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HISTORIA DEL MARQUÉS DE ALMEIDA
Quien fuera el comandante D. Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida, caballero al mando secreto de la Legión de Honor de Castilla y reverenciado como generoso noble. Que visitó en el exilio al rey Fernando VII en Valençay; cumpliendo allí una importante misión dictada por el duque de Wellington. Caballero portugués nacido en las cercanías de la Villa de Castelo Rodrigo y a quien titularon como marqués de Almeida las Cortes de Cádiz, en el año de 1812.
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ARRIBA: El Sr.D. Manuel Serrano y Almeida de Bouza, en el día que nos citó en una cafetería de Ciudad Rodrigo para hacernos entrega de unos documentos en los que se refería la historia de su "tatarabuelo": F. J. Roboredo de Almeida. Famoso caballero de la Guerra de la Independencia, que sirvió para el general Wellington y que al parecer encontró la muerte en el asedio del castillo de Mota del Marqués, donde se refugió al ser perseguido por los franceses. No deseaba que su rostro fuera visto en nuestro blog, aunque muy gentilmente se prestó a que le hiciéramos una fotografía (junto a sus familiares que le acompañaban en este día). Como decimos, el Sr. Serrano y Almeida de Bouza, nos dejó copia traducida de unos documentos que le había legado su abuelo, en el que se relataba la historia del tatarabuelo de este, que fue un famoso héroe de la Guerra contra Napoleón en España y Portugal.
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ABAJO: Vista de la villa de Castelo Rodrigo, sita a unos cincuenta kilómetros de Ciudad Rodrigo y en tierras portuguesas. Muy cercana a Almeida, esta pequeña y preciosa villa fortificada al parecer era el lugar de origen de la familia del mencionado héroe del que hoy tratamos en nuestra leyenda. En las inmediaciones a aquella población se suceden los hechos que a continuación relatamos.
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INTRODUCCIÓN: Tras abrir el presente blog dedicado a las Leyendas de Mota del Marqués, diferentes personas interesadas en sus datos se pusieron en contacto con nosotros. Unos para confirmar referencias históricas (sobre Beatriz de Suabia, especialmente). A quienes hubimos de asesorar y advertir que las leyendas, leyendas son; y que pese a tener una gran tradición oral entre las gentes del pueblo, no se pueden considerar Historia. Otros muchos también entablaron contacto con nosotros, interesándose por diversos aspectos y asuntos que trataban estos relatos de la Mota del Marqués. Textos que publicábamos hace un año y medio y que han gozado de cierta aceptación -puesto que han tenido más de siete mil lectores-.
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Entre aquellos que contactaron conmigo destacó el Sr. D. Manuel Serrano y Almeida de Bouza, natural de Portugal (nacido en la ciudad de Oporto) pero casado con una salmantina y afincado decenios atrás en las inmediaciones de Ciudad Rodrigo. Hasta allí nos hizo ir, con el fin de entregarnos unos escritos que su abuelo le había dejado; documentos que trataban sobre lo acontecido con un antepasado suyo que luchó en la Guerra de la Independencia, en favor de España. Los originales en papel de hace unos cien o doscientos años, los llevaba en la mano (en pliegos rugosos y redactados en un portugués que se nos hacía incomprensible). Teniendo la gentileza el Sr. Almeida de Bouza de habernos transcrito al español su contenido, que trata acerca de la referida historia que a continuación recogemos.
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Unos hechos que tienen la particularidad de referirse igualmente a Mota del Marqués. Puesto que allí terminaron los días de este, su antepasado; quien fieramente luchó contra los franceses y al que los de Napoleón "dieron caza" en las inmediaciones (o en el interior) de la torre. Castillo de Mota del Marqués en el que al parecer se refugiaron algunos españoles al mando de aquel y en el que se libró una batalla por estas fechas. Lucha en la que murió el referido héroe de la Guerra de la Independencia Hispano-Lusa, y que a su vez dejaría en un estado lamentable el magnífico edificio levantado los Caballeros Teutones. Situación que tristemente hace pocos años ha empeorado debido al curso de los días, a la meteorización y la falta de cuidados. Pero que gracias a la gestión de los vecinos de Mota y de su alcaldía ha podido lograrse salvar temporalmente. Expuesto lo sucedido en aquella fortaleza de Mota, tanto como los pormenores del modo en que conocimos esta historia legendaria (gracias a la entrega de los documentos que nos hizo llegar el Sr. Serrano y Almeida de Bouza) pasamos a relatar la HISTORIA DEL MARQUÉS DE ALMEIDA:
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SOBRE y BAJO ESTAS LINEAS: El autor del blog sobre Leyendas de Mota del Marqués, hace algún tiempo; visitado los lugares que menciona la Historia del marqués de Almeida (en las proximidades de poblaciones lusas donde se desarrollan los hechos, tales como: Almendra y Castelo Rodrigo). Abajo, una fotografía del lavadero de Almendra (Portugal) en las tierras que vieron nacer y vivir al referido Marqués de Almeida y donde se celebraron diversas contiendas entre los lusos y los franceses tras la invasión de aquel país por Napoleón.
