes curativa (“manar minero”), que llamaron
Santibañez. Lo que describiría en los siguientes versos de la
segunda parte:
.
En
do San Juan llamado,/// tomaban sus aguas salero; /// más cerca
donde habitaron /// hubo otro manar minero.
E
Santibañez llamaron /// aqueste alto del cerro, /// junto a Mazote
que hallaron
do
iban cazando becerros.
Con
una daga e sus perros /// e una lanza en la mano, /// veníase todos
os annos /// matando toros a encierro.
Tomando
os mejores bannos /// en Santibañez del llano /// como llamaron por
sano /// al manantial castellano.
Aqueste
lugar de emeterio /// por cerca de San Cipriano, /// do cazaban
toledanos /// osos, uros e cebros /// a sangre, sudor e ferro.
E
bebían esos sanos /// manares de aquel terro /// por tan milagros
serros, /// que Santos bannos llamaron.
E
así fue que fundaron /// a Santibañez dos cerros. /// Que luego
denominaron /// Valdemota del berro, /// e Mota del altozano.
.
.
SOBRE
Y JUNTO ESTAS LINEAS:
Imágenes
del Bajoz a su paso por el puente del palacio de los Ulloa, en Mota
del Marqués (en
la superior, fotografiado desde el exterior y en la de al lado, desde
el interior del jardín). Este río que hoy vemos mermado y
convertido en un arroyo -debido a las sequías y a las tomas de riego
para agricultura-; hace unos pocos decenios tenía un gran caudal,
que le permitía alimentar numerosos molinos en la zona.
.
SOBRE
JUNTO ESTOS PÁRRAFOS:
Dos
imágenes más de uno de los muchos “caños” que tuvo Mota del
Marqués. Fuentes
hoy cerradas, en su mayoría por motivos de salubridad, habida cuenta
el problema que genera la filtración de fertilizantes extendidos
durante años sobre los campos. Como
decimos, el pueblo está lleno de manantiales y de pozos. Por ello,
desde que el agua se recibe por toma y tubería en cada domicilio, se
ha elevado enormemente el nivel freático del terreno; lo que ha
causado enormes daños en muchas de sus casas
-debido a las humedades-. Tanto, que esas aguas interiores
perjudicaron seriamente los cimientos de la gran iglesia de San
Martín (obra de Gil de Ontañón). En cuyas proximidades nacían
hasta riachuelos, causando estragos en el solado del templo. Por
fortuna, hace unos años comenzaron los trabajos de recuperación. La
restauración de este gran templo renacentista recientemente ha sido
acabada; habiéndose arreglado con gran esfuerzo y premura la
iglesia; reconduciendo estos manantiales que espontaneamente surgían
cerca de San Martín de Mota.
.
.
ARRIBA
Y AL LADO:
Dos
fotos más de fuentes que actualmente siguen usándose en el pueblo.
Arriba,
la Plaza del Ayuntamiento; que vemos en la imagen convertida en coso
taurino durante las fiestas patronales. Al lado, un “caño” en el
llamado “Corro de Palacio”; junto al palacio de los Ulloa,
Marqueses de la Mota. Como podemos ver, Mota
del Marqués tiene un enorme potencial de acuíferos que bajan desde
los Torozos, habiendo podido ser antaño una zona de pequeños lagos
y llena manantiales
-ideal para el berro; planta medicinal que se cita en el poema
fundacional que estudiamos-.
.
3º
- SAN CEBRIÁN. CAZADERO DE ZEBROS, RECONVERTIDO EN SAN CIPRIANO
(Mazote y Cerrato, tierras de cerros y de cebros):
.
Trataremos
a continuación de los versos que mencionan a San Cebrían de Mazote;
una antigua localidad muy próxima a Mota (apenas a unos seis
kilómetros) y famosa por su iglesia mozárabe. Templo al menos de
origen visigodo y que a mi juicio fue reconstruido hacia el 950, tras
la victoria en Simancas -al derrotar a Abderramán III en el
Duero; tema que hemos tratado en nuestras anteriores leyendas-.
Siendo así, el texto que analizamos menciona esta iglesia de San
Cebrián varias veces, diciendo:
.
E
Santibañez llamaron /// aqueste alto del cerro, /// junto a
Mazote que hallaron
do
iban cazando becerros.
Con
una daga e sus perros /// e una lanza en la mano, /// veníase todos
os annos /// matando toros a encierro.
Tomando
os mejores bannos /// en Santibañez del llano /// como llamaron por
sano /// al manantial castellano.
Aqueste
lugar de emeterio /// por cerca de San Cipriano, /// do cazaban
toledanos /// osos, uros e cebros /// a sangre, sudor e ferro.
.
Es
de gran importancia la cita de San Cebrián (San Cipriano) y la
mención de estos campos que rodeaban su templo, reconocidos como un
cazadero de osos, uros (toros silvestres) y cebros (zebros). Acerca
de este último animal -hoy
prácticamente desconocido- diremos
que se trataba de un caballo salvaje, semejante a las cebras.
Constituyendo una
especie desaparecida en la Península hace unos quinientos años,
pero que hasta el siglo XVI pobló nuestros montes y bosques.
Extinguiéndose entorno al 1570; por lo que desde entonces hay apenas
citas que lo recuerden. Quedando tan solo algunos textos posteriores
donde se hable de ellos -como los de Cervantes o Lope- (3)
. Habiendo
sido Fray
Martín Sarmiento
(Pedro
José García Balboa)
el
primero en redescubrirlos dos siglos después de que desapareciesen;
tras observar que los montes do Cebreiro en Galicia, se llamaban en
latín monsdicitur Onagrorum. Lo que le llevó a pensar que su
etimología partía desde ese zebro, porque "caballo salvaje"
en latín se dice ONAGRO. Llegando posteriormente a descubrir una
enorme cantidad de documentos medievales -portugueses y españoles-
donde se hablaba de esos zebros.
Siendo
este clérigo quien en 1762
estudia “al zebro en los textos medievales y deduce que en España
siempre abundaron las `cebras del Congo´.
Opinión que plasma en su Obra de 600 pliegos: `De Historia Natural y
todo tipo de erudición´. Donde trata sobre el animal con la
intención de que “...los que pudiesen tener algún influjo,
solicitasen que se restituyeran a nuestra España nuestro animal
perdido, cebro y cebra, para que acá procreasen en las montañas”.
Además, el Padre Sarmiento en el trabajo que citamos, define al
cebro como “el animal más hermoso de todos los cuadrúpedos, pues
tenía franjas de todos los colores”
(4)
.
En
el texto mencionado anteriormente -ver (4)-
encontramos un relato muy completo acerca de la historia de este
equino tan similar a la cebra africana y que poblaba antaño nuestros
bosques. Afirmando su autor cómo numerosos topónimos de la
Península tienen su origen en la proliferación de estos cebros,
zebros o encebros.
Escribiendo literalmente: “la
toponimia da fe de su presencia tanto en España como en Portugal, en
el norte con nombres como Piedrafita do Cebreiro ( Lugo), Auga dos
Cebros (Pontevedra), Vegacebrón (Asturias), Zebreira
(Idanha-a-Noval), Monte dos Zebros (Beira Baixa), Vale da Zebra
(Ribadetejo), Ribeira de Zebro (Moura), por el Este hasta Teruel en
Valdencebro, el Abrigo de los Encebros (Alacón), por el Centro
Peninsular , Cebreros (Avila), Acebrón (Cuenca) y por el Sureste,
Los Encebros (Chinchilla), Encebras (Alicante) y Las Encebras
(Murcia)´.
Reuniendo las citas y topónimos deducimos que se trataría de un
caballo veloz, de perfil convexo, pies débiles, capa de color gris
ratón, con raya dorsal o de mulo, orejas grandes, grupa caída,
relincho propio de yeguas, y un aspecto triste y apocado. Equino que
habitó preferentemente en espacios abiertos de pradera y matorral,
donde podía escapar a la carrera, al sur de la Cordillera
Cantábrica y del Sistema Ibérico”.
.
.
SOBRE
ESTAS LINEAS:
Portada
del libro del Padre Sarmiento (Pedro
José García Balboa), basado en sus escritos de
1752
e intitulada: DISERTACIÓN SOBRE EL ANIMAL ZEBRA; NACIDO, CRIADO Y
CAZADO ANTIGUAMENTE EN ESPAÑA; DONDE YA NO SE ENCUENTRA.
Editado
por la Universidad de la Laguna en 2013, recoge esta obra los
textos de Martín Sarmiento en sus trabajos sobre el cebro
-“Obra
de 600 pliegos: De Historia Natural y todo tipo de erudición” y
“El animal que (...) se vio, se mató y se desarrolló en el
Bierzo-
(5)
.
.
.
JUNTO
ESTE PÁRRAFO:
Onagro
de Siria; pequeño cebro de metro y medio de altura, hoy desaparecido
y fotografiado por Keller en 1915.
Su apariencia de burro engaña frente a la fiereza y el nerviosismo
de este equino, que vivía en manada y en estado salvaje -hasta que
se extinguió hace unos cien años-. Al parecer, el cebro o encebro
ibérico era mucho más alto y peligroso que este onagro; semejando
las cebras africanas aunque con un color de piel muy diferente (tono
ratón y con algunas rayas oscuras en cuello y sus lomos). Como hemos
dicho, el
padre Sarmiento descubrió que la Península había estado poblada de
zebros, estudiando los topónimos relacionados con ellos. Viendo
primeramente que
los montes "do Cebreiro" en Galicia, se llamaban en latín
monsdicitur Onagrorum (montes denominados de los onagros).
.
ABAJO:
Lámina
editada en el libro antes referido, que recoge las obras del Padre
Sarmiento -publicado por la Universidad de la Laguna en 2013-.
Ilustra su introducción, escrita por Elena Santos Vega y Jose Santos
Puerto; donde explican cómo aquel
clérigo llegó al estudio del zebro tras sus investigaciones sobre
etimología y toponimia. Logrando observar que numerosos lugares se
llamaban “Cebreros”, “Cebrado” etc.; debido a la
proliferación de aquel equino salvaje extinguido en el siglo XVI.
Cuya caza debió ser uno de los deportes más ejercitados entre los
nobles del medievo. Asimismo, la captura de zebros sería un gran
medio de subsistencia para las gentes del campo y de los pueblos.
Acerca de la descripción y menciones del este equino silvestre
ibérico en obras anteriores a las del padre Sarmiento, podemos
consultar la cita (6)
.
.
.
El
texto antes referido menciona numerosos topónimos originados por la
voz “zebro” o “encebro”, pero olvida los de San Cebrián que
hay en Palencia, Zamora y Valladolid. Sobre el San Cebrián cercano a
Mota, diremos que su segunda denominación es “mazote”; voz que
indica “pequeño monte” y que procede de “Monzoute”
(como sabemos). Sobrenombre
con el que ya se cita este lugar en un documento fechado en el 952;
hablando de que hasta allí se había trasladado en el año 916 una
comunidad de monjes, que poco más tarde viajó a San Martín de
Castañeda (donde redactaron el referido documento). Poco después,
dicho templo de San Cebrián de Mazote, se mejorará y convierte en
un centro religioso de gran relevancia. A mi juicio cuando Abderramán
III es derrotado en Simancas -tal como hemos narrado en nuestra
anteriores leyendas-. Una batalla librada en el año 939, donde
el califa andalusí perdió gran parte de sus huestes; tras haber
llegado hasta Portillo de Valladolid con casi doscientos mil hombres
bien armados. Presentando el cordobés allí guerra, e intentando
cruzar el Duero, para avanzar por tierras cristianas arrasando cuanto
pudiera (pretendiendo llegar hasta Santiago de Compostela). De tal
modo, resulta lógico pensar que tras la pérdida de poder del
califato y la retirada de Abderramán (quien se negó a volver a
mandar a sus ejércitos). Habiéndose ampliado la frontera de los
cristianos hasta el Duero y llegando el dominió leonés a una zona
cercana a San Cebrián. Se reconstruyeran las iglesias de origen
visigodo próximas a este río; rehaciendo los mozárabes la de San
Cebrián de Mazote -y otras tantas como Wamba o San Román de
Hornija-.
.
En
cuanto a la etimología de San Cebrían de Mazote o “de Monzoute
-voz que hemos dicho, indicaba “montículo” o “montecillo” y
resulta similar a otros topónimos de zonas cercanas (como el
de Monzón, Mansilla, Mozoncillo y etc.)-. Asimismo hemos de
observar que su nombre de “Cebrián” pudo proceder de que aquel
lugar fuese originariamente un cazadero -o criadero- de zebros.
Siendo lo más probable que de esta circunstancia proceda su denominación. Ya que sabemos cómo este equino salvaje poblaba
especialmente las sierras centrales; estando muy extendido en
zonas como Cebreros (Ávila), los distintos Cebreiros de Galicia y
los bosques de Orense, Palencia, Zamora o los de León. De tal
manera, la denominación de San Cebrían a mi juicio no nacería de
San Cipriano, sino que se trataría de otra síncresis medieval. En
la que habrían cambiado el nombre original, por el de un santo
fonéticamente parecido (Cebrián por Cipriano). Siendo inicialmente
aquel lugar así apelado solo por la proliferación de zebros en la zona.
Un “onagro” que sabemos nominaba a muchas sierras y tierras
ibéricas; haciendo común los topónimos derivados de la voz
“cebra”, aplicados a lugares donde abundaban estos equinos
silvestres.
.
Demostraría
mi teoría la existencia de otras tantas poblaciones llamadas San
Cebrián en la zona, de las que algunas ni siquiera tienen como
patrón a San Cipriano. Un hecho que rebatiría la idea de que San
Cipriano y San Cebrián sean el mismo santo o una igual persona y
palabra. Algo que también se ratifica al observar que Cebrián no
está admitido en el santoral como nombre de pila. Una
circunstancia que demostraría cómo el santo Cebrián no existe
(canonizado) y que aquel nombre pudo originarse con la
cristianización altomedieval de lugares dedicados a los cebros o
cervunos. Montes y poblaciones donde se cazaba y veneraba a estos
animales; que pudieron ser cristianizados con un santo casi homónimo
(como es Cipriano, cuya fonética en verdad se parece mucho a
Cebrián). Pues tal como decimos, Cebrián no es nombre de
persona, sino solo un apellido cuya procedencia se considera
originada en zonas de igual denominación. Pueblos muy cercanos todos
a Tierra de Campos y en los que quizás en la más remota antigüedad
existió un culto al dios de los animales celta; cuyo nombre sabemos
era “Cernuno” (el divo cervuno).
.
Siendo
así, encontraremos cinco lugares con esa denominación en Castilla:
San Cebrián de Castro en Zamora;
villa de origen hispanorromana muy próxima a Villafáfila y a
Benavente, que
no tiene iglesia en culto a San Cipriano
y cuya patrona es la Virgen de la Asunción. Asimismo
está en el Alto Pisuerga, San
Cebrián de Muda; cazadero famoso cuya
iglesia es la de San Cornelio y San Cipriano. También
en Palencia hallamos San Cebrián de Campos, cercana a Husillos (al
norte de Monzón) que igualmente rinde devoción a los santos
Cornelio y Cipriano. Finalmente, encontramos
en Palencia, San Cebrián de Buena Madre; una finca sita en El
Cerrato cuya iglesia es la de Santa Juliana
(sin advocación ni homenaje a San Cipriano). De tal manera, podemos
ver que existen al menos cinco lugares
llamados San Cebrián y que todos ellos se hallan cercanos a Tierra
de Campos. Aunque tan
solo tres de estos rinden culto a San Cirpiano;
lo que hace pensar que la identificación de este santo con Cebrián
no es un hecho cierto, pues de ser así todas las poblaciones
llamadas Cebrían tendrían obligatoriamente esa misma advocación.
.
AL
LADO:
Caballos
“asturcones”; de raza autóctona montañesa.
Conocidos por su bondad y resistencia (al frío y a las calamidades)
estos
equinos del Cantábrico fueron usados en la guerra desde la más
remota antigüedad.
Su pequeño tamaño les permitía ser fácilmente introducidos entre
la maleza y caminar por el monte, sin ser vistos. Asimismo, su pelaje
impedía que se dañasen al avanzar por zonas rocosas o entre ramas,
todo lo que le convertía en la cabalgadura ideal para el
“concursare”. Método de guerra típicamente ibera, que consistía
en un sistema de guerrillas donde una pequeña horda atacaba de
imprevisto, emboscando al enemigo. El
origen de estos asturcones parece que se remonta a los onagros que
durante el neolítico eran fácilmente capturados, debido a su
pequeña talla.
.
.
SOBRE
ESTAS LINEAS:
Interior
de la
iglesia de San Cipriano, en San Cebrián de Mazote -agradecemos
a la institución que conserva este templo, nos permita divulgar
nuestra imagen-. Tal como decimos,
a mi juicio el hecho de llamarse Cebrián hace pensar en la
proliferación de zebros por el lugar. Lo que habría dado nombre a
la zona, posteriormente sacralizada con un santo como Cipriano, cuyo
nombre es muy parecido a Cebrián.
Pese a todo, se conservó a denominación de Cebrián, por cuanto la
iglesia y el pueblo no son homónimos (denominándose a uno San
Cebrián y al templo, San Cipriano).
.
AL
LADO:
Pila
sagrada del siglo X, en San Cebrián de Mazote -agradecemos
a la institución que conserva el templo, nos permita divulgar
nuestra imagen-. Esta pila (quizás bautismal) es de estilo
prerrománico asturiano y probabalemente contemporánea a Ramiro II
(mediados del siglo X). Al fondo de la imagen vemos el lateral
izquierdo del templo, con arcos de estilo mozárabe (en herradura
cerrada) soportados por capiteles visigodos y romanos, dispuestos
sobre columnas -principalmente romanas-. Todo
ello obliga suponer que anteriormente al templo del siglo X, hubo ya
uno visigodo; iglesia que a su vez se levantó seguramente sobre otro
edificio romano. Quizás en un recinto sagrado o villa perteneciente
a la urbe iberolatina de Amallóbriga;
repetidamente citada en los itinerarios latinos y que muchos sitúan
en Tiedra, en Urueña, Torrelobatón y hasta en Villabrágima.
Aunque, a mi juicio, también es probable que Amallóbriga estuviera
en San Cebrián de Mazote (7)
.
.
