jueves, 2 de junio de 2022

CAMINO NAMBÁN, MEMORIA DEL ARTE JAPONÉS: Villagarcía de Campos, Valladolid, Tordesillas, Toro y Mota del Marqués (PARTE PRIMERA)

 Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará seguir las letras negrillas y las rojas destacadas.

Esta es la primera parte del trabajo.

Para leer la segunda parte, pulsar: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2022/06/camino-namban-memoria-del-arte-japones_79.html

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(se recomienda mantener abierta la página de citas, mientras se lee cada parte; con el fin de poder consultarlas, a la vez)

ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general de leyendas: http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/01/indice-de-leyendas-de-la-mota-del.html



SOBRE ESTAS LÍNEAS: Una divertida imagen de Da. Sofía Rodríguez Bernis -Directora del Museo Nacional de Artes Decorativas desde 2011-. Foto tomada poco antes de ser elegida subdirectora de esta institución (en 1994); durante mi boda con Chiho Onózuka. A nuestra izquierda, la profesora Rodríguez Bernis (de azul); en medio, mi prima Sofía Carreño; a nuestra derecha, mi mujer vestida de kimono en la celebración de nuestro matrimonio -junio de 1991-.

ABAJO: Imagen de hace unos diez años, en el despacho del antiguo director del Museo Etnográfico de Castilla y León (Zamora): el profesor Carlos Piñel. Al que vemos a nuestra izquierda, rodeado de dos magníficos cuadros pintados por él. A la derecha, me encuentro yo; escuchando algunas de sus explicaciones sobre arte. Fue Carlos Piñel quien me relató una de las más divertidas historias, relacionadas con la llegada de los occidentales al Japón. Aparición de europeos en tierras nipponas, que todos sabemos, se debió al naufragio de un “junco” chino en 1543; con tres portugueses a bordo. Lusitanos, que para sobrevivir en la isla, mostraron a los japoneses sus arcabuces (trabucos); enseñando el funcionamiento y el modo de fabricar pólvora. Un año más tarde, los refugiados lograron regresar a Goa; donde indicaron a sus compatriotas el camino hacia las islas que les habían acogido. Estos hechos, provocaron poco tiempo después la llegada de los primeros barcos portugueses, hasta ese lugar denominado por entonces: Zipango. Donde con gran asombro, vieron los expedicionarios, como un año más tarde, en el Sur del Japón habían copiado por miles los arcabuces lusitanos. Hasta aquí la historia conocida; pero Carlos Piñel me contó que habían imitando y mejorando los mosquetones, con tal perfección. Que todas las réplicas mostraban sobre sus cañones un mismo grabado, donde se leía el nombre de Antonio da Mota. Uno de los náufragos y propietario del arma de fuego, que los acogidos dejaron en la isla japonesa, antes de partir para Goa. Nunca volví a oír esta historia que me narró el divertido Carlos Piñel; aunque seguro que está perfectamente documentada (al menos, en las fábulas de Portugal). Posiblemente en los anales de conquista y expediciones lusitanas, o bien en el conocido libro de Fernando Ménzes Pinto (1) .



A) ALCANZAR EL ZIPANGO; MOTIVO Y LEYENDA:

En el pie de imagen anterior, hemos resumido una historia legendaria sobre la aparición de los primeros navegantes occidentales, en tierras japonesas. Un archipiélago, que hasta el siglo XVI tan solo era conocido en Europa por los relatos de Marco Polo; donde se citan sus costas como riquísimas en oro y llamándolas: El Zipango. Voz, que -sin lugar a dudas- había deformado el viajero Veneciano; tomándola desde la palabra “Nihón” o bien “Nippón”. Tal como se denomina este país en su lengua autóctona; y cuyo significado es: “Sol Naciente”. Al ser la tierra del amanecer; por haberse considerado durante milenios, el primer lugar al Este -el más lejano oriente asiático-. De este modo, la aparición de los europeos en tierras nipponas fue muy tardía; no habiendo recibido “la visita” de nuestro Continente, hasta 1543. Una llegada cuyas consecuencias vamos a resumir a continuación; explicando previamente los hechos que la produjeron. Pues en verdad, el viaje de los Portugueses hasta el Zipango, se originó a miles de millas del Pacífico (incluso del mar); surgiendo desde las conferencias y acuerdos geográficos que se firmaron en nuestra Iberia.

Siendo -quizás- el antecedente más cercano para esa expedición, Tordesillas y su Tratado. Celebrado tras la llegada de Cristóbal Colón hasta unas “nuevas costas”, que creyeron situadas en las cercanías de referido Zipango. En este acuerdo tordesillano, entre Portugal y España, llevado a cabo en 1494, se dividieron las áreas de influencia del Globo Terráqueo. Ideando para ello un “meridiano” en el Atlántico, que partía la zona planetaria de dominio lusitana y la hispana (a “trescientas setenta leguas”, al Oeste de Cabo Verde). Sabido es que desde entonces, la corona española se hizo con Las Canarias, mientras que el Reino de Portugal obtuvo el reconocimiento sobre las islas de Madeira, Azores y Cabo Verde. Aunque no es tan conocido que a Tordesillas se llegó, porque Colón naufragó junto a las Azores; en su primer regreso desde lo que pensaba eran las costas de Asia (luego América). Allí perdió el explorador su barco y fue recogido por gentes del rey de Portugal -Juan II-; al que ese ilustre náufrago narró su expedición, explicando a qué lugares había arribado (siguiendo el Oeste puro, en el Atlántico). Consecuentemente, en 1493 el monarca luso propuso a los reyes de Castilla y Aragón, la partición del Mundo en esas dos áreas de influencia (que podemos ver en imágenes, más abajo). Aunque realmente en Tordesillas se produjo un primer “engaño”, gracias a los conocimientos de los cosmógrafos de la Escuela de Sagres. Pues, tal como había comunicado a los Reyes Católicos, el Papa Alejandro VI (Alejandro de Borja); aquellas costas recientemente descubiertas, quizás no pertenecían a Asia. Y por lo tanto, en su zona Sur, podía haber tierras cercanas a Europa y África. Así fue como los portugueses, mucho más astutos y más doctos en conocimientos geográficos; marcaron la división a 270 leguas de Cabo Verde. Logrando con ello que una parte de América del Sur, entrase en sus dominios. Haciéndose de esta forma, con aquel enorme país; que luego hemos conocido como Brasil.

Por todo cuanto narramos; pronto se llegaría a dos problemas irresolubles, con las fronteras geodésicas que los diferentes pactos de Tordesillas marcaban. El primero surgió, cuando comenzó a dudarse de que el lugar descubierto por Colón, perteneciera a Asia; lo que sucede pocos años más tarde, al observar que en esas costas había territorios situados muy al Sur. Sabiéndose que China y el final de su Continente, apenas se extendían -ni tenían islas- por debajo del Ecuador. Habrían de suponer que las tierras donde arribó el descubridor, pertenecían a otro grupo continental y no eran asiáticas. El segundo problema que planteó el Tratado de Tordesillas, nació al acuñarse concepto de las antípodas; lo que les obligó a plantear por dónde cortaba aquella linea (a 370 leguas de Cabo Verde) en el lado opuesto del Globo. Todo cuanto narramos, se produjo mientras llegaban los Portugueses a los mares de Asia -desde el año 1498-. Siguiendo las rutas que Tordesillas legitimaba; poniendo rumbo hacia la India e Indochina, a través del Cabo de Buena Esperanza. Sin permitir que otras embarcaciones europeas cruzasen a esas tierras de las especias, por el mismo camino. Debido a ello, los lusitanos tomaron Goa en 1510; creando en este puerto su gran base operativa, desde donde irán avanzando hacia Indochina (llegando al Japón, unos cuarenta años más tarde). Levantando de ese modo, numerosas colonias lusitanas en esa ruta de las especias; fundando Malaca (en 1509) o Ternate (en la Molucas) poco más tarde.

De tal modo, tras el viaje de Magallanes (1519-22), donde se descubren las Filipinas; se discute sobre “el meridiano de las antípodas”, marcado en Tordesillas: A 370 leguas de Cabo verde, pero en la otra “cara” del Planeta. Planteándose si Las Molucas o el archipiélago de Manila, se situaban del lado hispano o lusitano; en esa línea opuesta que dividía la Tierra, en la zona del Pacífico. No pudiendo localizar exactamente la longitud, ni latitud de las referidas Molucas, ni de Filipinas; quedaba en duda la legitimidad para adherirse estos territorios, o su área de influencia. Siendo discutido este dominio en la famosa disputa de Badajoz-Elvas (1524); donde se reúnen de nuevo los sabios españoles y los lusos, sin lograr resolver los problemas de fronteras que marcaba Tordesillas (en la zona del Pacífico). Finalmente, tras casarse Carlos V con Isabel de Portugal, ambas coronas se aúnan y celebran amistosamente el “Tratado de Zaragoza”. Donde se determina que el límite de las antípodas estaría a 297,5 leguas al Este de Las Molucas; dejando Filipinas para España y los territorios al Oeste, dentro de esa distancia, para Portugal. Ello llevó a que Japón y su archipiélago quedase en el área de influencia y navegación lusa; desde la firma de referido acuerdo en Zaragoza (el 22 de abril de 1529, signado por Carlos I y su cuñado, Juan III ).

Pese a todo, los historiadores no tienen muy en cuenta que en 1578, desaparece el rey de Portugal (don Sebastián); quedando la casa de Avis sin descendencia y en una grave crisis. Sucederá al soberano luso fallecido, un anciano tío, que deja su cargo de cardenal y es entronizado como Enrique I; muriendo dos años después. Así es como en el 1580, Felipe II (también tío del desaparecido Sebastián) pasará a ser Felipe I de Portugal -ratificado como rey por las Cortes de Tomar en 1581-. Esta unión entre España y Portugal, se mantuvo sin fisuras durante al menos sesenta años. Desde 1580 hasta 1640; momento en que el país vecino decide separarse, nombrando monarca al duque de Braganza -con el nombre de Juan IV-. Más tarde y tras veintiocho años de guerras hispano-portuguesas (bajo los auspicios lusos, de Inglaterra); es reconocido Portugal como un reino independiente, por la corona española -en el famoso Tratado de Lisboa (febrero de 1668)-. Todo cuanto narramos explica que desde 1580 hasta mediados del siglo XVII ambos países eran uno; algo que asimismo hace entender por qué el antiguo Zipango, fue un área de influencia tanto española como lusa. Pues ambas naciones ibéricas estaban unificadas y quienes se dirigían hasta el Japón, eran -indistintamente- hispanos o portugueses.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, Tordesillas a su paso del Duero, y el famoso Puente de la Vega. Al fondo de la imagen se observa una iglesia de piedra blanca, con un campanario mudéjar (San Antolín); a su lado (nuestra izquierda) se halla la Casa del Tratado. Abajo, mapa de Domingo Teixeira, realizado en 1573; donde hemos marcado en rojo, las lineas divisorias que se acordaron en Tordesillas. Como podemos ver, Brasil fue descubierto mucho después del tratado; pero al pensar que en Asia no había apenas tierras por debajo del Ecuador, se consideró en Tordesillas que era suficiente la marca a 270 leguas desde Cabo Verde. Pese a ello, el Papa Alejandro VI ya había avisado a los Reyes Católicos, que aquellas tierras descubiertas por Colón, quizás no eran de Asia (tal como comenzaban a estimar los geógrafos de Italia); por lo que podían contener costas bajo el Ecuador -consejo que no siguieron en España-. Así ganaron los portugueses esa nación a la que llamaron “Brandán Isli” (isla de San Brandán); lugar que terminó siendo Brasil. Pese a todo, por el lado opuesto de Globo, fue España la que salió ganando; porque las antípodas en la línea del tratado, hubieran dado las Filipinas a Portugal. Aunque un nuevo acuerdo llevado a cabo en Zaragoza (1529) determinó que Las Molucas y Japón serían área de los lusos y el archipiélago de Manila, de los hispanos.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, mapa en el que hemos destacado las poblaciones castellanas de las que hablamos en este artículo.

1- Tordesillas (a unos 20 kilómetros de Valladolid), lugar donde se firmó el Tratado.

2- Toro (a unos 20 kilómetros de Tordesillas y unos 30 de Zamora). En su colegiata existe un arca nambán, que creemos no se ha documenado.

3- Villagarcía de Campos, señorío de los Quijada; una de las fundaciones primeras y más importantes de la Compañía de Jesús. Es el lugar donde vivió de niño Don Juan de Austria, siendo sus ayos, Luis de Quijada y Magdalena de Ulloa; quienes donaron sus fortunas para iniciar fundaciones de los jesuitas.

4- Piña de Campos (a unos 20 kilómetros de Palencia). En su iglesia de San Miguel, también hemos hallado un arca nambán, sin documentar.

Abajo, lienzo que representa a San Francisco Javier, perteneciente a la Colegiata de San Luis, de Villagarcía de Campos (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). El modelo de este cuadro es el que se sigue para otros muy similares, pintados en Japón o China; que han llegado hasta nuestros días. Pudiendo observarse el “aire oriental” de la escena; donde la perspectiva es plana y el santo está representado entre nubes (a modo de los fondos japoneses en grabados “uki-yoe”). Asimismo, los colores de lienzo tienen un tono pastel, pareciendo estar trabajados con temple; tal como se hacía en la pintura nippona. Más adelante hablamos extensamente de esta Colegiata de San Luis, de Villagarcía de Campos; a cuya guía y conservadora (Teresa) agradecemos la enorme amabilidad y cariño, con la que enseña el museo y la basílica.



B) LA LLEGADA AL ZIPANGO:

1º) El naufragio de un “junco” chino:

Resumiremos en este epígrafe el modo en que arribaron esos primeros europeos al Japón, tal como lo relata Leandro Valencio Soares (2) . Quien recoge el documento histórico más antiguo, donde se narra la llegada de los portugueses a costas nipponas. Un escrito del Mikado llamado TEPPÔ-KI, fechado hacia 1606; que relata el desembarco de estos navegantes en la isla de Tanegashima, un 23 de septiembre de 1543 (siguiendo las referencias señoriales, del territorio). Mencionando sus crónicas feudales, como en la referida fecha, una tempestad llevó hasta sus costas un pequeño barco conocido como “junco”, procedente de China y que flotaba a la deriva. Al arribar a las playas, los chinos se comunicaron por signos inscritos en la arena, valiéndose de un bastón; siendo esos ideogramas comprendidos por los habitantes principales de la isla (refiriendo que los japoneses entendían perfectamente el kanji). Así fueron bien acogidos los náufragos, por los habitantes de Tanegashima -como se llamaba el piélago-; quienes pronto se interesaron por dos mosquetes (arcabuces) en manos de los portugueses. Sin saber qué eran (al desconocer las armas de fuego), sintieron una enorme atracción por aquellos objetos de metal; relatando las crónicas del siguiente modo, lo que sucedió:

En aquel “junco” chino, viajaban tres lusitanos; que según algunas fuentes se llamaban: Francisco Zeimoto, António Peixoto y Antonio da Mota. Aunque el texto de TEPPÔ-KI, dice que sus nombres eran: Antonio da Mota, Antonio Galvao y Diego Couto. Dos de ellos sobrevivieron a la tempestad y portaban una “espingarda” (mosquete), que despertó un interés inusitado entre los habitantes de la isla. Así fue como los portugueses supervivientes establecieron con los nativos japoneses una relación muy estrecha. Tanto que les apodaron: Kirishita da Mota y Murashukusha. Sabemos que el que llamaban Kirishita, era Antonio da Mota; y su sobrenombre -a mi juicio- pudo proceder de deformar la voz “cristiano da Mota” (desde “kirishtian”). En lo que se refiere al otro mote (Murashukusha); denotaría una función popular; ya que MURA es en japonés “pueblo”. SHUKUSHA es voz que no podemos comprender, al no saber con qué kanjis se escribe (aunque “shukusha” significa “dormitorio”; término que no encaja en traducción). Así pues, MuraShukusha, fue el sobrenombre del otro lusitano que llegó vivo a Tanegashima; lo que indicaría se adaptó, o realizó, labores “para el pueblo”. Por lo demás, no podemos concluir si ese era fue el seudónimo de Antonio Galvao o el de Diego Couto; pero lo que sí sabemos es que MuraShukusa también llevó su arcabuz (trabuco) y se lo dejó a los japoneses.