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PARTE PRIMERA: ACERCA DE LO ACONTECIDO CON EL MARQUÉS DE ALMEIDA (Cuanto aquí se narra sucede en la llamada Guerra de la Independencia, conocida como Guerra Peninsular en Portugal y entre los años 1810 al 1812; habiendo sido transcrito desde un cuaderno de notas facilitado por los descendientes del referido marqués de Almeida).
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Comienza el relato que nos hacen llegar desde los primeros días en que se tuvo conocimiento de este valeroso caballero portugués; del que las fuentes mencionadas nos cuentan lo que de su vida se sabe. Empezando con el sitio de Almeida (tras la caída del fuerte de Ciudad Rodrigo), en el que uno de los más famosos soldados defensores de la plaza -que no se doblegaba a Napoleón- fue aquel que finalmente sería titulado como su marqués. Dando comienzo la historia -documentalmente confirmada- una noche del 10 de Julio de 1810, cuando la amurallada plaza de Ciudad Rodrigo -tan próxima a Portugal- no pudo resistir más el asedio de los franceses; habiendo de rendirse a las tropas napoleónicas (tras un aguerrido cerco). Aunque consiguieron gracias a su valor y a su nobleza, los salmantinos que entregaban esta villa; que los militares de Bonaparte la tomaran respetando a su población civil. Algo que se dice hicieron los ejércitos invasores con el fin de que la tan próxima y primera ciudad amurallada de Portugal, llamada de Almeida, viera lo sucedido y también se rindiera. Más no tuvieron esa suerte aquellos franceses, que muy pronto hubieron de llevar sus baterías y cañones hasta las inmediaciones de la fortaleza portuguesa; plaza que se cerró con la intención de aguantar el cerco sin abrirlo a los de Napoleón y proclamando que Almeida no abriría paso por Lusitania a galo alguno. (1)
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ARRIBA: Vista general del fortín y ciudad amurallada de Almeida, donde se libró una de las batallas o luchas más encarnizadas de la Guerra Peninsular, debido a que Napoleón intentaba internarse en Portugal y terminar por conquistarlo a través de esta ruta que llegaba hasta Oporto. Allí resistieron sus naturales parapetados y protegidos por los más valerosos soldados; quienes tristemente hubieron de rendirse cuando por simple casualidad un proyectil de cañón de los galos dio en el polvorín de los lusos, provocando el estallido de toda su munición y el derrumbe de la torre principal de su fortaleza. Hechos acontecidos hace más de doscientos años, pero de los que aún podemos ver sus escombros y restos, entre las preciosas murallas de Almeida -que conserva multitud de cascotes y pertrechos derruidos, fruto de aquello que narra la historia que hoy recogemos-.
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ABAJO: Imagen tomada del lugar exacto donde se situaba la torre medieval en la que los portugueses habían situado el polvorín y que desafortunadamente recibió un cañonazo de los galos, saltando por los aires. Destruyéndose así famosa torre de Almeida, de la que apenas quedaron ya restos; explosión por la que pereció gran parte de la población de esta villa amurallada. Plaza que por tal motivo y asolada ante el desastre, se vio obligada a rendirse ante los franceses.
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Allí sitiados aguantaron durante semanas, con la esperanza de que los ingleses y los portugueses llegaran desde la retaguardia viniendo de Oporto a rescatarles. Pero las bombardas y los cañones de Francia no cesaron de lanzar fuego sobre Almeida; con tan mala fortuna que uno de los proyectiles de aquellos serviles de Napoleón entró por un vano de la torre del fortín, parando justamente donde los portugueses habían colocado toda su pólvora. Una habitación del antiguo castillo, que desafortunadamente había sido convertida en Santa Bárbara y que voló por los aires; sabiéndose que el estallido provocó centenares de muertos, derribando parte de la ciudad fortificada. Tal fue su explosión que los franceses -quienes disparaban con sus cañones desde kilómetros de distancia-, quedaron aterrorizados. Más aún, cuando les comenzaron a caer cascotes, e incluso los restos de los cuerpos de algunos de aquellos pobres portugueses que se habían parapetado en esas murallas y que saltaban por los aires, al efecto de las toneladas de munición que allí guardada les reventó. (2)
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Tras el mencionado estallido del polvorín (que sucedió un 26 de agosto de 1810), el alcaide gobernador decidió rendir Almeida, debido a que el fuerte había quedado desolado y casi despoblado -convertido en ruinas y en un amasijo de restos humanos y de edificios-. Pero aún hubo algunos hombres que deseaban resistir, por lo que hasta dos días más tarde no se produjo la claudicación. Lo que se permitió a aquellos pocos que decidieron no rendirse, escapar al cerco (venciendo la confusión, gracias a la noche). Siendo quien lideró la facción para seguir combatiendo e intentar huir de los galos, el mencionado comandante Felipe Juan Roboredo Madeira; conocido terrateniente nacido en Castelo Rodrigo y que deseaba plantar cara a los franceses hasta el final. Soldado que tras escapar junto a un puñado de los suyos de la malograda ciudad cercada, logró una semana después llegar hasta las tropas del general inglés Wellington, quien se encontraba en las cercanías de Lisboa. Narrando a los ingleses el joven militar Roboredo Madeira de Alburquerque lo acontecido en Almeida, se puso a las órdenes de los ejércitos anglo-portugueses para cuanto precisasen, confirmando su deseo y sus posibilidades de retornar a la zona de Salamanca para continuar allí combatiendo. Ordenando Wellington que efectivamente regresara a esta frontera (tan bien conocida por él), para que en esas postrimerías entrase en contacto con el comandante español Tomás García Vicente -quien lideraba una fuerza secreta de resistencia llamada Legión de Honor de Castilla-. (3)
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ARRIBA: Imagen de los altos del fuerte de Almeida, donde se divisan los montes desde los que los franceses bombardearon la plaza logrando por un golpe de suerte volar la Santa Bárbara de los portugueses allí parapetados.