Lo
anteriormente explicado nos lleva a deducir que la voz Cebrían
procedería de “cebro”
(tal como sucede con Cebreiro o Cebreros);
idea que se acentúa más al observar que todos los lugares así
llamados
-antes mencionados- se
hallan en zonas riquísimas de caza. Pero
además hay un hecho extraño, como lo es que en
dos de ellos también se rinda culto a San Cornelio; cuanto nos llevaría de nuevo a pensar en la síncresis altomedieval de
antiguos santuarios dedicados a la caza. Templos que en tiempos
romanos se dedicaron a Diana y que antes habían sido de Artemisa
(señoras de los animales, comúnmente representadas junto al
cuerno).
Donde se celebraban en etapa grecolatina ceremonias muy duras, con
sacrificios cruentos en los que se flagelaban -y hasta se inmolaban-
seres humanos. Ritos que en Grecia llegaron a ser terribles;
realizados para lograr así el perdón de los animales a los que se
cazaba y mataba de manera cruel (robándolos a su dueña, la señora
del bosque y de los animales -Diana o Artemisa-). De
tal manera parece lógico que los primeros cristianos sincretizasen a
toda prisa estos “artemisión” dedicados a las bestias del monte;
dándoles una forma católica y “bautizando” el lugar con el
nombre de un santo fonéticamente parecido.
Permitiendo luego tan solo celebrar allí las misas, y en todo caso
las fiestas patronales; en las que se toleraban algunos de los
excesos que las religiones precristianas realizaban en nombre de sus
divinidades (dentro y fuera de los templos).
.
Por
cuanto antes expreso, creo
personalmente que la voz Cebrían indica “lugar de cebros” y
posiblemente también de ciervos. Es
decir: Cazadero sagrado.
Algo que explicaría por qué en algunos San Cebrían -antes
señalados- se
rinde también culto al San Cornelio. Quizás como recuerdo a un
“Cernunos” o como síncresis del templo de Diana, en los que la
diosa tenía como atributo esencial el “cuerno sagrado” -símbolo
de las bestias del campo que entregan al hombre su vida, su carne,
sus astas y sus pieles-. Pudiendo significar esos San Cornelio
venerados junto a San Cebrían, una cristianización de santuarios de
una Artemisa ibera (¿Epona?), antes dedicados a cebros y ciervos (a un tipo de
Cernunos).
.
Cuanto
antes hemos expuesto, se deduce e intuye al leer el poema que
analizamos; describiendo que esa población de Mazote era una zona
muy rica en toros salvajes, osos y zebros. Donde
acudían a cazar los reyes godos asentados en la zona; monarcas que
hemos de entender fueron Chindasvinto, Recesvinto y Wamba (quienes
vivieron en las inmediaciones de San Cebrián de Mazote durante gran
parte de su reinado). Todo lo que se describe en los versos antes
señalados:
"junto
a Mazote que hallaron
do
iban cazando becerros.
Con
una daga e sus perros
e
una lanza en la mano,
veníase
todos os annos
matando
toros a encierro.
Tomando
os mejores bannos
en
Santibañez del llano
como
llamaron por sano
al
manantial castellano.
Aqueste
lugar de emeterio
por
cerca de San Cipriano,
do
cazaban toledanos
osos,
uros e cebros
a
sangre, sudor e ferro”.
.
.
SOBRE
ESTE PÁRRAFO:
Bajorrelieve
en piedra caliza fechado en el siglo X, perteneciente a la iglesia de
San Cipriano
(San Cebrián) -agradecemos a la institución que conserva el templo,
nos permita divulgar nuestra imagen-. En este se representan dos
hombres (togados o con traje talar) y a su lado lo que parece un
castillo almenado, con una puerta central en la que figura una flor
de lis. Esta
interesante pieza se fecha comúnmente en el siglo X, aunque a mi
juicio personal es muy anterior.
Puesto que si la comparamos con otras figuras y trabajos de esa época
(principalmente pertenecientes la iglesia) resulta un tanto tosca y
primitiva. Debido a ello,
al menos habríamos que datarla en tiempos de San Miguel de Lillo
(hacia el 850)
cuando los bajorrelieves eran más simples. Aunque también
pudiera tratarse de una pieza visigoda; pues su forma y estilo la
acercan a esculturas y remates arquitectónicos godos hallados en
iglesias cercanas
-como Wamba o Tiedra-. Siendo así, quizás se trata de un
bajorrelieve en el que se pudieran representar dos reyes godos y sus
palacios de la zona: Chindasvito, Recesvinto o Wamba (recordemos que
tanto Chindasvinto como Wamba terminaron sus días viviendo como
monjes en las cercanías de San Cebrián de Mazote; el primero en San
Román de Hornija y el segundo en Pampliega).
.
.
.
.
AL
LADO:
Columna
labrada visigoda, de la iglesia de El Salvador, en Toledo
-agradecemos a la institución que conserva este templo, nos permita
divulgar nuestra imagen-. Si
observamos este bajorrelieve y el de San Cebrián de Mazote, no
dejaremos ver similitudes
(sobre todo en la simplificación y en la forma de representar
personajes).
.
.
AL
LADO:
Relieve
en el lateral superior de la puerta en San
Miguel de Lillo, Asturias -agradecemos
a la institución que conserva este templo, nos permita divulgar
nuestra imagen-. Como podemos observar, los
individuos representados contienen alguna relación con los que vemos
en San Cebrián. Pese a ello, su trabajo en arenisca y los adornos
tan repetitivos y orientales; alejan esta jamba, fechada hacia el
850, del bajorrelieve de San Cipriano.
.
.
ABAJO:
Pila
hispanovisigoda hallada en El Val (Tiedra) -propiedad
del Museo Provincial de Valladolid (Fabio Nelli) al que agradecemos
nos permita divulgar nuestra imagen-. Hallada a unos a seis
kilómetros de San Cebrián;
los adornos y el trabajo en caliza de esta maravillosa pila
visigótica nos recuerda sobremanera al bajorrelieve de San Cebrián
(que veíamos imágenes más arriba). Como ya hemos dicho, muchos
consideran que Tiedra era la ibero-romana Amallóbriga; aunque
también debiera
pensarse en la hipótesis de que Amallóbriga estuviera situada en
San Cebrián
-donde encontramos este importantísimo templo-.
.
.
Regresando al poema que analizamos y volviendo a la idea del cazadero de
cebros en la zona de San Cebrián; continuamos con los escritos del
Padre Sarmiento, quien dictaba que debían repoblarse los montes
hispanos con cebras del Congo. Al considerar el clérigo que aquellos
equinos africanos eran casi iguales a los zebros que antaño
existieron en nuestra Península. Un hecho en nada real; ya
que entre las decenas de onagros silvestres, los muy diferentes
asnos, pollinos o burros y las distintas razas de caballos europeos.
Los cebros ibéricos solo podrían compararse con los equinos
pintados en las cuevas prehistóricas; donde se representa un tipo
caballar de crin corta y ancha, de cuerpo muy corpulento y que parece
de gran altura. Todo lo que apenas cuadra con la cebra africana;
que más bien es estilizada y fuerte, aunque no de mucha talla.
Además, las rayas en la piel que mencionan los textos que hablan de
los cebros, refieren un tipo de pelaje más parecido al de algunos
burros -grisáceo y marrón, con ondulaciones y lineas dibujadas-.
Finalmente, sobre la idea de repoblar la Península con cebras;
diremos que este onagro africano tiene la desgracia de transmitir
fácilmente la peste equina, todo lo que es un enorme problema (un
hecho que quizás fue el motivo para erradicar a los cebros de las
montañas europeas).
.
Por
su parte, resulta curioso que este sacerdote nacido en Orense (aunque
se le considere de Pontevedra) fuera el primero en tratar acerca de
los desaparecidos onagros. Pues en verdad el
cultivo y crianza de equinos salvajes es una práctica ancestral en
los montes de Galicia. Algo que no solo se hace con motivos
ganaderos, sino también para lograr sus largas crines.
Pelambre que cortan en fiestas como “A Rapa das bestas”, llevada
a cabo en diferentes localidades gallegas y cuya finalidad antaño
era tener cebos para pescar. Pues antes de que existiese el plástico;
el mejor modo de fabricar “moscas” y cebos de anzuelo, fue hacerlos con crin de caballo -donde picaban los peces de mar y río, tal como hoy lo hacen en los anzuelos y engaños más modernos-. Aquella
costumbre de criar caballos salvajes se considera de origen neolítico
en el Norte de España. De tal modo, Estrabón escribe sobre esta
ganadería equina
-que los íberos conservaban en el campo desde tiempos ancestrales-
comentando
que algunas de esas bestias tras ser capturadas eran sacrificadas a
Ares -bebiendo su sangre,
posiblemente en un ritual dedicado al dios de la guerra- (8)
.
.
Para
terminar este epígrafe dedicado a los lugares antiguamente poblados
por cebros y que por ello conservaron el nombre de este equino;
añadiremos que en estas zonas debió ser normal el antiguo culto al
caballo. Existiendo en época ibérica multitud de santuarios
donde se adoraba a ese animal, entre los que destacaban los del Sur;
especialmente el tartessio de Cancho Roano (en Badajoz) y el de El
Cigarralejo, (en Murcia). En este último se han hallado centenares
de exvotos de equinos y con toda seguridad esa circunstancia dio
nombre a la población donde se halla el lugar sagrado ibérico:
Mula. Un pueblo presidido por el misterio religioso desde tiempos
ancestrales y donde aquel santuario de caballos debió ser uno de los
mayores y más visitados de la Península; permaneciendo en uso entre
los siglos V al I a.C.. Por su parte, el de Cancho Roano (Badajoz)
contiene también una denominación con etimología equina; ya que
“roano” es el nombre que se da al caballo rojizo. Su lugar
sagrado se desarrolla en un edificio de enormes dimensiones en el que
se han encontrado igualmente infinidad de esculturas y figuras de
equinos. Todo ello fechado con anterioridad al siglo V a.C.; momento
en que Cancho Roano fue abandonado, después de ser quemado por
quienes lo habitaban (probablemente para que no lo profanasen los
enemigos, al verse sus pobladores obligados a huir). Por todo
cuanto decimos, no sería extraño pensar que en lugares llamados
Cebreros, Cebrián, Cebros y etc., originalmente hubo recintos de
culto a los equinos; tal como sucede en el caso de El Cigarralejo,
situado en Mula. Un hecho que nos lleva a aventurar que quizás
el origen más remoto del templo de San Cebrián de Mazote quizás
estuvo en la sacralización del lugar debido a su riqueza en cebros
-en ganadería caballar-. Siendo ello todo lo que explicaría su
nombre, que traducido literalmente significaría: Los “santos
cebros del montecillo” (San Cebrián de Mazote).
.
.
ARRIBA:
El
famoso
caballo de Cancho Roano, tal como lo expone el Museo Arqueológico de
Badajoz (al
que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Fue
hallado en este santuario equino en 1977
y estudiado primeramente por Sebastián Celestino Pérez
(9)
. Se
trata de una figura de bronce fechada hacia el siglo VI a.C., donde
se muestra la importancia del culto a los caballos entre los
tartessios e iberos.
.
AL
LADO: Bocado
de caballo encontrado en Cancho Roano -Zalamea de la Serena,
Badajoz-;
tal como lo expone el Museo Arqueológico de Badajoz (al que
agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Representa
al “Señor de los animales” una deidad de origen etrusco ibérico
que se correspondería con una “Atenea Pothnia” (Señora de las
bestias) y con la Epona celta, deidad directamente relacionada con la griega
Artemisa y la romana Diana.
Su significado se halla en la sublimación de aquellas personas
(hombres y mujeres) capaces de comunicarse con los animales;
dominarlos, domesticarlos y criarlos. Además
ese “Señor de los animales” simbolizaba una de las figuras más
valoradas durante la antigüedad, como lo fue el domador de caballos;
un animal imprescindible en la Edad de Hierro (absolutamente
necesario para la vida cotidiana y el transporte, tanto como para la
guerra y el comercio).
.
ABAJO:
Otra
figura ibérica representando al “señor de las bestias” como
dominador de caballos (en piedra caliza fechada hacia el siglo V
a.C). A mi juicio se trata de un ara perteneciente a un templo de
divinidad equina (asimilada a Epona). Procede
del yacimiento de Los Castellones -en Villacarrillo, Jaén- y es
propiedad del Museo Arqueológico de Jaén (al que agradecemos nos
permita divulgar nuestra imagen). Las
muestras de estos santuarios dedicados al caballo en la antigüedad
se multiplican en la Península ibérica; por cuanto hemos de deducir
que muchos de los ritos y mitos ecuestres hubieron de sincretizase al
llegar el cristianismo. Lo
que vemos claramente en la festividad gallega ya mencionada,
denominada la “Rapa das bestas”; que se celebra los veranos en
muchas localidades de Pontevedra y en otras provincias de esa
Comunidad.
.
.
4º-
LOS CAMPOS GÓTICOS, LOS MONTES GOTOROS, LA CIUDAD DE GODOS Y EL
LUGAR DE LOS TOROS:
.
Seguimos
analizando el “poema fundacional” que estudiamos en esta leyenda.
Trataremos en este epígrafe su parte primera; donde nos habla sobre
los Montes Torozos y de los lugares de godos, del siguiente modo:
.
O
nome dos montes Torosos /// disen por ser rocosos. ///
Más que verdad no era, /// pues quien bien los viera; //// no
contempla los trosos. /// Tan solo raposos, e fieras.
El
nome que al soto diera /// de veros reyes viniera. /// Nobles que
por as tierras /// e por villas de godos. /// Et por eso e por
quien quiera /// que dijeron aquesta sierra /// e llamáronla
Gotoros.
Mas
por bien que fuera e hisiera, /// disen también que Toroso /// fue,
porque uros peligrosos /// cazaban para instruir guerras.
Por tal que o nome Torosos, /// de godos vino, a vez primera. /// Mas luego, llamada la vera //// colinas dos toros e osos /// criados; que mataron todos //// por ser peligrosas riberas.
Por tal que o nome Torosos, /// de godos vino, a vez primera. /// Mas luego, llamada la vera //// colinas dos toros e osos /// criados; que mataron todos //// por ser peligrosas riberas.
E
fue que en esas eras /// hablan do reyes godos /// e de sus hijos en
tronos, /// contando hestorias veras:
.
Muy
importante es lo que mantiene el poema; afirmando que aquellos montes
y campos se llamaron luego Torozos, y que su primera denominación
fue de Góticos (o Gotoros, como sabemos). Un nombre que cambió en
tiempos de Alfonso VI (en el siglo XI), cuando en sus crónicas se
denomina por primera vez a aquellas tierras como Torozas o del Toro
-tal como venimos repitiendo-. Citándose a los montes y a la ciudad
toresana de una nueva forma solo desde esta época. Cambiando lo
que antes había sido campos, montes o ciudad de “godos”; por una
nueva denominación que identificaba esa zona con los astados (el
ganado salvaje que poblaba los bosques de ese área).
.
Con
respecto a esta sustitución del término “gotoro” (gótico) por
el de “toro”, existe
a mi juicio la posibilidad de que la etimología de Tordesillas
proceda de un igual origen.
Habiendo sido el nombre de esa villa primeramente Gotor Sarabis o
Gotor Sillae; dado que sabemos cómo esta población vallisoletana se
corresponde -seguramente- con la ciudad ibérica de Sarabis. Siendo
muy probable que a la llegada de los romanos cambiaran su
denominación ibera; sustituyéndola por la de un gobernante latino
con fonética similar. Pareciendo que el elegido fue en este caso
Sila; siendo el topónimo Turris-Silae (torre de Sila) la voz que
daría origen a la palabra: Tordesillas. Del mismo modo que la
ibérica Salduie fue cambiada por Cesaragusta (hoy Zaragoza) o que
Kalagurris pasó a llamarse Gracurris (hoy Calahorra).
Consecuentemente,
existe una gran probabilidad de que Tordesillas originariamente fuera
la Sarabis indígena y que luego se llamara Turris-Silae; para ser
finalmente cambiada en época medieval por Gotor Sillae.
En este último caso, aludiendo
al altozano o sillar donde se asienta y a los godos que ocuparon esta
zona desde el siglo V. Comprendiéndose entonces el nombre de esta
población como el del “Alto de los campos góticos”; pero que
fue cambiando de nuevo -al igual que el de todo el área- para pasar
a llamarse “de Toro” en vez de “Gotoros” y surgiendo así Toro-de-sillas (ya en tiempos de Alfonso VI).
.
.
SOBRE
ESTAS LINEAS:
Encierros
por el campo del pasado domingo 10 de septiembre, en Mota del Marqués
(fiestas
patronales de Nuestra Señora de Castellanos). La
fotografía ha sido tomada desde la página de Facebook
de Mota del Marqués y es una imagen de “CORRIENDO
POR EL CAMPO”, propiedad de Vezdemarbán
-a quienes agradecemos nos permitan divulgarla-. La
tradición de correr morlacos durante las festividades es sin duda
alguna de origen ancestral (probablemente se remonta a la Edad del
Bronce). Tal como hemos expuesto en nuestra anterior leyenda, puede
documentarse entre los íberos; quienes ya adoraban al bóvido,
erigiéndole hasta estatuas -con
la efigie del animal tallada en piedra o en vaciada en bronce;
esculturas que podemos encontrar en gran parte de la Península
durante la etapa prerromana-.
.
El
origen de esta deificación del toro -a nuestro entender- no solo se
debía a la utilidad del animal, que les aportaba su carne y su cuero
(imprescindible en la dieta y en la vida de los antiguos). Sino
también en su uso para la guarda y defensa, tal como los textos
antiguos comentan; narrando que los reyes iberos atacaban a las
huestes enemigas lanzando sobre ellas bóvidos (preferentemente
embolados o atados a carros con fuego, si eran mansos). A mi
juicio, esta costumbre de utilizar el uro salvaje en la guerra
prevaleció sobre todo en la Meseta; donde la romanización no
fue tan severa, lo que permitiría que numerosos astados silvestres
vivieran en los bosques y montes centrales (sin ser descastados).