Sigue el relato de TEPPÔ-KI, describiendo la forma, peso y aspecto que guardaban esas dos espingardas (mosquetes). Narrando que en ellas se ponía un medicamento y que tras meterse allí una bola de plomo, bastaba con acercarle fuego para que tronase como un relámpago. Al ver sus disparos, los isleños se cubrían las orejas y quedaban espantados, tras comprobar los daños que causaban. Después de numerosas pruebas y demostraciones de los portugueses -con sus armas-, apareció en la isla un japonés de importancia, llamado Tachibayana Matasuburô. Personaje de gran inteligencia; que muy pronto aprendió a usar los mosquetes de manera magistral. Quien regresando pronto a su ciudad natal (Sakai; famosa por tener grandes herreros y forjadores de katanas), se convirtió en el primer productor de espingardas en la región (llamada Izumi). Introduciendo de este modo las armas de fuego en el Japón; tras lograr la primera réplica exacta de un mosquetón del tipo Goa, en 1544 (un año más tarde de que llegasen los referidos náufragos portugueses) -ver cita (2) -.

Tal como hemos relatado, otras crónicas afirman que los tres portugueses que viajaban en aquel “junco” chino (naufragado en las costas del Japón); se llamaban: Francisco Zeimoto, António Peixoto y Antonio da Mota. Habiendo fallecido Peixoto, antes de desembarcar; entre los historiadores de Lisboa se conservó la leyenda de que tan solo llegaron a Tanegashima los referidos: Mota y Zeimoto. Por cuanto ese último, sería el apodado Murashukusha entre los isleños. Estos hechos se relatarán por vez primera en la historia europea, por el portugués Fernão Mendes Pinto; en su obra: "Zeimoto dá primeira espingarda aos japões" (escrita antes de 1583) -ver cita (1) -. Por su parte, la profesora Kawamura Yayoi, expone que el "junco" en el que arribaron los japoneses "Era una de las embarcaciones pilotadas por los piratas que frecuentaban el Mar de China, llamados wakō en japonés, formados bien por chinos o bien por japoneses, que se dedicaban a actividades ilícitas como saqueos o robos, a la vez que fomentaban el comercio marítimo fuera de la legalidad” . Añadiendo esta investigadora de la Universidad de Oviedo que "En la actualidad es de común consideración que fue un barco del conocido jefe del wakō chino Wang Zhi (Ōchoku en japonés), afincado en Nagasaki, en el que viajaron esos primeros hombres de Namban. Este fue el inicio del periodo llamado Namban, en el que se desarrolló un intenso intercambio comercial y cultural, cuya historia ha sido y sigue siendo objeto de estudio; tanto por los japoneses como por los europeos y americanos” (3) .



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos dibujos cartográficos de Japón. Arriba, mapa del Mikado tal como lo publica el profesor Yamafune en su tesis “PORTUGUESE SHIPS ON JAPANESE NAMBAN SCREENS" (Texas Univ. 2012), numerado como figura Nº 4ª-al que agradecemos nos prmita divulgarlo-. En la imagen, se observan los puntos de influencia cristiana, al Sur del país; destacando la capital de entonces (Kyoto) y figurando en el extremo más meridional, la isla de Tanegashima (donde arribaron los portugueses accidentalmente, en 1543). Abajo, un mapa fechado en 1585, pintado a tinta y escrito en portugués; propiedad del Archivo Nacional, Biblioteca de Florencia (a la que agradecemos nos permita divulgarlo).





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes relacionadas con la llegada de las armas de fuego a Japón, en los años 1543-44. Al lado, divertido grabado de Hokusai (fechado en 1817), donde figura imaginado, el famoso Antonio da Mota (al fondo y con bigote), enseñando a usar la “espingarda” a Tachibayana MatasuburôAbajo, carga de arcabuceros llamados en Japón Tanegashima; por la isla de donde procedieron esos mosquetes.







2º) Aparición de las armas de fuego, en Zipango (el final de la Edad Media):

En lo que se refiere a los arcabuces (espingardas lusas del siglo XVI); que se reprodujeron entonces por millares en Japón y fueron denominados Tanegashima. Parece ser que pertenecían a un modelo usado por los portugueses en Goa; fabricados desde 1512 en esta ciudad de la India (sin ser exactamente el arma equivalente, que usaban en Europa). Acerca del modo en que fueron reconstruidos estos mosquetes; se considera que los herreros nippones no podían resolver el cañón helicoidal y su rallado interior. Para enseñar a fabricarlos, la historia narra que los náufragos de Tanegashima regresaron posteriormente a la isla; acompañados por un fabricante de “espingardas” asentado en Goa, que les explicó a los forjadores el modo de resolver los problemas del vano que expulsaba la bala (para su perfecta ejecución). Sea como fuere, tan solo diez años después de aquel intercambio -1553- sabemos que en el País de Sol Naciente ya había unos de trescientos mil arcabuces (300.000 “tanegashima”). Pese a ello, en su principio, el uso de armas de fuego fue considerado por los samurais y nobles “clásicos”, como una “guerra impura”. Aunque, muy pronto, tuvieron que aceptar utilizar esas “tanegashima” en batalla; pues de lo contrario, los clanes menos idealistas y más materialistas, les aniquilaban.

Finalmente las “espingardas” fueron denominadas por los nippones “Teppò”, de ello la crónica que narra su historia, antes citada (TEPPÔ-KI). Su fabricación era muy cara y al principio los herreros que las trabajaban, estaban sometidos a una enorme vigilancia. Una supervisión tan constante, que solo los señores autorizados podían encargarlas; por lo que se fueron forjando en un número bastante limitado. En lo que se refiere a quienes se valieron de ellas; la Historia narra como los sacerdotes de Negorojoi, se hicieron con un arcabuz japonés en 1543. Para que sus herreros establecieran talleres con capacidad de reproducirlos; logrando tener un batallón de tiradores con más de trescientos infantes, ya en 1570. Gracias al talento de los herreros nippones, pronto se fabricaron cañones de acero mediante la técnica del enrollado; y finalmente, los Kunitomo, crearon un modelo en cuyo interior podía introducirse lentamente un tornillo -con el cañón al rojo vivo- para preparar el estriado. Proceso muy importante, que aumentaba la eficacia de longitud y precisión en los disparos. Siendo el referido estriado una tarea extraordinariamente difícil para los herreros europeos de principio del siglo XVI; este método japonés de introducir un tornillo, no parece haberse conocido hasta que Inglaterra lo copió, en el año 1635 (quizás por influjo del famoso capitán Adams, establecido en el Mikado y del que más tarde hablaremos).

En Japón, esos arcabuces alcanzaron la paridad con los arcos; pero solo empezaron a ser un arma eficaz cuando sus granaderos se organizaron en grupos; un proceso que no comenzó hasta la década de 1570. A partir de 1590 el uso de armas de fuego japonesas evolucionó de forma espectacular; y hacia 1600, sustituyeron casi completamente a los arcos. Este cambio en los ejércitos y en el modo de luchar; se considera entre los occidentales como el final de la Edad Media japonesa, y el comienzo de la Moderna. Relacionada directamente con la llegada de los portugueses (en 1543); iniciando un nuevo periodo con gran influjo de ideas y con la visita de gentes venidas desde Europa (o de los virreinatos de América). Para terminar este epígrafe, diremos en Tanegashima se celebra anualmente la fiesta de la “espingarda”, rememorando la llegada de los portugueses con sus moquetes, en 1543. Todos los años, en el mes de julio, se lleva a cabo el Teppo Matsuri (festival del mosquetón); donde se movilizan la mayor parte de sus habitantes, en un acontecimiento muy especial, en recuerdo de los navegantes portugueses que trajeron las armas. Se decoran todas las calles y se preparan los viejos arcabuces; llevando a cabo la construcción de un gran barco, de tipo carraca lusitana. Enorme navío, donde pasean quienes representan en la ceremonia a Fernando Mendes Pinto y a su legendaria amante japonesa. Llevando a cabo una alegórica procesión por las calles; donde el más fuerte y alto del lugar, actúa como el portugués; y la más guapa de Tanegashima, figura como su "novia". Pese a todo, hemos de destacar que Mendes Pinto, no participó realmente en la introducción de las armas, ni era uno de los náufragos del "junco". Sino fue un noble lisboeta, que años más tarde llegó a Tanegashima, oyó la historia y la recogió en su crónica. Aunque esa isla le dedica su fiesta; olvidando que Antonio da Mota y Francisco Zeimoto, fueron los verdaderos artífices de este intercambio.


SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de la Colegiata de San Luis, de Villagarcía de Campos (Valladolid). Arriba, entrada de su basílica, construida con los fondos que legó el matrimonio Quijada Ullóa (ayos de D. Juan de Austria; y personas de mayor confianza de Carlos V). Se trata de un gran templo renacentista, planteado por Rodrigo Gil de Hontañón y terminado por Pedro de Tolosa, que finalmente le otorga el aspecto “herreriano” -a modo de El Escorial-. Es la primera Colegiata contra-reformista, o lo que es igual: La primera gran fundación de la Compañía de Jesús. Abajo, interior de sus estancias y museo, donde podemos ver un cuadro en que figura Da. Magdalena de Ulloa -en primer término-, y un repostero con los escudos de Quijada y Ulloa (agradecemos a La Colegiata de Villagarcía, nos permita divulgar nuestra foto). Doña Magdalena era una de las grandes amigas de Francisco de Borja, marqués de Lombay y duque de Gandía; quien tuvo como misión -en 1539- acompañar de Toledo a Granada, los restos mortales de la emperatriz Isabel de Portugal (esposa de Carlos V). Es conocida la historia que narra como el futuro San Francisco, al abrir finalmente su féretro y ver tan bella dama descompuesta; pronunció las palabras: "He traído el cuerpo de nuestra Señora en rigurosa custodia desde Toledo a Granada, Jurar que es Su Majestad no puedo. Juro que su cadáver se puso ahí". Se dice, que tras ello se propuso servir a un rey que no muriese, aunque en verdad fue nombrado Virrey de Cataluña, desempeñando magníficamente su puesto. Aunque al morir su padre, el duque de Gandía decide realizar los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola y retirarse con su familia de la vida social; para ayudar a la Compañía de Jesús. Ingresando en esta institución como sacerdote tras fallecer su esposa (Leonor de Castro) en el año de 1546. Momento en que rechazó todos sus títulos y posesiones, negándose a ser cardenal. Diez años más tarde pasó a ser Padre General de la Compañía de Jesús.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes del palacio de los marqueses de Alcañices, en Toro (Zamora); título que ostentaba uno de los yernos de San Francisco de Borja. Desde que una hija del santo -llamada Juana- se casó en 1550 con Juan Enriquez de Almansa (marqués de Alcañices). Era Juan Enríquez, descendiente de uno de los vencedores de la batalla de Villalar; y a su vez, sobrino de Da. Magdalena de Ulloa (que donó su fortuna para fundaciones de la Compañía de Jesús). Este hecho, unido a que Francisco de Borja fuera uno de los hombres de mayor confianza de Carlos V (tal como lo fue el marido de Da. Magdalena). Hizo que las familias Quijada-Ulloa y Borja, estuvieran muy unidas desde los primeros tiempos del reinado del emperador.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más, del palacio de los marqueses de Alcañices, en Toro (Zamora); cuya terraza y espectacular balaustrada fue expoliada por los franceses en 1810. Es importante tener en cuenta que la familia de Magdalena de Ulloa estuvo asentada en Toro desde el siglo XIII; perteneciendo a la primera nobleza de esta ciudad. Ostentando el señorío de diversas poblaciones en los montes Torozos, tan destacadas como: Mota del Marqués, Tiedra, Villalonso y largo etcétera.






C) CREACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS Y SU DIFUSIÓN HACIA ORIENTE:

1º) Orígenes:

Para comprender el Arte Nambán, es imprescindible tratar sobre los jesuitas, sus orígenes y sus primeras misiones; entre las que estuvo, la de Japón (4) . De tal manera, hay que comenzar relatando la historia de un valeroso capitán de los tercios de Carlos V, nacido en Loyola, que luchó en la toma de Navarra; siendo finalmente herido en batalla. Nos referimos a Ignacio de Loyola, que tras años al servicio de las tropas del rey y habiendo participado en el cerco a Pamplona. Fue atacado en esa plaza, en 1521, por los hermanos Javier; mientras intentaba esta familia recuperar sus territorios navarros. En esta ocasión, Ignacio quedó malherido; a punto de perder las dos piernas, cuando una bala de cañón lanzada por el enemigo, pasó entre ellas. Lisiado y al borde de la muerte, fue trasladado el fiero capitán a su casa de Loyola, donde sufrió las primeras curas. Refiero el verbo “sufrir”, porque los intentos por sanar a Ignacio, obligaron a amputarle dedos y a practicarle los más duros tratamientos. Decidió durante esos terribles días de convalecencia, peregrinar hasta Jerusalén si lograba sobrevivir; y dedicar su vida a la religión, si le quedaban fuerzas para investirse como sacerdote. Finalmente se recuperó y en 1522 fue a presentar gratitud a la Virgen de Montserrat, donde colgó sus vestiduras militares; prometiendo desde entonces vivir en santidad.

Así o hizo y habitó Ignacio de Loyola diez meses en una cueva cercana a Manresa, donde se ayudaba a cuantos podía. De esta experiencia, nacieron los famosos Ejercicios Espirituales, que más tarde escribió (finalmente publicados en 1548). Desde Manresa partió para Roma -en 1523- y más tarde hacia Jerusalén, donde fue obligado a regresar de nuevo a España. De ese modo llegó en 1524 a Alcalá de Henares; inscribiéndose en la Universidad, para aprender latín y teología. Terminó sus estudios en 1527 y partió hacia Salamanca, donde expuso sus experiencias religiosas; que no fueron bien recibidas (llegando a ser encarcelado por hereje). Debido a ello, marchó hacia la Sorbona en París, para lograr un ambiente de mayor libertad; permaneciendo en esta universidad otros siete años más. En esta institución de inigualable valía, logró hacerse con un enorme prestigio y en 1534 tenía seis discípulos principales, con los que fundó la Compañía de Jesús. Estos fueron: Francisco Javier (cuyos hermanos habían herido en batalla a Ignacio de Loyola), Pedro Fabro, Alfonso Salmerón, Diego Laínez, Nicolás de Bobadilla y el portugués Simáo Rodrigues. Ellos, junto a su maestro, Loyola, fueron los famosos “siete que juraron en Montmartre” (monte de los mártires, de París); prometiendo ante Dios solo servir al Señor y fundar la Sociedad de Jesús, que luego se llamó “Compañía”. Congregación finalmente aprobada por el Papa en 1538; siendo ordenados todos sacerdotes el mismo año.