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ABAJO: Estatua ecuestre de Tomas Garcia Vicente, nacido en Masueco y lider de la Legión de Honor Castellana; héroe del que se dice luchó contra los franceses, juntamente con el Marqués de Almeida.
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Presentándose así F. J. Roboredo Madeira, Alburquerque, ante el citado militar hispano, que vivía oculto entre las montañas de Salamanca y Zamora; donde pronto comprendió la fama de las proezas y hazañas que sobre aquel Tomás García se narraban. Heroicidades llevadas a cabo desde 1808 contra los franceses, habiendo sido él mismo uno de los primeros que ya se sublevó en Madrid y contra Murat durante el famoso 2 de Mayo. Aunque igualmente, el héroe salmantino quedó muy sorprendido al conocer al portugués que Wellington le enviaba, no solo por su valentía sino también al saber que hablaba español tan perfectamente como portugués -sin poderse distinguir su acento- y que además dominaba el francés y podía comunicarse con facilidad entre los ingleses. Aprovechando por entonces aquellas dotes de Roboredo Madeira y Alburquerque, el comandante de la Legión de Castilla (Tomas García de Vicente) consiguió documentarle para hacerle pasar por un rico mercader hispano. Todo lo que se completó sin levantar sospechas de los franceses gracias a que el terrateniente luso era originario de las inmediaciones de Almendra, donde tuvo grandes negocios de viñas, viñedos y aceites. Siendo así que por mediación de la marcha de Felipe Juan Roboredo Madeira, de un lugar a otro, encomendado a sus negocios y con fines militares, pudo ir recabándose toda información sobre aquellos ejércitos de Napoleón, sus movimientos, sus necesidades y la situación en Portugal de los franceses. (4)
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Tanta fue su inteligencia y la confianza ganada con los galos, que Roboredo Madeira, consiguió introducirse en 1811 entre los que servían intendencia a los franceses; facilitando con ello información a la resistencia hispanolusa (documentando toda salida y entrada de mercancía hacia Portugal). Sucedió aquello en los días en que el general de Napoleón Massena, había cercado la ciudad de Torres Vedras con el fin de avanzar hacia Oporto y luego a Lisboa. Pero los informes que pasaba Roboredo Madeira, a Tomás Gacía Vicente sobre los envíos de mercancía a Massena y la situación del cerco, provocaron que este general galo dejase de recibir víveres y municiones. Debido ello, aquellos aprovisionamientos que los franceses pretendieron mandar hasta Torres Vedras fueron interceptados por la Legión de Honor Castellana, a la que se informaba puntualmente de las salidas y rutas de la intendencia francesa. Lo que finalmente provocó que los franceses no pudieran avanzar ni mantener el famoso cerco de la ciudad, habiendo de retroceder pocos meses después hacia sus posiciones de la frontera salmantina.
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Aprovechando en este momento para avanzar hacia el lugar de Torres Vedras las tropas anglo-lusas, que al mando de Wellington prepararon la final estrategia para expulsar a los de Napoleón de Portugal. Todo lo que lograron tras la batalla de Fuentes de Oñoro, que tuvo lugar a primeros de Mayo de 1811. Tras ello y pocos meses después, Felipe Roboredo Madeira, junto a Tomás Vicente García, decidieron dar el último golpe al ejército invasor, atacando ya abiertamente el destacamento francés de Almendra (en Portugal) el 17 de agosto del mismo año, venciendo y quedando el país luso prácticamente liberado (al recuperarse definitivamente Almeida). (5)
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ARRIBA: Uno de los palacios de Almendra, donde se situaba al parecer el cuartel general de los ingleses en estos años que narramos, ya que se trataba de una propiedad de la familia del que fuera posteriormente creado marqués de Almeida (Felipe Juan Roboredo Madeira, de Alburquerque y Almeida).
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.ABAJO: Daguerrotipo del duque de Wellington, comandante que lideró los ejércitos anglo-portugueses para expulsar a los franceses de tierras lusitanas (agradecemos a la familia y descendientes; tanto como al museo de la Marina inglés, nos permitan la divulgación de esta imagen).
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PARTE SEGUNDA:SUCESIÓN DE LOS ACTOS MÁS HERÓICOS DEL MARQUÉS DE ALMEIDA.