Finalmente, al llegar el tiempo de La Reconquista, el ardid de
usar toros en los ataques debió ser esencial. Pudiendo defenderse
así de los ejércitos andalusíes, tal como numerosos documentos
atestiguan. Narrando múltiples crónicas el modo en que pueblos
muy pobres y sin apenas recursos, ganaron a batallones de sarracenos
perfectamente armados. Simplemente echando manadas de morlacos sobre
aquellos musulmanes, quienes se verían obligados a huir. Este
modo de guerrear es lo que considero -personalmente- el origen de la
tauromaquia moderna, nacida desde quienes en tiempos de La
Reconquista sabían manejar a las reses bravas. Corriéndolos a pié o
con caballos, para llevarlos contra el enemigo. De allí el
sentido ritual del toreo en nuestras tierras y de ello -a mi
juicio-, el por qué en las fiestas patronales se rinde culto al
santo, celebrando corridas y encierros. Todo lo que a mi entender
nace desde el recuerdo de aquel animal como protector y como cuidador del pueblo. Al que sin duda alguna se le atribuía el don de haber
defendido el lugar o de vencer al enemigo, gracias a la
intermediación de un santo patrón.
.
.
AL
LADO:
El
famoso capitel
del palacio de los Condes de Requena en Toro (hoy
sede municipal de esta ciudad zamorana). En
este cimacio datado en el siglo XV ya se representan escenas de
tauromaquia a píe. Todo lo que confirma la unión de la villa
toresana con los toros y con su lidia. Unas
costumbres taurinas que a mi juicio prevalecieron desde tiempos de la
Reconquista y en especial desde el siglo X (cuando la frontera con
los Andalusíes se situó en el Duero). Por
todo ello creemos que Alfonso VI -en sus Crónicas-, cambió el
nombre de la zona; apodando “Toro” a lo que antes había sido
“Gotoro” (de los godos)
.
BAJO
ESTOS PÁRRAFOS:
Rejoneo
en Mota del Marqués durante las fiestas de Nuestra Señora de
Castellanos,
hace algunos años (la fotografía ha sido tomada desde la página de
Facebook de Mota del Marqués; a quienes agradecemos nos permitan
divulgarla). Sin
duda alguna, el rejoneo procede de esos ensayos militares, para
educar al caballo y al caballista en las lides de la guerra. Aunque
su origen inicial a mi juicio estuvo en el modo de defensa y de
guerrilla, usado desde tiempos inmemoriales por los habitantes de la
Península
-tal como antes hemos explicado-. Debido a ello, correr encierros o
lancear astados, sería una costumbre que necesariamente pasaría de
padres a hijos en nuestras tierras, con el fin de que los lugares
estuvieran bien protegidos. Pudiéndose así defender las poblaciones
y las tierras, lanzando toros contra aquellos extraños que
intentasen invadirlas -entrar en ellas para robar y saquear-. Un
método para el que tan solo haría falta conservar buenas manadas de
uros bravos en los bosques y saberlos gobernar; pudiendo conducirlos
contra el enemigo cuando fuera necesario. Todo lo que se celebraría
en las fiestas patronales y se entrenaría en las plazas;
preferentemente en aquellos cosos a los que llamaron “Maestranzas”
(donde
se amaestraban los caballos, educándolos para la guerra, de forma
similar como hoy doman los rejoneadores). Siendo
por ello común -a mi juicio-, que en los lugares donde hubo
maestranzas importantes, haya igualmente una gran afición al toreo
(como sucede en Sevilla, Ronda o Valladolid) .
.
.
De
aquellas tierras de la Meseta central llamadas Gotoras
-de los godos-, aún nos queda
el recuerdo de una misma denominación dada a los Campos Góticos.
Zona que no hay que confundir propiamente con la Tierra de Campos;
pues el antiguo área gótica era aun más extensa (llegando hasta
Toro y Valladolid capital).
De tal manera, podemos considerar que los Campos Gotoros de antaño
comenzaban donde hoy nace la Tierra de Campos por el norte. Aunque la
nueva forma de denominarlas, como “marca territorial de “Campos”
-que por primera vez se menciona en tiempos de Alfonso X el Sabio-
(10)
;
menguó sobremanera sus extensiones por el Sur. Reduciendo los
“campos de los godos” e inventando esta nueva fórmula para
describirla, solo atendiendo a que en el siglo XIII eran cultivos de
trigo (de allí su nuevo nombre como Tierra de Campos). Pese a ello,
en
la misma crónica de Alfonso X se dice que los Campos Gothorum (y la
Tierra de Campos) comienzan en el Duero, llegando hasta el Esla. El
Carrión, el Pisuerga y el Órbigo; comprendiendo entre otras las
poblaciones de: Simancas, Dueñas, Saldaña o Toro.
Pese a ello, hoy en día ni Toro, ni las localidades ribereñas del
Duero, se comprenden en la Tierra de Campos; lo que acredita que las
verdaderas dimensiones de los campos góticos no se corresponden con
la nueva demaración.
.
Por
lo que decimos, Manuel
Gómez-Moreno, escribe claramente que “Toro
era cabeza de un territorio que desde el siglo X venía llamándose
Campo de Tauro y alguna vez Campus Torio, como parte de los célebres
Campos Gotorum” (11)
.
Las
sabias palabras que antes hemos leído nos llevan a comprender cómo
hasta
el siglo XVIII -en verdad- los límites de los Campos Góticos (o la
Tierra de Campos) se extendían hasta el Duero, comprendiendo Toro y
Tordesillas (tal como podremos leer en Antonio Ponz). Aunque en
1833, las demarcaciones provinciales y modernas modificaron esa
frontera, llevándola hasta Tordehumos o Medina de Rioseco.
Limitando desde allí y en casi linea recta (de Este a Oeste) los
nuevos confines de esa comarca recién creada, llamada Tierra de Campos.
.
Acerca
de la etimología de esos lugares llamados Góticos, Gothorum y
d´Toro; no hay duda de que nacen de que en esta zona se
establecieron los godos por vez primera. Llegando a esta parte de la
Península tras huir de Francia, a fines del siglo V. Así fueron
denominados Campi Gothici o Campi Gothurum; indicando que era la
tierra de los visigodos,
aunque poco después esos godos se extendieron por el resto de
Hispania. El motivo del establecimiento en este área de estas
gentes huidas de la Galia; parece ser que estriba en que conocían
perfectamente el arte del cultivo de cereal (gracias al manejo de
rudas herramientas férreas y a tener animales de tiro muy
resistentes). Ello, unido a la resistencia al frío de los que
bajaban desde Francia, hizo que en unos
decenios aquella zona se poblara de francos; siendo primero conocida
como Campus Gallaeciae (campos gálicos). Consecuentemente,
en
la crónica Albeldense (coétanea a los visigodos) ya se menciona como Campos Gothurum, exponiendo que se extienden desde el río Duero
(12)
.
Todo lo que lleva a afirmar que el
término “campus gothorum” es de origen visigodo; indicando una
zona que comprende desde la Ribera Norte del Duero, hasta la frontera
con los astures. Limitando en esa parte de León actualmente
denominada “maragatería” y que fue de los suevos (entre el Esla y
el Órbigo). Por lo que más tarde, la
lucha entre suevos y visigodos, provocó una marca perfectamente
dividida y guardada.
Aunque al vencer finalmente los visigodos, pasó al reino de Toledo
todo ese territorio de la actual Castilla y León. Por
cuanto hemos visto, comprendemos que aquella
Tierra de Campos y las zonas vallisoletanas al Norte del Duero; eran
consideradas por los visigodos su primera patria hispana y su tierra
de origen en la Península.
.
.
SOBRE
ESTAS LINEAS:
La
desaparecida Estela de Clunia, hallada hace unos trescientos años en
Coruña del Conde
y conservada en un apunte de Loperráez (el dibujo mío es una
recreación del modelo que edita Cossio en LOS TOROS, de Espasa
Calpe). Como
podemos ver, en esta estela figuraba un guerrero de tipo ibero (con
escudo redondo de umbo central)
enfrentándose a un toro. Sobre
ello, una inscripción en caracteres ibéricos donde pondría “NURU
KAR IRU” -probablemente, pues se trata de una copia antigua-. La
pieza fue hallada a poca distancia de la ciudad antigua de Clunia,
que se encontraba en un territorio celtíberico de gran importancia
(próximo a Termantia y Numancia).
.
BAJO
ESTE PÁRRAFO:
El
llamado Anfiteatro de Tiermes. Se trata de una escalinata tallada
sobre la roca natural, en la ciudad de Termantia (Soria). Es
un “estadio” de construcción natural, donde se
supone que celebraban grandes espectáculos circenses de tipo
ibérico. Se considera que en ese escenario de llevaban a cabo actos
semejantes a los encierros y tauromaquias (a caballo o a pie).
.
.
AL
LADO:
Mapa
de en el que hemos marcado en rojo la zona originariamente denominada
“CAMPOS GÓTICOS”
(Campos Galaicos o Campos Gothoros). Comprendía el Sur de la
Provinicia de Palencia y él área al Norte del Duero, en la de
Valladolid . Posteriormente, como hemos dicho; el
recuerdo de los godos se perdió y pasó a denominarse Tierra de
Campos (hacia el siglo XIII). Delimitándose finalmente y desde 1833
en la zona marcada en azul
(excluyendo los Torozos y poblaciones como Toro o Wamba, que habían
sido sepulcro y lugar de residencia de los reyes godos).
.
ARRIBA:
Otra
fotografía de los pasados encierros por el campo, celebrados en Mota
del Marqués el domingo 10 de septiembre
(fiestas patronales de Nuestra Señora de Castellanos 2017).
Observando
esta escena, podemos imaginar cómo eran los espectáculos celebrados
en el anfiteatro de la ibero-hispana ciudad de Tiermes y en otras
tantas poblaciones prerromanas peninsulares. Igualmente comprendemos
cómo con caballistas que supieran gobernar de este modo a los toros,
podrían hacer frente los iberos a los ejércitos invasores; del
mismo modo que lo hicieron los cristianos durante la época de La
Reconquista
(lanzando morlacos contra las huestes enemigas). La
fotografía ha sido tomada de la página de
Facebook de Mota del Marqués y es una imagen de
“CORRIENDO POR EL CAMPO”, propiedad de Vezdemarbán
-a quienes agradecemos nos permitan divulgarla-.
.
.
JUNTO
ESTE PÁRRAFO:
Dracma
de plata de Arse -Sagunto- acuñada en esta ciudad valenciana, en el
siglo II a.C.. Su anverso contiene la efigie de un toro, totem que
figura en numerosas monedas ibéricas, entre las que se encuentran
algunas con un bóvido androcéfalo (buey con cabeza de hombre);
símbolo de la fertilidad y del nacimiento de aguas.
.
.
ARRIBA:
Divertidísima
foto de carnaval, en Mota del Marqués (la imagen ha sido tomada de
la página de
Facebook de Mota del Marqués a quienes agradecemos nos permitan
divulgarla). En primer término, Diego -uno de los vecinos- ataviado
como San Fermín; a su lado un grupo de motanos corean la melodía
que los corredores cantan al santo, minutos antes del encierro
pamplonés.
En este pueblo de los Torozos hay una gran afición taurina, muestra
de ello es la foto que vemos, tomada en los pasados carnavales.
Acerca
de ello, siempre recordaré lo que me sucedía cuando pasé allí los
veranos. Donde todas las mañanas venía un niño a cantarnos el “San
Fermín”. Tenía aquel chaval por entonces unos siete años y día
tras día acudía a nuestra puerta, para cantar la sanferminada a
primera hora y terminarla vitoreando: -¡Viva San Fermín!-.
Le llamaban Eduardito (hoy Eduardo) y pasado el tiempo, pregunté a
sus abuelos si continuaba con aquella afición... . Rápidamente los
orgullosos abuelos me enseñaron infinidad de fotos de Eduardito
recortando toros; contándome que su nieto hoy en día actúa en
espectáculos -como joven promesa-.
.
5º
– LOS TOROZOS, ZONA DE TOROS; Y EL CERRATO, TIERRA DE CERROS O DE
CIERVOS.
.
Tras
comprender por qué el área de Toro y los Montes Torozos fueron así
llamados en las crónicas de Alfonso VI; cambiando su nombre
-sustituyendo el anterior, de Gothoros-. Hemos de plantearnos
los motivos de esta modificación en toda la zona
Sur de los Campos Góticos. Viniéndonos a la mente la idea de
que en el siglo XI (cuando la zona comienza a citarse como “Toro”)
sus tierras debieran conocerse como un lugar poblado de astados
-por motivos defensivos-. Todo lo que pudo darle el nombre de Toro a
una de sus ciudades más importantes; a la vez que el de Torozos
(toresanos) a las estribaciones antes conocidas como montes Gothoros.
Asimismo, en esos tiempos de Alfonso VI y cuando se sustituyen los
apelativos; apenas se recordaba ya que en esa zona habían residido
los reyes visigodos. Menos aún, que esta fuera la primera tierra que
tuvieron aquellos galaicos que llegaron en el siglo V, huyendo desde
Francia. Por todo cuanto expresamos y comprendiendo que esta parte
del Duero fue una de las más duras fronteras durante La Reconquista.
Hemos de considerar que los montes cercanos a ese río estuvieran
poblados de ganado bravo. Primeramente para evitar el paso de
los andalusíes hacia tierras de cristianos; y en segundo
lugar, para lanzarlos contra el enemigo, en caso de que cruzasen
el río. Siendo así, parece lógico pensar que los cronistas de
Alfonso VI confundieron la denominación de Gotoro, por la de toro;
considerando que el nombre procedía de la proliferación de
astados en la zona (sin recordar ya en el siglo XI, la estancia
de monarcas godos en esos Campos Góticos).
.
Algo
similar pudo suceder con el Cerrato, del que no sabemos si antaño se
denominó “Cervato”, como varias poblaciones palentinas
(Cervatos de Pisuerga o Cervatos de la Cueza). Otra
apelación que indicaría lugares donde proliferaban ciervos; nombre
que se aunaría con el de Cebrían y que
como otros semejantes -Cebreros, Cervantes, Cervera etc.- marcaría
los grandes cazaderos de
venados y cervunos. Sea como fuere, actualmente
se admite que la denominación de la Comarca del Cerrato, procede de
"tierras onduladas dominadas por cerros o cerrales" (...)
aunque “Otras fuentes dicen que viene del latín serrare, en el
sentido de zona cerrada, vallada o acordonada”
(14) . Todo
lo que indicaría que Cerrato significaría lo mismo que Mazote, una
palabra que ya vimos se entendía en la Edad Media como “montecillo”
o “cerrillo” (monts-soto).
Existiendo en la zona numerosos topónimos de igual carácter,
entre los que habíamos destacado ya el de Monzón (en plena zona del
Cerrato) y próxima a San Juan de Baños.
.
Precisamente
en
las cercanías de Monzón se erige una de las colegiatas cuyo nombre
procede del peligro que por entonces existía en aquellas tierras del
Cerrato. Nos referimos a la iglesia de Husillos
-muy próxima a la capital palentina-, llamada
Santa María de la Dehesa Brava; cuya denominación claramente indica
los riegos que presentaban estos montes y campos (de salvaje fauna y
foresta ).
Una advocación a la
Señora de la “brava dehesa” que nos obliga a pensar en un modo
de protegerse, escondiéndose en esos asilvestrados bosques, plenos de
animales peligrosos. Todo lo que ratifican los textos fundacionales
de esa colegiata -como podemos ver en nuestra cita (15)
-; mencionando
el modo en que los cristianos se refugiaban en la “dehesa brava”,
huyendo de los sarracenos.
Explicando que gracias a su cerrada masa forestal y a su fauna
silvestre, no se adentraban los invasores en aquellos bosques. En la
referida cita (15)
,
analizamos
la fundación y el nombre de la abadía de Husillos; valiéndonos de
la tesis doctoral de David Marcos Díez.
Un magnífico trabajo donde en más de mil trescientas páginas
presenta toda la documentación conocida sobre esta iglesia, entre
los años 904 al 1608. Cuyo templo y Virgen denominados “de la
Dehesa Brava”, nos obliga a concluir que alude a la peligrosidad de
aquellos campos en tiempos de su “refundación” (siglos X y XI).
Haciéndonos
de nuevo a pensar en una zona poblada por animales de gran fiereza;
como eran los osos, lobos y sobre todo, los toros salvajes. Uros, que
cohabitan comúnmente con caballos en estado silvestre,
tal como podemos aún observar en el Coto Doñana -donde los retintos
viven junto a manadas de caballos cimarrones-.
.
.
IMAGEN,
ARRIBA:
Colegiata
de Santa María de la Dehesa Brava; en Husillos
(Palencia). Las circunstancias fundacionales -o refundacionales- de
esa abadía, durante la Reconquista y en tiempos de los Ansurez y de
El Cid; nos hacen saber que su
nombre se debe a la protección que esos campos dieron a los
cristianos. Debido a su frondosa flora y a su peligrosa fauna, parece
que los musulmanes no se internaban en ellos.
Sin haberse atrevido siquiera a dominarlos en los primeros avances
que realizaron, tras la entrada de Tarik en el 711. Al
parecer, nunca intentaron conquistar esta zona del Cerrato durante
las razzias posteriores
(cuando ya la frontera o la “marca” había bajado al Órbigo, o
al Duero). Siendo lógico pensar que en aquellas despobladas tierras,
se refugiasen los
cristianos que huían de los dominios andalusíes; también lo es
considerar que utilizarían toros bravos para protegerse. Simplemente
conservando grandes rebaños de astados asilvestrados, que en caso de
peligro dejarían sueltos o bien lanzarían sobre el enemigo
(tal como sabemos se hacía en la Península desde tiempos
inmemoriales).
AL
LADO:
Cartel
del Museo Diocesano de Palencia,
en el que vemos una de las piezas más importantes de su colección:
Nuestra
Señora de la Dehesa Brava
(de Husillos). Virgen
con el Niño, en una preciosa imagen del siglo XIII, con esmaltes de
Limoges.
Esta valiosa escultura que fue escondida entre las paredes de la
iglesia (para evitar su expolio) y que recientemente se rescató
-durante la última restauración, llevada a cabo hacia 1987-. Tiene
como sobrenombre la “brava dehesa”, apelativo que hoy en día no
es conocido en el santoral; aunque de
seguro fue una de las advocaciones más importantes de La Reconquista
-al menos en Palencia-. Tal como lo sería la Señora de Castellanos
en Mota del Marqués; otra de las Madonas con niño veneradas en los
tiempos en que aquellas tierras se debatían por ser de musulmanes o
de cristianos.
Naciendo por entonces Castilla y el reino de los castellanos, a manos
de los Ansúrez y de Fernán Gónzalez (quienes instituyeron la
veneración a estas dos Vírgenes).
AL
LADO:
Nuestra
Señora de Castellanos, en la talla que actualmente conserva Mota del
Marqués
-foto del programa de fiestas del pasado año 2016-. La
escultura inicial de esta Madona de los castellanos, debió de ser
similar a la de Santa María de la Dehesa Brava.