En 1540 fue confirmada la Orden eclesiástica por el papado y un año más tarde -1541- se declaró Padre General, a Ignacio de Loyola; quien envió a todos los miembros de la congregación, a peregrinar y fundar (por Europa y el resto del Mundo, para dar a conocer su mensaje divino). De este modo se dispersaron los primeros componentes de la Sociedad Jesuita, marchando Simáo Rodrigues a Portugal y Francisco Javier a Oriente (tras pasar un tiempo en Lisboa, acompañado al padre Rodrigues; quien entretenía al rey Juan III en sus charlas y confesiones). Por su parte, Pedro Fabro recorrió Europa predicando y promulgando los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. El éxito de su difusión fue tal, que entre 1540 y 1550 se unieron a la Orden notables personajes como: Jerónimo Nadal; Francisco de Borja (duque de Gandía y Virrey de Cataluña); Pedro Canisio, notable teólogo (doctor de la Iglesia); o Juan Alfonso de Polanco (secretario de Ignacio de Loyola, conocido teólogo e insigne jurista).



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, cuadro de San Francisco Javier, pintado en Japón hacia 1630 (autor anónimo, técnica papel, temple y oro). La obra es propiedad del Museo de Kobe -Kôbe Siritsu Hakubutsu_Kan; al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Observemos el parecido entre este retrato del santo y el que hemos visto anteriormente, que se encuentra en Villagarcía de Campos. Abajo, Colegiata de San Luis, en Villagarcía de Campos; imagen de la cripta y sepulcro de Luis de Quijada (mayordomo principal de Carlos V) y de su esposa Da. Magdalena de Ulloa (fundadora de las primeras instituciones jesuitas). Sobre su lápida, un repostero con escudo partido, que contiene las armas de las familias Quijada-Ulloa.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, portada del libro Da. MAGDALENA DE ULLOA, MUJER DE LUIS DE QUIJADA. Obra editada en Valladolid (1998) donde se hace memoria y se homenajea la figura de estos dos importantes personajes históricos. 
Pues como hemos destacado repetidamente, el marido de Da. Magdalena fue uno de los consejeros principales de Carlos V; permaneciendo junto a su señor, desde antes de la venida del emperador a España, y hasta su muerte en Yuste. Llegando Luis de Quijada a “cargar” con la paternidad del famoso Jeromín; un niño que el emperador engendró con la cantante Bárbara Bloomberg en centro Europa y que finalmente se crió en Villagarcía de Campos. Siendo así su “madre adoptiva”, Magdalena de Ulloa, por haberse considerado su “presunto padre” a Luis de Quijada. Hasta que Carlos V reconoció a Jeromín como hijo (antes de morir en Yuste); pasando aquel chico a llamarse Juan de Austria - famoso hermano de Felipe II, general y vencedor de Lepanto-. Abajo, relieve de alabastro del sepulcro de Da. Magdalena de Ulloa, en la Colegiata de Villagarcía de Campos. Imagen tomada del libro antes Citado (a cuyo editor y autores, agradecemos nos permitan divulgarla).



2º) Francisco de Jasso:

Entre aquellos primeros misioneros jesuitas, el que más destacó por su vida, obra y peregrinación; fue San Francisco Javier. Llamado de niño Francisco de Jasso y Azpilicueta, cuya familia -ya dijimos- eran los señores del castillo navarro de Javier; destruido por las tropas castellanas en la toma de Pamplona. Unos antecedentes y hechos, que hicieron a sus hermanos de sangre, luchar contra Ignacio de Loyola; provocándole en 1521 terribles heridas y una dura convalecencia, que finalmente llevó a este capitán hacia una vida santa. Siendo así como la Historia unió en La Sorbona (incluso en una misma celda) a estos dos, que habían sido originariamente oponentes en la guerra; convirtiéndolos en hermanos ante la eternidad. Pues difícil es pensar que tras lo sufrido por Francisco Javier; que vio de niño todas sus pertenencias arrasadas y a su familia arruinada. Junto a lo vivido por Ignacio de Loyola; a punto de morir luchando contra los navarros, quedando malherido y pasando una terrible sanación de meses. Después de todas aquellas calamidades y dolores en paralelo; resulta increíble que al encontrarse Ignacio y Javier en la misma celda de la Sorbona (en París), iniciasen una amistad que terminó en la creación de la Compañía de Jesús.

Fue así como tras crear el papado la Compañía de Jesús, en 1540 salió desde París Francisco Javier, camino de Lisboa; donde entretuvo al rey y a los nobles con sus predicaciones. Aunque, en contra de lo que deseaba el monarca luso, un año más tarde le asignaron como misión dirigirse hacia Las Indias. Llegando en una embarcación portuguesa primero a Mozambique (donde pasará varios meses ayudado en su hospital); para continuar hasta Goa (arribando en 1542). Allí comienza a predicar para los pobres y a colaborar en obras de caridad, aprendiendo el idioma autóctono de la zona -tamil-; traduciendo textos cristianos a esta lengua (pese a la oposición de los brahmanes; quienes no admitían su presencia). En los años siguientes se dedica a realizar viajes de evangelización por el Sur de Asia; y en 1544, había visitado más de diez lugares muy alejados a Goa, arribando a Ceilán, donde tuvo noticia de que estaban martirizando a los cristianos. En 1545, partió hacia las Molucas y se asienta en Malaca -Malasia-, donde asimismo comienza a estudiar el idioma local y a evangelizar. Tras ello, permanece durante tres años recorriendo el Sur de Asia y la Indochina, sufriendo todo tipo de males y sometido a los riesgos de piratas y hasta caníbales (mientras surcaba en chalupa, mares embravecidos).

Finalmente, en 1549, decide ir desde Goa hasta Japón, ayudado por el traductor Anjiro de Santafé (primer bautizado nippón); en este primer viaje le asistirán sus compañeros Cosme de Torres y Juan Fernández. Así arriba a Kagoshima (capital meridional) donde permaneció unos dos años y medio, evangelizando diferentes zonas; con la ayuda de su amigo Pablo de Santafé, otro de los japoneses convertidos por el santo. Al no lograr gran éxito, en 1550 se dirige hasta Yamaguchi -ciudad y prefectura cercana a Hiroshima-, con la intención de catequizar; pretendiendo hablar con algunos de los más poderosos del imperio. Allí logrará convertir a numerosos samurais y a diversos miembros de las familias más importantes (como los Ashikaga); permitiéndole el príncipe de Bungo -hoy Oita, al Este de Kyusu- predicar en toda la isla de Kuishu, desde 1551. Pese a ello, ese mismo año deberá volver a Goa, donde le comunican que La India se había declarado diócesis independiente de Portugal y a él su padre provincial.

Considerando que la situación era conflictiva en Goa -sin agradarle en nuevo mandato- en 1552 decide partir hacia China, con el fin evangelizar nuevas tierras. Esta vez ayudado de su amigo Antonio de Santafé; bautizado de origen cantonés y que hablaba portugués. Su idea fue que las predicaciones se extendieran por todo Lejano Oriente, para que desde allí, arraigasen más en Japón. Pese a su intento por culminar esta última misión, tras meses viajando y sufriendo numerosas vicisitudes. Falleció a finales de este año, intentando alcanzar tierras de China, viajando en los peligrosos “juncos” de comercio. Hemos de destacar, que los historiadores creen sufrió una infección o unas fiebres (normales en la zona); pero quienes le dirigían hacia tierras del Gran Khan, no quisieron atenderle. Negándose a que tuviera asistencia médica y dejándole morir (literalmente).

Su cuerpo fue repatriado a Goa año y medio más tarde, para ser allí enterrado en 1554. Tras esta labor de evangelización y las conversiones llevadas a cabo por Francisco Javier, fueron cientos los misioneros que llegaron a Japón (en su mayoría jesuitas). Fundando iglesias y congregaciones, principalmente en el Sur del imperio (desde Nagashaki a Kagoshima). Siendo allí organizados por los dos padres generales que Javier había dejado en la misión: Torres y Fernández. Quienes se centraron en convertir a la aristocracia de las islas; logrando bautizar a numerosos nobles y príncipes entre 1560 y 1580. Momento en que arribará a tierras nipponas el jesuita italiano Alejandro Valignano, fundando un seminario en Arima y otro en Azuchi (tres años más tarde). Donde ingresan numerosos japoneses, a los que educará al modo europeo y que logrará llevar hasta El Vaticano en la llamada Embajada Tensho de 1583. El éxito de las misiones fue tal, que en 1590 se estima que ya había unos trescientos mil japoneses católicos.


                                   

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, cuadro japonés, “Los Misterios del Rosario”, anónimo y pintado en 1623 sobre papel (técnica, temple y metales) -propiedad de Museo de la Universidad de Kioto (Kyoto, Daigaku, Sôgo Hakubutsu_kan), al que agradecemos nos permita divulgarlo-. En la imagen central vemos a San Francisco Javier (a nuestra derecha) y San Ignacio (a nuestra izquierda); custodiados por Santa Lucía y San Matías -respectivamente-. Se trata de una meritoria obra, pintada un año después del segundo gran Martirio de Nagashaki (1622). A mi juicio, el cuadro puede ser de mano del artista Giovanni Niccolo, jesuita que emigró en 1583 a Japón y creó un taller de arte en Kyusu; enseñando imaginería y pintura a los estudiantes de sacerdocio japoneses. Posteriormente, el maestro tuvo que cerrar su escuela (en 1614) y se exilió en Macao, donde siguió enseñando arte y creando obra. Se considera que este cuadro de Javier e Ignacio entre los Misterios del Rosario, procede de Macao y vendría clandestinamente a Japón hacia 1623. Por lo que no es aventurado pensar que su autor fue Giovanni Niccolo -ver a continuación y en el epígrafe E “-Arte Nambán”; el apartado 3º, dedicado a este pintor- Abajo, otro de los retratos de San Francisco Javier, conservado en Villagarcía de Campos; de estilo oriental y donde podemos leer “S. Frco. XAVIER, APÓSTOL DEL IAPON”



3º) Crisis en las misiones de Japón (1587-1624); final del contacto (1639):

A fines del siglo XVI, comenzaron los problemas y las persecuciones contra el cristianismo; dictándose en 1587 el primer edicto contra esa religión. El Daymío (señor de la guerra) Hideyoshi la prohíbe, ordenando la expulsión de los jesuitas; cuando Gaspar Coelho (superior general), le advirtió que su "compañía sagrada" siempre podría contar con la ayuda de la armada portuguesa. Ofreciéndole el sacerdote, reunir a los nobles que habían bautizado en el sur; y valerse de los barcos lusos, para así invadir conjuntamente Corea. Al oir esto Hideyoshi, mandó que los misioneros dejaran el Japón; dando dos semanas para la evacuación. Aunque el referido decreto de 1587, prácticamente no se aplicó. Marchando tan solo algunos temerosos franciscanos, llegados desde Filipinas; mientras el resto permaneció en su labor (principalmente los jesuitas, que tenían contacto directo con el Daymío).

El conflicto aumentó, radicalizándose las medidas tomadas contra los católicos por Hideyoshi; tras el naufragio de un galeón hispano. Cuando fue advertido sobre las declaraciones de un capitán borracho del navío, quien afirmaba que los cristianos deseaban invadir el país. De este modo, decidió Hideyoshi dar “un escarmiento” y en 1597 se produjo “el primer martirio” de Nagashaki (5) . Donde crucificaron a seis misioneros extranjeros y a veinte terciarios nativos (todos franciscanos); junto a tres jesuitas -incluidos “por error”, según comunicaron más tarde, quienes ordenaron su sacrificio-. Tras aquella terrible escena, hubo numerosas quemas de iglesias; obligando regresar a Goa, a infinidad de sacerdotes extranjeros. Aunque después de tanto horror, pararon las agresiones y persecuciones; al menos durante tres lustros. Hasta que en 1614 los comerciantes ingleses -al servicio de Holanda-, persuaden al Shogun Tokugawa Ieyasu (general presidente de gobierno) de que la evangelización es solo un método de introducirse, para derrocar posteriormente al emperador. Lo que generó una nueva prohibición del cristianismo; esta vez dictada por Ieyasu Tokugawa en 1614, que llevó a la clandestinidad de muchos jesuitas y a su participación en la rebelión, un año más tarde. Aunque la persecución del catolicismo fue más dura tras la muerte del referido Shogun (Tokugawa Ieyasu) en 1616; momento en que comenzaron las torturas y asesinatos de unos dos mil cristianos (setenta de ellos occidentales); obligando a apostatar de esta fe a unos trescientos mil nippones.

Desde ese momento, se expulsa a los jesuitas y prohíben su religión en gran parte del Mikado; pese a lo que muchos cristianos del país se mantuvieron en la fe (sufriendo continuadas purgas). Mientras, numerosos misioneros europeos seguían arriesgando su vida, viviendo en las islas; en un último intento por difundir la evangelización. Es entonces cuando el gobernador de Filipinas, ofrece ayuda al Señor (Daymio) Takayama Ukon, para enfrentarse al emperador; aunque Ukón se niega -pese a ser católico-. En este estado de crisis y enfrentamiento, en 1622 se produce otra ejecución en masa de bautizados, en Nagashaki; conocido como “el gran martirio”. Tras ello, en 1624, se rompen relaciones diplomáticas con España; después de que un año antes, hubieran prohibido el comercio con Manila y con los virreinatos de Nueva España. Provocándose así una continua situación de aislamiento, persecución y lucha contra los cristianos; lo que provocó en 1637 la Rebelión de Shimabara, donde murieron en combate unos 37.000 bautizados sublevados.

De este modo, la Iglesia pasa a la clandestinidad en la década de los años treinta, del siglo XVI japonés; denominándose a sus fieles “Kakuré Kirishtian” (cristianos ocultos). Desde entonces, se crearon organizaciones secretas y grupos donde se rendirá culto a Jesús de un modo similar al de Las Catacumbas romanas. Confundiendo, en este caso, los ritos católicos con los budhistas y creando objetos sincréticos. Enseres litúrgicos o de veneración, donde veremos -por ejemplo- un crucifijo portado por deidades budhistas; o bien una estatua del mismo Budha en el centro de la Cruz. Es así como la profesora Kawamura describe que desde el tercer lustro del siglo XVI, la constante fue esconder la fe que profesaban; algo que tempranamente señala la presencia de los primeros cristianos japoneses en los talleres de laca de Kioto, quienes se sentían amenazados por las cada vez más severas medidas de persecución del cristianismo tras el edicto de su prohibición en 1614 (6) . Creando de esta forma modelos mistéricos o bien objetos que ocultaban y disimulaban los símbolos católicos.