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Destituido tristemente Tomás Vicente García del mando de la Legión de Honor Castellana y enviado este a Cádiz para participar en política, ordenó a Felipe Roboredo Madeira una nueva misión, para ser cumplida ya fuera de su destacamento y muy alejado de la zona de Almeida. Cargo y mando que este aceptó al no estar de acuerdo en la sustitución y marcha de su gran amigo y comandante, Tomás (que fue apartado a la política). Siendo entonces cuando aprovechando las dotes de idiomas y la refinada educación del portugués, decidió Wellington enviarlo a Madrid para que obtuviera más información sobre la Corte de José Bonaparte. Llegando así Roboredo Madeira, a la capital española a fines de 1811, donde alquiló una gran mansión junto a la del nuevo rey de España. De este modo logró entrar en la Corte como un mercader rico, lo que le permitió introducirse pronto en el ámbito de los afrancesados. Todo lo que comenzó regalando grandes partidas de sus vinos del Douro a los nobles de Madrid que frecuentaban al rey, a la vez que daba famosas fiestas en su palacete de la capital (donde estableció "su base"). Tal fue su fama y generosidad, que logró interesar al nuevo monarca -José Bonaparte-, quien probó con gusto sus caldos y pronto le invitó a sus veladas en Palacio. Quedando el hermano de Napoleón tan entusiasmado con los vinos del Marqués de Almeida, que a petición de este y tras obsequiarle con seis mil botellas, le otorgó el favor real de poder llevarlos hasta Francia para su venta en el país vecino. (6)
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ARRIBA: Sir Arthur Wellesley,1st Duke of Wellington, quien tras la victoria de Fuentes de Oñoro expulsa a los franceses de Portugal, siendo este el principio de su victoria sobre Napoleón en la Península (agradecemos al museo de la Marina londinense, nos permita divulgar la imagen).
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ABAJO: Cartel conmemorativo del bicentenario de la batalla de Fuentes de Oñoro.
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Fue entonces y en estos días cuando Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida, se hizo llamar "el Marqués de Almeida"; para no levantar sospechas sobre su verdadero nombre e identidad. Encaminándose hacia el país galo en estas fechas hacia finales de 1811, llegando primero hasta la colonia de los "ilustres" de Marsella; entre los que estaban los nobles españoles afincados en el Sur de Galia (viviendo como "cortesanos del destronado" Carlos). Españoles establecidos junto a los reyes allí confinados, quienes le admitieron creyéndole -como ellos- un marqués "afrancesado" huido de Portugal. Siendo ese el lugar donde residía el que había gobernado España con el nombre de Carlos IV, solicitó entregarle una partida de sus vinos al monarca en el exilio (desde hacía dos años). Pero los franceses, temiendo que aquellos caldos se hicieran muy famosos en Francia, le denegaron su petición. Aunque intercediendo por él algún influyente amigo de José I, logró no solo hablar y entregar sus "caldos" al mencionado monarca recluido en Marsella, sino que además le concedieran el beneplácito de acercarse hasta el castillo de Valençay, donde vivía el heredero de la corona -también exiliado-. Este era el hijo de Carlos IV, quien se autoproclamó rey de España con el nombre de Fernando VII (destituyendo a su padre), y que más tarde abdicó el trono en favor del hermano de Napoleón, dejando el reino español a los Bonaparte. Por cuanto Fernando se encontraba recluido en un castillo lejano a París, donde vivía aburrido, intentando atraer la atención del emperador que le había "quitado" la corona -tan servilmente cedida-. (7)
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Escaso de diversiones, de cortesanos y de servidumbre, el "rey" Fernando VII se debatía entre el aburrimiento y la pereza. Por ello y siendo un hombre hábil Felipe Roboredo Madeira, consiguió que le dejaran establecerse unas semanas en las cercanías de aquel castillo de Valençay, para entretener al "monarca" exiliado, festejándole con sus vinos y enseñándole danzas portuguesas. Fue en ello, cuando por casualidad, se presentó una noche de marzo de 1812 el "mismísimo" Napoleón Bonaparte, en aquel lugar donde vivía "preso" el "rey" español. Llegándose el emperador de paso y con el fin tan solo de pernoctar (sin deseo siquiera de hablar con Fernando de Borbón); aunque tras comunicarle su Ayudante de Campo que habían ganado una pequeña batalla, quiso celebrarlo junto a todos. Fue así como hizo lo que acostumbraba Bonaparte, quien para rendir honores a sus victorias tomaba una botella del mejor champagne, y la descorchaba con gran algarabío; abriéndola dando un golpe con su sable en el tapón (arrancando en ocasiones parte del cuello del cristal en ese gesto tan "marcial" como curioso). Tras hacer aquello en los salones de Valençay, pasó a servir el espumoso a los asistentes entre los que se encontraba el rey Fernando y el mencionado Felipe Roboredo, quienes asombrados del taponazo y del chorro que aún brotaba de la botella no acertaban qué decir, al ver tanto espectáculo y tal ritual de victoria.