Puesto que su advocación es coetánea -tal como hemos visto en las
anteriores leyendas-; donde expusimos que
la de Castellanos fue traída a Mota del Marqués por Fernán
Gónzalez. Pese
a ello, las numerosas expoliaciones y guerras harían desaparecer la
estatua original de la Señora motana, que hubo de sustituirse por
otra. Sobre esta Virgen referíamos en nuestras anteriores leyendas
lo siguiente:
Acerca
de Nuestra Señora de Castellanos, históricamente no cabe la menor
duda de que llegó a Mota del Marqués por mano de Fernán González;
quien amplió su condado tras aquella victoria en Simancas, pues
hasta entonces el reino de León llegaba hasta más al Sur de Urueña.
Por cuanto decimos, hasta el 939 los dominios desde Benavente hasta
el Duero, eran del rey leonés; aunque tras la derrota de
Abderramán y con la ampliación de marcas, aquellos nuevos dominios
pasarían a ser reclamados por Fernán González -incluidos en
Castilla-. Siendo así, no nos extraña el nombre de la Virgen
que veneraron en Mota; ya que esas tierras que antaño fueron del
monarca leones, pasaron finalmente a ser de los “Castellanos”
(después de la victoria en Simancas). Ello hace entender
por qué aquel conde extiende esta advocación después del 939;
dejando el mismo Fernán González en Mota del Marqués, el pendón
suyo que mostraba la efigie de María y al que llamaban Señora de
Castellanos. Una historia que perfectamente han recogido varios
investigadores (como Fernández-Prieto), quien nos dice
textualmente:
“Don
Casimiro Erro Irigoyen, que fue Canónigo Magistral de Zamora, y el
historiador zamorano Don Urcisinio Álvarez Martínez (hace ahora
noventa y cinco años) publicaron en la revista Zamora Ilustrada
dos
interesantes estudios sobre la iglesia de Nuestra Señora de
Castellanos de la Mota, mencionando la tradición de que ésta en sus
orígenes fue un santuario votivo fundado por el Conde Fernán
González, por las victorias conseguidas por éste contra los moros”
(16)
.
.
IMAGEN,
ABAJO: El río Carrión a su
paso por Husillos. En nuestra anterior leyenda recogíamos un texto
de Ambrosio de Morales en el que se narraba el modo en que los
cristianos lograron una victoria sobre las hordas califales,
valiéndose de toros bravos.
Lanzando con gran destreza aquellos fieros animales contra los
enemigos y logrando así hacerles huir. El
hecho se situaba junto al río Carrión (o en la misma ciudad de
Carrión) y el texto recoge que tras vencer a los sarracenos,
elevaron una iglesia para conmemorar su victoria.
Posiblemente se trate del recuerdo de muchas gestas acontecidas
utilizando ese ardid (con toros) o de batallas sucedidas en esta zona
palentina. Incluso es posible
que nos hable de la fundación de Santa María de la Dehesa Brava.
Puesto que Ambrosio de Morales fue uno de los primeros cronistas de
esta colegiata (estudiándola en el siglo XVI);
narrando acerca de la batalla que mencionamos, cuanto a continuación
literalmente recogemos:
.
“Otro
hecho milagroso se cuenta en la villa de Carrión, que parece algo a
éste. Iban otra vez los Moros con este malvado tributo por aquella
vega, y juntándose algunos toros, con mando de quien esto puede
mandar, dieron con tanta braveza en el esquadrón de los Moros, que
los desbarataron y hicieron huir con terrible pavor. Así quedaron
las doncellas desiertas y los toros por su guarda, hasta que los
christianos las llevaron. Alabando despues a Nuestro Señor por el
insigne milagro y dándole las gracias por él, edificaron por
memoria una Iglesia, llamada agora Nuestra Señora de la Victoria,
que es harto gran testimonio de todo esto” (17)
.
Finalizaremos
el presente epígrafe, concluyendo que Nuestra Señora de la
Dehesa Brava es una “refundación” de tiempos de La Reconquista;
nacida del refugio y protección que proporcionaban a los cristianos aquellos campos cerrados y cargados de bestias peligrosas. Un
criterio muy similar presenta el gran investigador David Marcos
Díez, en su extensísima tesis sobre esta abadía de Husillos;
afirmando que la fundación medieval (de los siglos X y XI)
es la que realmente concede gran importancia al lugar. Pues, sin
descartar el posible origen visigodo de la iglesia; la verdadera
relevancia del Husillos procede de tiempos del conde de Monzón y de
los Ansúrez (quienes “refundan” la abadía en el campo
de la dehesa brava). Asimismo, la primacía de esta colegiata se
demuestra en la famosa sepultura del Conde de Monzón, antes
situada junto a su altar -tal como la describe Ambrosio de Morales-.
Una imponente tumba de mármol tallado en la Roma del siglo II
(ver imágenes, bajo estos párrafos); reutilizada por el Fernando
Ansúrez -conde de Monzón- que se entierra en ese sarcófago hacia
el año 978. El primero que estudió y dió a conocer aquel sepulcro
fue precisamente Ambrosio de Morales; quien en el siglo XVI
menciona que se encontraba en ese altar mayor de Santa María de la
Dehesa Brava. Ese hecho y su narración sobre la batalla ganada a
los sarracenos en Carrión, echando toros sobre sus tropas; nos lleva
a pensar que el lugar y los acontecimientos que Ambrosio de Morales
describe, se refieren a Husillos y al nombre de la Dehesa Brava.
.
Sobre
esta abadía del Cerrato, terminaremos señalando cómo acerca
de sus evidentes inicios visigodos, muy poco comenta David Marcos.
Aunque a mi juicio y una vez visitada la iglesia, parece probado
que antes de la colegiata románica, allí hubo un templo importante
godo (si no fue tardo romano). Algo que se observa principalmente tras
ver su antigua pila bautismal, claramente visigoda. Tratándose
de una pieza con grandes dimensiones y de inmersión; muy similar a
la de San Juan de Baños y a otras de igual uso y época. Ello
demostraría la utilización de esta colegiata como ermita -o
iglesia- al menos durante los siglos VI y VII; todo lo que resulta
normal en aquellas tierras que fueron llamadas Campos Góticos, por
haberse establecido en ellas los primeros francos (llegados a fines del
siglo V). Pese a ello, creemos que el nombre de Dehesa Brava
le fue dado muy posteriormente y en tiempos de la Reconquista,
habiéndose llamado anteriormente al lugar y a su templo tan solo:
Husillos. Término que indica un lugar poblado de almazaras o de
ingenios de agua, movidos por tornillos (husillos); máquinas y
moliendas de aceite y trigo, que habría por doquier en esta zona del
río Carrión -tan próxima al Pisuerga-. Por todo cuanto decimos;
creo firmemente que aquella advocación a Nuestra Señora de la
Dehesa Brava, procede de tiempos de la Reconquista. Habiendo sido a
mi juicio instituida, tras las batallas en los bosques del Carrión;
utilizando ardides, usando toros y otras bestias para vencer a los
ejércitos califales. Habiéndose acontecido en Husillos
posiblemente la historia que refiere Ambrosio de Morales (del que
sabemos fue el primer cronista -o estudioso- de esta abadía).
.
.
.
.
SOBRE
ESTAS LINEAS:
Imagen
en
fotocomposición nuestra, donde podemos ver tres lados del famoso
sarcófago hallado en Husillos; que fue la tumba del conde de Monzón,
hacia el año 978.
La
importancia de esa abadía se muestra en este enterramiento de un
importante gobernante de Castilla por entonces:
El conde Fernándo Ansurez, hermano de la reina Teresa y tío de
Ramiro III de León -el sepulcro es propiedad del Museo Arqueológico
Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar las fotos que hemos
tomado en Valladolid, durante su última exposición-.
AL
LADO:
Detalle
del lateral
derecho de la iglesia Nuestra Sra. de la Dehesa Brava.
Marcas
sobre la pared del lugar donde se había habilitado un nicho para
esconder la imagen de la Virgen y otros tantos enseres (evitando que
los expoliaran).
Gracias a esta ocultación se logró conservar la talla de la Madona,
recubierta de metales preciosos y con esmaltes de Limoges, fechada en
el siglo XIII -una de las piezas más valiosas en este estilo y
época, de nuestra nación-. Tristemente
la escultura original de Nuestra Señora de Castellanos no ha llegado
a hasta nuestros días; aunque debió de ser similar a la hallada en
Husillos
-agradecemos a la parroquia de Santa Ma. De la Dehesa Brava nos
permita divulgar nuestras imágenes-.
AL
LADO:
Pila
bautismal de la colegiata de Santa Ma. de la Dehesa Brava; tal como
se conserva actualmente, junto a la entrada principal del templo.
Fue hallada durante las recientes obras de restauración, bajo el
solado de la iglesia. Gracias a su “uso provisional” como
paragüero (tal como la vemos en fotografía), podemos
hacernos una idea del gran tamaño de la pieza, donde podían
bautizar por inmersión (tal como hacían los visigodos)
-agradecemos a esta parroquia nos permita divulgar nuestra imagen-.
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BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Pila bautismal de San Juan de Baños -agradecemos a su institución conservadora, nos permita divulgar nuestra imagen-. Fechada en el 661 (cuando Recesvinto construyó este templo), es muy parecida a la que fue hallada en Husillos. Tan solo se distinguen en una base que han añadido a la anterior. Pieza que no es auténtica, ya que debemos pensar que estas pilas se sostenían sobre una basa (circular o cuadrada) que permitiera su desagüe. Debido a que se llenaban hasta arriba de agua -templada-, para introducir completamente al bautizado.
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BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Pila bautismal de San Juan de Baños -agradecemos a su institución conservadora, nos permita divulgar nuestra imagen-. Fechada en el 661 (cuando Recesvinto construyó este templo), es muy parecida a la que fue hallada en Husillos. Tan solo se distinguen en una base que han añadido a la anterior. Pieza que no es auténtica, ya que debemos pensar que estas pilas se sostenían sobre una basa (circular o cuadrada) que permitiera su desagüe. Debido a que se llenaban hasta arriba de agua -templada-, para introducir completamente al bautizado.
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C)
Conclusiones al poema fundacional de Santibañez (Baños y residencia
de los visigodos en los Torozos; cacerías de toros entre los pueblos
de tradición celta):
.
1º
– BAÑOS Y SALES EN LOS CAMPOS GÓTICOS:
.
La
evidencia de que los reyes godos residieron y tuvieron sus fincas de
recreo en esta zona (luego llamada Tierra de Campo, o de Toro) ha
sido tristemente casi olvidada. Sabemos que la estancia de los
monarcas visigodos en esta parte de Castilla, se explica porque ese
área de la Meseta fue “su patria chica”; el primer lugar donde
se asentó aquel pueblo procedente de tierras francas. Pero
asimismo puede haber una razón de mayor importancia para el
establecimiento de los monarcas góticos en lugares como San Román,
Wamba, Pampliega y etcétera. Un motivo relacionado con
intenciones comerciales, industriales y sociales; principalmente
basado en la producción de pan, pero sobre todo en la de sal. Puesto
que en este amplia zona de Castilla y León, tan solo hallaremos sal
en Villa Fáfila y en otros escasos lugares (alejados de Tierra
de Campos; como Fuente Olmedo -Valladolid- o Poza de la Sal
-Burgos-). Ese importante dato histórico lo hemos conocido
gracias a las teorías del profesor Germán Delibes (junto a
otros colaboradores); quienes lograron deducir por qué existen en
determinados lugares de Castilla y León asentamientos durante la
Edad de Bronce. Llegando a la conclusión de que los hallazgos en
la Meseta, de época Campaniforme (entre el 2800 y el 1800 a.C.);
están relacionados con las áreas donde se encuentra sal. Siendo
los más destacados aquellos que han encontrado en Fuente Olmedo o en
Villafáfila; siempre junto a lagunas o pozas salinas (18)
.
.
En
mi último trabajo de “Tartessos y lo invisible en el Arte”
(19) trataba acerca de este tema, llegando a la
conclusión de que la falta de sal evidentemente puede provocar la
despoblación de una zona (pues es imprescindible para la salud y
para conservar los alimentos). Pero en Castilla y León aquella
carencia de cloruro sódico es especialmente virulenta, debido a sus
temperaturas extremas; al ser los veranos muy calurosos y los
inviernos muy fríos, con zonas de grandes nevadas. Por lo almacenar
carne y fabricar embutidos resulta imprescindible, para tener
alimentos durante las temporadas de nieve; pero sobre todo para que
no se pudrieran durante las de estío. De ello que fuese uno de los
grandes negocios y dedicaciones de la Meseta la fabricación de
cecinas, jamones, chorizos, salchichones y largo etcétera. Una labor
que se desarrollaría desde los más lejanos tiempos y que precisaba
principalmente de sal; sobre todo durante épocas prerromanas, cuando
las pimientas no se conocían en nuestras tierras. Puesto que con la
romanización al menos entraron algunas especias con las que pudieron
manufacturar los embutidos. Usando técnicas que mantenían
“incorruptas” las carnes gracias al mercado especiero grecorromano;
tal como sucedió después del descubrimiento de América
(cuando desde allí llegaron las semillas del futuro pimentón y de
los distintos ajis o chilis). Pero en etapa prerromana tan solo
podía utilizarse la sal como elemento básico; lo mismo que sucedió
al caer el Imperio Romano y cerrarse las rutas de Oriente -con la
división entre Bizancio y Roma-. Habiendo sido por entonces
absolutamente necesario el cloruro sódico para mantener las carnes
embutidas o jamonadas.
IMAGEN,
ARRIBA:
Interior
de la iglesia de San Juan de Baños, al atardecer en verano
-agradecemos a la institución que conserva esta maravillosa ermita,
nos permita divulgar nuestra imagen-. Desconocemos las coordenadas
exactas que tiene esta puerta orientada totalmente al Oeste (hacia la
“muerte del Sol”); aunque sería interesante medirlas para ver a
qué día del solsticio se orienta. Pues probablemente cada 21 de
junio se vea exactamente un efecto luz sobre su fachada o puertas;
recibiendo en un punto determinado los últimos rayos solares. Esta
iglesia se edificó sobre los manantiales de agua que -dicen- curaron
la enfermedad renal de Recesvinto. Se halla apenas a unos siete
kilómetros de otro manantial sagrado, como es el de San Antolín;
ubicado en la cripta de catedral de Palencia.
Por su parte, las reliquias y advocación a este santo francés, las
hizo llevar hasta la cueva del interior de la seo palentina el hijo
de Recesvinto (Wamba). Todo
lo que demuestra la sacralización de las aguas de aquella zona. Por
su parte, la abadía de Santa Ma. de la Dehesa Brava, se sitúa
apenas a unos diez kilómetros (al Norte) de la referida cripta de
san Antolín y aproximadamente a diecisiete de San Juan de Baños.
AL
LADO:
Enterramiento
campaniforme de Fuente Olmedo (Valladolid). Esta inhumación fue
hallada y estudiada principalmente por el equipo del profesor Germán
Delibes
(UVA); quienes pudieron fecharla hacia el 2000 a.C.. El
hallazgo de
restos pertenecientes a la cultura del Vaso Campaniforme, en esta
zona de la meseta; a juicio de Germán Delibes se
debe a la existencia de sal en las proximidades de
Fuente Olmedo (donde existe una población cercana denominada
Aguasal). Por su parte,
el mismo profesor nos dirá que en este área de la Meseta apenas hay
otras minas salinas, hasta llegar a Villafáfila, donde también se
han hallado numerosos restos del Campaniforme (con
más de cuatro mil años de antigüedad). Asimismo,
en esta población famosa por sus salinas
(20) y
cuyo nombre recuerda al hijo de Pelayo (Fáfila) que murió cazando
osos; apareció un famoso tesoro visigodo compuesto
por varia cruces.
.
Lo antes expuesto nos hace pensar que el dominio de esta zona de Villafáfila,
adscrita a la Tierra de Campos (a los Campos Góticos) es una de las
claves del por qué se asentaron allí los visigodos. Quienes
teniendo trigo en abundancia y sabiendo cultivar el cereal (gracias
al enorme manejo de las herramientas de hierro); dispondrían de sal
no solo para hacer el mejor pan, sino también para crear embutidos.
Todo ello pudo proporcionar a los visigodos uno de los mejores
sistemas de control de la población peninsular. Pues, como es
sabido, aquellos que vinieron de tierras galas a fines del siglo V;
se alzan pocos decenios después como una clase alta, tras vencer a
otras etnias godas también establecidas en nuestras tierras.
Quedando los visigodos como una élite dominante sobre el pueblo de
origen hispanorromano, con quienes apenas establecen fuertes vínculos
sociales y de quienes no toman su religión hasta que Recaredo se
convierte en el año 589 (unos ciento ochenta años después del
primer rey visigodo: Ataulfo).
.
Por
todo cuanto vemos, la Tierra de Campos, además del tesoro de la sal
y del cereal; tenía por entonces bosques frondosos y grandes pastos,
donde criar ganado y cazar. Cuanto convertía en una zona de
enorme riqueza a aquella tierra de los Góticos, donde se habían
establecido humildemente los primeros venidos de su patria franca (a
fines del siglo V; durante el llamado reinado de Tolosa, que inicia
Ataulfo). Pero además, la zona central de Castilla, contenía
baños y aguas de enorme valor; lo que era apenas inexistente en la
capital del reino y en las inmediaciones de Toledo. Por su parte, los
ganaderos establecidos en el área toledana se veían obligados a
trashumar durante los veranos, viajando a tierras de la Meseta.
Acompañando así a los nobles y reyes visigodos; quienes también se
mudarían durante los meses de estío hacia aquellas tierras de las
actuales provincias: Valladolid, Palencia y Zamora.
.
Una aristocracia goda, sin apenas contacto con el pueblo; pero que también viviría en un seminomadismo -trashumante-. No solo con el fin de evitar las inclemencias meteorológicas, sino principalmente para guerrear y controlar sus territorios del Norte (donde las luchas contra los vascones se producían de continuo). Todo lo que explica el establecimiento cuasi permanente de reyes como Chindasvinto, Recesvinto y Wamba en estos lugares de la antigua Tierra de Campos. Quienes además disfrutaban de los baños y de los yacimientos de salud y de sal, que por allí abundan. Habiendo sido los más conocidos aquellos Baños del Cerrato (San Juan de Baños); en un tiempo en que los astures y lusitanos -dominados por los suevos- controlaban el otro área termal de la Castilla leonesa, que se sitúa en las márgenes del actual rio Támega o en Sanabria y Chaves.