En lo que se refiere al contacto entre la Península Ibérica y Japón; termina definitivamente en 1639, cuando el shogunato de Tokugawa III, dictamina que solo los japoneses podían permanecer en aquellas islas. Dictando la ley de “SAKOKU” (cierre del país), que expulsaba a los extranjeros de tierras nipponas -comerciantes, sacerdotes o simples visitantes-. Impidiendo, a su vez, que los nativos salieran de las fronteras. Con el fin de aislar la civilización del Sol Naciente y mantener todo comercio, contacto y política exterior; al control del BAKUFU (gobierno japonés). De tal manera, después de tomar represalias por la Rebelión de Shimabara (1637); donde murieron más de treinta y siete mil cristianos -pasando a cuchillo incluso a mujeres y niños-. El shogunato (general primer ministro) decretó en 1638 la prohibición de todo comercio con Portugal. De este modo, en 1639 acaba el denominado “periodo Nambán”; terminando por entonces las relaciones comerciales y los viajes hispano-portugueses al Japón. El edicto de expulsión o SAKOKU, se completó entorno al año 1641; considerando la Historia que desde esta fecha ya no hubo extranjeros en el Mikado (a excepción de los autorizados por el gobierno) ni menos un contacto libre con occidente. Hemos de destacar, que cuando se sucedían los mencionados hechos y se dictaron dos cierres sucesivos; el primero contra el comercio español (en 1624) y el segundo prohibiendo el portugués (en 1638). Portugal y España eran un mismo reino; unificado en la corona de los Austria desde 1581, donde sus monarcas comunes fueron: Filipe I de Portugal (1581-1598) -Felipe II de España-; Filipe II de Portugal (1598-1621) -Felipe III de España-; y Filipe III de Portugal (1621-1640) -Felipe IV de España-.



JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, una de las capillas superiores de la Colegiata de Villagarcía de Campos, con un retablo donde figura San Francisco Javier y los mártires del Japón (agradecemos a esta institución, nos permita divulgar nuestras imágenes). Se trata de la llamada capilla de los novicios, presidida por un importante retablo barroco, en cuyo centro se halla una Inmaculada de Gragorio Fernández (añadida al conjunto). Está presidida la escena por San Ignacio y al lado derecho vemos a Javier, junto a los mártires del Japón: San Pablo Miki, San Diego Kisai y y San Juan Coto. Abajo, parte central del retablo de San Francisco Javier, en la basílica de Villagarcía de Campos; donde figuran los referidos Mártires del Japón (los tres jesuitas nativos, sacrificados en el primer martirio de Nagashaki).



D) CRONOLOGÍA Y PODER EN JAPÓN, DURANTE LA ETAPA NAMBÁN:

Para comprender la situación política y los sucesos históricos acontecidos durante los siete decenios que permanecieron en tierras japonesas, los cristianos llegados de Portugal y España. Vamos a realizar una breve referencia histórica, recogiendo los hechos más destacados ocurridos durante aquellos años; resumiendo la vida de los poderosos y gobernantes de aquel Mikado. Comenzando por explicar lo que fue un SHOGUN y su sistema de gobierno -denominado SHOGUNATO-.

De tal modo, podemos definir Shogun como aquel mando militar que se mantenía el mando de los ejércitos japoneses (por un golpe de fuerza o normalmente, heredando el cargo). Cumplían la función de primeros ministros; cuya legitimación nacía del gobierno sobre los militares -bajo la lealtad de los Daymios, o señores de la milicia-. En su mayoría, fueron “títeres”, que otros Daymíos (señores de la guerra) manejaban; aunque -teóricamente- representaban al poder ejecutivo del imperio. Pese a ello, muchos cumplieron su función de “general presidente” o “dictador supremo”; sin temor a los diferentes clanes, o a que los grupos de nobles acabasen con ellos. Tras esta exposición, hemos de añadir, que el emperador del Japón tan solo tenía una función religiosa y se consideraba cabeza de la nación, como autoridad máxima de la fe (al concebirse como un dios).

Una vez comprendido lo que es este modo de gobierno, a través de estos generales supremos; veremos los Shogun que convivieron con los cristianos (desde 1453 a 1639). Antes de comenzar, añadiremos que hubo tres periodos de Shogunato, conforme a dinastías o familias que lo gobernaban.

1 - La primera etapa se denomina Kamakura: que perdura desde 1185-90 hasta 1333-37. Donde el poder centralizado residía en esta ciudad de Kamakura (cerca del monte Fuji; al sur del actual Tokio).

2 – El segundo periodo de Shogunato fue el de la familia Ashikaga: (1337 hasta 1573); se denomina etapa Muromachi, debido a que el poder se centralizó en las cercanías de Kioto (Muromachi) teniendo dos cortes; una al Norte y otra al sur de esta ciudad. Al llegar los cristianos a Japón (1543-49) gobernaban los tres últimos Shogun de la familia Ashikaga, que en estos momentos entablaron diversas guerras cruentas de clanes. Pudiendo considerarse que el país estaba en guerra civíl. Fueron estos tres Shogun de Ashikaga, que conocieron los portugueses y españoles, los siguientes:

a) Ashikaga XIII, Yoshiteru: Número 13 de su dinastía; gobernó entre 1546 y 1565. Durante su mandato llegaron los portugueses a Tanegashima y se conocieron por primera vez las armas de fuego. Toleró la venida de extranjeros, porque la aparición de los mosquetones cambiaría las reglas de la guerra.

b) – Ashikaga XIV, Yoshihide: Decimocuarto del shogunato Ashikaga. Apenas gobernó, su etapa se reduce entre febrero y septiembre de 1568.

c) Ashikaga XV, Yoshiaki: Número 15 de la dinastía y último Ashikaga que ocupó el cargo; desde 1568 a 1573. Se enfrentó a uno de los grandes Daymios (señores de la guerra), llamado Nobunaga; que deseaba unificar el país. Finalmente, Nobunaga expulsa a Shugun Yoshiaki fuera de Kioto y abole el mandato de los Ashikaga (pese a ello, Yoshiaki estuvo reconocido hasta 1588 -pero sin poder sobre el ejército-).

De este modo se llega al nuevo periodo y a una nueva dinastía de Shogun, que asciende gracias a la ayuda del referido Nobunaga y a quienes le apoyaban. Comenzando así el periodo Tokugawa, con la familia de igual nombre.

3 – Tercer periodo, Shogunato de los Tokugawa (1603 hasta mediados del siglo XIX): Pertenecieron a esta dinastía quince shōgun y su poder permaneció doscientos sesenta y cuatro años (de 1603 hasta la Era Meiji, en 1866). La centralización de poder se situó en la capital Tokio, llamada entonces Edo (por lo que se denomina Periodo Edo). Por el contrario, la corte imperial y su emperador, residían en Kioto. Lo que muestra ya la diferencia entre ambos gobernantes, tomando las riendas del país el Shogun. El hecho que permite gobernar de un nuevo modo el Japón, fue que antes del primer Tokugawa, habían terminando las guerras civiles y el país fue definitivamente unificado. Sin lugar a dudas, la entrada de las armas de fuego (que llegan con los portugueses en 1453) fue un acontecimiento trascendental para la unificación del imperio y el final de las guerras civiles.

a) Tokugawa I, Ieyasu: Gobernó desde 1603 hasta 1605 y abdicó en favor de su hijo mayor Hidetada (desde entonces se retiró, encerrándose para no participar en política). Fue nombrado Shogun con sesenta años y en sus tres años de gobierno, cambió la sede del poder a Tokio (Edo). A su retiro revisó las relaciones con España, Portugal (incluso con Holanda) y desde 1609 aconsejó mantener distancias con los países católicos. Su preferencia por aquellos comerciantes que no obedecieran a los jesuitas, hizo que en 1611 concediera a los Países Bajos un permiso que les otorgaba capacidad de mercado en la ciudad de Hirado. En todas estas decisiones jugó un papel fundamental su amistad con el inglés William Adams, que fue colaborador de Francis Drake y llegó a Japón en 1600; después de un naufragio, viajando de incógnito en naves flamencas. Este piloto británico logró ganarse su confianza cuando fue presentado ante Tokgawa I, tras ser arrestado por arribar sin autorización hasta las playas de Bungo (hoy Oita, al Este de Kyusu). Donde fue arrastrado por el mar, después de meses vagando en el Pacífico buscando Japón; por cuanto se les recogió como un buque pirata. Pese a ello, y aúnque pensaba que le iban a ejecutar; William Adams logró sorprender al Shogun, explicándole que podía ayudarle prestando todo tipo de conocimientos (matemáticos, náuticos y sobre construcción de barcos). Ieyasu Tokugawa creyó en él y así el inglés llegó a ser amigo y asesor, hasta su muerte. Por haber arribado al Japón en naves holandesas, Adams logró tramitar un permiso en 1611, para que Flandes pudiera comerciar en Japón. Asimismo, este piloto británico fue el artífice de las desconfianzas de los Tokugawa frente a los hispano-lusos; pensando los jesuitas que mientras aconsejó al Shogun, habló con inquina sobre España, Portugal y Felipe II.

b) – Tokugawa II, Hidetada: Gobernó desde 1605 hasta 1623; que abdica en favor de su hijo mayor Iemitsu. Desde entonces, se encerró para no participar en política (al igual que hizo su padre). Pero en su retiro, promovió las peores leyes contra los católicos; siendo aún más duro con los bautizados que su progenitor (Ieyasu). Prohibió todos los libros cristianos y en 1628 promovió el martirio de otros cincuenta y cinco católicos, en Nagashaki (japoneses y extranjeros). Fallece en 1632, y tras su desaparición, su hijo y sucesor, tomó medidas absolutamente radicales contra los católicos.

c) Tokugawa III, Iemitsu: Gobernó desde 1623 hasta 1651 (era el primogénito de Hidetada y el nieto mayor de Ieyasu). Tras morir su padre, en 1632, echó a los consejeros de su progenitor y eliminó a los Daymío que hasta entonces habían sido fieles aliados. En el año 1637 se enfrentó a la Rebelión de Shimabara (junto a Nagasaki) donde los cristianos y japoneses se oponían a las medidas anticatólicas. Allí actuó con verdadera virulencia, matando a más de treinta y siete mil bautizados (incluyendo mujeres y niños). Tras ello, en el año 1639, dictaminó la ley Sakoku, prohibiendo la presencia de extranjeros en su tierra; especialmente la entrada al país de naves y personas hispano-lusas. En 1641 concedió a los Holandeses la capacidad de atracar en la isla artifical de Dejima; considerando que el interés de los flamencos no era la evangelización, sino el mercado. Así se les permitió a los nedeerlandeses comerciar con el Japón, concediéndoles durante más de 250 años, la exclusiva de embarque en Dejima (arrecife construido, frente al puerto de Nagashaki).



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes relacionadas con la exposición sobre arte Nambán, que celebró en el año 2013 el Museo Nacional de Artes Decorativas. Se tituló “Lacas Nambán” y exhibía algunas de las mejores piezas de Europa en este estilo. A continuación vamos a recoger diversas fotografías que mi mujer (Chiho Onozuka) tomó en este evento, agradeciendo al Museo Nacional de Artes Decorativas, nos permita divulgarlas. Arriba, subida a la escalera del Museo, con el cartel informativo, durante la referida exposición. Abajo, carátula publicitaria con la que el Ministerio de Cultura y sus patrocinadores, la presentaban. A todos los interesados les recomendamos ver el siguiente video que resume el evento: Presentación de la exposición “Lacas Namban. Huellas de Japón en España”. PULSAR: https://www.youtube.com/watch?v=vSge3ufdEFA




JUNTO ESTAS LÍNEAS: 
La profesora Yayoi Kawamura, de la Universidad de Oviedo; una de las más importantes especialistas de arte Nambán. Afincada y nacionalizada española; ha escrito decenas de artículos, libros y colaboraciones, donde investiga este periodo. Sobre la referida exposición del Museo Nacional de Artes Decorativas, redactó gran parte de su catálogo “Lacas Namban: huellas de Japón en España (IV Centenario de la Embajada Keichô)” publicado por el Ministerio de Cultura en 1913. A todos los interesados en conocer su obra, les recomendamos la siguiente video-conferencia de la profesora Kawamura: “Laca urushi con la Profesora Yayoi Kawamura”. Para verla, pulsar: 
https://www.youtube.com/watch?v=Jbu8zJnJYCk

Tras el relato de hechos y el resumen de los Shogun que tuvieron contacto con los españoles y los portugueses, a mediados del siglo XVI. Nos faltaría las biografías de tres personajes esenciales en la época; imprescindibles para comprender lo que sucedió mientras los cristianos se intentaban asentar en Japón. Estos son: Nobunaga (Oda Nobunaga); Hideyoshi (Toyotomi Hideyoshi) y el famoso capitán inglés William Adams, que llegó a samurái (pese a sus comienzos como pirata).

a) Oda Nobunaga: En el año 1568 ayudó a Yoshiaki (último de los Ashikaga) para que fuera nombrado shogun; pero el recién elegido, le traicionó al observar la fuerza que Nobunaga tenía. Así formó el nuevo Shogun hordas con otros señores, nobles y monjes guerreros, para enfrentarse a este Daymio; quien les presentó batalla desde el año 1570 a 1573. Al final se hizo patente la rivalidad entre ambos, por lo que se retaron definitivamente; derrotando Nobunaga sin problemas al contendiente. Terminó así con el shogunato de los Ashikaga y el mismo Nobunaga inició el proceso de unificación del Japón; antes de elegir a un nuevo general supremo. Debido a que el imperio del Mikado llevaba años envuelto en numerosas guerras civiles, sin solución; incrementadas por la aparición de las armas de fuego. Decidieron unirlo bajo un único mando; para tal función, tomó como aliado y seguidor a Toyotomi Hideyoshi (7) . Su principal general; quien tras la desaparición de Nobunaga, continuó la obra de unificación del país.

Como dijimos, tras la expulsión del Yoshiaki Ashikaga, que marcó el final de la etapa Morimachi (en 1573); comenzó la unificación del Japón, que concluyó cuando se proclamó a Tokugawa Ieyasu nuevo Shogun, en 1603. Este primer Tokugawa era fiel aliado de Nobunaga, aunque no pudo ver culminada la obra que se propusieron, para unificar el mando bajo ellos. Pues en 1582 algunos de los generales más importantes que servían al Daymío, le traicionaron. Terminando esos vasallos infieles por engañar a Nobunaga, que se vio obligado a hacerse Sepuku (suicidarse) o bien fue matado por arqueros -cuando le cercaron tropas militares, que hasta entonces le habían seguido-. Así muere Nobunaga, en el Incidente de Honnō-ji (junio 1582); quedando su fiel Hideyoshi como general principal, que seguiría con la obra de unificación del Japón. Todo lo que se consigue diez años más tarde, coronando como nuevo Shogun a Tokugawa I, en 1603.