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ARRIBA: Caricatura de la época en la que se ridiculizaba a José Bonaparte, coronado en España como José I y al que se llamaba coloquialmente "Pepe Botella". Pese a ello, no parece ser que el mencionado hermano de Napoleón bebiera "más de la cuenta", siendo su apodo más bien fruto del odio popular, que de la realidad histórica. Curiosamente, en la historia del Marqués de Almeida se recoge una costumbre cierta del emperador de Francia, quien tenía por bueno celebrar sus victorias descorchando una botella de champagne con su sable. Quizás este "ceremonial de victoria", fue lo que hizo apodar así a José Bonaparte, que posiblemente también abriría con su espada una botella cada vez que ganaban los franceses una batalla.
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ABAJO: Imagen del Chateau Valençay, más o menos como hubo de estar en los siglos XVIII y XIX; cuando fue propiedad de los Tallheyrand y donde estuvo recluido Fernando VII desde 1808 hasta 1813. Allí entabló amistad el marqués de Almeida con el rey español en el exilio, quien una jornada llegó a presentarle al emperador de Francia.
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Fue en ese momento cuando el monarca español pronunció con algo de sorna:
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- "Serán buenos vuestros champagnes, pero no conoceis, emperador, la calidad de los vinos que ha traído este Felipe Roboredo Madeira, marqués de Almeida; desde sus tierras del Douro..."-.
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Quedó entonces Bonaparte mirando a los asistentes y entendiendo que debía pronunciar algo "brillante e ingenioso", preguntando si aquellos vinos eran mejores o peores que las mujeres portuguesas. A lo que Felipe Roboredo respondió, en un perfecto francés, con tanta timidez como acierto:
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-"Majestad, nuestros caldos son como decís, igual que nuestras mujeres: Unos mejoran con los años y otros quedan picados por el paso del tiempo; siendo tan solo su secreto saberlos tumbar, cuidar y sobre todo.... Encorchar... Porque en el vino, es tanto como en las mujeres, cuyo secreto está en `el corcho´. Pero, por lo que hemos visto hacer antes al emperador con el champange y con su gran sable, me atrevo a decir que si fuera ello realizado frente a féminas de Portugal, todas saldrían espantadas al ver ese enorme "espadón" que usa para descorcharlas..."-
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Al oír aquello el emperador no pudo parar de reír, al igual que todos los asistentes a la velada, quienes quedaron sorprendidos del ingenio de aquel marqués portugués. Viendo así Roboredo el "éxito" que estaba obteniendo con sus palabras, se adelantó a continuar, diciendo: -"Mi general y emperador. Veo que tenéis el sable aún en la mano y siento mucho no haber venido acompañado de mujer alguna, para que pudierais comprobar la fuerza de los corchos portugueses. Más lo que sí os invito es, a probar los vinos del Douro que traigo a Francia; de los que vuestro augusto hermano (el rey José I de España), ya ha disfrutado soberanamente"-.
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Le cayó en gracia a Napoleón aquel distinguido marqués de Almeida, tanto que compartió con él toda la velada, hablando de sus cosas y preguntando por la tierra de Portugal. Siendo así, que Felipe Juan Roboredo Madeira, se atrevió a cuestionarle por qué se había retirado de aquella nación suya lusa, dejando a los afrancesados (como él) a "designio divino"; debiendo venir a refugiarse hasta lugar de galos él mismo y por esta razón. A lo que Bonaparte le explicó que todo se debía a una gran campaña, por la que no podía mantener más destacamentos en Portugal; puesto que muy pronto invadiría Rusia. Una gran misión para la que necesitaba las mayores fuerzas, de las que ya había reunido más de medio millón de hombres, que muy pronto avanzarían hacia Moscú. Así, hablando sobre el frente de Rusia y la próxima victoria de Francia sobre el Zar, quedaron el resto de la noche; brindando con champagne y con los vinos del marqués de Almeida. (8)
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ARRIBA: Grabado que representa la alegoría de España e Inglaterra, aliadas contra Francia y su Caudillo Napoleón. En esta época, la resistencia contra el invasor galo constituyó un motivo de unificación de portugueses, ingleses e hispanos, que aunados lograron expulsar de sus tierras a los de Napoleón.
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ABAJO: Grabado de la época que representa las "Abdicaciones de Bayona de 1808". Tratado concluido entre José Napoleón como rey de España junto a su hermano, por el que Fernando VII cedió el trono español a esta familia francesa. Tras ello, el autoproclamando rey Fernando, fue recluido (exiliado) al castillo de Valençay, donde la historia que recogemos narra como gracias a una visita allí del marqués de Almeida este pudo contactar con Napoleón y enterarse de sus planes sobre Rusia.