.
Una aristocracia goda, sin apenas contacto con el pueblo; pero que también viviría en un seminomadismo -trashumante-. No solo con el fin de evitar las inclemencias meteorológicas, sino principalmente para guerrear y controlar sus territorios del Norte (donde las luchas contra los vascones se producían de continuo). Todo lo que explica el establecimiento cuasi permanente de reyes como Chindasvinto, Recesvinto y Wamba en estos lugares de la antigua Tierra de Campos. Quienes además disfrutaban de los baños y de los yacimientos de salud y de sal, que por allí abundan. Habiendo sido los más conocidos aquellos Baños del Cerrato (San Juan de Baños); en un tiempo en que los astures y lusitanos -dominados por los suevos- controlaban el otro área termal de la Castilla leonesa, que se sitúa en las márgenes del actual rio Támega o en Sanabria y Chaves.
AL
LADO:
Una
de las preciosas iglesias que aún conserva Mayorga, la “capital
del pan”. Este
pueblo que antaño tuvo unas diecisiete parroquias (a cual más
bella), actualmente tan solo mantiene algo más de dos en pie. Una de
ellas está totalmente renovada -por no decir “restaurada”- y
otra de las que quedan enteras es esta maravilla del mudéjar, que
vemos en imagen (cuyo estado es lamentable). Se
considera a Mayorga la capital del pan; un lugar de Tierra de Campos
donde además del cereal se cultivaba el arte de hornear.
Muy próximo a ella está la comarca de la Tierra del Pan (de Aliste
a Toro, en Zamora), todo lo que denota la calidad en la elaboración
de ellos, en la zona.
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IMAGEN,
ABAJO: Verraco
o toro ibérico de Ciudad Rodrigo
(Salamanca). Estas esculturas
talladas por los vettones en época prerromana (entre los siglos V al
I a.C.; manifiestan la sacralización del ganado bovino y del
porcino, entre los habitantes de la Meseta.
Como ya hemos dicho, se utilizarían a modo de “demarcadores” en
lindes de tierras y como símbolos de divinidad. Aunque sobre todo
parecen indicar el carácter sacro que los toros y cerdos tuvieron para esa etnia celtibérica, que pobló el área central de la Península. Por
su parte, el carácter “ciclópeo” de la mayoría de esas
esculturas de bóvidos y puercos -que en su mayoría pesan toneladas-;
denota el intento por demostrar la fortaleza y la protección que
aquellos animales les otorgaban. Unas
bestias, que de vivir salvajes
-sueltos en el campo-; impedirían
de algún modo que los extraños se adentrasen en bosques y en
tierras, por el temor a ser atacados. Asimismo las esculturas pétreas
señalarían a posibles enemigos del peligro;
marcando la existencia de unos dueños en la zona, que podrían
lanzarles o rodearles con toros (mansos y salvajes; tal como veremos
hacían los iberos desde tiempos inmemoriales).
.
López
Monteagudo -en sus publicaciones de 1989 y 1983- ha catalogado unas
doscientas figuras de verracos existentes en nuestras tierras,
fechadas desde el VI al I a.C. (de las que veinticinco llevan
inscripciones latinas). Se
distribuyen en las provincias de: Avila, Salamanca, Cáceres, Toledo,
Burgos, Segovia y Zamora -además de en Tras os Montes y Beira Alta-.
Este autor considera que se puede deducir su uso por las incripciones
latinas, que contienen antropónimos y gentilicios ibéricos. En
otros casos, como los de Martihierrero (donde fueron hallados cuatro)
sabemos que se usaban para ritos de libación; quizás en la matanza
de animales, aunque no hay que descartar que fueran para sacrificios
humanos. Pues tienen unos bloques contiguos, con canalillos que
llevan a cazoletas donde se han hallado huesos de difuntos; lo que
obliga suponer que se libara sobre ellos tras las cremaciones del
fallecido -o bien después de la inmolación-. Existen otros
hallazgos relacionados con ambientes funerarios, aunque no hay que
dejar de pensar que tuvieran funciones distintas, como en el caso de
los toros de Ulaca y Las Cogotas; que se relacionarían más con
santuarios de un posible el Marte Ultor en Iberia (dios de la
guerra). Finalmente la última teoría apunta a que eran piedras de
frontera y totems que servirían para delimitar territorios o para
ahuyentar a los extraños de una zona, propiedad de un poblado o
etnia (tal como hemos estudido repetidamente en mis artículos de
TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE).
2º
– LA CAZA Y LA LUCHA CONTRA EL TORO (entre los celtas, en Iberia
antigua, en tiempos de los godos y durante la Baja Edad Media):
.
Finalmente,
en esta última parte explicaremos cuanto escribe el poema
fundacional, acerca de la caza de toros y becerros en Mota o en sus
cercanías. Un deporte cuyo arraigo entre los celtas y los pueblos
de origen germano, está perfectamente documentado (tal como veremos a continuación, en diferentes citas históricas).
Práctica de la que asimismo existen numerosas historias
documentadas, entre las leyendas y sucedidos de monarcas hispanos
-quienes tenían verdadera pasión por cazar uros-. No
hablamos ya del siglo XVI o del XVII; donde esta afición cinegética
con toros salvajes, se repite en
reyes que viajaban a zonas como el Coto Doñana; para matar allí a
arcabuzazos morlacos silvestres (recordemos las cacerías que el
Condeduque organizaba a Felipe IV). Sino nos
referimos a casos como el de Favila (o Fáfila), que muere matando
osos a cuchillo; enfrentándose contra “el totem” a solas y a
cuerpo; tal como el torero hace con el astado. Un rey astur,
“biznieto de visigodos” cuyo recuerdo se halla precisamente en el
lugar donde la sal abunda en Castilla: Villafáfila,
así llamada por el hijo de Don Pelayo que murió a manos de la
fiera. Apelación que quizás da cuenta de que aquella tierra rica en
el “oro blanco”, era solo propiedad de los más valientes. Valor
que probaban monarcas y nobles durante la Edad Media cazando peligrosos animales, entre los que destacaba el uro, o el bos
silvestre. Algo que recuerda el poema fundacional de Mota
del Marqués que venimos analizando en sus versos, que nos dicen:
.
Mas
por bien que fuera e hisiera,
disen
también que Toroso
fue,
porque uros peligrosos
cazaban
para instruir guerras.
Por tal que o nome Torosos,
Por tal que o nome Torosos,
de
godos vino, a vez primera.
Mas
luego, llamada la vera
colinas
dos toros e osos
criados;
que mataron todos
por
ser peligrosas riberas.
---------------------------------------
E
Santibañez llamaron
aqueste
alto del cerro,
junto
a Mazote que hallaron
do
iban cazando becerros.
Con
una daga e sus perros
e
una lanza en la mano,
veníase
todos os annos
matando
toros a encierro.
.
En
muchos de nuestros artículos hemos tratado sobre el origen de la
tauromaquia; un tema que en nuestra anterior leyenda desarrollábamos
en un epígrafe final intitulado:
“Acerca
del toreo; de su significado y sus comienzos en las batallas con
`ejércitos´ de uros” (21)
. Donde exponíamos -a grandes rasgos- que la tauromaquia y su
sentido ritual, se debe a las formas de guerra más antiguas;
utilizado bóvidos (salvajes o mansos) para echarlos contra el
enemigo (22)
. Terminando por exponer que el
nacimiento de la “lucha con el toro” moderna -con
toda seguridad- estaría
en esa forma de batallar, utilizando morlacos. Unas
lides que habrían desarrollado especialmente durante La Reconquista;
tiempo en el que las tierras de frontera se veían sometidas al
asedio continuo y donde el pueblo tenía que defenderse con cualquier
recurso. Como
muestra de ello, mencionábamos numerosas batallas donde se recuerda
que los sarracenos fueron así vencidos, por unos aldeanos que a
veces carecían de ejércitos ni de armas. Tanto, que una de aquellas
contiendas se denomina la “Batalla del Escobar”, donde lograron
la victoria sobre Abderramán III tan solo usando escobas, con las
que citaban a los astados para echarlos sobre los ejércitos
califales (de allí el nombre de “escobar”).
.
Asimismo,
acerca de el uro ibérico (hoy toro de lidia) recogíamos en nuestra
anterior leyenda que en
mi teoría, en Hispania el bos silvestre no se usó tan solo para darle caza o en los espectáculos circenses -tal
como ocurría en Grecia o en Roma-.
Pues Iberia no fue del todo un lugar muy seguro
(siquiera después de la conquista romana). Por lo que
los hispanos conservarían ganado bravo en las dehesas, mezclado con el
manso; para evitar robos y la llegada de cuatreros
(que se sabe era una de las profesiones más apreciadas por los
iberos -tanto que Viriato se dedicaba “al noble arte” de afanar
toros-). Por todo ello, estos
iberos -luego hispanos-, eran tan doctos en robar las vacas como en
guardarlas y guiarlas; por cuanto debieron desarrollar ya desde los
comienzos de su civilización las artes de conducir, correr,
“quebrar” y torear las reses salvajes.
.
De
tal modo se comprende por qué las tierras ibéricas permanecieron
plenas de bos silvestres, que no fueron descastados ni aniquilados; como se hizo en el resto del Mediterráneo. Debido a ello,
siglos más tarde y tras la caída de Roma, siguieron
conservándose los uros en los bosques peninsulares. Sobre todo tras
llegada de los visigodos,
al ser la caza de estos toros salvajes un deporte muy amado por los
germanos y los descendientes de celtas.
Así hemos de suponer, que los del reino visigodo de Toledo, también
se entretendrían en ese arte cinegético tan apreciado por sus
ancestros. Todo lo que explicaría que la zona de Toro y los montes
Torozos, estuviera repleta de ganado asilvestrado o salvaje. Debido
a ello, el área se llamó primero monte y ciudad “de los Gotoros”
(“góticos”, por las fincas de recreo de los monarcas visigodos);
para más tarde pasar a denominase “de los toros”, o “Torozos”.
Cuando el recuerdo de los reyes godos que aquí tuvieron sus villas
se perdió, sustituyéndose por el de las manadas de astados que
vivían en esta zona (toresana).
IMAGEN,
ARRIBA:
De
nuevo otra
imagen de los encierros por el campo en Mota del Marqués
(el pasado domingo 10 de septiembre de 2017). La
fotografía ha sido tomada de la página de
Facebook de Mota del Marqués y es una imagen de
“CORRIENDO POR EL CAMPO”, propiedad de Vezdemarbán
-a quienes agradecemos nos permitan divulgarla-.
La afición y la tradición de celebrar estos encierros nace a mi
juicio de tiempos ancestrales, pudiendo fecharse en el Neolítico con
las primeras cacerías de uros salvajes. Posteriormente, se
mantendría la técnica de manejar toros, logrando con este ardid
defender las tierras y protegerlas de ladrones o de enemigos. Un arte
que se trasladaría de padres a hijos durante generaciones,
perfeccionándose y mejorando en la Edad Media
(cuando debieron de protegerse con toros de los asedios constantes). Llegando finalmente a las formas de lidia que vemos en nuestros días
-convertido en rejoneo y en los encierros que observamos en foto-.
AL
LADO:
As
de bronce de Bilbilis (Calatayud)
fechado hacia el siglo II a.C..
Pertenece a la serie llamada “guerrero ibérico” que aparece en
la mayoría de las monedas prerromanas peninsulares donde vemos un
jinete a caballo con una gran lanza (igual a la de los garrochistas y
que podemos comparar con la de imagen superior). Entre
la imagen anterior y esta hay 2200 años de distancia cronológica,
pero apenas alguna diferencia estética o cultural. Llama
la atención que el guerrero no lleva escudo
-lo que sucede en numerosas representaciones ibéricas-; llevándonos
a pensar que la figura presenta a garrochistas o a cazadores
(especialmente de toros).
.
En
cuanto a la caza de uros que
realizaban
los pueblos de origen germanos o célticos (del que descendían los
godos), Julio César ya escribió sobre este “deporte ritual”;
explicando su significado social y religioso entre esos indoeuropeos.
Diciéndonos
el general romano en
su “Guerra
de las Galias”(VI,
14):
Los
uros
"vienen
a ser algo menores que los elefantes; la catadura, el color, la
figura de toros, siendo grande su bravura y ligereza. Sea hombre o
bestia, en avistando el bulto, se tiran a él. Mátanlos cogiéndolos
en hoyos con trampas -los celtas-. Con tal afán se curten los
jóvenes, siendo este género de caza su principal ejercicio; los que
hubiesen muerto más de éstos, presentando por prueba los cuernos al
público, reciben grandes aplausos. Pero no es posible domesticar
-los uros- ni amansarlos, aunque los cacen de chiquitos. La grandeza,
figura y encaje de sus cuernos se diferencia mucho de los de nuestros
bueyes. Recogidos con diligencia -aquellos trofeos-, los guarnecen de
plata, y les sirven de copas en los más espléndidos banquetes”
(23)
.
.
El
texto de Julio César muestra a continuación el significado del
deporte de cazar bos silvestres europeos para los celtas, animales
de los que el general exagera el tamaño -comparándolos con
elefantes-. Una actividad
que debió de seguir realizándose entre los nobles centroeuropeos,
siendo conservada por los germanos hasta
bien entrado el siglo XVI. Pues como expresa Rafael Carvajal, hasta
“1627
no desaparece de los bosques de Polonia el aureochs o uro, su
antecesor; como ya había desaparecido del resto de Europa (excepto
en Iberia). Y
no a causa del proceso evolutivo, sino porque su misión creativa era
la de ser cazado por el hombre.
La misma situación habría vivido el toro si no hubiera sido
preservada su existencia y destino de presa de caza a partícipe de
una corrida. Pues los animales que no resultan útiles, o aquellos
cuyo recurso venatorio resulta abusivo, terminan desapareciendo”
(24)
.
.
Acerca
de estas venaciones de toros a las que eran tan aficionados los
aristócratas de Centro Europa, también sabemos que se servían de
jaurías; y que así los cazaban hasta que desapareció el
uro de Europa en 1627.
Tradición heredada de los indoeuropeos, pues ya
los celtas se ayudaban de perros para esa “matanza de uros”.
Canes que también se sabe adiestraban y usaban en la guerra,
de donde proceden diversas razas denominadas comúnmente "perros
celtas"; entre los que destaca el famoso "alano español".
Raza
hispana, que al parecer fue introducida en la Península por las
invasiones godas y que se mantuvo
entre los pastores y los nobles de nuestro país, en estado bastante
puro. Siendo este
alano un perro de grandes dimensiones, fiero, fuerte y muy noble, que
se usaba principalmente para cazar lobos (o toros salvajes).
.
Estos
cánidos
para los indoeuropeos fueron sagrados, habida cuenta que eran su
compañero de guerra, de guardia, defensa y caza. Tanto
que se suponía que en el Más Allá,
el señor del mundo de los muertos (Arawn) tenía numerosos perros,
que le ayudaban y con los que siempre compartía sus festines.
Animal que en muchos casos se tomaba por el guía ideal del viaje del
difunto y que como tal era sacrificado,
para que acompañaran al fallecido en su camino hacia el Walhalla
-costumbre común a numerosas culturas-. Matándose la mascota real
del fallecido, que en ocasiones comían los celtas en ceremonias
rituales. Todas
estas costumbres sin lugar a duda son el origen de la importante
función que aún hoy tiene en el mundo anglosajón este animal, que
durante la etapa del románico y del gótico innumerables veces
aparece esculpido en la tumba del noble (indicando la fidelidad). Por
todo ello, el perro para los celtas era el símbolo de la muerte (al
tenerse por el más fiel amigo que podía acompañarnos hasta ella
sin temor); de la curación -al observar que el can se “autocuraba”
con su saliva, con su alimentación, purgantes-. Tanto como
significaba la caza y la diversión (por su simpatía y bondad); la
fildelidad y la amistad.
ARRIBA:
Anverso
y reverso (fotomontaje nuestro) de la estela
discoidea del siglo I d.C. hallada en las proximidades de Clunia, hoy
propiedad del Museo Arqueológico de Burgos (al
que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Observemos en
ella por
un lado, el clásico jinete ibérico; igual al existente en la gran
mayoría de monedas prerromanas peninsulares.
Mientras su
reverso contiene un toro (entero,
al que se le ven los testículos) apresado
por un can, que
se sube a la grupa. Claramente, la
escena -de
un lado y otro- se
corresponde a una lucha o caza del toro y hace pensar que la estela
fuera hecha en memoria de algún ilustre noble ibero, que quizás
murió ejercitándose en este arte -o ceremonia- que practicaban los
celtas (¿y celtíberos?) consistente en enfrentarse al bóvido
salvaje, ayudados de sus perros.
.
.
AL
LADO:
Los
famosos toros de Costitx en bronce (tal
como los mostraba el Museo Arqueológico Nacional antes de ser
renovado -al que le agradecemos nos permita divulgar nuestra
imagen-). Hemos
situado personas a su lado, para que veamos la proporción de estas
cabezas rituales propias de la cultura talayótica Balear y que se
fechan entre los siglos XI al VII a.C..
Siendo consideradas piezas de santuarios o de palacios, para venerar
a este dios Marte, representado en el toro. Una
deidad en forma de bos a la que se rendía culto -a mi juicio- como
protector de las costas y de las islas.
Al menos durante la Edad de Bronce; impidiendo
que extraños y ajenos al grupo desembarcasen en el litoral,
simplemente manteniendo toros salvajes en las playas y junto al mar
(astados peligrosos que se recogerían tras unas “talanqueras”,
cuando pasaran por su zona los lugareños).
.
Acerca
de los toros y de la “tauromaquia” en tiempos de los visigodos,
nos habla Juan Carlos Fernández Truhán escribiendo que: “San
Isidoro en sus `Etimologías´ ya los condenaba con vehemencia desde
sus creencias cristianas, dado que eran `ejercicios puestos al
servicio exclusivo de la vanidad, ya que los mozos cuando se
enfrentaban con los animales salvajes, solo buscaban, con riesgo de
sus propias vidas, la fama, la aclamación y el reconocimiento
público de su ciudad´. San
Isidoro satanizó la conducta de estos bestiarios por exponerse
`voluntariamente a la muerte, no por haber cometido crimen alguno,
sino por valentía´.
Es decir, los mozos lidiaban públicamente toros en la Bética
visigoda con la única intención de ganar fama de hombres valientes.