Nobunaga, actuó como un gran amigo de los jesuitas y defendió su establecimiento en Japón. Por su parte, un decenio después de su muerte, el imperio fue unido bajo Tokugawa; un suceso que en gran modo, se debió a la entrada de las armas de fuego. Lo que modificó la concepción de la guerra en aquella civilización. Pues tras la llegada de los mosquetones, numerosos nobles decidieron no batallar, al considerar aquella forma de lucha, “impura”. Siendo este hecho -en mi opinión- , la clave que permitió a Nobunaga, Hideyosi y Tokugawa I; unir el imperio definitivamente.

b) Toyotomi Hideyoshi: Daymío (señor de la guerra) que unificó Japón, junto a Nobunaga. De origen muy humilde, llegó a ser uno de los hombres más importantes de la época; sus reformas políticas pacificaron el país y sentaron las bases del periodo Tokugawa. Pese a ello, sus dictámenes no comprendían la justicia social que hasta entonces hubo; llegando a ser crueles. Pues impidió definitivamente que los campesinos pudieran alistarse al ejército, tanto como a los samuráis, trabajar el campo. Así evitó la creación de mesnadas y nuevas glebas, pero internó en el feudalismo más cristalizado el imperio. Invadió Corea repetidamente, alguna de las veces con el botin obtenido de barcos cristianos, hundidos en las bahías japonesas. Dejó un gran legado cultural y fue especialmete severo con los católicos. Es un personaje valorado en Japón, aunque la lectura de su vida, lleva a pensar que fue un hombre de enorme crueldad y gran maldad. Baste mencionar el modo en que obligó a suicidarse (con sepuku) a su maestro de arte y filosofía, Sen no Rykiu; iniciador de la Ceremonia de Té -inspirada en la misa occidental-. De origen campesino, Hideyoshi, era llamado por sus coetáneos "el mono"; debido a su tosquedad y a la dureza de su carácter. Sin poder dudarse sobre su enorme inteligencia; parece claro que dos eran las características de este Daymío unificador del Japón. Las dos, procedentes de su origen tan humilde: La primera, una enorme desconfianza; común en personas que carecen de seguridad o formación -en este caso, por haberse hecho a sí mismo-. La segunda, una enorme soberbia, que derivaba en crueldad iracunda; nacida igualmente de que sus éxitos eran debidos a méritos propios y no a su ascendencia.

Hideyoshi es el primero que prohíbe el cristianismo, ordenando la expulsión de los jesuitas en 1587; cuando Gaspar Coelho (superior general), advirtió al Daymío que los clérigos contaban con la ayuda de la armada portuguesa. Ofreciéndose reunir a los nobles y japoneses bautizados, para valerse de los barcos lusos, con el fin de invadir conjuntamente Corea. Tras estas palabras de Coelho (el superior de la misión) Hideyoshi mandó expulsar a los sacerdotes del japón, dos semanas más tarde. Pero este decreto no se aplicó; incluso el mismo Hideyoshi dijo que carecía de validez, afirmando que lo dictó en un ataque de cólera. Marchando en 1587 tan solo algunos sacerdotes de otras órdenes (principalmente franciscanos llegados desde Manila), mientras el resto de jesuitas permanecieron en su labor.

Diez años más tarde de aquel edicto de expulsión, invalidado; en 1596, llegaron hasta Hideyoshi los hechos narrados por un capitán de Galeón español, llamado San Felipe y hundido en las costas nipponas. Comandante, que al emborracharse, explicó las dimensiones del imperio hispano; mostrando en mapa a los de Hideyshi que España unida a Portugal, desde 1580 eran dueños de medio Planeta. Al parecer, contó aquel nefasto capitán, que los jesuitas eran introducidos en Japón, solo como antesala para una invasión de tropas; y que la evangelización no tenía más sentido, que la futura incorporación del Japón al reino de España y Portugal. Tras escuchar estas palabras, Hideyoshi, tomó terribles represalias contra los católicos; mandando martirizar en 1597 a veintiséis cristianos en Nagashaki (seis frailes franciscanos españoles y novohispanos, tres hermanos jesuitas japoneses y dieciocho asistentes japoneses de los frailes). Entre estos torturados, crucificaron a uno de los pasajeros del barco San Felipe; que tras el naufragio, fue recogido por las gentes del Mikado. Así, después de que su despreciable capitán narrase aquellos hechos; llevaron hasta Nagashaki a este joven nacido en Nueva España (llamado San Felipe de Jesús). Donde fue martirizado junto a otros veinticinco padres católicos; casi todos terciarios franciscanos nativos del Sol Naciente. Ese ritual de sacrificio, fue una represalia tomada por Hideyoshi, con la intención de aterrorizar a los cristianos y a los bautizados; para que unos abandonasen Japón y los segundos, su nueva fe.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de la exposición sobre arte Nambán, que el Museo Nacional de Artes Decorativas celebró en el año 2013 (agradecemos al museo nos permita divulgar nuestras imágenes). Arriba, arca Nambán fechada entre 1580 y 1620; propiedad del Museo Catedralicio y Diocesano de Pamplona. Abajo, Magnífica caja de nácar (madreperla) y laca, estilo Nambán -1580/1620-. Propiedad de a parroquia de San Miguel y San Julián de los jesuitas, en Valladolid; que más tarde analizaremos. Imagen tomada en la exposición sobre arte Nambán, que el Museo Nacional de Artes Decorativas celebró en el año 2013: Lacas Japonesas.



Para terminar este epígrafe. redactaremos una breve biografía del capitán Adams; un inglés que llegó al Japón en 1600 y que logró hacerse con la amistad de Shogun Tokugawa I. Llegando a ser su intérprete y asesor para todo asunto marítimo; dejando el gobernante desde entonces, a los jesuitas. Realizando este marino británico una labor de zapa y desprestigio de los sacerdotes y de los hispano-portugueses; un hecho que motivó -en gran parte- la expulsión de los católicos del Mikado.

c) William Adams (de pirata a samurái): Finalmente entraremos a relatar la vida de este extraño hombre; cuya personalidad tantas contradicciones provoca. Pues tras nacer en el año 1564 en Inglaterra; sirvió en la Marina inglesa al mando de Sir Francis Drake. Famoso pirata, galardonado por cuantas vidas sesgó y tantas naves como robó; a países considerados enemigos de la corona británica (principalmente españoles). En 1588, William Adams participó en la lucha contra la Armada Invencible, lo que -parece- le imprimió una animadversión enfermiza contra el reino de Felipe II. En 1598, observando el gran negocio que había en el mercado de Indias, se enroló como capitán en un buque de Roterdam. Aunque su misión inicial era comerciar por las tierras de América; para ir a Japón, tan solo si no lograban las debidas ganancias en tierras del Nuevo Mundo. Pese a ello, decidieron directamente aventurarse a pasar el Estrecho de Magallanes, aunque en esta travesía perdieron varios navíos. Más tarde y llegando a las costas de Ecuador, quiso Adams seguir hacia Japón; argumentando que los españoles podrían atacarles por estar en las cercanías de Nueva España. Se dirigieron al Mikado, pero perdidos durante veinte meses en el Pacífico, arribaron en 1600 a Kyusu (isla japonesa del Sur); quedando en la nave solo veinte, de los cien hombres que iban como tripulación inicial.

Desembarcaron en Bungo -hoy Oita, al Este de Kyusu-, casi en estado de náufragos; y los portugueses les denunciaron, argumentando que se trataba de un buque pirata (sin licencia de comercio, ni bandera que le permitiera navegar por estas islas). Todos los tripulantes fueron encarcelados por Tokugawa Ieyasu (incluido el capitán); incautando el barco, con su carga. En marzo de 1600 William Adams fue interrogado tres veces, por el futuro Shogun Ieyasu; pero el ingenioso inglés se las arregló para presentar sus respetos, prestarle sus servicios; exponiendo que podía enseñar mucho a los japoneses sobre náutica, matemática y construcción naval. Además de asesorarles sobre la situación de los reinos europeos, sus mandatarios y las intenciones de estos monarcas, en Oriente. Recalcó ante Tokugawa I, que su país era enemigo de España, enseñando un mapa Mundi; para explicar el modo en que habían llegado hasta Japón y los pormenores de Europa. Ante tales exposiciones del piloto inglés, los jesuitas pidieron que se le castigase como un pirata; lo que levantó las sospechas de Tokugawa Ieyasu, que decidió perdonarle. Considerando inhumano el consejo de los sacerdotes (al verles solicitar la ejecución); argumentando el Daymío, que no hicieron daño al país al naufragar en sus costas. Más aún, gracias a ello, les habían incautado una valiosa mercancía, con cañones y balas.

Dos años después, tras ser nombrado Tokugawa Ieyasu, Shogun (en 1603); pidió ayuda a Adams para construir barcos de tipo occidental. Logrando el piloto británico montar dos enormes galeones de más de 120 toneladas, tras lo que el mandatario quedó fascinado; abriendo las puertas de su palacio al inglés. A partir de esta colaboración con los japoneses; Willam Adams actuó como hombre de confianza del Shogun, obedeciendo sus órdenes; orientándole en materia de náutica y comercio marítimo. De este modo, el extranjero, en 1608 se puso en contacto con el Virrey de Filipinas, para que Japón estableciera comercio con tierras hispanas, a través de los puertos de México. Así fue como Tokugawa I decidió nombrarle samurái y asesor para todo tema relacionado con las potencias europeas; aunque le prohibió salir del Japón. Además, sustituyó al padre jesuita Joao Rodrigues, como traductor del mandatario. Ante tantos honores que le otorgaba, el Shogun dictaminó que William Adams había muerto; y que en Japón había nacido el nuevo samurái: Anjín Miura (Miura, el piloto). Este hecho le impidió volver con su mujer a Inglaterra; aunque como tras su fallecimiento, ella había quedado viuda, se le mandó una pensión desde 1613. Además, la ventaja de su nuevo nacimiento, fue que le permitió casarse otra vez en Japón; contrayendo matrimonio por amor, con una joven llamada Oyuki, que le dio dos hijos (Suzzane y Joseph).

Tras su labor como asesor del Shogun, los jesuitas quedaron en segundo plano y Adams logró que Japón concediera a Holanda, el permiso de comercio libre en sus Islas. Por lo que tras salvar los problemas de náutica y construcción de naves que soportasen el viaje; los flamencos realizaron expediciones, desde 1609. Más tarde, consiguió que se introdujeran los ingleses, facilitando que una nueva Compañía, pudiera llegar hasta el Japón. De tal manera, permitió que en 1613 el Shogun diera licencia a los barcos británicos, para comerciar con el Mikado. Finalmente se colocó como gerente de la Compañía de las Indias, en Japón; pues pese a estar colmado de honores, Adams no tenía dinero. Pero el interés de los ingleses por el mercado japonés era mínimo; por cuanto apenas mandaron barcos hasta estas islas. De este modo, el famoso capitán terminó sus días organizando mercancías y comercio, con productos de China y otros países cercanos.

En cuanto a su relación con los jesuitas, Adams era considerado un protestante; e intentaron convertirle al catolicismo. Principalmente cuando supieron de la transcendencia que tenía sobre el Shogun; pero al ver que no se bautizaba, le ofrecieron salir del Japón y darle pasajes gratis (pese a la orden de Tokugawa para que no abandonase el país). Sea como fuere, la torpeza continua de los sacerdotes, junto al deseo de venganza del inglés (que no dejaba de criticar a españoles y portugueses). Hizo que cada día el Shogunato tuviera una mayor animadversión contra los católicos. Así fue como Tokugawa, en 1614, obligó a los jesuitas abandonar tierras nipponas; exigiendo a los japoneses bautizados que abandonasen su fe. Todo parece que se debió fundamentalmente, a la mala situación generada entre el capitán Adams y los sacerdotes católicos. Una animadversión mutua, que no tuvo arreglo posible. Quizás su origen primigenio estuvo en el odio permanente entre Inglaterra y España; potenciado por la batalla de La Armada Invencible (en la que participó William Adams). Pero, a mi juicio, este hecho se podría arreglar, si los jesuitas no hubiesen pedido a Tokugawa que ejecutase al capitán inglés y a sus hombres; cuando aparecieron casi naufragando, en las playas de Japón (extasiado y enfermo). Habiendo considerado el Shogun un hecho de extrema crueldad que le pidieran aplicar pena de muerte a esos veintiún marineros; que arribaron a sus costas en tan lamentable estado. Todo lo que quizá fue el motivo para que los japoneses desconfiasen de los sacerdotes; y para que aumentase la inquina de Adams hacia los católicos.

Sea como fuere, sin duda alguna William Adams incitó a los mandatarios japoneses para que desconfiasen siempre de los cristianos hispano-lusos. Pese a ello, no podemos considerar que actuó movido por el odio y como inglés enemigo de España. Pues tras su llegada a Japón, el británico sufrió un enorme proceso de modificación, cambiando su personalidad hacia comportamientos nippones. Así lo relatan sus compatriotas. Cuando quedaban asustados ante él; considerando que se trataba de un “iniciado” que había transformado su conducta y credo, hacia modos del Japón. Comportándose como un súbdito del emperador del Sol Naciente y llegando a ser incapaz de comprender las conductas compulsivas de los occidentales. Por todo ello, debió ser un personaje cuyo juicio y valores tendrían un enorme peso en la corte del Shogun. Opinión, que seguramente llevó a los Tokugawa, intentar que los portugueses y españoles abandonasen sus islas; pasando definitivamente a cerrar el país a todo extranjero.

Estos hechos, unidos a las diferencias entre japonenses bautizados y los no creyentes; provocaron la crisis final de 1637, que terminó con a sublevación cristiana de Shimabara -en las proximidades de Nagashaki-. Donde murieron más de treinta mil cristianos nativos del imperio, a manos de las tropas de Tokugawa III. Tras ello, apostataron unos trescientos mil convertidos y los fieles que no lo hicieron, pasaron a realizar el culto y mantuvieron la fe, de un modo clandestino. Llegando a conservar aquella religión oculta durante más de cuatrocientos años; por lo que en la actualidad, aún podemos encontrar en Japón escuelas y familias, que siguen siendo católicos desde los edictos de erradicación -de 1637-.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arcón nambán del siglo XVI; tal como se exhibía en la exposición Lacas Japonesas (2013, Museo de Artes decorativas de Madrid).