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Tan pronto como pudo, regresó Felipe Roboredo a España; pudiendo hacerlo en abril de 1812, tras argumentar que debía acercarse a la zona de Douro para abastecerse de los vinos que le habían solicitado en Francia. Así llegó hasta tierras salmantinas, donde secretamente se vistió de pastor para lograr pasar inadvertido hasta Portugal y al frente anglo-luso. Salió de ese modo (en cuanto obtuvo ayuda y animales), haciéndose pasar por un cabrero que llevaba a pastar su ganado, alcanzando las filas de Almeida cubiertas por portugueses. Nada más entrar bajo el control militar de aquellos de su tierra, dió "santo y seña" y se identificó como un comisionado del general Wellington, que regresaba con una misión secreta desde la misma Francia. Llevado por los comandantes que lo hallaron ante la jefatura del ejército Anglo-Portugués, informó de cuanto sabía y había visto en su viaje: Primero de la situación de los ejércitos franceses y sobre todo de la campaña de Rusia que preparaba Napoleón. Enterado Wellington de que Felipe Roboredo, haciéndose pasar por el marqués de Almeida, había entablado amistad con los hermanos Bonaparte, se interesó por todos los detalles de su viaje y estuvo varios días informándose de cuanto narraba aquel magnífico caballero. Finalmente, al escuchar que verdaderamente el emperador afirmaba que no podía traer más destacamentos hacia Portugal, porque preparaba la gran guerra contra el Zar ese verano; decidió atacar Wellington en esas fechas a los franceses; sabiendo que en España quedarían tan solo las reservas necesarias e imprescindibles. (9)
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Tan solo tres meses después de que Felipe Roboredo Madeira y Alburquerque, hablara con Wellington, habiendo comprobado los portugueses y los ingleses que cuanto aquel caballero narraba podía ser cierto; avanzaron los Anglo-Lusos hacia España intuyendo que una gran parte del ejército galo estaba camino de Rusia. Así, aprovechando esta circunstancia plantearon batalla en los montes de Arapiles un 22 de Julio de 1812, donde la derrota de los franceses fue tan terrible que Wellington pudo llegar posteriormente hasta Madrid. Ello fue el principio de la derrota de Napoleón en la Península; ya que verdaderamente tras la mencionada victoria en Arapiles, los de Bonaparte no hicieron más que retroceder ante las tropas hispano-portuguesas quienes al mando de los ingleses pronto llegaron hasta los Pirineos. (10)
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ARRIBA: Restos del torreón de la plaza de Almeida, lugar desde el que dos años depués de su voladura salieron algunos de los destacamentos que finalmente derrotaron a los franceses en los montes de Arapiles (frente a Salamanca).
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ABAJO: José Bonaparte, en un grabado de la época. Tras la referida derrota de Los Arapiles, los franceses comenzaron a retroceder en la Península, terminando por salir definitivamente de aquella tierra poco tiempo después, al perder la batalla de Vitoria (ganada por el mencionado general Wellington).
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Sobre Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida, se sabe que luchó en Arapiles, combatiendo en el destacamento de Julián Sanchez "El Charro" y que persiguió a los franceses desde Zamora y Duero arriba. Logrando alcanzarlos en Tordesillas, donde entabló nueva batalla con un destacamento galo que avisó a varios de los suyos, habiéndose por ello de refugiar en Mota del Marqués. Allí fue atacado por los franceses que en masa se retiraban y muerto en los innumerables cañonazos que la artillería de Napoleón infligió contra el castillo (donde Roboredo y los suyos se habían parapetado). Herido en el interior de la torre fortaleza de Mota del Marqués y tras la retirada de los galos, fue llevado a las casas del pueblo donde las gentes trasladaron a los que aún vivían -de cuantos allí hicieron frente al ejército galo en su retirada-. Pese a los intentos por sanarle, Roboredo Madeira, murió pocos días después de resistir al referido asedio, intentando cortar la retirada de los galos.
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El cuerpo de Felipe Roboredo, fue llevado hasta la villa de Almeida, donde los ingleses mandaron que le enterraran (junto al teniente John Beresford del regimiento 88th); aunque su familia decenios después ordenó trasladarlo, para ser inhumado en lugar santo. Por su parte, Tomás García Vicente, quien había sido comandante de Roboredo Madeira en la Legión de Honor Castellana; propuso a Las Cortes de Cádiz que se le nombrara Marqués de Almeida, por sus méritos militares. Habiendo aceptado el presidente de aquellas Cortes (Juan del Valle) y en diciembre de 1812, la concesión del título de Marqués de Almeida (sin Grandeza de España) en grado póstumo, para sí y para los descendientes de D. Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida . Cuyos blasones son: En campo de Azur, tres veneras en plata bien distribuidas; corona de marqués, sin Grandeza. Tristemente, el 4 de mayo de 1814 el rey Fernando VII depuesto en el trono, regresa a España firmando este día el decreto de Valencia, declarando nula la Constitución y todas las decisiones de las Cortes de Cádiz. Pese a ello, desconocemos si los descendientes de aquel que logró en parte devolver la corona a los reyes de España, recibieron la acreditación de Ejecutoria de Noble como marqueses de Almeida. (11)
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ARRIBA: Grabado de Julián Sánchez, EL CHARRO; héroe de la batalla de Arapiles y bajo cuyo mando actuó Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida pocos días antes de morir. Pues tal como refiere le historia que hemos recogido, en la huida de los franceses estos pretendieron cortarles la retirada en Tordesillas, con el infortunio de que los galos llegados en masa cayeron sobre las tropas que hasta allí había trasladado Filipe (o Felipe) Roboredo. Quien viéndose rodeado se parapetó en el castillo de Mota del Marqués, donde encontraría la muerte bajo los proyectiles del ejército de Napoleón, que asoló la referida fortaleza que les servía a los españoles y al portugués de parapeto.