Este rechazo de la iglesia hacia los juegos taurinos, tendrá su
reflejo en la propia legislación visigoda, a través del denominado
`Fuero Juzgo´ (en
su libro VIII, Tit. IV, Ley 16) en
el que se ordenaba que... `...todo labrador o vaquero que fuera
propietario de toros o vacas bravas deberá matarlos para preservar a
los vecinos de cualquier daño advirtiendo
a los que desoyesen
el mandato que serán acusados por la ley de homicidas ante el
tribunal del rey´.” (25)
.
En
la cita de San Isidoro observamos que ya existía la lidia o al menos
los recortes
y encierros, en la época en que escribe sus Etimologías (a
comienzos del siglo VII).
Donde
critica que los mozos
“cuando se enfrentaban con los animales salvajes, solo buscaban,
con riesgo de sus propias vidas, la fama, la aclamación y el
reconocimiento público de su ciudad”. Algo
muy parecido a lo que sucede hoy en todo lugar donde hay encierro,
suelta de bravos y de vaquillas;
donde los lugareños juegan con ellas, sin temor y buscando el
aplauso de los suyos. Ello
parece que llevó a que el Fuero Juzgo prohibiera que las gentes del
campo criasen toros bravos; una medida que vemos ya como indicativo
de una estabilidad social. Prohibiendo la cría de ganado bravo
quizás para que no se usaran enfrentándolos a los ejércitos del
rey o de los señores
(lanzando toros contra ellos). Por
lo que aquella ley del Fuero Juzgo
dictada por Recesvinto (en el 654),
también se recoge en la edición del mismo Fuero, proclamado de
nuevo por Fernando III (en el 1241). Momento en que hay testimonio de
la existencia de ganaderías bravas, precisamente en los Montes
Torozos.
Tal como como recogimos en la anterior leyenda, donde escribíamos
que a mediados
del siglo XII Rodrigo Pelayo deja en testamento a la iglesia de Santa
María de Wamba (Valladolid) de “una tercera parte de mis vacas
bravas” y se convierte así en el primer ganadero de reses bravas
que conocemos (26)
.
Todo
lo que indica la costumbre de criar reses bravas en la zona, cuyo uso
lógicamente era para las festividades y para los ensayos de la
guerra; educando al caballo y al caballero
en las lides bélicas a través de lides de tauromaquia.
.
Continúa
Fernández Truhán exponiendo que: “Esta
misma consideración de condena hacia aquellas personas que se
entretenían luchando contra los toros, se mantendrá durante mucho
tiempo a lo largo de la historía
hasta llegar incluso hasta nuestros días, encontrándose entre sus
detractores a grandes escritores y pensadores como el jesuita Juan de
Mariana, quien en 1609 publicó en Colonia (Alemania) su obra “De
spectaculis”, un tratado que denostaba la tauromaquia”
(27)
.
Pese
a ello, no se consiguió acabar con la fiesta, ni menos con las
sueltas de vaquillas o encierros; puesto que estaban plenamente
enraizadas en la cultura hispánica. Algo que se debió -a mi
juicio-, principalmente por la forma que tuvo el pueblo de defenderse
durante La Reconquista.
Donde a las zonas de la Meseta despobladas y fronterizas con los
sarracenos; no les quedaba otra protección más que la de aquellas
manadas de astados silvestres y sus conocimientos para manejarlos,
correrlos o echarlos sobre las hordas invasoras.
Unas circunstancias que -quizá- en tiempos de San Isidoro no se
comprendieran del todo; pues en aquella época lo que buscaba el
Reino Hispano de Toledo era unidad y estabilidad (no
deseando que las gentes del campo supieran manejar morlacos, y menos
que fueran capaces de echarlos sobre los soldados). Pero una vez
sucedida la invasión árabe y sobre todo, durante los casi
ochocientos años de conquista y Reconquista. Parece lógico pensar
que la única fórmula de protección y de lucha para muchos
cristianos, fue esta de guardar manadas de bravos en sus campos. Lo
que explica que quizás en tiempos de los visigodos prefirieran ir
descastando aquellos astados, cazándolos en los montes; aunque más
tarde volvieron a criarse (con el fin de defenderse de los
andalusíes). Tanto como para estar documentadas en el siglo XII las
ganaderías de reses bravas existentes en la zona de los Torozos
-precisamente
en Wamba-. Un hecho que ya vuelve a perseguir Fernando III (en 1241)
cuando al proclamar de nuevo El Fuero Juzgo, no desea que se críe ni
toree ganado bravo (seguramente con la intención de que las gentes
no se enfrenten a sus ejércitos; pues Fernando III ya conquista casi
todo el Sur de la Península).
IMAGEN,
ARRIBA: Tauromaquia
de Goya; oleo propiedad de la
Real Academia de San Fernando (a la que agradecemos nos permita
divulgar nuestra imagen). En
el cuadro vemos una escena que bien podría tratarse de una venatio
ibero romana, una tauromaquia medieval o moderna (hasta
Primo de Ribera, que introduce el peto del caballo). Dos mil
quinientos años de Historia -al menos- contempla esta costumbre que
procede de los iberos y ha llegado casi intacta hasta nosotros.
.
.
AL
LADO:
Dibujo
mío de un Trishekel de plata de Aníbal,
fechado en el 220 a.C.. Este
general cartaginés vio de niño morir a su padre tras un ataque de
los reyes iberos, quienes lanzaron contra las tropas de su progenitor
toros embolados
(atados a carros ardiendo o con las astas encendidas). Posteriormente
él utilizó este mismo ardid en Roma, al verse rodeado; mandando a
los mercenarios iberos que buscasen ganado en el monte y lo echaran
contra los enemigos,
embolando sus cuernos con teas ardiendo y atándolos a carros en
llamas.
.
Finalizaremos
a leyenda de hoy recogiendo lo sucedido a Aníbal en tierras
peninsulares, para comprender la importancia del toro y su uso en la
guerra durante la antigüedad. Con ello entenderemos por qué Diodoro
Sículo nos dice:
"hasta el día de hoy, las vacas son sagradas en Iberia"
(28) .
Al
leer cuanto narran sobre las conquistas de los cartaginés: Apiano, en
sus “GUERRAS IBÉRICAS” y Polobio, en su HISTORIA UNIVERSAL.
Donde escriben acerca del modo de guerrear con toros; un ardid que
utilizaban precisamente los iberos
-como veremos en los dos textos que a continuación recojo,
comenzando por el de Apiano sobre Amilkar Barca (padre de Aníbal y
suegro de Asdrúbal)-:
.
"después
de atravesar el Estrecho hasta Iberia iba devastando las tierras de
los iberos; aunque no le habían infligido ningún daño, haciendo de
ello una ocasión propicia para él estar ausente de su patria, de
emprender nuevas acciones de guerra y de buscarse el favor popular
mediante sobornos (...); hasta
que los reyezuelos y otros tantos caudillos que se habían alzado
contra él acabaron con su vida de esta forma: Hicieron avanzar
carros con maderas, a los
que uncieron
bueyes y siguieron a los carros provistos de armas. Cuando los libios
les vieron les entró de inmediato la risa, pues no comprendían la
estratagema. Pero cuando estuvieron al alcance, los iberos prendieron
fuego a los carros con bueyes y todo, y los lanzaron contra los
enemigos y el fuego -trasladado de un lado a otro- al dispersarse los
bueyes, sembró la confusión entre los libios. Y una vez que se hubo
roto la formación de combate, los iberos, cargando a la carrera
sobre ellos, acabaron con la vida del propio Barca y de un buen
número de los que le protegían” (28)
.
.
Así fue cómo murió
Amílkar, en Hélike (que se identifica con Elche de la Sierra)
cuando su hijo Aníbal era aún un niño y presenció esta derrota de
su progenitor. Momento en que tomó el mando el marido de su
hija, llamado Asdrúbal el bello; sacando de allí a su cuñado
-el pequeño Aníbal- a la grupa de su propio caballo y salvándole.
Pese a ello, será aquel mismo niño que vio morir así a su padre;
quien años después aprovecha esta técnica de lucha, utilizándola
en Italia cuando se ve rodeado. Tal como narra Polibio, escribiendo:
.
“Aníbal,
luego de haber tentado a Fabio y talar toda la Campania, teniendo un
inmenso botín, se disponía a levantar el campo. (…) Fabio
descubrió la idea del cartaginés por la que se disponía a salir
desde la misma parte por donde había entrado; así que considerando
que la estrechez del terreno era muy acomodada para atacarle, apostó
cuatro mil hombres sobre el mismo desfiladero. (…) Él mientras,
con la mayor parte del ejército, se colocó sobre una colina que
dominaba aquellas gargantas. En cuanto habían llegado los
cartagineses y sentado su campo en el llano al pie de la misma
montaña, se prometió el romano quitarles sin peligro el botín,
aprovechando la ventaja del sitio para poner fin a la guerra. (…)
Pero Aníbal, intuyendo de las circunstancias que todas estas medidas
se dejaban para el día siguiente, no le dio tiempo ni lugar para
ejecutar sus propósitos. Envió así llamar a Asdrúbal,
que mandaba a los gastadores, dándole la comisión para que con toda
diligencia recogiera y atase los más haces que pueda de leña seca y
otras materias combustibles, y que entresacados de todo el botín,
incluyera los dos mil bueyes más hechos al trabajo y gordos, para
que los situara al frente del campamento. Hecho esto,
convoca a los gastadores y les muestra una colina sita entre su campo
y los desfiladeros por donde había de realizar su paso. Les mandó
que cuando se les diera la señal, hagan subir a palos y por fuerza
los bueyes hasta llegar a la cumbre; después de lo cual dio la orden
para que todos cenasen y se recogieran. Al fin de la
tercera vigilia de la noche saca sus gastadores y manda atar a las
astas de los bueyes los manojos. Esto se ejecutó prontamente, por
haber muchos ocupados en esta labor. Después da la señal de prender
fuego a todos los haces y hacer subir y conducir los bueyes a las
cumbres. Detrás de éstos colocó a los lanceros, con orden de que
ayudasen hasta un cierto lugar a los que conducían los bueyes.
Advirtiendo de que cuando éstos comenzaran a arremeter, acudan por
los costados a subir las montañas con gran gritería y a ocupar las
cumbres, para auxiliarse y atacar por las manos, caso que el enemigo
hiciese en ellas resistencia. Al mismo tiempo él marchaba
a las gargantas y desfiladeros, llevando a la vanguardia los
pesadamente armados; detrás de éstos a la caballería, después el
botín y en la retaguardia a los hispanos y galos.
.
Después
de que los romanos que guardaban los desfiladeros advirtieron que se
acercaban a las cumbres esas antorchas, persuadidos a que por allí
hacía su marcha Aníbal, abandonaron los puestos y acudieron a las
alturas. Ya (entonces) se hallaban próximos a los bueyes y dudaban
aún qué significarían estos fuegos, figurándose y esperando algún
mayor infortunio. Apenas llegaron los lanceros, se originó entre
cartagineses y romanos una leve escaramuza; pero los bueyes, que
arremetían en medio de unos y otros, hicieron estar separados a
ambos flancos, sobre las cumbres y permanecer quietos hasta que
llegase el día; por no acabar de comprender (los romanos) lo que
pasaba. Fabio, ya dudoso con este accidente y seguro de
que sería un engaño, "doloso" según la expresión del
poeta; resuelto a no arriesgar un trance ni llegar hasta una acción
decisiva -según su primer propósito-, prefirió mantenerse en
quietud dentro de las trincheras, aguardando que llegara el día.
Entre tanto, Aníbal, saliéndole la empresa a medida de como había
pensado, pasó sin riesgo el ejército y el botín por los
desfiladeros, y siquiera apenas vio desamparados los puestos por los
(lanceros) que guardaban el mal paso. Advirtiendo después
al amanecer que sus lanceros eran atacados por los que ocupaban las
alturas, destacó hacia allá un baluarte de hispanos que, viniendo
cuerpo a cuerpo, dieron muerte a mil romanos y se incorporaron a poca
costa con los armados a la ligera (así descendieron todos juntos).
Fuera ya del territorio de Falerno con esta estratagema y acampado en
parte segura, no pensaba ni discurría más (Aníbal) que dónde y
cómo estaría en el invierno” (30)
.
AL
LADO:
De
nuevo, otra foto antigua de una suelta de vaquillas durante las
fiestas padronales de Mota del Marqués
(la
imagen ha sido tomada de la página de
Facebook de Mota del Marqués a quienes agradecemos nos permitan
divulgarla).
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IMAGEN,
ABAJO: Otra vez el San Fermín
motano, junto a “sus feligreses”
(un grupo de amigos Mota del Marqués, entre los que destacan
bellezas castellanas, divirtiéndose en el Carnaval de este año). De
este modo, y con esta imagen damos por terminada esta nueva leyenda
(la foto ha sido tomada de la
página de Facebook de Mota del Marqués a quienes agradecemos nos
permitan divulgarla).
-----------------------------------------------------
CITAS:
-----------------------------------------------------
(1):
Como
dijimos en nuestra anterior leyenda, antaño estas estribaciones y la
ciudad de Toro se denominaban Gotoros; en memoria de los reyes
visigodos que las habían habitado. Desde
el siglo XI, comenzaron a llamar a la villa “Toro”; al igual que
a denominar estas colinas como “Torozas” (o toresanas). A mi
juicio, parece indiscutible que el nombre de la villa y de esos
montes cercanos, parten desde una raíz unida a la palabra “toro”.
Todo lo que hace pensar que ese nuevo nombre se refirió a los uros
salvajes que por allí existían en abundancia (criados en las
antiguas fincas de recreo de los reyes visigodos). Acerca de la
etimología de la ciudad de Toro y de los campos que la circundaban
(llamados góticos hasta el siglo X), pueden consultar las cónicas
de Alfonso VI. Pues desde el siglo XI
en las referidas crónicas alfonsinas la describen como villa de
Toro; ciudad de enorme comarca rodeada por campos de igual
denominación (de lo que entendemos que toda la zona y población de
Gotoro, pasa a llamarse en tiempos de Alfonso VI simplemente de
Toro).
.
(2):
Recordemos
que “el año de la Era”, fecha desde la incorporación de
Hispania a Roma (el 38 a.C.). De tal manera, el año 699 de la Era
(tal como reza esta lápida) se corresponde con el 661 de Cristo.
.
(3):
Cervantes
menciona al zebro en El Quijote y Lope de Vega en “La hermosura de
Angélica”.
.
(4):
Cita
de Martín Sarmiento tomadas de la página:
SOBRE
LA LOCA, MUY LOCA, HISTORIA DEL ZEBRO:
blog
del Capitán Malaspina
.
(5):
Para
todo interesado en las obras del Padre Sarmiento sobre el zebro,
podrán bajarlas desde la red, desde este enlace que damos a
continuación, donde se contiene el mencionado libro en PDF:
.
(6):
Martín
de Cantos, arcipreste y cronista de Chinchilla (Albacete), nos legó
en 1576 la que quizás sea la descripción más extensa y conocida
de la especie. La “enzebra” es descrita dentro de una relación
de las piezas de caza en tierras del Marquesado de Chinchilla:
“...criase
en esta tierra muchos benados, corços, gatos monteses y algunas
vezes se hayan puercos y cabras monteses. Una espeçie de salvagina
ovo en nuestro tienpo en esta tierra que no la a avido en toda España
sino aqui que fueron enzebras que abia muchas y tantas que destruian
los panes y senbrados. Son a manera de yeguas çenizosas de color de
pelo de rata, un poco mohinas, relinchavan como yeguas, corrian tanto
que no avia cavallo que las alcançase, y para aventarlas de los
panes los señores dellos se ponian en paradas con caballos y galgos,
que otros perros no las podian alcançar, y desta manera las
aventaban, que matar no podian por su ligereza”.
La
última cita que tenemos del animal data de 1579 en la relación
topográfica de la Roda donde se menciona su extinción
“A
pocos años que se acabo la caza de los venados que avia muchos y
podra aver quarenta años que avia muchas enzebras en termino desta
villa y se a acabado ansi mismo la dicha caza”
La
Roda por entonces se encontraba dentro del enorme sistema lagunar que
existió en la actual ciudad de Albacete, y correspondía por tanto a
llanuras y pantanos. Aunque parece existir alguna cita posterior para
Extremadura. En conjunto, las citas medievales sobre el cebro son
demasiado numerosas y fiables como para pensar en fábulas y
leyendas. No me extenderé en ellas, en el listado bibliográfico
encontrarán algunos trabajos que incluyen una extensa recopilación
de las mismas. Sabemos por ellas, dónde vivía, cómo se cazaba,
cómo se cocinaba, sus usos medicinales, que su piel (el tuérdago)
era apreciada para el cuero, incluso cuánto costaba su carne : “la
libra de carne de zebra, tres dineros pepiones e meaia, e no mas”.
Pero, con todo, ningún texto aclara definitivamente lo que era: si
caballo, cebra, onagro o asno. Por lo que a lo largo de la historia
se han planteado diversas teorías sobre su auténtica identidad:
Para
complicar más el asunto del étimo, en algún momento de la Edad
Media, comenzó a confundirse el equifero con el onagro, otro équido
salvaje, en realidad distinto al caballo y al asno. Así en siglo VI
Venancio Fortunato ya usa erróneamente “onagro” para referirse a
los caballos salvajes que se cazaban en el norte de Francia. Sabemos
perfectamente que no existían onagros en las Árdenas sino caballos
salvajes. El onagro se habia hecho conocido por todos a través de
la transmisión de obras como el Physiologus antiguo del siglo II dC
y el Bestiario medieval, que lo situaban a caballo entre lo mágico y
lo mítico, pero sobre todo por la la traducción y copia vernacular
de la Vulgata. Parece ser que, en la medida que las últimas
poblaciones europeas de equiferos se extinguían, los eruditos se
veían en la tesitura de traducir este término y, siendo ya el
onagro el único équido salvaje conocido, pensaron debía tratarse
del mismo animal. Error que se fue copiando incunable tras incunable.
En
el siglo XIII Alfonso X el Sabio en su "General Estoria",
obra en la que se introducen al castellano numerosos préstamos de
origen culto y se realiza numerosas aclaraciones terminológicas,
establece la equivalencia enzebro = onagro:
"E
dize Jerónimo e maestre Pedro que le llaman en el ebraico fara, e
fara quiere dezir tanto en el nuestro latin como onager; e onager
dezimos nos que es en la nuestra lengua por asno montes o por
enzebro. E sobre esto dize Metodio que es dicho esto, los asnos
monteses o enzebros e las corzas que vernán del desierto con la su
crueleza a la crueleza de las otras bestias todas...".