E) MERCADO Y PERIODO NAMBÁN:

1º) Etimología de NAMBÁN:

No estamos de acuerdo con el sentido que la mayoría de los expertos dan a la palabra NAMBÁN (o bien “nanbán”); haciendo ver en esta expresión, un término xenófobo o peyorativo. Pues creemos que el vocablo no tiene realmente la raíz que se menciona; al considerar que “Namban” es una expresión despectiva, indicando “bárbaros del Sur”, y refiriéndose a los portugueses llegados en el sigo XV. Ya que el origen de la palabra, se sitúa mil ochocientos años antes de que arribasen europeos a mares nippones. Pese a ello, muchos se obcecan en afirmar que NAMBAN nace de la voz “javan-jin”, que en japonés significaría “salvaje” (“persona sin civilizar” = javan + jin). A la que se suma la raíz “NAM”, cuya traducción sería del “SUR”. Debido a ello, traducen comúnmente NAMBAN, por “bárbaros del Sur”. Dando a este término un significado insultante y haciendo creer que los japoneses llamaban así a los visitantes llegados de occidente, por considerarlos “salvajes”. Pero a nuestro juicio, no es este el significado, ni el sentido de NAMBAN; que procede de palabras chinas ya aceptadas en el siglo III a.C.; y de símbolos kanji, escritos mil ochocientos años antes de que los hispano-portugueses pisaran por primera vez Japón. Siendo así, podemos comprobar que entre los chinos del siglo III a.C., para referir los peligros “extranjeros” que les rodeaban; usaban cuatro denominaciones: La primera era DONGYÍ; o “bárbaros del Este”, que incluye a los japoneses (denominados por ello “Toi”, como diminutivo de “Dongyí”). La segunda fue NANMÁN, que refiere a los bárbaros (enemigos) que rodeaban el Sur de China (hindúes y malayos). Siendo los HOKU-TEKI, los extranjeros que tenían en la frontera Norte (mogoles). Mientras los bárbaros del Oeste (persas y otras tribus indoeuropeas) eran denominados SEI-JU o bien XIRONG -quizás como deformación de la voz “asirio”, “Asur”-.

De tal manera, la palabra NAMBAN no fue un término que los japoneses acuñaron, al ver llegar a los portugueses y españoles, a mediados del siglo XV (tal como se dice comúnmente, cuando se explica el sentido de esta palabra). Menos aún, es una voz despectiva, que se refiere a “bárbaros del Sur”; debido a que llegaban sin lavarse, malvestidos y con costumbres repugnantes (tal como algunos occidentales justifican, al querer ver en NAMBAN una expresión peyorativa). Sino, en verdad, esta voz es antiquísima (del siglo III a.C.) y refería a los extranjeros o extraños; que venían o vivían en la frontera Sur de China. Por todo ello, muchos siglos después; los nippones aplicaron este nombre a quienes aparecieron en las islas meridionales japonesas, en el 1543. Tal como denominaban siglos antes, a los malayos o a los indochinos; quienes también arribaban por el Sur. Aunque con el tiempo, la palabra cambió de sentido; acuñándose un nuevo significado desde la etapa Tokugawa, pudiendo considerarse que tras la venida de los portugueses, NAMBAN fue ya un sinónimo de “occidental” (sin ningún sentido despectivo). Ya que en un principio, los hispano-lusos llegados al Sur de Japón; fueron acogidos con enorme curiosidad y gran cariño. Por cuanto, es absurdo considerar que la voz NAMBAN sea un término insultante; a menos que deseemos crear prejuicios iniciales, al referirnos a la civilización del Sol Naciente y a este periodo de contacto.

Pese a lo que hemos explicado; casi todos los textos nos dirán que Nambán debe ser traducido como “bárbaros del Sur”. Debido a que los nippones se asustaron de las narices, las barbas y las costumbres de estos recién llegados a sus islas. Pero no es así, y por Namban hemos de entender “occidental”; siendo más exacto considerar la expresión, un sinónimo de “portugués” o “español”. Porque -como ya hemos expuesto- antes de la llegada de los europeos a las islas nipponas, el término refería a los extranjeros del Surdeste asiático (malayos, indochinos etc). Pero con la aparición de los portugueses en Tanegashima y su establecimiento más tarde en Kyusu; en el siglo XV, Nambán se convirtió en voz homónima de “occidental” y sin ningún tono despectivo. Otra cosa, es que tras la expulsión de extranjeros del Japón -con la ley Sakoku, de 1639-; se “contextualizase” de nuevo la palabra, intentando demostrar que aquellos a quienes se había cerrado el país, eran “salvajes” o “incívicos”. De cuanto pudo surgir la idea de que Nambán signifique “bárbaro del sur”, refiriendo a gentes brutas, atrasadas y de costumbres rudas. Pero repetimos que no es así; y por mucho que en todos los textos occidentales se traduzca NAMBAN por “BÁRBARO DEL SUR”, su verdadero significado es el de “hispano-portugués” o bien “occidental”. Del mismo modo que entre los griegos el término “bárbaro” señalaba simplemente a los “extranjeros”; aunque finalmente y por efecto de Roma, se entendió como “bárbaro” a “un salvaje” o “un incívico”. Así pues y de forma inversa, la voz “Nambán”, originariamente designaba a los “bárbaros”. Pero cuando se usó ya en el siglo XV para definir a los hispano-lusos, arribados en los mares japoneses; significó “occidental” o bien “portugués y español”. Sin ningún tono peyorativo y añadiendo un sentido de exotismo y belleza a su concepto -puesto que se consideraba muy elegante el contacto y las mercancías que importaban los europeos-.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos mapas que ilustran bien nuestro relato. Arriba, zona sur del Japón, plano editado por J.H. Colton en 1855 (Nueva York). Lo hemos cortado, con el fin de recoger las principales áreas en las que se asentaron las misiones de los jesuitas. De este modo, vemos destacadas: Tanegashima (donde arribaron en 1543); Kagoshima (donde establecen numerosas iglesias). Nagashaki (gran ciudad, donde se expande el cristianismo y fue testigo de dos martirios -en 1597 y en 1622-. Yamaguchi, donde llegó San Francisco Javier predicando en 1550, convirtiendo a numerosos nobles. Abajo, mapa mundi que recoge Alicia Arabel Duerto, en su tesis sobre arte Namban (8) -a la que agradecemos nos permita divulgarlo-. Observemos las dos rutas por las que viajaban los barcos españoles (en negro) y portugueses (en azul). Coincidiendo ambos caminos y su destino final, en el puerto de Nagashaki.



                        

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de biombos Nambán, pintados por la escuela Kano -para Japón- encargados por nobles de las islas. En ellos se contienen escenas con la llegada a las playas del Sur, de esos barcos portugueses a los que llamaban “naves negras” (KURO FUNÉ); porque se pintaban con alquitrán -totalmente embreadas, para su impermeabilización-. Arriba, detalle de un biombo, propiedad del Museo Nambán de Kobe (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). En este vemos la llegada del barco negro (kuro funé); donde se descarga un tigre en una jaula y un caballo de tipo cartujano (español). En la escena aparecen personajes de piel oscura (tal vez portugueses, o sus sirvientes de Goa); junto a tres señores japoneses, ataviados con “gola”, “jubón”, capa y gorros del tipo europeo. Frente a ellos, lo que parece un sacerdote jesuita; con un manto, que luce una cruz y un sirviente negro, a su lado. En el interior del barco, numerosos marineros (algunos con turbante) campan a sus anchas por el velamen y los mástiles, colgándose de los cabos; dando a entender que hacían verdaderos juegos circenses, mientras manejaban estas enormes naves.

Abajo, Otro biombo Nambán de la escuela Kano, japonesa. En este caso, la pieza fue vendida y exportada a Portugal, siendo propiedad en nuestros días, del Museo Nacional de Arte Antiguo, en Lisboa (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En su escena se observa otra llegada de barcos portugueses a puerto nippón, donde se representa (de izquierda a derecha). En los cuatro primeros paneles; la descarga de: Dos karabaos (toros del sur de Asia); dos bellas damiselas, que enseñan su pecho (quizás prostitutas); dos enormes perros; tres enjaezados caballos; un camello; dos galgos de caza; dos burros o grandes mulos; y sobre estos, lo que parecen felinos enjaulados. En los dos últimos paneles (a nuestra derecha), hay otra escena donde figuran sacerdotes, que intercambian palabras con los portugueses del barco, ataviados de negro y de forma occidental. Observándose como los que llegan del navío se dirigen hacia estos que lucen sotanas (claramente jesuitas) para ofrecerles sus respetos. Entre el resto de participantes, hay numerosos personajes con jubones y ropas aparentemente europeas, pero muy extrañas. Quienes son -sin duda- japoneses, que elegantemente visten a modo Nambán. Junto a ellos, otros nippones con trajes comunes a su cultura.



2º) Contacto y comercio (1543-1639):

Ya hemos narrado el modo en que llegaron los portugueses en 1543 y la forma en que lo hizo San Francisco Javier, tan solo seis años después. También hemos visto la velocidad con la que se extendió el culto cristiano por el Sur de Japón, y las consecuencias de ello. Pues algunos comerciantes protestantes transmitieron al shogunato, que esas conversiones no tenían realmente una función religiosa, sino eran la antesala de una invasión católica. Los Shogun (general primer ministro) y quienes servían al emperador, consideraron factibles las palabras insidiosas de estos ingleses y holandeses; sin pensar que realmente odiaban a España (por las incursiones con la Armada Invencible y los Tercios de Flandes). Comenzando con ello las persecuciones contra bautizados y terminando por expulsar a todo extranjero (en 1639). Tras ese aislamiento, tan solo los barcos y mercaderes procedentes de Holanda, lograron el permiso del gobierno nippón para comerciar; quedándose los neederlandeses de este modo, con la exclusiva de toda importación y exportación japonesa, durante siglos.

Pero antes del choque y del desastre de 1639; el contacto cultural fue un verdadero trasvase de sabiduría, ciencia y tecnología. Donde los japoneses aprendieron a fabricar mosquetones y armas de fuego; junto al arte de construir grandes barcos (tipo nao española). Disfrutando de los productos culinarios o de moda, que los europeos les traían. Mientras, los occidentales recibían materias valiosísimas, como fueron los muebles y enseres Nambán. Aprendiendo incluso a usar objetos tan modernos, como los “cleanex”. Pues los europeos, por primera vez, conocieron el “papel higiénico” en Japón; donde se usaba desde tiempo inmemorial; tanto para limpiarse la boca o los esputos, como para otras zonas del cuerpo... . Ni decir tiene el poco valor del oro y la plata para los nippones; metales a los que esta civilización apenas daba importancia, al no llamarles la atención “lo brillante”, ni “lo ostentoso”. Amando los japoneses más una flor, que una piedra preciosa; y valorando más un poema, que el metal noble. Siendo así, el contacto fue muy favorecedor; pues las culturas eran tan distintas, que podían hacer innumerables intercambios, sin rivalidad, ni competencia directa. Diciéndose que muchos de los comerciantes adquirían importantes piezas de cerámica en China -incluso restos de jarros antiguos-; para cambiarlas posteriormente por oro y plata, en tierras del Sol Naciente. Ya que los nativos del Mikado preferían una obra de arte, que todo metal precioso.

Tras la llegada de los portugueses en 1543 y la posterior aparición de Francisco Javiér en el sur del “Zipango”; el comercio entre los occidentales y los nippones fue monopolizado por un edicto de la corona lusa (promulgado en 1550). Ley cuyo mandato determinaba que solo podían mercadear con esta isla, los hidalgos portugueses; debiendo hacerlo desde Goa. El hecho principal que marcó la entrada masiva de mercancía y la aceptación de los productos europeos en esta fecha, fue que Japón estaba en ese momento viviendo una Guerra Civil. Por cuanto los diferentes Daimios (señores) enfrentados, pretendieron hacerse con la ayuda de estos portugueses, que les habían enseñado la fabricación de armas de fuego. Para ello, el Daimío del Sur, arrendó a perpetuidad a los jesuitas el puerto de Nagashaki; lugar que desde diez años antes había sido el enclave principal para la llegada y salida de naves occidentales. Arribando allí las famosas “Carracas” portuguesas que lograban cargar más de mil quinientas toneladas de mercancía -un peso, que para darnos cuenta de su importancia, es el de unos mil contenedores de “seis pies” modernos-.

Fueron estos enormes barcos, llamados por los portugueses “nao de plata”, los que denominaban en Japón, KURO-FUNE; porque estaban pintados de color negro, con brea. Una técnica llamada “calafateado” que tenía como fin impermeabilizar el casco, pero también servía para que estos no se divisaran desde lejos (impidiendo así, los piratas y los abordajes). El intercambio mercantil en Japón, no era solo de productos europeos; ya que debido al cierre de relaciones entre varios países asiáticos; los nippones adquirían en estos grandes barcos lusos, sedas chinas, marfiles de La India, especias y diferentes mercancías de zonas donde los europeos establecieron puertos. Siendo muy de destacar el envío a Japón de animales exóticos (monos, pavos reales, tigres y etc), junto al de animales de uso o de lujo (fundamentalmente perros de caza, de guerra y caballos árabes o europeos). Todo cuanto narramos, se muestra en multitud de biombos Nambán (pintados en Japón, por encargo de nobles del archipiélago); obras fundamentalmente de la escuela Kano, y de los que muchos llegaron hasta Europa -conservándose algunos en colecciones de Lisboa y Holanda-.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos tomadas en la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas. Al lado, misal atril lacado Nambán, con el anagrama de los jesuitas (IHS), fechado entre 1580 y 1614 (propiedad del Museo N. de Artes Decorativas). Abajo, Budha con cruz de Amida (colección particular, Madrid). Crucifijo japonés del siglo XVIII, que presenta en su centro la imagen de Sidharta; lo que refleja el sincretismo mantenido en alguna escuela o “shuha” japonesa.



Como hemos dicho, desde 1581, Portugal y España fueron unificados en una sola nación, por lo que desde estos años hicieron presencia en los puertos nippones, grandes naos hispanas. En este caso, barcos de enorme tonelaje que procedían de México, siguiendo la ruta llamada del Galeón de Manila, que procedía de Acapulco y paraba en Filipinas; llegando hasta Nagashaki, para regresar a México y más tarde enviar su mercancía a Sevilla (desde El Caribe). Tanto fue así, que en 1592 ya había más comercio entre los españoles y los japoneses, que entre estos últimos y los portugueses; aunque en verdad, ambas naciones europeas eran ya la misma (pese a que sus misioneros no lo fuesen, pues los jesuitas no estaban regidos por un igual régimen legal; perteneciendo a diferentes provinciales, si procedían de Goa, de México y Manila). Como consecuencia de la adhesión a España de los Países Bajos, los holandeses, pronto quisieron participar en este comercio. Apareciendo sus naves en puertos japoneses, todo lo que vició las relaciones ente los extranjeros y los habitantes del Mikado; resultando evidente que la animadversión de los habitantes de Flandes hacia los españoles, minaría los contactos.

Para comprender los motivos que llevaron a pensar a los gobernantes nippones que los hispanos eran tóxicos, hemos de pensar en la llegada a Japón de barcos holandeses y en el contacto de estos flamencos con el shogunato (generales primer ministro). Debido a que España mantuvo una guerra de independencia en los Países Bajos, que perduró durante ochenta años. En un reino de Flandes, que había sido anexionado como territorio perteneciente a Carlos V. Por lo que comenzaron las revueltas de los neerderlandeses en 1568 (al poco de morir el emperador Carlos); sin parar hasta que se firmó la Paz de Westfalia en 1648. El hecho cierto es que los holandeses aparecieron en Japón desde el año 1600; precisamente cuando Felipe II buscaba una tregua con ellos. (armisticio que se firma finalmente en 1609 y que se mantuvo hasta 1622). Pues en verdad, el imperio español se estaba desangrando en Flandes; sobre todo desde estas fechas -1601- cuando Francia había extendido su poder hasta el Norte de Italia, cortando el Camino Español (ruta que seguían los Tercios en dirección a Flandes). Por lo que aquellos holandeses, que se resistían a Felipe II, vieron más posibilidades de vencer y debilitar a España, ampliando miras. Siendo este el momento en que aparecen sus barcos en tierras del Japón; con el apoyo de los ingleses. Logrando los flamencos hacerse con la confianza del shogun Tokugawa Ieyasu, al destacar que ellos no eran católicos y no tenían relación con los jesuitas (sin desear evangelizar a nadie). Explicando asimismo, que los hispano-lusos dominaban en ese momento casi todo el Planeta; desde Flandes a Argentina y de México a Filipinas. Por lo que esas conversiones por millares de japoneses a la fe cristiana, eran solo la antesala de una futura invasión hispana.



SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba. Cofre Nambán, fechado hacia 1600; que vimos en imágenes anteriores; tal como se exhibía en la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas. Abajo, magnífico bargueño (papelera) de estilo Nambán, fechado hacia 1600. Foto tomada en la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas, al que agradecemos nos permita divulgarlas.



Todos los hechos expuestos se complicaron con la intervención de Felipe II en Inglaterra y la derrota de la Armada Invencible (en 1688); momento en que los ingleses se proponen llegar también al Japón y hasta los confines de América. Así fue como los británicos en 1594 deciden ir a Malasia y Extremo Oriente, vía El Cabo de Buena Esperanza; logrando culminar el viaje de ida y vuelta. Después de algunas expediciones, fundaron en Londres la famosa Compañía de Indias (año 1599), dejando así de depender para su comercio, de los hispano-lusitanos y de los holandeses (que les hacían llegar toda mercancía asiática). Durante su primera época y hasta 1612, la Compañía de Indias Orientales, actuaba en viajes separados; fletados por diversos particulares que se “jugaban” su dinero y recibían sus ganancias (principalmente comerciando especias). En este periodo tan solo se hizo un viaje por año, pero desde 1612 el rey de Inglaterra decidió que actuase como una empresa pública y para ello asentó puertos en La India (pese a los combates contra portugueses, que se negaban a que se establecieran en la zona). Años después la armada británica pudo ir ganando plazas en los mares de Asia, hasta que en 1632 se hicieron fuertes en Bengala -mientras los portugueses y españoles eran expulsados de Japón-.

Por su parte -como hemos dicho- los holandeses desde el 1600 lograron establecer contacto con diversos señores japoneses, llegando a obtener privilegios especiales del shogun, en 1609. Desde este momento, su función no fue tan solo comercial, sino se dedicaron a piratear y asaltar todo navío español o portugués, impidiendo el libre comercio entre Iberia, Nueva España y Oriente. Algo que lograron, pues al parecer tenían acceso directo con el shogun Tokugawa Ieyasu; exponiendo de continuo los peligros que había con las conversiones de católicos japoneses, como forma de una progresiva invasión hispano-portuguesa (a través de la evangelización de los jesuitas). Todo ello creó un enorme recelo en la familia Tokugawa, haciendo que el hijo y heredero (Hidetada) desconfiara plenamente de los católicos; provocando que Iemitsu Tokugawa III (el nieto de Ieyasu), dictara orden de persecución, tanto como favoreciera las ejecuciones y torturas. Prohibiendo finalmente el cristianismo, ese shogun III de los Tokugawa y pasando a cerrar el país con la famosa ley Sakoku -en 1639- (9) . Aunque tras el aislamiento del Japón, los holandeses lograron permiso para poder arribar a un enclave y seguir comerciando con Europa. Ese puerto llamado Dejima, fue construido en la bahía de Nagashaki de manera artificial, en el año 1634; para dejarlo como único baluarte donde a partir de ese año, podrían atracar los portugueses. Pero tras la revolución de 1637 (Rebelión de Shimabara), Dejima se cerró a los occidentales. Aunque finalmente, fueron los holandeses quienes tuvieron autorización para arribar hasta este dique; que permaneció abierto para ellos durante más de doscientos años. Tan solo a disposición de los chinos y de los neerdanleses; únicos que tuvieron acceso al mercado nippón hasta la apertura del país, en la era Meiji (a mediados del siglo XIX).



SOBRE ESTAS LÍNEAS: Miniatura que representa a San Francisco Javier, realizado por Francisco del Pino, en México hacia 1790 (propiedad del Museo de América, Madrid); tal como se exhibía en la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas. Está trabajado en lacas japonesas, y se trata de un ejemplo donde se comprende perfectamente cómo el estilo Nambán siguió teniendo influencia en los virreinatos de Nueva España; varios siglos después del cierre de Japón.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, arca lacada Nambán (entre 1580 a 1630); propiedad de la parroquia de EL Salvador, en Pedroso; La Rioja. Abajo, otro cofre Nambán, de igual datación y propiedad de la iglesia de Santa Eulalia; Segovia. Imágenes, tal como se exhibían en la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas.



3º) El Galeón de Manila y el San Felipe:

También llamada Nave de Acapulco o de La China; era un famoso barco que unas dos veces a año cruzaba desde la costa Oeste de México (Nueva España), llegando a Manila, y que en ocasiones hizo escala en Nagashaki. Su existencia se debió al hallazgo de un camino de regreso seguro, desde Filipinas a México; cruzando en el Pacífico por un punto llamado “corriente de Kuroshio” (a la altura de Japón). Una singladura que tardó tiempo en conocerse, pero fue altamente útil; debido a que el retorno desde Asia a América sin valerse de este “pasillo” era verdaderamente arriesgado. Tanto fue así, que el viaje de ida -desde México a Manila- duraba entre dos y tres meses. Mientras el tornaviaje, venía a necesitar entre cuatro y seis meses; debido al obligado desvío hacia el Norte, para seguir rumbo a América, a la altura de Japón (logrando así buenos alíseos y evitar enormes temporales). Fue descubierta esta ruta siguiendo la “corriente de Kuroshio”en 1564; cuando en un viaje desde Cebú a Acapulco, capitaneado por Legazpi; Andrés de Urdaneta pudo comprobar que subiendo hacia el Norte de las Filipinas y luego marchando al Este, se llegaba con mayor facilidad a las costas de América.

De tal manera, esta línea comercial llamada Galeón de Manila, se inició en 1565; manteniéndose abierta hasta 1800. Aunque en verdad, fue con la independización de México, cuando anuaron aquel trayecto comercial (en 1821). Durante esos dos siglos y medio, el Galeón que llegaba a Acapulco; se complementaba y unía a otras las naos que partían desde el Caribe (Veracruz), con destino a La Habana y Sevilla. Llevando las cargas, desde los puertos del Pacífico, hasta los del Atlántico. Trasladando las importaciones desde Asía; haciéndolas llegar hasta el litoral Oeste de Andalucía. Siendo tan importante las mercancías transportadas desde Manila, China o Japón -vía México-; que los comerciantes sevillanos pidieron al rey la autorización de un máximo de dos viajes anuales, al referido Galeón. Esas valiosas cargas que venían a España, se componían de especias, marfil, seda, porcelanas y objetos en laca (llegando así los enseres Nambán). Debido a que solo podían realizar dos viajes anuales, aumentaron su cabotaje de un modo insuperable, llegando a crear naos de dos mil toneladas de capacidad (lo que hoy en día supondría unos mil quinientos contenedores de “seis pies”). A su vez, estos galeones, llegaban a transportar más de mil pasajeros; lo que les permitía tener una enorme defensa en el interior, logrando comunicar permanentemente América, Asia y España -pudiendo enviar centenares de misioneros y militares de un Continente a otro-.

Sabemos que el Galeón de Manila pudo atracar en el puerto de Nagashaki desde 1609; debido a los trámites que realizó el capitán inglés antiespañol, William Smith -por orden del Shogun Tokugawa I-. Aunque gracias a los estudios de la profesora Kawamura, Yayoi; tenemos certeza de que estos barcos -o bien otros de bandera hispana-; operaban antes, en el mar del Japón. Pues como destaca esta investigadora de la Universidad de Oviedo, ya desde finales del siglo XVI Tokugawa deseó mantener un contacto comercial con España. Así lo destaca la Dra. Kawamura, recogiendo el modo en que en tras la muerte de Hideyoshi (1598); el que fue su sucesor y más tarde Shogun, quiso acercarse hasta los puertos de Manila; con el fin de establecer un enlace comercial permanente. Llegando a Filipinas emisarios de Tokugawa en los siguientes años (1598, 1599 y 1600), para finamente abrir el pacto de mercado a través del gobernador Rodrigo Vivero. Aunque tres lustros más tarde comenzó a perseguirse severamente el cristianismo en tierras japonesas; una crisis que no supuso el fin del comercio entre los de Tokugawa y Filipinas. Tanto, que el año 1619 fue uno de los más fructíferos en envío y trasvase de mercancías marítimas entre España y Japón. Todo lo que incluso hizo que se estableciera un puerto solo para buques hispanos en Kantoo (al sur del Mikado); mientras crecía una colonia de marineros nippones en Manila -tal como explica la Prof. Kawamura; ver cita (10) -

Pese a todo, el hecho más importante sobre este navío que viajaba de Acapulco a Filipinas; es que su presencia cambió la economía de China. Pues transportaba gran cantidad de plata desde Potosí y de México, hasta Asia; lo que permitiría al emperador chino cambiar su sistema de mercado, desde el trueque a la moneda. De este modo, al confirmar los mandarines que anualmente tendrían una cantidad suficiente de plata; para acuñar a troquel el dinero necesario. Pudieron modificar la forma de pago de impuestos; que hasta la época se cobraba de un modo ancestral: Trocando el valor de las tasas, en género (trigo, arroz, fruta en caso de agricultores y objetos fabricados o enseres, para los que vivieran de la industria). Así fue como emperador de China tuvo un contingente anual de plata, abastecido por famoso Galeón de Manila; pudiendo exigir a sus súbditos que cambiasen los productos por monedas. Obligando desde esta época, al pago de impuestos en dinero (plata) a la población del imperio. Terminando de ese modo con un sistema impositivo ancestral y problemático, como fue el del trueque en mercancías; tal como antes del Galeón se hacía en China (11) .

En lo que se refiere a Japón, este barco que viajaba desde Manila a Acapulco, también cumplió una función primordial. Aunque su presencia en tierras nipponas tuvo un terrible golpe de mala suerte, en el año 1596, como ya hemos expuesto anteriormente. Cuando se hundió el Galeón San Felipe (12) , junto al mar del sur japonés; pudiendo conocer el Daymío Hideyoshi, la riquísima carga que llevaba. Quien al tener noticia de las valiosas mercancías que los japoneses recuperaron el San Felipe; quiso hablar con uno de sus capitanes. Un nefasto individuo que narró al que por entonces dominaba el Mikado, las enormes fortunas que se trasladaban en barcos, desde Asia y América, hasta España. Contando que esta nación gobernaba medio mundo; y lo había logrado mandando primero a los misioneros, para luego introducir sus ejércitos. Motivo por el cual Hideyoshi pensó que la evangelización era solo una antesala de la invasión; mandando martirizar a veintiséis padres católicos en Nagashaki en 1597. Pasando a decretar la expulsión de los sacerdotes cristianos, ordenando que todos salieran de tierras japonesas. Edicto de exilio que -como dijimos- en principio solo fue efectivo y aceptado por los franciscanos (permaneciendo los jesuitas, en las islas del Sol Naciente).






SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del fabuloso cofre Nambán que guarda el Convento de Las Descalzas Reales, de Madrid. 
Fotos de la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas (al que agradecemos nos permita divulgarlas).






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos detalles más del arcón Nambán de Las Descalzas Reales, de Madrid. Esta pieza se mantiene desde época de Felipe II en la Sala Relicario; desde que allí la dejase la hermana del rey (Juana de Austria), madre del rey Sebastián de Portugal. Monarca que más favoreció a los jesuitas, promoviendo la llegada de esta orden a Asia. De que hablamos extensamente en nuestros últimos capítulos Fotos de la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas (al que agradecemos nos permita divulgarlas).






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, cofre Nambán propiedad del Museo de la Iglesia de Vilanova de Lourenzá; Lugo. Abajo, arqueta magnífica Nambán (hacia 1610-1620), propiedad del Museo de las Ferias de Medina del Campo. Fotos de la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas (al que agradecemos nos permita divulgarlas).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, arqueta Nambán, propiedad del cabildo de la Capilla Real de Granada. Abajo, arquilla Nambán propiedad del Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria. 
Fotos de la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas (al que agradecemos nos permita divulgarlas).






4º) El hundimiento del Galeón San Felipe en aguas japonesas (1596):

De nuevo incidimos en este hecho, que marcó el declive de los católicos y de su misión en Japón. Sucedido cuando uno de los grandes navíos que cruzaban desde Manila, rumbo a Acapulco, zarpó de forma tardía (después del verano); por lo que en el trayecto, comenzó a sufrir tormentas y se vio obligado a retroceder hacia tierras japonesas -buscando refugio-. Finalmente, un 19 de octubre de 1586, el San Felipe encalló en la bahía de Urado; con un cargamento que se estimaba en más de un millón de pesos (lo que podemos valorar hoy en diez millones de euros). Después de pasar por tres tifones, pero logrando llegar a la famosa la corriente de Kuroshio; que empujaba las naves desde el mar japonés hasta las costas de México. Desarbolado y sin velas, se vieron ya cerca de Kyoto y decidieron acercarse a la capital de la corte; aunque la tripulación advirtió que el puerto donde paraban los occidentales era Nagashaki. Pese a ello, el capitán había oído que seis años antes Hideyoshi había permitido establecerse a los franciscanos en sus tierras; llegando varios sacerdotes filipinos de esta orden, a las cercanías de Kyoto. Por cuanto, confiado del buen trato y hospitalidad que iba a recibir por parte de la corte, decidió entrar en la bahía. De la que muy pronto fue rechazado y obligado a salir; llevándoles el mar a la deriva, hasta Urado. Donde encalló el barco y quedó semihundido.

Quienes les atendieron en tierra, creyeron que eran piratas y al verse maltratados, el capitán del buque mandó que algunos franciscanos llegasen hasta Hideyoshi, dando cuenta de la situación que vivían. Informando asimismo de que el cargamento del San Felipe había sido “extraído” del casco; confiscado y enviado a Kyoto, en cien naves especiales. Mientras todo aquello sucedía, uno de los grandes comisionados de Hideyoshi permaneció con los españoles, observando cómo se comportaban (pues en el Mikado llamaba la atención el gusto de los hispanos por apostar, danzar y cantar). Vieron que se divertían, jugaban a las cartas, bailaban y hacían concursos de esgrima. Pero cuando los componentes de la tripulación se sintieron seguros y bien atendidos, el comisionado decidió tomar como confidente a uno de los comandantes del San Felipe, llamado Francisco de Olandía (al que debió facilitar comida en gran cantidad y mucha bebida). Le transmitió estar muy interesado sobre todos los pormenores de España y preguntó a Olandía su lugar origen, por qué venían y cual era su misión. Parece ser, que entonces, el insensato tripulante del buque español, realizó un mapa mundi; exagerando todas las tierras que pertenecían a España y Portugal (unidos por entonces). Asimismo, narró que ambos reinos estaban unificados desde 1580; siendo los más poderosos y ricos países jamás conocidos. Para terminar contado Olandía, que el método de conquista por los cristianos se basaba en mandar primero a los misioneros. Ya que una vez evangelizados, todos los pueblos se sometían al rey de España y Portugal. Por lo que tras a conversión de las gentes, enviaban a sus ejércitos para tomar posesión de esos territorios cristianizados; que así esperaban la llegada de los representantes de su señor.