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ABAJO: Tumba del Teniente John Beresford en Almeida, a cuyo lado fue enterrado primeramente el marqués de Almeida. Posteriormente la familia trasladó el cuerpo de aquel héroe luso hasta campo sagrado, por voluntad de sus allegados.
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(2) Sobre los sucesos acaecidos entre el 25 y el 28 de agosto de 1810 en Almeida puede consultarse diferentes fuentes que los relatan en internet; siendo muy famosa la celebración que de esta fecha se realiza anualmente en la ciudad amurallada portuguesa -que no hace mucho ha realizado los honores del doscientos aniversario de los acontecimientos-. Habiendo sido la resistencia al cerco una conocida hazaña que tristemente terminó con claudicación de la plaza, debido a que un proyectil voló el polvorín sito en la torre del fuerte. Dicha torre, junto a una concatedral o gran iglesia que estaba a su lado, volaron por los aires; llegando hasta las filas francesas enemigas que se situaban a kilómetros de distancia, restos de edificios y hasta humanos.
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(3) Efectivamente sabemos que tardaron aun tres días en rendirse los de Almeida, lo que hace suponer que cuantos militares sobreviven a la explosión del polvorín en 26 de Agosto de 1810, pudieron huir en estas setenta y dos horas posteriores. Siendo lógico que aquellos fueran hasta Wellington, general inglés que trataba de impedir el avance de las tropas napoleónicas sobre Portugal. Por lo que había situado su "cuartel" en Lisboa, desde donde coordinaba a ingleses y portugueses, con el fin de que los franceses no terminaran invadiendo también el país Luso. Algo que comenzó a temerse desde el momento en el que Almeida cayó en manos de Napoleón y se abrió el camino hacia Oporto. En ello y en impedir el avance sobre Lisboa de los franceses jugaron un papel fundamental comandantes y guerrilleros particulares, que a sus expensas se pagaron hasta los uniformes y divisiones, quienes actuaron como héroes en la defensa de la frontera (destacando figuras como Tomás García y Vicente o Julián Sanchez "El Charro" -ver en internet sus vidas-).
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(4) Tomás García y Vicente: Uno de los héroes más importantes y desconocidos de la Guerra de la Independencia hispana (1808-1813). Se subleva ya el 2 de Mayo de 1808 contra Murat en Madrid y crea en esta ciudad una fuerza de resistencia, dedicada entre otras cosas a sacar de las prisiones a militares españoles, con el fin de enviarlos fuera de la capital para que pudieran organizarse y luchar (llegando a liberar a más de mil). Igualmente bajo su propio riesgo y a sus expensas crea en Madrid una red secreta para convencer a los extranjeros reclutados en los ejércitos de Napoleón a que desertaran, facilitándoles dinero y ayuda de su propio bolsillo para que así huyeran. Descubierto cuando compraba voluntades de los alistados entre las filas francesas, huye a Cádiz, donde es apresado y condenado a muerte; pese a que consigue escapar del cadalso. Regresa a Madrid sin temor a ser descubierto, haciéndose pasar por un mercader, consiguiendo realizar negocios con la intendencia francesa y aunar una gran suma de dinero. Con el capital adquirido y junto al que recauda vendiendo sus bienes, financia una fuerza secreta militar de rebeldía; destacamento que funda y lidera desde fines de 1810 con el nombre de Legión de Honor Castellana. Ejército de guerrilla creado tras la caída de Ciudad Rodrigo y Almeida y de las ciudades fronterizas en Salamanca, que en 1811 quedan en poder de los franceses. Así los de Napoleón inician en este año el intento de invadir Portugal, avanzando desde esa zona y sitiando la ciudad de Torres Vedras, que les cortó el paso resistiendo. Es en este momento cuando Tomás García Vicente con sus apenas trescientos hombres y gracias a la información que obtienen haciéndose pasar por civiles y pastores, va atacando todos los envíos de suministros a los ejércitos del General francés Massena (que cercaba Torres Vedras). Tanto fue así, que los de Napoleón quienes sitiaban aquella plaza, quedan sin víveres ni munición y el 5 de marzo de 1811 se ven obligados a regresar hacia Salamanca; llegándose a atrever aquella Legion de Honor Castellana a hacerles frente en su retirada, mientras retrocedían los franceses hacia tierras salmantinas. Finalmente, en agosto de 1811, ataca Tomás García Vicente el destacamento francés que permanecía desde un año atrás en Almendra, expulsándoles prácticamente de Portugal. Tristemente, al llegar hasta el lugar liberado por aquel guerrillero el conde de España, junto a su hermano el Marqués de España, el fundador de la Legion de Honor Castellana es destituido de sus cargos y enviado. Ambos hermanos estaban al mando de las fuerzas oficiales hispanas dirigidas por Wellington -llamados Carlos y Andrés España- pese a en realidad eran franceses pro-absolutistas refugiados en nuestro país tras La Revolución. De ello que chocaran con el mencionado Tomás García Vicente, quien es enviado a Cádiz desde esta fecha, sin permitirle ya dirigir directamente el destacamento con el que tantos triunfos logró.