CITAS
TOMADAS DE (sic): SOBRE LA LOCA, MUY LOCA, HISTORIA DEL ZEBRO:
blog
del Capitán Malaspina
.
(7):
AMALLOBRIGA:
“…
No es improbable su reducción a Torrelobatón, que la da Cortés;
porque al menos presenta vestigios de antigüedad…”. (Madoz, P.
(1845). Dicc. t. II, pág. 230). “… F. Wattenberg, la región
vaccea 108, 168, la sitúa en Torrelobatón. Saavedra 86 piensa que
se trata del despoblado de Arenillas, junto a Villavieja”. (Roldán,
J. M. (1975). Itin. Hisp. pág. 212). “Amallobriga (A24) =
Montealegre (Valladolid), según una tessera
hospitalis.74,18s//75,38a”. (Arias, G. (2004). El Mil. Extr.
Índice, Amallobriga).
AMALLOBRIGA:
Tiedra, Urueña o Torrelobatón (incluso Villabrágima). (JRD pag 39)
A
mi jucio también pudo ser San Cebrián de Mazote.
.
(8):
Existe
una cita atibuida a Estrabón y recogida en la red -Celtiberia Net y
otras páginas-; en la que se dice sobre la cría de caballos
salvajes: Que los iberos: “con
cuernos y con gritos acosan a las bestias por los montes hasta lograr
acorralarlas. Unas, las sacrifican para comerlas. Otras las doman y
les sirven de montura para sus luchas guerreras ...” (SIC).
Realmente
no hemos podido constatar que tal cita sea de Estrabón; quien
realmente en su Geografía III (IBERIA) sabemos que escribe:
III
15. “Ibería produce un gran número de rebecos y de caballos
salvajes”
III-
189. “Tienen una divinidad semejante al Ares griego (Marte romano),
es decir, una divinidad guerrera a la cual sacrificaban cabrones,
prisioneros y caballos. La sangre de estos últimos, al menos, era
bebida, según ciertos textos”.
.
(9):
EL
CABALLO DE BRONCE DE CANCHO ROANO
Sebastián
Celestino Pérez
Jose
Manuel Julián Rodriguez
Cu
PAUAM 18-1991 pags 179 188
.
(10):
Primera
Crónica General de España del rey Alfonso X. También consta como
TIERRA DE CAMPOS en la Crónica latina de los reyes de Castilla que,
según su editora, Cabanes Pecourt, fue redactada en los años
1224-26: Siendo algo anterior a esta Crónica General de Alfonso el
sabio.
.
(11):
MANUEL
GÓMEZ-MORENO, Catálogo
Monumental de la Provincia de Zamora; introducción del capítulo
sobre TORO.
.
(12):
“Campus
quod dicunt Goticos usque ad flumen Dorium eremauit, et expistianorum
regnum extendit” CAMPOS QUE SE DICEN GÓTICOS, QUE ESTÁN JUNTO AL
RÍO DUERO Y SE EXTIENDEN HASTA EL “EPISTIONARIO”
DEL REINO.
.
(13):
Acerca
de ello, nos dice Wikipedia:
"Campus
Gallaeciae (campos galaicos) es el primer topónimo documentado que
alude a esta comarca campesina. Lo documenta el Obispo de Chaves
Hidacio Lemico en su libro "Hydatii Lemici continuatio
Chronicorum Hiero nymianorum" en su página 30. Posteriormente
también es nombrada así por Sánchez Albornoz en sus "Fuentes
para el estudio de las Divisiones eclesiásticas Visigodas" en
la página 53 del número 1 en el Boletín de la Universidad de
Santiago en 1930. Posteriormente y después de la llegada de los
Visigodos el nombre pasa a ser Campus Gothici o Campus Gothorum
(campos góticos o godos) apareciendo en la Crónica de Albelda, la
más antigua actualmente conocida del ciclo de la Reconquista, al
narrar las incursiones de saqueo realizadas por Alfonso I en el valle
del Duero: "Campos quos dicunt Goticos usque adflumen Dorium
eremauit, et xpistianorum regnum extendit", siendo poco
convincente la afirmación anterior romana de "Campi Palatini"
como categoría de topónimo, o que la "provincia Gothorum"
con que el Biclarense inicia la historia del reinado de Leovigildo,
aluda única y exclusivamente a los Campos Góticos, sino más bien
al reino godo en su conjunto”.
.
(14):
Ibidem
cita anterior.
.
(15):
DAVID
MARCOS DIEZ en su magnífca tesis doctoral LA
ABADÍA DE SANTA MARÍA DE HUSILLOS: ESTUDIO Y COLECCIÓN
DOCUMENTAL
(904 – 1608) -DIRIGIDA POR EL PROF. DR.
JOSÉ
MANUEL RUIZ ASENCIO y presentada en Valladolid 2009-
Nos
dice acerca de la fundación de Santa Ma. De la Dehesa Brava:
“En
la obra de Alfaro se aportan algunos datos sobre la fundación de la
abadía que
debían
corresponder a la tradición oral de su tiempo y que se transmitieron
a los autores
posteriores. Así deja traslucir la tradición de un origen
visigótico de
Husillos como
pequeña ermita sita dentro de una densa masa forestal, por lo que
era llamada de
Dehesa Brava. Al mencionar la general destrucción de España se
puede referir a
las incursiones de
Tariq y Muza entre
los años 711-715, y que
gracias a la gran
masa forestal de la zona, la iglesia pasó
inadvertida para
los invasores”.
PAGINA 23 DE LA TESIS, citando a:
CASTRO
SÁNCHEZ, Marcial de, Vida del illustrissimo Sr. D. Francisco de
Reynosso : obispo de
Córdoba, por Gregorio de Alfaro, 2 vols. Palencia
2001 (edición facsímil).
El vol.2 contiene: Vida de Don Francisco de
Reinoso: obispo de
Córdoba y abad de Husillos (1534-1601). (= CASTRO
SÁNCHEZ, Vida de
Francisco de Reinoso
.
Asimismo
recoge sobre su cambio de nombre que:
“el
cabildo de Sancta María de Dehesa
Brava, otro tiempo llamada, y / agora llamada Sancta María de
Fusillos”
(Pag 976) documento de 1993 Fundación y estatutos de la cofradía de
Nuestra Señora de Dehesa Brava”.
.
Además
nos David Marcos incluye que Menéndez Pidal escribe:
“consigna
una serie de lugares (Ampudia, Pedraza, Castrillo, etc) y un
nivel de
minuciosidad en los deslindes que implica un volumen demográfico
impropio del primer
tercio del siglo
X, cuando la repoblación estaría arrancando en una zona abierta y
llana, teniendo
en cuenta que
Palencia, sede diocesana, estaba semidespoblada; a lo que hay que
sumar el hecho
de que se le
denomine Santa María de Fusillos, y no de Dehesa Brava, acepción
que tendría en su
época más
primitiva”.
(pag
303 recogiendo palabras de la transcripción que realizó Menédez
Pidal. En las partes del documento que éste no pudo transcribir, se
sigue el Libro de los Privilegios de Husillos)
.
Añadiendo
el autor de la tesis:
“enlaza
la fundación de Santa María de Dehesa Brava por el conde Ansur de
Monzón, con los Ansúrez del siglo XI-XII, aunque también pudiera
ser que se refiriera como fundador de la iglesia a Ansur Díaz, padre
de los condes Pedro, Fernando y Gonzalo Ansúrez. Por otra parte,
comprobamos cómo todos los acontecimientos y personajes mencionados
en la escritura de fundación tuvieron lugar y existieron en efecto
en el reinado de Alfonso VI (1072-1109): cortes de Carrión, los
condes Ansúrez, infanta Urraca, obispo Alonso Martínez, Cid
Campeador”. (pag
60)
.
Volviendo
a escribir en sus páginas 35, 36, 37 y 38 que:
“una
escritura independiente fechada por la era hispánica en el año 947,
año 909, por la que el conde Ansúrez de Monzón fundaba la iglesia
de Santa María de Dehesa Brava en un paraje de gran vegetación y de
difícil acceso en donde había tenido lugar una aparición de la
Virgen María” (pag 38)
“La
primera o fundacional: fundada en la era de 905 por don Ansúrez,
conde de Monzón, quien pobló la villa de Husillos. Relata que el
motivo de la fundación fue la aparición de una imagen de la Virgen
María en el paraje llamado de DehesaBrava, nombre que tenía por la
gran cantidad de sauces y espinos del lugar conservándose la memoria
de dicho suceso en la capilla que fundó el abad Francisco de Reinoso
en la iglesia de Husillos con el nombre de Nuestra Señora de Dehesa
Brava”.(pag 36)
.
Para
concluir en acerca de su fundación que:
“Después
de contemplar en un principio una posible procedencia visigótica, se
llegó a la conclusión de que !dichos materiales deberían
encuadrarse en un marco románico, aunque sobre tres de dichos restos
no se descarta un origen visigodo” (pag 35)
.
FINALMENTE
Y SOBRE UNA SUPUESTA PLACA FUNDACIONAL DE HUSILLOS, RECIENTEMENTE
APARECIDA Y SUBASTADA EN 2008 EN FERNANDO DURÁN (sala madrileña).
AÑADE EL AUTOR EN SU CITA 47 DE LA PRIMERA PARTE:
CITA
47 PAG 35: “En el mes de marzo de 2008,
el periódico “El Diario Palentino” sorprendió a la comunidad
científica con la subasta que se iba
a celebrar en los días siguientes en la casa Fernando Durán de
Madrid de una pieza epigráfica de gran valor
histórico sobre la refundación del
monasterio de Santa
María de Husillos realizada en el año 1039 por el abad Munio al
frente de su comunidad en tiempos
del obispo Bernardo y del príncipe García.
Sin embargo es probable que dicha
pieza epigráfica no proceda de Santa María de Husillos, ya que
hacia el año 1039 hacía ya tiempo
que estaba revitalizada, como lo demuestran el privilegio de
confirmación de Sancho el Mayor, las
mención de Husillos como sede de la segunda restauración
de la diócesis palentina, y el
privilegio de restauración de Sancho el Mayor de la diócesis de
Palencia, en el que se relacionaba a
Husillos como propiedad de la diócesis”.
.
Sobre
dicha lápida fundacional que no considera de Husillos y de la que
David Marcos no dice más en su tesis; añadimos que su texto es el
siguiente:
IN
DOMINE SIMPLE DIVINOQUE AVSILIO ET IN HONOR-/
REM
SANCTE MARIA VIRGINE VEL PLURIMI SANCTIQUE-/
EDIFICAVIT
MONIO ABBAS CUM CETERI FRATRES HOC OPUS UT-/
EX
TEMPLUM BENEDICTI PATRIS CONVIVARI SUB IS-/
AVSILIO
BERNALI EPISCOPI ET GARSEANI PRINCIPE ERA LXXVII
En
el nombre y con la ayuda del único Dios, y en honor
a
Santa María y a todos los santos,
el
abad Monio edificó con el resto de sus hermanos
un
templo para convivir bajo la regla de San Benito, bajo el
auxilio
del obispo Bernardo y del príncipe García en la Era 77 (año 1039)
.
(16):
D.
Enrique Fernández-Prieto,
publicado originalmente en el número 136 ( mayo-junio de 1976) de la
Revista Hidalguía, en la página 379 y siguientes, titulado “Una
Encomienda de la Orden de los Caballeros Teutónicos en el Territorio
Castellano- Leonés”, sigue diciendo el texto: Unos hechos que
fueron ratificados a su vez por: “Don
Jacobo Fitz James Stuart, XVII Duque de Alba, que entre los títulos
que ostentaba también el de XIX Marqués de la Mota; hizo un
interesante estudio que fue publicado por la Real Academia de la
Historia en 1948 bajo el título de “Documentos sobre Propiedades
de la Orden de los Caballeros Teutónicos en España”, y
últimamente el meritorio trabajo de J.Ferreiro Alemparte, publicado
en 1971, titulado “Asentamiento y Extinción de la Orden Teutónica
en España”
.
(17):
Ambrosio
de Morales (XIII, 13). Cita
tomada de:
FUNDACIÓN
IGNACIO LARRAMENDI, en su página sobre la leyenda de las doncellas.
.
(18):
PARA
LOS INTERRESADOS EN EL TEMA, CONSULTAR:
Germán
Delibes de Castro
SAL
Y JEFATURAS, UNA REFLEXIÓN SOBRE EL YACIMIENTO DEL BRONCE ANTIGUO DE
SANTIOSTE, EN VILLAFÁFILA (Zamora). ///
Valladolid 1993 (pags 33 a 46)
Germán
Delibes de Castro
“LA
EXPLOTACIÓN DE LA SAL
AL
TÉRMINO DE LA EDAD DEL COBRE
EN
LA MESETA CENTRAL ESPAÑOLA:
¿FUENTE
DE RIQUEZA E INSTRUMENTO DE PODER DE LOS JEFES CIEMPOZUELOS?"
VELEIA,
24-25
// pags. 791-811,
Año 2007-2008
.
(19):
PARA
LOS INTERESADOS, CONSULTAR MI ARTÍCULO:
La
precolonización a debate (parte tercera): Jose Clemente Martín de
la Cruz -comentario a su estudio, intercalando ideas del profesor
Delibes-.
Capítulo 119 de: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo".
PULSAR
SOBRE EL ENLACE:
.
(20):
Según
nos dice Manuel
de la Granja Alonso en “Historia y Actualidad de una Villa
Castellano-Leonesa”. Sus Iglesias Parroquiales 1996, págs. 29-46.
“la
primera mención documentada de Villafáfila como tal población;
data del año 936,
durante el reinado
de Ramiro II (de León) y está relacionada con la venta de sal y de
sus salinas del lago".
PARA
LOS INTERESADOS VER:ORIGEN
Y REPOBLACIÓN SIGLOS IX Y X: VILLAFÁFILA
.
(21):
EN
ESTE ARTÍCULO DECÍAMOS:
"Sin
duda alguna, lo más interesante que podemos leer en el texto que
hemos analizado, concierne a los albores del toreo, junto al
simbolismo y sentido que pudo tener el rejoneo o el manejo de reses
bravas a pie. Todo lo que se explica desde un punto de vista militar
y estratégico; sabiendo que aquellos que fueran capaces de dominar
al toro, podrían usarlo para evitar que extraños entrasen en su
territorio
(lanzándolos contra el enemigo, cuando este pretendiera allanar sus
tierras). Un tipo de defensa y de lucha, que personalmente llevo
estudiando desde hace más de treinta años -concretamente desde
1982, cuando hice mi Servicio Militar en Sevilla, donde entretuve mi
tiempo libre documentándome sobre tauromaquia-. Treinta y cinco años
durante los que he defendiendo cómo ya
se llevarían a cabo este tipo de batallas en la Creta de la Edad del
Bronce;
al menos desde el Minóico Protopalacial (después del 1900 a.C.) y
sobre todo en el Palacial (tras el siglo XVI a.C.). Etapa a la que
pertenecen palacios como los de Cnossos o Faistos, donde se
han hallado multitud de frescos y esculturas que representan a
jóvenes saltando sobre morlacos o jugando con el toro -del mismo
modo que hacen hoy en día los recortadores-.
.
Estas
pinturas y figuras palaciales cretenses -de
mediados del segundo milenio a.C.- nos
recuerdan “demasiado” las artes del toreo a pie. Unas escenas de
tauromaquia que asimismo podremos ver en cientos de
jarros cerámicos, joyas, sellos, piezas de metal y en
infinidad de obras artísticas minóicas, donde el toro es el
protagonista.
Siendo la forma y tipología del
bos allí representado, casi igual a la del toro bravo hispano (o de
lidia). Todo
lo que nos habla -a mi juicio- de cómo posiblemente,
aquellos minóicos que buscaban cobre y estaño en los yacimientos de
la Iberia;
y que sabemos, arribaron a nuestras costas durante el segundo milenio
a.C.. Quizás enseñaron el arte
de la defensa con toros a los habitantes autóctonos peninsulares,
importando incluso su tipo de bos salvaje.
Trayendo hasta nuestras tierras un toro igual al minóico: Musculado,
de testa grande pero de alza corta, fuerte y asilvestrado; pero con
una tipo encaste que le capacita para ser toreado y dirigido por el
hombre -rasgos que apenas otros bovinos tienen-. Pudiendo haber sido
importado ese bos desde Creta, para criarlo en Iberia y
posteriormente en islas -como las Baleares-. Con
el fin de que otros navegantes no desembarcasen en tierras tan ricas
en oro, plata, estaño y cobre; como lo fueron las nuestras hace tres
y cuatro mil años.
.
Ya
que -a mi juicio- el uso de
morlacos silvestres para proteger las costas, hubo de ser el más
sencillo sistema de defensa; al menos durante la Edad de Bronce y
hasta que no aparecieron los grandes ejércitos armados con hierro.
Un hecho que enseña la razón de los juegos minóicos con el toro;
pero que sobre todo explicaría por qué las ciudades cretenses de
esta época no tienen murallas, aunque están construidas con un
urbanismo laberíntico. Un laberinto que -como el de Cnossos o el de
Faistos-, debían recorrer y superar todos los enemigos que desearan
entrar en las urbes de Creta así defendidas. Necesitando
salvar y luchar contra los toros soltados por las gentes que
habitaban esas urbes laberínticas; quienes asimismo tendrían
mayorales y “toreros” capaces de gobernar y recoger los astados,
cuando el enemigo abandonara la idea de invadir. De tal modo, quienes
quisieran atacar a los cretenses, antes de lograr conquistar los
baluartes minóicos; deberían cruzar las diferentes barreras de
morlacos que los lugareños dispondrían (en cercados junto a las
playas y costas, en los caminos y dentro de las mismas ciudades o
palacios). Siendo esta mi teoría
acerca del origen del toreo en el Egeo y en Iberia. Unos hechos de
los que si duda nos habla el mito del Minotauro con su laberinto; del
que tan solo Teseo logró salir vivo (tras matar al toro de Minos) .
.
Pero
continuando con lo expuesto y sin necesidad de retrotraernos tres o
cuatro mil años; una vez visto que los reyes iberos también usaban
este método de batallar (lanzando reses contra el enemigo). Nos será
fácil entender cómo ese tipo de luchas y defensa había permanecido
entre los hispanos. Quienes durante la etapa de paz romana tan solo
jugarían con el toro en los coliseos y en los circos, de un modo
semejante como hoy se hace en las plazas.