SOBRE Y JUNTO ESTAS LÍNEAS: Imágenes de dos cofres Nambán fechados hacia 1600 y propiedad del Museo Nacional de Artes Decorativas. Arriba y al lado, foto tomada durante la exposición “Lacas Japonesas” (2013) de una de ellas.



SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, detalle del arcón que hemos visto antes. Abajo, otra de las grandes arcas, también en exposición permanente del Museo madrileño de Artes Decorativas (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes).





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotos de la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Al lado, arca Nambán (1580-1630) propiedad del Museo Catedralicio y diocesano de Pamplona. Abajo, arca Nambán de igual época; perteneciente al Museo de Tudela. Palacio Decanal de Navarra.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: 
Fotos de la exposición “Lacas Nambán”, celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Imágenes de un gran baúl de estilo Nambán Tardío; fechado hacia 1775 y con decoraciones ya influenciadas por muebles de estilo chino. Es propiedad de la Fundación Don Álvaro de Bazán (Madrid) y en este cofre ya se observan trazas de lo que se fabricaría comúnmente para la Compañía de Indias Orientales (holandesa e inglesa). Al lado, detalle superior de la pieza que vemos abajo.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, Ruta del Galeón de Manila (o Acapulco); tal como la enseña el Museo de Arte Oriental de Valladolid 
-PP Agustinos-; al que agradecemos nos permita divulgar la imagen. En ella vemos el trayecto de ida, directo entre México y Filipinas; aunque la vuelta debía hacerse subiendo por la ruta hallada gracias a Urdaneta; subiendo hasta el mar del Japón, para tomar los vientos que condujeran a América. Abajo, biombo Nambán con el Mapa Mundi; en su lado inverso -que no vemos- representa las principales ciudades de occidente (Lisboa, Madrid, Roma y Alejandría (o bien Constantinopla). Fechado hacia 1640, es propiedad del Museo de la Ciudad de Kobe (Kobe Shiritsu, Hakubutsukan) al que agradecemos nos permita divulgar la imagen.



Parece ser que el comisionado de Hideyoshi entró en cólera cuando el comandante Olandía explicó que Portugal y España estaban unificados desde 1881 en un solo reino. Tanto fue así, que al oírlo no lo quiso creer y preguntó al resto de alféreces del navío hundido. Quienes se vieron en la obligación de exponer que tras la muerte de Sebastián de Portugal, Felipe II de España había pasado a reinar en el país vecino. Sintiéndose engañados los japoneses, porque los jesuitas afirmaban siempre que los hispanos y los lusos venían de dos naciones distintas (lo que se entiende, porque las diócesis eclesiásticas eran distintas y Japón pertenecía a la de Macao; estando fuera de dominio hispano). Transmitieron a su señor Hideyoshi lo descubierto y hablado con el indeseable comandante Olandía. Así fue como el Daymío, reaccionó con enorme inquina hacia los católicos; resolviendo que aquellos misioneros no eran más que un servicio de espías y de inteligencia, que preparaba una invasión. Luego, mandó reunir a cuantos clérigos había en las cercanías de Kyoto, para tomar represalias; pero al sentir que los jesuitas eran muy queridos por la población, prefirió excluirlos. Decidiendo finalmente reaccionar contra los franciscanos, que procedían de Manila y por lo tanto de España; sin atreverse a actuar del todo contra aquellos que pertenecían a la Compañía de Jesús.

De este modo tras interrogar a unos y otros sacerdotes; los comisionados y Hideyoshi eligieron a veintiséis clérigos, para sacrificar públicamente y dar un escarmiento a los católicos (con el fin de que los bautizados nativos dejasen su fe y para evitar más conversiones). Así fue como tomaron preso a un pasajero del San Felipe, originario de Nueva España (un joven franciscano llamado Felipe de Jesús); al que unieron otros dieciséis franciscanos terciarios japoneses. Junto a ellos, capturaron a seis frailes más -también franciscanos- y a tres jesuitas nippones; que incluyeron por error (según afirmaban los organizadores de la matanza). Todos estos infelices fueron llevados encadenados desde Kioto a Nagasaki y expuestos a la población; donde les crucificaron el día 5 de febrero de 1597. Después de ser clavados en la cruz; les fueron preguntando si apostataban. Pero al recibir la negativa como respuesta, lancearon uno a uno; muriendo de ese modo los veintiséis primeros mártires de Nagashaki.

Después de esta ejecución ejemplarizante, a los pasajeros y tripulantes del San Felipe se les advirtió de que deberían ser ejecutados como piratas (principalmente los comandantes). Aunque se les perdonó la vida, si regresaban a sus tierras de origen; siendo repatriados desde Filipinas. En lo que se refiere a la carga de este Galeón de Manila, ya dijimos que fue incautanda por Hideyoshi, que la utilizó en su mayor parte para invadir Corea -poco después-. Finalmente, tras la incursión sin éxito en el país vecino, costeada con el botín sacado del referido Galeón de Manila; sobró una gran cantidad, que Hideyoshi regaló a sus nobles y al emperador. Además, este Daymío, decidió quedarse con unos sirvientes negros que viajaban en el barco español; dado que a los japoneses les parecían enormemente pintorescas las personas de color (gustando tenerlos en su séquito). Tanto, que el primer extranjero nombrado samurái, fue uno de estos africanos; en este caso uno traído por Valigniano hacia 1582 y que entró al servicio de Nobunaga, con el nombre de Yasuke. A quien el jefe y maestro de Hideyoshi, tomó como ayudante de batalla; debido a que medía casi dos metros de altura. Haciéndole pronto hombre de confianza, hasta el punto de que fue Yasuke quien le cortó la cabeza, mientras se inmolaba con sepuku (hara-kiri). Tras ello, el samurái de color peleó con fiereza; y quienes asediaron a Nobunaga, hasta provocar su suicidio, perdonaron al fiel Yasuke. Así fue liberado y después de la muerte de su señor, se dice que decidió volver a Mozambique -junto a los jesuitas y donde nunca más se supo de él-.

Continuando con Hideyoshi, tras el primer martirio de Nagashaki (1597) y por las razones que esgrimían los ayudantes del Daymío -narrando que la evangelización tenía como fin último, invadir Japón-. Se produjo una persecución contra los cristianos, quemando más de ciento treinta iglesias, y expulsando a sacerdotes. Pese a ello -como dijimos- los jesuitas siguieron en Japón, superando el temor a las represalias. Pero este hecho del San Felipe, creó una gran división entre españoles y portugueses. Pues los lusitanos y los miembros de la Compañía de Jesús, afirmaban que se había producido, debido a la presencia en tierras nipponas de misioneros franciscanos y de torpes marineros hispanos. Por su parte, los franciscanos acusaban a los jesuitas de no haberles ayudado; quitando importancia al botín hallado en el Galeón de Manila encallado y restando toda relevancia a lo que dijo su famoso comandante (Francisco de Olandía). Tanto se radicalizó el odio entre ambas partes; que tras el martirio de Nagashaki de 1597, los españoles culpaban a los jesuitas de haber impulsado estos hechos, para expulsarles del Japón. Por su parte, los portugueses afirmaban que fueron las torpes trazas seguidas por los franciscanos y los hispanos; lo que les había arruinado su buena relación con Hideyoshi (motivando las persecuciones). Finalmente, lo ocurrido después del desastre del Galeón San Felipe, se dio a conocer en los territorios cristianos y creó una enorme animadversión entre portugueses y españoles; a la vez que entre franciscanos y jesuitas.




SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: 
Fotos tomadas en el Museo de Arte Oriental de Valladolid -PP Agustinos-; al que agradecemos nos permita divulgar las imágenes. Arriba, imagen con el martirio en Japón del padre agustino Bernardo de Ayala, en el año 1617 (oleo sobre lienzo, de Celino; 1925). Se trata de la etapa en que Tokugawa I, después de entrar en contacto con el marinero William Adams y tras fundarse la Compañía de Indias; decide expulsar la religión católica de Japón. Como hemos dicho, gran parte de la inquina contra los portugueses y los españoles, se debió a cuanto los ingleses y holandeses, narraron acerca del imperio que entonces gobernaba Felipe II. Al lado, cuadro del siglo XVII, pintado al oléo, sobre cobre; que representa a San Felipe de Jesús; franciscano que viajaba en el Galeón de Manila llamado también San Felipe y que encalló en 1586, frente a las costas del Japón. Como sabemos, tras hundirse el navío, fue confiscada su carga y uno de los comandantes narró a los asesores del Daymío, que los españoles mandaban primero a los sacerdotes a evangelizar; para luego enviar el ejército a invadir. Tras aquellas palabras y al saber Hideyoshi que España y Portugal eran un solo reino desde 1580 (no dos, como le dijeron los jesuitas); tomó represalias contra los cristianos. Así se promovió el primer martirio de Nagashaki, donde este que es hoy San Felipe de Jesús fue crucificado y lanceado, junto a otros veintiséis clérigos (tres jesuitas y el resto franciscanos). Abajo: vitrina del museo de arte oriental de Valladolid; que expone el ejemplo de cuanto llegaba a España y Nueva España, enviado en los galeones de Manila y del Atlántico: Especias, abanicos, objetos de marfil, seda, enseres lacados y etc.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, Andrés de Urdaneta en un cuadro del siglo XVII. Fue este clérigo quien viajando con Legazpi, halló el camino para el tornaviaje en los Galeones de Manila. Que deberían subir a su vuelta hasta el mar del Japón y desde allí, dirigirse a Norte América, para completar la singladura con éxito. Abajo, Vitrina del Museo de Arte Oriental, donde vemos mapas, libros y enseres relacionados con el Galeón de Manila -Fotos tomadas en el Museo de Arte Oriental de Valladolid -PP Agustinos-; al que agradecemos nos permita divulgar las imágenes-.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, capa pluvial y mitra fabricada con sedas orientales, del siglo XVIII, expuesta en el Museo de Arte Oriental de Valladolid. Estas y otras telas eran las que importaban en el Galeón de Manila. Abajo, grabados que muestran el modo en que se construía este galeón; llamado también la Nao de China o de Acapulco -Fotos tomadas en el Museo de Arte Oriental de Valladolid (PP Agustinos); al que agradecemos nos permita divulgar las imágenes-.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, magnífico ejemplar del libro editado en 1698, sobre la conquista de las Filipinas; en cuya primera página vemos un grabado que representa a Felipe II, y en el lado contrario a Andrés de Urdaneta, detrás del padre agustino Martín de Rada (nombrado obispo del archipiélago). Abajo, vitrina del mismo museo, donde se explican los enseres que se exportaban a Asia en el famoso galeón. Principalmente: Plata de México, con la que el emperador chino comenzó a acuñar moneda; a más de imágenes religiosas y algunos alimentos inexistentes por entonces en Oriente. 
-Fotos tomadas en el Museo de Arte Oriental de Valladolid (PP Agustinos); al que agradecemos nos permita divulgar las imágenes-.



LAS CITAS SE ENCUENTRAN TODAS EN UNA ENTRADA.

Para llegar a ellas, pulsar el siguiente enlace: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2022/06/citas-de-camino-namban-memoria-del-arte.html

(se recomienda mantener abierta la página de citas, mientras se lee cada artículo; con el fin de poder consultarlas, a la vez)

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Esta era la primera parte del trabajo.

Para leer la segunda parte, pulsar: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2022/06/camino-namban-memoria-del-arte-japones_79.html

Para llegar a la tercera parte, pulsar: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2022/06/camino-namban-memoria-del-arte-japones_56.html

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ÍNDICE DEL TRABAJO:



CAMINO NAMBÁN, MEMORIA DEL ARTE JAPONÉS: Villagarcía de Campos, Valladolid, Tordesillas, Toro y Mota del Marqués


PARTE PRIMERA; PARA LLEGAR A ELLA PULSAR:  https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2022/06/citas-de-camino-namban-memoria-del-arte.html

A) ALCANZAR EL ZIPANGO; MOTIVO Y LEYENDA:

B) LA LLEGADA AL ZIPANGO:

1º) El naufragio de un “junco” chino:

2º) Aparición de las armas de fuego, en Zipango (el final de la Edad Media):

C) CREACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS Y SU DIFUSIÓN HACIA ORIENTE:

1º) Orígenes:

2º) Francisco de Jasso:

3º) Crisis en las misiones de Japón (1587-1624); final del contacto (1639):

D) CRONOLOGÍA Y PODER EN JAPÓN, DURANTE LA ETAPA NAMBÁN:

1 - Primera etapa; Kamakura:

2 – Segundo periodo de Shogunato; la familia Ashikaga:

3 – Tercer periodo de Shogunato: Momoyama (1603 hasta mediados del siglo XIX):

E) MERCADO Y PERIODO NAMBÁN:

1º) Etimología de NAMBÁN:

2º) Contacto y comercio (1543-1639):

3º) El Galeón de Manila y el San Felipe:

4º) El hundimiento del Galeón San Felipe en aguas japonesas (1596):


PARTE SEGUNDA; PARA LLEGAR A ELLA PULSAR: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2022/06/camino-namban-memoria-del-arte-japones_79.html

F) ARTE PARA LA EVANGELIZACIÓN (Javier, Valigniano y Niccolo):

1º - La evangelización de Francisco Javier y Alessandro Valignano:

2º - Giovanni Niccolo y el seminario de Kyusu:

G) ARTE NAMBÁN:

1º – Pintura Nambán:

2º – Biombos Nambán de estilo occidental, con mapas y personajes europeos (interpretación e

 identificación de algunas

 ciudades o efigies, allí representadas):

a) Los representados en el castillo de Wakamatsu y su función evangelizadora:

b): Preste Juan y el emperador de Etiopía, en el castillo de Wakamatsu:

c): Don Juan de Austria y los biombos de cruzados en Lepanto

d) El insólito caso del Museo de Gunma: El rey Sebastián de Portugal y Don Juan de Austria en dos kake-mono.

e) El rey Sebastián de Portugal en otros paneles japoneses:


PARTE TERCERA; PARA LLEGAR A ELLA PULSAR:  https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2022/06/camino-namban-memoria-del-arte-japones_56.html

3º - El biombo como objeto de globalización.

a) Globalización, historia y cartografía.

b) Globalización y evangelización.

c) Los biombos nambán y su influencia en la pintura virreinal de Nueva España.

d) Globalismo o mundialismo; la primera unión planetaria ideada por los jesuitas:

4º – Artes decorativas Nambán:

a) Cerámica Nambán:

b) Artes del metal Nambán:

c) Lacas Nambán:

H) CAMINO NAMBÁN:

a) Valladolid (San Miguel y San Julián, Museo oriental de los PP. Agustinos)

b) Tordesillas, recuerdo del Tratado.

c) Toro, una nueva pieza en la Colegiata

d) Mota del Marqués; en tierra de llos Ulloa

e) Villagarcía de Campos, la Colegiata de San Luis y su significado histórico.

f) Piña de Campos, otra nueva pieza nambán




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