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(5) Tal como narra la Historia del Marqués de Almeida, la ciudad de Torres Vedras estaba sitiada por los franceses, resistiendo para cerrar el paso de los de Bonaparte hacia Oporto y Lisboa. El cerco de Torres Vedras junto a la batalla de Buçaco se gana en gran parte gracias a la intervención indispensable de Tomás Vicente García y a la Legión de Honor Castellana; quienes van interceptando todos los envíos de municiones y alimentos al general Massena. Tanto que a los pocos meses de poner sitio a Torres Vedras los franceses han de abandonarlo y regresar hacia Almeida, distribuyéndose los ejércitos de Massena entre esta plaza portuguesa, la de Ciudad Rodrigo y el castillo de San Felices de los Gallegos.
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PARTE SEGUNDA:
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(7) Tal como narra la historia del marqués, Carlos IV fue llevado en 1808 a Bayona, junto con toda la familia real. Allí se autoproclama su hijo, Fernando VII nuevamente como rey de España -algo que ya había hecho en territorio nacional- y abdica en favor del hermano de Napoleón (José Bonaparte); cediendo a José I todos los derechos de la corona hispana. Tras ello, Carlos IV y su pequeña corte es exiliado a Marsella (donde vivirá hasta el fin de sus días, sin regresar a España ni aun cuando vuelve su hijo como monarca). Por su lado, Fernando VII junto a su hermano y su tio son "exiliados" o tenidos como "invitados preferentes sin derecho a salir del recinto", en el castillo de Valençay; propiedad del ministro de Napoleón Talleyrand.
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(8) Igualmente es verdad que Fernando VII entretenía sus dias aprendiendo danza y dando fiestas, intentando que a ellas asistieran los nobles franceses y principalmente el emperador, Napoleón por su parte, apenas tuvo interés de presentarse en el castillo de Valençay alguna vez y siempre lo hizo manifestando el mayor desprecio hacia el rey Fernando en su exilio. Igualmente es cierto que desde marzo de 1812 preparaba ya la campaña de Rusia, para la que comenzó a reclutar casi seiscientos mil hombres.
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(9) Efectivamente, en estos dias estaba Wellington en las proximidades de Almeida decidiendo qué fechas elegir para atacar a los destacamentos franceses que estaban en Salamanca. Se sabe que tras una filtración que le informa de que Napoleón necesitaba todos sus hombres ese verano de 1812 para la Campaña de Rusia, se atreve a plantear la batalla de Arapiles en el mes de Julio (sabiendo que quedarían pocos franceses en la Península y que prácticamente ningún batallón vendría en apoyo de aquellos a los que se atacara, por encontrarse el grueso de hombres de Bonaparte avanzando hacia Rusia).
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(10) La batalla de Arapiles se produce porque Wellington tiene la información que referimos, y tras aquella van sucediéndose una tras otra las derrotas de Napoleón. Efectivamente uno de los héroes de esta batalla fue El Charro (Julián Sánchez) en cuyo batallón se sabe que luchó y pierde la vida Roboredo Madeira. Sobre el lugar donde está enterrado en Almeida se dice que era junto a la tumba del Teniente John Beresford que se encuentra junto a la actual Pousada. Habiendo aun en aquel lugar una lápida que dicta "Teniente John Beresford, Regimiento 88th Connaugth Rangers. Caido en combate durante el asalto a Ciudad Rodrigo, enterrado en Almeida siguiendo órdenes de su tio el general Williams Beresford (...)". Tal como dicta dicha lápida parece que fue colocada en época muy posterior por unos familiares portugueses del teniente caido en Ciudad Rodrigo, quienes eran los Marqueses de Campo Maior; por lo que debemos pensar que Felipe Juan Roboredo estaría enterrado en un lugar muy próximo.
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(11) En lo que se refiere al título, tal como narra la historia Tomás García Vicente que vivía desde 1811 en Cádiz, participaba en las Cortes liberales de esta ciudad; que efectivamente presidía Juan del Valle hasta el 23 de diciembre de 1812. Igualmente es cierto que con la llegada de Fernando VII a Valencia en 1814, todos los decretos, decisiones y leyes de las famosas Cortes de Cádiz fueron anulados.
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Sobre los blasones del marqués de Almeida. Dice, en campo de Azur (fondo azul) tres veneras bien colocadas de plata (tres conchas colocadas en sotuer y blancas o color plateado). Corona de marqués, sin grandeza de España. Se parece en algo al escudo del marqués de Brusi, aunque es distinto.
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DOCUMENTACIÓN ICONOGRAFICA Adscrita al texto:
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ARRIBA: Entrada al museo del ejército de Almeida, donde se expone un muñeco con el uniforme de época de la Guerra de la Independencia; y donde podemos ver la indumentaria que lucían los soldados que lucharon en los años y batallas que hemos relatado.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotos de Castelo Rodrigo, villa de la cual era originaria la familia de Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida. Arriba, imagen de los baños y depósito de agua, de origen árabe. Abajo, una vista general de la "ciudad" amurallada.
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BAJO ESTAS LINEAS: Diferentes imágenes del castillo de Mota del Marqués, tal como hoy se encuentra y que fue destruido por el asedio de los franceses en la Guerra de la Independencia..
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