Acerca de los juegos grecorromanos con el astado tiene varios
estudios interesantísmos Cristina Delgado Linacero (32)
.
Pese
a ello, es mi teoría que en Hispania el bos silvestre no se usó tan
solo para la caza o en los espectáculos circenses -tal
como ocurría en Grecia o en Roma-.
Pues Iberia no fue del todo un lugar muy seguro
(siquiera después de la conquista romana). Por lo que
a mi juicio, conservaban ganado bravo en las dehesas, mezclado con el
manso; para evitar robos y la llegada de cuatreros
(que se sabe era una de las profesiones más apreciadas por los
iberos -tanto que Viriato se dedicaba “al noble arte” de afanar
toros-). Por lo que estos
iberos -luego hispanos-, tan doctos en robar las vacas como en
guardarlas y guiarlas; debieron desarrollar ya desde los comienzos de
su civilización las artes de guiar, “quebrar” y torear las reses
salvajes.
.
De
tal modo se comprende por qué las tierras hispanas permanecieron
plenas de bos silvestres, que no fueron descastadas ni aniquilados,
como se hizo en el resto del Mediterráneo. Debido a ello,
siglos más tarde y tras la caída de Roma, siguieron
conservándose los uros en los bosques peninsulares. Sobre todo con
la llegada de los visigodos,
al ser la caza de estos toros salvajes un deporte muy amado por los
germanos y godos.
Así, los del reino visigodo de Toledo se entretendrían en ese arte
cinegético, tan apreciado por sus ancestros. Todo lo que explicaría
que la zona de Toro y los montes Torozos estuviera repleta de ganado
asilvestrado o salvaje. Por
lo que el área se llamó primero, monte y ciudad “de los Gotoros”
(“góticos”, por las fincas de recreo de los monarcas visigodos);
para más tarde pasar a denominase “de los toros” o “torozos”.
Cuando el recuerdo de los reyes godos que aquí tuvieron sus villas,
se sustituiría por el de las manadas de astados que vivían en esta
zona toresana.
.
Tal
como exponemos, parece evidente que la afición a la caza del uro
(entre los nobles de la Alta Edad Media) se iría sustituyendo por la
del toreo a pie y a caballo. Algo que sucede cuando se llevarían los
astados hasta cercados y cuando se comenzaron a lidiar reses
capturadas, en las cercanías de las poblaciones. Unos hechos que a
mi juicio iniciaron los militares, quienes sustituirían aquel
ejercicio de la caza, por este con el que podían entrenar al equino
para la guerra. Generando unas artes ecuestres de enorme valía, en
dónde se debía engañar y matar al morlaco, frente a la mirada de
todos.
Un ejercicio que preparaba al caballo para la guerra y adiestraba al
caballero en su montura -tal como vemos en el rejoneo-. De lo que
finalmente
se pasaría a aprender la tauromaquia montada en las maestranzas y en
los regimientos de caballería (como
en la de Valladolid, donde se amaestraba y luchaba con y contra, las
bestias).
Pese a todo, el toreo a pie pertenecería al pueblo; quienes como
mayorales, corredores, recortadores y lidiadores ofrecerían a los
jinetes un apoyo inmensurable. Pues
las reses bravas solo pueden dirigirse a caballo, en campo abierto;
porque
al entrar en las calles, son los mozos y los valientes de a pie los
que logran hacerse con ellos.
.
(22):
CONTINUÁBAMOS
TRATANDO SOBRE LOS ORÍGENES DE LA TAUROMAQUIA, DURANTE LA EDAD MEDIA
CON LOS TRABAJOS DE GONZALO SANTONJA Y DOLORES MORALES DEL SIGUIENTE
MODO:
Acerca
de los toros en la Edad Media: Los estudios de Gonzalo Santonja y
Dolores C. Morales y Muñiz:
.
Todo
cuanto exponemos explicaría la sacralización del toro en España;
ya que hubo de ser uno de los mayores totems de ayuda para el pueblo.
Quienes pudieron defenderse sin necesitar ejércitos y valiéndose
tan solo de vacadas bien dirigidas.
Por
lo que durante el tiempo de la Reconquista, el uso de reses
silvestres hubo de ser el método más sencillo y eficaz para atacar
o protegerse. Lo que explica que no haya una fiesta patronal donde no
se corra una vaquilla o se toree un buen morlaco.
.
Acerca
de ello, desearíamos recoger algunas palabras e ideas de expertos
sobre el toreo en el medievo. Comenzando por
Gonzalo Santonja Gómez-Agüero; quien en su precioso libro POR LOS
ALBORES DEL TOREO A PIE
refiere:
.
“las
corridas de toros como tal se iniciaron mucho antes de lo que
tradicionalmente se han venido datando, no está equivocada ya que
existen evidencias tales como:
-Ya
en el siglo X en el reyno de León uno de sus monarcas provoca una
emboscada a uno de los enemigos al trono con un toro bravo, entonces
salvaje.
-En
un texto de Gonzalo de Berceo, una dueña hace un quite al toro «con
la falda del manto»: primer antecedente del capote.
-Ya
a mediados del siglo XII Rodrigo Pelayo deja en testamento a la
iglesia de Santa María de Wamba (Valladolid) «una tercera parte de
mis vacas bravas». Se convierte así en el primer ganadero de reses
bravas que conocemos.
-En
el Monasterio de Silos, en algunas de sus vigas, ya podemos encontrar
escenas con motivos taurinos: hay hombres a pie enfrentándose a los
toros, en una mano lleva un arma y en la otra una tela (s.XIV), es
decir, ya se usan las telas para engañar al toro.
-A
comienzos del XIII, las primeras pinturas taurómacas que hoy se
conocen, en la iglesia de Pumarejo, junto a Cuéllar.
-
En Silos, hay veintidos escenas de juegos taurinos, donde aparece un
matatoros a pie, con capote (los luchadores romanos nunca se
planteaban cambiar la embestida de las bestias).
-En
la catedral de Plasencia, en la sillería del coro, se puede
contemplar una imagen de un hombre matando a un toro. Y este hombre
está cruzándose, como lo entendemos hoy en día. Interesante.
-En
la capilla Barbazana de la catedral de Pamplona, un mancornador:
quizá, un homenaje a tareas vaqueras como los herraderos
-Ya
en el siglo XV se mataba de frente y por derecho, y cruzándose. Hay
representaciones y evidencias de ello (también en capilla Barbazana
de la catedral de Pamplona, sillería de la Universidad de Salamanca
y en el capitel del Palacio de los Condes de Requena; en Toro” .
-En
este escena de la sillería de la Universidad de Salamanca, vemos un
encierro tradicional; en la Catedral Nueva, un puyazo, un corredor
cogido, la preparación de la suerte suprema, una guardia de
lanceros...
-En
un capitel del Palacio de los Condes de Requena, en Toro, una
secuencia completa de la corrida, entre los siglos XV-XVI (se trata
de la pieza que presenta en la portada de su libro el autor).
-En
el Archivo de Simancas, un Memorial de Juan López de Velasco
certifica la pasión taurina, pese a las prohibiciones”.
.
Entre
las menciones que hemos referido las que a continuación recojo
corroborarían cuanto hemos leído en esta leyenda.
Atendiendo a que: “en
el siglo X en el reyno de León uno de sus monarcas provoca una
emboscada a uno de los enemigos al trono con un toro bravo, entonces
salvaje” (...) “a mediados del siglo XII Rodrigo Pelayo deja en
testamento a la iglesia de Santa María de Wamba (Valladolid) «una
tercera parte de mis vacas bravas». Se convierte así en el primer
ganadero de reses bravas que conocemos” (...) “A comienzos del
XIII, las primeras pinturas taurómacas que hoy se conocen, en la
iglesia de Pumarejo, junto a Cuéllar” (...) “En un capitel del
Palacio de los Condes de Requena, en Toro, una secuencia completa de
la corrida, entre los siglos XV-XVI” (...) “En el Archivo de
Simancas, un Memorial de Juan López de Velasco certifica la pasión
taurina, pese a las prohibiciones”.
.
Todo
cuanto hemos leído en el libro de Gonzalo Santonja, refiere y
ratifica los ataques en el siglo X perpetrados por reyes cristianos,
echando toros sobre los andalusíes. Tanto como la existencia de
ganaderías bravas en Wamba -seguramente en recuerdo de los uros que
poblaban los torozos-. El establecimiento en Cuéllar de los
encierros más antiguos; y el hecho de que en la ciudad de Toro ya se
practicase la tauromaquia a pié en la Edad Media. El autor cita
finalmente a Simancas y los escritos que en sus archivos se guardan,
entre los que destaca alguno que describe la “pasión taurina”
hispana. Un elenco de datos sobre la España Medieval que recoge
mucho de lo visto anteriormente, en la leyenda transcrita.
.
Finalmente,
también resumiremos cuanto otra experta escribe acerca del toreo en
la Edad Media; aportando Dolores Carmen Morales y Muñiz los
siguientes datos:
“Las
fiestas con toros en la Edad Media hispana o ibérica – también
debe incluirse
Portugal-
tiene dos versiones: las fiestas aristocráticas y las populares lo
que se denominaba
correr
toros y de ambas tenemos ejemplo en el Madrid medieval (...) Los
juegos con toros eran muy populares, tanto como entretenimiento de
los pequeños
como
deporte cinegético de los grandes, y no dejaron de celebrarse
durante toda la época medieval (...) Entonces, la fiesta
de los toros distaba mucho de parecerse a la actual. En la época
medieval
se alanceaban toros a modo de espectáculo caballeresco en íntima
relación con
la
caza o con la montería –y más tarde coincidiendo con otros juegos
como los de cañas-
pero
también como parte del entrenamiento militar.
Siempre eran las corridas la forma
preferente
de celebrar acontecimientos desde la recepción de embajadores, las
victorias
sobre
enemigos, las fiestas
religiosas, las bodas y bautizos reales, e incluso el festejo de la
obtención
del título de doctor.
.
Argote
de Molina en su famoso tratado de la montería del
siglo
XVI escribía que “correr y montear toros en coso es costumbre en
España de tiempo
antiquísimo”
. El origen, por lo tanto, es la caza de un animal, digamos en estado
semisalvaje
o
asilvestrado o
simplemente excitado que acomete ante la agresión. Igual que se
cazaban
osos
o jabalíes, se cazaban toros constituyendo una actividad reservada
exclusivamente
a
los nobles y descrita, para el caso del vecino Portugal, en tratados
de caza. Se producía
esta
caza en campo abierto a caballo y con lanza para más tarde
evolucionar trasladándose
la
actividad a cosos cerrados. De
hecho la primera corrida de la que hablan los cronistas
medievales
resulta ser una montería. Es el caso del primer espectáculo taurino
oicial, esto
es,
la famosa corrida de 1144 -Alfonso VII de Castilla-
en
donde se mataron toros, entre
otros
animales, dentro de una montería. (...) Las
escenas taurinas son relativamente frecuentes en el arte medieval
sobre todo en las
misericordias
de las sillerías de los coros de las catedrales – Toledo,
Plasencia, Sevilla,
Barcelona,
Ciudad Rodrigo o León,- pero también hay escenas taurinas en
relieves,
retablos,
ménsulas y artesonados cuyas escenas han provocado estudios muy
interesantes
(Torres
Martínez, 1994) especulándose sobre el origen de las suertes de
una corrida actual
–con
capas o diferentes armas que se asocian a banderillas, varas o la
suerte de mancornar-.
.
El
festejo taurino caballeresco medieval, por lo tanto, podría tener
más similitud con
una
corrida de rejones que con el espectáculo actual,
dado que el toreo de a pie no es
medieval
aun existiendo
la figura de los matatoros caso
de la famosa corrida de toros
auspiciada
por Carlos II de Navarra, en el siglo XIV, con dos matatoros, uno
cristiano y otro
musulmán.
Unos personajes
por cierto, marginados –cazadores furtivos, carniceros- cuyo
oicio
se consideraba infamante básicamente por cobrar,
según se comprueba en algunas
disposiciones
como las de Alfonso X. Los
lidiadores, por el contrario, son caballeros, y las
personas
del común actuaban como subalternos rematando el toro lidiado a
caballo. Lo
propio
era la gratuidad caballeresca. (...) El toreo medieval, por otra
parte, era un espectáculo complejo y costoso que ponía
a
prueba la capacidad de los organizadores y que sólo podía
producirse oficialmente (...)
En el espectáculo también pueden participar otros animales, caso de
la leona que describe la Crónica del Condestable Lucas de Iranzo en
el reinado de Enrique IV, o los perros contra bueyes– generalmente
alanos- que describen los cronistas de los Reyes Católicos. Algunos
autores apuntan a que, la utilización de otros animales en la lucha
contra toros así como otras prácticas de la tauromaquia –como la
suerte de mancornar- fueron usos introducidos por los musulmanes del
reino nazarí,
algo que difícilmente podría aplicarse para otros países europeos
caso de Inglaterra (...) Las corridas eran el medio elegido por parte
de las jerarquías sociales el ejercicio de su poder de modo que sus
titulares se sirvieron de la popularidad de las fiestas taurinas para
demostrar quien tenía el poder a través de la fiesta y de sus
numerosos símbolos” .
.
A
las interesantes palabras de Dolores Carmen Morales y Muñiz
querríamos añadir una idea. Como es la de que quizás los
musulmanes “inventaron” aquella otra faceta del toreo, con la
lucha de fieras, como método de defensa. Al no tener toros salvajes
en sus tierras, pero poder traer de África leones y tigres.
Pues para ellos sería difícil entrenar -o luchar- con toros, debido
a que esta parte Sur de la Península había sido más romanizada;
habiéndose desencastado el ganado bravo que antaño poblaba
Andalucía. Siendo así, hay
que reflexionar sobre en el uso que daban los cristianos a los toros
salvajes; que abundaban en la meseta y en otras zonas del Norte, pero
de los que en la Edad Media no habría muchos ejemplares en el área
meridional
(por efecto de la fuerte romanización). Debido
a ello, sin toros en el Sur, el único remedio para evitar el ataque
de morlacos sería lanzar leones contra las vacadas, para que así
unos y otros se enfrentasen. Un método que en la práctica no es
eficaz, ya
que mientras los toros se pueden guiar con el uso de mansos, por
mayorales o con garrochistas. Nadie es capaz de gobernar la voluntad
de los felinos; que una vez soltados en el campo de batalla,
atacarían por doquier (aunque sobre todo, huirían al verse
ensartados y seguidos por los toros). Siendo así, podemos
interpretar esa introducción de la “lucha de fieras” aportada
por los nazaríes, como un intento de contrarrestar a las hordas
cristianas armadas de toros, valiéndose ellos de leones y tigres.
Algo que quedaría finalmente en el recuerdo, organizando aquellos
combates o cazas, usando felinos.
.
(23):
"Comentario
a las Guerras de las Galias" ( "Bellum Gallicum"
traducción directa del latín: José Goya Muniáin y Manuel
Balbuena; ORBIS -Madrid 1982-) (VI, 14).
.
(24):
“Tauromaquia:
¿Religión insólita, mito o superstición?” (PAG 166)
Rafael
Carvajal Ramos (MADRID 2010)
.
(25):
Fernández
Truhán citando a Romero
de Solis, P. (2000)
ORÍGENES
DE LA TAUROMAQUIA
Juan
Carlos Fernández Truhán
Universidad
Pablo de Olavide
Pag
9
.
(26):
GONZALO
SATONJA
"Por
los albores del toreo a pie. (Imágenes y textos de los siglos
XII-XVII)”.
EVEREST
2012, Madrid
.
(27):
SEGUIRÁ
EXPLICANDO FERNÁNDEZ TRUHÁN LOS NUMEROSOS INTENTOS POR ERRADICAR LA
TAUROMAQUIA, CON NORMATIVAS Y LEYES QUE YA DESDE ALFONSO X SE
REPITEN, PERO QUE NO LOGRARON TERMINAR CON ELLA. ASÍ NOS DICE ESTE
AUTOR:
El
espíritu de esta ley antitaurina para alejar a los animales de las
ciudades, lo mantendría Alfonso X “el sabio”, al redactar el
“Libro de los Concejos de Castilla”,declarado Código General de
sus reinos, figurando en el “Fuero Real” (Libro IV, Tit. IV, Ley
20) y en su “Código de las siete partidas” de mediados del siglo
XIII, en el que se puede leer (“Partidas”, VII, tit.VI, ley 4):
“...lanzó
(el rey sabio), la grave acusación de infamia contra todo hombre que
lidiase un toro bravo por dinero condenando, a los matatoros a la
segregación social y a la persecución por la justicia... reservaba
esta lidia de reses bravas a los que la hicieran gratuitamente desde
el caballo.” (García-Baquero,
Romero de Solís y Vázquez, 1980, 28) (pag 9). /// en la época de
Alfonso X, del “Toro Nupcial” que aparece en las miniaturas de
las “Cantigas de Santa María” (Códice de El Escorial, T. J. I))
consistente en que durante las fiestas que precedían a la unión de
los esposos, se le lanzaban a un toro ensogado los vestidos del
esposo y de los amigos, al mismo tiempo que pequeñas saetas, como
rito relacionado con la fertilidad del matrimonio. Un ejemplo de esta
costumbre lo encontramos también en un bajorrelieve que se encuentra
en la sillería del coro de la Catedral de Sevilla, en donde aparece
tallada una escena festiva de un toro ensogado. (pag 9). /// Otro de
estos ritos es el del “Toro de San Marcos”, en el que un toro
bravo se vuelve manso durante el recorrido que realiza acompañando a
la procesión de San Marcos; esta tradición se ha seguido realizando
en Jaén hasta comienzos del siglo XX y fue muy analizada en los
escritos del Padre Feijoó, ensayista de principios del siglo
XVIII.
1 (Idem cita 25; Pag 9)-
.
(28):
Diodoro
(4,18,12)
.
(29):
GERRAS
IBÉRICAS, de APIANO, (Clásicos de Grecia y Roma, Alianza), MADRID
2006 (con introducción y notas de Javier Gómez Espeleosín).
V-AMILKAR
.
(30):
HISTORIA
UNIVERSAL BAJO LA REPUBLICA ROMANA, DE POLIBIO DE MEGALOPOLIS (III,
XXVI) -La
Tala de la Campania por Aníbal. Estratagema con que engaña a Fabio
para salir de esta tierra-.
.
.
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